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Etiqueta: matrimonio igualitario

La FEUCR organiza una semana para celebrar el derecho a ser y amar libremente

La conmemoración se realizará del 25 al 29 de mayo en el marco de la aprobación del matrimonio igualitario en Costa Rica

La Semana D 2020 dará énfasis a la diversidad sexual y de género pero además pretende visibilizar la discriminación hacia otros grupos vulnerabilizados dentro del país. Foto: Laura Rodríguez Rodríguez.

A partir del 26 de mayo, el matrimonio igualitario será legal en el país y Costa Rica se convertirá en uno de los 29 estados a nivel mundial que reconocen el derecho a amar libremente. Para celebrar este hecho histórico y abrir espacios para la reflexión sobre diversas formas de discriminación que aún persisten en la sociedad costarricense, la Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica (FEUCR) organiza la “Semana D 2020: Hablemos de diversidad (es)”.

Las actividades planeadas por el Directorio y la Comisión de Derechos Humanos de la FEUCR se realizarán de manera virtual, del 25 al 29 de mayo a través de las redes sociales de la Federación, e incluyen talleres, entrevistas, expresiones artísticas y la transmisión de cortos audiovisuales, entre otras.

La Semana D, fue creada por la FEUCR en el año 2014, con el objetivo de conmemorar el Día Internacional contra la Homofobia, Lesbofobia, Bifobia y Transfobia. Con esta iniciativa, la Federación además conmemora el acuerdo del Consejo Universitario en el 2011, que declaró a la UCR como un espacio libre de cualquier forma de discriminación, incluyendo por orientación sexual y diversidad de género.

Contra todas las formas de discriminación

En esta “Semana D 2020” se dará énfasis a la diversidad sexual y de género para remarcar el acontecimiento histórico que representa la entrada en vigor del matrimonio igualitario en Costa Rica. No obstante, la temática “Hablemos de diversidad (es)” pretende visibilizar la discriminación hacia otros grupos vulnerabilizados dentro del país, resaltar la riqueza de las diferencias en la construcción de la historia y la cultura, así como la importancia del reconocimiento de todas las personas como individuos con igualdad de derechos ante la ley, según indicó la organización.

Sofía de la Cruz, Secretaria General de la Federación señaló que “No existe justificación para aplazar el reconocimiento de derechos de poblaciones a las que se les han negado durante centenares de años. Existe una deuda histórica y es el momento de que se abran estas discusiones y deconstruyamos esta sociedad profundamente envenenada por la homofobia, la misoginia, el racismo, el especismo, la discriminación y la violencia en todas sus formas”.

La FEUCR recalca que esta semana constituye una nueva muestra de la dinámica que han implementado la durante el período de aislamiento social, mediante la cual se ha mantenido activa la agenda estudiantil, aún en la presente coyuntura de emergencia sanitaria por la pandemia del COVID-19.

Esta “Semana D” se realizará utilizando las plataformas digitales de la Federación como espacio de difusión y encuentro. Todas las actividades serán transmitidas en directo por Facebook Live desde la página de la FEUCR y luego se subirán al canal de Youtube.

 

Katzy O`neal Coto
Periodista, Oficina de Divulgación e Información
Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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¿Revivir el escenario de las elecciones de febrero-abril del 2018?

Vladimir de la Cruz

Cuando un grupo de diputados intentó revisar lo actuado por el Poder Ejecutivo, por la Corte Interamericana de Derechos Humanos, y por la propia Sala Constitucional, respecto al matrimonio igualitario, con la finalidad, o mala intención, de que en los próximos 18 meses se sometiera de nuevo a votación, y discusión parlamentaria, sencillamente hicieron cálculos que, de nuevo, en esos 18 meses estaríamos, justo en el momento del próximo proceso electoral del 2021-2022, alrededor de octubre y noviembre del 2022, discutiendo este asunto, que ya está fallado judicialmente.

Puesto así, políticamente, podía resultar un nuevo alboroto nacional, atizando sentimientos religiosos alrededor del concepto del matrimonio católico, cristiano o religioso, del cual quienes lo defienden a ultranza, lo señalan como matrimonio de hombre-mujer, porque así lo definen religiosamente.

Sin embargo el matrimonio es una situación de la realidad entre dos personas. En el caso costarricense, desde 1888, la figura del matrimonio como concepto, como categoría social de reconocimiento de parejas, que viven juntas, solo es válido el matrimonio civil, el matrimonio que se lleva a cabo ante la autoridad civil competente, y que se inscribe en el Registro Civil de personas, época de 1888, en que esta Institución también surgió.

Antes del Registro Civil, en 1888, los matrimonios se realizaban ante las autoridades eclesiásticas porque eran las que llevaban los registros de nacimientos por los bautizos, los matrimonios y las defunciones. Era una época donde la religión católica era dominante. Así venía siendo desde que los españoles la impusieron con su llegada a América, impidiendo el ejercicio de otras religiones, prohibiéndolas en su práctica, monopolizando las creencias religiosas y “satanizando” a quienes no tuvieran o profesaran la religión católica.

Las leyes liberales, que iniciaron en 1882, se fortalecieron en 1884 y se consolidaron en 1888, separaron los asuntos religiosos del Estado, se separó incluso la enseñanza religiosa de la educación pública. Con ello la sociedad costarricense, sin enseñar religión católica en las escuelas y colegios, no se hizo menos religiosa ni menos católica, porque su enseñanza se fortaleció donde debía darse, en el hogar y en la Iglesia.

