Ficciones ticas

Ricardo Quirós Z, comunicador social

Ficción #1: la excepcionalidad tica

No deja de generar cierto asombro el revuelo con el que la gente se ha tomado el incremento sostenido de los casos de coronavirus en la última semana. Sin duda, hasta ahora la atención a la pandemia desplegada por las instituciones de salud pública (si del Estado benefactor tan ninguneado) y liderada con excepcional paciencia y destreza por el ministro Daniel Salas ha logrado contener y mantener bajo control la diseminación de la pandemia durante estos 3 meses.

Lamentablemente es tiempo de poner los pies en la tierra y entender que estamos en una pandemia, un problema de magnitud global; si países desarrollados con sistemas de salud robustos y políticas de atención social integrales han sufrido el embate del Covid 19, ¿qué nos hace pensar que estamos exentos de ese doloroso tránsito?

A pesar del ministro Salas, la Virgen de los Ángeles y el incansable esfuerzo del sector salud, el país tarde o temprano alcanzará un incremento exponencial de los casos y con cifras dolorosas que nadie quiere ver. Hemos ganado un tiempo valioso que nos permitió prepararnos mejor, pero el asunto apenas comienza. Pareciera que como sociedad apelamos a la ficción para salvarnos, como que seguimos esperando ese gol de último minuto que muchas veces nos da la clasificación.

Lo cierto es que la realidad, es decir, la ciencia y la estadística nos dicen otra cosa, datos que nos asustan, que nos hacen entrar en negación y voltear la cara a otro lado. Al final, se terminará sacrificando al ministro estrella; entonces diremos que “por dejar que las cosas salieran de control” y como otros funcionarios públicos destacados, terminará en el paredón de la opinión pública, azuzada por los intereses electoreros de ciertos políticos en campaña tempranera.

Ficción #2: Los nicas: el origen del todo mal

Ahora que las cosas empeoran, que mejor manera de evadir la realidad que culpar al otro, al de afuera, es decir a los nicas, que en el imaginario tico son el origen de todo mal y desgracia que afecta al país. Y entonces aflora la xenofobia histórica en sus más grotescas expresiones: “que construyan un muro”, “que hagan redadas y los deporten en camiones”, “que cierren la frontera” (cerrada desde hace meses, por cierto), que manden toda la policía a la línea fronteriza (¿Aja…y quien cuidará su barrio?).

Y entonces cuando uno trata de establecer un dialogo medianamente cuerdo sobre el problema te estampan en la cara la sentencia xenofóbica de moda “Vas a ver, cuando te estés muriendo tu respirador lo tendrá un nica”. Pero, el asunto es mucho más complejo. Los nicaragüenses que viven en el país en condición migratoria regular tienen tanto derecho como cualquier otra persona tica toda vez que pagan seguro social e impuestos (eso que muchos ticos no pagan).

¿En el caso de los indocumentados, ya saben que serán deportados a la primera y que no recibirán atención médica, entonces a qué vienen? ¿Será que solo vienen a Costa Rica? ¿Honduras y El Salvador estarán exentos de tan “desafortunada plaga”? ¿Y por qué están en restricción ciertos cantones que no son fronterizos? Todas esas preguntas las respondió el ministro estrella cuando dijo (un poco en clave) que el aumento tiene que ver con actividades agrícolas y de empaque (léase empacadoras de agroexportación). Si probablemente en esta migración irregular “hay de piña”, también de banano y en unos meses más de café. Se sabe desde hace años que, al amparo de una condición migratoria irregular, contratistas y empresarios se aprovechan para emplear mano de obra migrante sin las menores garantías sociales ni derechos laborales.

Ficción #3: El sur también existe

Pero mientras estamos distraídos vigilando si se nos meten los nicas por el norte, nos olvidamos que la frontera sur también existe y que el vecino país tiene la nada despreciable cifra de 16.000 casos. Esa otra frontera, mucho más permeable y difusa, ha sido zona de paso permanente en los últimos años para los más oscuros negocios: contrabando de licores, cigarrillos y otras hierbas, trata de personas, narcotráfico, etc. Por demás está decir que, en pocos meses, la actividad cafetalera atraerá la migración de mano de obra panameña, principalmente del pueblo Ngäbe-Buglé. Entonces seguro diremos que el problema son los “indios panameños”

Ficción #4: No me toca a mí

Al calor de los más airados discursos contra la migración y los reclamos por “nuestros derechos”, nadie parece estar pensando en que este año, con las fronteras cerradas (como pedimos) y en plena crisis económica, no habrá quien vaya a cortar caña y coger café. La falta de mano de obra posiblemente golpeará la producción agrícola y con ello profundizará la crisis galopante. ¿Será que estamos dispuestos a ir a ensuciarnos las manos cogiendo café? La respuesta obvia es la de siempre: “no me toca a mí” “yo estudie”. Y mientras tanto seguiremos yendo a tomar las birras a la clandestina de Gelo, celebrando el partido en molote con los compas y viendo aquel “lance” que te conté.

Compartido con SURCOS por Juan Carlos Cruz Barrientos.

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