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Etiqueta: Vladimir de la Cruz

Mis influencias religiosas y el portal de mi abuelita Carmen

Vladimir de la Cruz

Mi directa familia materna, mi madre Zayda, mi abuelita Ofelia, Ita, mis tías, que yo recuerde nunca hicieron para Navidad un portal. Posiblemente esto se debía al peso importante que tenía mi abuelita. Nacida en 1900 y educada en una tradición liberal por influencia de su padre, Rafael, que fue masón, de finales del siglo XIX, cuando la Iglesia Católica enfrentaba duramente a la masonería y a los masones.

Me parece que de los hijos e hijas del abuelito Rafael ella era la más afín en esas inquietudes. Su vida la llevó a la Teosofía y al Rosacrucismo. Algo de esto tenía también mi tía abuela Angela. De niño me mandó a hacer un estudio, que conservo, con un astrólogo extranjero, que visitaba el país, a quien solo se le daban los datos de mi nacimiento.

Por la Teosofía, Ita, tuvo una marcada creencia en Dios, en su aspecto místico; en la búsqueda del conocimiento del universo, en la conexión con un ser superior. Helena Petrovna Blavatsky era una de sus fuentes literarias y de lectura obligatoria. Junto a sus libros estaban los de Camille Flammarion, uno de ellos en una publicación preciosa, sobre el Universo, en una de sus ediciones populares, pero de lujo. Flammarion, astrónomo, también vinculado a estas corrientes filosóficas.

De adolescente, Ita me ponía a leerle, generalmente después de almuerzo, los libros de la Blavatsky. Quizá quería influirme por esa lectura en esa corriente filosófica, que de joven no era la mía. Yo me orientaba en esos días en el estudio de la filosofía materialista. Pero, me encantaba leerle lo que ella quisiera. La acompañé en ocasiones a sus prácticas rosacruces en el Barrio La Cruz, una vez encapuchada como si fuera un miembro del Ku Kux Klan.

Madame Blavatsky era cultivada por mi abuelita. Hacía caso omiso a quienes la criticaban. Por la Blavatsky buscaba la revelación del Cosmos, del Universo y lo divino que del Universo somos. En cierta forma, la transmigración de las almas, el viaje del Espíritu en sus diversas formas de vida, mientras dura su vida hasta su retiro sin cambio alguno.

Por Flammarion leía y estudiaba el Universo, la Astronomía, uno de sus libros, y la Historia del Cielo, otro de sus libros. Flammarion también se vinculó a las corrientes espiritistas de la época, especialmente a la que dirigía Allan Kardec.

Ita, así como creía en Dios, creía en Cristo. Con pasión. Creía en una vida trascendente. Ante su muerte dispuso en su testamento que nadie debía llorar. En su vela debía haber música alegre, porque ella creía en una vida superior, y que la sala de velación fuera cerrada de 6 p.m a 6 a.m. Esto se le cumplió. Otra, fue no llevarla en carruaje con caballos, que todavía se podían usar.

El testamento de mi abuelita Ofelia fue provocado por mi tío Renán, que un día, en un almuerzo se le ocurrió preguntarle en cuál Iglesia le gustaría que le hicieran sus oficios religiosos, cuando muriera. Se enojó. Dijo que ellos, sus hijos y familia sabían que no quería ese tipo de oficios. Mi tío insistió: “¿qué van a pensar las personas? Ella respondió, que no le importaba lo que la gente pensara, que ella creía en Dios y en Cristo, y en una vida superior; que eso era lo suficiente.

Unos días después tomó la decisión de hacer su Testamento, disponiendo sobre su entierro, porque no tenía bienes que repartir. Acudió a Jaime Cerdas Mora, abogado, que ella conocía, a principios de los 70s, con quien yo hacía prácticas jurídicas, cuando estudiaba Derecho en la Universidad.

Preocupada de su entierro dispuso que su nieto Vladimir de la Cruz de Lemos, fuera el administrador del mismo cuando ese momento llegara. Mi tío Renán se enojó conmigo varias semanas. Lo que único que le dije fue que si él no hubiera dicho nada, en aquel almuerzo, él hubiera dispuesto como hubiera querido de las honras fúnebres de mi abuela, su madre. Testigo del Testamento, Anabelle Picado, entonces mi novia, luego mi esposa.

Ita fue discípula del gran pintor Tomás Povedano, también teósofo. Eso la hizo pintar sin haberse podido desarrollar por la estrechez económica de la familia. Una de sus Obras, era un Cristo, bajando de una barca, rodeado de apóstoles y personas. Un cuadro realmente bonito. Mi hija Yalena, que no tuvo de niña una influencia religiosa marcada, un día, cuando tenía alrededor de los seis años, frente a ese cuadro, mi abuelita le preguntó: “¿Sabes quién es?”, a lo que respondió de inmediato: “Sí, Cristóbal Colón”.

Nunca indagué ni quise preguntarle a mi abuelita su aversión a los curas o sacerdotes, y a la Iglesia como Institución. Podía imaginármela.

En la tradición de la familia materna De Lemos, vi a mi tío abuelo Carlos de Lemos, Chale, realizar actos solidarios especiales. Ellos, él y el bisabuelo Adolfo, vivían en la avenida San Martín a 100 metros al este de la Iglesia de “Las animas”. Por allí, al frente de la casa, pasan todos los entierros dirigidos al Cementero General y al Cementerio Obrero, pasando hacia la Capilla. Mi tío Chale, se paraba en la puerta a ver los desfiles. Cuando iba un entierro de pobre, con pocos dolientes detrás del carro fúnebre o del féretro que era llevado en hombros, Chale se sumaba como parte del cortejo, de la procesión que acompañaba el difunto. Una vez le pregunté por qué hacía eso. Me respondió que le daba lástima ver un entierro con pocas personas. Era un acto de solidaridad religiosa extraño pero hermoso.

En el otro lado de mi familia, la paterna, la De la Cruz, la tradición religiosa, católica, apostólica, romana era muy fuerte. Muy sólida. Rigurosa. De agradecer los alimentos que se comían con una entrada religiosa. De misas y confesiones. Un querido primo se hizo Hermano de La Salle.

De esa parte de mi familia fue mi bautizo en la Iglesia del Carmen. Allí quedé inscrito para toda la vida en el catolicismo y en el cristianismo. El bautizo es como un sello indeleble en la persona que lo recibe, es el fundamento de toda la vida cristiana. Es como el sello de la nacionalidad que se adquiere por paternidad, maternidad o nacimiento. Es el acto por el cual se transita hacia los otros sacramentos.

Por mi familia materna no se acostumbraba ir a prácticas religiosas. Por mi familia paterna era invitado a ir a misa los domingos, como se acostumbraba, con rigurosidad y disciplina. No recuerdo con exactitud cuando empecé a ir a misa. Lo que sí recuerdo era que como a los once años, cuando visitaba a mi abuelita Carmen, en la Pensión que estaba por el Parque Morazán, encima, en el segundo piso de la Clínica Figueres, que asocio a mis idas a misa.

En esa época se podía caminar con bastante seguridad por las calles de San José. Yo ya vivía en el Barrio Luján. Mi gran amigo de lecturas, de aventuras de barrio, y caminatas por la ciudad, que empezábamos a descubrir, era Jorge Zavaleta, mi vecino, cuya familia nos alquilaba casa, un segundo piso encima de ellos.

Los domingos, por invitación de mi abuelita Carmen, podía llegar a almorzar, especialmente después de Misa. Me preparaba para la Misa. Iba con Jorge a la Catedral. Y de allí nos trasladábamos a la Pensión de la Cruz. Me daba el lujo de llevar un invitado, que era como llevarlo convidado a comer a un Restaurante, que nunca me lo negaron ni me dijeron que no lo llevara. Ambos llegábamos después de la misa, lo que cumplíamos férreamente. Después del almuerzo, de nuevo a la casa. A veces yo, con un ligero premio económico, unas monedas que alcanzaban para ir al cine… en esos días los cines de mi localidad, el Lux, el Ideal, ambos en los alrededores de la Plaza Víquez, o el cine Zayda casi a la par de la Soda La Nave; o un poquito más al norte, el cine Reforma, que había sido la antigua Pila Volio. La Pila Volio la conocí. La piscina estaba donde después fue el escenario del cine. Allí iba porque iban amigos del barrio. Era un lugar agradable.

Cuando iba a entrar a primer año de colegio, mi tía Matilde, mi madrina, me ofreció pagar el Colegio Saint Francis. Era una gran oportunidad de estudios y de idioma.

Clases de inglés yo había recibido con la prima de mi abuelita Ofelia, Corina Rodríguez, personaje famoso y de muchas aventuras y anécdotas en la familia materna. Me las daba en su casa, cuando yo iniciaba la escuela. Recuerdo que me llevaban cerca del Colegio de Señoritas. No fue por mucho tiempo pero allí inicié el aprendizaje del inglés. Después lo seguí con un señor que había vivido mucho tiempo en Estados Unidos. También por poco tiempo, igualmente, cerca del Colegio de Señoritas.

Para entrar al Saint Francis tuve que hacer unos estudios preparatorios de inglés. Colegio religioso de la orden franciscana. Parte de la preparación de entrada al Saint Francis fue hacer la Primera Comunión. Yo era un “mamulón”, de 11-12, años lo que era inusual que a esas edades no la hubiera hecho. Junto a la Primera Comunión había un premio de mi Madrina, no solo el pago del colegio, sino también un traje, que no tenía.

Matilde, mi tía, siempre estuvo cercana a mis necesidades en este sentido. Era, igualmente, preocupada de mis relaciones sociales especialmente las que podían proyectarme hacia el futuro.

¿Dónde hacer la Primera Comunión? La propuesta fue irme a pasar unas semanas de vacaciones a la Villa Quesada. Todavía se le decía Villa lo que hoy es Ciudad Quesada, en San Carlos. Allá vivía mi tío Gilberto de la Cruz, casado con Elba Malavassi Vargas. Año a año, con alguna frecuencia iba a pasar vacaciones a la Villa. Esa práctica vacacional la mantuve, y me la soportaron los tíos, hasta los inicios de la década de 1960.

Los sucesos de 1955, de la invasión del calderonismo, desde Nicaragua, contra el gobierno de Figueres, me tocaron en esos días. Allí venía de invasor mi tío Renán. En la Villa pasó un avión ametrallando.

Mis tíos Gilberto y Elba farmacéuticos, habían tomado la decisión, después de la guerra civil de 1948, de irse a San Carlos. Gilberto había militado en el calderocomunismo de esos años. Era republicano españolista, antifranquista, anti nazifascista. Las canciones de la República las pasaba entonando y así me las enseñó. Allá también fueron mis tíos Enrique y Antonio, como estudiantes o profesionales a hacer prácticas, y uno de los familiares de mi tía Elba, de apellido Carboni. A veces coincidíamos varios. No sé ni recuerdo cómo hacían Gilberto y Elba, pero todos la pasábamos muy bien, y llenos de relatos, porque Gilberto era historia viva en ese cantón, con sus amigos, con las historias, algunas muy exageradas, que narraban en reuniones callejeras hasta altas horas de la noche, rodeados de fuertes neblinas.

De la Villa, y de Gilberto, tengo enormes y ricas experiencias y vivencias, que narraré en otra ocasión. Allí senté las bases de relación con mis primos De la Cruz Malavassi, especialmente con Sonia, unos tres o cuatro años menor que yo. Eramos un par, una pareja, una yunta en muchos sentidos. Mi gran compañía en esos días de Ciudad Quesada. Todavía seguimos siendo grandes amigos, estrechos primos, y compartimos muchas vivencias y compromisos sociales, no solo del pasado sino del momento actual. Ella siempre sumamente inquieta intelectualmente. Todos mis primos, Gilberto, Elba y Martín lo han sido. Salen así por los dos apellidos que llevan. Francos, directos, defensores de la Verdad, en la que creen; honestos, honrados, sumamente trabajadores, exitosos en sus profesiones, buenas personas, queridos y apreciados primos.

En el año 1958, en enero y febrero me preparé, para la Primera Comunión, y con ella la Confirmación. Así reafirmé mis votos en el cristianismo católico, me gané el traje y empecé en el Saint Francis. Tres años de colegio católico. Con misa obligada, en la Iglesia del Colegio, según el nivel educativo, los lunes, el primer año; los martes el segundo y los miércoles el tercero. Aparte de la misa de los domingos que le cumplía, ya no tan seguido, a mi abuelita Carmen.

Mis preocupaciones se orientaban al deporte de la natación y al inicio de mi compromiso político en la juventud comunista, llamada entonces, socialista, vinculado a la lucha victoriosa de Fidel Castro en esos años, en la Sociedad de Amigos de la Revolución Cubana, SARC, desde 1958.

A finales de la década de 1950 e inicios de la década de 1960 aparecí fuertemente asmático. Mi madre, trabajaba en la Sección Salud de la Universidad. Allí estaba el Dr. Otto Jiménez Quirós, a quien se le ocurrió tratarme con rayos ultravioleta. Lo hizo en el antiguo Paraninfo universitario, en el Barrio González Lahmann, donde quedaban parte de esas oficinas y allí estaba el aparato de los rayos ultravioleta. También allí estaba la oficina de la recién creada, en 1958, Federación de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica. La universidad se acaba de pasar a San Pedro, pero permanecieron aún esas oficinas. Ahí me trataron con rayos ultravioleta aconsejando el Dr. Jiménez que debía practicar la natación.

Empecé a nadar en la Academia de Alfredo Cruz Bolaños, en Lourdes de Montes de Oca. La natación y los rayos ultravioleta me curaron de manera definitiva.

Me desarrollé como nadador de competencia nacional e internacional, y como instructor de la Academia de Alfredo, cuando en esa Academia se daban cursos a escolares, por medio de un acuerdo que tenía con el Ministerio de Educación Pública. Allí, recuerda mi esposa Anabelle, que le di clases, siendo ella 5 años menor que yo.

En el Saint Francis hice amistades sólidas hasta hoy. Allí tuve amigos nadadores, que competían conmigo, ellos desde el Country Club o desde el Tenis Club. Eran los tres clubes más importantes, con la Academia, que competían en este deporte. Los hermanos Jiménez, Luis y Daniel, hijos del Dr. Otto Jiménez; Luis Alberto Clare; Iglesias; los Facio, entre otros fueron parte importante de mi vida en aquellos días.

Del Saint Francis me pasé al Colegio José Joaquín Vargas Calvo, a 300 metros de la Academia de Alfredo Cruz, lo que me permitía practicar más la natación. Allí fue otra gran experiencia, con los hermanos Rodolfo y Manuel Delgado Reyes; con Cristina González, con Francisco Rivas, que iniciaba exitosamente su camino en la natación y, más tarde como gran entrenador; Ramiro Sánchez y Eduardo Amador, los entrenadores, junto con el mismo Alfredo, y muchos otros nadadores. Allí estuve hasta que por categoría de edad, los 17, se “acababa” en esos tiempos esa carrera deportiva. En mi caso, también porque me metía cada vez más de lleno en las luchas políticas juveniles de la izquierda.

Mi abuelita Carmen mantenía en la tradición católica la elaboración del Portal de Navidad. Portal espectacular el que preparaba en estos días de diciembre. El que hacía en la Pensión era gigantesco.

A la Pensión se subía, al segundo piso, donde estaba, por la calle. Unas gradas anchas, tal vez de unos 2.5 metros, muy sabrosas. Al subirlas había que doblar a la derecha para entrar a un enorme pasillo que tenía una tira de cuartos. De la parte donde terminaban las gradas hasta donde finalizaba la pared hacia la derecha había un gran espacio, unos 20 o más metros cuadrados, que en estos días de Navidad eran los que se ocupaban para hacer el Portal navideño, de pared a pared. Pegaba por el lado sur al cuarto gigantesco, con varias camas donde dormían mis tías y mi abuela. En el otro extremo del pasillo estaba el otro espacio gigante que era el comedor de la Pensión. Entre el comedor y el cuarto de la Familia había cuatro o cinco cuartos grandes. Al frente de ellos un pasillo que conducía a un servicio sanitario amplio, muy lleno de luz por sus ventanas blancas, y otro pasillo corto que llevaba a la gran terraza. Hacia el norte del comedor estaba la cocina y otros aposentos; unas gradas hacia abajo, donde estaban los cuartos para las personas que trabajaban en la Pensión, y las pilas de aseo.

Hacia la avenida, en el lado sur del edificio, todos los cuartos tenían una salida, un balcón pequeño que casi pegaba con el alambrado eléctrico público, que iba por los postes. A mi me producía temor estar en esos balcones. Por el lado norte esa área pegaba pared de por medio con una gran terraza que tenía la Pensión. Así la recuerdo.

