Usurpar el Chirripó con un teleférico

Osvaldo Durán Castro (*)

 

En la sesión 043-17, acuerdo 4, del 21 de febrero de 2017, el Concejo Municipal de Pérez Zeledón por “acuerdo definitivamente aprobado” con 9 votos a favor, decidió “Declarar de interés cantonal y público el proyecto del Teleférico a la cima del Parque Nacional Chirripó, por el impacto positivo que se prevé para al turismo nacional como internacional en nuestro cantón”.  El punto 2 del acuerdo es pedirle al Gobierno de la República declarar el proyecto de “interés nacional y público, para engrandecer el nombre de nuestra Patria mediante la puesta en marcha y ejecución de este proyecto, además del beneficio a los habitantes de los alrededores de la zona donde se ubica el Teleférico, mismo que impacta de manera muy positiva y nos genera un atractivo turístico a nivel mundial”.

Al terminar de leer eso temblé. Siguiendo a José Luis Sanpedro me indigné. Me acordé de César Vallejo como si sus “heraldos negros” fueran la premonición de un leñazo brutal a uno de los sitios más bellos del planeta: “Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte”. Pensé en el consumismo ilimitado del que nos advirtió Mahatma Gandhi, en la avaricia que confunde a las personas y las hace creer que el “progreso” y el “desarrollo” implican explotar sin límites la Tierra. ¡Ni siquiera se pensó en los alrededores del Parque Nacional Chirripó –PNCh-, si no directamente en su cima, su corazón, su esencia!

En esta idea puede haber una mezcla de desconocimiento y negligencia, pues la explotación comercial y turística de un parque nacional violenta todos los fines y objetivos de creación y salvaguarda del patrimonio natural del Estado. En este caso no es sólo un parque nacional. Se trata de un sitio reconocido mundialmente por su belleza y su contribución a la vida en el país y el planeta, y no por su potencial financiero. Sin importar que la moción la propusiera el regidor Hanz Cruz Benanburg, lo cierto es que otras 8 personas la apoyaron. Esto no diluye responsabilidades, sino más bien las amplía y consolida. Por ahora haré una primera entada para ir explicando por qué nunca Costa Rica y la humanidad deberíamos admitir la realización de esta idea mortalmente destructiva.

Explotación mercantil del patrimonio natural del Estado

La creación del PNCh de 50.158 hectáreas el 19 de agosto de 1975, con la Ley Nº 5773 (publicada en La Gaceta Nº 165, del 2 de setiembre, 1975), tenía –y tiene- el fin de “proteger las fuentes de agua, los bosques nubosos de altura conformados por robledales, las cuencas hidrográficas y el hábitat animales en peligro de extinción como los felinos, la danta y el quetzal”, y que desde hace años el tope fijado es de 6.000 visitas al año, precisamente por su fragilidad http://www.carrerachirripo.com/2007/02/15/el-parque-nacional-chirripo/. Hace apenas unos años, a pesar de que se limitaba la entrada, los desechos generados por la gente, como excrementos y sólidos de todo tipo, amenazaban el ecosistema. La falta de educación y la irresponsabilidad imperaban pues disfrutar de la naturaleza incluía ensuciarla.

El acuerdo del martes 21 de febrero de 2017 apunta contra los fines de protección y las condiciones de vulnerabilidad del parque, pues la “…la Municipalidad quiere montar un teleférico en el Cerro Chirripó, como una empresa mixta municipal que promueva recursos y que convierta a Pérez Zeledón en un punto de atracción turístico” http://www.crhoy.com/archivo/el-cerro-chirripo-busca-tener-su-propio-teleferico/ambiente/. Lo real es que el cantón ya ofrece muchos y variados atractivos de buena puntuación organizados en paquetes, circuitos y tours, que incluyen toda la oferta asociada con el PNCh.  Por esta razón el objetivo de convertir “…a Pérez Zeledón en un punto de atracción turístico” ya está superado. La oferta turística de una zona no mejora cuando se interviene negativamente el paisaje natural que es su principal fortaleza. Aunque se trate de una idea y de que no se cuente con el dinero por lo cual «… esperan crear alianzas con gobiernos extranjeros. Y analizarían consultar con inversionistas chinos o noruegos que deseen invertir en proyectos en esta zona», según dice el Presidente el Concejo Municipal Manuel Alfaro, es indispensable evaluar desde ya los impactos que una obra como esa tendría sobre el PNCh, su zona de amortiguamiento y en todas las áreas de protección circundantes como el Parque Internacional La Amistad, tanto en el Pacífico como en el Caribe.