Esa separación de hecho se mantuvo hasta el primer año de la Administración de Rafael Ángel Calderón Guardia, cuando como resultado del Pacto para que la Iglesia apoyara su candidatura presidencial, en 1939, se acordó derogar las leyes liberales en lo que afectaban los intereses de la Iglesia Católica.

Al crearse el Registro Civil y al establecerse el divorcio, como un elemento importante de la figura del matrimonio, se le asestaba un golpe a la idea religiosa del matrimonio, porque el matrimonio eclesiástico en teoría no debe disolverse nada más que con la muerte de los cónyuges. En un Concilio en que esto se discutió, hubo quienes sostuvieron la tesis que el matrimonio religioso no se disolvía con la muerte. Finalmente se impuso la idea que la muerte sí acaba el matrimonio y permite que el viudo o la viuda puedan volverse a casar bajo el “sacramento” del matrimonio.

El matrimonio civil se impuso. Todos los costarricenses desde entonces realizan su acto matrimonial bajo los preceptos del matrimonio civil, y solo los actos matrimoniales que se inscriben en el Registro Civil son válidos ante el Estado y la sociedad costarricense.

Los actos religiosos que tienen la figura del matrimonio, ante autoridades religiosas, curas o pastores autorizados, son válidos dentro de la Iglesia Católica, o las otras iglesias, pero solo son válidos públicamente si se inscriben en el Registro Civil. Los sacerdotes y funcionarios eclesiásticos autorizados, para realizar esos matrimonios, ante el Registro Civil son Auxiliares de la institución estatal, y tienen obligación de inscribir dichos actos matrimoniales para que públicamente sean reconocidos.

Por razones religiosas puede haber personas que moralmente solo se sientan casados si lo han hecho por la Iglesia o por las tradiciones religiosas que profesan.

A los que no son religiosos, ¿en qué los afecta que personas que son religiosas se casen por sus tradiciones, ritos y religiones? En nada. Son sus prácticas, sus creencias, sus derechos. Se les debe respetar.

Así, la sociedad costarricense desde 1888, especialmente desde ese año, tenía dos grupos de personas que se les autorizaba, y así se les reconocía el matrimonio, ante el Estado y la Sociedad costarricense, los que se casaban por la Iglesia y los que se casaban ante las autoridades estatales facultadas para realizar los matrimonios. Era también un asunto de reconocimiento de relaciones amorosas entre personas. Se respetan ambos grupos, independientemente si los católicos veían con malos ojos a los que se casaban civilmente. Los que se casaban por la vía civil nunca vieron con malos ojos a los que se casaban por la Iglesia. Era un asunto de definiciones personales, de respeto y de tolerancia.

En aquella época, antes de 1880 no se permitía el culto de otras religiones. De hecho estaban prohibidas en su práctica. La construcción del Ferrocarril al Atlántico, como se decía, al traer mano de obra extranjera, que profesaba otros cultos religiosos, obligó a que el Estado permitiera el ejercicio de esas otras religiones. Así se introdujeron las religiones cristianas no católicas, y algunas prácticas religiosas de los chinos y de los negros en la región de Limón y de la construcción del ferrocarril.

La Iglesia Católica por su parte arreció contra esas prácticas que se fueron introduciendo y expandiendo en el resto del país. Impuso, en sus feligreses, los carteles que se ponían en las ventanas de las casas “aquí somos católicos y no admitimos propaganda protestante”. Aun así, aprendieron, ambos grupos, católicos y cristianos no católicos, a sobrevivir, sobrellevarse, tolerarse y finalmente a “disputar las almas” en el campo de sus prácticas y cultos religiosos.

Los no católicos, pero creyentes, fueron obligados a casarse por el Estado, ante el Estado, ante autoridad civil, y antes o después, en sus cultos religiosos podían hacer una ceremonia religiosa de acuerdo a sus creencias cristianas no católicas.

Así la sociedad costarricense llegó a tener tres grupos de personas frente al matrimonio: los católicos que se casaban entre ellos, con sus ritos y que podían inscribir sus matrimonios en tanto el sacerdote era un Auxiliar del Registro Civil, los no católicos ni creyentes que podían casarse directamente ante la autoridad civil competente, y los cristianos de otras denominaciones, que debían casarse obligadamente en el plano civil para que se les reconociera su unión libre de amor, aunque después realizaran algún otro acto religioso sellando ese vínculo, pero sin que ese acto religioso fuera oficialmente reconocido por el Estado, como sí lo es el matrimonio católico.

La sociedad costarricense es una trama de relaciones sociales intensa e inmensa. Probablemente en todos los tiempos ha habido relaciones de parejas homosexuales, hombre hombre, mujer mujer, así como ha habido relaciones de infidelidad, violando sus cánones religiosos, entre las parejas y matrimonios de católicos y de cristianos no católicos, como entre los no creyentes. Por razones religiosas, que impactaron la vida civil y legal, los homosexuales fueron perseguidos, estigmatizados, anatemizados, obligados a realizar sus afectos y expresiones amorosas, y sus manifestaciones de amor, como lo hacían las otras parejas, independientemente de sus cultos religiosos, a escondidas, “en el closet”, como llegó a decirse. Pero eran situaciones reales, de todas las familias, fueran religiosas o no.