Desde finales de noviembre empezaba el preparativo del Portal. Se hacía en el suelo, en el piso, en un lugar visible; en el caso de la Pensión inevitablemente visible. Quienquiera que entrara tenía que ver con él, por su majestuosidad y belleza. El tamaño del Portal no descuidaba un buen espacio alrededor del cual se podía rezar frente a él.

Toda la familia bajo la batuta de la abuelita Carmen participaba de su elaboración. Había que conseguir cartones para elaborar relieves. A veces se usaban algunas tablas. El diseño y la ubicación del pesebre; del pasito, de las figuras que acompañan en el Portal era decisión de la abuelita. Todas estas figuras según recuerdo se mantenían guardadas, para usarlas cada año.

Armar el portal era una faena fuerte, a la que había que dedicarle tiempo. Los cartones cuando no se teñían con algún tinte, había que cubrirlos con papel celofán, que eran láminas de papel de distintos colores, generalmente brillantes, que también se usaban para cubrir o envolver regalos. La ventaja de este papel es que se podía conseguir en colores transparente, rojo, verde, azul, amarillo, morado, naranja, y otros, lo que le daba al Portal una belleza y luminosidad particular. Algunos colores tenían significado especial. Así, el dorado la prosperidad, la riqueza y la alabanza; el plateado, la gratitud y la humildad; y el azul el arrepentimiento y la reconciliación.

Las figuras usadas eran tanto las propias de la religiosidad que se celebraba, como las que se pudieran poner de compañía. En cierta forma no había límite. Las más importantes eran las imágenes de la Sagrada Familia, San José, la Virgen María y el Niño Jesús o el Niño Dios. Las figuras del pesebre comprendían la mula, el buey, ovejas; y cerca se colocaban pastores y otras imágenes de animales, como gallinas, patos, perros. Las ovejas tienen el especial significado de ser el pueblo de Dios, el rebaño que sigue a los pastores. También el Portal llevaba la Estrella de Belén que completaba con un Angel de Gloria el conjunto. La Estrella tenía luz, que se prendía para el momento, para evitar incendios. Al portal también se le ponían luces. La imagen del Niño Dios solo se colocaba el 24 a medianoche.

Había que conseguir para el Portal aserrín y lana. El aserrín se podía teñir con anilinas u ocres y, en la calle, también vendían aserrines ya coloreados, el cual, en sus diversos colores, servía para hacer distintos caminos, para destacar áreas o zonas verdes. La lana generalmente era traída de Rancho Redondo, del Tablazo, de La Lima o de Tarbaca, y la vendían en la ciudad. La Lana y el musgo le daban al Portal el hálito del tiempo de Navidad, de diciembre, frío, nuboso. También se usaba en la elaboración del Portal escarcha. Figuras y espacios se determinaban a veces por los colores que se usaban.

El Pesebre y el Pasito ocupaban la parte central del portal, en una parte alta para destacar. Generalmente, una pequeña choza, abierta al frente, para mirar su interior, asemejando un establo, que es como se recuerda religiosamente el sitio del nacimiento. El Pesebre tenía la mayor importancia de toda la escena porque representaba el nacimiento de Jesús, que era un milagro.

No recuerdo bien el material de las figuras principales que tenía mi abuela, si de madera, porcelana u otro material. Si de algo estoy seguro, es que era buen material.

En el Portal, las figuras podían tener diferentes tamaños, lo que le daba más vistosidad.

Algunas frutas u hortalizas se usaban como adornos en el Portal, como el cohombro, que es alargado, generalmente de color café morado rojo, que es una variedad del pepino, que es muy bueno para la salud por su capacidad hidratante y sus fibras. El cohombro además producía un agradable aroma.

El Portal se convertía en la práctica en el gran escenario o mundo de los deseos, porque a él se vinculaba también la entrega de regalos, que cuando no se ponían al pie del árbol de navidad se colocaban en la base del Portal.

El Portal de la abuela Carmen casi estoy seguro estaba prácticamente hecho desde el 8 de diciembre, el día de la Purísima Concepción. Su permanencia se extendía, tal vez hasta el 2 de febrero, el día de la Candelaria que es cuando se acostumbra a retirarlos.

Si el Portal se hacía con gran esmero, igual se procedía con la comida de Navidad… tamales, galletas y queque de la época se preparaban en la casa. También un rompope especial se hacía en la casa.

No recuerdo que el Portal de la abuela Carmen, o el Portal de la Pensión de la Cruz, sirviera de llegada y paso de quienes los visitaban realizando las posadas. Tampoco participó en concursos de portales, que estoy seguro de que si lo hubiera hecho tal vez habría ganado un destacado lugar.

Después de la Pensión, el portal de la Abuelita Carmen se redujo de tamaño, pero siempre se realizó en estas fechas. Del gran portal de la Pensión algunas veces ayudé en su elaboración.

En esa época, con mi abuela fuera de la Pensión, porque ya la había cerrado, recordando esos días le enfaticé más en tono de broma que en serio, que ella ya no vivía encima de la Clínica Figueres. Yo era militante activo de la izquierda comunista en esos tiempos, con bastante fama de dirigente estudiantil. Recordándole los días difíciles de la posguerra civil, me reía con ella diciéndole, que a pesar de todo, ella había estado encima de los Figueres… que ella había “aplastado” a un Figueres; que ella podía decir que todos los días, si quería, “pisoteaba” a un Figueres… Don Mariano era un buen hombre, obviamente, pero no dejaba de ser un Figueres, y para esos días la broma era válida.

La historia costarricense remonta a la época colonial en la elaboración de portales. A partir de la Independencia empezó a traerse imaginería de Guatemala, al tiempo que se desarrollaron los imagineros religiosos costarricenses, entre ellos, para mí el más importante, mi tatarabuelo Manuel Rodríguez Cruz, conocido y recordado en mi familia como Papá Lico.

Mi religiosidad se asocia también al 6 de enero, el día de los Reyes Magos, así conocidos, Melchor, Gaspar y Baltazar, los personajes que se hicieron presente ese día con regalos en el Pesebre. Para mí, mi mejor regalo, de ese día, es el del nacimiento de mi madre en 1926.

En el Colegio Vargas Calvo, optativamente se podía llevar religión como asignatura. Yo no la matriculaba. Había, en esos días de principios de la década de 1960, un sacerdote que llegó de Cuba, con quien tenía muy buena relación, y aunque no matriculaba la asignatura me invitaba a participar de sus clases, lo que hacía con gran respeto. Otro sacerdote del colegio, que después fue de la parroquia de Curridabat también hacía lo mismo, y le participaba en sus clases.

Algunas otras manifestaciones religiosas de mi vida se dieron en los siguientes hechos. Cuando viví en la Unión Soviética, 1965-1966, cerca de donde estudiaba y vivía había una pequeña iglesia ortodoxa. Con frecuencia la visité. Me gustaba su estructura y sus íconos artístico religiosos. La mayor parte de las veces la vi vacía. A veces con pocas personas, generalmente mayores, con su sacerdote o monje oficiando. La Iglesia no tenía ninguna silla. En una ocasión vi una pareja joven con su sacerdote oficiando su misa. En mi estancia en Moscú conocí Zagorsk, una pequeña ciudad cerca de Moscú, llena de Monasterios, un centro religioso, que entendía que era como el Vaticano ruso. En Leningrado había un Instituto del Ateísmo a la par de un centro o instituto religioso ortodoxo.

En 1968, en Bulgaria, entonces un país comunista, visité el Monasterio de Rila, en el Valle del Río Rilski, el más importante de este país, que se había establecido o fundado en el siglo X. Una joya arquitectónica, pero todavía activo. En 1976 la UNESCO lo declaró Patrimonio Mundial de la Humanidad.

En Roma, conocí el Vaticano, un sitio turístico inevitable. En París, la Catedral Notre Dame, en 1968, fue una visita obligada. La aprecié a montones, en su interior y desde la distancia, desde una mesa a la par del río Sena. Me recordó la coronación de Napoleón y la Comuna de París.

Allá por 1977, de paso por la Unión Soviética, Fernando Berrocal, que era Embajador, me invitó a ir a una Iglesia ortodoxa, a la par del cementerio donde está enterrado Nikita Krushov, en la que estaría un coro de música gregoriana. La Iglesia estaba llena donde difícilmente cabía una persona más. El coro lo estaba trasmitiendo la televisión rusa en vivo a todo el país, lo que me llamó la atención en ese momento.

En Pekín, en 1977, vi una iglesia católica, en aquellos años de grandes dificultades, en un suburbio, un barrio en las afueras de Pekín, que me impactó visualmente. Me parecía estar en Puntarenas, por el área de los muelles del estero.

Mi segundo matrimonio fue por la Iglesia. Allí se cerró ese ciclo de la trilogía sacramental, bautismo, confirmación y comunión, y matrimonio, en 1972. Para este momento, mi esposa venía de una familia de tradición cristiana católica. El matrimonio tenía que celebrarse de esa forma, por respeto a su familia. Yo dirigente estudiantil de la izquierda comunista, no era muy aceptado por los sacerdotes, supuestamente amigos de Anabelle, estudiante del Saint Clare. Ninguno de sus profesores sacerdotes quiso “casarla” conmigo.

En la Universidad yo había hecho una especial amistad con el sacerdote Fernando Royo, luchador social junto a nosotros los estudiantes. A él acudí. No lo dudó. Solo me dijo que podía casarme, sin pedir permiso, en las únicas iglesias donde él oficiaba, en San Rafael y en Chiverral de Escazú. Agregó, “que entre socialistas y cristianos había gran afinidad”. Acababa de pasar el II Concilio y estaba impactando al continente la Conferencia de Medellín, de Colombia.

La Iglesia de San Rafael es preciosa. Parece, en su arquitectura, de una familia medieval, como se acostumbraba. Fuimos a conocer la de Chiverral, hacia el sur, por la carretera que conduce a San Antonio. Había que desviarse a la derecha, por una trocha, en mal estado. Al final había que caminar como 200 metros subiendo una montañita y llegar a un galerón de madera que era la Iglesia en construcción, con una vista espectacular de San José.

Escogimos esta Iglesia para la ceremonia. Hicimos las invitaciones del caso. Llegó un pequeño grupo de amigos muy cercanos, los padrinos incluidos, y familiares de Anabelle, y míos. En ambas ramas llegaron los católicos. Empezó la ceremonia. Llegó el momento de la comunión. El padre Royo la ofreció y ninguno de los asistentes se atrevió a comulgar. El padre se comió todas las hostias. Yo me quedé con el corazón hecho un puño, sorprendido, silencioso, en cierta forma apenado. A mí no me la ofreció. Si lo hubiera hecho, en ese momento la hubiera recibido. Tenía todos los antecedentes religiosos que me lo permitían. Anabelle le reclamó a su madre que por qué no había comulgado, si ella era muy religiosa y de misas. Y, con gran franqueza, le respondió que en esa remotidad, y con esas dificultades para llegar a la Iglesia, ella creía que el sacerdote podía ser falso. Seguramente mis tíos católicos pensaron igual.

Cuando Yalena, hija de mi primer matrimonio hizo la Primera Comunión, mi sorpresa que tamaño impacto me produjo fue que la llevaron con un vestido que imitaba una religiosa, una monja. Se veía muy bien, pero yo estaba en shock, sin decir nada.

Mis hijos, Lautaro y Presbere, fueron bautizados por su abuela, la mamá de Anabelle. Tupac, el menor, tomó la decisión de hacer la Primera Comunión, para lo que tenía que bautizarse. El escogió los padrinos, doctores amigos de Anabelle. Allí, bautizado por el padre Howell, en San Rafael de Escazú, le hicieron el Bautizo y la Confirmación a la vez. Mis hijos no recibieron educación religiosa en el colegio. En uno de sus colegios, en la asignatura de religión, en la nota les ponían EXC. Algunos amigos y parientes, si veían sus buenas notas, pensaban que era Excelente, pero significaba Eximido, que no recibía la asignatura.

Tupac a los 16 años empezó su carrera universitaria en los Estados Unidos. Vivía solo. Un día nos dijo que él iba a una Iglesia que le hacía sentir bien. Le apoyamos en su decisión. En una Iglesia cristiana no católica, a la que se vinculó por razones laborales, le quisieron reclutar para “pastor”, lo que no era “su llamado” espiritual, ni intelectual. En su cuarto tenía un Cristo y un rosario de madera enorme, preciosos, colgados en la pared sobre su cabeza.

Lautaro y Tupac se casaron por la Iglesia. La boda de Tupac fue espectacular, preparada y organizada por él. Escogió una iglesita pequeña, la de San Pablo de Heredia, preciosa Iglesia. La boda fue como un turno de pueblo, con bombas y cachiflines por todo lado; como un juego de pólvora nocturno.

Todos los hijos de mis hijos, mis nietos, han sido bautizados por la religión católica, de conformidad a sus núcleos familiares. Estudian en escuelas que tienen la religión como materia. Todos han hecho la Primera Comunión. La última hace pocos días fue Constanza.

Cuando fui Decano de la Facultad de Ciencias Sociales, 1982-1990, de la Universidad Nacional, las secretarias se me acercaron para ver si yo autorizaba hacer, en la Oficina del Decanato, un pequeño portal. Por supuesto que lo autoricé. Era una afirmación de la religiosidad nacional y de respeto a quienes se veían reflejados en ella. Igualmente, cuando se quitaba el portal, se hacía el rezo del Niño y un pequeño convivio festivo con ese motivo.

La inmensa mayoría de los costarricenses, practicantes o no de religiones, probablemente están sellados en el cristianismo católico desde su bautizo. Aún aquellos que reniegan o abandonan la fe cristiana; que se declaran ateos, que rechazan la existencia o creencia en un Dios, o los agnósticos, que sostienen que no se puede conocer con certeza la existencia de un ser supremo, están marcados por el cristianismo.

Compartido con SURCOS por el autor.

¿Choreco, una trama montada?

Vladimir de la Cruz

El ascenso a la presidencia de Rodrigo Chaves fue una sorpresa. En principio casi nadie podía asegurar que él fuera a ganar las elecciones. Pero, las ganó. Con un partido político prematuro logró imponerse. Lo que triunfó fue la necesidad del cambio, tesis que ha venido afirmándose desde las elecciones del 2014. Inició con el cambio al bipartidismo tradicional, de gobiernos de Liberación Nacional y de la Unidad Social Cristiana, partidos políticos que desde 1951 se habían venido alternando el gobierno del Poder Ejecutivo. Los grupos que se reunieron en la Unidad Social Cristiana, a partir de 1983, habían cogobernado en 1958, 1966 y 1978, con coaliciones políticas antiliberacionistas.

La corrupción que se había venido desarrollando en el ejercicio del gobierno de las instituciones del Estado, escándalos asociados a esos actos, personajes espurios que se asociaron a gobiernos, a presidentes y a partidos políticos, incumplimientos de promesas electorales, incumplimientos gubernamentales, insatisfacciones sociales de diverso tipo, deterioro sentido del Estado Social de Derecho, disminución en la capacidad de consumo de los habitantes, de sus ingresos y salarios, además de congelación tácita de los mismos desde los últimos cuatro años, crecimiento de la pobreza y la pobreza extrema, del desempleo, la decepción de los electores y de los ciudadanos en general con el ambiente político nacional, ataques sistemáticos que se venían realizando contra los partidos políticos, contra los políticos, contra la misma democracia como sistema político, venían minando los escenarios electorales, que tuvieron como campo la necesidad del cambio político, partidario y gubernamental.

Así sucedió en la elección nacional del 2014, cuando los partidos Liberación Nacional y de la Unidad Social Cristiana quedaron fuera del gobierno. Sus primeras fisuras habían sido en el 2002 en que iniciaron las segundas rondas electorales, por no alcanzarse el 40% de los votos para elegir en primera ronda.

La elección del 2014 todavía mantuvo a Liberación Nacional como partido finalista en la segunda ronda. La del 2018 sacó del juego a Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana. La del 2022 permitió que Liberación Nacional llegara a la final, de primero en febrero, y de segundo en abril, originando al actual gobierno de Rodrigo Chaves, un improvisado en toda la línea, quien evidentemente no tenía clara la función que asumiría ni la ruta de trabajo que le exigía.

Su discurso electoral contra el bipartidismo y la corrupción pública ligada a los partidos gobernantes tradicionales logró imponerse, contra un partido Liberación Nacional que no pudo defender el impacto político y social trascedente de su paso por la vida institucional del país, desde 1948, desde la Junta de Gobierno, y a partir de 1951, cuando ya estaba constituido el partido Liberación Nacional, había logrado para el país, la población, los trabajadores, los distintos sectores productivos, y para el desarrollo de las clases medias.

