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Etiqueta: encuestas electorales

Costa Rica: una democracia bipolar

Magister José Manuel Arroyo Gutiérrez

(Anotaciones al margen leyendo a Boaventura de Sousa Santos)

            Costa Rica es una democracia que padece una especie de bipolaridad. Una patología consistente en ser, por un lado, una democracia formal (electoral) bastante desarrollada y hasta ejemplar en el mundo, pero a la vez, una democracia real (participativa) bastante débil, diríamos que raquítica. Los mecanismos puramente normativos existen: un tribunal electoral independiente, eficiente y con credibilidad; un régimen de partidos políticos amplio y relativamente accesible; contiendas electorales regladas y pacíficas; y un comprobado respeto por los resultados del sufragio. Sin embargo, todo eso está muy lejos de una efectiva intervención e influencia ciudadana en las decisiones que finalmente se imponen. El poder real de la ciudadanía sobre la escogencia de candidatos a la Presidencia o a la Asamblea Legislativa no existe, queda en manos de reducidos grupos, asambleas o convenciones partidarias, cuando no, en simples encuentros de amigos; en la mayoría de los casos, es mediante vínculos familiares (nepotismo puro y duro) o religiosos (fundamentalismos morales) como se manejan las posibilidades fuertes de elección; los procesos de financiación adolecen de opacidad y subterfugios sin control, uno de cuyos peores síntomas es la compra-venta de bonos conforme los requisitos de la deuda pública adelantada; y, además, un círculo vicioso que liga los pronósticos de encuestas con el poder financiero de los bancos –ahora sobre todo privados- sellan el destino de más de una candidatura.

            En la práctica no se ha querido modificar esta realidad. No ha sido posible asegurar a toda propuesta electoral un mínimo razonable de difusión y conocimiento entre la población. Sigue habiendo una dependencia total de la propaganda a los medios financieros y de comunicación de masas y, en fin, el poder económico bien puede manipular quién si, y quién no, tiene chances reales de obtener un buen resultado en las urnas. Parece imposible, hasta ahora, que quienes resultan electos en medio de esta atmósfera viciada vayan a querer cambiar las reglas del juego.

            Para mal de todos, el funcionamiento estable de la democracia formal-electoral no ha impedido el deterioro creciente de la democracia real en tanto forma de organización política concebida para asegurar a toda la ciudadanía, no sólo el respeto a sus derechos fundamentales, sino también el acceso a los servicios públicos básicos (alimentación, salud, educación, trabajo, vivienda, energía, nuevas tecnologías). Los defectos señalados en los procesos electorales y la lejanía práctica entre electores y elegidos, ha puesto en crisis el principio de representatividad. Cada vez la calificación de la gente al Parlamento o al Ejecutivo es más severa y hasta brutal. No hay manera de que un ex-presidente de la República, haga lo que haga, conserve un poco de prestigio y estima popular. La representación popular en Costa Rica se ha convertido en un auténtico ejercicio vital, sólo para masoquistas.

            Pero además, en lo importante, como si se tratara de ese bulto, grano o lunar sospechoso que crece sin cesar y que indica que algo grave, profundamente malo, nos está carcomiendo por dentro, la inequidad social, medida por un índice “gini” cada vez más cercano al valor “1”, es decir, cada vez más revelador de una concentración peligrosa de la riqueza social en pocas manos, nos advierte que, en efecto, somos un organismo democrático seriamente polarizado.

            Otra cuestión clave en esta deriva bipolar de la democracia costarricense tiene que ver con una curiosa ambigüedad en cuanto a la tutela de los derechos humanos. Aunque gracias a presiones externas, la Sala Constitucional ha terminado por confirmar derechos esenciales para algunas minorías (fecundación in vitro, matrimonio igualitario y un buen número de otros derechos particulares), con efecto directo en la esfera individual de las personas; pero ha fallado estruendosamente en cuanto a la custodia de los derechos humanos de carácter colectivo, al bendecir una reforma fiscal nada progresiva; una reaccionaria prohibición de la huelga en el sector público; y una ley de empleo público que contiene, entre otras perlas, un “derecho” a la objeción de conciencia en el ejercicio de la función pública. Es decir, serios retrocesos en todo aquello que tiene que ver con el tema laboral y una apuesta por el sacrificio de los sectores trabajadores del país, cuestión que parece vital para la afirmación de una economía fanáticamente adherida al modelo neoliberal, y que ha contado con la complicidad de una justicia que ha hecho auténticos malabares con la Constitución Política.

