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Muestra de poesía puntarenense: Una perla ignorada en la memoria «vallecentralista»

A manera de inicio, primero, se decidió utilizar en el título el adjetivo «vallecentralismo» no en alusión a todo el Valle Central (San José, Heredia, Cartago y Alajuela), sino a un fenómeno ubicado única y especialmente en San José, lo cual entenderemos como fuerza centrípeta (poder), frente a fuerzas centrífugas (desde las teorías de los polisistemas: lo excluido). Segundo y último punto de introducción, este documento no busca ser considerado un artículo propiamente académico, ya habrá otros espacios para cumplir con una lista de requisitos de rigurosidad, sino un llamado a la búsqueda de datos e investigaciones en torno a las literaturas regionales, lo cual forma parte de un corpus de datos dentro de mi labor independiente de investigación con la literatura costarricense. A esto se aúna el llamado o convocatoria abierta del I Congreso de Estudios Literarios Regionales coordinado por la Universidad de Costa Rica:

Se decidió abrir, dentro de esta revista peruana, un espacio mensual de difusión de poesía puntarenense, por tanto, el énfasis de este documento girará en torno a este sector del país. Puntarenas o la Perla del Pacífico como también se conoce es una de las siete provincias de Costa Rica, se caracteriza por ser tierra de pescadores, playa, sol, arena, churchill, comercio con la presencia de muchos asiáticos, pero, aparte de eso y como punto del cual poco se habla o prácticamente nada en la academia costarricense (artículos, libros, antologías «nacionales» [entiéndase nacional como la construcción de un imaginario cuyos intereses giran en torno a los aparatos de poder]) es, como lo bauticé en un artículo publicado en 2020 un «puerto de poetas» [https://semanariouniversidad.com/opinion/puntarenas-el-puerto-de-los-poetas/].

A grandes rasgos, en este puerto, por ejemplo, propiamente en Esparza, nació Francisco Zúñiga Díaz un 12 de julio de 1931. Don Chico como muchos lo llamaban e incluso lo siguen haciendo, aparte de escritor y poeta [muchos otros elementos más que pueden leerse en https://www.revistas.una.ac.cr/index.php/repertorio/article/view/10439/15583 fuente donde se omite Puntarenas], es considerado por muchos, con todo y precedentes del círculo de escritores costarricenses —donde nos cuenta Julieta Dobles él perteneció o al menos se acercó—, el padre de los talleres literarios en Costa Rica.

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Francisco Zúñiga Díaz tuvo una invaluable función de gestor cultural de manera gratuita. Sin embargo, a pesar de todos sus aportes, estos fueron poco reconocidos en vida, ¿por qué no un Magón? Bueno, primero, como se ha dicho incluso por mismos integrantes de sus talleres, posiblemente por su filiación política abiertamente de izquierda [algo tenso en la época e incluso hoy] y segundo, no era una persona a la cual le interesaban los premios, su lucha por la cultura era con amor y total y absoluta pasión. Sin duda, en este parte, todo un modelo a seguir y no olvidar nunca.

Más a detalle, en 1977 Chico fundó el Café Cultural que luego pasaría a llamarse Café Cultural Francisco Zúñiga Díaz, gestión difundida a otras zonas como Guanacaste (viajaba como gestor y editor, anteriormente conoció al poeta y académico Miguel Fajardo en San José), San Ramón (donde tuvo a la doctora Magdalena Vásquez como asistente) y por supuesto Puntarenas, gracias a su contacto con Msc Marjorie Jiménez Castro, quien lo llevó a Puntarenas sin saber que en 1995 se fundaría el Taller Literario Francisco Zúñiga Díaz, trabajo que, de manera resumida, luego de publicarse ocho Cuadernos de Poesía Puntarenense y tras tres separaciones en el grupo (1997 [muerte de Chico], 1997 [ a los meses de Marjorie Jiménez Castro asumir las riendas tras la muerte de Chico] y 2001 [tras diversas ocupaciones de las personas integrantes ] ), a partir de 2018, bajo intervención del escritor colombiano Eduardo Berdugo Cuentas, retomaron sus labores, pero ahora como Colectivo Faro Cultural.

Colectivo Faro Cultural arranca entonces en 2018 con la permanencia de Ricardo Segura Amador, Ruth Bermúdez Cambronero (pseudónimo Rubeca) y Herbert Contreras (pseudónimo Heco), todos expupilos de Chico. Luego, en 2019, tales antecedentes dieron posterior publicación a la Primera Antología de Poesía Puntarenense (1990-2019) , gracias al valioso trabajo e iniciativa de las gestoras culturales Elena Manzanarez Juarez y Gabriela Toruño Soto, ganadoras de una Beca Taller del Ministerio de Cultura y Juventud, proyecto que hacía falta en la historiografía literaria regional costarricense (la cual debe trabajarse más, pues al menos sí se cree en la necesidad e incluso material para construir una historia de las Literaturas Regionales en Costa Rica) propiamente en Puntarenas, porque esta provincia no tenía su antología poética como sí la tienen regiones como San Ramón: Antología poética ramonense (1990); Turrialba: Antología de poetas turrialbeños (1981) y Poesía Turrialbeña (2000) y Guanacaste: Guanacaste escribe (2004).

También, dentro de las labores literarias a nivel regional aparecen Pérez Zeledón y San Carlos (se invita a la exploración de más zonas geográficas del país), de movilidad importante en el terreno cultural, sin embargo, no existen, al menos en mi corpus de datos, presencia de antologías. Sería un rastreo importante y necesario de realizar con mayor profundidad [se recomienda la lectura del trabajo: https://www.redalyc.org/pdf/166/16615211.pdf%5D.

En fin, el puerto de poetas sigue más activo que nunca, actualmente, el Colectivo Faro Cultural se reúne por medio de la virtualidad, a manera de taller, se asignan tareas semanales por integrante. E incluso, en este preciso momento se prepara la II Antología de Poesía Puntarenense, también valioso aporte próximo a ver su luz.

Por ahora, para iniciar la idea de esta muestra mensual, gracias a la misión de rescate de Herbert Contreras, integrante de Faro Cultural y expupilo de don Chico, se les comparte el primer poema dedicado a Puntarenas del que se tiene registro en mano de un porteño, pues el primero a nivel histórico es de Lisímaco Chavarría y ya luego lo estaré compartiendo, además, ambos los podrán ver en la II Antología Poética Puntarenense pronto a publicarse. Este poema, título «A Puntarenas» es autoría del tío abuelo de Herbert Contreras, Enrique Araya Cano, quien falleció joven en 1926.

A puntarenas

¡Oh madre patria, suelo querido, nací en tu seno por mi fortuna!

Tú Puntarenas fuiste mi cuna por eso nunca jamás te olvido.

Hoy, Puntarenas, me regocijo inmensamente porque la suerte me ha permitido volver a verte y a saludarte como buen hijo.

¡Oh! Cuántas veces en otra tierra donde el destino me separaba como buen hijo me recordaba
de la grandeza que en ti se encierra.

Dulces recuerdos cuando era niño como a mi madre supe quererte
y hoy que soy hombre quiero ofrecerte todo el afecto de mi cariño.

(Copiado a bordo del Vapor “Cuba”)”

Enrique Araya Cano. Circa 1920.

Publicado en https://revistakametsa.wordpress.com/2021/03/05/muestra-de-poesia-puntarenense-una-perla-ignorada-en-la-memoria-vallecentralista/

Un reencuentro póstumo con Marco Aguilar

El autor de este artículo y el poeta Marco Aguilar, frente a su lugar de trabajo. Foto: Darinka Hilje

El último de los bardos que abrió nuevas sendas en la poesía costarricense

LUKO HILJE

A inicios de 1991 llegué a residir en Turrialba, para laborar como entomólogo agrícola en el Centro Agronómico Tropical de Investigación y Enseñanza (CATIE). Por una feliz coincidencia, aunque conocí a mi esposa Elsa en la Universidad Nacional (UNA), en Heredia, ella había sido procreada ahí, pues mi suegro Luis Pérez Loaiza era turrialbeño y, tras casarse con la esparzana Mabel Villalón Figueroa, permaneció muchos años en su tierra natal. Esto hizo que, al llegar yo a Turrialba, ya supiera muchas cosas del cantón, lo que me permitió insertarme con facilidad en la comunidad turrialbeña, la cual pronto me embelesó.

En realidad, mi contrato con el CATIE era de apenas dos años, pero se fue extendiendo tanto, que permanecí allá 13 años y, ya jubilado, conseguí proyectos que me permitieron laborar ad honorem por unos siete años más. Durante tan prolongada estadía mi afecto se afianzó y se acrecentó mucho, como lo revelan los casi 50 artículos alusivos a sus gentes y paisajes, publicados en periódicos, así como en revistas divulgativas y académicas. A ellos se suma mi libro Turrialba en la mirada de los viajeros (2018), que abarca relatos de unos 20 viajeros y cronistas que, a lo largo de 366 años, entre 1544 y 1910, recorrieron su territorio.

Es pertinente indicar que mis primeros contactos con ese terruño ocurrieron gracias a mis sabrosas tertulias con Leopoldo Fernández Ferreiro, gallego de nacimiento, pero turrialbeño hasta los tuétanos. De hecho, casi todos los sábados, mientras mi pequeña hija Darinka se entretenía y deleitaba jugando de vendedora en La Fama —la tienda de la familia Fernández García—, Elsa y yo platicábamos con él y su esposa Anita García Figuls, prima de mi suegro. Y, ya un poco tarde, a menudo se nos sumaba Edith, hija de ellos, cuando regresaba de una pequeña finca que tenía en Alto Varas.

Eddy, como le decían, era una mujer de gran inteligencia y sensibilidad, aunque muy hermética en cuanto a su vida personal, al punto de que nunca supe que fuera poetisa. Me enteré de ello cuando, en un recordatorio preparado por su familia, insertaron el conmovedor poema Póstumo, y después su hermano Leopoldo me regaló el único poemario que ella publicó, intitulado El río… La montaña. Víctima de un cáncer fulminante, Eddy falleció el 23 de agosto de 1997, a los 60 años, exactamente ocho meses después que su padre, muerto a los 87 años el 23 de diciembre de 1996. Menciono esto por el valor que tiene en sí mismo en mis afectos, pero también por la manera en que conocería al poeta Marco Aguilar.

Un funeral me llevó a Marco

En efecto, no recuerdo en cuál de estos dos funerales, conforme el cortejo se alejaba del templo para enrumbarse hacia la escarpada cuesta donde se localiza el cementerio local, observé que mi suegro —quien había venido de Heredia— conversaba con un hombre alto y enjuto, de andar pausado y mucho más joven que él, a quien yo nunca había visto. Horas después, ya en nuestra casa, le pregunté que quién era ese amigo suyo, y me respondió que se trataba de Marco Aguilar Sanabria, a quien conoció de muchacho en el caserío de Santa Rosa, pues era sobrino de don Luis Aguilar Valverde. Al respecto, es pertinente mencionar que mis suegros vivían en una casa esquinera —aún en pie, y hoy propiedad de la familia Orozco—, al costado norte de la iglesia local, y casi al frente residían don Luis y doña Adoración (Chon) Salazar, con quienes ellos se reunían a platicar casi todas las noches.

Para culminar su respuesta, mi suegro me indicó que Marco era poeta, así como compinche de los célebres bardos turrialbeños Jorge Debravo y Laureano Albán, a quienes él también conoció; por cierto, no mencionó a su medio prima Eddy, quizás porque ignoraba que escribía poesía y que tuviera una relación cercana con ellos tres. En el caso de Albán, nacido en Santa Cruz —no muy lejos de Santa Rosa—, me contó que jugó basquetbol con un equipo que él dirigió. Y, en cuanto a Debravo —nacido en Guayabo Arriba—, nunca lo trató de cerca, aunque su esposa Margarita Salazar era sobrina de doña Chon, y a ella sí la conoció bien.

