A veces las palabras se disuelven al tacto, transmutan, se diluyen
como las gotas de rocío sobre las hojas secas;
otras veces, en cambio, se adhieren a los dedos,
fluyen entre las manos, juegan, hacen malabares
y se matizan de colores como esferas de jabón.
Esta vez un abrazo se me vuelve palabras
y se dice lentísimo
como un largo susurro que se deja llevar
hilvanando figuras entre la arcilla de las nubes,
y es ave meciéndose en los surcos del aire
y es ventisca flirteando con los desfiladeros
y es celaje sedoso, que se deja caer
y se posa en tus hombros
y se enreda en tus brazos
fuertemente…
Y te abraza.
Gerardo Cascante V.
04-04-2020
Imagen ilustrativa.
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