            Me temo que la debacle del PAC en la última contienda electoral tiene mucho que ver con lo que venimos diciendo. Es cierto lo que se ha señalado como causas de este fenómeno: la inviabilidad de un tercer período de gobierno; el hecho de dar la espalda a los sectores medios, urbanos y educados que fueron su apoyo tradicional; la debilidad de las candidaturas; la asfixia financiera a que fue sometido el partido; el gobierno Alvarado Quesada que, en temas económico-sociales de gran trascendencia, terminó asumiendo la agenda neoliberal y pagando el coste político que implicaba, y que se suponía prioridad de otros; y, en fin, el “deporte” nacional promovido por importantes medios de comunicación y redes sociales en orden a desprestigiar la institucionalidad pública y la gestión de cualquier gobierno, cualesquiera sean sus logros o fracasos.

            No obstante, en este diagnóstico convencional se ha dejado por fuera una causa esencial. La promesa cardinal del PAC no fue ni siquiera la eticidad en la gestión pública. Antes de eso, se propuso la “acción ciudadana”, es decir, el reencuentro de la gente con la democracia participativa, la posibilidad de rescatar el legítimo principio de representatividad; el trabajo con organizaciones de base según temas e intereses sectoriales y, en fin, la recuperación de la confianza en que se iba a escuchar y atender las demandas de la gente. Sin embargo, en medio del fragor político y electoral de estos últimos veinte años, esta fue una cuestión esencial que se dejó de lado, una alternativa que no se cuidó ni se fortaleció y que no quiso, o no pudo, capitalizar los movimientos sociales en contra del Combo ICE o el rechazo al TLC. No sé qué van a hacer los responsables de esta agrupación política a futuro, pero si algo me parece elemental, es que tienen que definir con absoluta claridad -como lo tendría que hacer cualquier otra agrupación partidaria que pretenda salvar nuestra democracia-, tópicos esenciales como: si siguen creyendo en la acción y participación de la ciudadanía; si, en la dicotomía entre libertinaje (bandera neoliberal) y democracia (participativa), tienen claros cuáles son sus límites y qué están dispuestos a rescatar en razón de una convivencia democrática efectiva; también tienen que definirse sobre si los derechos humanos son sólo cuestión de reivindicaciones individuales o, necesariamente, cuestión de conquistas colectivas esenciales. Tendría que comenzarse por hacer un inventario de los temas/problemas que están incidiendo en esa yaga abierta llamada “inequidad” y decirle a la población costarricense si se va a seguir estrujando a la clase trabajadora (pública y privada) en cuanto a regímenes salariales y de pensiones; si el modelo de desarrollo nacional pasa por tomarse en serio el cambio climático y las estrategias de energías limpias; si se va a pagar la enorme deuda pendiente en materia de violencia y desigualdad contra las mujeres; si se van a tutelar los derechos de las poblaciones originarias, su cultura y su derecho a la tierra; si el tema de la igualdad entre hombres y mujeres se va a llevar hasta sus últimas consecuencias; y si, para terminar con estos ejemplos, algún día se le va a entrar en serio a la defraudación y elusión fiscal para que cada quien contribuya en la medida de sus posibilidades y el Estado tenga recursos para la prestación de servicios estratégicos.

            En conclusión, en el marco de un capitalismo que parece tener largo aliento, a la par de respetar la propiedad privada y la iniciativa empresarial, de lo que se trataría es de contener la voracidad extractiva sobre la naturaleza y la desalmada especulación financiera del capitalismo salvaje, con el propósito de afirmar los valores de una democracia participativa que traiga equilibrios, que cierre brechas, y donde las personas estén siempre por delante del lucro y la acumulación insaciables de unos pocos.

Leve visión de la primera ronda

Vladimir de la Cruz

Sin lugar a dudas la democracia electoral y política nacional se fortaleció el pasado domingo con la culminación de las elecciones, con la participación de 25 partidos nacionales y 36 partidos provinciales, con un mínimo de 26, por provincia hasta un máximo de 29. Opciones había. Lo que no hay, en esto se sigue debiendo, es un sistema de financiamiento que permita contribuir a cubrir los gastos de todos los partidos políticos, y no solo de aquellos que terminan sacando un 4% de votación o elijen un diputado. Ni siquiera los partidos pequeños, y de izquierda, que en el pasado fueron víctimas de este injusto sistema han propuesto proyectos, cuando han tenido o tienen diputados, para tratar de enmendar esta injusticia electoral. En ello quizá pesa el que por elegir diputados no se preocupan de los que no eligen o sacan el porcentaje, porque esa situación permite y posibilita eliminarlos como partidos contrincantes o que les disputan electores, hacia el futuro.