Bastó con que mi suegro mencionara estos datos, para captar a cabalidad quién era Marco. Y fue así como, de inmediato, evoqué aquellos lindos años de la segunda mitad del decenio de 1960, cuando el mundo entero se remozaba y renovaba, gracias a una pujanza realmente estupenda de la juventud, y como parte de lo cual en muchos países florecían de manera profusa el arte y la literatura.

En cuanto a la poesía, en esos años esta flotaba en el ámbito familiar, sobre todo gracias a mi hermano Niko, quien estudiaba química, aunque también le hacía a la poesía; si bien nunca ha publicado su obra, me parece realmente buena. Él solía coleccionar los suplementos culturales dominicales de algunos periódicos, e incluso copiar a mano poemas tomados de libros en la Biblioteca Nacional y, cuando ya tuvo ingresos como profesor en la Universidad de Costa Rica, pudo adquirir poemarios, que sus hermanos disfrutábamos. De hecho, fue gracias a él que tuve la fortuna de conocer a Debravo, en un recital ofrecido en San José una noche de junio de 1966, pues Niko participaba en algunas actividades del Círculo de Poetas Costarricenses, donde alternaba con Debravo, Albán y Marco —quien residió apenas dos años cerca de la capital, en Tres Ríos, Cartago—, Julieta Dobles Izaguirre, Arabella Salaverry, Alfonso Chase, Rodrigo Quirós, Germán Salas, Luis Fernando Charpentier, Jorge Ibáñez y algunos otros.

Es por eso por lo que, cuando mi suegro mencionó el nombre de Marco, este me era completamente familiar. Lo que yo ignoraba era que aún residiera en Turrialba. De inmediato pensé que me gustaría conocerlo y tratarlo, pero no sabía cómo contactarlo. No obstante, por una de esas venturosas casualidades del destino, muy pronto me llegaría tan anhelada oportunidad.

En efecto, un día me topé con el amigo Tomás Dittel, quien laboraba en la Escuela de Postgrado del CATIE. Aunque era conserje, tiene grandes habilidades como artesano, y siempre trataba de promover las manifestaciones artísticas de su cantón, por lo que ese día me preguntó si me gustaba la poesía. Al responderle que sí, ofreció venderme el recién aparecido poemario El tránsito del sol, de Marco. Por supuesto que se lo compré, a la vez que le pregunté que si se podía conseguir autografiado. Al instante me indicó que lo mejor era que, a la salida del trabajo, fuéramos juntos un día al Taller de Televisión Rodríguez, donde Marco trabajaba. Era fácil, pues estaba localizado a la pura entrada a la ciudad, «frente al almacén de Numa Ruiz», negocio que dejó de existir hace muchos años, pero cuyo nombre se incrustó para siempre en la toponimia de esa urbe rural; por cierto, ahí Marco compartía labores con Toñito, un hombre bueno y sumamente callado, hermano de Víctor Rodríguez, dueño del taller.

Y así fue. No recuerdo en cuál mes de 1997 ocurrió eso, pues la lacónica dedicatoria nada más dice «Para Luko, cordialmente. Marco. Turrialba, 97». La agradecí, por supuesto, pero más significó conocerlo en persona, pues percibí en él a un hombre noble, afectuoso, humilde, de amplia y sincera sonrisa, así como de excelente sentido del humor. Me daba pena interrumpirlo en sus labores, pero me dijo que no importaba, que había más tiempo que vida. Le conté que sabía de él desde muchos años antes gracias a mi hermano Niko, y le hablé de mi gusto por la poesía desde la adolescencia, y que incluso pude conocer a Debravo.

Al mencionar esto último, de inmediato me comentó que él tenía una enorme deuda pendiente con ese gran poeta, académico y político que fue don Isaac Felipe Azofeifa, pues este le había manifestado que —por la cercanía que hubo entre ambos desde los tiempos de colegiales—, él tenía el deber de escribir una amplia semblanza sobre nuestro mayor poeta, quien muriera tan joven. Le pregunté que por qué no lo había hecho, y me respondió que lo había ido postergando, por razones de trabajo y salud, en las que no ahondó. Y, tras una algo extensa y cálida conversación, con gentileza y sinceridad me dijo que volviera cuando quisiera.

La entrevista sobre Debravo

No recuerdo cuántas veces pasé por ahí, pero apenitas de refilón, para no importunarlo, o le pitaba desde mi carro para saludarlo. Sin embargo, años después, en octubre de 2000, hubo un hecho ominoso, que me obligó a buscarlo, y con urgencia: me dijeron que su vida estaba en peligro.

En efecto, en esos días mi hija se había matriculado en un taller de literatura para niños en la sede local de la Universidad Estatal a Distancia (UNED), dirigido por el poeta Erick Gil Salas, cuyo nombre yo conocía por referencias. Y, un sábado que fui a recogerla, tuve la oportunidad de conocer a Erick. Al comentarle algo sobre Marco, me contó que este tenía un serio problema cardíaco, que ameritaba una cirugía urgente, por lo que lo podrían llamar y hospitalizar en cualquier momento. Aún más, había un alto riesgo de que no superara la operación. Al conversar ahora con Vilma Rodríguez Arguedas —su segunda y actual esposa—, me cuenta que a mediados de agosto de 2000 le habían efectuado un cateterismo, el cual reveló cuán dañado estaba su corazón y esto demandaba una cirugía muy delicada.

Sobresaltado por tan impactante noticia, aparte de mi genuina preocupación por la salud de Marco, le dije a Erick que me acongojaba que, efectivamente, pudiera ocurrir una fatalidad y que, de ser así, él no podría cumplir la promesa hecha a don Isaac Felipe en relación con Debravo. Por tanto, le propuse que, para salvaguardar sus palabras, nos apresuráramos a entrevistarlo, y que podríamos hacerlo en mi casa, pues el campus del CATIE es muy silencioso, además de que yo tenía una buena grabadora portátil y suficientes casetes. «Y…, ¿cuándo?», me preguntó Erick. «Pues hoy mismo por la tarde, si él pudiera», le repliqué. Asentimos, y de inmediato nos fuimos a buscarlo al taller donde trabajaba, pero ya habían cerrado. No quisimos molestarlo en su casa, que estaba muy cerca de ahí, pero el lunes siguiente por la tarde fuimos a buscarlo y, explicada la situación, el sábado 19 de octubre por la tarde pasé a recogerlos y llevarlos a mi casa, donde Elsa nos preparó un sabroso café y unos bocadillos, para que así pudiéramos conversar con amplitud y sin interrupciones.

De esa linda entrevista, que se prolongó por dos horas, semanas después hice copias para los tres, y la guardé como un verdadero tesoro, junto con varias fotos que tomé esa tarde. Eso sí, al transcribirla Elsa —quien es secretaria de formación—, resultaron nada menos que 24 páginas, a espacio sencillo, lo cual dificultaría publicarla en una revista literaria o académica.

Así la conservé por mucho tiempo, a la espera de una oportunidad para publicarla. Y, por fortuna, esta se presentaría años después, y por partida doble.

Asiduo lector y colaborador del Semanario Universidad, como lo he sido por muchos años y hasta hoy, en 2004 se me ocurrió proponerle a Ana Incer Arias, su directora de entonces, que publicáramos una síntesis de la entrevista, a lo cual accedió sin reparo alguno. Por tanto, me dediqué a prepararla, tras lo cual la entregué a Marco y a Erick para que la revisaran y le hicieran los ajustes que juzgaran pertinentes. Y fue así cómo, con ocasión de conmemorarse en agosto el 37 aniversario de la muerte de Debravo, se nos concedieron nada menos que las dos páginas centrales del suplemento cultural Los Libros de ese mes, para insertar tan valioso documento biográfico, que intitulamos Debravo, en la mirada de Marco Aguilar.

En cuanto a la segunda oportunidad, habría que esperar tres años más, pero valdría la pena, pues esta vez pudimos concretar el sueño de publicar la entrevista completa. Con el título Jorge Debravo a través de la retina de Marco Aguilar, apareció en la revista Comunicación, del Instituto Tecnológico de Costa Rica.

En realidad, todo fue muy sencillo, gracias a la gentileza de su directora de entonces, Teresita Zamora. Y lo fue, porque en 2005, en colaboración con el filósofo Guillermo Coronado, ella había publicado un número monográfico dedicado al ornitólogo, naturalista y filósofo Alexander Skutch, en el cual fui invitado a colaborar. El día de la presentación, ella me dijo que las páginas de la revista estaban abiertas para proyectos editoriales análogos, por lo que tiempo después le sugerí que hiciéramos uno sobre Debravo, con miras al 40 aniversario de su muerte. Me preguntó si estaba dispuesto a coordinarlo con ella, pero me rehusé, por no ser la literatura mi campo profesional. Eso sí, le sugerí a Erick, verdadero conocedor, y fue así como ambos hicieron posible que en 2007 apareciera el número monográfico Jorge Debravo, un hombre palabra.

Ahora bien, para retornar a aquel aciago octubre de 2000 cuando la vida de Marco estuvo en peligro, en realidad él enfrentó un verdadero calvario, pues su salud empeoraba día a día y no le daban la ansiada cita para la cirugía. Tan terrible fue esa espera que, en cierto momento, la ya de por sí angustiante situación se dilató innecesariamente, porque debían hacerle un delicado examen con un angiógrafo, pero no se pudo pues, en una actitud realmente irracional e inhumana, unos funcionarios de un hospital de la Caja Costarricense del Seguro Social en San José lo habían dañado, al grabar música en discos compactos, para aprovechar que este sofisticado y delicado aparato tenía un dispositivo que permitía hacer eso.

Recuerdo cuánto sufrí en esos días, ya entrado noviembre, pues durante tres semanas consecutivas tenía que emprender viajes, como era usual en el CATIE, a Inglaterra, Panamá y California. Antes de partir, lo visité en su casa, y se mostraba sumamente endeble y hasta desesperanzado. Nuestro abrazo de despedida, que no podía ser efusivo por lo débil que estaba él, tuvo mucho de ominoso. Al dárnoslo, un recóndito y electrizante espasmo recorrió mi cuerpo y constriñó mi alma, pues pensé que podría ser el último que nos dábamos. ¡Fue una sensación muy dura, de veras!

Por dicha para mí, pudimos reencontrarnos y conversar tras mis viajes, pero el infortunio para Marco continuaba, pues la cita médica seguía postergándose ad infinitum. No fue sino en abril o mayo de 2001 que le practicaron una operación a corazón abierto en el Hospital México, la cual se prolongó por muchas horas. En determinado momento, al extraer su corazón para operarlo, este se infartó, lo que obligó al personal médico a efectuar labores de resucitación. Posteriormente debió permanecer por dos semanas en cuidados intensivos, con un pronóstico bastante reservado en cuanto a su recuperación. Y, aunque Marco pudo superar tan difícil trance, las expectativas no eran nada halagüeñas, pues los médicos auguraban un año y medio de vida, cuando mucho.

Contertulios en La Feria

Ya recuperado Marco de la operación, incrementamos nuestra relación de amistad, la cual se intensificó en los meses siguientes. Recuerdo que en septiembre de 2002 estuvo en mi casa, junto con Vilma, pues Elsa decidió celebrar mi medio siglo de vida en compañía de un pequeño grupo de amigos muy queridos.

Fue en el segundo semestre de 2001 que, al avizorar que faltaban unos dos años para la celebración del centenario del cantonato de Turrialba, varias personas hablamos de la posibilidad de preparar un libro conmemorativo, con la participación de historiadores, sociólogos, antropólogos, geógrafos, geólogos, biólogos, ingenieros, agrónomos, educadores, periodistas, sacerdotes, artistas, etc. Y, aunque al final de cuentas no se pudo lograr lo que se deseaba, debido a diversas circunstancias, gran parte de los materiales permitirían que en 2012 viera la luz el libro Turrialba: mucho más que cien años, publicado por la EUNED y editado por el matemático y periodista Ramiro Rodríguez —director de la revista Turrialba Hoy—, el poeta Erick Gil Salas y el historiador William Solano.