El desarrollo de los Derechos Humanos y de las Libertades Civiles, poco a poco, fue impulsando el reconocimiento de los derechos al matrimonio, reconocido por el Estado, no por las Iglesias, de estas personas. Las iglesias pueden no reconocer y hasta rechazar estos matrimonios, pero no pueden impedirlos si se trata de Igualdad de Derechos, de Igualdad de Libertades, de Igualdad de Realización Humana. Tampoco pueden actuar para obstaculizar que a las personas homosexuales se les reconozca el derecho al matrimonio ante el Estado como lo realizan los otros grupos de personas en la sociedad costarricense. Se trata de un Derecho de Igualdad Real.

Los grupos de parejas homosexuales no se oponen a la existencia de esas otras prácticas de reconocimiento de matrimonio. No es asunto de ellos, como no debe ser asunto de los creyentes, católicos o no, el que personas del mismo sexo quieran casarse, quieran mostrar públicamente sus relaciones de amor, de afecto, de compañía, de solidaridad entre ellos, y que se les reconozca como tales, y se les respete en el ejercicio de su vida íntima, de amor, de pareja, ante la sociedad. Esta es la esencia de esta discusión.

En las pasadas elecciones frente a la acción y consulta interpuesta por el Poder Ejecutivo ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos, se provocó una Resolución que obligó al Estado costarricense a reconocer el Derecho al matrimonio de las parejas homosexuales, en igualdad de condiciones y situaciones jurídicas, al que tienen las parejas no homosexuales. La Sala Constitucional de la República avaló dicha Resolución y postergó su entrada en vigencia hasta el próximo martes 26 de mayo.

Frente a esto, un grupo de diputados, 24, entre ellos de Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, se movieron con una maniobra legislativa para que la entrada en vigencia de esta disposición se alargara por 18 meses, y se pegara con el próximo proceso electoral. Probablemente pensaron que si eso se provocaba tendrían de nuevo un escenario, parecido al de los meses de enero a febrero y de febrero a abril del 2018, cuando el país se puso en tensión alrededor de esta temática para definir el resultado electoral, y desplazar en ese debate a los partidos Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana. Estos dos partidos, ante los partidos pentecostales o neopentecostales, nada tienen que hacer en esta lucha conservadora. No sacan tajada electoral. Pierden parte de sus electorados, como quedó demostrado en el 2018.

Por eso parece estúpido políticamente que haya habido diputados de estos partidos promoviendo esa nueva consulta ante la Sala Cuarta cuando bien podían ver que, en el escenario electoral del 2021-2022, estos partidos no iban a desplazar, en ese debate ni agitación política electoral, a los partidos cristianos no católicos, fundamentalistas y neopentecostalistas. Se estaban pegando tiros en los pies y en las piernas. Pero así es la ceguera y la estupidez política algunas veces.

Dichosamente el lunes fue rechazada, por una mayoría parlamentaria, sensata, inteligente, proclive a fortalecer los Derechos Humanos, a enriquecer la imagen pública, bien ganada que tiene nuestro país en el plano internacional, la acción que querían hacer de tipo guerrillero, terrorista, contra las Resoluciones judiciales ya en marcha, y de poner nuevamente al país en un debate ya superado, incluso electoralmente, con el resultado de las elecciones del 2018.

La temática de la Agenda electoral y Política del 2022 ya está apareciendo, ya está surgiendo, ya se ven los aires contra el gobierno del Partido Acción Ciudadana, desde todas las tiendas políticas, sobre todo cuando este Gobierno ha venido manejando la crisis de la Pandemia del Coronavirus con gran excelencia.

Démosle aire al debate político. Aceptemos con tolerancia, al menos, la nueva situación jurídica de los ciudadanos costarricenses en materia del llamado matrimonio igualitario. Los que defendemos este matrimonio no tenemos problema con ninguna otra forma en que quieran realizarse los matrimonios, desde las llamadas uniones libres, matrimonios católicos, matrimonios civiles o estos llamados matrimonios igualitarios, que a todos los efectos serán Matrimonios Civiles Entre Dos Personas del mismo Sexo. Esta es su verdadera denominación.

Los grupos pentecostales y neopentecostales si quieren una buena lucha, luchen porque a sus Iglesias se les dé igual trato que a la Iglesia Católica, en la celebración de sus ceremonias religiosas de matrimonio, y que a sus pastores, los de las principales Iglesias, reconocidas, no las iglesias con pastores de garaje, para la celebración de sus matrimonios se les dé el mismo trato de Auxiliares del Registro Civil. Si quieren luchas háganlo reclamando igualdad de condiciones, ante el Estado, con la Iglesia Católica. Ahí tienen su lucha social y política, y si la quieren hacer electoral, también. Que los igualen en el Artículo 75 constitucional o que se elimine ese Artículo. ¡Luchen por eso!

Matrimonio igualitario

Luis Paulino Vargas Solís

Los primeros proyectos de ley que intentaban conceder algún reconocimiento a las parejas del mismo sexo datan de 2006, 14 años atrás. Yo participé en su redacción. Hubo luego, a lo largo de los años, nuevas propuestas, otros proyectos más o menos similares. Sin excepción se trataba de reconocimientos de muy limitado alcance, centrados en cuestiones estrictamente patrimoniales, que, en algunos casos, intentando salvar las archiconocidas objeciones religiosas, recurrían a la legislación comercial ¡cómo si de un contrato mercantil se tratase!

