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Etiqueta: Sarapiquí

La batalla de Sardinal y nuestra soberanía

Dos vistas de la celebración del 169 aniversario del triunfo en la batalla de Sardinal, realizada este jueves en Sarapiquí. Foto: Luko Hilje

Luko Hilje (luko@ice.co.cr)

Alocución, en la celebración del 169 aniversario del triunfo costarricense en la batalla de Sardinal, que permitió expulsar del territorio nacional a los filibusteros invasores, el 10 de abril de 1856

Era febrero de 1856. Costa Rica vivía en un estado de zozobra y tirantez, ante la presencia en Nicaragua del ejército filibustero liderado por William Walker, que no era un simple y ocurrente aventurero, sino médico, abogado y periodista, quien tenía muy claro lo que quería.

Para sus aviesos fines, contaba con el sólido apoyo político y económico de grandes terratenientes, dueños de latifundios de algodón, caña de azúcar y tabaco, imposibles de cultivar sin la mano de obra de los esclavos negros. Por tanto, en su afán expansionista y sus fines comerciales, ellos y Walker coincidían en el objetivo de tomar el poder en los cinco países centroamericanos, implantar la oprobiosa esclavitud, y anexarlos a lo que, a partir de 1861, serían los Estados Confederados de América, o la confederación de estados sureños.

Atento a las ambiciones de Walker, el presidente don Juan Rafael (Juanito) Mora llamó a nuestro pueblo a las armas y, nomás empezando marzo, 4000 hombres y mujeres habían marchado hacia Puntarenas y Guanacaste para defender la integridad territorial, ante la amenaza de invasión de las fuerzas filibusteras.

Antes de continuar, debe recordarse que Walker tenía su cuartel general en la ciudad de Granada, a orillas del lago de Nicaragua. Y, desde ahí, contaba con unos 10 vapores, que en febrero le había incautado al magnate Cornelius Vanderbilt, otrora dueño de la Compañía Accesoria del Tránsito, empresa muy próspera durante la llamada “fiebre del oro”, cuando miles de aventureros cruzaban Nicaragua por el río San Juan y el citado lago, para llegar a California. Dicha flota le permitía a Walker el dominio pleno del río, donde había establecido cuatro posiciones estratégicas: el fuerte de San Carlos, el Castillo Viejo, Punta Hipp —frente a La Trinidad— y San Juan del Norte, en la costa del Caribe.

Para retornar a la marcha de nuestro ejército, consciente de que, mientras el grueso de las tropas estaba cerca de la costa del Pacífico, los filibusteros podrían invadir el Valle Central, don Juanito tomó una oportuna decisión.

En efecto, mandó a llamar a San Ramón al botero Francisco Martínez, para que se reunieran en Atenas, donde le otorgó el grado de capitán y le asignó una misión especial: dirigirse con un batallón al río San Juan, a través de la región de San Carlos, que él conocía muy bien. Martínez se dio a la tarea de organizar su tropa, y ya el 21 de marzo salía de la capital hacia San Ramón, para desde ahí llegar al río San Carlos y navegar hacia el San Juan. No obstante, por razones que sería muy extenso relatar, permanecieron en Muelle de San Carlos, y nunca se enfrentaron a los filibusteros.

Con el país en vilo, sobrevino una situación urgente, a la que había que hacerle frente. Ocurrió que cinco días antes, el 16 de marzo, el cartero Manuel Gutiérrez, quien traía consigo los fardos del correo oficial que habían llegado a San Juan del Norte desde Inglaterra, fue retenido en La Trinidad por una tropa de 25 hombres, a cargo del teniente John M. Baldwin. Este grave hecho activó las alarmas, pues se temía una invasión por Sarapiquí a ciudades clave, como Alajuela, Heredia y San José. Además, como esa era la Semana Santa, la gente estaba distraída, dedicada a los cultos religiosos propios de esas festividades católicas.

Antes de proseguir, es importante indicar que, al revisar con cuidado la documentación existente, no está tan claro que se temiera una invasión hasta el Valle Central. Más bien, se percibe que la intención de nuestro batallón no era enfrentarse a los filibusteros, sino tan solo acercárseles, para atisbar sus movimientos. Es decir, tenía carácter preventivo. Eso sí, si éstos penetraban a Costa Rica por el río Sarapiquí, sí habría confrontación armada, lógicamente.

Como era urgente actuar, se optó por un plan expedito. Por entonces se contaba con dos destacamentos de 25 soldados, que estaban en los puestos aduanales de Muelle y Cariblanco —establecidos para evitar el contrabando desde San Juan del Norte—, a cargo de los capitanes Pedro Porras Bolandi y Francisco González Brenes, respectivamente.