Recuerdo vivamente que, aunque ya habíamos venido conversando de manera informal con Ramiro, Erick, William, el genetista forestal Rodolfo Salazar Figueroa, el biólogo Sebastián Salazar Salvatierra y el agrónomo Carlos León Pérez, nuestra primera reunión formal tuvo lugar en el restaurante La Feria, por sugerencia de Rodolfo, pues sus cuñados Roberto y Manuel Barahona Camacho son los dueños de dicho negocio. Sin embargo, esa noche pudimos llegar solo William, Rodolfo, Marco, el agrónomo Gilberto Calderón y yo.

Un hecho muy bonito fue que, al buscar en el menú algo para comer y beber mientras discutíamos acerca de nuestro proyecto, Marco me hizo una advertencia. Como novicio en ese restaurante, pues nunca lo había visitado, me dijo que, como lo relaté en el artículo Las tertulias en La Feria (La República, 21-VI-05, p. 15), en una especie de rito iniciático, no debía ingerir nada sin antes tomarme una jarra de la deliciosa sustancia de carne llamada «caldo de riel» debido a su color de herrumbre, así como un par de los proverbiales taquitos que preparaba don Enrique Barahona Jiménez —padre de Roberto y Manuel—, en su cantina La Feria, a la cual Marco incluso le había escrito un simpático soneto.

Por supuesto que obedecí con gusto la sugerencia de Marco, y no me arrepiento en absoluto de haber sido tan sumiso pues, desde ese día y hasta hoy, cada vez que voy ahí, es lo primero que solicito. De inmediato pedí una cerveza con abundante hielo —como se estila en esa Turrialba tan caliente y húmeda— y le dije a Marco que yo invitaba a lo quisiera tomar, a lo cual me respondió que él no ingería bebidas de ese tipo, pues en una época de juventud y bohemia había enfrentado problemas de alcoholismo. Sentí mucha pena, y entonces le dije a la mesera que no me trajera mi cerveza, pero Marco replicó para decirle que no importaba, pues él ya había superado su vicio. Hombre de firme carácter y temple, desde ese día y durante casi cinco lustros de amistad y de numerosas cenas, nunca le tentó que yo me tomara dos o tres cervezas, mientras que él se deleitaba con un exquisito refresco de guanábana.

Desde entonces, La Feria fue nuestro inmutable sitio de reunión y sabrosa tertulia, favorecido por el hecho de que Roberto y Manuel lo convirtieron en un espacio cultural, al organizar exposiciones de pintura, recitales de poesía, conciertos musicales y lanzamientos de libros. Con frecuencia se nos unían los ya citados Sebastián, Ramiro, Rodolfo, Carlos, el recordado poeta Johnny Delgado y los hermanos Barahona, y algunas veces los pintores Max Solís y Manolo Ayala, los educadores William Núñez, Emma Tomasita Durán y Rosibel Castro, así como la abogada y poetisa Clarita Solano.

¡Cuántas conversaciones inteligentes y gratas, de esas que nutren la mente y el alma, así como siempre aderezadas con ese humor tan característico de Marco y de los turrialbeños! Como dicen, platicábamos «de lo divino y lo humano», pues afloraban asuntos de literatura, música, artes plásticas, filosofía, religión, historia, política, etnografía, fútbol, y hasta de ciencias.

En cuanto a esto último, Marco tuvo siempre un gran aprecio y respeto por la obra de los científicos, en parte influenciado por el hecho de que un tiempo laboró en el CATIE como asistente de laboratorio en edafología, es decir, la ciencia del suelo. Además, su prima María Elena Aguilar Vega es bióloga, con un doctorado en biotecnología obtenido en Francia. Y, por si no bastara con esto, gracias al ajedrez, su padre Antonio y su tío Fernando —padre de María Elena—, quienes eran pequeños productores de café en Santa Rosa, tuvieron una cercana relación con el alemán-venezolano Gerardo Budowski, de fama mundial como ecólogo y conservacionista ambiental. Cabe resaltar que, llegado a Turrialba para laborar en el CATIE, donde ocupó una importante jefatura, el recordado don Gerardo conformó con ellos y los también hermanos Jorge y Marco Tulio Ramírez un equipo que representó a Turrialba en varios torneos nacionales; además de que, en 1965, 1966 y 1972 el equipo fue campeón, su tío Fernando fue campeón nacional en 1970 y 1971, según consta en una reseña histórica escrita por su hijo Rodolfo, que María Elena me facilitó en estos días.

Mi alejamiento de Turrialba

En realidad, me dolió muchísimo ausentarme de esas pláticas cuando, al jubilarme en 2004, me instalé en la lejana Heredia. Sin embargo, como el CATIE me distinguió con el estatus de profesor emérito, conservé una oficina ahí y, con fondos que conseguí en entidades externas, pude financiar proyectos en mi campo profesional. Esto, a su vez, me permitió visitar Turrialba al menos una vez al mes y pernoctar allá, por lo que cada vez que iba, llamaba a Marco para que cenáramos y conversáramos en La Feria. ¡Cómo no!

Lamentablemente, a partir de marzo de 2017 tuve un extraño quebranto de salud, que se extendió por más de dos años, el cual me impidió manejar hasta allá, a lo que se sumaría el cese de mis proyectos, por esa misma razón. Sin embargo, además de que manteníamos contacto por internet, cada cierto tiempo llamaba por teléfono a Marco y —locuaces ambos— conversábamos con largueza.

De los años previos, recuerdo que en 2005 propuse a la revista Comunicación que para 2006 dedicáramos un número a los líderes de la Campaña Nacional de 1856-1857, caídos en desgracia después, el cual se intitularía Héroes del 56, mártires del 60: los hermanos Mora y el general Cañas. Asimismo, me comprometí a elaborar el artículo Un manojo de poemas para los tres próceres, dado que había varios poemas dispersos dedicados a ellos, incluidos algunos de Debravo y Chase. Pensé que sería bonito que otros miembros del antiguo Círculo de Poetas Costarricenses pudieran escribir al respecto, y pronto contacté a Marco, Laureano, Julieta y Arabella. Los cuatro accedieron, y el proyecto cuajó de la mejor manera. El poema escrito por Marco se intituló Hamacas y cañones, y es realmente muy hermoso.

Otra bonita remembranza data de fines de 2007, cuando Erick Gil Salas me comentó que se había propuesto compilar un buen número de poemas —los poemarios de Marco son bastante cortos— en un libro de casi 200 páginas, que se intitularía Obra reunida de Marco Aguilar, y lo publicaría la EUNED en 2008. Por tanto, me solicitó que, por mi amistad con Marco, escribiera unas palabras, como una especie de introducción. Al inicio me rehusé, pues no soy crítico literario, pero él pronto me indicó que lo que esperaba de mí eran unos juicios sobre Marco, desde una perspectiva personal.

Aclarado esto, no dudé en hacerlo, y en el pasaje medular de mi texto, esto fue lo que escribí:

Para hablar de su poesía no hay que saber de esta sino, más que leerla, aspirarla y sentirla como al aire, porque tiene el don de llegar sola, espontánea y fluida hasta los más recónditos intersticios del alma. Porque Marco tiene la inmensa virtud de insuflar valor poético a lo simple y lo cotidiano, oficiando como una especie de demiurgo que transmuta lo trivial y lo obvio en joyas poéticas. En su poesía no hay rebuscamientos ni nebulosas, sino palabras y conceptos sencillos, entendibles por todos, con las que él construye imágenes y sensaciones que realmente conmueven, provocando un grato regocijo.

Para cambiar de asunto, en algún momento de 2012 el amigo Luis Romero Zúñiga decidió crear la revista Lectores, que después mutaría su nombre por el de Turrialba Desarrollo. Ignoro cómo persuadió a Marco para que, a pesar de ser tan reacio para publicar su poesía, incursionara como articulista en su revista. Fue una sorpresa muy grata, pues la prosa de Marco era realmente deliciosa, plena de añoranzas. Por largo tiempo, entre 2012 y 2016, él me envió por internet varios de sus textos, todos excelentes. En mis archivos atesoro uno de los más bonitos, intitulado Jaque mate, Toño, dedicado justamente a su padre ajedrecista, quien fue un tanguero apasionado y siempre soñó con conocer Buenos Aires. Ahí narra que, tan diestro como su padre, «a los quince años ya había empatado con el Campeón Nacional vigente en la antigua Casa España. Mi padre conservó por años el apunte de esa partida».

Ahora bien, un mal día de junio de 2014, creo que un domingo por la mañana, timbró el teléfono de mi casa. Quien me llamaba era Roberto Barahona, para decirme que Marco estaba hospitalizado y en condición grave, al punto de que los médicos pronosticaban un desenlace fatal en pocas horas. ¡Fue realmente estremecedor escuchar eso! Casi de inmediato llamé a Vilma, quien me confirmó tan funesto augurio, y me explicó que Marco había sufrido una perforación del intestino, tras la cual sobrevino una septicemia. No obstante, por fortuna, de manera muy lenta él empezó a recuperarse y, tras ser operado y permanecer internado casi tres meses en el hospital Max Peralta, en Cartago, sumado a un muy extenso período de convalecencia en su casa, pudo superar este segundo episodio en que su vida estuvo en serio riesgo. Eso sí, desde entonces quedó muy fatigado y con dificultades respiratorias, lo que lo tornaba lento.

Una remembranza, pero positiva, data de 2018, cuando publiqué Turrialba en la mirada de los viajeros, libro del cual habíamos conversado ampliamente en varias visitas que hice a Turrialba para recorrer varios lugares y tomar algunas fotografías que me faltaban. En la sección de agradecimientos consigné el siguiente párrafo: «A Marco Aguilar, gran poeta y mejor amigo, hombre de alma buena, con cuya cálida y pausada voz, más su privilegiada pluma, le ha sabido cantar a su tierra y a su gente como ningún otro». Asimismo, incluí tres epígrafes, de Marco, Albán y Debravo, en ese orden, de los cuales el de Marco reza así:

En el valle amanece de repente.
No es igual que en el mar o en la llanura
donde el sol, tan despacio y sin premura
incinera las rutas del oriente.
Llega toda la luz rápidamente
para sorpresa de la noche oscura.
La mañana de aquí nace madura
y el cielo es como de agua transparente.

Cualquiera que haya vivido en Turrialba puede entender a plenitud cuánta verdad encierran estos versos. Hicimos la presentación del libro en La Feria, en la cual, de manera espontánea y muy sentida, Marco expresó lo que significaba nuestra amistad.

Culminado ese proyecto, lo haría partícipe de una nueva obra, intitulada Páginas como alas. Antología de textos líricos sobre la naturaleza; aunque aprobada para su publicación por parte de la Editorial Tecnológica de Costa Rica, varios factores han causado su retraso para que vea la luz, lo cual esperamos que ocurra este año. Enterado de mis propósitos, con gran generosidad Marco accedió a que incluyera los tres poemas suyos que le solicité, a pesar de que dos de ellos permanecían inéditos; no obstante, ya no lo están, pues aparecieron en su último poemario, Profecía de los trenes y los almendros muertos, en el que, por cierto, incluyó la siguiente dedicatoria: «Para Luko, un amigo de lujo, con mi cariño y la admiración de siempre. Marco. Turrialba, 2022».

En los últimos años

Ahora bien, en estos últimos años nuestra relación se intensificó, aunque por la vía electrónica. Esto fue así porque, si bien no me gustan ni participo de las llamadas redes sociales, debido a la pandemia viral que aún enfrentamos como humanidad, me vi forzado a recurrir a la aplicación WhatsApp para poder recibir unas clases de guitarra que había iniciado años antes de manera presencial. Y, como Marco tuvo algunos problemas con su correo electrónico, elegimos esta vía para comunicarnos.

Más yo que él, solíamos enviarnos mensajes. Era algo frecuente que me enviara fotos de insectos llegados a su casa o a su jardín, o a una finca de su hija Ana, allá por Tarbaca. En broma, yo le decía que con gusto podría identificarle lo que me enviara, con excepción de cucarachas, pulgas, alepates, niguas y piojillo púbico. Ignoro si fue eso lo que lo indujo a dedicarme el poema Oda a las plagas y los insecticidas, en su último libro.