Todo fue inútil: siempre se chocaba contra el blindaje invulnerable de un discurso religioso dogmático, que apelaba a una idea acerca del matrimonio como una institución inmutable: una especie de principio etéreo que flotaba en el aire a lo largo de las épocas, siempre la misma en cualquier sociedad, cultura o momento histórico. Todo lo cual es falaz, y basta remitirse al mismísimo Antiguo Testamento de la Biblia para constatarlo.

Pero, y en cualquier caso, nadie pretendió nunca –ni hasta el día de hoy– tocar el matrimonio en su concepción religiosa. Siempre se le ha respetado absolutamente. De lo que se trata es de actuar en el ámbito civil, para el reconocimiento de algunos derechos muy básicos a una parte de la población costarricense.

Nunca se logró nada: cero voluntad legislativa por propiciar ni el más mínimo avance. Así, hasta la opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, comunicada el 9 de enero de 2018. Ante la tozudez dogmática y la inflexibilidad religiosa dominante en ámbitos legislativos, tuvimos que soportar la vergüenza de que desde afuera “se nos jalara el aire”.

Tomemos como punto de referencia la resolución de la Corte IDH: 8 meses hasta la resolución de la Sala Constitucional; casi 11 meses hasta la publicación de esta; casi 29 meses para que entre en vigencia lo dicho por la Corte IDH.

Y no olvidemos que es una historia que empezó a escribirse hace 14 años.

¡¡¡Y ahora resulta que a los diputados y diputadas no les ha alcanzado el tiempo para decidir lo que correspondía!!!!!

Qué clase de charlatanes e irresponsables.

 

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Pronunciamiento de hermanos y familiares de Marco A. Castillo Rojas – firme en apoyo

(Si el sistema le pide donación, no la dé; no la estamos pidiendo.)

http://chng.it/Q8ym6v4V

Somos los hermanos, hijo, sobrinos, nietos y familiares de Marco A. Castillo Rojas, luchador ejemplar en defensa de justicia, a quien admiramos y amamos con gran orgullo y defendemos, seguimos y respaldamos fielmente en sus luchas.

Marco es el mayor de ocho hermanos. Desde muy joven debió trabajar para apoyar a la familia, sacrificando su propio estudio. Se convirtió en el respaldo de nuestros padres en un hogar caracterizado por valores como la honradez, la solidaridad, la bondad y el gusto por la lectura y las inquietudes intelectuales.

Al crecer los hermanos, Marco pudo terminar sus estudios, luego de laborar en el Ministerio de Trabajo y de una carrera como dirigente laboral y sindical, en favor de los derechos de trabajadores, mujeres, campesinos sin tierra y los discriminados por orientación sexual y más. Siempre ayudó sin interés económico a grupos campesinos y personas que han visto amenazados sus derechos.

La justicia y la solidaridad han sido valores fundamentales que han guiado sus luchas, más allá de su interés particular, aun cuando este ha estado presente en el caso de los derechos de los grupos LGTBIQ+, al cual reconocemos su pertenencia y su derecho a la felicidad con su propia sexualidad.

Hemos sido testigos de las dificultades que Marco ha debido afrontar y conocemos de su sufrimiento desde la edad escolar, cuando se le ha discriminado, ofendido y aislado, mancillando sus derechos y su dignidad personal. Recientemente, cuando sus luchas se han evidenciado aún más por la repercusión que han tenido en la sociedad, hemos sido testigos de persecución, ofensas y ataques que también nos alcanzan a nosotros y vivimos con terror las amenazas contra su vida hechas por personas fundamentalistas o enceguecidas por prejuicios.

Hoy contemplamos con enojo y asombro el hecho de que el Juez Francis Porras León emita una sentencia abusiva contra Marco por haber actuado en forma coherente con sus obligaciones profesionales y con sus convicciones. Se sustenta el Juez en una racionalización de sus propios prejuicios. Descalifica para ello pronunciamientos de la propia Sala Constitucional de la Corte Suprema de Justicia y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, para basar una sentencia en su propia y particular visión, matizada en un todo por posiciones conservadoras que ignoran la diversidad que conforma a la humanidad.

Deploramos y condenamos lo actuado por el juez Porras León y reiteramos el cariño, amor y orgullo por todo lo que representa Marco en la familia, en nuestras vidas y en la sociedad costarricense. Las luchas de nuestro hermano, tío, abuelo, primo, quedarán para la historia y sus logros son un ejemplo para nuestros hijos y nietos y llenarán de orgullo no solo a nosotros sino a una sociedad que se perfila, en gran medida gracias a él, como una de las más hermosas, modernas y avanzadas.

MARCO, TENÉS TODO NUESTRO AMOR Y APOYO Y TE ADMIRAMOS CON GRAN ORGULLO. Como nos decís siempre, ¡Adelante, siempre adelante!