Fue así como, para conformar el batallón necesario, se decidió que a ellos se les sumarían otros 50 hombres, provenientes de Alajuela; éstos venían al mando del general Florentino Alfaro Zamora y del teniente coronel Rafael Orozco Rojas. La escogencia de alajuelenses se basó en que se consideraba que eran quienes estaban más familiarizados con dicha región, tan montañosa y colmada de peligros. Y fue así, poco a poco, pero rápido, que se fueron congregando en Muelle todos los soldados.

Ahora bien, de Muelle a La Trinidad —que era el punto a vigilar, tomado por los filibusteros—, hay una distancia de unos 45 kilómetros. Y, aunque ese trecho se podía navegar en pocas horas en balsas y botes, era muy riesgoso hacerlo pues, al aproximarse a la desembocadura en el San Juan, la tropa nuestra podía ser detectada y atacada de inmediato. Fue por ello que se eligió avanzar a pie por la ribera izquierda del río Sarapiquí, machete en mano, para abrir una picada o trocha en la tupida montaña.

En la mañana del 10 de abril, nuestra corajuda tropa ya había avanzado unos 18 kilómetros, hasta la desembocadura del pequeño río Sardinal. Sin embargo, es posible que alguien delatara la presencia de nuestra tropa ahí, por lo que Baldwin vino a toparla y enfrentarla, al mando de unos 100 mercenarios, en seis embarcaciones; ellos dicen que eran apenas 20 hombres y dos lanchas.

Desembocadura del río Sardinal, en cuyo estero —hoy inexistente—, se libró la batalla contra los filibusteros. Foto: Luko Hilje

Eran cerca de las ocho de la mañana. Al notar que desde el pequeño estero que había en la boca del río —hoy eliminado por la erosión— se elevaba el humo de una fogata de nuestros combatientes, Baldwin decidió atacarlos.

Estaban desprevenidos y confiados, pues mientras una cuadrilla trabajaba en la continuación de la trocha, la mayoría reponía fuerzas en un playón del estero que estaba aguas arriba.

De súbito, desde un recodo de la ribera, sobre un playón del estero localizado aguas abajo, de manera sorpresiva desembarcaron los filibusteros y de una vez empezaron a disparar sus fusiles. Nomás iniciada la refriega, el general Alfaro fue herido en el brazo derecho, por lo que debió retirarse del combate, al punto de que ni siquiera pudo dirigir su batallón.

Ante tal escenario bélico, había razones de sobra para estar pesimistas. Aún más, en un parte de dicha batalla, el jefe militar Orozco expresaba su impotencia al ver a los soldados enemigos desembarcando con soltura, “porque desgraciadamente el Estero de Sardinal, que nos separaba de una parte de ellos, nos impedía entablar lucha con otra arma”. Con esto, él quería decir que el hondo caño que corría en medio de los dos playones del estero los distanciaba de los filibusteros, lo cual anulaba la posibilidad de acometer luchas cuerpo a cuerpo y matarlos con sus filosas bayonetas y machetes, técnica en la cual los costarricenses eran muy diestros, como lo atestiguaron las batallas de Santa Rosa, Rivas y La Trinidad.

Además, una vez iniciada la escaramuza, los nuestros escucharon el silbido de disparos desde la ribera del río donde ellos estaban, pues Baldwin ordenó a una columna que avanzara por tierra, hacia el estero. O sea, los filibusteros los estaban atacando por dos flancos.

Ante tales adversidades, el fervor patrio se convirtió en llamarada, y de los pechos de nuestros héroes brotó la bravura necesaria para defender la patria agredida. Al percatarse de esto, sacando fuerzas de flaqueza, los soldados de la cuadrilla que trabajaban abriendo trocha aguas abajo regresaron hacia el estero y empezaron a disparar, protegidos por la densa vegetación de la ribera.

En pocos minutos se suscitó el fuego cruzado entre las dos tropas, de manera intensa e incesante. Y, tras una hora de enfrentamiento, los filibusteros recularon hacia La Trinidad, dejando abandonados cuatro muertos en tierra, entre ellos el teniente William Rakestraw, además de que —según lo dicen algunos informes—, unos 25 se ahogaron, pues la piragua en la que estaban se hundió.

Aunque, según Walker, en su libro La guerra en Nicaragua (1860), en nuestras filas murieron más de 20 hombres, eso es absolutamente falso, pues perdimos apenas tres: Salvador Alvarado, Salvador Sibaja y Joaquín Solís, por desaparición los dos últimos. Además, hubo tan solo seis heridos, aparte del general Alfaro: Manuel Arias, Manuel María Rojas, Manuel Cabezas, Manuel Morera, Joaquín Arley y Desiderio Quesada; todos eran alajuelenses, excepto Cabezas y Arley, de San José y Cartago, respectivamente.