Además, como ambos éramos liguistas, es decir, hinchas de la Liga Deportiva Alajuelense, a veces le enviaba algunas cosas simpáticas alusivas a nuestro equipo, al que por cierto se refirió de paso en su poema La Feria. En realidad, el fútbol era un tema infaltable en nuestras pláticas, casi siempre para sufrir, pues de los últimos 18 campeonatos no hemos ganado más que uno, aunque una y otra vez nuestro equipo ha perdido en los partidos finales.

Y, a propósito de fútbol, debo relatar una simpática anécdota, ocurrida el 13 de octubre de 2021. Aunque disfruto del fútbol, no me gusta dilapidar dos horas y resto frente a un televisor, cuando tengo cosas más importantes que hacer, y sobre todo en horas diurnas. Esa tarde de miércoles jugaban en Columbus, Ohio, las selecciones de Costa Rica y EE. UU., en la disputa por un puesto en el campeonato mundial en Qatar. Encendí el televisor en un aposento de mi casa, para estar informado, mientras me dedicaba a escribir en mi biblioteca.

En cierto momento timbró el teléfono. Al levantar el auricular, escuché una voz muy débil y algo gangosa, casi de ultratumba. Era la de Marco. Después de los afectuosos saludos mutuos, me espetó: «Necesito pedirte un favor que nunca en la vida te he pedido». «Sí, Marco, claro… ¿en qué puedo servirte?», respondí, ante lo cual me preguntó: «¿Cómo va la Sele?». «¡Sé más serio, muchacho! Empezó ganando, y muy rápido, pero ya los gringos empataron. Pero…, ¿no estás viendo el partido?», fue mi contestación. De inmediato me contó que no podía verlo, pues estaba internado en el hospital William Allen, debido a una afección por coronavirus. «No, Marquito… ¡¡¡no puede ser!!! ¿Cómo estás, hombré?». Entonces me replicó: «Pues, sí. Vos sabés que tengo comprados 99 números de la rifa para el viaje al otro potrero, y ahora me cae esto. Y… ¡con todo y lo que me he cuidado! Si no estuviera vacunado, sin duda que ya estaría del otro lado».

Transcurrieron varios días de angustia e incertidumbre, pero, por fortuna, a pesar de su labilidad, su organismo pudo soportar este nuevo y grave embate, y salir avante.

Sin embargo, ya no podría ante una afección aparentemente renal, pero en realidad cardíaca, que lo conduciría de nuevo al hospital poco más de un año después, a fines de diciembre de 2022. Me cuenta Vilma, quien es enfermera y había vivido al lado de Marco los tres episodios previos que casi lo llevaron a la muerte, que ella pensó que la situación de salud de Marco no tendría consecuencias fatales esta vez, pero no fue así. Internado de emergencia el 31 de diciembre, mientras Vilma se enfrentaba a la pérdida de su madre doña Oliva la víspera, cerca de las tres de la madrugada del 3 de enero Marco exhalaba su último suspiro, víctima de un paro cardio-respiratorio, exactamente en el día de su cumpleaños número 79.

Ahora, ya fallecido, al ver en retrospectiva mi relación con Marco, me percato de que, en nuestros casi 25 años de amistad, la muerte siempre lo estuvo acosando. No obstante, es muy interesante que, aunque en su poesía la muerte está omnipresente como tema —una constante en la obra de casi todo poeta—, esta no es protagónica, en marcado contraste con la de su entrañable amigo Jorge Debravo, para quien era una cuestión central, recurrente e insistente, casi obsesiva. Pero es que en Debravo era una especie de premonición, la noción de que partiría muy joven. Y así fue, cuando en la fatídica noche del 4 de agosto de 1967 un chofer ebrio embistió su motocicleta y segó su vida, con apenas 29 años. Por cierto, de ese burdo y desgarrador episodio, Marco nos diría que: «Mi hermano Jorge / está completamente muerto en media calle», para culminar su elegía así: «Y yo sufro esta muerte solitaria / hoy que el agua lavó su sangre humilde / definitivamente silenciada. / Porque era solamente un niño triste, / solo que ahora está bajo la tierra / ¡y yo no me acostumbro!».

Es todavía más interesante aún que, en innumerables horas de tertulia, Marco nos hablara muy poco de la muerte. No sé si era una actitud silenciosamente estoica, pero no se lamentaba de sus dolencias y ni de sus penurias. Aunque a veces reconocía estar débil, no se quejaba y, más bien, tenía siempre un talante positivo. Quizás en su fuero interno se reconocía lábil y vulnerable, pero ante sus amigos se mostraba muy animado, así como deseoso de vivir y continuar haciendo lo que más le gustaba: escribir.

Al igual que a su padre don Toño, a Marco le encantaba el tango. Y a mí también. Por eso, de vez en cuando le enviaba algunos videos. Uno fue un programa de Susana Rinaldi, de quien le comenté que la había oído cantar en el Teatro Nacional en su primera visita a Costa Rica. «Una maravilla. Papi enloquecía con ella», me respondió, y me contó que su hermano Guillermo había llevado a don Toño y doña Chepita —a quien tuve el gusto de conocer— a escucharla en dos de las tres ocasiones que estuvo en el país. Por cierto, el 2 de enero por la tarde descubrí en YouTube un reciente concierto de tan aclamada cantante, y de inmediato pensé en compartirlo con Marco, sin saber que estaba hospitalizado y viviendo su último día completo. Como tuve problemas con internet, pospuse el envío, pero ello nunca ocurriría, pues temprano al día siguiente recibí llamadas de Roberto Barahona y de Vilma, para comunicarme la infausta noticia de su partida.

A propósito de la Rinaldi, nunca le pregunté a Marco por el texto Definiciones para esperar mi muerte, que ella popularizó, al declamar su letra mientras que, por fondo, se escuchan los acordes del melancólico tango Sur. Escrita por Homero Manzi cuando, sabedor de que sus días estaban contados, este inmenso poeta se enfrentó a un desafiante papel vacío, para plasmar en él una estremecedora despedida, en uno de cuyos pasajes se lee: «Estoy lleno de voces y de colores, / que juraron acompañarme hasta la muerte / como amantes resignadas / al breve paso de mi eternidad», para después sentenciar que «Sé que hay lágrimas largamente preparadas para mi ausencia».

Hoy debo confesar que, después de cada noche de tertulia en La Feria, cuando iba a dejar a Marco a su casa, me bajaba del carro para darnos un abrazo de despedida, y que eso me oprimía el corazón, al presentir que podría ser el último. Y siempre evocaba aquel aserto del grandísimo Julio Cortázar, cuando expresó: «Yo quiero proponerle a usted un abrazo, uno fuerte, duradero, hasta que todo nos duela. Al final será mejor que me duela el cuerpo por quererle, y no que me duela el alma por extrañarle». En efecto, ignorando que sería el definitivo, nos dimos ese abrazo postrimero —eso sí, no muy fuerte, debido a la fragilidad de Marco— el 29 de mayo de 2019, en mi última visita a Turrialba antes de que empezara la ominosa pandemia que tanto luto y dolor ha provocado.

El reencuentro póstumo

Ahora, poco más de tres años y medio después, he retornado a esta querida ciudad, hoy carente de su amado poeta. Lo he hecho para un homenaje póstumo en un rústico y acogedor anfiteatro rodeado de bosque, en el hotel Wagelia Espino Lodge, engastado en las faldas del volcán Turrialba. Gracias a la iniciativa de su dueño, el amigo Walter Coto Molina, así como del restaurante La Feria y la UNED, el sábado 21 de enero concurrimos ahí unos 50 familiares y amigos de Marco para rendirle un tributo, en una tarde espléndida, colmada de sol y luz.

En dicho convivio afectivo varios hicimos remembranzas, otros cantaron lindas e íntimas canciones, y otros más leyeron poemas de Marco. Concluido el acto, y antes de departir en un grato refrigerio, Walter nos llevó a recorrer el bosque aledaño, por un sendero que él bautizó con el nombre Calzada de los Poetas —en cuyos costados algunos rótulos de madera contienen fragmentos de poemas de turrialbeños—, para develar una placa con el nombre de Marco. Así lo hizo, y ahí permanecerá esa lámina, sujetada a un rectilíneo árbol de fosforillo (Dendropanax arboreus), no muy lejos de otro más corpulento, pero de espino blanco (Macrohosseltia macroterantha), que porta la placa correspondiente a Jorge Debravo.

Esos fueron momentos sumamente emotivos, en ese espacio vegetal que, con acierto, Walter describió como «un templo de las almas nobles». Una y otra vez, debí contenerme para no derramar parte del cúmulo de lágrimas que —como lo dijera Manzi— por casi 25 años preparé para la partida y la ausencia de mi entrañable amigo Marco. Ya había vertido bastantes en días previos, al igual que esa mañana, durante la travesía por la pintoresca y fresca ruta de montaña que serpentea por las estribaciones de los volcanes Irazú y Turrialba. Eso sí, por la noche, en la soledad y el silencio de mi habitación, trasmutado en llanto vacié de sopetón el crudo dolor que desde hacía dos semanas afligía mi alma.

Como, debido a un compromiso ineludible, no había podido asistir al funeral de Marco, para completar el círculo me faltaba visitar su tumba, lo cual hice el domingo por la tarde, poco antes de regresar a Heredia. No me fue sencillo localizarla, en ese cementerio de tumbas tan hacinadas y de tan empinado declive, desde el cual se divisa una amplia porción del Valle Sagrado al cual él alude en su poema Soy Marco Aguilar.

Tras casi media hora de buscarla, casi me daba por vencido, pero, por fortuna, pude localizar a un hombre que hacía unos trabajos ahí, quien me llevó a ella con gentileza y prontitud. Le pedí dejarme a solas. Y ya frente a ese nicho aéreo, turbados mi corazón y mi mente, imaginé el féretro que ahí adentro, colocado en posición horizontal, contiene su cuerpo exánime y yerto, tan pleno de humanidad, creatividad y poesía apenas un mes antes. ¡Absurda, torpe e implacable que es la muerte, al truncar de súbito tanta, pero tanta vida!

En soliloquio, empapado mi rostro por las lágrimas que me quedaban para ese reencuentro póstumo, desde lo más hondo de mis agobiados corazón y garganta costó mucho que emergieran las palabras exactas para agradecerle a Marco su prolongada, profunda y cálida amistad, que de tantas y tan gratas maneras enriqueció mi vida. Y le prometí escribir este artículo que, ahora, entre nuevas lágrimas, no me ha sido fácil terminar.

 

Publicado en https://www.meer.com/es y compartido con SURCOS por el autor.

Lo mediocre del mercado eléctrico costarricense son las recomendaciones de la OCDE

Greivin Hernández González*

El pasado lunes la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) publicó la última edición del Estudio Económico para Costa Rica, un documento que acostumbro a leer con atención, por la comparabilidad de los datos con países líderes en diversas áreas. Aunque no está ayuno de sesgos y errores, en esta edición tuvo pifias mayúsculas en las recomendaciones sobre el mercado eléctrico costarricense.

No se equivoca en su análisis porque no lo tiene, toma como base un informe publicado por el Banco Mundial en 2015, que usa datos del 2007-2013 (así es, de hace más de una década). A partir de cifras desactualizadas, la OCDE en 2023 sostiene que “El desempeño operativo del ICE es mediocre cuando se compara con instituciones pares (World Bank, 2015[18]) y los precios de la electricidad han sido más altos que en los países pares de la región.”

La misma conclusión la tiene el informe del Banco Mundial (2015) y para ello se basa, primordialmente, en tres comparativas: precios, días necesarios para instalar un servicio nuevo y caídas en el sistema. Pero qué pasaría si buscamos los datos más actuales, juzgue usted.

Ciertamente de 2007 a 2013 las estadísticas del país reportan un aumento continuo en las tarifas eléctricas, sin embargo, a partir de tal año, la misma fuente utilizada por el Banco Mundial (2015), la CEPAL, registra una caída drástica en los precios, desde los 18,5 hasta los 12,8 centavos de dólar por kWh de 2013 a 2021, respectivamente, lo que ubica al país con las tarifas eléctricas más bajas de la región, ver Figura 1.

