Avanzar en derechos

Marcos Chinchilla Montes

Y finalmente, luego de varias décadas de tensa espera, este martes 26 de mayo el matrimonio igualitario fue una grata realidad en Costa Rica.

Cuánta discriminación, ignorancia, y violencia para llegar a este momento… cuántos amores viviendo en la clandestinidad.

Pero para plantearlo con una dosis de realidad, alcanzar esta cima jurídica que avanza en el reconocimiento de derechos, no es el peldaño final. El odio, el dogmatismo y el desconocimiento no son sencillos de superar en una sociedad que aún tiene un perfil moral-conservador que no muestra ningún empacho en negar derechos.

Así que la campaña del miedo, el rechazo, la difamación y el señalamiento público tendrán aliento en el país por un tiempo bajo el alero del extremismo religioso; pero con el paso de los años se irá naturalizando el derecho al matrimonio igualitario como cualquier otro matrimonio, particularmente en las nuevas generaciones que no tendrán tan arraigado ese prejuicio.

Un reconocimiento a todas aquellas personas y movimientos sociales que se metieron de lleno en la defensa de esta causa humanista y progresista. No ha sido sencillo, el pensamiento medieval, necesariamente oscurantista, recurrió a todas sus armas, pero particularmente a la del miedo y a la manipulación, sustentada en una moral religiosa que lo que menos mostraba era amor -valor que por ciento dicen defender.

El recorrido político que nos permite materializar este derecho, lamentablemente ha contado con la omisión de diferentes gobiernos; el ingrato papel de diferentes diputados, diputados e iglesias que hicieron lo imposible para que no se alcanzara el matrimonio igualitario; un papel muy tibio para mi gusto, por parte de la Sala Constitucional y el Tribunal Supremo de Elecciones que le devolvieron la papa caliente a la Asamblea Legislativa; y hasta del juez Francis Porras que le solicitó al Registro Civil desinscribir el matrimonio de Jazmín Elizondo y Laura Florez-Estrada, primer pareja legalmente casada en nuestro país. Dichosa la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos que se constituiría en pivote para obligar al país a legislar en esta materia, ello a partir de la consulta que le hiciera el gobierno de Luis Guillermo Solís.

El ascenso del cristianismo fundamentalista en las pasadas elecciones y su llegada con creces a la Asamblea Legislativa, supuso no solo un enorme reto para este movimiento, sino que por poco se convierte en un obstáculo real que podría haber impedido materializar este derecho. El cisma interno dentro de las fracciones cristianas y otros espíritus celestes afines, así como su indiscutible incapacidad política para negociar y articular proyectos de ley, les hizo desperdiciar 18 meses de trabajo legislativo, procurando en dos semanas aceitar cañones, flechas, mentiras y versículos para oponerse a este derecho que supone avanzar en igualdad.

 

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