Después de trasladar los heridos a Muelle, para que los curara el médico Lucas Alvarado Quesada, en las semanas subsiguientes el batallón permaneció en Muelle y Cariblanco, por si sobrevenía un contraataque filibustero, el cual nunca ocurrió.

De esta manera, al igual que en Santa Rosa el 20 de marzo anterior, en Sardinal los filibusteros fueron expulsados del territorio nacional el 10 de abril, y se les derrotaría al día siguiente en la memorable batalla de Rivas, en Nicaragua. Y ocho meses después, el 22 de diciembre, se les expulsaría por tercera vez, en la batalla de La Trinidad—, la cual marcó el principio del fin de Walker, hasta su rendición en Rivas, el 1° de mayo de 1857.

Es decir, la batalla de Sardinal —acaecida hace 169 años aquí—, marcó un hito indeleble en la senda que, rubricada con la generosa sangre de sus heroicos hijos, nos permitió recuperar la libertad y la soberanía nacional cuando estuvieron amenazadas por los ominosos sueños imperiales de Walker.

Y confío en que este ejemplo represente un inextinguible faro, que nos ilumine y aliente siempre para emularlos, y defender nuestra patria cuando haya que hacerlo.

Tributo por parte de miembros de nuestra Fuerza Pública a la bandera izada en el hito de la Ruta de los Héroes, en Sardinal, Sarapiquí. Foto: Luko Hilje

Impartirán curso gratuito en computación para adultos mayores de Sarapiquí

La Escuela de Secretariado Profesional y Sección Regional Huetar Norte y Caribe, Campus Sarapiquí de la Universidad Nacional (UNA), invitan a las personas adultas y adultos mayores del cantón Sarapiquí, a inscribirse en el curso gratuito de computación básica II, donde ampliarán su conocimiento en el manejo operativo de la computadora, acceso seguro y responsable a la Internet, uso del correo electrónico y creación de carpetas, entre otros.

Como parte de los requisitos es ser mayor de 30 años, contar con dispositivo USB (llave maya), interés por aprender y sobre todo, disponibilidad para asistir a clases presenciales. Inicio de lecciones, semana del 02 de setiembre de 2024, con una duración de ocho semanas. Además, se brindará certificado de aprovechamiento.

Las clases se impartirán en el Campus Sarapiquí de la UNA, ubicado en la comunidad de La Victoria de Horquetas de Sarapiquí. Fecha límite para matricular, 01 de setiembre de 2024. Cupo limitado.

Formularios de inscripción:

Lunes de 8:00 am a 11:00 am https://forms.gle/2uDwuheGm9GtzJrYA

Lunes de 2:00 pm a 5:00 pm https://forms.gle/HHjtTXQvnRrWAFGs5

Martes de 6:00 pm a 9:00pm https://forms.gle/1Qr6LbAYodhpVFtZ8

Sábados de 1:00 pm a 4:00 pm https://forms.gle/dQhDFymRFkwzhf546

Dicha actividad académica es organizada por el programa: “Prácticas Docentes en Contextos Comunitarios” de la carrera de Educación Comercial de la Escuela de Secretariado Profesional de la UNA, en el marco de las iniciativas de investigación y extensión: “Fortaleciendo las comunidades”.

Para mayores detalles puede comunicarse al (2562-6050), en horario de oficina de 8:00 am a 5:00 pm.

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

Relato proporcionado a SURCOS “Unir Fuerzas por el Caribe”

Buenas 

Soy un simple ciudadano preocupado, frustrado y molesto por lo que está pasando, no sólo en el Caribe donde tengo casa, sino en todo el país. Lo de Místico en Playa Hermosa, lo de Sarapiquí, lo de Playa Jacó. 

Es una estructura poderosa y sin escrúpulos, el Caribe quieren arrebatarlo a la fuerza como lo  han hecho en el pasado con mentiras y manipulación de la información, con el tema de la zona indígena Kéköldi en Cocles, luego el plan regulador costero y ahora la tala desmedida con permisos corruptos, donde cambian el uso de suelo al venir solapadamente socavando los bosques de a callado, y como vimos estos días luego ya descaradamente, con el beneplácito de políticos corruptos.

El hecho de difundir videos en chats de WhatsApp no va a parar este desastre, se necesita unir fuerzas, convocar a las universidades públicas y comunidades costeras, pedir ayuda a todas las agrupaciones ambientalistas del país, no solo del Caribe, sino de Jacó, Guanacaste, Osa, entre otros.

Unificar una campaña fuerte y directa, donde se ponga en evidencia el trabajo de estos personajes, políticos, ministro de (des)ambiente, empresarios codiciosos y corruptos que no les importa nada, municipalidades corruptas, por ejemplo la representada por el alcalde de Talamanca, y funcionarios que son comprados, o bien simplemente incompetentes como SINAC, Fiscalía Ambiental, entre otros.