Diego Antonio Castillo Quesada

Ivannia Ramírez Beita

Marco Antonio Castillo Ramírez

Fiorella Castillo Ramírez

Jorge Castillo Rojas

Luis Fernando Castillo Rojas

María Elvira Sáenz González

Silvia María Castillo Sáenz

Roberto Castillo Rojas

Raquel de los Ángeles Picado

Santiago Castillo Picado

Lía Monserrath Castillo Picado

Carlos Roberto Castillo Mora

Dania Castillo Rojas

Juan Esteban Esquivel Castillo

Carolina Corrales López

Óscar Castillo Rojas

Flor Quesada Kikut

Mónica Castillo Quesada

María Paz Elizondo Castillo

Sebastián Elizondo Castillo

Federico Castillo Quesada

Adriana Montejo Ulloa

Andrés Castillo Quesada

Eduardo Alfonso Castillo Rojas

María del Milagro González Mora

Lourdes Castillo González

Estefanía Castillo González

José Antonio Castillo González

Lía Isabel Castillo Rojas

Rodolfo Eduardo Arias Castillo

Melania Vanessa Monge Coto

Ana Sofía Arias Castillo

José Pablo Hernández Pacheco

Gabriel Hernández Arias

José Daniel Arias Castillo

Rodolfo Eduardo Arias Solano

María del Rocío Brenes Silesky

Rita Victoria Rojas Dondi

Christina Rojas Dondi

Teresa Romero Rojas

Gina Marín Rojas

Rodrigo Rojas Dondi

Flora Barrientos Fallas

Flora Isabel Rojas Barrientos

María del Pilar Rojas Barrientos

Geovanna Rojas Barrientos

Mariam Antonia Rojas Astorga

Ana Patricia Rojas Brenes

Edgar Rojas Carro

Carmen Eugenia Monge Rojas

Alberto Román Castillo

Para firmar: http://chng.it/Q8ym6v4V

Compartido con SURCOS por Carmen Chacón.

Cacería de brujas contra los matrimonios de parejas del mismo sexo

Luis Paulino Vargas Solís

En el currículum del juez Francis Porras León, los galardones más vistosos tienen que ver con su activismo como ferviente militante de ideologías religiosas muy conservadoras. Primero, sus dos recursos –ambos fallidos– ante la Sala Constitucional: uno contra la norma técnica del aborto terapéutico; otro contra la píldora del día después. A lo cual suma su beligerancia homofóbica en Facebook, y los rendidos elogios que ha recibido por parte de diputados que comparten esa misma ideología religiosa.

El día ayer, un nuevo galardón se suma a tan pintoresco currículum, y, en este caso, un galardón tan refulgente que opaca todos los demás: su sentencia contra el abogado Marco Castillo que, por desproporcionada y abusiva, desnuda una saña impropia de ningún juez que tenga un mínimo respeto por su investidura.

Pero, además, lanza una cacería de brujas contra los notarios que hayan casado parejas del mismo sexo, y contra las propias parejas, aparte que incurre en actitudes, que, de tan ridículas, serían risibles sino fuera porque son sumamente irresponsables: como regañar al Registro Civil, y exigirle que le pase la lista de los notarios involucrados, como si esa no fuera una información pública.

Mi pareja Jonathan y yo somos una de las 33 parejas del mismo sexo que, con nuestro notario, presentamos nuestros papeles ante el Registro Civil. Nos casamos el 9 de junio de 2018, y, muy ilusionados, hoy estamos a la espera del 27 de mayo de 2020, para que, de acuerdo con las resoluciones de la Corte IDH y de la Sala Constitucional, nuestro matrimonio sea plenamente válido ante la ley.

Nos sabemos parte de esta absurda cacería de brujas, y la asumimos como un escollo más en una lucha que ha durado tanto como han durado nuestras vidas. Como pareja, con 18 años de convivencia bajo el mismo techo, Jonathan y yo hemos dado mil peleas, y jamás nos dejamos intimidar, mucho menos vencer.

Nuestro mensaje para el activista juez Porras León: somos mucho más fuertes que su homofobia y sus prejuicios.

 

Tomado de la página de Facebook del autor.

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Acerca del proyecto del evangelismo sobre uniones civiles de parejas del mismo sexo: Costa Rica como vagón de cola de los derechos humanos

Luis Paulino Vargas Solís

Ideas difuntas

Al evangelismo político, y sus aliados conservadores, el matrimonio igualitario se les atraganta. Es una obsesión enfermiza que, por la gravedad de los síntomas, resulta realmente preocupante.

Ahora salen con algo que hace muy poco rechazaban visceralmente: un proyecto sobre uniones civiles entre personas del mismo sexo. Lo que entonces repudiaban como engendro diabólico, hoy –en cobarde gesto de capitulación y derrota– lo ponen sobre la mesa.

Y lo hacen apoyándose en una argumentación tan endeble, que provocaría carcajadas y vergüenza ajena, si no fuera porque fácil se olfatea el tufo de la mala intención que lo anima.

Reconocen que en materia de derechos humanos hay un movimiento progresivo que implica ampliar y consolidar los derechos más antiguos, y avanzar hacia el reconocimiento de nuevos derechos. Admiten, incluso, que eso vale también para el matrimonio igualitario. Pero enseguida optan por lanzar a Costa Rica a la retaguardia de esa progresividad, a etapas previas y superadas, admitiendo de hecho que ése es, justamente, su objetivo: que abdiquemos de cualquier liderazgo, y seamos tan solo un gris y vergonzante vagón de cola.

Citan a la Sala Constitucional y la Corte IDH, pero arbitrariamente desconocen sus pronunciamientos más recientes, para aferrarse y sacar de la tumba los que emitieron 10 o 15 años atrás. Esos dos altos tribunales han avanzado en la ruta de la progresividad de los derechos, pero los proponentes del proyecto prefieren no enterarse. Con gusto necrófilo, prefieren aferrarse a ideas difuntas.

Es un intento –agonizante y patético– por desconocer e irrespetar, lo que esos dos tribunales dejaron claramente estatuido. Y, sin embargo, y contradictoriamente, una y otra vez buscan refugiarse en dictámenes del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el cual no tiene jurisdicción para Costa Rica.