Los escándalos asociados a Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, de principios de siglo, contribuyeron al interior de estos partidos a debilitarlos, a golpear a sus líderes históricos y a improvisar nuevos liderazgos, carentes del bagaje político, doctrinario e ideológico que inspiró a esos partidos. La crisis interna de estos partidos condujo a la debilidad de sus organismos dirigentes, a la sustitución de ellos por las fracciones parlamentarias, de paso muchas veces micro divididas, y al abandono de los escenarios públicos de sus presencias.

Junto a todo esto, con los Planes de Ajuste Estructural, desarrollados desde la década de 1980, los Tratados de Libre Comercio, a partir de la década de 1990, la desintegración del mundo socialista y la superación del escenario de la guerra fría, imponiendo un sistema internacional hegemonizado por Estados Unidos, marcaron una hoja de ruta nacional trazadas por las corrientes económicas llamadas neoliberales, anti estatistas, privatizadoras, de las cuales ningún partido gobernante ha podido salirse.

Los procesos electorales en la investigación post campañas electorales por parte del Tribunal Supremo de Elecciones, como siempre lo hace, descubrió irregularidades en partidos que llevaron a algunos de sus funcionarios y dirigentes a condenas y a la cárcel.

La legislación electoral y sus controles se mejoraron. Se fortaleció la democracia participativa electoral con la igualdad y paridad de género para la nominación de candidatos.

Rodrigo Chaves supo intuitivamente, o bien asesorado en las elecciones, atacar todos los males representados en esa imagen pública que el electorado arrastraba. El ángel exterminador, recordando la película de Buñuel, había aparecido en el ambiente político nacional. Rodrigo Chaves se presentó como el Dr. Mengele del campo de concentración costarricense que había que sanear. El público que no se sentía preso de ese campo, ni se sentía en un gueto, que estaba sufriendo las políticas de exterminación que se venían estableciendo, ciegamente le dio su apoyo.

Bíblicamente el ángel exterminador es el demonio que con capacidad demoledora inundó Egipto. El Presidente Chaves está inundando a Costa Rica, con sus actos, con sus escándalos, con su desconocimiento, con su práctica política gubernativa, en su enfrentamiento con los poderes del Estado, que él mismo dijo que podía dinamitar, con el descrédito que le imprime a sus miembros, a los legisladores, a los jueces y magistrados, a los partidos políticos y los diputados que le son adversos o críticos, por su enfrentamiento con periodistas y medios de comunicación que también le son críticos, y que por su obligación informativa evidencian escándalos del nuevo gobierno, que se presentaba como impoluto, sin mancha alguna, cuando el traje del gobierno y del presidente Chaves parece hoy el de un leopardo o de un jaguar, lleno de machas por todo lado.

Los últimos escándalos parecen una película de terror. La Casa de Gobierno, la Casa Presidencial de Zapote, hoy parece más una Casa de Sustos, oscura, sin transparencia de ningún tipo, opacada, llena de desconfianzas administrativas, laborales y de tensas relaciones sociales, cuando el propio Presidente dio órdenes a la Dirección de Inteligencia y Seguridad, DIS, de mantener intervenidas las comunicaciones telefónicas de sus ministros, y posiblemente de otros funcionarios públicos, especialmente de los directores de instituciones por él nombrados; de cualquier funcionario público. El presidente consideraba que había fuga de información de lo que él hablaba.

Respecto a los funcionarios de su entorno el Presidente les manifestó que los tenía vigilados, con chanchito y un perrito que olían si había drogas o desviaciones, amenazándolos de que con él no se jugaba, porque los decapitaba. En toda esta política se procuraba no dejar rastro.

Los funcionarios de la DIS revisaron los teléfonos, de “todo el mundo”, con aparatos especiales, de todos los que estaban en ese momento, violándolos en su intimidad y confianza.

Es claro, por lo que se ha dicho, que la DIS hizo esas intervenciones, y que posiblemente mantiene otras, que no se han señalado públicamente, especialmente de quienes critican y se oponen al Demonio de Zapote, al Ángel de la Muerte que está inundando el país, que está ahogando a la ciudadanía y al pueblo costarricense.

El papel inconstitucional de la DIS, que le dio el Presidente, la Asamblea Legislativa debe investigarlo. ¿A cuántas personas más el Presidente ordenó intervenir?

Hay diversos escándalos que hieden en Zapote. Uno de ellos, el manejo de los fondos del Banco Centroamericano de Integración Económica, por el cual se adjudicó un contrato por $300.000 dólares, para servicios de comunicación, que en todo su trámite se actuó dolosamente para favorecer un adjudicatario de dicha contratación, parte de una donación de $1.000.000 que se le daba al Presidente, para su primer año de labores. El Presidente integró un grupo Patricia Navarro, su primera Ministra de Comunicación, Jorge Rodríguez, su Jefe de Despacho y actual Ministro de Comunicación, Christian Bulgarelli, empresario comunicacional beneficiado, Federico Cruz, conocido como Choreco, asesor de imagen y táctica presidencial, Armando Gómez, Director de Prensa de la Presidencia. El mismo presidente quería revisar las pautas publicitarias.

En las acciones políticas que siguieron, otros funcionarios de la Presidencia, como Alexander Castilla y Hazel Mora, participaron porque les tomaban en cuenta.

Federico Cruz, Choreco, es también el Presidente del Partido Aquí Manda Costa Rica, que ha querido inscribirse y participar en las próximas elecciones municipales.

Como parte de este trabajo se trazó una estrategia, desde el inicio del gobierno, hace 18 meses, de controlar los presupuestos publicitarios de las instituciones descentralizadas. También se giraron instrucciones para eliminar medios de comunicación de esas partidas. A pesar de que al inicio de la Administración Chaves se consideró que el SINART no servía para nada en el manejo de estas contrataciones, a finales de año se ordenó a las instituciones descentralizadas firmar contratos con el SINART, en la acción política que el Presidente llamó de democratizar la pauta publicitaria, que no ha servido para nada si se aprecia la cantidad de pequeños medios informativos y comunicacionales que se han visto obligados a cerrar.

La democratización consistía en contratar a quien hablara bien del Presidente y del Gobierno, y en torcer de esa manera el brazo a los periodistas y a los medios informativos. Algunos funcionarios que recibieron la orden señalaron que sintieron una pistola en la cabeza si no procedían como se instruía desde Zapote.

La Ministra Navarro debido al mal olor que le generaba la iniciativa decidió grabar las conversaciones asociadas, que finalmente las hizo públicas, con toda la legalidad de su lado, que han evidenciado un negociazo, la “torta”, como la refirió el diputado Francisco Nicolás.

En todo este enredo, que se ha ido tejiendo en Zapote, y a la vez desenredando, emergió como la figura de fondo, Federico Cruz, el famoso Choreco, a quien han convertido en el chivo expiatorio, en el personaje de toda esta trama, a la que se le tratan de hacer recaer todas las culpas, que en parte le pueden ser ajenas, para eximir a los verdaderos culpables, que siguen allí en Zapote.

Para mí, el ascenso de Choreco, así llamado en todos los ámbitos, rebajándole su “personalidad”, en su trato presidencial, familiar y público, a un apodo, a un sobrenombre, casi delincuencial, ha sido para provocar un elemento distractor del principal artífice de toda esta historieta, el mismo Presidente de la República, Rodrigo Chaves.

Choreco ha sido el asesor presidencial con más fuerza, con más peso, de mayor confianza; al extremo que él mismo se ha prestado para este montaje distractor, más allá de lo que haya manifestado de verdad, de despiste, de entretenimiento o de diversión política; de haberse convertido en la figura pública más importante, en estos últimos días, de los escándalos que giran alrededor de Zapote.

La confianza extrema está comprendida en el acercamiento laboral que tenía con el Presidente, que le tenía oficina en el mismo edificio de Zapote, independientemente de si se le pagaba o no, si se le habían cubierto los pagos de la campaña electoral del 2022, si se le habían dado bonos electorales o no, de si recibió de apoyo al asesor argentino José Norte. De alguna entrada económica ha de vivir el Choreco. En esto no ha de estar chorequeado.

La confianza se enriquecía por el papel electoral que Choreco ha tenido en la estructura político electoral que, desde Zapote, se ha trazado con la inscripción de varios partidos políticos, para las elecciones municipales, con funcionarios de Zapote trabajando directamente en ellos.

Mientras dure el escándalo alrededor de Choreco ha sido relevado de Comité Editorial del Presidente, que lo integran también el Ministro de Comunicación, la Ministra de la Presidencia y la diputada, experta en enseñar a mentir a los miembros del Consejo de Gobierno, Pilar Cisneros.

Con Choreco se han puesto en evidencia dineros y ayudas en especie, como una casa en el Barrio Roosevelt, para la campaña electoral del 2022, no reportados al Tribunal Supremo de Elecciones.

La presencia, de Choreco, en estas dimensiones electorales, ha dejado ver que en la campaña electoral del 2022 hubo organismos paralelos, que podían manejar aspectos estratégicos de propaganda y agitación; posiblemente de manejo de recursos, como en meses anteriores se ha tratado ante la opinión pública y de los llamados “servicios de la mano izquierda”.

De este asunto, Choreco se ha presentado como un mecenas político de Chaves, es decir como alguien poderoso que brindó su apoyo, su trabajo, su influencia para el triunfo de Rodrigo Chaves. Los mecenas clásicos ponían parte de su dinero para impulsar los proyectos que querían apoyar. ¿Le dio plata Choreco a Rodrigo Chaves? ¿Se la dio al Partido y no la reportaron? En la antigüedad los mecenas recibían beneficios de su “inversión”, no solo la satisfacción de haber contribuido a ver el resultado de su creación, en este caso política.

En la Asamblea Legislativa, en las indagatorias que se han iniciado, llevando funcionarios públicos asociados al Presidente, los partidos Liberal Progresista de Eli Feinzaig, y el Nueva República, de Fabricio Alvarado, se han puesto en el cabús presidencial, en el último carro del tren zapoteño, acuerpando, como escuderos parlamentarios adicionales, a los diputados oficiales, al Presidente y tratando de reducir o minimizar los impactos de las investigaciones parlamentarias.

Los involucrados en todo este escándalo e investigación parlamentaria deben ser investigados por el Ministerio Publico. No es un problema de renuncias o apartarlos de sus funciones. Es un problema de ética en la función pública. Puede ser un problema que linde lo penal por el mal ejercicio de esta función. Es un problema de Ética y de Decencia pública.

Rodrigo Chaves se suma a la crítica que él hizo del sistema político, de escándalos de corrupción, de desigualdades sociales que han crecido en su gobierno, de resentimientos sociales mayores.

Sus posiciones populistas se le reducen en su territorio. Sus sentimientos y desplantes autoritarios le crecen. Sus descomedidas continúan. Su instinto desbocado se ha acentuado. Cada vez más se acostumbra a decir palabras indecentes, ofensivas y desvergonzadas.

No es Choreco el florero ni el centro de la mesa, ni es el muerto del funeral. Es el presidente Rodrigo Chaves al que hay que investigar a fondo. Si sigue así su gobierno va a ganar el título del más corrupto.

Lamentablemente para los costarricenses la Casa de Zapote hiede, despide malos olores.

De la memoria familiar… Algunos territorios de mis primeros días…

Vladimir de la Cruz

Los territorios que he habitado han contribuido a formarme, a conocerme, a apreciar sus contornos, valorarlos, aprehenderlos como propios; a conocer con ellos parte de lo que es la esencia de nuestra nacionalidad, de nuestro ser costarricense. Cuando han sido territorios habitados en el extranjero, me han enseñado a valorar y estimar el nuestro, por más bellos y espectaculares que se me hayan presentado. Incluso, lo que podría llamar territorios políticos, que me han ayudado a entender cómo mejorar el nuestro. También, a disfrutarlos, hacerlos míos; vivirlos. Han contribuido a modelarme en aspectos culturales, sociales, políticos, económicos, sobre todo familiares y de amistades, de relaciones sociales de diversa índole.

Son los espacios, en que me he desenvuelto, he crecido, he hecho amistades. Esos territorios fueron obligadamente limitados. Poco a poco andados y luego trascendidos libremente de sus naturales fronteras.

Los primeros territorios desarrollaron las raíces, permitieron el enriquecimiento del crecimiento, con la savia nutriente que me dieron. En ellos se me fue enseñando el orden, la disciplina, el respeto por la vida, el camino de la libertad y sentimientos de solidaridad.

El primero, de los territorios, fue el vientre de mi madre, en la placenta de su útero. Un territorio finito, con poca capacidad de desplazamiento, que me permitió empezar a ejercitar los músculos y realizar movimientos. Alimentado por una manguerita, que llaman cordón umbilical, me pasaban oxígeno, sangre rica en nutrientes y sacaban los deshechos que producía. El cordoncito éste fue, en cierta manera, mi primera experiencia telefónica con mamá: “conectados por la sangre”; de esa manera nos comunicábamos, aunque ella me sentía cotidianamente a cómo iba creciendo. El lenguaje era el de la vida, el de sentirnos mutuamente. El de mandarle señales de vez en cuando, con mis pies, a medida que crecía, que ahí estaba.

No sé si quería quedarme o salir de allí, o si mi madre me quería retener un poquillo más, lo que se evidenció en el parto, el 17 de julio de 1946, entrando la noche, cuando fue difícil mi salida de esa placentera cueva en que me encontraba.

Mi madre en el parto tuvo placenta previa, momento en que ésta tapa, parcial o totalmente, la abertura del útero. No era un parto prematuro. Había contracciones y sangrado; ya no había posibilidad de cesárea. No había entonces ultrasonido ni máquinas especiales para ver mi situación, ni medicamentos que relajaran los músculos del útero. La clave de mi salida terminaba en la mano y los dedos del Doctor que atendía.

No salía; no nacía. Se activaron las alarmas. Mi abuelita Ofelia, llamó a su primo el Dr. Jorge Vega Rodríguez. Estábamos en la Maternidad Carit. Sabiamente, con sus manos maravillosas, y unas cucharas grandes especiales, llamadas fórceps, con las cuales me prensaron la cabeza, a la altura de la frente y la mandíbula, donde me quedaron las marcas, empezó a guiar mi salida, entre contracción y pedida de puje que se le hacía a mi madre. A la dificultad de la situación de mi madre, dicho mucho tiempo después por mi ella, es que mi cabeza era una cabezota… por un momento llegó a pensar que tenía hidrocefalia, lo que quizá también obligó al uso de los fórceps.

Finalmente, salí activando mi pequeño galillo, esa campanita de la garganta que sirve para comer, respirar y para hablar…no he dejado de hablar desde entonces…, que es también un gen De la Cruz…hablantines son todos en esta familia. Las esposas de mis tíos siempre señalaron esa dificultad de relación, al principio, en la reuniones familiares que empezaban a asistir o a participar.

Mi madre permaneció varios días internada. El parto había sido muy riesgoso y duro para ella. Estuvo inconsciente bastante tiempo.

Cien metros al norte de la Maternidad Carit quedaba la Cantina “El rincón de la última copa”. De niño, cuando me preguntaban dónde había nacido respondía categóricamente “en el rincón de la última copa”.

Hacia el sur de la Maternidad Carit quedaban los lavaderos de la ciudad, donde la gente iba a lavar ropa. Recuerdo una tira de lavaderos casi pegados unos a otros, con sus mujeres restregando ropa, frotándola fuertemente. Ahí tenían un balde o una palangana grande con ropa sumergida en agua. La sacaban, frotaban o cepillaban fuertemente en una tabla o en la misma pila que tenía ranuras especiales para ese propósito. Ahí la enjabonaban, luego la enjuagaban y la ponían a secar.

Mis padres, ambos jóvenes de veinte años, ya empezaban a trabajar. Mi padre estudiaba en la Universidad de Costa Rica. El y Alvaro Montero Vega eran dirigentes estudiantiles comunistas. Mi madre también militaba en Vanguardia Popular.

En el gobierno del Dr. Rafael Angel Calderón Guardia, en los días duros de la II Guerra Mundial, militaron en la “Juventud Unida”, una organización juvenil que apoyaba al gobierno, su alianza con los comunistas y la Iglesia; también estaban en la lucha anti nazi y anti fascista. Eran dirigentes de esa organización Magie Breedy, María Eugenia, “Maruja”, Rodríguez Albertazzi, Clemencia Valerín, Tony Vasilius, Armando Arauz, Arturo Montero Vega, Edgar Campos Cabezas, que después se casó con mi tía materna Enid, primer matrimonio de ambos; mi padre y mi tío Gilberto de la Cruz.