Deberían desde ayer armar una campaña no de WhatsApp que no tiene tanta profundidad y despliegue como otras redes sociales, por ejemplo TikTok e Instagram por medio de la difusión de videos cortos, convocar y pedir ayuda a muchos influencers que aman la naturaleza y tienen muchos seguidores. Deberían también convocar una marcha nacional, tanto en San José, como el resto de zonas costeras que están descontentas y realizarlas el mismo día.

Tocar puertas en medios masivos, llamar la atención de que Canal 7 no saca ni media nota al respecto. También se debería pedir la renuncia del Ministro de Ambiente, pedir cuentas e investigarlo, pedir ayuda a periodistas investigadores  para que escarben toda esa corrupción.

Otra idea sería el unificar una campaña gráfica, con mensajes concretos, pedir ayuda a organizaciones y creativos, así como a comerciantes locales que están a favor de un desarrollo sostenible, no este desastre impune.

Hay que actuar ya.

¡Saludos!

El botánico que atestiguó la rendición de William Walker

Parque Central de Heredia, en 1909. Foto: Fernando Zamora Salinas

Publicado originalmente en la revista digital europea MEER

Luko Hilje (luko@ice.co.cr)

Con el advenimiento del siglo XX, las necesidades inherentes del desarrollo de la sociedad en todos sus planos, indujeron altos niveles de especialización en las disciplinas propiamente científicas, así como en las tecnologías derivadas de ellas. En el campo de la biología, por ejemplo, surgieron dos grandes ramas, la botánica y la zoología, las cuales a su vez tienen subdivisiones, tales como la anatomía o morfología, la taxonomía y la sistemática, la fisiología, la etología o comportamiento, la genética y la ecología, además del portentoso auge de la biología celular y molecular. Es decir, algo nunca antes atestiguado, y ni siquiera imaginado por los pioneros de la biología, a los que se les denominaba “naturalistas”, y que hoy son una estirpe casi extinta, debido justamente a las crecientes y complejas necesidades de la sociedad actual.

Al respecto, para la escritura del libro Trópico agreste debí investigar acerca de decenas de naturalistas asociados con el muy rico y diverso trópico americano. Y, sin lugar a dudas, la figura cimera fue el alemán Alexander von Humboldt (1769-1859), quien realizó incontables y originales aportes en los campos de la botánica, la zoología, la geología, la vulcanología y la meteorología, al punto de que el célebre naturalista inglés Charles Darwin (1809-1882) lo calificó como el mayor explorador científico de todos los tiempos. Inspirados casi todos por su magna e irrepetible labor, varios naturalistas europeos arribaron a Costa Rica en la segunda mitad del siglo XIX, entre los que sobresalieron el danés Anders S. Oersted, los alemanes Karl Hoffmann y Alexander von Frantzius, y los suizos Henri Pittier, Paul Biolley y Adolphe Tonduz; de hecho, algunos de ellos incluso lo trataron de cerca.

Hago este recuento para patentizar que no era cualquiera el que tenía los rasgos de un naturalista. Ignoro si existe algún libro referido a la caracterología del naturalista. No obstante, de manera general, en él se conjugan la acuciosidad, la obsesión, la dedicación, la compulsión y la perseverancia, así como la disposición al sacrificio, a veces arriesgando su propia vida.

Al respecto, para contextualizar las azarosas y extenuantes faenas de campo de un naturalista, en mi libro acoto lo siguiente: «Cuando uno evoca a los descubridores, exploradores y aventureros, de inmediato acude a la mente la imagen de hombres atrevidos, valientes, corajudos e intrépidos que, respondiendo a algún recóndito impulso interno, no temen enfrentarse a lo desconocido y, más bien, hasta sienten desenfado y placer en adentrarse en mundos colmados de riesgos y peligros, tanto por su agreste naturaleza como por los insólitos hábitos y costumbres de sus pobladores. En el fondo, los envidiamos, pues expresan con sus actos un gesto de independencia pura, quizás atávico, de cuando, como cazador o recolector, el hombre primitivo incursionaba en sitios desconocidos e inseguros con tal de conseguir los alimentos para quienes lo rodeaban». Claro que, en este caso, en vez del sustento para sobrevivir, el impulso corresponde a la sed por el conocimiento, el tenaz y hasta obstinado interés por desentrañar los misterios del mundo natural.

El curioso periplo de Hermann Wendland

Ahora bien, si en la naturaleza los riesgos y los peligros ya de por sí están omnipresentes, ¿para qué exponerse a situaciones conflictivas provocadas por humanos, como las guerras?

