Es posible desarrollar nuestro potencial y ajustarnos a las nuevas necesidades sociales, económicas y políticas

Por Miguel Sobrado*
29 de enero 2023
Organizarse ayuda a alcanzar objetivos. (Shutterstock)

En mi experiencia en la capacitación de grupos grandes que se organizaban para solucionar sus problemas, fui testigo de significativas transformaciones humanas conforme avanzaba el montaje y manejo de otras más complejas. Al comienzo se enfrentaban a la inercia de las organizaciones simples que les impedía alcanzar sus objetivos y, posteriormente, a medida que asimilaron en la práctica los principios de la organización compleja, adquirieron, no sin dificultades, capacidad operativa. Esta creaba, con sus resultados, un poder y una visión que transformaba y potenciaba sus aspiraciones.

Esta transformación, al consolidarse, marcaba un antes y un después, y la llamábamos “vitamina O”, de organización. Ejemplos documentados son el Hospital sin Paredes, en San Ramón, y otros en América Latina y África del movimiento cooperativo y comunal.

Éramos conscientes de que la transformación se daba por medio de la acción organizada, de acuerdo con los principios teóricos de la actividad objetivada y de la andragogía o educación de adultos, que actuaban para cambiar la cultura de las comunidades y grupos. Pero no teníamos pruebas de que abarcaran incluso el ámbito biológico.

En los inicios de la capacitación de grupos grandes (más de 40 personas), la ciencia biológica daba por invariables y determinantes las cualidades de los cromosomas.

El desarrollo, en las últimas décadas, de la epigenética varió la visión de inmutabilidad de la biología y perfiló posibilidades y resultados. La psiquiatra española Marian Rojas Estapé modificó los telómeros de los cromosomas de niñas prostitutas en Camboya después de sacarlas del ambiente tóxico en que se encontraban y les dio otras perspectivas de vida.

Los telómeros desempeñan un papel fundamental en la vida de las células, ya que mantienen la integridad de las terminaciones de los cromosomas al impedir que se enmarañen y adhieran unos a otros.

El número de repeticiones de los telómeros es limitado, se calcula que en cada persona alcanzan unas 2.000 veces y se acorta en cada replicación. Como se reducen con el tiempo, se utilizan para medir la edad. El ambiente en que vivían las niñas hacía que sus telómeros se acortaran y se correspondieran con personas de 80 años. Una vez fuera de su situación, sus telómeros crecieron de nuevo, acordes con su verdadera edad.

Los conocimientos aportados por la neurociencia promovieron avances sobresalientes en la oncología y en terrenos experimentales para reducir el proceso de envejecimiento, pero no me interesa destacar la relevancia de ampliar la medición biológica en los procesos sociales, sino ayudar a una organización a ver más allá de su marco ideológico, que frecuentemente se ve limitado por las necesidades de los individuos que protestan y quieren resultados inmediatos.

Debe considerarse el carácter social y gregario de la especie humana para no restringir los alcances de los nuevos conocimientos epistemológicos. El individuo y su punto de vista son parte inherente del todo, pero, a su vez, del contexto social donde se desarrolla. La actitud y disposición personales, especialmente frente a situaciones opresoras, son trascendentales para superar las dificultades; sin embargo, como muestra el trabajo de la Dra. Rojas con las niñas prostituidas en Camboya, el cambio de ambiente social es fundamental para la transformación biológica.

Desconozco cómo se llevó a cabo la intervención, pero supongo que ella se encontraba con un organismo internacional y contaron con recursos externos. En la vida cotidiana, los fondos no abundan y salir de lo tóxico solo se puede producir masivamente con la acción organizada de las comunidades o los afectados.

En otras palabras, si bien estamos configurados por el medio social, la configuración no nos determina, somos capaces de reconfigurarnos mediante la actividad.

Las intervenciones externas son escasas y costosas, y no siempre producen resultados positivos. Es la actividad organizada, con autonomía y apoyo técnico, la que tiene posibilidades reales de desconfigurar los círculos viciosos y reconfigurarnos para desarrollar nuestro potencial y ajustarnos a las nuevas necesidades sociales, económicas y políticas que nos plantean las transformaciones a que estamos sometidos.

José Figueres Ferrer decía que “los seres sin organización no tienen ningún poder”. No se trata de las formas manidas de manipulación, como la organización de los pastores con ovejas ni de patrones con clientes.

*El autor es sociólogo.
miguel.sobrado@gmail.com

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