De los 25 partidos nacionales era claro, y así lo había manifestado en distintas intervenciones que hice, que solo un grupo pequeño iba a despuntar, porque así lo iban a definir los primeros encuentros que se hicieran de candidatos, especialmente escogidos por el sector privado, como ocurrió con el primero organizado que preparó la UCCAEP, al que no asistió el candidato del partido Acción Ciudadana, lo que era un grave error, porque dejaron de invitarlo. Es claro también que los encuentros de candidatos organizados por organizaciones privadas, entre ellos los medios de comunicación, que podían invitar solo a quienes ellos quisieran, aun cuando justificaban su escogencia por el puesto delantero, que llevaban en las encuestas. En este sentido escogieron ocho candidatos que a veces los zarandeaban dejándolos a seis o siete. Y esa escogencia a la vez contribuía a influir en las opiniones de los ciudadanos que terminaban reflejándose en las encuestas, como si fuera un círculo perverso, cerrado, obsceno y, así se fue el desarrollo de la campaña.

Ciertamente algunos medios de comunicación, especialmente radiales, entrevistaron a los 25 candidatos, casi nada más para dejar registro de que a todos los dieron al menos un espacio. Con los candidatos diputados a diputados fue semejante con mayor desventaja, porque no era posible tomar en cuenta, por lo menos, a todos los primeros lugares de cada una de las provincias cuando el mínimo de partidos en una provincia resultó de 26 partidos y el máximo de 29.

Ridículo hizo el Tribunal Supremo de Elecciones de organizar un único debate, en tres turnos, como si eso fuera suficiente, con los 25 candidatos, a la ocho de la noche. El Tribunal pudo haber mantenido debates continuos para haberle dado mayor oportunidad a todos los partidos, especialmente a los que la gran prensa y medios de comunicación no tomaban en cuenta y por lo que no aparecían ni despuntaban en las encuestas. Canal 13 y Radio Nacional debieron haber cumplido un papel más decoroso, digno y decente en este sentido. La franja publicitaria de todos los partidos no se hizo sentir. En esto el Tribunal, Canal 13 y Radio Nacional, siempre en estos procesos electorales en este aspecto quedan debiendo. Así como el Tribunal dirige la Fuerza Pública, y queda bajo su control durante el período electoral, así todo el Sistema Nacional de Radio y Televisión debería estar al servicio del Tribunal para estimular la divulgación de los programas, planes de gobierno y la presentación de los candidatos a la Presidencia y por lo menos los primeros lugares de las candidaturas a diputados.

Los llamados debates de candidatos no tienen ese carácter. Tan solo son una presentación en una pasarela televisiva para que expongan ligeros conceptos sobre algunos aspectos que les preguntan, sin posibilidad de debatir, discutir sobre esos temas, apenas para delinearlos o para medio exhibir a algún candidato en que no conoce nada o muy poco de lo que se le pregunta.

En esta segunda ronda a los únicos dos candidatos deberían enfrentarlos sobre temas concretos, y sobre cómo piensan llevar a cabo lo que se les pregunta sobre sus programas, diciéndoles sobre qué les van a preguntar y dándoles más tiempo para explicar sus lineamientos generales.

Que hubiera 25 candidatos presidenciales no me asustaba. En campañas anteriores había hasta 14 partidos. El número de 25 partidos iba a resolverse como sucedió en esta campaña. Los electores escogieron y se decidieron por un grupo de seis partidos que superaron el 8% de votos. El resto, los otros 19 partidos, ninguno llegó al 1% de votos y en su totalidad alcanzaron los 150.000 votantes, que si hubieran actuado en coalición hubieran peleado la elección de 5 diputados.

El resultado de 6 partidos con seis o más diputados fue posible por el alto nivel de abstencionismo que se produjo, lo que los benefició porque el subcociente se redujo notablemente. Si el abstencionismo se hubiera mantenido en el 30% los partidos que sacaron 6 y 7 diputados hubieran reducido a sus diputados a 3 o 4.

A nivel de partidos políticos provinciales en 1990 y 1994 participaron 15, solo 5 eligieron diputados, en 1998 participaron 23 y eligieron 7, en el 2002 participaron 18 y solo 5 eligieron, en el 2006 participaron 27 y solo 8 eligieron, en el 2010 participaron 18 y solo 8 eligieron, en el 2014 participaron 20 y solo 9 eligieron, en el 2018 participaron 25 partidos y solo 7 eligieron. Para estas elecciones del 2022 se inscribieron 36 partidos a nivel provincial pero solo 6 partidos lograron elegir diputados.

