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La cura

Gloria Gavioli

Hace varios años me convencí de que la escalada de la violencia y de la falta de empatía y respeto son la consecuencia directa de la destrucción de la familia.

Todos tienen derechos legítimos, pero hay prioridades, y la prioridad, para mí, la tienen los niños. Vienen al mundo sin que los padres se planeen cómo atenderlos, pequeñísimos, a veces de los 3 meses pasan en las manos de niñeras o de guardería infantil.

Todo el mundo dice: tengo derecho a tener hijos, ¿pero se preguntan si lo que les ofrecen a sus hijos es los que ellos necesitan y desean?

Crecer los primeros tres años sin una figura amorosa y atenta que les enseñe el NO cuando es necesario, los valores y que les eleve la autoestima, nos ha condenado a unas generaciones de NINI, insatisfechos de todo y sin principios de convivencia civil.

Aquí es donde el Estado tendría que intervenir, darles a las mamás o a los papás la posibilidad económica de hacer un trabajo REMUNERADO POR EL BIEN DE TODA LA SOCIEDAD acompañando el crecimiento de sus hijos en una dimensión de amor.

¿Cuánto cuesta un delincuente? El dolor de las familias, los daños derivados de la acción delictiva y el costo enorme de tenerlos encerrados en la cárcel. Hasta que no se refuercen de nuevo los valores fundamentales de una sociedad justa y con visión al futuro, no saldremos nunca de esta espiral de violencia y miedo.

 

Imagen ilustrativa.

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