Figura 1. SICA: precio medio regulado por país, 2012-2021 (centavos de dólar/kWh)

Fuente: CEPAL. Estadísticas del subsector eléctrico de los países del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), 2021.

El segundo dato fuera de contexto, son los días de espera para una nueva conexión eléctrica que, al decir del Banco Mundial en 2015, son muy altos, pues bien, el mismo dato para 2019 ubica a Costa Rica sólo por debajo de Panamá (para los países de la OCDE está en 74 días según la misma fuente), ver Figura 2.

Figura 2. SICA: Tiempo requerido para acceder a un servicio nuevo de electricidad, 2019 (días)

Fuente: Banco Mundial. Indicadores de desarrollo mundial.

El tercer dato, frecuencia de las fallas eléctricas reportadas por las empresas, tiene una interpretación curiosa por parte del Banco y la OCDE, a pesar de que Costa Rica está por debajo del promedio de la OCDE y Uruguay, después de Panamá es el que menos caídas en el sistema reporta en la región. Lamentablemente la encuesta de la que se obtiene este dato no ha sido actualizada. La segunda gran pifia del informe OCDE, es aplicar un doble estándar, mientras que en algunos casos la OCDE basa su análisis en los resultados (notablemente educación), en el caso del mercado eléctrico lo fundamenta además en las reglas. Es decir, asume que porque existe un operador con posición de dominio de mercado (el ICE) y altas regulaciones, los resultados son malos. Sin embargo, omite cifras tan positivas para la vida del ciudadano común, como son el acceso universal al servicio eléctrico, ver Figura 3, bajas tarifas (ver Figura 1), o las bajas pérdidas en transmisión y distribución, ver Figura 4.

Figura 3. SICA: acceso al servicio eléctrico, 2020 (%)

Fuente: CEPAL. Estadísticas del subsector eléctrico de los países del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), 2021.

Figura 4. SICA: evolución de las pérdidas de transmisión y distribución, 2010-2021. (en porcentajes)

Fuente: CEPAL. Estadísticas del subsector eléctrico de los países del Sistema de la Integración Centroamericana (SICA), 2021

Aquí pareciera existir además un sesgo ideológico de los redactores de esta sección del informe, o acaso un olvido de la teoría económica. En microeconomía, se describe el caso del monopolio natural, como es el de la electricidad, dicha teoría ha establecido que es posible que un mercado de este tipo alcance los mismos resultados de competencia perfecta, mediante una regulación adecuada.

Aún más, no deja de sorprender que la OCDE no utilizase los datos que posee y publica, sobre la evolución reciente del índice de precios a la energía, ante choques externos como la invasión a Ucrania, o la recuperación mundial acelerada post COVID-19. Así mostraría que el mercado eléctrico costarricense es ejemplar, pues ha coadyuvado a resistir dichos eventos mucho mejor que el grupo de países con las mejores prácticas a escala mundial y regional, ver Figura 5.

Figura 5. ALC4, Costa Rica y OCDE: Índice de precios de la energía, 2015-2022 (nivel, 2015=100)

En suma, es difícil saber a ciencia cierta cómo una institución seria y prestigiosa llegó a conclusiones y recomendaciones con información tan desfasada y descontextualizada, sus causas y motivaciones. Sorprende que ante la abundancia de estadísticas actuales y de fácil acceso (me tomó sólo unos minutos actualizar y verificar los equívocos), se aventurase a emitir conclusiones y recomendaciones al amparo de un análisis tan vago, poniendo en juego tanto el desempeño de un mercado estratégico para cualquier país, como su reputación.
 
* El autor es economista

Imagen superior: DPL News

Realidad sobre participación de la academia en reunión sobre pesca de arrastre convocada por INCOPESCA

Helven Naranjo-Madrigal. Post-Doctor en Ciencias Pesqueras.
Consultor Lynker-University of Washington.
http://www.fish.washington.edu/https://lynker.com/
https://www.researchgate.net/profile/Helven_Naranjo
https://wiseintro.co/helvennaranjo-madrigalphd
helvenn@hotmail.com

El pasado 23 de noviembre del 2022 fui invitado a participar en la sesión de socialización del proyecto: “Nuevas alternativas para la pesca responsable de camarón en el Océano Pacífico” con el objetivo de [transcribo palabras textuales de correo electrónico remitido por INCOPESCA]: “contar con los insumos adicionales de carácter científico-técnicos”. A esta reunión también fueron convocados funcionarios de universidades locales y del MINAE. La sesión fue de carácter participativo, en la cual INCOPESCA buscaba presentar la Propuesta de Investigación con el fin de obtener retroalimentación científico-técnica de los expertos presentes en la reunión. NO ES CIERTO que esta reunión haya sido “unidireccional” como lo han externado ciertos funcionarios de la Universidad Nacional. Hubo intercambios de ideas, discusión y se dieron sugerencias concernientes a temas medulares de la propuesta con el fin de mejorar los alcances de los resultados de la investigación.

Dado a que estoy acostumbrado a realizar revisiones de artículos científicos, informes técnicos y dar consultorías de alto nivel, tanto en el contexto local como en otras latitudes, me preocupa observar la endeble contribución provista por la academia local en el sentido de mejorar o ampliar la propuesta de investigación presentada por INCOPESCA.

Si bien es cierto, algunas universidades locales han señalado inconsistencias técnicas a manera de cuestionamientos, la mayoría de éstas rondan en falta de referencias sobre la metodología o inconsistencias en algunos planteamientos en el marco metodológico de la propuesta presentada por INCOPESCA. Hasta el momento (10 febrero 2023: fecha de redacción de este comunicado) no han hecho aportes de profundidad, contrapropuestas, ni revisiones con estándares “peer review” sobre el documento que reflejen orientaciones de investigación análogas a las desarrolladas por países que actualmente tienen pesquerías de arrastre certificadas.

Por el contrario, algunas aseveraciones externadas por funcionarios de la academia pública local parecen alejarse de criterios científico-técnicos y más bien responder a posiciones ambientalistas propias de corrientes activistas-conservacionistas* que abogan por eliminar la pesca; o peor aún, criticas fuera de sitio relacionadas con disconformidades políticas sobre el accionar del gobierno actual.

El hecho de que el país presente un gran rezago en temas de ciencias pesqueras (¡no existen carreras en ciencias pesqueras en ninguna universidad pública local!), no justifica que funcionarios públicos de universidades locales no hagan una adecuada revisión de literatura y un preciso análisis histórico local de la pesca de arrastre semi-industrial que les permitan esbozar precondiciones científico-técnicas que ayudarían a mejorar la retroalimentación solicitada por INCOPESCA.

Según estudios técnicos, los fondos marinos poseen un plazo de recuperación entre 4 y 7 años después de actividad de arrastre intensivo. Coincidentemente, la actividad de la flota de arrastre semi-industrial ha estado detenida hace aproximadamente 5 años, lo cual indica que la principal precondición técnica para empezar un programa científico de investigación sobre pesca de arrastre en Costa Rica ya se ha cumplido; y al día de hoy, sería propicio emprender un programa investigación intensivo para cuantificar la recuperación de hábitats y especies bento-demersales con el fin de explorar la posibilidad de reactivar la actividad de la flota arrastrera nacional bajo un régimen manejo pesquero basado en ciencia.  

Con respecto al argumento que indica que la “red no es buena”**, hago énfasis que la sostenibilidad de las pesquerías de arrastre no solo está en función de si la red presenta una alta capacidad de exclusión de fauna de acompañamiento, sino también en la disminución del efecto mecánico sobre tipos de fondos no aptos, y la restricción del esfuerzo pesquero dentro de zonas de menor sensibilidad*** al arrastre, ya que la asignación espacial de los lances en zonas no aptas se correlaciona con la probabilidad de captura de especies no objetivo de pesca tanto en número como en peso de captura. 

* Por ejemplo, ponen énfasis exclusivo sobre impactos negativos del arte de arrastre sobre hábitats y especies e invisibilizando opciones científico-técnicas de minimización de impactos y efectos positivos en el ámbito socio-económico y ecológico (p.ej. la actividad de arrastre podría mejorar la dieta de peces demersales) de una potencial reactivación de la pesca de arrastre en Costa Rica bajo un manejo basado en ciencia.

**La selectividad de la red puede ser mejorada a partir de análisis de los datos arrojados en la investigación propuesta por INCOPESCA y optimizada en posteriores muestreos de investigación.

*** He sugerido un análisis de ecología pesquera para determinar estos aspectos dentro de la revisión de la propuesta de INCOPESCA

¿Investigación pesquera sin pescar?

Freddy Pacheco León, PhD
Ex director de la cátedra de Manejo de Recursos Marinos, UNA.
11 de febrero del 2023

Para cumplir con lo resuelto por la Sala Constitucional, que, como condición para emitir permisos de pesca del camarón, se debe garantizar una pesca sostenible del mismo con disminución significativa de la pesca incidental, biólogos pesqueros han diseñado un proyecto de investigación que permitiría continuar con el exitoso estudio que, por disposición del Tribunal Contencioso, hubo que realizar en pocos meses y solo con las dos especies de camarón de profundidad pinky y fidel, ampliándose ahora al camarón camello real y camellito, todos de gran interés comercial.

En el estudio anterior los resultados fueron tan prometedores para el camarón pinky que la pesca acompañante fue de solo el 28,1%, frente al 71,9% de camarón, no habiéndose capturado ninguna especie de peces de interés comercial en los lances de camarón fidel, mientras en los lances de pinky solo fueron el 0,3% del peso de la captura.

Pues bien, lógicamente, para ejecutar la parte experimental orientada por las correspondientes hipótesis, la única manera de cumplir con algo tan básico es autorizando una pesca limitada con fines científicos. Sin pescar, sería prácticamente imposible obtener información que permitiría, entre otros, correlacionar factores ambientales inherentes a las diversas especies, sus ciclos de vida, sus respuestas al uso de innovadoras redes de pesca, las esperadas disminuciones significativas de otras especies capturadas, el carácter comercial o no de las mismas, el mayor éxito de la pesquería dirigida, el menor impacto sobre los profundos suelos marinos con redes que se mueven a 25 cm de altura, para crustáceos que se encuentran de los 35 m a más de un kilómetro de profundidad, allí donde la presión es muy alta y la oscuridad absoluta.

Solo así, de acuerdo con el diseño experimental, puede el Incopesca y la comunidad científica especializada en biología pesquera, poder obtener información que pueda ser evaluada para, a partir de ella, ojalá poder comprobar la validez de las hipótesis que, es esperable, permita conducir hacia la formulación de discusión y conclusiones de riguroso valor. Información relacionada con muestreos estratificados, morfometría, estructura sexual, georreferenciación de los caladeros, picos de reproducción, datos oceanográficos, geología de fondos marinos, efectividad de las redes, proporción captura vs pesca incidental, biomasa aprovechable sosteniblemente, etcétera.

Nuestros ecosistemas marinos son muy complejos, pero no por ello se han de considerar imposibilitados de lograr, como lo ha hecho Surinam, Guyana, partes de Brasil, México, Canadá, por ejemplo, que sus pesquerías del camarón hayan podido ser certificadas, por la Marine Stewardship Council (MSC) como ejecutores de pesca sostenible, gracias a los cambios tecnológicos y acciones conexas que así lo determinan. Objetivos igualmente compartidos por la FAO, organización de las Naciones Unidas para quien “conservar y utilizar en forma sostenible los océanos, los mares y los recursos marinos es indispensable”, y fundamental para aprovechar el gran potencial alimenticio de los océanos. Lo anterior acorde con los determinado por nuestros tribunales y con las orientaciones a que se ha comprometido el Instituto Costarricense de Pesca y Acuacultura (Incopesca).

No se puede, es imposible, cumplir con esa trascendental tarea nacional, sin realizar estudios científicos orientados hacia el cumplimiento de tales objetivos. La alternativa de dejar que nuestros camarones se mueran de viejos, ¡como está sucediendo actualmente!, mientras para satisfacer las necesidades del mercado se propicia la importación de ese marisco sin importar cómo se produce o es capturado, no tiene nombre.