A nivel presidencial desde 1990 en dos ocasiones participaron 7 partidos, en tres elecciones lo hicieron 13 partidos, en una fueron 9 partidos, en otra 14 partidos y ahora 25 partidos.

Viendo los anteriores datos, al menos yo estaba claro, que la cantidad de partidos a nivel presidencial o de diputados n o iba a alterar sustantivamente el resultado electoral de diputaciones. Lo que podía alterarse era el de los finalistas presidenciales, como sucedió.

Hay que estudiar, lo haré para próximos artículos, el alto abstencionismo de esta elección, especialmente su distribución geográfica. Por ahora sigo creyendo que los abstencionistas parten de la idea de que no tienen nada que perder con cualquier candidato o partido que gane las elecciones presidenciales. De alguna manera pueden considerar que el que llegue a Zapote les puede mejorar sus condiciones socio económicas o materiales de vida. Pueden ser las condiciones extremas de pobreza los que los lanza objetivamente al abstencionismo y la poca proyección territorial efectiva que tienen los partidos políticos, exceptuando los partidos religiosos cristianos que tienen mayor presencia por sus “templos”, “garajes”, “locales” o iglesias cristianas no católicas, de allí la mayor presencia de Nueva República en las provincias costeras y pobres.

La propaganda electoral, especialmente en vallas, para mí fue deficiente y pésima, en general, para todos los partidos que pudieron poner vallas. El que mejor las conceptuó fue Fabricio Alvarado. Los grandes temas sociales asociados a la pobreza, la extrema pobreza, el desempleo, la necesidad de recuperación de empleos, salarios e ingresos, costo de la vida no se tocaron ni llamaron la atención, excepto en el último de los encuentros programados, el de Canal 7, que empezó con una pregunta en este sentido. Lo mismo que el tema de educación. En general la campaña en esta temática giró alrededor de los grandes temas, a modo de consignas, de carácter económico, poco asimilables para el elector común, el del pueblo.

La segunda ronda, la del primer domingo de abril, será interesante en su desenvolvimiento. Allí puede ser que se planteen dos modelos de desarrollo económico, social y político futuro. Va a depender de la conceptualización política de la campaña electoral que sigue, no de la campaña publicitaria para tratar de vender un producto comercial electoral, con la forma de un candidato. Si se mantienen con la propuesta de un solo modelo y dos variantes no va a suceder un cambio significativo, pero podría ganar el que presente la tesis más populista, más antisistema y que se perciba como la tesis del cambio, aunque no cambie nada… el gatopardismo.

Neoliberalismo: el verdadero ganador de las elecciones

Marcos Chinchilla Montes

No era una sorpresa, pero ya las encuestas lo venían anunciando con contundencia: el candidato del partido de gobierno sería derrotado de manera estrepitosa, aunque se esforzará en afirmar que el de Alvarado, era un gran gobierno. Lo cierto es que años atrás el PAC social demócrata y de centro fue tomado por las élites del PUSC y del PLN y le dieron un viraje neoliberal que terminaría cristalizando buena parte de la reforma del Estado que no lograron materializar durante varios de sus gobiernos. A la postre, en estas elecciones dejaron al PAC en la absoluta bancarrota electoral, sin representación legislativa y con el riesgo de no salir de cuidados intensivos. El PAC es el principal perdedor de esta contienda.

El Partido Restauración Nacional también fue otro sonado perdedor en estas elecciones; siendo el que llevó a Fabricio Alvarado al primer lugar de las elecciones del 2018, en esta oportunidad obtuvo cerca de 10 mil votos, menos incluso que el PAC. Esta situación demuestra que Alvarado en su momento fue el eje articulador del partido, y que la confrontación entre el grupo de Avendaño y el de Alvarado resultó nefasta para el primero.

Aun así, y contrario a lo que sugerían la mayor parte de las encuestas, Alvarado se impuso con el Partido Nueva República al PUSC y obtuvo el tercer lugar. Dichosamente su moralismo bíblico, su posición anti derechos, sus propuestas depredadoras del medio ambiente y su desconocimiento de la institucionalidad pública quedan fuera de la contienda, pero la amenaza fundamentalista tiene ganados seis asientos en la Asamblea Legislativa.

Inaudito me resultó la derrota del PUSC. Alcanzar el cuarto lugar se podría explicar en parte por una candidata que por lo general evitó el debate de ideas, que tuvo limitaciones para sostener sus propuestas, por un lastre partidario de tres gobiernos que no solucionaron la desigualdad social. También podría abonar en su derrota la movilización de una parte de su base electoral hacia los partidos de Chávez y Feinzaig con la cual comparte un ideario y trayectorias políticas.