El Presidente municipal indica que “… un grupo de ambientalistas se van a oponer…,…van a ver cómo nos incomodan es hora de que ese mito desaparezca”. Más allá de la elemental predicción, debemos anotar que no se trata de “incomodar” si no de evidenciar y obligar a discutir sobre los impactos negativos irreparables de una intervención como la propuesta. Un parque nacional no es un simple territorio susceptible de ser explotado turística y comercialmente como si fuera un fundo improductivo que cualquiera puede usurpar o meterle mano. Sólo si atendemos la variable o aspecto como “belleza paisajística”, la afectación negativa por edificaciones, torres, cables y cajones guindando, sería severa e irremediable. En la Patagonia chilena, por ejemplo, uno de los argumentos fundamentales contra el megaproyecto de hidroeléctricas en los ríos Baker y Pascua y sus líneas de alta tensión, fue que la belleza escénica de paisajes únicos de la cordillera de los Andes, y particular de las Torres del Paine, sería destruida con más de seis mil torres en una herida de cien metros de ancho por 2.300 km de largo (Consejo de defensa de la Patagonia chilena. ¡Patagonia sin represas! Una campaña de educación pública. S.f.).

Nada más alejado de los fines de creación y mantenimiento del Sistema nacional de áreas de conservación de Costa Rica –SINAC-, que instalar infraestructura para estimular incursiones, aunque sea controladas, que sobrecargarían el parque y su zona de amortiguamiento, que también es vital para la protección del ecosistema. Aunque fuera un mitológico “teleférico que sea amigable con el ambiente”, como dice el edil presidente, la oposición a esta idea responde a la urgencia de evitar posibles daños a los ecosistemas, en este caso del PNCh, lo cual está previsto en la legislación nacional y en general bajo el principio “in dubio pro natura” aplicable precisamente para la prevención y protección de la naturaleza, máxime cuando se trata de sistemas frágiles, como el PNCh. Hay que repetir que la abundantísima literatura científica que fundamenta la protección de ecosistemas de páramo en América Latina, incluido el cerro Chirripó, es clara en cuando a la necesidad de protección de los sistemas “principales” como un parque nacional, y de igual manera de los espacios de amortiguamiento ([1]).

De acuerdo con Mario Chacón León, agrónomo y especialista en manejo de bosques, paisajes y cambio climático, con experiencia de trabajo en 5 continentes, “la agenda verde oficial del país incluye reducir deforestación y reducir emisiones debidas a ésta. En el Estado de la Nación, por ejemplo, ya se ha señalado la construcción de infraestructura como un impulsor de deforestación y degradación de bosques. Un teleférico inevitablemente provocará emisiones durante su construcción y posiblemente incentivará expansión del desarrollo turístico, con impactos difíciles o imposibles de controlar. Además, si se llegan a tocar suelos en turberas las emisiones de carbono y metano, aumentan las emisiones del país, yendo en contra de sus metas en cambio”.  El especialista agrega que “si bien Costa Rica es un país que busca proteger ecosistemas frágiles, éstos están descuidados. Esto incluye por ejemplo humedales, turberas, aguas y las montañas altas del país que son ecosistemas críticos en donde además hay gran variedad de especies endémicas” (comunicación personal. 22 febrero 2017).