O sea: ¿desconocer al tribunal bajo cuya jurisdicción nos hemos colocado para acoger lo que diga un tribunal que carece de esa legitimidad?

Eso es, sin más, violencia contra el Estado de derecho.

Pero nada tan violento como la afirmación según la cual no corresponde reconocerle plenos derechos a las parejas del mismo sexo, porque, en términos relativos, son muy poquitas.

Aunque fuera una sola pareja en toda Costa Rica. Incontrovertible: dos seres humanos son dos seres humanos, y tienen derecho a tener todos los derechos.

 

Enviado por Luis Paulino Vargas Solís.

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Cambiaremos Costa Rica a punta de amor

Ayer, 29 de agosto, cientos de personas, representantes de organizaciones de sociedad civil, empresas e instituciones, nos reunimos en el Cine Magaly en San José. Entre abrazos emocionados, ojos húmedos y sonrisas, dimos el banderazo de salida a la campaña “Sí Acepto”.

Madres y padres, hijos e hijas, abuelas sonrientes y abuelos orgullosos nos acompañamos. Grupos de amigos y familiares nos juntamos con lágrimas en los ojos y alegría, mientras celebramos el arranque de esta iniciativa que cambiará a Costa Rica a punta de amor.

La campaña comparte testimonios de familias, amistades y colegas de personas sexualmente diversas que bajo la bandera del respeto, el amor y la inclusión, apoyan el establecimiento de nuevas familias a través del matrimonio civil, que será legal para todas las parejas del mismo sexo a partir de mayo del 2020.

Todas las historias que la campaña recoge y quienes las protagonizan son personas reales que como cualquiera, tuvieron que transitar el camino hacia la aceptación. Son esas las experiencias que comparten para inspirar a todas las familias del país a abrazar este cambio con armonía. Esas, las historias que conmueven y cambian corazones.

Durante el lanzamiento celebramos los aportes de las organizaciones con varias décadas de trabajo esforzado y constante, el apoyo de familias y empresas que han impulsado los valores que guían esta iniciativa: el amor y el respeto; recordamos a quienes hoy nos faltan y en vez de un minuto de silencio, les ofrecimos nuestro aplauso colectivo y entusiasta.

En nombre de las casi treinta organizaciones sobre las que descansa el proyecto, agradecimos a las personas que protagonizan los audiovisuales estrella de la campaña. Ha sido su amor profundo, el que les permite dar la cara y alzar su voz para decir #SíAceptoCR el matrimonio civil para todas las personas, sin excepción. Gracias especiales a Adolfo, Vitinia y Ana María. Más adelante vendrán otras historias a compartir sus personales caminos.

A partir de ahora, anuncios en televisión y radio, espacios en redes sociales, actividades en comunidades y nuestro sitio web siaceptocr.com transmitirán este mensaje de amor, aceptación y respeto; sin embargo, contamos con la confianza de que el mensaje más importante lo llevará cada madre o padre, cada hermano y hermana, los primos, compañeros de trabajo y estudio, las tías y los abuelos, cada amigo y cada colega que abrace a los suyos y alce su voz para decir “Sí, Acepto” que Costa Rica ha cambiado y para bien.

Queremos difundir por todo el territorio nacional historias de amor, de familias que se abrazan, de amigos que hacen familia.

Súmese usted también a esta iniciativa, cuéntenos su historia, hágase un video, escríbanos y permita que su experiencia sirva para cambiar cada vez más corazones.

 

Tomado de la página de Facebook de la campaña.

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Matrimonio igualitario y Sala Constitucional: La montaña parió un ratón

La montaña parió un ratón

 

Luis Paulino Vargas Solís

Director Centro de Investigación en Cultura y Desarrollo (CICDE-UNED)

Presidente Movimiento Diversidad Abelardo Araya

 

Los recursos presentados ante la Sala Constitucional que cuestionaban normas legales que definen el matrimonio como una institución jurídica exclusivamente al alcance de parejas de distinto sexo, llevaban varios años en espera. Mucho tiempo engavetados, claro indicio de lo espinosos que le resultaban a la Sala. La opinión consultiva de la Corte Interamericana de Derechos Humanos les obligó a enfrentar lo inevitable, aunque no sin concederse nuevas dilaciones (transcurrieron largos siete meses desde que se recibió esa opinión consultiva). Bajo el argumento –todo un jubiloso aplauso a la arbitrariedad– de que las resoluciones de la Sala son obligantes para todo el mundo en Costa Rica, excepto para ella misma, hubo quienes promovieron –y lo siguen haciendo– que la Sala desconociera su propia palabra, de modo que cuando antes dijo (en 1995) que esas opiniones consultivas eran vinculantes, ahora podría cambiar de opinión y desactivar, precisamente en este caso (¡tamaña coincidencia!), ese carácter obligante. Y, bueno, supongo que podría haberlo hecho, solo que, diferente a situaciones precedentes, el cambio habría sido tan violento –un salto olímpico de extremo a extremo en el rango de las opiniones de la Sala– que el ridículo internacional habría estado asegurado. Parece que todavía queda en esa Sala una leve noción de lo que significa el pudor, algo de lo que gente como el expresidente Miguel A. Rodríguez no tiene ni la mínima noción.

Pero siendo que la Sala se concedió recreos, vacaciones y todas las holguras concebibles antes de entrar a resolver la cuestión, cuando lo hizo se vio enfrascada en un debate de dimensiones épicas. Con mucho, la deliberación más tormentosa en toda su historia. Jamás olvidaré ese 8 de agosto de 2018: el tráfago abrumador y tumultuoso de los rumores en los chats y los nervios a punto de estallar. Y, a ratos, las lágrimas de emoción.