Figueres con la histórica maquinaria electoral que ha caracterizado a su partido, alcanzó a duras penas el primer lugar con poco más del 27% de los votos, va a segunda vuelta con Chávez (16.7% con el corte de las 12:00 pm del 7 de febrero), ex funcionario del Banco Mundial que salió por la puerta trasera dadas sus prácticas de acoso sexual contra funcionarias de esa institución.

Ese juego de porcentajes, derrotas, primeros lugares y las alianzas que se avecinan, tenemos que entenderlo como una expresión en la cual el gran capital nacional y transnacional se configura en Costa Rica para mantener un poder económico y político que le sea plenamente funcional a sus intereses. Intereses que confluyen, o que son contrapuestos (véase el caso del PLN y la forma como integró los intereses del sector figuerista, el arista y el toñista) según la fracciones de clase del gran capital, y que en la actual coyuntura se materializa en cinco de los seis partidos que obtuvieron la mayor parte de los votos. Esos cinco partidos neoliberales concentraron el 83.47%. de las intenciones de voto, lo que supone haber conquistado los sueños de miles de personas de ingresos medios y bajos que paradójicamente apostaron por una perspectiva política, económica, ideológica y cultural que privilegia la concentración de la riqueza (en sintonía con el cierre de campaña que hizo Feinzaig en un Mercedes Benz de alta gama) y la ampliación de la pobreza y la exclusión social.

Para finalizar, esta coyuntura electoral necesariamente tenemos que relacionarla con las luchas sociales contra el Combo del ICE (2000), contra el TLC (2003-2007) y al menos la lucha social contra el Combo Fiscal (2018).

En su momento, las dos primeras luchas supusieron el surgimiento de un amplio abanico social contra el neoliberalismo y en defensa de la institucionalidad pública costarricense; mismo que tuvo como corolario el surgimiento del Partido Acción Ciudadana -hoy devorado y sacrificado en las fauces del neoliberalismo- y el Partido Frente Amplio.

Este último partido alcanzó el sexto lugar en las intenciones de voto presidenciales, y tiene la posibilidad de conquistar seis diputaciones que necesariamente enfrentarán la avanzada por consolidar la reforma neoliberal de nuestro Estado y sociedad. El Frente Amplio en conjunto con los movimientos sociales populares, las comunidades y profesionales progresistas, se enfrentan al enorme reto de seguir luchando por construir justicia social, igualdad, garantía de derechos, sustentabilidad ambiental. En suma, esperanza como rezaba su lema partidario.

Un Figueres en el poder durante el periodo 2022-2026, o en su defecto un Chaves, tendrán que lidiar con bancadas legislativas insuficientes y en confrontación para materializar sus intereses; con la decepción de sus electores por no beneficiarse de manera pronta con las mieles del neoliberalismo; por el aumento de la pobreza y la exclusión social; por la expansión de la violencia y el crimen organizado; por la crisis económica derivada de la pandemia; o por el aumento de la inflación.

Las manifestaciones contra el Combo Fiscal le recordaron dolorosamente al PAC que el haber ganado en segunda ronda con un 60% de los votos, no fue suficiente para legitimar un plan fiscal impopular y cortado a medida de los intereses del empresariado, el que a la postre contribuiría a la ruinosa debacle del PAC.

¿Libertad de Prensa o Libertad de los Millones?

Mainier Barboza Soto

He escuchado los distintos debates, como el de Monumental, con seis candidatos de los 25, justificando la presencia y selección por el resultado de las encuestas y la ubicación de los seleccionados.

El candidato oficial, que no aparece entre los primeros puestos de las encuestadoras, fue invitado disque por tener representación del oficialismo. Flaco servicio a la democracia, al dejar el 76% de los partidos fuera, porcentaje que no se considera. Tampoco se considera que hay un 30% que es el porcentaje histórico de abstenciones y, además, el sector de persona indecisas que cuestionan realizar un debate basado en encuestas.

A la fecha el 31% indecisos, es decir, el segmento de población que puede elegir o por lo menos emitir opinión es de un 39%.

Visto de esta forma, una minoría estaría decidiendo estos debates y por tanto genera un sesgo antidemocrático.

En el marco de los debates de Monumental y Repretel se invitó a 5 candidatos que encabezan las encuestas y al oficialista, solo por serlo…

La pregunta: ¿Es esto democrático?

Una democracia gana mucho con la verdadera aplicación de la Libertad de expresión.

