Álvaro Vega Sánchez. Sociólogo.
Fue en 1959 cuando la solidaridad y la curiosidad se juntaron para conducir a una delegación del pequeño pueblo de Santa Rita de Nicoya hasta la Isla San Lucas. La solidaridad con el indio Matilde, quien cumplía una pena de diez años por haberle quemado el comisariato al terrateniente del pueblo, en venganza por la quema de los ranchos a sus hermanos indígenas. Y la curiosidad por conocer a José León Sánchez, en ese momento una de las personas más odiadas del país por el presunto delito del asalto a la Basílica de la Virgen de los Ángeles; delito del cual la Corte Suprema de Justicia lo declaró inocente 48 años después y la Iglesia Católica le pidió perdón público.
El encuentro fue impactante, especialmente para aquellas tiernas infancias llenas de sueños. William Vargas tenía 10 años ¡Qué sorpresa cuando les informaron que el joven encargado de coordinar los eventos culturales y deportivos, en la Colonia San Lucas, era José León Sánchez!
Fueron recibidos al ritmo de guitarras, requintos, güiros, tamborcillos y maracas, en el momento en que atracaron en el muellecito de la isla. Todavía vibra en los oídos del niño nicoyano aquella canción infantil: «El búho y la yuca se quieren casar, e invitan a todo el mundo a la capital, que van a pasar su luna de miel, comiendo pan y tomando café, tomando café…».
Dirigidos también por el joven José León, hicieron un recorrido por la colonia y su historia; visitaron la iglesia, la biblioteca, las actividades artesanales de los prisioneros, la capitanía del puerto, los calabozos y el famoso disco de las torturas. Bajo un frondoso árbol de matapalo y acompañados con la marimba del penal, se llevó a cabo el acto cultural, donde niños y maestros danzaron y dramatizaron las luchas de los caciques Diriá, Nambí y Curime por conquistar el corazón de la princesa Nayuribe, que se disputaba su belleza con las princesas Samara y Nosara.
Después del partido de futbol, celebraron el empate a tres goles entre ambos bandos, el de Santa Rita y San Lucas, y disfrutaron de la playa. Finalmente, visitaron el cementerio, donde José León terminó de cautivar a aquellos niños con las historias trágicas de quienes ahora descansaban en paz. «Quedamos profundamente impactados, comenta William, con aquel preso convertido en un maestro y promotor de la cultura; nada tenía que ver con aquella imagen tenebrosa, que nos habían inculcado, de aquel presidiario».
Las amarras de la lancha Goya María del negro Benjamín Ferrer se empiezan a soltar para el retorno al Puerto Thiel en el Golfo de Nicoya. Algunos de los niños vertieron lágrimas al escuchar con nostalgia la canción de despedida: «Que sean feliz, feliz, feliz, es todo lo que les deseo en vuestra despedida; no puede ser que nosotros que los quisimos tanto… solo te deseamos que sean feliz, feliz en esta despedida…».
Relata William que la amistad con el indio Matilde, después de su liberación y hasta su muerte, fue su escuela de sabiduría, y la pasión por el arte y el folclor, que lo llevaron de aquella fortaleza medieval de San Lucas, en donde trabajó siendo joven por varios años, al Chateau de Vincennes en París, se la debe a José León Sánchez.
Sin imaginarlo, José León Sánchez, vilipendiado en su propia patria, y luego redimido por la gente noble de este país, que sabe reconocer su gran talento y su imperecedero aporte a la cultura y a la literatura costarricense y latinoamericana, se convirtió en la inspiración para que aquella tierna alma artística de William Vargas encontrara un sendero promisorio, en donde el drama y la lírica del folclor se fusionaban y se convertían en utopía, para construir un futuro de mundos cercanos: Santa Rita y San Lucas, Costa Rica y Francia…
La vida y la narrativa de José León Sánchez, que ha trascendido fronteras para orgullo de Costa Rica, continúa inspirando a jóvenes estudiantes y profesores de la Sede de San Carlos de la Universidad Técnica Nacional (UTN) y de la sede de la Universidad Estatal a Distancia (UNED). Recientemente, este insigne escritor fue invitado para conversar sobre sus trabajos de investigación, realizados junto con su esposa Ahíza Vega, relacionados con el legado cultural de la Gran Nicoya[1]; asimismo sobre sus ingentes esfuerzos por la defensa de los derechos humanos del preso, particularmente los derechos de la mujer presidiaria.
Y también hoy, como ayer, los jóvenes y niños de San Vicente, un bello y pintoresco pueblo de San Carlos, se acercaron a conversar y a tomarse fotos con José León. Ojalá que, nuevamente, haya sido inspiración para otro joven como William Vargas, que se convirtió en un generoso promotor del folclor y la cultura costarricense, y quien también ha trascendido nuestras fronteras.
[1]. Este trabajo de investigación obtuvo el Primer Lugar en un concurso de la Ford Fundation. Recientemente, los días 21 y 22 de julio de 2022, la Universidad Técnica Nacional (UTN), Sede de San Carlos, propiamente el Equipo de académicos de Formación Humanística, le hizo un reconocimiento al escritor José León Sánchez, en el nuevo Auditorio del Eco-campus en Ciudad Quesada, donde impartió la Conferencia “La Gran Nicoya” a estudiantes y profesores de esa casa de estudios. Asimismo, la sede de San Carlos de la Universidad Estatal (UNED) al celebrar su 45 Aniversario, le invitó a dar una conferencia y le ofreció otro reconocimiento.