Casi a medianoche dieron a conocer su fallo. Seis de siete votos reconocieron la inconstitucionalidad de las normas. Y eso merece un brindis. Pero, en sentido no puramente simbólico, después de tanto retumbo y tremor, la montaña parió un ratón. En fin, que el diablo está en los detalles, siendo particularmente llamativo que solo dos –una magistrada y un magistrado– estuvieron de acuerdo en la inmediata derogatoria de las normas inconstitucionales. Dos más querían mantenerlas viva por 18 meses y dos optaban por una salida que, para todo efecto práctico, implicaba un completo desatino: dar vigencia indefinida a las normas, hasta tanto la Asamblea Legislativa modificase las leyes y las adecuara a la Constitución. Habría que ser un turista recién llegado de Plutón para no entender que ello implicaría muchos, muchos años. Parafraseando a Keynes: un largo plazo para caer muertos. Y durante todo ese tiempo, la inconstitucionalidad seguiría viva y actuante. Imposible imaginar nada más violento. Al cabo, prevaleció la tesis de los 18 meses, quizá un mal menor, una salida salomónica, que, sin embargo, no salva a la Sala del ridículo: posponer derechos humanos es lo más desnaturalizado que una instancia judicial de esta jerarquía podría decidir.

Ah, y por favor, no olvidemos que estamos hablando de derechos humanos. Y pretender negar que lo sean, como alguna gente, con obstinada irracionalidad, insiste en hacerlo, implica afirmar que la familia no es un derecho humano. Y de los más básicos e importantes. Porque matrimonio es más que un conjunto de normas que protegen y tutelan la unión consentida de dos personas. Es que ello funda una familia, es decir, un núcleo afectivo, de acompañamiento y solidaridad. Para lo cual no es indispensable que haya hijos o hijas. Podrían haberlos o podría no. Igual la familia existe. Y, por favor, no se cometa el dislate de creer que una pareja del mismo sexo no pueda tener hijos. Con más frecuencia de lo que se cree, tienen hijas e hijos. Ser una persona homosexual no significa ser estéril y aún queda la posibilidad de adoptar, que bien puede ser una salida que proporcione una familia amorosa a niñas o niños que de otra manera no la tendrían.

También es importante tener claro que esto atañe a un ámbito esencial de la libertad personal: decidir casarse o no casarse con la persona elegida, y, en caso necesario, eventualmente decidir divorciarse, es un derecho que a nadie, absolutamente a nadie, debería negársele.

Si duda, entre manos tenemos un asunto de derechos humanos muy básicos y prioritarios ¿Cómo entender entonces que la Sala demorase tanto, y que, a la hora de tomar la decisión, le resultase tan penoso hacerlo? Esto da un mensaje que solo puedo leer de esta forma: el peso de los prejuicios religiosos en el proceso de deliberación y decisión de la Sala sigue siendo sustancial, al punto que, antes que desafiar tales prejuicios, se considera admisible que persistan situaciones que maltratan la dignidad humana de muchas personas.

Inevitablemente ese plazo de 18 meses tiene precisamente esa fea connotación. La Sala incurrió así en un gazapo realmente grosero, porque los derechos humanos son de exigibilidad inmediata. Es imperdonable que tan ilustre tribunal no lo entendiese.

Ahora que, conocida la resolución de la Sala, de inmediato viene la contraofensiva del fundamentalismo religioso, en sus diversas expresiones, desde las tóxicas y violentas (liderado por Restauración) a sus diversas versiones “light”. Entre éstas últimas, el PUSC y su impresentable proyecto de uniones civiles, un bodrio indigesto que pretende saltarse con garrocha, tanto la opinión consultiva de la Corte IDH, como la propia resolución de inconstitucionalidad de la Sala IV. Causa perplejidad que el “joven” presidente Alvarado quiera asociar su nombre a ese esperpento, aunque la verdad es que la política costarricense está poblada de gente cuyas anémicas convicciones democráticas, ceden con extrema facilidad ante la influencia del conservadurismo religioso.

En general, las huestes fundamentalistas andan muy desorientadas, con síntomas alarmantes de demencia y decrepitud. Los disparates con que el Lic. Beirute ha prodigado su ignorancia son solo un ejemplo, entre tantos otros. Mucho más grave es una diputada que, en el extremo de la crispación, suelta amenazas contra magistrados y magistrados, u otro congresista que, siendo médico, promueve el desconocimiento de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Muy mal ha de andar la democracia, cuando de tal forma encumbra a sus enemigos más encarnizados.

Su derrota en el terreno jurídico y en el de la racionalidad y la ciencia, es inevitable. Pero el fundamentalismo vociferante sigue siendo peligroso porque alienta el odio y la violencia, no solo contra la población sexualmente diversas LGBTIQ, pero también contra la propia institucionalidad democrática. También su influjo oscurantista es poderoso. La Sala Constitucional y, con tintes aún más subidos, la Asamblea Legislativa, dan testimonio de ello: dictar sentencias judiciales o legislar según unos particulares principios religiosos, refleja ignorancia y prejuicio, pero, sobre todo, saca a flote una gravísima confusión respecto de los principios democráticos y republicanos más elementales. Una cosa es el pleno respeto al derecho que cada persona tiene de practicar la religión que elija, y otra bien distinta es regular la convivencia social con base en principios derivados de una religión particular, que por ello mismo, y de forma inevitable, resultan excluyentes para todas y todos quienes no los compartan.

