¿Una universidad en el cementerio?

Freddy Pacheco León

Una universidad en el cementerio

“ENTONCES LA OSAMENTA de que tanto hablan ustedes es muy común (…) uno simplemente va, toma los huesos, los clasifica (…) al fin y al cabo eso es una osamenta, quienes creemos en Dios sabemos que ESO NO SIGNIFICA ABSOLUTAMENTE NADA (…) esto no es una cuestión de religiosidad o creencias, sino de conveniencia para el país”, dijo el diputado Jorge Rodríguez Araya al justificar su apoyo al proyecto del alcalde Johnny Araya, de construir una “universidad o centro tecnológico” en una sección del Cementerio Calvo, donde se estima hay enterrados en el subsuelo (ahí no hay nichos funerarios) restos humanos de al menos un millar de personas, que habría que excavar con maquinaria pesada para lanzarlos a otro lugar del camposanto.

Ante esas irrespetuosas palabras del diputado del PUSC, le respondemos con lo expresado por el Papa Francisco el pasado 2 de noviembre cuando dijo: “El sentido de tristeza, un cementerio es triste, nos recuerda a los nuestros que se fueron, nos recuerda el futuro de la muerte. Pero en esta tristeza les traemos flores como un signo de esperanza. También puedo decir de fiesta, pero más adelante, no ahora”. El mismo día, antes de presidir la Misa, Francisco colocó flores en diferentes tumbas del cementerio, siguiendo las palabras que pronunció el 2 de noviembre de 2014 y que recordó hoy en su cuenta de Twitter. “Nos detenemos con fe ante las tumbas de nuestros seres queridos, rezando también por los difuntos que nadie recuerda”.

Pues resulta que en esa parte del centenario Cementerio Calvo, el dedicado al líder masón Padre Francisco Calvo, el “cementerio de los pobres”, el cementerio que los que “no tienen ni donde caer muertos”, ni el Papa Francisco ni nadie más podría repetir ese acto tan valorado por la comunidad cristiana. Y no lo podría repetir porque, Johnny Araya, después de ordenar que no se enterrara a nadie más en esa hectárea y media que sueña con urbanizar utilizando los más variados pretextos (un parqueo, una villa olímpica, una campamento para los obreros chinos que construyeron el Estadio Nacional, y ahora una “universidad” municipal), hizo sacar todas las humildes cruces, lápidas, floreros, ladrillos, que marcaban algunos entierros, para que luego se destruyera el césped, flores ornamentales y arbustos, dejando los 16.000 m2 destruidos, se encharralaran. ¡Como efectivamente sucedió! hasta que la Sala Constitucional ordenó su restauración, al tiempo que anuló la inscripción de esa parte del camposanto como “lote apto para construir” y el acuerdo municipal de venderlo a un fideicomiso.

En el muy humilde Cementerio Calvo, donde no hay tumbas de lujo, pero sí miles de difuntos que merecen respeto en su descanso, hay restos humanos que »se interponen» a los planes absurdos de Johnny Araya, ahora supuestamente para construir una »Universidad» municipal de alta tecnología y ciencias informáticas de primer mundo (¿?). Para ello, unos diputados encabezados por Álvarez Desanti (PLN), deberán mutar de BIEN DEMANIAL a BIEN PATRIMONIAL, casi la mitad de ese CEMENTERIO, para que luego de aprobado el cambio, el alcalde dé a conocer su “proyecto” y no vaya a utilizar el carácter de bien patrimonial municipal para otra cosa. ¡Y todavía le creen!, pese a que, como leímos en una entrevista reciente, dice que se trata de “un terreno paralelo al Cementerio Calvo”.

 

Enviado a SURCOS por el autor.

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