Ante la alternativa de una red de pesca de fondo marino, ¡que no arrastra!, cuestionan que sus poleas circulares que guían las pequeñas redes, dejan surcos en la arena del fondo marino conforme avanzan, cual si ese “gran daño” fuere razón para desautorizar la experimentación. Así, desdeñan tendenciosamente, que ya se ha demostrado como con esa nueva tecnología, por lo menos con las especies pinky y fidel estudiadas preliminarmente, la captura incidental de organismos no comerciales mostró disminuciones espectaculares, al tiempo que las cantidades de camarones así pescados mostraron asimismo aumentos muy prometedores.

Aunque su industria tiene especial relevancia social y económica en poblaciones del norte del litoral caribeño y el Pacífico central, más allá de algo tan importante, los costarricenses hemos de comprender que no es el Mar Muerto lo que baña nuestras costas, sino un mar vivo, con ricas redes tróficas, que lamentablemente a través de los años, ha sido explotado sin contar con la orientación que hoy la ciencia puede aportar. Si en el pasado se tomó la destrucción como desarrollo y la sobrepesca y la destrucción de los hábitats marinos como intrascendente, eso ha de llegar a ser solo parte de la memoria histórica.

Avancemos pues por ese camino que se ha ido forjando poco a poco, y siempre con la mirada hacia adelante, sin dejarnos confundir por los que fieles a intereses muy particulares ajenos al interés general, ahora pretenden que los estudios imprescindibles para alcanzar las metas de la pesca integralmente sostenible, se realicen ¡sin pescar!, quizá en el papel, o virtualmente, despreciando a los calificados profesionales en biología pesquera que han puesto su conocimiento y su ética científica, en servicio de objeticos patrióticos, como sería el lograr la certificación como sostenible de la pesquería costarricense del camarón de profundidad.

La ira incontenible

Por Memo Acuña (sociólogo y escritor costarricense)

“Igualiticos nunca hemos sido”, decía con humor e ironía el querido y recordado Carlos Sojo en su obra “La construcción social de la desigualdad” (PNUD-FLACSO, 2012).

En este análisis, falto ahora de un complemento de cómo en los últimos 10 años los procesos de deterioro social y la imposibilidad de cumplir un contrato social de integración horizontal, Sojo desmenuzaba la matriz sociocultural e institucional que crea la base de la desigualdad en el país: componentes sociales, raciales, económicos y geográficos alimentan esa Costa Rica que las visiones hegemónicas insisten en borrar bajo el candor de un aparente idilio que nos crea como comunidad de iguales.

Nada más alejado de una realidad que nos golpea hoy más que nunca. Pero no solo ese tema debe leerse críticamente.

Junto a la igualdad como mito fundacional de una colectividad desagregada, otro gran referente discursivo e ideológico en la construcción de esa Costa Rica hegemónica, ha sido el de la paz como núcleo que vertebra las relaciones sociales de los costarricenses.

Recién concluí la lectura de “El año de la ira”, novela ficcional de corte histórico escrita por Carlos Cortés y publicada por Ediciones Alfaguara en 2019.

En esta obra Cortés propone con detalle una lectura al pasado militar y violento de la sociedad costarricense, basado en los acontecimientos sucedidos entre 1917, año en que el presidente Alfredo González Flores es derrocado por su Secretario de Guerra y Marina, Federico Tinoco Granados y 1919, cuando se produce el asesinato de José Joaquín, hermano de Federico y la caída del régimen dictatorial que ambos labraron por aquellos años.

A menudo se suele caricaturizar la abolición del ejército en Costa Rica, otorgándole una dimensión simbólica que no permite dimensionar el eje histórico de la violencia que ha marcado el desarrollo de la sociedad costarricense en su conjunto. La ausencia de institucionalidad no significa necesariamente que el ADN de la violencia siga operando como marcador en la sociedad costarricense.

Ni igualiticos ni pacíficos hemos sido. Ambas son narrativas sedimentadas en la necesidad de alimentar momentos devocionales a nivel colectivo.

Por ello, el origen de lo que ha ocurrido desde 2022 en cuanto a asesinatos y la violencia generalizada en el país, debe ser buscado en las bases históricas de lo que hasta hace muy poco (70 años) constituía un ejercicio social e institucionalmente naturalizado, basado en la aplicación de métodos violentos para construir democracia. Esta lectura crítica complementaría la predominante que ubica las violencias en una conflictividad de actores y poderes fácticos que prácticamente se han repartido el país y lo administran a su antojo.

La ira del tico bien podría dar cabida a otros análisis sobre sus formas expresas y veladas de comportamiento. La descarga discursiva en redes sociales, la xenofobia, la homofobia, la aporofobia se vinculan con todo tipo de violencias físicas hacia niños, niñas, personas adultas mayores, poblaciones indígenas, entre otros ejemplos cotidianos.

No es una ira solapada, sino abierta e incontenible. Para detenerla hay que asumirla. Trabajar sobre sus orígenes y desde allí empezar su desmontaje. Esta tarea es necesaria para la construcción de una experiencia colectiva en la que nos reconozcamos todos y todas.

La OCDE, el ICE y una información inútil

Freddy Pacheco León, PhD

El Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) no solo ofrece a la comunidad una cobertura eléctrica cercana al 50% que alcanza a todos los rincones del país, sino que, además, es casi en su totalidad de origen renovable. Y es así, por disposición histórica de sus fundadores y primeros desarrolladores, que lo decidieron mucho antes de que planetariamente se recomendara el uso de energías renovables, en virtud de las medidas que hay que implementar para enfrentar las causas y consecuencias del cambio climático.

Además, gracias a su internacionalmente reconocida eficiencia y eficacia, y al hecho de que se trata de una empresa estatal que funciona sin fines de lucro, sus tarifas son las menores del istmo centroamericano, para beneficio de habitantes y sector productivo. De ahí el prestigio bien ganado del ICE y el cariño de que goza entre los costarricenses.

Sin embargo, ahora que Costa Rica se está estrenando como miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), que originalmente era conocida como el “club de los países ricos” por haber sido fundada por EUA, Reino Unido, Alemania, Francia, Canadá, Italia, España, Países Bajos, Suecia, Suiza, Noruega, Bélgica, Portugal, Austria, Grecia, Turquía, Luxemburgo e Islandia, ha recibido de manos de su actual presidente, el australiano Mathias Cormann, un “Estudio Económico” fechado 2023, pero ¡con información de hace una década!, por lo menos en lo que se refiere al ICE.

Si se tratara de un informe sin importancia el censurable fallo no tendría especial trascendencia, pero al tratarse de un diagnóstico, o sea un documento sistemático, evaluativo, que permite producir hipótesis y acciones con objetivos ideológicamente orientados, mal haríamos en desdeñar su contenido.

Aparte de señalar, casi en forma de lamento, que la participación de la generación de electricidad del sector privado permitida está limitada al 30%, destaca que tiene barreras contractuales con el ICE como las que exigen que la participación extranjera en las empresas no supere el 65%, obviando eso sí, que por muchos años el ICE se ha visto obligado legalmente a comprar energía del lucrativo sector privado, a precios más altos que los de su producción.

El tinte tendencioso de esas anotaciones, se reafirma cuando afirma sin ambages, que “el desempeño operativo del ICE es mediocre”, cuando se le compara con instituciones pares y que los precios de la electricidad han sido más altos que en los países centroamericanos, usando para ello, información del Banco Mundial recabada hace diez años, y no la que se tiene a disposición pública en diversas fuentes.

Así pues, siguiendo la lógica procesal de la información anotada, se plantea inmediatamente la hipótesis derivada de esa falacia, para afirmar que el rompimiento del monopolio en “la operación de la red de transmisión”, y la apertura de la competencia en la “generación y el suministro minorista”, “puede generar grandes beneficios en forma de innovación y precios más bajos”. Seguido, como era de esperar, por la liturgia economicista que como letanía repite que se “debería considerar flexibilizar las restricciones y los límites existentes a la participación del sector privado, incluidos los relacionados con la propiedad extranjera, como una forma de estimular la innovación y la competitividad y enfrentar los próximos desafíos para el sector eléctrico”.

Es cierto que nuestro país, como lo es Chile, el primer país latinoamericano afiliado a la OCDE, está muy lejos de alcanzar los índices de desarrollo exhibidos en el grupo de los países fundadores, y que es necesario fortalecer la planificación y la ejecución de acciones orientadas hacia un desarrollo social y económico, que nos permita avanzar hacia la toma de decisiones dirigidas hacia el combate de la pobreza y la desigualdad. Pero es fundamental que ese desarrollo al que aspiramos, no solo sea visto como crecimiento económico, sino que ha de ser sostenido, sostenible, incluyente, que conlleve una transformación estructural que no se limite a la fusión de entidades gubernamentales sin ton ni son, como lo estamos viendo en proyectos de ley.

La aspiración ha de ser la de corregir desequilibrios, mitigar tensiones sociales ampliando la participación democrática. Lo sucedido lamentablemente en Chile, después de tantos años de ser miembro de la OCDE, se podría evitar en Costa Rica, pero para ello, se habrá de sustentar las hipótesis y acciones en información real, válida, actualizada, útil, y no en lo que, lamentablemente, estamos leyendo en ese estudio de la OCDE.

Guerras y contaminación

Alberto Salom Echeverría

“El coste ecológico de la guerra es inmenso, pero mientras el conflicto armado siga siendo una opción viable la naturaleza seguirá pagando el precio.”

Maximilian M. Mönch, 2013

“En 2001, la Asamblea General de ONU declaró el Día Internacional para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados el 6 de noviembre de cada año. Una fecha para reconocer y concienciar acerca de cómo los conflictos armados, las guerras y la militarización, han sido y continúan siendo algunos de los factores de destrucción ambiental más significativos.”

Los conflictos armados y la contaminación del Planeta.

Muchos fueron los conflictos armados en el siglo XIX, pero ninguno tuvo el efecto devastador de la primera y la segunda guerras mundiales del siglo XX.

El gran historiador británico Arnold Toynbee (n.1889 m.1975) describió de manera sucinta, pero certera, las características del mundo en materia económica y social, en la primera mitad del siglo XX, dijo: “…fue un período tan catastrófico y terrible como ninguna nación había conocido hasta el momento. Fue catastrófico y terrible porque, junto al enorme aumento de la riqueza, hubo un gigantesco aumento de la pobreza; y la producción a gran escala, resultado de la libre competencia, condujo rápidamente a la alienación de las clases y a la degradación de un gran número de productores.” (Cfr. Citado en: Castilla, Adolfo “La pobreza en la primera mitad del siglo XX”. Economiayfuturo.es. Diciembre 2018).

Globalmente fueron dos las causas principales que impidieron que la explosión del desarrollo industrial y tecnológico de fines del siglo XIX, se trocara en un bienestar generalizado: por un lado, el dogmatismo de la filosofía del “libre comercio” que espoleó una gran desigualdad entre naciones ricas y pobres y al interior de los países con desarrollo capitalista, favoreció la concentración de la riqueza, tanto en los países ricos como en los pobres que comúnmente conocemos como “subdesarrollados”. La “Gran depresión” iniciada en Los Estados Unidos en 1929, fue el signo que, como “ave de mal agüero”, anticipó la crisis económica mundial que se avecinaba. Combinado con lo anterior, crecieron las rivalidades entre las élites capitalistas de las principales potencias de la época. El enfrentamiento se produjo por la repartición de los recursos naturales principalmente del África y del resto de las colonias, así como por alcanzar la hegemonía en Europa. Básicamente fue debido a ello que, los círculos dominantes en el “viejo continente” no lograron evitar los enfrentamientos violentos de las dos guerras mundiales; por eso mismo, ambas estallaron originalmente y sin remedio en el continente europeo, con un intervalo de apenas 25 años entre una y otra. Por otra parte, hay que tener presente que Los Estados Unidos bajo el mandato del presidente Woodrow Wilson, pretendieron primero la neutralidad, sin embargo, en abril de 1917 entraron al conflicto del lado de las potencias aliadas, terminando de imprimirle a la primera guerra esa impronta, o carácter mundial que tuvo.

