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La izquierda de mentirillas

Oscar Madrigal

Óscar Madrigal

A raíz de la derrota electoral en Chile y del ascenso de la extrema derecha, el análisis predominante, de los principales analistas de la izquierda, es que las elecciones se pierden porque la izquierda se ha movido al centro político, porque no ha llevado adelante reformas económico y sociales que cambien la estructura de las sociedades, porque sus gobiernos no salen de los límites que le imponen el mismo sistema organizado por la derecha, entre algunos argumentos. Es decir, que la izquierda es demasiado reformista, demasiado poco radical y que se aleja de las necesidades de los pueblos, lo que la hace perder las elecciones.

El debate es interesante y probablemente la verdad es más compleja, porque la realidad global, el mundo capitalistas actual es muy diferente al de años anteriores.

Es cierto que la izquierda se ha preocupado por aspectos o elementos que han surgido en las últimas décadas como la lucha de las mujeres por sus derechos, los de la diversidad sexual, gays y lesbianas o trans, o el cambio climático, descuidando, según algunos, la esencia de su existencia como es la lucha por los pobres, contra la desigualdad y la formación de una nueva estructura socioeconómica. Pero el asunto es si la izquierda debía desentenderse de esos problemas o debía asumirlos como propios e incorporarlos a sus luchas por una nueva sociedad. Creo que la respuesta es absolutamente no. Y en términos generales, la izquierda latinoamericana no ha dejado de lado esos planteamientos que la caracterizan.

El otro asunto interesante es saber si los cambios iniciados por los gobiernos de izquierda en América Latina han sido cosméticos o fueron reformas populares dirigidas a conformar una nueva sociedad, entendido que esa nueva sociedad no puede ser igual para todos los países e incluso parecida o no al modelo soviético, cubano, venezolano o nicaragüense.

La izquierda perdió las elecciones en Ecuador: Rafael Correa no fue tibio. En Perú donde derrocaron a Pedro Castillo por querer llevar adelante reformas y por discriminación de clase ya que fue el primer presidente peruano proveniente de las clases pobres o “bajas” de la sociedad. En Bolivia se perdió por la división estúpida de la izquierda y no por tibieza de Luis Arce. La derrota electoral de Alberto Fernández en Argentina se debe a las particularidades propias del peronismo, pero había perdido en el 2015, ganado la ultraderecha de Macri, después del gobierno de Cristina Fernández, que tampoco fue muy tibia.

El caso de Nicaragua es emblemático. Un gobierno revolucionario que había realizado reformas muy profundas, estructurales, tales como la reforma agraria, la alfabetización, la nacionalización, etc., perdió las elecciones en 1990 con Violeta Chamorro. Esa derrota no se debió a la tibieza o reformismo del FSLN. El Frente Sandinistas perdió como 2 o 3 elecciones más hasta que Daniel Ortega y Arnoldo Alemán firmaron un pacto político donde establecieron cuotas de poder y aseguraron el triunfo de Ortega en 2005. Después de eso el FSLN ganó todas las elecciones hasta el día de hoy y las seguirá ganando no se sabe hasta cuándo ya que liquidó a toda la oposición.

El caso de Chile deberían analizarlo los que mejor conocen el fenómeno. Sé que Gabriel Boric fue acusado de flojo y entregado a la derecha. Además, que su gobierno inició con las consignas que los llevaron a la Presidencia, muchas de ellas bastante radicales y que apostó por una nueva Constitución surgida de las grandes movilizaciones populares, que era un gran avance y que tocaba aspectos importantes de la estructura de la sociedad chilena; sin embargo, ese proyecto fue rechazado por el 62% de los chilenos. Esa fue una gran derrota que condujo a que perdiera la iniciativa política, lo cual es pecado en política y empezó a ganarla la derecha. Sin embargo, logró una reivindicación fundamental para los trabajadores, reformar el sistema de pensiones que había privatizado Pinochet, aprobó la jornada laboral de 40 horas a la semana e impulsó programas sociales de impacto en los sectores más pobres. ¿Qué no fue suficiente? La extrema derecha neonazi gana las elecciones sin programa social alguno solo prometiendo dos cosas: eliminar la migración y eliminar la delincuencia. ¿Y quién fue derrotada en estas elecciones? Nada menos que una comunista. Por primera vez en América Latina una miembro de un Partido Comunista es candidata de una coalición con reales opciones de poder. Hubiera significado para la derecha “el comunismo en el poder”. Esa comunista obtuvo el 42% de los votos de los chilenos. Es una cifra enorme que obtuvo la izquierda, mayor incluso que el porcentaje con el que ganó Allende en 1970 y es un caudal que augura grandes movilizaciones.

Creo que los gobiernos de izquierda de Latinoamérica, en general, se han caracterizado por ser antiimperialistas, promotores de reformas en bien de los sectores de trabajadores y más pobres, defensores de los recursos naturales y de la soberanía nacional. Algunos más radicales que otros, pero todos con los mismos objetivos.

¿Podemos ser más radicales? El radicalismo va siendo marcado por las condiciones nacionales, pero especialmente, las internacionales. Y lo que es más importante es que se será cada vez más radical conforme el pueblo lo vaya indicando.

Petro, Lula y Claudia Sheinbaum representan a los países y economías más fuertes de América Latina y están formando un valladar contra Trump y la política imperial. En México hay en curso una transformación muy profunda y es hoy un faro que debería iluminar a la izquierda y los pueblos latinoamericanos.

En América Latina hay una izquierda combativa que gana gobiernos para trasformar la sociedad. Por lo menos en este momento es la mejor vía revolucionaria.

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