UNA reflexión necesaria

Por Memo Acuña (sociólogo y escritor costarricense)

Todos los inicios marcan épocas, decisiones, rutas a seguir. He recordado por estos días, -que se anuncian las primeras actividades relativas al 50 aniversario de la Universidad Nacional-, mi incursión en esta institución.

Para empezar este recuento, no debo obviar que, durante toda mi etapa universitaria, que realicé en la Universidad de Costa Rica, mis mañanas transcurrían en la Biblioteca Joaquín García Monge. Allí pasé largas horas de estudio antes de trasladarme hacia San Pedro.

Luego llegaría la posibilidad de trabajar como docente e investigador. En el primer caso, tuve la enorme experiencia de acompañar varios grupos de estudiantes en cursos como el de formulación de proyectos para la Cooperación Internacional de la Escuela de Relaciones Internacionales o el taller de análisis de contenido en la Escuela de Sociología, ambos de la Facultad de Ciencias Sociales.

Tuve la oportunidad de impartir otros cursos en escuelas como la de Planificación y Promoción Social, sus maestrías o el posgrado en Derechos Humanos del Instituto de Estudios Latinoamericanos (IDELA).

De esta experiencia sin embargo, el recuerdo más vivido que tengo es mi primera participación como docente ad honorem en un curso de la Escuela de Sociología, donde llegué a solicitud de mi querido y recordado Carlos Sojo, Director en aquel entonces de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y en la que desarrollaba labores de investigación. A Carlos le consultaron por un docente para un curso sobre política social en Costa Rica y no dudó en sugerir mi nombre. Sentados en la cocina de FLACSO con café en mano me animaba a asumir la experiencia, que luego sería clave en mi desarrollo profesional en la UNA. Le agradezco por siempre a él por ese gesto.

Justamente en investigación llegué a IDESPO a colaborar con su eje referido a temas migratorios. Años después tendría el honor de dirigir el Instituto por cinco años y aportar en ese momento de consolidación y expansión con que celebramos su 40 aniversario.

También en IDESPO desarrollé una de las experiencias docentes más gratificantes al reelaborar e impartir el curso optativo sobre Migraciones en Costa Rica. Aún hay personas estudiantes que me recuerdan sus contenidos, pero más importante, la sensibilidad que logramos despertar sobre ese tema tan importante en nuestro país.

En la actualidad mi labor es otra en la Universidad, con la que sigo contribuyendo a su desarrollo, pero sin despegar el dedo del renglón del ejercicio académico que es mi identidad natural.

Son muchas las etapas transcurridas en esta querida universidad, tal vez pocas comparadas con las de personas académicas de experiencia en esta institución. Este año de celebración debiera encontrarnos a quiénes trabajamos en la UNA en una reflexión profunda sobre nuestro quehacer, lo que hemos aportado y lo que la institución requiere para seguir siendo necesaria y solidaria con la sociedad costarricense en su conjunto.