¿Quién va a ganar las elecciones? Algunas reflexiones

Vladimir de la Cruz

Con frecuencia, desde principios de enero, me preguntan sobre el posible ganador de las elecciones, o mi opinión sobre los que están compitiendo en posibilidades de ganar.

Al día de hoy no tengo idea de quien pueda ganar las elecciones del próximo 6 de febrero. Las siento flojas, descoloridas, sin pasión por parte de los candidatos ni de sus partidos. Con malas consignas propagandísticas, sin contenidos importantes para los electores en general o para electores en particular.

Las encuestas no me atrapan aún en la visualización del posible ganador o de los posibles finalistas. Las encuestas se mantienen en márgenes inferiores al 20% para los candidatos que van adelante en ellas.

El número de partidos y candidatos mantiene todavía la incertidumbre de la escogencia de candidato y de partido, no del abstencionismo. El abstencionismo histórico, en promedio, desde 1953 hasta el 2018, anda en el 23%, y el abstencionismo desde 1998 hasta el 2018 ronda el 31%, lo cual indica que al menos el 70% de los electores se presenta a votar. Que un grupo decide a última hora su voto, puede ser. Tengo la sensación de que en esta ocasión el abstencionismo se va a reducir. Los electores van a terminar votando por alguien. No van a dejar que la elección se vaya como agua por las manos. El dedito va a funcionar…

En esta ocasión me parece, es lo que percibo, los ciudadanos escogerán entre los que tienen más posibilidades de ganar por lo que digan las encuestas y por lo que cada quien perciba, viendo hacia atrás, en el proceso histórico, entre aquellos que tienen mayores posibilidades, o que ya han sido gobierno, tomando en cuenta experiencia personal de los candidatos o de su partido. Pero las sorpresas siempre pueden darse al final.

A la brava, quienes quieren enfrentar candidatos, están escogiendo para sus entrevistas o para sus llamados debates presidenciales, a un pequeño grupo entre seis y ocho de los candidatos, al resto poca importancia les dan y poco los toman en cuenta.

Aquí todo puede suceder, como resultó en las últimas dos campañas electorales y de manera más precisa en la última, en el 2018, cuando quedaron fuera de la posibilidad de ir a la final los dos partidos históricos, la Unidad Social Cristiana y Liberación Nacional, que tradicionalmente había cogobernado el país, y que fueron sacados de participar en la segunda ronda electoral, alejándose de esa posibilidad de volver a gobernar. Si esto se volviera a repetir sin duda esos partidos tendrían que hacer una reingeniería política total de sus estructuras organizativas, de sus dirigentes nacionales y regionales, pero sobre todo de sus planteamientos políticos, porque en el fondo estarían siendo derrotadas, o poco gustadas, sus tendencias neoliberales. En el escenario no hay una fuerza política ni electoral antineoliberal fuerte. El traje de la defensa y fortalecimiento de la democracia liberal costarricense, de respeto al orden y al proceso electoral al que se someten todos los partidos estatutariamente, no lo han sabido portar ni agitar… Para los partidos de izquierda, metidos en este traje, deben recordar que el mismo Lenin sostenía que al socialismo se podía llegar con más democracia, pero les falta este planteamiento, y la forma costarricense de expresarlo, esa idea del socialismo a la tica, en la condiciones de este nuevo siglo, del 2022, y no del período de la Guerra Fría, antes de 1990.

Estos son, Liberación Nacional y la Unidad Social Cristiana, partidos principalmente, que en el pasado jugaron con posiciones sociales, progresistas, reformistas, de carácter popular, que han abandonado. Con ese contenido es poco lo que suena, y es en mi opinión la principal bandera para atraer a todo el electorado, que son trabajadores, que 600.000 de ellos llegaron a quedar sin empleo en diciembre del 2020, que siguen sin empleo 450.000, que varios miles les rebajaron sus jornadas de trabajo y sus ingresos, que las mujeres cabeza de familia, principales ingresos de sus hogares, aún cuando tienen esposo o compañero, disminuyeron en el contexto de la pandemia de 350.000 a 250.000, que 120.000 jóvenes dejaron los estudios entre el 2020 y 2021, que casi 25.000 jóvenes de la enseñanza privada se matricularon en la pública, por las dificultades económicas de sus padres, que la brecha digital se fortaleció, que se han puesto en evidencia grandes huecos y fisuras en el engranaje institucional de carácter social nacional, que ha aumentado la pobreza, la pobreza extrema y las familias que solo aseguran una comida al día.