Esta fue una pregunta que me hice cuando me enteré de que el botánico alemán Hermann Wendland (1825-1903) hizo herborizaciones entre fines de 1856 e inicios de 1857 en Centroamérica, cuando la guerra contra el poderoso ejército filibustero liderado por William Walker estaba en su apogeo. En efecto, como encargado de los aspectos botánicos de los Jardines Reales de Herrenhausen, el rey Jorge V de Hannover financió una expedición de casi ocho meses para que recolectara plantas en Guatemala, El Salvador y Costa Rica.

Cabe acotar que, por fortuna, él escribió un diario de su periplo, el cual, por iniciativa del botánico australiano John Leslie Dowe, y junto con sus colegas alemanes Marc Appelhans, Christian Bräuchler y Boris Schlumpberger, publicamos en 2022, con el título The botanical expedition of Hermann Wendland in Central America: a nomenclatural study and travel report (revista Boissiera, 73). Posteriormente, por sugerencia de John, lo traduje al español, y juntos publicamos los aspectos de carácter propiamente históricos, en dos entregas, con el título común de Las exploraciones botánicas de Hermann Wendland en Centroamérica (1856-1857); el subtítulo de la primera fue De Guatemala al Valle Central de Costa Rica, y En la región de Sarapiquí, Costa Rica el de la segunda (Revista Comunicación, 32 y 33).

Aunque él no lo dice de manera explícita, es de suponer que efectuó su viaje —iniciado a mediados de noviembre de 1856—, porque en esa época se estaba en invierno en Alemania, cuando la nieve impide el desarrollo de la vegetación, por lo que no había mucho trabajo al aire libre en los Jardines Reales. Además, como uno de sus objetivos era recolectar plantas vivas para dichos predios, retornaría justamente en el verano, en la estación ideal para trasplantarlas o para sembrar sus semillas o partes vegetativas, reproducirlas, etc. Es decir, dar prioridad a las épocas adecuadas para sus planes obvió sus preocupaciones por una guerra sobre la cual posiblemente no se sabía mucho en Alemania. Asimismo, aunque antes pudo haber recabado información con algún alemán residente en Centroamérica, tal vez no le dio importancia o, si lo hizo, ignoró lo que le dijeron y se vino a herborizar.

En realidad, como en los territorios de Guatemala y El Salvador no hubo conflictos bélicos, aunque esos países enviaron tropas a Nicaragua para combatir a Walker, eso no afectó sus labores de recolección allá. De hecho, la única mención al respecto —mientras estaba en El Salvador—, es que «actualmente, debido a la guerra en Nicaragua, cada extraño es confundido con un estadounidense y es honrado con la designación de “yanqui”; este término también es proferido hacia algunos extranjeros de vez en cuando». Algo similar relataría una vez llegado a Costa Rica, al expresar que «por supuesto, los lugareños de inmediato detectan que eres un extraño. Y, como el país está indirectamente en guerra con la civilización y en lucha directa contra las hordas de filibusteros de Walker, en cada extraño ven a un filibustero o a un yanqui —filibustero y yanqui son sinónimos ante los ojos de la multitud—, por lo que nos consideran como tales, y hasta expresan ese término cada vez que nos aproximamos a ellos».

Conviene indicar que él arribó a Costa Rica por Puntarenas el 9 de marzo de 1857. Para entonces se libraban importantes batallas contra el ejército filibustero en el río San Juan, de parte del ejército costarricense, mientras que en tierra los ejércitos centroamericanos aliados combatían a los filibusteros en ciudades como San Jorge, Granada y Rivas. Por tanto, emprender herborizaciones en la región norteña de Costa Rica era muy riesgoso, y sobre todo en Sarapiquí, pues el río homónimo era el que permitía llegar hasta el San Juan.

Una vez en San José, hizo los contactos pertinentes con varios alemanes, incluido el naturalista Hoffmann, y después visitó a von Frantzius, quien residía en Alajuela. Asimismo, aunque efectuó herborizaciones en los alrededores de San José, al igual que en Cartago, el volcán Irazú y Turrialba, anhelaba hacerlo en Sarapiquí, pues tenía muy buenas referencias de la insólita riqueza de orquídeas, palmeras y aroideas —parientes de la muy conocida “mano de tigre”—, que eran los grupos de su mayor interés. Pero, además, tenía una obsesión. En efecto, el botánico polaco Josef von Warszewicz, quien estuvo de paso por Costa Rica en 1848, le había recomendado que buscara en San Miguel —en la ruta de Sarapiquí— la muy hermosa planta que el reputado taxónomo Johan Friedrich Klotzch había bautizado como Warszewiczia pulcherrima, en honor suyo. Así que, ¡cómo no ir a Sarapiquí!

En la región de Sarapiquí

Cuando Wendland empezó a indagar acerca de Sarapiquí con varias personas, todo cuanto recibió fueron comentarios negativos. Se le percibía como una especie de tierra inhóspita, por la absoluta soledad de esos parajes silvestres, las incesantes y torrenciales lluvias, los lodazales, lo intransitable de la única tocha de montaña que había —incluso para las recuas de mulas—, los profundos precipicios en numerosas porciones de la ruta, la abundancia de víboras, jaguares y pumas, así como de furiosos chanchos de monte, que atacan en manada.