Mis padres fueron acogidos, conmigo recién nacido, en la Pensión de huéspedes, de mi tía abuela Celina. Ella y mi abuela paterna, Carmen, su hermana, habían llegado a San José, de las Juntas de los Abangares, en 1939, con sus maridos. Habían puesto pensiones para atender huéspedes y sobrevivir. Las llamaron pensiones aunque pudieron haber sido más hostales. En la pensión de Celina también estaba mi bisabuela Matilde, la esposa y viuda de Gilberto. La recuerdo menudita, linda, cariñosa, siempre con el pelo recogido, muy activa, tanto que a veces ella misma iba, en bus, al mercado Central, que quedaba relativamente cerca, hasta que un día se cayó del bus, y ya no le permitieron esos viajes.

La iniciativa de venirse a San José, entiendo, fue de mi abuelita Carmen. Su padre Gilberto acababa de morir. Ella, que había parido 10 hijos, dos fallecidos infantes en las Juntas, con su esposo Manuel, 30 años mayor que ella, ya viejo, pensaba que San José era la oportunidad para sus ocho hijos. En San José nació otro en 1944. Dos años después llegué yo, el primer nieto de ambas familias, la paterna y la materna.

En Puntarenas, antes de venir a San José, hubo una parada. Allí estaba mi tío abuelo Ignacio de la Cruz, personaje muy interesante, por sus conocimientos científicos y su carácter emprendedor, para su época. Finalmente, ya casado, vivió en San José y tuvo la Botica Unión, en la avenida central, parada obligatoria mía muchas veces en mi etapa de escolar entrando a la adolescencia, cuando pasaba a saludarlo. Siempre me atendía y me obsequiaba alguna moneda que alcanzaba para ir al cine. Tal vez, la afinidad venía por mi padre, que en su nombre, repetía el Ignacio.

Muchos años después, fui con mi tía Matilde a las Juntas de Abangares, a recoger los restos de los dos infantes, para trasladarlos a la tumba de mi abuelita Carmen y de la familia. Fue una tarea dificilísima por el brutal aguacero que nos cayó cuando estábamos en esa faena, con un foso abierto de más de dos metros buscando los restos, que algo hayamos.

La Pensión de Celina, estaba 100 metros al oeste del actual Instituto Nacional de Seguros, donde estaba la Confederación de Trabajadores de Costa Rica, CTCR, que dirigía el Partido Comunista, ya llamado Vanguardia Popular, y casi al puro frente de la casa de Carmen Lyra, dirigente comunista.

Sé, porque así me lo relataba mi madre, que con frecuencia visitaban a Carmen Lyra, ella y papá. Así que yo la conocí, en esos días de 1946 hasta 1948, en que me llevaban a su casa, hasta que a ella la expulsaron hacia México, luego de la Guerra Civil de marzo y abril de 1948. Por más esfuerzos que hago de memoria trato de recordar esas visitas, pero no he podido devolverme tanto. Tal vez, porque mi presencia era demasiado pasiva.

La pensión de mi abuelita Carmen, que se conoció como la Pensión de la Cruz, quedaba encima, en un segundo piso, de la Clínica del Dr. Mariano Figueres, 100 metros al oeste del Parque Morazán y 100 al norte del Bar Azul. Ahí también pasaba en esos primeros años mis ratos diarios.

En la gran terraza que tenía la Pensión mi abuelo Manuel me asoleaba. Tengo fotos con él, el único de los nietos que lo logró. Murió cuando yo iba para los tres años. En el esfuerzo memorístico, que hago de mi pasado, sí tengo la sensación de estar con él. No sé si por ver las fotos en sus brazos; pero esa sensación si la he logrado.

Las dos Pensiones, la de mi abuelita Carmen y la de mi tía Celina, formaron parte de mi vida hasta la adolescencia, cuando fueron cerradas, una vez que mis tíos, ya profesionales, lograron sacar a mi abuelita de su trabajo; la “pensionaron”. La pasaron a vivir al Barrio Escalante. Luego estuvo en La Paulina y, finalmente, en un apartamento en los Yoses norte, donde vivía con mi tía Irma y su hija Catalina.

Los días de la Pensión, en la década del 40 fueron duros. Recién triunfado el Dr. Calderón Guardia, mi abuelita desesperada logró llegar a su Oficina Presidencial, cuando la Casa Presidencial estaba donde está hoy el Tribunal Supremo de Elecciones. Llorando le explicó la difícil situación que pasaba, con un esposo mucho más viejo que ella, e implorándole por un trabajo para él, que era Contador. El Dr. Calderón le dio un trabajo en una institución del Estado, motivo por el cual, desde ese momento, hasta la llegada al gobierno de Rafael Angel Calderón Fournier, la abuela Carmen marcó la decisión electoral de toda la familia, de todos sus hijos, por el Dr. Calderón y el “calderonismo”, y por el partido Unidad Social Cristiana.

Cuando el hijo de Calderón Guardia llegó a la presidencia, algunos de mis tíos se sintieron “liberados”, de seguir en esa tradición política. El día de ese triunfo mi abuelita me pidió que la llevara, a la avenida de los Yoses, a celebrar el triunfo. Cumpliéndole su deseo la llevé y la acompañé.

Rafael Angel, de paso, había sido compañero mío en la Escuela de Derecho, y manteníamos una amistad desde esos años de las aulas universitarias, que no ha disminuido. La vida nos ha relacionado en otras dimensiones, por los hijos y especialmente por los nietos. Familiarmente, por mis tíos Alvaro y Matilde, que se mantuvieron muy fieles al calderonismo, y a sus expresiones partidarias. He estado en dos ocasiones, y he presidido, la Junta Directiva del Museo Rafael Angel Calderón Guardia.

Mi abuelita quiso una foto de Rafael Angel, ya presidente. Se la solicité y muy generosamente se la envió con una afectuosa dedicatoria.

Esta vertiente calderonista pesó en mi familia, no solo por los De la Cruz, sino también en una parte de mi familia materna, especialmente en mi tío Renán, combatiente en 1955 con los Coyotepes que vinieron a pelear por Calderón contra Figueres. Por el lado materno también hubo una tradición “figuerista” muy pronunciada. Una tía mía, Nedgibia estaba casada con Mario Ramírez, combatiente del 48 del lado de Figueres. En el centro estaban los “calderocomunistas” y comunistas como mi padre y madre.

Mis padres comunistas me llamaron Vladimir, por Vladimir Lenin, el más importante dirigente de la Revolución Rusa. Me empaquetaron el Manuel, Manuel Vladimir, por mi abuelito Manuel, porque se acostumbraba repetir nombres de los papás o de los abuelos, de las madres y de las abuelas. La decisión de Manuel entiendo que fue en el bautizo que me hicieron, en la Iglesia El Carmen, siendo mi padrino mi tío Alvaro y mi Madrina, la tía Matilde.

La Iglesia El Carmen quedaba a 300 metros de la Pensión de mi abuelita Carmen, que llamábamos Pensión de la Cruz. Su público era de estudiantes que venían, del interior del país, a estudiar a la Universidad en San José, y ciudadanos de las islas antillanas, especialmente de Aruba, en lo que mejor recuerdo. Con los estudiantes mis tíos llegaron a desarrollar fuertísimas y sólidas amistades. Algunas, de esas amistades, yo las heredé cuando entré a la Universidad, cuando los encontré de profesores universitarios, entre ellos, primero mi tío Enrique y luego Alvaro.

Lo corriente fue que me llamaran y me conocieran como Vladimir, nombre que no siendo común en esos años, tampoco me produjo ningún tipo de bullyng, o de estigmatización alguna, después de la guerra civil cuando asistía a la escuela o al colegio, porque en esos años, hasta 1958, había todavía en el país cierta “represión” política y había resentimientos sociales muy fuertes al interior de las familias, que se habían partido con motivo de la guerra civil. Solo mi abuelita Carmen, me llamaba Manuel, práctica que mantuvo hasta que yo tuve 15 o 16 años. A veces alguna de mis tías, como Irma, me recordaba al abuelo.

En los días de la Guerra Civil vivíamos en la Ciudadela Calderón Muñoz, en casa contigua a la de mi tía Nedgibia. Mis padres habían cambiado el piso de losa por madera para cuidarme mejor. Eran casas grandes, espaciosas, muy cómodas, construidas en el Gobierno de Calderón Guardia para familias de trabajadores. La represión de la Junta de Gobierno llegó al extremo de quitarnos la casa de la Ciudadela para dársela a una familia figuerista. Fueron días duros.

La guerra civil obligó a mi padre, dirigente juvenil comunista a salir del país, porque aparentemente no se daban garantías de seguridad contra él. Mi familia De la Cruz, por el origen colombiano de mis abuelos, optaron por enviarlo a Panamá, a la casa de la tía Candé. Ahí estuvo y luego tomó la decisión de irse a Venezuela a buscar mejores opciones y posibilidades de vida, llegando a Maracaibo, en los días siguientes de la finalización del gobierno de Rómulo Betancourt, en 1948, que había estado en la fundación del Partido Comunista de Costa Rica, casado con costarricense, y de inicio del período que condujo a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

Mi madre, que pensaba seguirlo conmigo, no pudo realizar el viaje porque enfermé gravemente. El dinero del viaje se destinó a atenderme y el viaje se fue postergando y postergando…hasta que un día mi madre recibió una carta de mi padre, que le manifestaba que había conocido una venezolana, que le tenía en una situación afectiva fuerte donde a las dos, a ella y a mi madre, las tenía en una balanza. Mi madre rápidamente contestó que ella no aceptaba estar en una balanza, y que procedieran con el divorcio, que tramitó Luis Carballo Corrales, que había sido dirigente y diputado comunista, muy amigo de ellos, junto con su esposa Pilar.

Mi madre mantuvo estas cartas, seguramente pensando que yo podía preguntar sobre esa ruptura, lo que nunca se me ocurrió, porque nunca fui criado con sentimientos negativos hacia mi padre, y porque la familia De la Cruz, me tenía totalmente integrado. Un día, entrando a la Universidad, me informó de ellas y me las enseñó. Las vi. Se las devolví. Y las destruyó.

Mi péndulo infantil se pasó hacia el lado de mi abuelita Ofelia, cariñosamente siempre le dije Ita, con la familia materna. Mamá tenía que trabajar duro y estudiar simultáneamente. Ita la apoyó cuidándome. Terminó siendo mi otra mamá. Pasaba con ella mucho tiempo. Tenía un hijo, de su segundo matrimonio, un tío mío, Rafael, menor que yo, que en la práctica fue como un hermanito menor. Era una mujer estupenda, de tradición rosacruz y teósofa. Su padre Rafael Rodríguez, liberal y masón, había influido mucho en ella.

Mamá estudiaba en el Colegio nocturno Carlos Gagini, a dicha suya con profesores de un alto nivel profesional. Me acuerdo del acto de su graduación. Después ingresó a la Universidad donde trabajó brevemente y se graduó de Microbióloga.

Después de la Ciudadela Calderón Muñoz nos pasamos a vivir a los Apartamentos Corella, cerca de la Plaza Víquez, en un segundo piso, a 50 metros de la línea de tren. De allí nos pasamos 100 al sur de la Escuela Ricardo Jiménez, así más conocida. También tenía el nombre de Claudio González Rucavado, que era la sección de varones.

Antes de entrar a la escuela estuve en el kínder de la escuela García Flamenco, diagonal a la Clínica Bíblica. El primer intento de ingreso a la escuela fue en la Buenaventura Corrales, por influencia de mi tía Matilde. Estuve unas semanas. Era muy incómodo y difícil mi traslado. Lo correcto como sucedió es que entrara a la González Rucavado. Allí de primer a sexto con una sola maestra, Julieta Vives de Vargas, maravillosa ella en todo sentido.

Esa casa, al sur de la escuela, era la última de la calle. Seguían cafetales por todo los que hoy es el barrio San Cayetano. Allí vivíamos en familia con mi abuela Ofelia, y con Enid y Yara Astrid, sus hijas. A la par de la casa vivía la familia Beckles. Era una familia de negros, encantadora familia, lo que ayudó a no desarrollar sentimientos racistas. A una de mis tías le gustaba uno de los muchachos Beckles, sin pasar a más. En la esquina, frente a la escuela había una verdulería, que tenía metido un carretón parado, generalmente con un manteado, que servía para jugar escondido.

Después pasé a vivir brevemente cerca del cementerio general de San José, cuando mamá estudiaba en la universidad. Con nosotros vivió una compañera de sus estudios universitarios, Estéfana, buena mujer. Vivir a 100 metros del cementerio fue una gran aventura. Termina uno no teniéndole miedo a los lugares de enterramiento, y considerando el sitio casi como un espacio de juegos. Cuando había entierro, por las noches, la gran aventura, ir a asomarse para ver si se veían luces, fuegos fatuos, esos fuegos misteriosos, brillantes, que se producían por la descomposición de cadáveres, la combustión de gases y tumbas mal cerradas.

Después nos pasamos a vivir al Barrio Luján, la época de mi colegio, al final de la calle 21, 200 al sur de la Pulpería La Reforma. El final de calle terminaba donde hoy está la Clínica Carlos Durán. Esos eran puros potreros que se extendían por todo lo que hoy son los barrios Córdoba y Quesada Durán. Allí hice mi núcleo de amigos importantes de juventud y de aventuras en aquellos escenarios de potreros, de calle, cuando se podía jugar en las calles, y en el aserradero que había allí.

El Barrio Luján se abrió como el gran horizonte. Su extensión, para mí abarcaba desde el norte, desde avenida 10, la avenida San Martín hacia abajo, hasta los linderos del Barrio Vasconia. Desde el este hacia el oeste, desde la empresa dos Pinos, el Cerrito, sobre calle 21, hasta la Soda La Nave, sobre el Paseo de los Estudiantes. El barrio lo conocía en todas sus pulgadas. La barra de amigos así lo permitía.

Durante mis primeros 12 años mi relación con mi padre fue epistolar, de vez en cuando, y por medio de mi abuelita Carmen. Algunas veces, con grandes dificultades me imagino, enviaba algunos dólares. Están y tengo las copias de los recibos. Empezó a llenarse de hijos, seis, lo que le hacía más difícil hacer ahorros para enviar. Mi madre tampoco le pedía nada ni lo presionaba en ese sentido. Demasiado orgullosa y responsable en tratar de sacarme adelante, con las dificultades que también tenía.

De chiquitillo mi madre me leía prácticamente todos los días. Ella misma fue una gran lectora hasta los días de su muerte a los 82 años. Los libros de Carmen Lyra, de Fabian Dobles, los cuentos clásicos universales, los poemas de Arturo Montero, relatos y cuentos de autores latinoamericanos, Nicolás Guillén, José Martí, Pablo Neruda, César Vallejo, empezaron a formar parte de mi formación, junto con autores soviéticos, y de lo que se publicaba en Repertorio Americano. Mi abuela materna también tenía su librero.

En la lectura con mi madre hubo un Quijote para niños, en una edición muy linda que lamentablemente no conservé. Así empecé en los territorios de mis lecturas, de los libros. La casa siempre contó con un librero, que siempre crecía.

Durante la Junta de Gobierno la casa fue allanada varias veces. En una de ellas buscaban un polígrafo en el que se tiraban hojas contra La Junta. Nunca encontraron el polígrafo ni tampoco las hojas, que las ponían debajo del colchón de mi cuna, conmigo adentro. Curiosamente no la registraban como hacían con el resto de la casa. En otra ocasión, llegaron por la biblioteca de mis padres, que para su época era muy buena y rica en volúmenes. Incluso tenía la colección completa del periódico Trabajo, Semanario del Partido Comunista. Tengo la lista de los muchachos, universitarios, que llegaron a confiscar la biblioteca. Supimos después que había sido llevada a manos del padre Benjamín Núñez. Años después, siendo yo Decano de Ciencias Sociales, en la Universidad Nacional, y el padre Núñez, Rector, en una reunión que me citó por asuntos académicos, le conté lo de la Biblioteca de mis padres, diciéndole que habían dicho que a él se la habían llevado. Me respondió: “Eso dicen de mi biblioteca”. Con su hijo, Rodrigo Carreras, tiempo después, en su casa en Coronado, le repetí la historia, con ánimo de ver la Biblioteca y sus libros, si eso hubiera sido posible. Me dijo qué a la muerte del padre, y antes, él ya se había deshecho de su Biblioteca y libros, distribuyéndolos. De esa manera perdí el rastro de ese territorio de libros familiares.