La ruina del sistema de protección de naturaleza

El acuerdo del Concejo Municipal de Pérez Zeledón no se debe revisar aislado, porque es parte de un proceso antiguo de crisis y amenazas contra el SINAC que se agrava lejos de avanzar hacia soluciones. Las cifras del descalabro de muchos parques nacionales son abrumadoras como se comprueba con Corcovado, Manuel Antonio y el mismo Chirripó. Las carencias se reconocen y funcionarios del SINAC hablan de que “son necesarias soluciones integrales”, pero nadie se planta y exige lo que corresponde. En el 2009 el informe Estado de la Nación repitió la conocida cifra de US$150 millones de deuda por no pago de tierras sumadas a parques nacionales http://estadonacion.or.cr/files/biblioteca_virtual/015/Obando_2009.pdf. En el 2015 se dijo que esa deuda era de más de ¢107.000 millones y que la capacidad de pago era de ¢1.000 millones por año http://www.nacion.com/nacional/politica/Costa-Rica-tardaria-parques-nacionales_0_1502649744.html. Se agrega a la deuda, la falta de personal, imposibilidades operativas, falta de equipamiento básico, infraestructura vieja, arruinada y hasta clausurada por orden sanitaria del Ministerio de salud, una flotilla de carros escasa y con muchas unidades destartaladas o en parqueo perpetuo, cansancio de mucho/as funcionarios honesto/as, pereza y negligencia de otro/as que apenas cumplen lo básico “sin meterse en broncas”, trabajo limitado a 8 horas diarias de lunes a viernes, e incluso acusaciones de corrupción y colusiones indebidas de funcionario/as.

Parques nacionales son rentables

El colapso financiero del SINAC contrasta el aporte económico de los parques nacionales. Según la Universidad Nacional (CINPE-UNA) y el Instituto Nacional de Biodiversidad (INBio) en “el año 2002 los aportes a nivel nacional de los parques nacionales y reservas biológicas fueron de aproximadamente ¢325.171 millones de colones”, de los cuales ¢246 millones de colones fueron aportados por el PNCh. http://www.inbio.ac.cr/pdf/noticia/Comunicado%20estudio%20CINPE-INBio.pdf Esto demuestra que los parques nacionales desde hace muchísimos años, podrían sobrevivir y mejorar con sus propios ingresos, pero es imposible mantener un sistema de conservación con un estilo de financiamiento que le extrae los ingresos a los parques nacionales y otras áreas protegidas y los traslada a la caja única del Estado; para que éste a su vez les cierre la llave. Es decir, el Estado mismo atenta contra el sistema de protección y conservación del patrimonio natural incluido en el SINAC.

Concesión-privatización del patrimonio natural

Pero más grave aún es la presión para imponer un modelo de “concesión de servicios no esenciales” que en la práctica es una forma de privatización del SINAC. Sin importar si son carreteras, electricidad, telecomunicaciones, servicios de salud, limpieza, lavanderías, o lo que sea, la concesión es el camino para que el Estado se declare incompetente y delegue a privados servicios que califican como “complementarios” y “secundarios”, pero que en realidad son componentes esenciales de la producción o los servicios nacionales. En el caso de los parques nacionales, este tipo de soluciones falaces refuerzan el subsidio que éstos y otras áreas de conservación le hacen a los negocios privados, muchos colocados estratégicamente cerca de sus lindero, como los hoteles de todo tipo y tamaño, e incluso las empresas que operan dentro de parques nacionales utilizando y explotando el patrimonio natural y la infraestructura pública. No se trata impedir el acceso, pero si de reconocer que el SINAC incluye muchísimos atractivos de los cuales disfrutan los turistas locales y extranjeros. Sin el patrimonio natural protegido los negocios serían limitados o inexistentes y por ende nada lucrativos. La oferta turística privada incluye y ofrece en sus paquetes y servicios los parques nacionales y otras áreas de protección por los cuales pagan los turistas y no las empresas.