Además, ya para sus fines, algún interlocutor mejor informado le advirtió que «encontrarás hermosa vegetación allí. Pero primero debes saber cuán difícil es secar una planta ahí. Tan solo espera, y le darás gracias a Dios de regresar. ¡Esa lluvia! ¡No tienes idea, pues ahí llueve 366 días al año, y los caminos son verdaderos hoyos de barro!». Es decir, resultaba absurdo recolectar abundante y novedoso material vegetal, para que, al fin de cuentas, los especímenes recolectados resultaran imposibles de secar y preservar de manera correcta.

Pero…, ¿y el riesgo de la guerra que ocurría en el río San Juan? Al parecer, nadie le habló de eso, pero no por ignorancia, sino porque los días de Walker estaban contados. En efecto, para entonces —en la segunda mitad de abril—, el ejército costarricense tenía en su poder los cuatro puntos estratégicos del río (San Juan del Norte, La Trinidad, Castillo Viejo y el fuerte de San Carlos), en tanto que los ejércitos centroamericanos aliados con el de Costa Rica habían logrado importantes batallas en tierra firme y pronto cercarían a Walker en Rivas.

Fue así como, al mediodía del 7 de mayo, con muy buenas condiciones climáticas, Wendland partió de la capital a lomo de mula y con dos bestias de carga, con sus enseres personales, así como su equipo y materiales para recolectar plantas. A él se sumaron Gerhard Jäger Balle —un joven alemán que lo había acompañado en varias giras—, y un baquiano, quienes viajaban a pie, lo cual obviamente reducía los costos de la expedición, pero era una verdadera crueldad.

En realidad, contra todos los pronósticos adversos de sus pesimistas informantes, las labores de herborización fueron muy fructíferas, al punto de que tuvo la fortuna de hallar la planta que von Warszewicz le había recomendado buscar. En sus propias palabras: «Poco antes de La Virgen, cuando salí del bosque hacia un prado, en el costado opuesto al bosque pude observar una de las plantas más bellas que he visto, y en espléndida floración. Tan pronto como recolecté suficiente material, caí en cuenta de que se trataba de Warszewiczia pulcherrima, descubierta por el infatigable recolector von Warszewicz, pero yo nunca la había observado en vivo, sino que tan solo había leído su descripción». ¡Qué más pedir!

La vida de Wendland en riesgo

Ahora bien, aunque los episodios peligrosos durante las tres semanas que duró la expedición fueron de menor cuantía, hubo uno en el que la vida de Wendland estuvo en riesgo. Sin embargo, irónicamente, no fue en una temida selva, sino en el puro centro de la ciudad de Heredia, como se relata en detalle en el primero de los artículos que publicamos en español.

De manera resumida, ese jueves 7 de mayo de 1857 fue memorable en la historia patria. En efecto, el jefe filibustero Walker se rindió el viernes 1° de mayo, y el anuncio oficial se hizo al día siguiente, pero la noticia no llegó a la capital sino hasta el jueves por la mañana. ¡Cómo no difundirla! Por tanto, para comunicar la buena nueva a la población, a partir del mediodía hubo abundantes cañonazos, que Wendland y Jäger pudieron escuchar desde Heredia; esto fue así porque la distancia entre ambas ciudades es de apenas 8,4 km en línea recta, además de que en aquella época no había ruidos que pudieran interferir con el sonido de tan estridentes detonaciones.

Como, por disposición del dueño de las mulas, era menester pernoctar en Heredia antes de penetrar en los densos boscajes de Sarapiquí, debieron estacionarse en dicha ciudad por esa noche. Sin embargo, como les fastidiaba estar recluidos en un rancho tosco y maloliente, se fueron a dar un paseo por la ciudad. Empero, pronto ese recreo se convirtió en una tortura.

Efectivamente, para entonces, en medio de una gran algarabía, habían empezado las celebraciones por la rendición de Walker, con el tañido de campanas en las iglesias, una misa solemne en la parroquia, música, juegos pirotécnicos y un desfile por la ciudad. Éste se inició poco después de que una banda musical tocó frente a la casa del alcalde”, que posiblemente estaba al lado del ayuntamiento, localizado en la esquina donde hoy está el fortín —según lo consigna el historiador Carlos Meléndez Chaverri en su libro Añoranzas de Heredia —, es decir, diagonal a la parroquia de la Inmaculada Concepción. ¡Quién le hubiera dicho a Wendland, al salir de Alemania, que sería testigo presencial del día en que el pueblo costarricense se enteró de la muy ansiada rendición de William Walker, que tanta muerte y dolor provocó, en su intento de implantar la esclavitud en nuestra región! Pero no solo fue testigo, sino que a la vez nos legó una descripción bastante minuciosa de esa festiva noche en Heredia, y que no se conocía hasta hace poco tiempo, cuando tradujimos su diario.