Hasta finales de la década del 60, eran tiempos sin televisión. Era el tiempo de la radio y los periódicos, que no faltaban en la casa. Era tiempo de lectura. En mi caso más que obligada. Moralmente impuesta, por el esfuerzo de estudio que hacía mamá, desde el colegio nocturno y en la Universidad; sábados y domingos, ratos libres, leyendo o estudiando; leyéndome o invitándome a leer.

En la radio mi madre era seguidora de los programas de Adolfo Herrera García y de los radionoticieros. Mi madre, siempre procuraba estar informada de los distintos acontecimientos nacionales e internacionales. Así empecé a disfrutar esos programas y sus contenidos. Eran otros territorios, de formación intelectual, de información general… Nunca los he abandonado. Hoy contribuyo en algunos con participaciones que me solicitan.

Compartido con SURCOS por el autor.

La orquesta delictiva presidencial no es un choreco… Es un chorizo de antojos, chineos y cariñitos…

Vladimir de la Cruz

Lo que en derecho policial y penal se acepta, cuando se está ante un acto delictivo, en curso, o en proceso de ejecución, un robo, un crimen o asesinato, elaboración, o diseño de actos, que por su naturaleza pueden provocar un ilícito, o una cadena de ellos, es que quien se entera puede tratar de intervenir para prevenirlos o actuar con ese mismo propósito.

Una forma de actuación puede ser recabando pruebas, documentándolas, obviamente sin la autorización del presunto delincuente, malhechor, instigador, organizador o director del acto delictivo, o eventual actor directo o indirecto por complicidad manifiesta, o por constituirse de hecho en el autor intelectual del ilícito.

La ley regula de manera efectiva que los Tribunales de Justicia podrán autorizar el registro, el secuestro o el examen de cualquier documento privado, cuando sea absolutamente indispensable para esclarecer asuntos penales sometidos a su conocimiento.

Estos documentos privados entre otros pueden ser la correspondencia epistolar, por fax, télex, telemática o cualquier otro medio; los videos, los casetes, las cintas magnetofónicas, los discos, los disquetes, y cualquier otra forma de registrar información de carácter privado, utilizados con carácter representativo o declarativo, para ilustrar o comprobar algo.

Igualmente, el Juez cuando resulte indispensable para averiguar la verdad, podrá ordenar, de oficio, a petición de la autoridad policial a cargo de la investigación, del Ministerio Público o de alguna de las partes del proceso, el registro, el secuestro y el examen de cualquier documento privado, siempre que pueda servir como prueba indispensable de la comisión de alguna conducta delictiva.

Se anula este acto de decomiso cuando la autoridad lo realiza sin autorización de un Juez, para garantizar el no abuso de la autoridad represiva encargada de estos decomisos.

En las investigaciones policiales o judiciales los tribunales de justicia podrán autorizar la intervención de comunicaciones orales, escritas o de otro tipo, incluso las telecomunicaciones fijas, móviles, inalámbricas y digitales, cuando involucre, entre otros, el esclarecimiento de delitos como la corrupción agravada, la legitimación de capitales, los delitos de corrupción contra los deberes de la función pública como el cohecho impropio, cohecho propio, corrupción agravada, aceptación de dádiva por acto cumplido, corrupción de jueces, penalidad del corruptor, concusión, prevaricato, peculado, malversación, peculado y malversación de fondos privados, enriquecimiento ilícito, legislación o administración en provecho propio, sobreprecio irregular, tráfico de influencias, soborno transnacional, influencia en contra de la Hacienda Pública, fraude de ley en la función administrativa.

De esta lista de figuras delictivas no están exentos quienes ocupan cargos altos en la Administración Pública, desde el Presidente de la República para abajo.

Si un funcionario público es obligado, por su superior jerárquico, a realizar actos que considera que no debe hacerlos, puede abstenerse de ejecutarlos; o ejecutarlos salvando su responsabilidad; cuidando, hasta donde pueda su espalda.

La intervención de las comunicaciones orales o escritas se puede ordenar cuando pueda servir como prueba indispensable de la comisión de alguna de esas conductas delictivas, y otras establecidas en la Ley. Esto cuando se está ante el estudio o investigación de delitos. Pero, cuando de facto, el funcionario entiende que se está tramando, urdiendo, una planificación delictiva, ¿cómo debe proceder? ¿Informando a la autoridad judicial, cuando ya ha pasado la conversación, o las conversaciones a las que se le integra, sin poder coordinar con la autoridad competente, para que le permitan grabar una conversación donde se dan directrices, o se evidencia lo que se planifica en esos sentidos? ¿O, si tiene la posibilidad de grabar, hasta para salvar su propio “pellejo”, y lo hace, sin autorización y sin el consentimiento del “autor” o “director de la orquesta delictiva”, sabiendo que con ello evidencia el ilícito, que terminó materializándose?

Cuando el Juez ordena la intervención indica que se vele porque la intervención se realice de la manera menos gravosa para terceras personas no investigadas, es decir, que comprenda únicamente a los involucrados en la trama que se monta o ejecuta.

Lo que está servido en la mesa nacional, como gran banquete, es tratar de investigar a altas autoridades de gobierno, como es el caso que está sonando, que se está destapando, por las grabaciones que ha aportado, para el conocimiento público, la exministra de comunicación Patricia Navarro Molina, de actos que en su momento consideró que atentaban contra la Ley y la ética.

¿Qué es lo que se discute o debe discutirse? Se planeó un contrato por servicios de comunicación, utilizando fondos aportados por el Banco Centroamericano de Integración Económica, para diseñar aspectos de estrategia de comunicación del gobierno. Se dijo que los fondos debían llegar a nombre de la Ministra para poder justificar, ante el Banco, el destino de esos fondos. Simultáneamente a esto se establecía un contrato con una empresa para realizar esa estrategia comunicativa.

Uno de los objetivos de esa estrategia era ejercer el control total de la publicidad institucional, de las instituciones del Estado y del gobierno, centralizadas y descentralizadas.

El beneficiado directo de esa contratación había redactado los requisitos y términos de la contratación, que finalmente le fue adjudicada; aspectos que se habían elaborado con el asesor de imagen de mayor confianza del Presidente, y jefe político de uno de sus partidos políticos, que operan intelectualmente desde Zapote. La empresa le da un nocaut al gobierno.

De manera gerencial, el inquilino de Zapote exigía la ejecución de los trámites y de las directrices que había dado, teniendo los dineros el actual Ministro de Comunicación, para soltarlos. La ministra Patricia Navarro se sentía zarandeada; que estaba siendo usada para limpiar una mezcla de políticas o acciones que no le parecía compartir por razones legales y éticas. La tenían disminuida, poco valorada, usada, irrespetada, como cucaracha en bisagra.

De los elementos graves que han trascendido, por lo manifestado por la exministra Patricia Navarro, es que supuestamente el Presidente tiene información de jerarcas institucionales, que eran vigilados; que algunos “huelen a droga y a desviaciones”, de manera que si no juegan como el Presidente quiere los “decapita”. Incluso, dijo, que al efecto tenía “chanchitos” y “perritos” que realizaban esas tareas olfatorias. Se dijo, también, que funcionarios sufren el autoritarismo presidencial siendo hostigados y perseguidos por órdenes emanadas del Mandatario, por la presión existente alrededor del dinero para la publicidad.

También, se destacó, ¿o destapó?, que para el Presidente la democratización de la pauta publicitaria era torcer el brazo a los periodistas para que solo hablen bien de él. De hecho, el mandatario no acepta que ninguno de sus ministros y subalternos puedan tener más ranking publicitario, o reconocimiento, en encuestas, que él. De igual manera, ha ejercido presión para disminuir pauta publicitaria en empresas que el Presidente ha señalado, casi colocando “una pistola en la cabeza” de funcionarios estatales. La “decapitación”, manifestada por el presidente, se tradujo en una institución en que “rodarían cabezas si no se hacía lo que el Presidente quería”, respecto al traslado de una pauta publicitaria. A uno de los bancos estatales le anunció la posibilidad de “darle unos golpecitos si no se sometía a estas políticas publicitarias”.

Al estilo hitleriano el gobierno ha entendido qué si no controla la comunicación, la “propaganda” oficial, se desmorona ante el pueblo. Aun cuando el Presidente todavía tiene importantes índices de popularidad y aceptación, las encuestas vienen señalando esa caída, no por la mala o falta de propaganda oficial, sino porque la gente no está viendo nada de obra real del nuevo gobierno, contra el encarecimiento de la vida y de la canasta básica, contra el desempleo creciente, contra el aumento de la pobreza y de la pobreza extrema, contra el congelamiento de los salarios e ingresos, contra la inseguridad ciudadana, el sicariato, la lucha contra la corrupción, la lucha contra las drogas, ni por evitar que Costa Rica sea, en este momento, la bodega de droga más grande del continente, lo que puede generar sospechas si hay complicidades importantes y comprometidas de altas autoridades de Seguridad Pública, de la lucha contra las drogas y de la propia Casa Presidencial.

Si alguna persona, que sepa leer correctamente, duda del estilo autoritario, dictatorial, tiránico, casi fascista, entronizado en el Poder Ejecutivo, con la intención de aumentar por la fuerza las potestades del Poder Ejecutivo; de disminuir las capacidades legislativas y judiciales; de disminuir y acabar con el prestigio de estos Poderes de Estado, de anular las exclusividades y especificidades de sus funciones constitucionales, y asumirlas hasta donde el Presidente cree que puede hacerlo, lo que tiene que hacer es leer, despaciosamente, con serenidad, la información que esta semana se ha dado, en medios de comunicación escritos, sobre lo que se desprende de la valerosa actitud de la exministra Patricia Navarro, de dar a conocer toda la porquería, la inmundicia y suciedad que hay en la Casa de Gobierno.

La amenaza de llevar a la exministra Patricia Navarro y al periódico La Nación a los tribunales penales no tapa la realidad de lo denunciado, de lo evidenciado en las grabaciones, que son delitos graves contra la probidad pública. Nada de lo que dijo la exministra se ha dicho que sea falso. Los audios que han provocado el escándalo y la amenaza ante los tribunales no han sido desmentidos por los involucrados en ellos. Esto es lo que debe investigarse, los hechos de corrupción y tráfico de influencias evidenciados y puestos en conocimiento público.

Los que deben ir a la cárcel, si así fuera, son los que han cometido delitos contra los deberes de la función pública, qué es lo que está expuesto.

El Presidente Chaves si fuera consecuente debería premiar y garantizar la protección de la exministra denunciante de los actos de corrupción como planteaba en la ley que quiso tramitar en la Asamblea Legislativa.

Cada vez más se evidencia la existencia de una orquesta presidencial de músicos; una banda formada por un conjunto de intérpretes musicales desatinados.

No es un choreco lo que allí gobierna. Se ha puesto en evidencia que es un chorizo de antojos, chineos y cariñitos…O, mejor dicho, un gobierno de antojados, chineados y encariñados…con las mieles del Poder.

De seguir así, escándalo tras escándalo, acusación tras acusación, denuncia tras denuncia, todo relacionado con corrupción, el gobierno de Chaves entra en la recta final de su caída; se coloca en la curva del tobogán. En esa curva, puede llegar a una estrepitosa caída, en la cual las escasas luces de su gobierno, ya titiritan, y se irán apagando hasta provocar una oscuridad absoluta.

¿Estaré equivocado? Hoy apenas es 8, no 28 de diciembre.

De la memoria familiar… algunos retazos de los años de infancia y adolescencia, del San José y país que se ha ido…

Vladimir de la Cruz

Mi familia, como la de todos los costarricenses, se constituye por todo el conjunto de ascendientes y descendientes, como por las personas que de distinta manera tenemos o compartimos el vínculo de sangre, por esa escala, o por razones legales que permiten constituir núcleos familiares.

Mi familia inmediata está constituida por mi esposa, hijos e hija, nueras, nietos y nietas. Incluyo en esta inmediatez a mis tíos de parte de padre y madre, a los que ya no están y a los que aún viven, sus hijos, mis primos, y sus hijos. Ya no están conmigo mi padre y mi madre, ni mis abuelos, pero los tengo siempre presentes.

Mi familia paralela, mis hermanos de padre, sus parejas, todos muy distantes, en distintos países, sus hijos y nietos. Los hermanos y hermanas de mi esposa, sus esposas o esposos, sus hijos y sus nietos.

Hoy hay sistemas altamente desarrollados para investigar esos vínculos hacia arriba, los ascendientes, y hacia abajo, los descendientes. En ello ha contribuido el desarrollo de la ciencia, de la genética especialmente, que con precisión puede determinar la certeza de esa relación, así como la porcentualidad de vínculos genéticos con ancestros y personas, hasta de otros continentes. Hoy estos estudios incluyen vínculos raciales.

En la práctica, el conocimiento de la familia se da por la relación estrecha de sus miembros, por compartir entre ellos, la historia familiar, que es la tradición que se narra; por los vínculos con los ancestros más inmediatos que se recuerdan, padres, abuelos y bisabuelos, con quienes se convivió o se convive. También, con aquellos ancestros, que no se conocieron físicamente, pero que permanecen en la memoria de sus descendientes. Por ejemplo, mi bisabuelo materno Rafael Rodríguez Salas, y su esposa, Patricia Rodríguez Rodríguez, primos ambos, permanecen en la “memoria” de todos los descendientes de ese matrimonio, con una “presencia vital” enorme, como si todavía siguieran existiendo, cuando fallecieron antes de 1930. Igual me sucede con la rama paterna, cuando mi bisabuelo Gilberto Martínez, su esposa Matilde Iglesias, que la conocí y falleció cuando yo tenía unos 15 años; o mi abuelo Manuel de la Cruz, que soy el único de sus nietos que él conoció, del cual heredo su nombre, Manuel Vladimir, lo que era usual, y sigue siéndolo de repetir nombres de los ancestros en los hijos, y a veces en los nietos, que eran personajes cotidianos en la mesa de mi abuelita Carmen, donde igualmente mantenían esa “presencia vital”.

En el núcleo familiar materno, la raíz se extiende al padre de mi bisabuelo, el gran imaginero, escultor y pintor, ramonense del siglo XIX, Lico Rodríguez, Manuel Rodríguez Cruz. La familia Rodríguez descendiente de Lico se reconoce por todo lado. Hay una gran y fuerte relación emocional familiar, que no se ha roto ni debilitado. Igual sucede con los descendientes de Ramón Rodríguez Solórzano, el papá de mi bisabuela materna, Patricia, donde se mantiene una comunicación constante entre sus descendientes por varias generaciones, hasta hoy.

En ambas ramas familiares, cuando se hablaba o se habla de ellos, se les recuerda con enorme cariño, se les rememora en anécdotas que se vivieron con ellos, o que se les conocen, en la mesa de comida, que reunía a la familia, alrededor de las conversaciones de mesa y de familia, donde solo faltaba que se pusiera un plato para ellos.

Era importante en mi generación la mesa de la comida, al almuerzo o en la tarde con el café. En mi casa no se acostumbraba a cenar. Pero el momento de la comida era de reunión familiar, de conversación de los miembros de la casa que se hacían presentes. Mi abuela paterna había establecido una práctica de reunir los domingos a todos los que quisieran llegar a tomar café, lo que se convertía en una tertulia muy sabrosa, de intercambio de experiencias, de conocimientos de los retoños que ampliaban la familia y de fortalecimiento de lazos familiares. A la muerte de mi abuela Carmen, mi tía Matilde quiso mantener la tradición, pero ya no fue lo mismo. Algo hizo mi tío Enrique, con la celebración del Thanksgiving, casado con mi tía Donna, de origen norteamericano, que reunía, en esa fecha, a la familia y a sus principales amigos.

De mi abuelo materno, Jacobo, de su segundo matrimonio, viví experiencias parecidas cuando con mi madre lo iba a visitar a Heredia los domingos, generalmente a la hora de almuerzo. Su esposa, Rosario, de origen muy campesino, tenía igualmente una cuchara riquísima, conversadora de voz ronqueta, agradable, cariñosa, amorosa, con dichos campesinos a doquier. Su mesa era un centro de conversación familiar, de enriquecimiento de datos familiares, y de buena comida.

De la cocina de mi abuelita Ofelia recuerdo siempre como lavaba los berros, lechugas y repollos…y, otras cosas. En una olla con agua mezclaba unas gotas de permanganato, con precisión milimétrica de tiempo en el uso de esa agua morada, que luego la limpiaba en el tubo ordinario.

