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Río Frío, Sarapiquí: Un día cualquiera

Jiddu Rojas Jiménez

Aquí se puede uno esperar hasta 5 o 6 horas en Emergencias-CCSS, sin ser atendido, o sea, sin ser valorado por un médico. Luego vendrá el tratamiento. Una señora dice que espera desde la mañana, para ver a un doctor. (Uno o dos heroicos médicos para 45 o 50 personas).

Es la «otra» Patria invisibilizada. Es como un «Apartheid» interno. Una nueva y feroz cotidianidad.

Aquí el Estado Social de Derecho, junto al Salario Mínimo (que molesta a Pilar), se fueron a pasear. Y hay ausencia de justicia social, pero abundancia de gente hermosa, trabajadora, valiente, luchadora, y llena de amor al prójimo y solidaridad.

Cuando pidamos en las próximas elecciones, defender nuestra institucionalidad democrática, recordemos esta falta de Estado Nacional y la indecente e injusta exclusión social de nuestro pueblo trabajador en la periferia rural. Ni hablar del caos económico neoliberal heredado, y de la destrucción sistemática del sector agro, así como de los remanentes de nuestra maltrecha soberanía alimentaria.

Mientras en la noche la inseguridad ciudadana campea, la violencia y el narco aparecen, y el transporte público interno local no existe…

Aquí se impone la cruel narrativa, en la que se nos venden dos «héroes»: el Ja-Guaro y el tal Diablo. Así de simple. Estos viles antihéroes, personajes de caricatura dignos del mundo distópico de Trump o Bukele, son ejemplos a imitar.

Lo demás, es el clientelismo político que sobrevivió al brutal monocultivo extranjero, a décadas de abandono de lo público, y a la falta de legitimidad democrática.

La piña tóxica sustituyó a las bananeras. Los tubérculos para los pequeños campesinos.

Pero la exuberante belleza natural y su imponente clima tropical, aún se impone; y el talante rebelde y luchador de sus hombres y mujeres resiste.

Resiste en una nube de confusión y distracción ideológica, entre el machismo atávico, el alcoholismo, el culto pandereta, los nuevos mitos antivacunas, las largas distancias, los malos caminos, la pobreza atroz, la desigualdad social, y el desarrollo social teratológico (E. Guevara), y el otrora llamado en la academia, desarrollo combinado y desigual.

Queda la nostalgia de las heroicas luchas populares y de los valientes dirigentes campesinos comunistas, en algunos nombres de las comunidades y barrios.

¿Será que, en estas nuevas circunstancias democráticas, sabremos honrar esa memoria, y construir un futuro más incluyente en igualdad y libertad? ¡El futuro es ya!

P.S. Entre hoy y anoche, mientras el suscrito iba a la letrina alrededor de 15 veces en una cabaña, en un hospital público de la CCSS, –bastión de nuestra salud pública y de nuestra imperfecta democracia–, partió físicamente, el Camarada Vladimir Barrantes, QEPD., hijo, padre, tío y abuelo de una heroica familia de campesinos comunistas moristas costarricenses, ligada a las más importantes luchas históricas nacionales e internacionales del partido de Manuel Mora Valverde, Carmen Lyra y CALUFA.

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