No obstante, como sucede a menudo en la vida, todo lo positivo tiene un precio y, en este caso, su providencial presencia esa noche lo tuvo para él.

En efecto, en cierto momento, cuando con Jäger avanzó entre la multitud congregada en el actual Parque Central, al percatarse de su aspecto, algunos lugareños los miraban de manera sospechosa. Para entonces, tras recorrer algunos cuadrantes, el desfile ya retornaba al parque, por su costado sur. Poco después, narra él que «junto con mi compañero, recostados en una columna que había debajo de la terraza de una casa esquinera, diagonal a la iglesia, nos paramos a contemplar el desfile, colmado de los rostros más honorables del mundo. Nos detectaron allí. Un tipo llamó la atención a otro susurrando quedamente la palabra “yanqui”, y poco a poco nos vimos rodeados por un grupo que nos miraba con extrañeza. Tras pensarlo mucho, un joven bien vestido se armó de valor y me abordó, en inglés».

Cabe indicar que el lugar corresponde a la esquina diagonal a la parroquia, por ese sector, donde por muchos años estuvo el restaurante La Floresta, de gratos recuerdos. En realidad, por momentos el interrogatorio se convirtió en acoso, pero al final el grupo de muchachos se alejó en buenos términos, no sin antes cerciorarse su cabecilla del motivo que los había traído hasta Heredia.

Perturbados por lo acontecido, Wendland y Jäger decidieron que era mejor retornar a la covacha que los esperaba —sucia pero segura—, y ya estaban a punto de partir, cuando apareció de nuevo el líder del grupo. Esta vez se comportó de manera gentil, pues les regaló unos pequeños puros —quizás los muy aromáticos chircagres, elaborados con tabaco de San Rafael de Oreamuno, en Cartago—, y los invitó a dar un paseo por el Parque Central.

Sin embargo, lo lamentable estaba por venir, pues mientras ellos departían de manera amistosa, de súbito apareció el profesor de inglés del citado joven, que era un viejo irlandés que había trabajado para la Compañía Accesoria del Tránsito en los tiempos en que esta empresa pertenecía al magnate neoyorquino Cornelius Vanderbilt. Como Walker le había incautado la compañía, para disponer así de sus vapores durante la guerra, el irlandés aborrecía a Walker y a todo lo que se asociara con éste. Al percibir a Wendland y Jäger como filibusteros, narra Wendland que «me hizo las mismas preguntas que su alumno, y pareció tomar mis respuestas de manera tan incrédula como él. Sin embargo, al final me fastidié tanto con su ir y venir de preguntas, que le respondí que no me importaba si creía o no mis respuestas, pero que por favor no insistiera más». Ante esta actitud, el irlandés le espetó: «Si supiera que perteneces a los de Walker, te apuñalaría».

Wendland relata que «fingí no haber escuchado o entendido sus palabras», y le solicitó al joven tico que le abriera espacio entre los curiosos que se habían congregado alrededor, tras lo cual el joven le aclaró a la multitud que ellos no eran filibusteros. Logrado esto, Wendland y Jäger pasearon un rato por la plaza y después se marcharon, tal vez respirando profundo una y otra vez, por haberse librado de morir en manos del airado irlándés.

Después de tan infausto episodio, de seguro que esperaban dormir a placer, ilusionados por empezar a explorar al día siguiente la región de Sarapiquí —ahora quizás menos temible que el enardecido irlandés—, pues esa era la más preciada meta de Wendland desde que partió de Alemania. ¡Y lo lograría con creces, para beneficio de la ciencia!

Discutirán sobre ética y sustentabilidad ambiental en Sarapiquí

“FUTURO DE LA NATURALEZA, SARAPIQUÍ 2024”

Acto de inauguración

FECHA: jueves, 11 de abril de 2024

HORA: 1:00 pm

LUGAR: Campus Sarapiquí

(La Victoria de Horquetas de Sarapiquí)

Del 11 al 14 de abril de 2024, la región de Sarapiquí será la sede encuentro internacional: “El Futuro de la Naturaleza – Sarapiquí 2024”, un esfuerzo académico desarrollado e implementado por la Sección Regional Huetar Norte y Caribe de la Universidad Nacional (UNA), las Universidades canadienses Memorial y Carleton , Social Sciences Humanities and Research Council of Canada y el grupo For A New Earth de Canadá.