La cocina de mi abuelita Ofelia era espectacular. Su mano deliciosa. Su olla de carne con la cantidad de ingredientes que le ponía era de un sabor exquisito. La puesta en la mesa era curiosa. La servía de tal manera que daba la sensación de muchos platos por la forma de distribuir los alimentos. En platitos pequeños individualizaba lo que se iba a comer. Así, un platito para cada cosa, el arroz, los frijoles, los plátanos, el tomate, la zanahoria, la remolacha, la lechuga o el repollo, las papas, el chayote, el pedacillo de carne que se podía, de pollo, res, cerdo o pescado, muchas veces bacalao, no sé, ni recuerdo si era o no más barato. Igual con el desayuno, todo separado. No faltaba en la mesa de mi abuelita, especialmente en las tardes, un platito con aceite de oliva, con un poquito de sal, y el pan para mojarlo. De vez en cuando lo sigo practicando. El aceite de oliva también lo usaba para limpiarse la cara. Murió, a los 86 años, con un cutis que cualquier mujer se desearía.

En mi caso particular, tuve una especial relación con mis dos abuelitas, la paterna, Carmen, y la materna, Ofelia. Más con la materna, a quien cariñosamente le decía Ita. Mis dos abuelitas fueron pintoras. Ita fue discípula de Tomás Povedano. Su pobreza no le permitió desarrollarse en ese campo. Mis nietas, Elena especialmente, heredan esos genes artísticos, de ellas y de mi tatarabuelo Lico.

Con ellas conocí los ancestros, sus cualidades, su honradez, su honestidad, su condición de buenos trabajadores, sus sentimientos familiares, sus responsabilidades laborales, y cívicas, y ciudadanas como las de mi bisabuelo Rafael, masón, varias veces diputado, constituyente y Secretario de la Asamblea Nacional Constituyente de 1917, combatiente al lado de Julio Acosta, su gran amigo, contra la dictadura de Federico Tinoco. O, de mis bisabuelos y abuelos paternos trabajando en las Juntas de los Abangares, contribuyendo de manera importante a la declaratoria de cantón de esa región.

En ambos lados, el paterno y el materno, había raíces extranjeras, de migrantes. Mis bisabuelos y abuelo paternos venían de Colombia. Mi bisabuelo Gilberto Martínez, luchador liberal, en la Guerra de los Mil Días, a finales del siglo XIX; preso tres años por esos combates pudo salir hacia Panamá, cuando aún pertenecía a Colombia, y desde allí hasta afincarse en Los Abangares. El fue quien se trajo a su amigo Manuel de la Cruz, que terminó casándose con una de sus hijas, mi abuela Carmen, llevándole 30 años. Por el lado de mi madre, el bisabuelo Adolfo de Lemos, originario de República Dominicana, el primer dominicano que llegó al país, afincado en la región de Orotina, fue determinante también para la gestación de ese cantón. Era liberal, luchador de la causa libertaria de José Martí, miembro de una de las secciones, del Partido Revolucionario Cubano que existía en Costa Rica.

Esta condición migratoria de parte de mis ascendientes, bisabuelos o abuelos, me educó en la familia, en el respeto hacia los migrantes o inmigrantes, unos forzados, mi bisabuelo paterno; el otro, por voluntad y búsqueda de mejores opciones para su vida, el materno. Fueron migrantes por la traslación que hicieron, e inmigrantes por la intención que materializaron de establecerse en Costa Rica. De esta forma se me educó en el respeto a los migrantes y emigrantes, en la solidaridad y apoyo que había que darles, cuando se solicitaba.

Cuando se trataba de la historia de la familia lo importante que se destacaba era el valor de cada uno de los “viejos” ancestros. Sus valores se educaban en el respeto que había que tener por las “otras” familias, sus ascendientes y descendientes. Si mi familia valía, la del vecino también. Y, así con el conjunto de las familias. La esencia de la enseñanza recibida y formada, de esa manera, era que todas las familias costarricenses valían. Si las familias costarricenses valían, lo mejor de Costa Rica éramos los costarricenses, sus ciudadanos, con sus familias. Así fui educado en este aspecto, que sigo afirmando y defendiendo.

La solidaridad familiar con otras familias la viví de escolar y colegial, en casa de mi abuelita Ofelia. Tenía una casita modesta, regalada por su querida hermana Angela, al frente de la que alquilaban, por separado, mi madre y mi tía Enid. Por el trabajo y estudio, de mi madre, en las décadas de 1950 y 1960, yo pasaba el mayor tiempo del día con mi abuelita. Al fondo de su casa, al final de la calle 21, cuando todavía no existía la Clínica Carlos Durán, había un pequeño patio, donde tenía una pequeña huerta, con productos básicos para todos los días. A la par de su casa, la otra familia tenía igual, un pequeño patio también con otra huerta. Con frecuencia había intercambio o “préstamos” de productos del patio, que se pagaban con otros productos.

Usual era en esos años un lechero que pasaba con sus tarros ofreciendo la leche fresca. Un panadero al que se le ponía una bolsa para que dejara el pan, colgado al pie de la puerta, incluso con el dinero de su costo, y si había que dejar “vuelto”; “vuelto” se dejaba. De vez en cuando, pasaba un vendedor de huevos de tortuga que siempre le llevaba a mi abuelita su pedido. Y no faltaba tampoco el vendedor de chances y lotería. De ocasión pasaba algún “polaco” ofreciendo sus mercancías, siempre bien educados, con sus maletas y ventas al crédito si fuera del caso. En el barrio también estaba el pulpero, con su libreta de venta fiada, en la cual el pulpero apuntaba, y no se discutía ni analizaba lo que se pactaba en venta y se anotaba. Si se iba a comprar al contado, pagando con una moneda de 5 o 10 céntimos, se podían comprar algunas cosas y de paso el pulpero nos daba de “feria” un puñito de confites minúsculos, que se convertía en el gancho para ir a hacer esos mandados.

La calle del barrio, en ese final del Barrio Luján, junto con los potreros que se extendían sobre lo que hoy es Barrio Córdoba y parte de Quesada Durán, eran el sitio de juegos natural y seguro. Todos los juegos de calle imaginables, trompos, puros, yoyo, futbol, rayuela, escondido, aprovechando solares vacíos o las tucas del aserradero, que quedaba casi colindante con la casa de mi abuelita, o el cerrito que se levantaba detrás de nuestras casas, aprovechado para irlo a bajar sentados en cartones o en tablas. Al pie del cerrito un riachuelo, con aguas claras, que además de olominas, de todos los colores que uno podía imaginar, tenía guapotes, bobos y otros peces que se podían pescar.

En ese barrio, esa calle 21, y la alterna, al otro lado de la casa de mi abuelita, había cierta concentración de calderonistas, calderocomunistas, comunistas y excombatientes del 48, reunidos allí desde los años 40s. También había figueristas. Nunca, que yo recuerde hubo distanciamiento de las familias y de los hijos de las familias que jugábamos sin distingos políticos. Vivíamos con conocimiento de quién era quién, pero sin prejuicios ni temores. Eso nos enseñó a ser tolerantes y respetuosos. También cuidadosos de lo que podíamos decir. Había todavía cierta represión política y social. Por ejemplo, mi madre cuando iba a pie a su trabajo, a veces se encontraba con un familiar político, casado con una prima de mi padre, que era liberacionista, y él siempre la saludaba… “adiós Comisaria”. Harta mi madre de ese saludo, de acera a acera, un día le respondió “adiós Camarada” …y hasta ahí llegó el saludo del primo…

Yo vivía “encima”, en un segundo piso, de una Familia, los Zavaleta Estrada, que era como otra familia para mí. Familia culta, una maestra Azhiyadé, y un periodista, Antonio. Sus hijos mis grandes amigos. Jorge, uno de sus hijos, fue mi gran par en lecturas, competíamos leyendo a Zane Gray, Salgari o Verne. Sus hermanas, mayores que nosotros, eran estudiantes del Colegio Señoritas. Su padre amante de la música clásica y de las óperas, asiduo escucha de Radio Universidad los sábados, nos metió en ese gusto. El hijo de su trabajadora doméstica, adolescente también, Rafael, era parte de ese grupo especial de amigos del barrio, situación que nos enseñaba a respetar a las trabajadoras domésticas y a sus hijos, y con ella a todo trabajador.

Hoy nos cuesta pintar este ambiente que nos tocó vivir a muchas personas, que hoy seguramente superan los 60 años. Yo me acerco a los 80. Lo revivo y cuando puedo se los recuerdo a mis nietos.

Sigo pensando que la reunión familiar alrededor de la mesa sigue siendo una gran oportunidad para este encuentro con la Familia, con sus raíces, sus tradiciones e historias.

Hay otras familias a las que pertenecemos, la del barrio, con los vecinos, cuando eso se desarrolla. Ahora más difícil. En algunos complejos condominales, cuando hay niños pequeños, en edad especialmente preescolar, se pueden vivir experiencias familiares fuertes de convivencia alrededor de los pequeños. Las he visto con algunos de mis nietos.

Con las escuelas y colegios se desarrollan las familias de los padres con sus hijos en lo que les es común. Del colegio a veces desarrollamos vínculos que se mantienen mientras vivimos. Algunos de esos vínculos son a muerte. Lo he visto con los amigos de mis hijos. Son relaciones muy consolidadas. Tienen relaciones de amistad como si fueran hermandades. Con mis compañeros de colegio mantenemos una estrechísima relación familiar colegial.

Estas familias, estos grupos sociales, que son como hermandades, también se dan en el campo de las actividades artísticas y culturales, donde igualmente se producen grupos con mucha cohesión social.

Hay una familia muy particular, la de los Masones, en la cual sus miembros se reconocen como Queridos Hermanos, y de ello se proyecta el trato correspondiente hacia sus esposas e hijos.

Con las distintas profesiones se desarrollan grupos que actúan como familias de miembros de esas profesiones, médicos, abogados, odontólogos, ingenieros.

Están las familias de trabajadores en las oficinas donde laboran y desarrollan prácticas sociales de esta naturaleza.

Está la familia religiosa, la que se construye compartiendo intereses comunes, alrededor de una práctica o identificación religiosa.

Están las familias sociales que se construyen con las personas que comparten intereses sociales comunes, prácticas de gimnasios, prácticas deportivas en general.

He visto grupos, en que he participado que, como familias, se reúnen alrededor de una gran mesa, a compartir inquietudes intelectuales, culturales y de lectura.

Están las familias deportivas, que alrededor de sus amores deportivos y sus fanatismos desarrollan lazos muy fuertes, alrededor del deporte o de los equipos de sus preferencias.

Están, que no pueden faltar, las familias que se agrupan por afinidades políticas. Son más complejas. Pueden ser sólidas como frágiles. Generalmente, alrededor de un político, de un partido político, o de un gobierno.

En las familias deportivas y en las políticas las relaciones emocionales pueden ser más tensas, fuetes, dramáticas.

En todas las familias hay distancias y cercanías. La amistad, el cariño, el afecto, la confianza, el respeto y la tolerancia, de sus miembros igualmente se da en la distancia como en las cercanías, si se han dado los lazos sólidos de esa relación familiar.

Incluso se dan, como parte de estas experiencias familiares, las relaciones más íntimas, por su cercanía y confianza, con amigos o amigas, que son como los “hermanos del alma” de las personas, de absoluta confianza y fidelidad, como los mismos hermanos de carne y sangre, para decirlo de esa manera.

De estas experiencias señaladas me ocuparé en otra ocasión.

El cultivo de la memoria familiar, su rescate, nos permite entender mejor el conjunto social que vivimos, donde cada uno de nosotros aporta al conjunto social; nos prepara para comprender la complejidad del mundo que vivimos y nos puede preparar para construir un mundo mejor.

La Abolición del Ejército de Costa Rica nos sirve de exaltación política, para mostrar el desarrollo de una Democracia sólida y civilista

(Intervención de Vladimir de la Cruz, en el acto oficial del Banco Central de Costa Rica, conmemorativo del 75 aniversario de la Abolición del Ejército, y de la presentación de la moneda coleccionable de ¢500, que destaca este hecho histórico, realizado el auditorio del edificio de los Órganos de Desconcentración Máxima, del BCCR, el jueves 30 de noviembre del 2023)

Ciudadanos presentes

En nuestra Historia Nacional tuvimos cuerpos militares desde la época colonial, que actuaron en el Virreinato de Nueva España, en la Capitanía General de Guatemala, administración territorial a la que pertenecimos, y en la propia Provincia de Costa Rica.

Al declarar la Independencia Nacional no tuvimos que desarrollar un contingente militar, un ejército revolucionario libertador, porque no hubo necesidad de derrotar un ejército militar colonial, como sucedió en otras partes del continente, y en el propio Virreinato de Nueva España, donde hubo enfrentamientos militares de este tipo, por mantener la dominación colonial y por liberarse de ella.

La lucha por la Independencia concentró, en los centros virreinales, las tropas y milicias coloniales. España había reforzado sus contingentes militares desde 1762, por la necesidad de mejorar las defensas de sus territorios de los piratas, corsarios y bucaneros, de los reinos europeos, que se volcaban sobre el continente, y, para enfrentar las contradicciones que se producían entre criollos y peninsulares, entre productores y autoridades coloniales y las insurrecciones indígenas.

Milicias coloniales las tuvimos en Matina, San José, Cartago, Heredia y Alajuela.

En la noche del 28 al 29 de octubre de 1821, cuando se encontraban en Cartago los delegados que discutirían y aprobarían la Declaración de Independencia de Costa Rica, en Cartago, la capital colonial de entonces, el firmante del Acta de Independencia, José Santos Lombardo, desarmó a la Autoridad colonial, al coronel, gobernador Juan Manuel de Cañas. Con aquel acto impidió que el gobernador, pudiera actuar contra la decisión que se tomaría ese glorioso 29 de octubre, a la vez que tomaba las armas para defender, si así hubiera sido necesario la Independencia que se declaró ese día.

Constituido el primer gobierno provisorio y durante el período de las Juntas de gobierno, de 1821 a 1823, se atendieron aspectos relacionados con la materia militar.

Durante el Estado de Costa Rica, 1824-1848, se desarrollaron cuerpos milicianos y militares, se reglamentó su organización militar, y se estableció, en el gobierno de Juan Mora Fernández, nuestro primer Jefe de Estado, una limitación a los militares cuando se les eliminó el Fuero Militar para los que cometieran delitos comunes, y se les subordinó a los alcaldes, imponiéndoseles una autoridad superior civil.

La incorporación a la República Federal de Centroamérica nos impuso participar de los gastos del Ejército Federal y de aportar soldados, una carga pesada para las finanzas nacionales, y una situación que demostró, cuando se produjo la usurpación colombiana de los territorios de Bocas del Toro, que perdimos, la innecesaria presencia en la República Federal, de la que nos retiramos en 1838.

En 1834 se prohibió que los militares pudieran participar en puestos de elección públicos en el Poder Estatal central y en el Poder Municipal.

Con Braulio Carrillo el Ejército se reorganiza, al tiempo que abole las Ordenanzas militares que todavía estaban vigentes de la época de Carlos III. Con Carrillo se crearon las rondas policiales, las Juntas de Orden Público, batallones integrados por compañías, se estimuló a los militares con mejoras salariales y nuevas armas, desarrollando un nuevo concepto de Ejército.

Con la llegada de Francisco Morazán, 1842, las estructuras militares se fortalecieron. Hacia 1846 se desarrollaron las guarniciones militares de San José, Cartago, Alajuela, Heredia, y batallones en las ciudades.

A partir de la Constitución de 1844 apareció el concepto de Ministerio de Guerra y de Guerra y Marina, combinado con el ejercicio de otras carteras.

En época del Gran Presidente Juan Rafael Mora Porras se fortalece, nuevamente, el control civil sobre lo militar. A las Fuerzas Armadas se les somete a obediencia y a no deliberar. El Ejército pasó a legitimar el Estado, a brindarle lealtad al Poder Central. El Poder Ejecutivo tenía la facultad de otorgar los ascensos militares. El ejército no desarrolló caudillos militares.

Los nuevos cuarteles, el de la Artillería en San José, los contingentes militares en Alajuela y Heredia sirvieron para reorganizar el Ejército, para lo que se había traído al militar polaco Fernando von Salisch, para servir de instructor de alta preparación de las fuerzas militares para lo cual se creó una Academia Militar.

La preparación nacional para un eventual conflicto con Nicaragua, que disputaba los territorios del Partido de Nicoya, y para enfrentar a los filibusteros que se habían establecido en Nicaragua, amenazando la libertad, la independencia y la soberanía de los pueblos centroamericanos, llevó a Juan Rafael Mora a liderar la guerra contra esa presencia extranjera, durante la Guerra Nacional Centroamericana de 1856 y 1857.