En un principio parecía que el conflicto de la primera guerra sería restringido y corto, pero se extendió por doquier hasta 1918. Su saldo fue el siguiente: treinta millones de muertos, sumando a los civiles y militares, merced a una desgastante guerra de trincheras, estacionada principalmente a lo largo de la frontera franco-alemana. Un informe certificado de la primera guerra señala las tres principales secuelas ambientales que se produjeron: 1-deformación de los territorios donde se desencadenaron batallas, como fue el caso de la colina de Mort-Homme en Francia, la cual perdió más de siete metros de altura; 2-una gran cantidad de bosques en el escenario de la guerra quedaron completamente destruidos, erosionado el suelo hasta el extremo de que los terrenos no pudieron ser habilitados para los cultivos durante mucho tiempo; 3-como se lanzó una enorme cantidad de municiones al mar, durante la guerra, cada bando intentando evitar que las municiones pudieran ser capturadas por el enemigo, la vida marina se puso en peligro, debido al componente químico explosivo del armamento, llamado “trinitrotolueno”.(Cfr. https://superscienceme.wordpress.com/2015/11/06/guerra-medioambiente/…)

Además, en 1916 hizo su aparición el primer tanque de guerra de factura británica. Fue conocido como el Mark I; se trataba de un vehículo sobre orugas, cuya presencia le dio un vuelco al estancamiento de la guerra de trincheras. La información que he consultado revela que se recurrió a ellos para combatir a muerte. Su presentación fue en “la batalla de Somme” reputada como la más larga y sangrienta de esta guerra. Se prolongó por cuatro meses y medio y dejó como saldo más de un millón de muertos en ambos bandos. La peor batalla –reza la información- en la historia de Gran Bretaña. Es mucho decir, el Mark I (como se denomina a ese tanque de guerra), no obstante, mostró debilidades, ya que algunos vehículos quedaron atascados en el campo de batalla por fallas mecánicas. Pero al mismo tiempo infundió temor en las tropas alemanas y produjo gran devastación de los campos, por ser tan pesado y majar el suelo destruyendo cualquier cultivo a su paso. (Cfr. https://www.clarin.com>internacional.)

La segunda Guerra mundial (1939-1945) fue una escalada destructiva con respecto a la primera. El número de muertos duplicó los reportados en la primera guerra mundial, números conservadores calculan que unos 55 millones de seres humanos perdieron la vida, entre campos de concentración, muertos en los campos de batalla, y la población civil que se vio afectada, principalmente tras los bombardeos, cuyo poder destructivo aumentó muchas veces respecto de la primera guerra. Algunas estimaciones que se han hecho más recientemente, mencionan la cifra de hasta 80 millones de personas que habrían perdido su vida. (Cfr. https://historia.nationalgeographic.com.es/)

En este caso, además, la contaminación fue inmensamente mayor, la tala de árboles, los incendios forestales que afectaron decisivamente la biodiversidad en todo el escenario de la guerra, que ahora se extendió a los mares ocasionando grave daño a los hábitats marinos, en una medida apenas algo menor a lo que fue la pérdida de la vida de especies de flora y fauna en la tierra. En definitiva, las armas de un poder incontrastable, como nunca se había dado, arrojaron gases tóxicos y partículas al aire y filtraron materiales pesados tanto en el agua como en el suelo. Todavía no hemos mencionado el efecto destructivo y contaminante de las bombas nucleares que fueron hechas estallar en Japón, en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, a lo cual nos referimos en el ensayo anterior. (Cfr. https://www.eldiario.es>opinion.)

Es bueno que recordemos aquí, la “locura nazi” que procuraba fortalecer la “raza maestra”, desatando los campos de concentración y el “holocausto”, provocando la persecución, el confinamiento y la muerte de millones de judíos. Muchos pensábamos que aquella locura racista había mermado sustancialmente, creíamos que había pasado ya a un segundo plano; pero, acontecimientos recientes en el mundo nos recuerdan que el racismo está aún vivo, presente en muchas culturas y convertido de nuevo en grave peligro por los recursos con que cuenta para accionar políticamente. ¿Será en Estados Unidos o en Brasil que se ha refugiado? ¿Será acaso en la guerra ruso-ucraniana? ¿Dónde será que pernocta el racismo y la xenofobia con sus garras finas al acecho?

Las bombas nucleares que hemos mencionado destruyeron gran parte de las ciudades, mostrando su incontrastable poder devastador hasta entonces. Solo allí perdieron la vida inmediatamente, cerca de doscientas mil personas. Adicionalmente, hubo infertilidad en la tierra, la cual durante mucho tiempo se tornó desértica; el agua de ríos, de mantos acuíferos, y del bosque se impregnaron de partículas radiactivas afectando la vida de decenas de especies acuíferas de flora y fauna. Por añadidura acota Luis Enrique Aguilar Díaz: “El caos y el descontento fue total. El paisaje calcinado adquirió un tono gris uniforme, como si el color se hubiera extinguido, el pasto se volvió rojo grisáceo, el 92% de las edificaciones sólidas de Hiroshima fue arrasado…Los árboles fueron arrancados de raíz y quemados por el calor…En los cinco años posteriores murieron 70 mil personas más.” En Nagasaki (parafraseo en lo que sigue), donde residían 270.000 personas murieron 80.000 tras el estallido nuclear, y miles en los siguientes años. (Cfr. Aguilar Díaz, Luis E. “Afectaciones ambientales por la bomba nuclear en Hiroshima.” 2023 Prezi Inc. Condiciones y Política de privacidad.)

Después de las dos guerras mundiales, el siglo XX fue testigo en el período de la guerra fría de muchas guerras “restringidas” o “limitadas” (al final no lo fueron tanto). Estas guerras acarrearon también gran contaminación, como fue el caso de la guerra de Viet Nam, la cual formó parte del programa de guerra química en la operación “Ranch Hand”; en ella los militares estadounidenses echaron mano de lo que se denomina como “Agente Naranja”. Un herbicida y a la vez defoliante, cuyos componentes químicos, son extraordinariamente tóxicos. Veamos la fórmula química de este agente, que un especialista en química nos explicó su alta toxicidad: 50% de dos herbicidas del grupo fenoxi: el 2.4-D (ácido 2,4-diclorodifenoxiacético) y el 2,4, 5-T (ácido 2,4, 5-triclorofenoxiacético). El objetivo de la fuerza aérea de los Estados Unidos era defoliar los vastos bosques de Viet Nam, para descubrir los escondites y las rutas de suministros del enemigo. Se ha calculado que las muertes en Viet Nam a causa del “Agente Naranja” ascendieron a tres millones de personas, más medio millón de niños que nacieron con malformaciones. Este agente fue descubierto por un fisiólogo y biólogo vegetal estadounidense, Arthur Galston (n.1920 m.2008). (Cfr. https://www.ecologistasenacción.org…)

Además, las guerras acaecidas en la segunda mitad del siglo XX y en el XXI, aparte de la de Vietnam, han sido muchas; algunas de las más connotadas fueron la de Afganistán, las que se produjeron en América Central, en el Golfo Pérsico y la de Yugoslavia que adquirió un carácter desgarrador, porque conllevó a la desintegración de ese país y la intervención de la OTAN en el conflicto. Todas pusieron en evidencia que “…la guerra moderna implica una devastación del medio ambiente a gran escala”, tal como destaca la publicación técnica ‘Daphnia’ en un artículo dedicado al impacto ambiental del militarismo. (Cfr. “Los Efectos de la Guerra en el medio ambiente.” https://superscienceme.wordpress.com/2015/11/06/…)

En el presente siglo, contrario a lo vaticinado por algunos estudiosos del fenómeno de la guerra, aunque parecía que iban a mermar los conflictos interestatales a gran escala, el siglo nos inaugura con la invasión de una coalición liderada por Los Estados Unidos contra Irak, el 20 de marzo del 2003. El volumen de fuego desplegado por los estadounidenses en aquel escenario fue altísimo; sin que, no obstante, con la derrota del régimen de Sadam Hussein, se hubiesen resuelto los conflictos en aquel país. Por el contrario, la salida de Estados Unidos de Irak, dejó un gran vació de poder, lo que vino a recrudecer los conflictos ideológicos, interétnicos, religiosos y hasta tribales.

En el año 2001, Los Estados Unidos habían invadido Afganistán, pretextando que este país ocultaba a los terroristas responsables de los atentados perpetrados contra las torres gemelas en New York, el pentágono y otros objetivos. Aunque la verdadera razón conocida había sido desmantelar a Al Qaeda, quitándole una base segura de operaciones y principalmente se buscaba sacar a los talibanes del poder. Este objetivo se cumplió inicialmente, pero, los Talibanes retornaron al poder tras una insurgencia, en el año 2021. Lejos de un apaciguamiento de los enemigos de los Estados Unidos, el conflicto se mantuvo encendido en todos esos años. Por parte de los Estados Unidos, no se hizo esperar el bombardeo generalizado llevado a cabo principalmente por la Fuerza Aérea. De nuevo, la guerra desplegada con armas modernas contribuyó a espolear el calentamiento global con las explosiones de bombas de gran alcance. No faltaron las llamadas “bombas de racimo”, ni tampoco los poderosos cazabombarderos F/A-18 Hornet, así como bombas de gran radio de acción como son los BLU-82, según lo que hemos consultado.

Va a ser un año que estalló la guerra ruso-ucraniana. Entre otras cosas esta nueva conflagración reanudó el “viejo” conflicto de la guerra fría entre los Estados Unidos y Rusia (anteriormente Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). La base ideológica de Rusia ya no es la misma, pero algunos de los protagonistas de la guerra actual, fueron parte del staff político-militar de la antigua URSS, como es el caso de Putin. Insisto, Vladimir Putin, otrora jefe de la KGB, ya no ostenta el socialismo como motivación de su accionar político militar. Pero deja la sensación en occidente de que tras la caída del “socialismo real”, la base política anterior ha quedado intacta. No es así. La guerra ha escalado a proporciones muy peligrosas. Detrás de Ucrania actúan los Estados Unidos y la OTAN y existe más de una razón para pensar que en poco tiempo, el enfrentamiento militar, de continuar la escalada podría darse directamente entre Rusia y sus aliados por un lado (pudiendo verse involucrada China), frente a los Estados Unidos y la OTAN por el otro. Ya el arsenal militar desplegado por unos y otros, ha sido copioso como para pensar que los gases efecto invernadero de CO2 que enferman al planeta están haciendo lo suyo.

Sorprende ver la cantidad de millones de dólares y euros proporcionados por Biden y los demás dirigentes de la OTAN a Ucrania, y los millones de Rublos gastados por Rusia en ese conflicto. Mientras tanto, los países pobres más afectados por el calentamiento del planeta siguen a la espera de un apoyo financiero que les permita acometer la tarea del desarrollo y defenderse de la devastación derivada de los gases efecto invernadero, de las torrenciales lluvias, huracanes y tornados, incendios desatados y bosques devastados. ¡Cuánta falta haría hoy un apoyo financiero cuantioso de unos y otros a Turquía y Siria, ante los terremotos que los acaban de azotar!!! Las prioridades de las potencias indudablemente son otras.

 

Compartido con SURCOS por el autor.

Florence Nightingale. Precursora de la enfermería como profesión

Jerry Barrett; La misión de la misericordia: Florence Nightingale recibiendo a los heridos en Scutari, c. 1905, National Portrait Gallery (detalle)

Juan Jaramillo Antillón

Considerada la primera gran educadora y formadora de enfermeras profesionales, además de experta en estadísticas y escritora. Nació en mayo de 1820 en Florencia, Italia, de una familia británica muy rica que por esa época vivió ahí. Falleció en 1910 a la edad de 90 años en Londres. Ella pertenecía a una familia adinerada y, en su juventud, adoraba asistir a bailes con lindos trajes. Pronto se cansó de eso; ella relata que a los 16 años escuchó la voz de Dios que le pedía le sirviera, y por ello estuvo varios años indecisa tratando de ver en qué ocupaba su tiempo.