El electorado en general tiene una mayoría de mujeres sobre hombres, hay una mayoría de personas votantes mayores de 40 años que menores de 40. En este caso los mayores de edad son los que podrían estar viendo hacia atrás, en el proceso histórico, de entender que con los partidos tradicionales que gobernaron, la Unidad Social Cristiana y Liberación Nacional, tuvieron mejores condiciones de vida, que con el Partido Acción Ciudadana, y sus aliados legislativos, que han golpeado salvajemente a todos los ciudadanos y trabajadores, en general, en sus salarios, pensiones e ingresos. Por este motivo podrían valorar votar mejor por estos partidos que por otros, o por nuevos que, como el PAC, no se sabe que leche darán mejor.

El modelo económico neoliberal no está cuestionado por ninguno de los candidatos ni partidos en vallas publicitarias o en propaganda electoral, excepto por el candidato Jhon Vega, que tiene un planteamiento en sus intervenciones radiales y televisivas de lucha de clases.

Los nuevos votantes, lo que votan por primera vez, apenas pasan los 200.000 jóvenes. En las vallas publicitarias no hay mensajes para estos públicos. Las consignas en general son vagas, difusas y poco entendibles para los electores comunes y generales. Así por ejemplo, Rodolfo Piza ha mantenido vallas diciendo que van a legalizar las plataformas tipo Didi, incluso en la radial de Santa Ana Belén tiene una inmensa con esa leyenda, entre dos vallas, a 100 metros de distancia cada una, de la Plataforma Didi anunciándose como empresa. ¿Cuánta gente puede verse reflejada y favorecida electoralmente con esa propaganda? El mismo Rodolfo, lo que ha repetido también Lineth Saborío, tiene vallas amenazando con eliminar las pensiones de lujo.

Estas pensiones, las así llamadas, ya las han limitado y bajado al máximo posible. Al sector magisterial pensionado por la Junta de Pensiones del Magisterio Nacional ya le rebajan el 60% de las mismas. Más no se puede. Pero al señalar que van a seguir bajando pensiones de lujo, de lujo también son las más altas que se cubren por la Caja Costarricense del Seguro Social, que, aunque tienen techo de 1.800.000 colones, es un porcentaje pequeño de trabajadores, pensionados de la Caja que pasan del millón de colones. Al ponerle techo a las pensiones, llámense de lujo, o no, se les pone techo a todas las pensiones, así como al ponerle techo a los salarios altos, se les pone techo a todos los salarios. El solo aumento de la edad de retiro para tener derecho a la pensión redujo el monto de la pensión posible a recibir por los trabajadores en el futuro, por el número de cuotas y años de servicio que se toman en cuenta ahora para definir futuras pensiones.

Decir que con menos impuestos se va a aumentar el trabajo, como sostienen los candidatos neoliberales y liberales, es decir mucho y es decir nada. La gente no puede entender cómo a la vez que aumentado el desempleo, se han reducido ingresos, salarios y pensiones, los impuestos municipales siguen cobrándose, los costos de los servicios públicos municipales se siguen cobrando, los alquileres de las casas siguen aumentando, el costo de la gasolina sigue aumentando y golpeando otros productos y bienes, que no tendrían por qué subir, porque cuando la gasolina baja, esos otros precios no bajan y se siguen cobrando y pagando y exprimiendo más a la gente…acumulando riquezas para otros.

En las consignas uno puede entender muchas cosas, pero, lo que ha hecho Otto Guevara de llamar a quebrar el voto, de manera que los ciudadanos voten por un candidato presidencial, cualquiera de los 25, y voten por diputados separados de ese candidato presidencial, proponiendo en ese sentido que voten por el candidato presidencial que quieran pero que le den el voto de diputado a él es bochornoso, asqueroso, desleal, deshonesto, porque el partido que propone la candidatura de Otto para diputado tiene de candidato presidencial a Federico Malavassi, quien también va de candidato a diputado. Así Otto está llamando a votar contra la candidatura de Federico Malavassi, su aliado, su candidato, quien le puede dar votos sanos con su figura, no la de Otto, que ha estado muy cuestionado en los últimos tiempos.

El nuevo gobernante probablemente necesitará muchos diputados propios, de sus propias filas partidarias, para poder realizar un buen gobierno. Necesitará músculo político legislativo.

Una situación como la que ha tenido el partido Acción Ciudadana, en sus dos gobiernos, con 14 y con 10 diputados de 57 no es recomendable para nadie que quiera ser buen Gobernante, como persona y como partido. Solo Rodrigo Chaves y, su mancuerna, Pilar Cisneros, lo mismo que Fabricio Alvarado, llaman a votar por las dos papeletas. El resto de los candidatos pareciera que solo les interesa su propia candidatura presidencial, y son los candidatos a diputados los que están quebrándose los lomos por salir electos por sus partidos y darle, no solo diputados a su candidato, sino también votos para asegurar el pago de la deuda política.

