Entre el indicador de rumbo y giroscopio de direccionamiento (I)
¡Es en las turbulencias donde se retrata el gran Capitán…!
Caryl Alonso Jiménez
En los años setenta se extendió entre la juventud universitaria de la época el sentido espiritual, veníamos de los años sesenta donde el amor era la consigna. En aquellos años, “Imagine” (1971) de John Lennon (1940-1980) confrontaba otras aspiraciones.
Fue en ese momento que una de las novelas más emblemáticas de aquellos años, “Juan Salvador Gaviota” (1970), de Richard Bach (1936), incitaba elevar el sentido de la vida.
Su lectura resumía una curiosa emoción que recuperaba el sentido espiritual. Era esa aventura de levantar el vuelo más allá de la biología física, que daba ese sentido superior que podría llevarnos a las alturas de la emancipación juvenil… algunos fuimos criticados en su momento porque nos separaba de la realidad que se vivía…
Cuarenta años después en una reflexión con amigos y colegas en un reciente encuentro internacional, aproximamos aquella lectura con ojos ahora menos emotivos, y más cercanos a la brutal realidad… Se trataba justamente del contraste espiritual en una realidad que obliga al valor de las decisiones que se deben asumir en momentos de crisis.
Un amigo piloto aviador, en una grata charla, de esas que tienen vasos comunicantes con teorías de la comunicación, y particularmente de Habermas, donde la palabra termina siendo un mensaje cargado de ruidos semánticos, me dijo, los vuelos son como las crisis, tienes que tomar el control y mantener el rumbo.
Con paciencia magistral me explicó que para tomar el control y mantener direccion, se requiere, además de los seis instrumentos básicos, la capacidad y comportamiento de la inteligencia emocional para mantener el control…
No me cabe duda, se trata de la ciencia del comportamiento para mantener control y seguir rumbo… sobre todo, tener la suficiente capacidad permanente para mantener la atención en llamado giroscopio de direccionamiento para mantener el rumbo…
Hacerlo y lograrlo es cuestión de decisiones y es en las turbulencias donde las decisiones no son por instinto, sino por un cálculo matemático y donde el sentido común queda sometido a razones objetivas y condiciones del entorno para el control de crisis…
Seguramente quien mejor retrata al decisor en tiempos de crisis es Winston Churchill (1874-1965), es reconocido como el más grande líder inglés de todos los tiempos. Y no cabe duda de que lo es… biógrafos de la talla de Sir Martin Gilbert (1936-2015), lo describen con destacada valentía y su capacidad de movilizar a los británicos durante la segunda guerra mundial.
Su papel en la conducción estratégica en las negociaciones finales de la Segunda Guerra Mundial, con los jefes de Estado marcó la impronta del Estadista de todos los tiempos. Pero, particularmente, para conducir los planes de acción frente al bombardeo nocturno a Londres y las fuerzas de intervención inglesa y su capacidad para persuadir a los líderes partidarios de Inglaterra. Churchill encarnaba el líder, estadista y gran conductor de procesos, capaz de enfrentar grandes crisis políticas.
Por ello, las crisis deben entenderse como las dinámicas cotidianas que van generando minuto a minuto circunstancias cambiantes, que requieren análisis de escalpelo, que sean capaces de alcanzar todas las profundidades, causas y consecuencias; efectos mediáticos y a mediano plazo, con los grados de complejidad racional necesarios.
No cabe duda, los estudios estratégicos no resisten el sentido simplista y obvio que repite lo que todos saben o lo que la prensa retrata. Las verdades de Perogrullo (la obviedad, ahora es parte de las olas del embuste y posverdad que no tienen evidencia ni argumento), que terminan siendo desplantes teatrales y humor de cafetín.
El embustero es el artista de la obviedad… tiene la habilidad del recorte de prensa y la virtud de mover el escenario para crear olas que confirman su teatro… Sin embargo, comprender las condiciones, contexto, consecuencias, y trayectorias que calculan colisiones o rutas seguras… eso no es obviedad, eso es talento puro y duro… que queda a tiro de aquellos que no tiene ideas y ni visión de futuro. ¡Vaya tarea! crear pensamiento y proponer ideas… de paso, cuidarse del que lanza miedo e induce a la falla…
Por eso se dice que el mal carácter, el desplante teatral, la burla para descalificar oponentes y repetir lo obvio, son instrumentos intencionados para distraer… y eso hace fracasar proyectos y cualquier intento de ver horizontes capaces de asegurar rumbo.
No olvidar0, el experto táctico hace y tramita, opera en campo con las herramientas de contacto y proximidad. Pero el estratega, es el que entiende cuándo no pasa nada… y guste o no, es el que sabe cómo hacer que pasen cosas… esa es la clave seguir rumbo.
Anticipar riesgos y crear condiciones de confianza son objetivo, pero el propósito es otro… La clave radica en mantener el indicador de rumbo y giroscopio de direccionamiento alineado… Entonces, ¿Poner velocidad a la ruta futura…? ¿O, no?