Los negocios privados dentro de parques nacionales, como los promovidos por la industria del turismo, municipalidades, grupos privados, entes no gubernamentales, el Estado por medio del Instituto Costarricense de Turismo -ICT- y a veces por el MINAE mismo, que buscan “flexibilizar” el uso de los parques y promover inversiones “para lograr explotar todo su potencial” http://semanariouniversidad.ucr.cr/pais/empresarios-turisticos-impulsan-propuesta-desarrollo-infraestructura/, son la ruina del sistema de conservación del país y el triunfo de la visión mercantilista para asegurar el lucro con el patrimonio natural del Estado.

Naturaleza patrimonio de todos y todas

La naturaleza debe ser, por principio y definición, patrimonio de toda la humanidad y en este país de la sociedad costarricense, y nunca recurso para el usufructo y explotación privada. Nada mejorará, incluido el SINAC, si se permite su explotación para beneficio directo de grupos privados sin importar su origen. La virtud esencial del SINAC que se está perdiendo, es la que permite que la sociedad costarricense, en su totalidad, pueda disfrutar la naturaleza. Pero no menos riesgoso es que la atribución que ahora tiene el Estado para controlar, ordenar y dirigir la investigación científica y cualquier otra acción orientada al uso y la conservación de todo tipo de ecosistemas, también se vea amenazada con el pretexto de procurar “mayor o plena explotación” ya no solo en parques nacionales, sino también de reservas biológicas, monumentos nacionales, refugios de vida silvestre, humedales u otros.

El SINAC se creó y existe para asegurar ecosistemas únicos en el territorio nacional. Cada uno, incluidos los parques nacionales, es insustituible y exclusivo y su resguardo requiere compromiso y responsabilidad directa del Estado y de la ciudadanía. En esta sintonía, sería esperable que gobiernos locales como el de Pérez Zeledón, elevaran su talento colectivo y aseguraran prácticas en sus territorios para proteger la naturaleza, lo cual implica frenar, impedir, y obviamente no estimular proyectos que amenacen el patrimonio natural del Estado.

“Discurso ambiental” y amenazas

Costa Rica se mueve en entre el discurso verde, una etiqueta o marca comercial de “sostenibilidad” y el colapso de su sistema de áreas protegidas. Contar con el 26% del territorio nacional con alguna categoría de protección, incluido el 12.7% de parques nacionales, es ciertamente un logro de toda la sociedad costarricense. Pero el mérito es incompleto si las condiciones de cuidado son elementales o menos que eso. No es concesionando servicios ni acogiendo propuestas como construir un teleférico en el cerro Chirripó, que el sistema podrá superar su crisis.  No es juicioso que un Gobierno local suponga que invadir o explotar empresarialmente un parque nacional genere “desarrollo” cuando lo que se propicia es la vulnerabilidad de ecosistemas frágiles, únicos e indispensables para la vida. Ojalá que las autoridades de Pérez Zeledón recuperen la sensatez y que el Presidente de la República y el Ministro de Ambiente y Energía, si es que les presentan esta ocurrencia, la desechen de entrada. Si este desacierto persiste, estoy seguro de que la inteligencia colectiva de Costa Rica y de muchísima gente en el planeta será mucho más que “un grupo de ambientalistas que se oponen” al “teleférico amigable con el ambiente”.

odc-fin.

Referencias para estudio

Por el momento, en la urgencia, pueden revisarse las siguientes referencias (sin formato):

Usurpar el Chirripo con un teleferico2

[1] Le he solicitado a especialistas en biología, forestales y manejo de ecosistemas de bosque, que expliquen la importancia del páramo y los riesgos de proyectos invasivos en ellos. Por ahora incluyo algunas referencias sobre el asunto. Ver al final.

(*)Sociólogo y educador. Presidente de la Asociación PROAL-Pacuare, integrante de la Federación ecologista costarricense (FECON) y de la Red Latinoamericana de Ríos (REDLAR).

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