Por Marlin Oscar Ávila
2 de noviembre de 2021
Sí es correcto lo que algunos analistas aseguran en estos días, previo a las elecciones del 28 en Honduras, el futuro hondureño podría obtener un giro significativo. Se argumenta que Juan Orlando Hernández (JOH), actual presidente y su camarilla de delincuentes del Partido Nacional, están definiendo su accionar a partir de las próximas elecciones para escapar de la ciega justicia, porque se ha logrado la unidad dentro de la oposición, porque Yanny Rosenthal (partido Liberal) está muy debilitado y que el gobierno de EUA le está cerrando el círculo a JOH y compañía para juzgarlos en NY, es razonable la satisfacción notoria en el ambiente local. Sin embargo, para eso tuvo que haber un acuerdo entre la Procuraduría, el Secretario del Tesoro, el de Defensa (Pentágono) y el director de la Agencia de Inteligencia CIA, del gran poder del Norte, para luego obtener el acuerdo presidencial gringo. Esto de acuerdo con la Ley Kingpin (Raúl Zaldívar). Además de que la Corte Suprema de NY de ese país lo solicite. ¿Será que toda esa coordinación se ha dado? Sí ha sido así, don Juan Orlando y los líderes de su cartel están en grandes aprietos multisectoriales. Esos cuerpos ejecutivos pueden estar actuando en silencio. Por eso debe ser que escuchamos a JOH amenazando a la oposición de que «no se confíen» y al candidato a alcalde por Tegucigalpa, David Chávez, dispuesto a una guerra civil.
No es para menos.
Los carteles como organizaciones transnacionales no se dan por vencidos fácilmente. Sus líderes se asesinan entre sí, y hacen «limpieza social”, pero no claudican en vengarse. Tampoco se entregan a la justicia, a menos que encuentren eso como último medio de sobre vivencia, aunque sea para seguir respirando dentro de una cárcel gringa.
Sin embargo, es de tal calado la calidad de delitos de la familia Hernández contra los intereses de su pueblo y de EUA, que esa dejó de ser opción e ir a acompañar al hermano menor, Toni H. a las cárceles de los EUA.
Sin embargo, los carteles delincuenciales tampoco le van a disculpar, no solamente por los millones de dólares invertidos en JOH y su partido, sino por dejar de ser importante para continuar sus jugosos negocios ilícitos.
Desde luego, hay muchas cosas por ocurrir en las próximas horas y días, antes de asegurar algo concreto.
JOH y su círculo está muy bien equipado técnica, económica y militarmente puesto que tiene secuestrada la institucionalidad del Estado, tiene parte de los cuerpos armados a su lado, tiene un capital de miles de millones de dólares (mal habidos) para comprar las conciencias más caras posibles (incluyendo la de Daniel Ortega), tiene a la ultra derecha internacional de su lado, comanda bandas de sicarios y pandillas, tiene a la mitad del pueblo muriendo de hambre, además de tener la conciencia colectiva más perversa de la historia hondureña.
En su construcción y consolidación han participado sectas e instituciones religiosas, grupos empresariales, partidos políticos, agencias «de desarrollo», ONGs, colegios de profesionales, oficiales militares, y organismos internacionales.
Así que los líderes de la oposición corren riesgos de ser asesinados selectivamente, las manifestaciones populares, reprimidas y, puede correr más la sangre de ciudadanos por opinar diferente al narco estado, como ya se ha visto en el reciente pasado, máxime ahora, que el Congreso Nacional legalizó muchos delitos y hasta el crimen organizado puede actuar con impunidad.
Esperemos que la comunidad internacional, menos conservadora, sea concreta en diferenciar lo justo de lo injusto, siguiendo los acuerdos y convenios multilaterales, lo que favorece a las grandes mayorías sin querer aparecer neutrales ante tanta violación a los derechos humanos y civiles. Basta de buscar excusas para no actuar con justicia desde la comunidad internacional.
En este mes hay mucha distracción internacional, no solamente por las crecientes tensiones entre potencias mundiales, pero por las otras elecciones políticas en Venezuela, Chile y Nicaragua, además las fuertes movilizaciones políticas en Bolivia, (por pretensiones de la derecha en volver a dar un golpe), Ecuador (porque a su presidente le exigen juicio político) y Guatemala, por alta corrupción en el gobierno)
¿Será que los hondureños verán la luz al final del largo túnel esta vez, o seguirán las incontables «caídas de Cristo» antes de su crucifixión?