Todo esto ensombrece la calidad de la democracia en Costa Rica. No es tan solo que necesitemos avanzar hacia la laicidad del Estado. Ello de poco serviría si las élites políticas siguen sumidas en este mar de confusiones, y si los poderes del Estado siguen regentados desde ese coctel indigerible que contamina los principios democráticos con dogmas religiosos.

 

Enviado por el autor.

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Movimiento Diversidad Abelardo Araya se manifiesta ante resolución de Sala Constitucional

Ante la resolución de la Sala Constitucional en relación con la vigencia del matrimonio igualitario en Costa Rica

El Movimiento Diversidad Abelardo Araya manifiesta a la ciudadanía costarricense

 

1) Lamentamos profundamente que la Sala Constitucional haya desaprovechado una oportunidad excepcional para hacer historia y enriquecer de forma sustantiva la democracia costarricense y el legado de respeto a los derechos humanos del que como país nos enorgullecemos. La Sala pudo haber validado la aplicación inmediata del matrimonio igualitario, lo cual, en su aspecto humano más sustantivo, habría sido un admirable gesto de respeto y consideración hacia el colectivo LGBTI de Costa Rica y, en especial, a las familias construidas por parejas del mismo sexo. Ello habría significado que hoy Costa Rica hubiese sido un país algo más inclusivo y democrático. La Sala no supo ver la importancia histórica que esto tiene, y con ello empequeñece su nombre y empaña su legado, como también renuncia a colocar a Costa Rica a la vanguardia de los derechos humanos en América Latina.

2) Sobre todo, queremos destacar la dimensión humana de todo esto. Se trata de personas de carne y hueso, de sus proyectos de vida, de su derecho al amor y la familia. Se trata, también, de ciudadanos y ciudadanas costarricenses, que han vivido muchísima violencia en sus vidas, y que confiaban recibir de la Sala Constitucional ese mínimo y elemental gesto de respeto que habría significado el reconocimiento inmediato del matrimonio igualitario. En vez de eso, el mensaje de la Sala, en muchos sentidos insultante, se resumen en decir: “valoramos en tan poco sus derechos y su dignidad que consideramos que pueden esperar”.

3) La magnitud del error cometido se magnifica en virtud de los términos de la resolución tomada, dado su carácter confuso y contradictorio. Es por completo incomprensible que una norma que la propia Sala dictamina como inconstitucional, conserve validez todavía por 18 meses. Pero, sobre todo, debe advertirse que, al reconocer la inconstitucionalidad de tal norma, se reconoce la violencia sobre los derechos humanos que esta implica ¿Cómo entender que la Sala opte por mantener viva esa afrenta a los derechos humanos? Es muy desconcertante.

3) Al mantener la vigencia de tal normativa violatoria de los derechos humanos, y al remitir el asunto a la Asamblea Legislativa, la Sala Constitucional parece haber olvidado que doce años atrás había ordenado a la misma Asamblea, proceder a legislar en esta materia. Ese mandato jamás fue acatado ¿Cómo entender que la Sala reincida en un procedimiento evidentemente fallido y viciado?

4) Rechazamos en términos enérgicos la justificación expresada por la Sala, según la cual la posposición de 18 meses responde a la necesidad de evitar inestabilidad y violencia social. Este argumento es claramente estigmatizante, y ofende la dignidad de las personas LGBTI de Costa Rica.

5) Todo lo anterior genera un alto grado de confusión y, por lo tanto, una situación de inseguridad jurídica. Dada la composición de la actual Asamblea Legislativa, lo mejor que podría ocurrir es justamente que no ocurra nada, pero la irracionalidad de la intolerancia que prevalece en sectores importantes de ese órgano, podría traernos desagradables sorpresas. Tampoco es descartable que, cumplido el plazo fatal de 18 meses, haya quienes quieran interponer nuevos obstáculos y bloquear la entrada en vigencia del matrimonio igualitario.

6) En todo caso, y a tono con lo expresado por importantes juristas nacionales, desde ya exigimos el reconocimiento pleno de todos sus derechos a las parejas del mismo sexo, incluso la inscripción oficial del matrimonio de quienes se hayan casado. Y, por supuesto, estaremos vigilantes para denunciar y enfrentar cualquier maniobra dilatoria o de obstaculización.

7) Seguiremos empeñados, sin descanso, en la lucha por la plena igualdad en Costa Rica. Defendemos los derechos humanos en sentido integral, no solo los de la población LGBTI sino también, y sin distingo alguno, los de cualquier población que de una u otra manera sufra violencia sobre su dignidad y sus derechos. Creemos que toda persona tiene derecho a la felicidad, y que la paz solo es perdurable cuando nace de la justicia. Nuestra lucha por una Costa Rica mejor, por un mundo más justo, seguirá adelante en colaboración y diálogo con las otras organizaciones LGBTI de Costa Rica y con todos los sectores, movimientos y organizaciones comprometidas con la democracia, los principios republicanos de igualdad ante la ley, la justicia y la inclusión.

 

Dr. Luis Paulino Vargas Solís

Presidente Junta Directiva

Movimiento Diversidad Abelardo Araya

 

Pronunciamiento Movimiento Diversidad Abelardo Araya_Resolución Sala Constitucional matrimonio igualitario

 

Enviado por Luis Paulino Vargas Solís.

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