De esta guerra salió fortalecido el Ejército, que por su masividad popular le imprimió un carácter nacional y libertador, con un alto grado moral. De ella surgieron, en la conciencia popular y nacional, héroes de batallas, héroes nacionales, mártires, y sus gestas y batallas se inmortalizaron.

Las contradicciones políticas al terminar la guerra contra los filibusteros se agudizaron provocando el golpe de Estado contra Juan Rafael Mora en 1859, obligándolo a salir hacia El Salvador. De allí regresó en 1860 intentando recuperar el poder. En Puntarenas, derrotado, se entregó sacrificando su vida para salvar la de sus acompañantes. Fue fusilado el 30 de setiembre, y el 2 de octubre, igualmente, lo fue el General José María Cañas, cometiéndose un crimen, un asesinato de Estado, que no ha sido reparado con el Funeral de Estado que se les debe a estos héroes nacionales.

La década de 1859-1868 fue oscura, y de fortalecimiento del Ejército, con un papel importante tras el poder político, de los militares Lorenzo Salazar y Máximo Blanco.

El 10 de diciembre de 1868, el Dr. Eusebio Figueroa, Ministro de Guerra, destituyó a esos militares, reorganizó las comandancias y restableció el poder civil sobre lo militar.

Con la llegada del General Tomás Guardia y su Código Militar de 1871 se fortaleció esta dependencia de lo político sobre lo militar, aspecto que se llevó a la Constitución Política de 1871, que llegó hasta 1948.

En 1878, ante una eventual guerra con Guatemala fortalecimos el Ejército, adquiriendo barcos de guerra y creando el Almirantazgo de Marina.

Las décadas liberales desde 1870 hasta 1890 fortalecieron lo civil sobre lo militar y el aparato educativo. En 1869 el presidente Jesús Jiménez Zamora estableció la educación primaria gratuita, obligatoria y costeada por el Estado. Con las reformas educativas, de Mauro Fernández, en la década de 1880 se fortaleció la educación pública secundaria, se reguló el régimen de pensiones de los militares sometido al Ministerio de Hacienda, y en 1889 se contrató al general Aristides Romain, de origen belga, especialista en artillería, para la asesoría militar, iniciándose la preparación de oficiales nacionales en el extranjero.

Ante un levantamiento militar, en 1902, se dispuso, en el gobierno de Ascensión Esquivel, eliminar del Escudo Nacional los dos cañones, como símbolo militar, que tenía en su base.

Durante la administración de Alfredo González Flores, se impulsó por parte de los Estados Unidos, en América Latina una modernización de los viejos ejércitos del siglo XIX, impulsando la creación de las llamadas guardias nacionales y guardias civiles en sustitución de estos ejércitos. Alfredo González se opuso a la creación de una guardia civil, alternativa a la institucionalidad militar existente.

Con el golpe de estado de Federico Tinoco, 1917, el Ejército se fortaleció. A su caída, igualmente cayó la institución militar, también desprestigiada, que en adelante hasta 1948 se fue desgastando de manera que en la década de 1940-1948 el Ejército era una institución muy debilitada. No jugó ningún papel relevante en los sucesos armados de marzo y abril de 1948.

De la guerra con Panamá, en 1921, se le cambió de nombre al Ministerio de Guerra y Marina, en 1923, por el de Seguridad Pública.

En las décadas de 1920, 1930 y 1940 se fortaleció más el gasto público en educación que del Ejército y de Seguridad.

La década de 1940-1948 fue tensa en muchos sentidos. La II Guerra Mundial, su impacto en la economía nacional, las medidas que hubo que tomar, de la declaratoria de guerra al eje nazi fascista, del surgimiento de nuevas fuerzas políticas, socialdemócratas; por las alianzas políticas que se realizaron, alrededor de las Garantías Sociales y el Código de Trabajo, hicieron que en 1947 los diputados Fernando Volio Sancho y Fernando Lara Bustamante propusieran eliminar el Ejército suspendiendo partidas de armas del presupuesto nacional.

Los gobiernos de Rafael Ángel Calderón Guardia y Teodoro Picado, de 1944 y 1948 impugnados por fraude electoral, y la nulidad de la presidencia de Otilio Ulate en las elecciones de 1948, produjeron el alzamiento militar de José Figueres para hacer respetar ese resultado.

Del 12 de marzo al 17 de abril se llevaron a cabo enfrentamientos militares en todo el país. Figueres tenía contralada la situación y el territorio. En las conversaciones de Ochomogo y en el Pacto de la Embajada de México se le puso fin al conflicto y se preparó la entrega del gobierno a Otilio Ulate.

El 1 de mayo de 1948 José Figueres se impuso a Ulate con el Pacto Ulate Figueres asumiendo el gobierno por 18 meses a partir del 8 de mayo.

Al asumir Figueres el gobierno, y constituir la Junta Fundadora de la Segunda República, el 8 de mayo, suspendió la Constitución Política de 1871, y con ella le quitó el sustento legal y constitucional a la existencia del Ejército Nacional. Figueres tenía su Ejército, con el que había realizado la guerra civil, apoyado por un pequeño contingente militar extranjero, la Legión Caribe.

En el seno de la Junta de Gobierno su Ministro de Seguridad, Edgar Cardona había propuesto la eliminación del Ejército constitucional.

La Junta Fundadora de la Segunda República, dispuso, el 11 de octubre de 1948 en la resolución N° 749 «suprimir el ejército como institución permanente, confiándose la defensa del orden y la seguridad interna a las fuerzas regulares de la Policía Nacional, hoy denominada Guardia Civil», después de considerar el estado desastroso en que se encontraba y en virtud de tener su propia fuerza militar.

El 25 de noviembre de 1948 Junta Fundadora de la Segunda República había aceptado la idea de abolir el Ejército.

El 27 de noviembre inició la desmovilización de la Legión Caribe.

El 1 de diciembre de 1948 la Junta Fundadora de la Segunda República tomó la decisión de entregar el Cuartel Bella Vista a la Universidad de Costa Rica para impulsar el Museo Nacional.

En ese acto se señaló la importancia de fortalecer la educación, y se asoció esa fecha, con la ceremonia oficial que se hizo, como la de disolución del Ejército, o la de su abolición.

En este acto hablaron José Figueres, Uladislao Gámez, Ministro de Educación y Edgar Cardona, Ministro de Seguridad, quien en el seno de la Junta Fundadora de la Segunda República, había hecho la propuesta de su abolición, y así se le reconoció ese día.

El 1 de diciembre en el acto de la entrega del Cuartel a la Universidad se afirmó: “La época de los cuarteles había quedado para la Historia. Inicia la época de las escuelas, colegios, universidades y museos”

Cuando se integra la Asamblea Nacional Constituyente, el 3 de febrero de 1949, se hace el anuncio de querer abolir el ejército, y así se propone en el Proyecto de Constitución Política que la Junta entrega a la Asamblea Nacional Constituyente.

Así se había sembrado la semilla de la abolición en los diputados constituyentes.

El 4 de julio de 1949 los diputados constituyentes Ricardo Esquivel Fernández, Juan Trejos Quirós y Enrique Montiel propusieron suprimir el Ejército, tema que se volvió a discutir el 18 de octubre y finalmente el 31 de octubre de 1949, cuando la Asamblea Nacional Constituyente aprobó el artículo constitucional que establecía la disolución o Abolición del Ejército como institución permanente, confiando la defensa a la Policía Nacional o Guardia Civil.

Finalmente, el 7 de noviembre de 1949 se aprobó íntegramente la Constitución Política que estableció esta abolición.

En el gobierno de Luis Alberto Monge, 1982-1986, se estableció la Neutralidad Perpetua, Activa y no Armada de Costa Rica, como política de Estado, considerada como la culminación del proceso de desarme unilateral y voluntario iniciado por Costa Rica en 1949, con la proscripción del Ejército.

En el gobierno de Oscar Arias Sánchez, 1986-1990, se declaró el 1 de diciembre como Día de la Abolición del Ejército, y en este Gobierno, bajo su impulso y el de su Ministro de Gobernación, Rolando Ramírez Paniagua, se le eliminó a la Fuerza Pública el uso de rangos militares de Ejército, en su estructura administrativa, en su escalafón y en sus uniformes, y símbolos de distinción.

De nuevo se restablecieron en el Gobierno de Rafael Ángel Calderón Fournier, 1990-1994 y nuevamente fueron suprimidos en el Gobierno de Miguel Ángel Rodríguez, 1998-2002.

Sumemos, a todo esto, el hecho de que los Jefes de Estado y Presidentes de la República han sido principalmente educadores, abogados, economistas y civiles, excepcionalmente algunos militares; de que prácticamente desde 1849 hasta hoy han habido gobiernos alternos cada 4 años, con un Estado de Derecho constituido desde 1824, cuando se crearon los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, que le dieron al país y al pueblo costarricense las bases de una cultura civilista, no militarista, e impusieron una conducta gubernativa de respetar la independencia, autonomía y exclusividad de las funciones de los poderes públicos, y de sometimiento de los gobernantes a los mandatos legales y constitucionales de su ejercicio presidencial.

Recientemente, han surgido voces que proponen restablecer el ejército bajo el pretexto de la lucha contra las drogas y la narco-mafia entronizada en las estructuras institucionales. Esto hay que combatirlo, condenarlo y evitarlo.

En ninguna parte del mundo, ni de América Latina, los ejércitos tienen esa función. Al contrario, cuando han justificado su participación en esa lucha se han convertido en las fuerzas armadas de esas organizaciones delictivas, han constituido sus propios carteles militares vinculados al negocio y comercialización de las drogas, y a la entronización de la narco-mafia militar en las estructuras de la organización política del Estado y de la institucionalidad pública, provocando mayor temor e inseguridad ciudadana.

Que el acto que nos reúne, de la Presentación de la moneda conmemorativa del 75 aniversario de la Abolición del Ejército de Costa Rica, nos sirva como exaltación política, para mostrar el desarrollo de una Democracia sólida, civilista, ejemplo de mundo, que nos legó el General José Figueres Ferrer, que tuvo la capacidad y la visión de disolver el Ejército Nacional, de sacar del país, la Legión Caribe, los militares extranjeros que le ayudaron en la Guerra Civil, y de disolver su propio Ejército de Liberación Nacional.

Han sido 75 años en que ninguna familia ha sufrido el temor y la angustia de tener un hijo enlistado en el Ejército; 75 años en que ninguna familia ha sufrido la pérdida de un hijo por participar en guerras, muchas artificialmente hechas, que nos son ajenas.

¿Está descontrolado mentalmente el Presidente?

Vladimir de la Cruz

Las Sesiones Extraordinarias de la Asamblea Legislativa constituyen el período de seis meses, dividido en dos trimestres, en las cuales la Asamblea Legislativa solamente conoce, para su trámite de leyes, los Proyectos de Ley que el Poder de Ejecutivo envía para su conocimiento y eventual aprobación.

Desde el año 2022 esta división trimestral se estableció, empezando el Poder Ejecutivo en los meses de mayo, junio y julio; realizando su segunda jornada de Sesiones Extraordinarias, en los meses de noviembre, diciembre y enero. Por su parte, los diputados pueden presentar sus proyectos en las Sesiones Ordinarias que comprenden los meses de febrero, marzo y abril, y en su segunda parte de sesiones, agosto, setiembre y octubre.

Esta nueva formulación del trabajo legislativo se pensó para favorecer al nuevo gobierno, cualquiera que fuera, que en este caso le correspondió al actual inquilino de la Casa Presidencial de Zapote, para que inmediatamente después de las elecciones, al quedar electo, pudiera impulsar sus proyectos de ley, para que pudiera materializar sus ofertas de la campaña electoral, de la que salió electo, y pudiera canalizar legislativamente sus Proyectos de Ley estrella, los que guiarían su gestión desde sus primeros días de gobierno, los que marcarían la ruta y derroteros de lo que sería el nuevo gobierno.

La idea y la filosofía de este cambio, era también para poder satisfacer mejor a los votantes respecto a lo que se les ofrecía electoralmente, para tratar de recuperar la confianza en los electores, en los grupos políticos que llegan a la Casa de Gobierno y para que gobierno y electores pudieran armonizar mejor la representación de su mandato presidencial.

Con el sistema anterior las Sesiones legislativas empezaban en mayo, junio y julio, con Ordinarias, que estaban en manos de los diputados. Después se le daba un mes de Sesiones Extraordinarias en agosto al Poder Ejecutivo y luego venían los meses de setiembre, octubre y noviembre, de nuevo para los diputados, para cerrar con cinco meses, desde diciembre hasta abril para el Ejecutivo.

Con este sistema anterior, todos los presidentes y sus partidos gobernantes, se veían imposibilitados de impulsar proyectos de ley asociados a su campaña electoral y a sus promesas a los electores; situación que redundó históricamente en ir acumulando una frustración, un desengaño, un incumplimiento de promesas electorales, en un ataque a la Política, a los políticos, a los partidos políticos, a la misma Democracia como sistema político, y en la alta tasa de abstencionismo que se fue dando de manera acumulada, provocando también presidentes ocasionales, como los que se fueron dando en el 2014, 2018 y en el momento actual, a partir del 2022, donde irrumpió de manera más nítida una figura desconocida políticamente, improvisada, desconocedora de la Historia Nacional, de la Historia política y electoral costarricense, ignorante total de lo que es la división política de los Poderes del Estado, de entender que esos poderes públicos son exclusivos en sus funciones, que están claramente establecidas en la Constitución Política, que tienen funciones indelegables a los otros poderes o a cualquier otra instancia púbica.

En ambos sistemas, de sesiones legislativas, el presidente se encuentra que el Presupuesto Nacional que tiene al asumir el mandato, fue establecido en noviembre del año anterior a su llegada a Zapote, y que responde para todos los efectos al diseño de gestión de obra institucional del gobierno anterior, y que no puede hacer más que administrar y ejecutar ese Presupuesto Nacional como está establecido, lo que constituye una camisa de fuerza para iniciar un gobierno. Esta situación también golpea el incumplimiento de un Gobierno que inicia, porque literalmente no tiene dinero para actuar. Lo más que puede hacer es algunas reformas a las partidas del Presupuesto Nacional para redireccionar fondos públicos. Así las cosas, el verdadero año presupuestario de un gobierno es el segundo, cuando al terminar el año de su elección, en noviembre se aprueba el Presupuesto del año siguiente. Así sucedió en noviembre del año 2022 que se aprobó el Presupuesto del año 2023, que es el primer año real del presidente Rodrigo Chaves.

De esta manera, este año 2023 se supone que el Presupuesto Nacional está acorde con las políticas y directrices de gobierno, hacia el futuro de la gestión, qué el presidente quiere impulsar en lo que le queda de ejercicio presidencial.

En el año 2022, en mayo, el presidente no tenía nada listo, nada preparado, ni un solo Proyecto de Ley que presentar a los diputados, lo que paralizó la Asamblea Legislativa unos días, porque en Sesiones Extraordinarias, si el presidente no envía Proyectos de Ley, la Asamblea Legislativa y los diputados no trabajan, porque solo el presidente puede poner proyectos en discusión.

Está claro que este Presidente, no conoce nada de cómo funciona la Administración Pública; que no tiene idea de lo que es la división de poderes y el Estado de Derecho que debe respetar; que quiere gobernar violando la Constitución y las Leyes, que encuentran defensa en la Sala Constitucional, la Procuraduría General de la República, en la Contraloría General de la República, en las distintas Defensorías de los Habitantes, y en los propios ciudadanos y diputados que pueden interponer acciones de inconstitucionalidad ante los actos que ilegal e inconstitucionalmente pueda realizar el presidente.

En el ejercicio de Gobierno del actual inquilino de Zapote se puede apreciar su incapacidad, cada vez más pública y manifiesta, para gobernar una institucionalidad total estatal. Las destituciones y renuncias de ministros, viceministros, altos funcionarios de las instituciones y de sus juntas directivas, a razón de uno cada 13 días en promedio desde que llegó a dirigir la Casa Presidencial, son apenas la punta del iceberg político en que está parado.

Con esta situación no puede haber plan de gobierno, acciones de gobierno, políticas de gobierno que puedan ejecutarse de conformidad a una ruta, a un camino trazado, porque en apariencia falla el funcionario renunciado o destituido; falla el que lo sustituye porque no puede darle continuidad a lo que el anterior venía o trataba de realizar y hacer, porque el mismo sustituto se ve con las manos amarradas ante su Presidente que, usando a ese funcionario público, como se utilizaban las máscaras en el Teatro griego, es quien actúa limitadamente.