Con el tiempo ya la vida mundana no le satisfacía, cuando salía a la calle se daba cuenta que existía una gran miseria provocada en la población por la industrialización inglesa. También supo sobre la gran cantidad de enfermos existentes de todo tipo que inundaban los hospitales sin recibir atención lo que le creó un dilema moral por ser ella, como dijimos, una persona acomodada. El hecho de que una joven de la alta sociedad escogiera la profesión de enfermería era muy raro y disgustó a su familia que se oponía a ello.

Por fin logró que le permitieran recibir enseñanza en enfermería médica en Salisbury, terminando sus estudios en Alemania. Después de finalizar su formación, regresó a Londres e inició su trabajo con los enfermos y menesterosos de la ciudad. Finalmente, en el año de 1853 se convirtió en la primera enfermera mujer en dirigir un hospital privado en Gran Bretaña, para lo que tuvo que superar muchos obstáculos de diversos tipos, en especial por el machismo imperante en la época y la oposición del cuerpo médico.

Se le considera pionera en la práctica y educación de la enfermería moderna, en un tiempo en que esta profesión era mal considerada y no respetada por los médicos. Sus experiencias en enfermería las puso en un libro llamado Notas de enfermería de 136 páginas, que tuvo una gran acogida y por años fue empleado en Inglaterra, Alemania, Estados Unidos y otros países para enseñar esta profesión. Además, estableció un sistema estadístico sobre cuidados de enfermería y resultados en el tratamiento de los pacientes en los hospitales del ejército y públicos.

Ella relata que, para combatir los prejuicios existentes contra la mujer, tuvo que rebelarse contra su familia para poder estudiar enfermería y, además, luchar tenazmente por las causas del feminismo con toda su alma. Su éxito sentó un precedente en la Inglaterra victoriana a favor de la mujer, algo que requirió un gran esfuerzo y mucho carácter de su parte. En su país se le llegó a llamar «el ángel de la caridad», pero sus cuidados a los enfermos y moribundos, también «la dama de la lámpara» ya que atendía pacientes de noche llevando un candelabro con luz para que la iluminara.

El mayor éxito lo obtuvo en la guerra de Crimea. Esta fue una guerra que Inglaterra y Francia iniciaron contra la Rusia zarista en la península de Crimea. En sus escritos relata que, en el campo de batalla, era posible observar una matanza tremenda entre ambos bandos, los muertos yacían junto a los heridos y no existían condiciones mínimas e instalaciones sanitarias y clínicas para tratar a los enfermos de parte de los médicos que, de por sí, eran pocos y estaban llenos de trabajo del ejército inglés.

No se ponían ahí en práctica principios de higiene y los soldados morían por infecciones y sin tratamiento. La disentería, el cólera y el escorbuto afectaban al ejército. Así es que no es posible entender cómo se animó a ir a esos lugares y, sobre todo, cómo logró que la nombraran para trabajar ahí. Al parecer privó en los altos mandos médicos de Londres lo que estaba aconteciendo con los heridos y, ante el fracaso médico, el ministro británico de la guerra la envió con un grupo de 38 enfermeras que ella reclutó para ir a ayudar al hospital militar de Scutari en Estambul situado frente a Constantinopla en el año de 1854.

Cuando llegó, según relata, se encontró un auténtico caos; había un tremendo desorden, faltaba de todo, higiene, medicinas y médicos, no había agua pura, alimentos ni vendas, ni ventilación adecuada. Los médicos amputaban miembros sin anestesia, los enfermos estaban hacinados en camas sucias y hasta en el suelo, y el lugar estaba lleno de basura. Señaló que, en la puerta de dicho hospital, se podría colocar el célebre verso de Dante: «Abandonad toda esperanza los que entréis aquí», debido a que casi nadie sobrevivía.

Para superar esto comenzó por efectuar una limpieza a fondo de las salas del hospital; separar los heridos no infectados de los infectados, obtener camas y sabanas limpias para todos, ropa nueva y comidas regulares, agua potable para tomar y para lavar a los enfermos. Se limpió todo el hospital; se exigió a los médicos y al personal de enfermería estarse enjabonando y lavando las manos. Se pusieron biombos y se separó la cirugía del área de los pacientes encamados; se dotó de equipos quirúrgicos a los cirujanos y se realizó una constante eliminación de la basura.

La realidad es que ella logró lo que no habían hecho antes los médicos. Además, tuvo la inteligencia de dar a conocer a la prensa en Londres el estado caótico del hospital y sus carencias, y que en realidad era un infierno, para así obtener ayuda. Ella venció la oposición de los médicos, ya que al principio la criticaban como «una charlatana audaz y estúpida» que no tenía los conocimientos para enseñar el oficio a los expertos ahí trabajando. Por supuesto como sucede en la vida, además de su valía como persona, tuvo el apoyo de Sidney Herbert, un brillante político, amigo personal y que era a sí mismo, secretario de Guerra.

El valor de su trabajo y de las medidas tomadas por ella y sus compañeras enfermeras se demostró al ver como defunciones bajaron de 42% a 12%. Ella triunfó al mostrar que una mujer puede hacer las cosas bien o mejor en este campo que los hombres. El precio que pagó fue enfermarse, ya que contrajo brucelosis de la cual nunca se recuperó bien. A su regreso a Gran Bretaña en 1860 fundó una Escuela de Enfermería y Obstetricia que lleva su nombre. La creo con fondos propios y de su familia y se denominó Escuela de entrenamiento de Enfermería Nightingale, y hoy es un museo.

Durante su vida tuvo varios pretendientes y propuestas de matrimonio que no aceptó. Un amigo íntimo, Benjamin Jowett, puso dinero para crear una unidad de estadísticas en la Universidad de Oxford, donde ella trabajó en ese campo, antes de crear su Escuela de Enfermería. Además, entrenó enfermeras para un sistema de enfermería a domicilio en Inglaterra y Irlanda. Escribió numerosos libros y folletos e, incluso, produjo un registro médico de las causas de enfermedad y muerte de los soldados durante una guerra, y de la forma de abastecer a los hospitales militares.

Por su gran labor fue la primera mujer a la que se le concedió la Orden del Mérito en Inglaterra y también fue nombrada Miembro Honoraria de la Libertad de la ciudad de Londres.

Notas

Baly, M. y Matthew, H. C. G. (2004). Nightingale, Florence. Londres: Oxford University Press.
Bostridge, Marck. (2008). Florence Nightingale: The Woman and her Legend. Londres: Viking Press.
Gill, G. (2005). The extraordinary upbringing and curious life of Miss Florence Nightingale. Nueva York, EE. UU.: Random House.
Woodham Smith, C. (1955). Florence Nightingale. Nueva York. EE. UU.: Penguin Books.

  1. Alexis Benoît Soyer; Cocinas del cuartel-hospital en Scutari
  2. Florence Nightingale (en el centro del grupo) en 1886 con sus alumnas de enfermería del hospital de Saint Thomas
  3. William Simpson; Una litografía de 1856 del cuartel de Selimiye en Scutari, convertido en hospital durante la Guerra de Crimea, donde trabajó Florence Nightingale
  1. Florence Nightingale, enfermera, escritora y estadística británica, considerada precursora de la enfermería profesional contemporánea y creadora del primer modelo conceptual de enfermería
  2. Guerra de Crimea, Turquía: interior del hospital de Scutari. Grabado en madera
  3. Florence Nightingale, cuyo trabajo fue la fuente de inspiración de Henri Dunant, fundador de la Cruz Roja y autor de las propuestas humanitarias adoptadas por la convención de Ginebra

 

Publicado en https://www.meer.com/es/72178-florence-nightingale y compartido con SURCOS por el autor.

Democracia ¿en el Perú?

Juan Huaylupo

Han sido miles de páginas y cientos de libros escritos en torno de la democracia y es posible que sean infinitas las reflexiones particulares que se harán sobre este fenómeno social, histórico y anhelo ciudadano, dado que no es posible agotar las singulares conquistas y particulares significaciones que tiene la democracia en cada ámbito social. La democracia expresa el dinamismo de realidades inéditas, que no son semejantes a otras, así como tampoco es estática en cada espacio social, ni es similar para los distintos grupos de interés, segmentos o clases sociales. La democracia es particular, no privada, aun cuando frecuentemente es medida y comparada de manera estandarizada o por los ciegos poderes autocráticos del Perú.

Las referencias a la democracia y los enfrentamientos por alcanzarla cubren gran parte del pasado y el presente  de los pueblos del mundo. Las luchas contra la desigualdad, la exclusión, la explotación y contra toda forma de esclavismo, sumisión y colonialidad del poder, ha sido la historia común de muchas colectividades del universo social. Tal vez, se podría reescribir el pasado y el presente, a través del recuerdo y recuento de las múltiples formas adoptadas por conquistar la libertad, la igualdad y la solidaridad de la ciudadanía y sus pueblos. Sin duda, no sería una historia de vencedores, dominadores ni explotadores, sería la de quienes se les ha negado derechos, cultura y pensamiento propio y sobre todo, al esclavizarlos, excluirlos y reprimirlos estatal por pensar y actuar sobre el  presente y futuro colectivo y nacional. La usurpadora del poder en el Perú, como algunos diputados, han expresado sin mediación alguna, que los manifestantes carecen de derechos de definir la política y el devenir nacional, cuando son precisamente los dictados de la ciudadanía y de los pueblos quienes definen la actuación del Estado que tiene la obligación obedecer. El Estado que transgrede los deberes con su sociedad y violenta sus derechos solo es una tiranía fascista. El poder totalitario, nunca admite errores, es absoluto, como inmunes e impunes son los asesinos de los manifestantes y de los explotadores privilegiados, con el apoyo de las fuerzas brutas que indebidamente e ilegítimamente lo amparan.

Rescatar el pasado en el pragmatismo contemporáneo, donde solo importa el presente y el economicismo rampante, es la visión cínica, que oculta las luchas y logros democráticos de nuestros pueblos peruanos.

El desarrollo nacional en el Perú, es presentado por los autócratas y los empresarios globales, como la aspiración de todos, no obstante es solo una invención ideológica privada, excluyente y exclusiva, que beneficia a propietarios del dinero global, a los delincuentes financieros y sus sirvientes de la institucionalidad estatal. Ellos han creado leyes indignas e incluso la Constitución de la República, a la medida de sus intereses contra la ciudadanía y la nación.

La política, expresión del poder de la colectividad de todas las organizaciones de la heterogeneidad social, se ha privatizado contra toda razón y conocimiento científico. En el Perú el poder cambio discursiva y judicialmente, para convertir el despotismo tiránico del Estado por democracia; el clamor popular democrático por terrorismo; lo privado por lo público; el diálogo social por represión y asesinatos; la paz por guerra total; la igualdad por racismo; el pensamiento y la solidaridad social por complicidad terrorista; las luchas sociales por la situación y el progreso nacional por comunismo radical; los intelectuales y pensadores independientes por instigadores de la violencia y por lo tanto, todos espiados, perseguidos, detenidos, secuestrados y próximos a ser desaparecidos.

Sin embargo, los ignorantes poderes tiránicos han creído en todos los tiempos que los subalternos pueden ser controlados y dominados fácilmente con represión, miedo y muerte, por ello las revoluciones siempre han sido inesperadas e inexplicables derrotas para quienes detentan el poder y la explotación absoluta.

El Perú es el experimento radical de la privatización de lo nacional en América Latina, están privándonos de ser actores colectivos de la construcción del presente y futuro nacional, de aspirar la igualdad social, jurídica y democrática. El poder autocrático en el Perú imagina que la historia, solo sirve para llenar libros y para charlas de café, lo cual es una muestra fehaciente que la estupidez, no tiene límites para los que se consideran dueños de nuestro Perú profundo.

Ignorantes gobernantes, la historia no es pasado, es presente, ilumina y da sentido a nuestra cotidianidad, así lo demuestran los pueblos que expresan con su presencia la histórica peruanidad de pensamiento y acción contra esta perversa y asesina tiranía, que no gobierna, nos asesina y pretende hacerlo con nuestra historia.

 

Enviado a SURCOS por el autor.