Esta será una actividad interdisciplinaria de extensión comunitaria basada en la ética ambiental y la sustentabilidad planeada en la región de Sarapiquí, Costa Rica. Dicho encuentro conlleva un intercambio multidireccional de conocimientos que ayudará a transmitir una visión colectiva, que se articulará en un documento informativo.

Como parte del foro se intercambiará conocimiento local sobre la tierra y prácticas sustentables de personas provenientes de distintos sectores, quienes han vivido y trabajado toda su vida en Sarapiquí. A la vez, conocimientos especializados en humanidades ambientales (teoría del valor, teoría crítica, estudios rituales), las ciencias sociales (economía, cultura geográfica, estudios indígenas, sociología), las ciencias naturales (ciencia climática, biología, toxicología) y la educación serán traídos a la conversación en relación con el conocimiento local.

VÍDEO PROMOCIONAL:

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

ANEP y SITRAP responden ante falsas aseveraciones sobre el trabajo de denuncia que se realiza con OXFAM

ANEP y SITRAP representan poco más de 6 mil trabajadores de plantaciones agrícolas, concentradas en Sarapiquí, Zona Sur y el Caribe de nuestro país. Las organizaciones sindicales sostienen que la denuncias por violaciones a los derechos laborales son reales, por lo que buscan el diálogo social en garantía de estos derechos y un trabajo digno.

Tour “Ruta de los Héroes”

Se le invita a conocer la historia de Sarapiquí y su maravillosa biodiversidad participando en el tour “Ruta de los Héroes”.

Compartimos toda la información necesaria a continuación:

  • Día: 25 de septiembre 2022
  • Hora de inicio desde San José 6:30 a.m. 
  • Hora de regreso a San José 5:00 p.m. 
  • Se debe apartar el espacio con el 50% del valor

El tour incluye:

  • Traslado San José-Sarapiquí (todo el recorrido)
  • Desayuno típico
  • Tour por el río Sarapiquí (Histórico)
  • Refrigerio
  • Entrada a la Feria Emprendedores Sarapiquí
  • Pólizas.

Pueden realizar el pago por los siguientes medios: 

  • Sinpe móvil al teléfono (506) 8339 6854 
  • Cuenta bancaria, Cuenta IBAN: CR97 0151 1052 0010 0990 76 Banco Nacional.

Precio de lanzamiento 

  • Con transporte saliendo el Teatro Nacional en San José, 39,000 colones
  • Sin transporte, 32,000 colones

 

Compartido con SURCOS por Michelle Ruiz Lacayo.

Diferentes sectores se unen para proteger el Río Sarapiquí

La Comisión de Salvaguarda del Río Sarapiquí presentó ante el Departamento de Participación Ciudadana de Asamblea Legislativa de proyecto “Ley para el Desarrollo sostenible de la Cuenca del Río Sarapiquí y protección de su cauce principal”.

El objetivo es que se declare una Salvaguarda de 25 años que prohíba nuevos proyectos hidroeléctricos y mineros, hasta tanto el río se pueda recuperar del severo daño ambiental que sufre a diario.

La cuenca del río Sarapiquí, es la duodécima más grande del país y representa el 3,35% del territorio nacional y tiene un gran valor económico, ambiental, social, histórico y cultural. Es el hogar para más de 4000 especies de plantas, más del 50% de las especies de aves en Costa Rica, alrededor de 125 especies de mamíferos y hasta 30% de las especies de peces de agua dulce en el país, muchas de ellas en peligro de extinción.

Su valor histórico y cultural obedece a que el Río Sarapiquí, fue hogar ancestral de pueblos originarios como los Botos conviviendo con más de 171 asentamientos precolombinos según los datos del Museo Nacional de Costa Rica.

El proyecto busca permitir el desarrollo sostenible de la región y evitar a toda costa un desequilibrio ecológico a raíz de la sobre explotación de su cauce como ha sucedido en otros países de América Latina.

Debido al acelerado deterioro de la Cuenca del Río Sarapiquí, la comunidad se ha movilizado con el apoyo de diferentes instituciones públicas como el ICT, SINAC, Municipalidades de Sarapiquí y Alajuela, empresarios, académicos entre otros, para desarrollar el proyecto de ley.

 

Información compartida a SURCOS por Rafael López Alfaro del Programa Gestión Local de la UNED.

Gobierno contra campesinos

La mañana del 20 de enero, 43 familias fueron desalojadas por las autoridades policiales en Las Orquídeas, Puerto Viejo, Sarapiquí. Estas tienen alrededor de 2 años cultivando plátano, yuca, malanga, palos frutales y pese a eso, les botaron los ranchos, lugar en el que estas personas habitaban. Las personas afectadas indicaron que el INDER, institución que debe velar por el desarrollo rural, desaloja a sus familias y les envía a la miseria.

A continuación puede dar click aquí para ver un video compartido con SURCOS por Albino Vargas Barrantes.