Pérdida de soberanía lingüística

Adriano Corrales Arias*

            Son variadas las personas, colegas, estudiantes, allegados e incluso familiares, quienes utilizan, y de mala manera, el tuteo en su comunicación cotidiana y en las comunicaciones telefónicas y virtuales. Con algunas de ellas he conversado al respecto dado que molesta sobremanera el uso del tú, siendo que nuestra tradición lingüística privilegia el usted y el vos, dependiendo de la cercanía y la intimidad del hablante. Algunas personas comprenden e intentan mejorar, pero muchas se molestan.

            El caso es que el tuteo en nuestra realidad sociocultural se escucha forzado, impostado, ajeno; es a todas luces un uso importado que se procesa de mala manera puesto que no lo interiorizamos a cabalidad, va a contrapelo del uso cotidiano en la “plaza pública” nacional. Lo tremebundo es que nos invade como un virus a través de la publicidad, las caricaturas, las telenovelas, las canciones para adolescentes, de maestros y profesores, de locutores radiofónicos y presentadores televisivos y, no podían faltar, hasta los futbolistas.

            Hay una tendencia, por influencia de los mass media y las redes sociales, a pensar que el uso correcto es el tú y que el usted o el vos son incorrectos; pero se trata, ni más ni menos, de un rasgo sobresaliente de nuestra identidad el cual es una conjugación verbal tan completa como las otras. La gente se confunde en medio de tanta radio y televisión, entre tantos anuncios comerciales que tutean pasándole por encima a la realidad, al decoro y al derecho de los “ticos” de que se les trate y hable tal y como “somos”, es decir, como históricamente nos hemos comunicado. Un pueblo debe ser soberano hasta en el empleo de su manera de hablar.

            Don Alberto “Beto” Cañas Escalante, nos prevenía acerca de que el costarricense no sabe comunicarse por teléfono dado que no guardaba la distancia de rigor con las personas adultas o desconocidas, es decir, menosprecia el uso del usted para demostrar respeto y cortesía, acudiendo al tuteo o, a algo más “tico”, al voseo indiscriminado. Esto continúa sucediendo: somos irrespetuosos y descorteses, no sabemos guardar la distancia social ni etaria en el habla cotidiana. Es falta de respeto vosear a una persona con quien no existe confianza alguna todavía, pero somos excesivamente confianzudos al usar el voseo indistintamente, cuando lo más respetuoso es el uso del “usted”.

            En la anterior administración del ejecutivo la jerarca del Ministerio de Educación Pública inició una campaña al respecto. Yo me alegré muchísimo entonces por la importante iniciativa, pero desconozco si la misma siguió adelante y si se implementó en las aulas, como correspondía. Era un proyecto para promover el uso del “vos”, que es uno de los rasgos identitarios del castellano de Costa Rica, lo que yo llamo el “castetico”. Y es que, insisto, hay personas que piensan que el vos es muy coloquial y creen que es un error o desviación, entonces lo mezclan, confusa y grotescamente, con el tú.

            Tal y como se enseña la segunda persona en singular del actual “español” de Castilla (el tú), es de suma importancia que se enseñe también la conjugación de la segunda personal del singular en el castellano dialectal costarricense (vos), que está validado por nuestra práctica comunicativa dado que proviene de la misma raíz y porque, reitero, está legitimado por la historia de nuestra lengua, de nuestra idiosincracia lingüística. Como lo han expresado algunos estudiosos, lo que escuchamos alrededor es un verdadero galimatías, un criollo “arroz con mango”: “vos sabes” o “tú sabés”, lo cual significa que la contaminación nos inunda desde adentro.

            El costarricense, cada vez es más “tico”, es decir, más poroso, más plástico, en otras palabras, cada vez más aculturado o aculturizado por formas foráneas de expresión que en mucho modelan nuestra manera de ver, comprender e interactuar con el mundo social. En ese sentido se está perdiendo la soberanía lingüística, una significativa porción de nuestra identidad cultural. Nuestro ser (nuestra personalidad, nuestra singularidad, nuestros rasgos identitarios) histórico está cambiando de manera acelerada y violenta con la adquisición de fórmulas extrañas que nos tornan cada vez más insulsos y seriamente globalizados, estandarizados. Nos están convirtiendo en “tabula rasa”.

*Escritor