El derecho supremo, y orgásmico, que tienen los funcionarios cercanos que rodean al mandatario es, como me han dicho, aplaudirle en las sesiones del Consejo de Gobierno algunas de sus intervenciones, porque nadie puede brillar más que él, ni nadie puede tener un ascendiente público superior por ejercicio del cargo en imagen pública que la que tiene el presidente, en su propia percepción.

El equipo de Gobierno actual está como un barco a la deriva, sin quilla, sin velas, sin timón, sin brújula, sin astrolabio, ni sextante, sin remeros y sin Capitán, por lo que el Barco de la Patria, en manos de este conductor, no tiene orientación; y, quien está a cargo del buque nacional no tiene idea de hacia dónde dirigir el país, carece de astros que lo guíen, qué le den hora y latitud de dónde se encuentra, sin poder ver el Sol. La quilla de este barco apenas sostiene el armazón institucional del gobierno. Las corrientes de aire político que podrían ayudarle a dirigir el barco no tienen velas náuticas qué empujar, porque el supuesto Capitán las ha arriado, las ha bajado; sintiéndose como un Dios todopoderoso quien cree que con dar órdenes, fijar plazos, metas y pedir cuentas, como se hace en algunas empresas, se maneja un país de leyes y de equilibrios institucionales.

Lo que le sobra al Presidente es su soberbia y su arrogancia; su sentimiento de superioridad y hasta de sentirse en posición privilegiada sobre las demás personas; su altivez manifestada en la forma como trata despreciativamente a sus propios subalternos inmediatos, cómo los exhibe en las mesas de prensa que realiza, con el tono frío y distante de cómo los trata a ellos, a periodistas, a los diputados y miembros de los Supremos Poderes; su vanidad que no puede ocultar de sentirse sobrestimado y admirado por los méritos que él cree tener de más. Pero, sobre todo, lo que exalta es su prepotencia; sentirse no solo superior o más grande que otras personas, sino alardear con el poder que deriva de solio presidencial, qué como el Vaticano, en Zapote, se siente el Papá de todos…porque sabe ejecutar estos atributos abusivamente, intimidantemente, autoritariamente.

Uno de los actos sublimes, extraordinariamente bello, de gran emoción lo realizó el presidente Rodrigo Chaves el pasado miércoles, cuando en su mesa de prensa, despotricó, habló sin ninguna consideración ni medida, criticando y casi insultando a los diputados; diciendo tonterías y barbaridades, donde evidenciaba no tener conectada su lengua con su cerebro, donde se le veía y oía actuar de nuevo con su brutalidad y violencia a boca de jarro. Sinceramente, parecía desquiciado, perdiendo su seguridad, su cordura, su serenidad; mostrando su trastorno mental ocasionado porque los diputados, con todo su derecho parlamentario, no apoyaron un Proyecto de Ley del presidente relacionado con la seguridad ciudadana, de más de una treintena de Proyectos de Ley que existen en el trámite legislativo. Ese desquicie mental, ese desencaje mental, casi lo hacía parecer un insano, un loco, un demente político mental; alguien que en ese estado mental no puede ni debe dirigir el país y el gobierno de la República.

Entre las tonterías que dijo hizo casi renuncia pública de la función Ejecutiva que tiene como presidente de gobernar las Sesiones Extraordinarias legislativas. Descontrolado como estaba dijo que retiraba todos los Proyectos de Ley del Poder Ejecutivo y que los diputados discutieran los suyos, que eran más de 30, que los siguieran discutiendo. Como si estuviera enterrado, con el mecatito en la mano para jalar la campana, se salvó cuando dijo que había instruido a la ministra de la Presidencia para que solo pusiera en la Agenda Legislativa, de las Sesiones Extraordinarias, los Proyectos de Ley de los diputados, porque él como presidente no iba a enviar ninguno… casi cerró el Congreso…momento ideal que perdió para gobernar mediante Decretos Ejecutivos, como ha sido su sueño…que no es lo mismo que los Decretos Ley de 1948 y 1949.

El problema de los Proyectos de Ley relacionados con la seguridad ciudadana es que el gobierno no se está sintiendo. La inseguridad ha aumentado enormemente en este gobierno. La criminalidad, el sicariato, el hampa grande y pequeña, los delitos contra la propiedad y las personas han aumentado. Los asesinatos nos colocan en la cima del mundo. La imagen de Costa Rica casi cambia ya de Pura Vida a Pura Muerte… en este gobierno.

La corrupción que genera el negocio de las drogas, por las aduanas y puertos de control, marítimos, terrestres y posiblemente aéreos, con complicidad de empresas productoras, empacadoras y transportadoras de productos, y de funcionarios públicos, políticos, de seguridad, policial y de hacienda, que tienen que ver con esos controles, se evidencia por las grandes cantidades que decomisan en los puertos y aduanas de entrada a otros países…

Pero, evidencia que es el Poder Ejecutivo el que está fallando. No es competencia del Poder Legislativo esta función de control. Las leyes existen. Se pueden aplicar. También se pueden mejorar y hacer más represivas, si eso se quiere.

La actitud del presidente del pasado miércoles, su pérdida de cabeza, su ofuscamiento al frente del Poder Ejecutivo, de casi dejarlo tirado, de no asumirlo cómo debe hacerlo; su razón y juicio descontrolado contra los diputados es de ponerle atención.

Que el presidente no logre consensuar alrededor de un Proyecto de Ley suyo a los diputados, es una falla de negociación del Poder Ejecutivo, que evidencia que el Presidente tiene poco qué hacer por el país…

Con poses autoritarias, dinamitando puentes con la oposición política y con los diputados, como dijo alguna vez, casi de manera terrorista, no va a llegar a ningún lado…Ni siquiera tiene capacidad para comprarse las broncas que dijo que iba a pelear; las riñas violentas que quería enfrentar.

Llevamos solo año y medio de gobierno…De seguir así, el presidente debería tener entre sus asistentes, en el molote de carros y vehículos que lo acompañan, con sirenas y sin sirenas, una unidad de médicos bien preparados y de siquiatras porque en cualquier momento se puede descarrilar totalmente…

Sensatez, prudencia, inteligencia emocional política, buen tacto, confianza en las distintas fuerzas políticas que también están interesadas en corregir y superar los grandes problemas y desafíos que tenemos como país, como nación y como pueblo, es lo que tiene que proponerse tener y amarrar.

Debe procurar que haya unidad de acción política tomando en cuenta la diversidad de opiniones nacionales.

Ninguna empresa se va del país porque no se establezca la jornada de trabajo 4-3

Vladimir de la Cruz

Un argumento que se agitó durante la discusión forzada, apretada, exclusiva, durante varias semanas, que se dio en la Asamblea Legislativa, para conocer y “discutir” el Proyecto de Ley de las jornadas esclavistas y de sobre explotación laboral del siglo XIX, que se quieren establecer en Costa Rica, de 12 horas diarias, seguidas, por cuatro días, para un total de 48 horas semanales, es que muchas empresas, especialmente extranjeras, de las que están en zonas francas, se irían del país.

A este argumento de los diputados, representantes de los esclavistas laborales, se sumaron algunos grupos empresariales, con la misma canción.

Con el Fallo de la Sala Constitucional, rechazando el Proyecto de Ley, por razones de forma, de procedimiento legislativo, y no de fondo, que devuelve el expediente de la Ley a la Asamblea Legislativa, para un nuevo trámite, se han alzado voces lamentando este Fallo. Entre esas voces, la más desatinada fue la del mismo inquilino de Zapote, que llegó a afirmar que la empresa INTEL, estaba valorando retirarse del país.

Fue la empresa INTEL la que salió a decir públicamente que no se estaba yendo del país. El exabrupto del Presidente pudo perjudicar la imagen internacional de INTEL al señalar esa salida del país, y pudo causarle hasta un bajonazo en sus acciones en el movimiento de bolsas mundiales, por la inseguridad que esa salida puede producir en inversionistas. Ya INTEL, por otras razones, hace pocos años, debido a una reorganización mundial interna, había hecho movimientos de personal, afectando Costa Rica, pero sin intención de dejar el país, menos por una razón laboral como la de la jornada 4-3.

Cuando una empresa extranjera viene a Costa Rica, por su propia iniciativa, es porque estudia las condiciones del país, su seguridad jurídica y política; su estabilidad política, el nivel educativo nacional, la calidad de profesionales de educación superior que hay en el país, el bilingüismo de los profesionales y trabajadores que necesitan contratar, el Estado de Derecho existente, la no injerencia corrupta del Poder Ejecutivo, como sucede en otros países, con los inversionistas, que “algo” tienen que dar a quienes ocupan ciertos puestos públicos en la toma de decisiones de esta naturaleza, porque conocen la legislación laboral con que se van a regir sus relaciones de trabajo, y saben que las jornadas de trabajo son de 48 horas semanales, en la jornada diurna, a razón de turnos de 8 horas diarias; porque conocen las leyes que regulan las zonas francas y las ventajas que les dan a las empresas extranjeras en muchos sentidos. Nada de esto ignoran los inversionistas. Ni esperan que eso se cambie porque ellos llegan. Si ese ambiente nacional no les gusta, no vienen a invertir.

Si las empresas extranjeras son atraídas por las institucionales nacionales que se encargan de promover esa atracción de inversiones, son estas instituciones las que se encargan de informar de esas condiciones internas para esas inversiones. Son estas instituciones las que “enamoran” a los inversionistas con venir a Costa Rica. Así es como sucede. No vienen aquí bajo promesa alguna o insinuación de que les van a cambiar las leyes para favorecerlas en “algo más”, porque el cambio en las leyes no es tan fácil; porque no depende de una decisión del Poder Ejecutivo, sino de una reforma legislativa que tiene su trámite y puede resultar lento.

Cuando fui Embajador en Venezuela, procuré abrir el panorama de Costa Rica ante empresarios venezolanos para que vinieran al país, a invertir, hacer negocios o a comprar productos. En una ocasión, logré traer una delegación de poco más de 50 empresarios que se reunieron con distintos grupos empresariales, y hasta con el Presidente Oscar Arias. Las reuniones, a las que asistí, fueron muy importantes para mí. De ellas, me impactó que en las cámaras empresariales, con las que los empresarios venezolanos se reunieron, siempre, los miembros de las cámaras patronales nacionales, les enfatizaron en el Estado de Derecho existente en el país y, especialmente, en el cumplimiento de las leyes laborales y sociales que se debían atender y cumplir, en relación a jornadas, salarios, jornadas extras, vacaciones y condiciones generales de trabajo.

¿Por qué mentirle a la población con la idea de que se van las empresas extranjeras, y que van a dejar desempleados, si no se aprueba la jornada 4-3? ¿Por qué engañar y presionar sicológicamente a los diputados con este argumento, si no es real? Obviamente es perversa esta campaña publicitaria en esa dirección.

La prensa del país ha venido informando en los últimos meses de empresas que han reducido su personal de trabajo, lo que nada tiene que ver con no tener la jornada 4-3.

En la aprobación del Proyecto de Ley, que la Sala Constitucional rechazó, quedó claro que la jornada 4-3, de cuatro días, sustituía la jornada semanal de 48 horas, por lo que no era necesario pagar horas extras sobre las ocho horas diarias de trabajo que establece la Constitución Política. Este ha sido el quid, la esencia clave de esta Ley, rebajar el salario aumentando la jornada de trabajo.

Entendamos también que las supuestas empresas que tienen que trabajar 24 horas de trabajo continuas, con esta modalidad de trabajo de 4 días de 12 horas, tendrán que trabajar tres días más, de los siete semanales, con otros turnos de trabajadores, también de jornadas de 12 horas diarias. ¿o no es así?; ¿acaso también las empresas descansan esos tres días, trabajadas las jornadas de trabajo 4-3?

Los promotores de esta Ley del 4-3 dicen que se va a aumentar el empleo con esta ley. Los datos no son reales. Veámoslo de manera simple. Si una empresa necesita operar en su producción 24 horas continuas, con dos turnos de trabajo de 12 horas cada uno, contrata un número de empleados determinado para cada turno. Siempre será una contratación de trabajadores menor que si tuvieran que contratar para las mismas tareas a tres turnos de trabajadores. Si tuvieran que realizar tres turnos de 8 horas cada uno tienen que aumentar necesariamente su número de empleados, para cumplir con los tres turnos. Para el empleo nacional, sin ninguna duda, lo mejor son jornadas de ocho horas para promover más empleo y salarios para trabajadores. Esa es la realidad laboral. Así se produce más empleo y más trabajadores reciben un salario.

La tendencia internacional es rebajar la jornada de trabajo semanal a 36 horas, que en este caso se pueden trabajar a 9 horas diarias en cuatro días a la semana, como están haciendo algunos países europeos. En España, con el ascenso del nuevo gobierno, que se está formando en estos días, se está proponiendo esta jornada laboral, con un sustantivo aumento de salarios. En Italia, en el movimiento huelguístico que se está dando, está de por medio en las demandas de los trabajadores la rebaja de la jornada sin perjudicar el salario. En Francia ya operan jornadas de 35 y 36 horas semanales, sin rebajar salarios.

La jornada de trabajo 4-3 está claro que no puede discutirse en la Asamblea Legislativa hasta que no se redacte totalmente la Sentencia de la Sala Constitucional, y que dicho Fallo sea recibido por la Asamblea, para su debido trámite. Eso significa que se devuelva el expediente, de este Proyecto de Ley, en su trámite hasta donde el Fallo determine y se vuela a reiniciar todo el proceso de discusión parlamentaria, que es casi empezar de nuevo.

Hay, sin embargo, iniciativas de los diputados que representan los intereses del Presidente de la República, que están considerando establecer un nuevo Proyecto de Ley de jornadas 4-3, que pueda ser más expedito y potable para su trámite y aprobación parlamentaria. De hecho, pareciera que renuncian a la posibilidad de revisar lo señalado por la Sala Constitucional y mantener abierto ese expediente. En su lugar, ven más fácil un nuevo Proyecto de Ley, corrigiendo lo que la Sala Constitucional haya recomendado, con lo cual reconocen que ese Proyecto rechazado por la Sala Constitucional no era el mejor, ni el oportuno, ni el necesario, que fue atropellado y descontextuado en su discusión.

El Presidente del Congreso, Rodrigo Arias, ha manifestado, claramente, que el Proyecto de la Jornada 4-3 puede convertirse, como lo señalé hace una semana en esta misma columna, en un proceso similar a la discusión del Tratado de Comercio con Estados Unidos, del 2006-2007, que se convirtió en una batalla campal costarricense, casi por dos años, entorpeciendo el accionar el gobierno de entonces; o como el combo del ICE, del año 2000, que fue similar en esas acciones de masas movilizadas. En este sentido, Rodrigo Arias ha llamado la atención, con la sensatez, prudencia y tacto, con que sabe actuar como Presidente Legislativo, que se debe buscar un acuerdo político, bien consensuado, en torno a esta discusión de la nueva jornada que se quiere imponer.

Entiende también Rodrigo Arias que el Proyecto no debe llegar al año 2025, por ser el año electoral nacional. Para él, ese acuerdo debe resolver el trámite de esta ley en el año 2024, el próximo.

Si los diputados, seguidores y defensores del Presidente de la República, esperan impulsar un Proyecto de Ley nuevo, sustitutivo del que rechazó la Sala Constitucional, para darle algún trámite preferencial, como el de dedicar todas las sesiones legislativas a esa discusión, con el llamado “trámite rápido”, tendrán que esperar los meses de mayo, junio y julio próximo, que tienen Sesiones Extraordinarias, donde el Presidente gobierna la agenda parlamentaria, con lo cual el Gobierno seguirá “sin hacer nada”.

Recordemos también, que en diciembre y enero próximo están, además del receso legislativo, de fin de año, las elecciones municipales que distraen a los diputados, por el apoyo que tienen que dar a sus candidatos municipales.

Por ahora, seguiremos esperando al Fallo totalmente redactado de la Sala Constitucional para analizarlo más cuidadosamente.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Los horrores de una guerra que parece no tener fin

El pasado 7 de noviembre en el programa La Mesa Redonda, con Sergio Marin Cornavaca, se habló sobre el tema: “A un mes del ataque de Hamas contra Israel, los horrores de una guerra que parece no tener fin”. Para el programa se contó con la participación de Vladimir de la Cruz, quien es historiador y politólogo costarricense. 

Para observar la retransmisión del programa, ingresar a los siguientes enlaces: https://fb.watch/oaNpUWVKkN/