En el momento actual Liberación Nacional, con José María Figueres, y la Unidad Social Cristiana, con Lineth Saborío, tienen aparentemente las posibilidades de meterse al menos en los cuatro finalistas, de donde saldrán los dos que puedan ir a una segunda ronda, pues en la primera pareciera que ni ninguno está alcanzando el porcentaje necesario para llevársela el 6 de febrero. El tercero, de este cuarteto, me parece que quien se orienta con más fuerza es Fabricio Alvarado, de Nueva República, quien para mí es el que tiene mejor diseñado su esquema publicitario y su consigna principal. Una sola consigna en todas sus vallas: “la esperanza va a ganar” y una sola foto del candidato, que también llama a votar por las dos papeletas.

Para todos los votantes el proceso electoral es de esperanza, de ilusión, de sueños optimistas de pensar que el nuevo gobierno, que se elige el 6 de febrero, será una nueva esperanza de vivir mejor, de mayor bienestar, de superar las difíciles condiciones que impuesto la pandemia.

En el campo de las candidatas mujeres solo dos destacan publicitariamente, Lineth y Natalia Díaz, las dos sin un mensaje directo a la mujeres trabajadores, a las mujeres estudiantes, a las mujeres cabeza de familia, a las mujeres en general. Lineth diciendo con “con ella sí” y Natalia diciendo que rebajará impuestos para dar más trabajos.

Una valla de Cruishank señala que con él hay un liderazgo probado y que con él se puede avanzar, consignas ambas vacías en la práctica.

José María Villalta se cuela un poquito detrás de Fabricio con la idea de la esperanza para un mejor vivir, y con vallas que parecían cruzados un corazón con la entrada de una vagina, perdóneme si me equivoco en la imagen, pero así parecía la primera valla que puso, con una imagen desdibujada de Villalta.

José María Figueres más a la cola se trata de meter también con la idea de la esperanza de un mejor vivir.

Rodrigo Chaves y Pilar Cisneros, en yunta, llamando a votar en las dos papeletas exaltando la idea de que los diputados son nacionales, y no provinciales, para fortalecer con la imagen de Pilar a las candidaturas a diputados de las provincias, y obviamente la de Pilar, que es el motor de esa campaña. A mí me parece que es válida esa campaña, le da fuerza, la pone a gravitar, como lo ha hecho.

La propaganda de Eli no me gusta. “Eli escucha”, con imágenes de jóvenes, hombres y mujeres, y hasta un niño, riéndose, ellos solos o con una foto de Eli, o podrían estar riéndose del mismo Eli, que “no escucha”, es una propaganda, para mí, con poca seriedad, porque Eli ni siquiera tiene orejas grandes para escuchar, como tenía un candidato latinoamericano cuya oreja grandota se usaba bien para decir que él oía al pueblo. Pero, en el caso de Eli, hasta le han hecho vallas con la cara de lado, donde no se destaca su oreja, ni tampoco se ve su rostro, que es el que tiene que posesionarse electoralmente. En estas vallas de Eli Feinzag se agrega “cambio para bien”, una consigna a la que le falta fuerza.

Cristian Rivera tiene vallas diciendo “que los buenos somos más”, sin indicar el nombre de su partido, ni su bandera. Le oí en una entrevista y me pareció muy preparado, conocedor, con buen discurso, didáctico para explicar. La verdad es que me impresionó muy bien, más allá de lo vacío de sus vallas.

De los otros candidatos no he visto nada importantes ni atractivo, en publicidad callejera. ¿Están en la calle? Puedo entender que no tengan recursos económicos para la publicidad y que no sea fácil avalar préstamos de bancos en ese sentido.

Algunos de los candidatos están haciendo un refrito de campañas electorales anteriores, que fueron perdedoras, de provocar la sensación de decirle al elector “contráteme”, consigna que no tuvo éxito. No es el “contrato” lo que expresa el candidato. El Candidato, de cualquier partido es el representante de una voluntad, de un pacto, de un voto que se le da. Es un mandatario en el sentido jurídico, obligado a ejecutar el “mandato” de los mandantes, de los electores. Por eso al Presidente se le llama también Primer Mandatario, porque está obligo a cumplir el mandato de bien gobernar y de hacer aquello que las leyes le permiten hacer. Antes de “Contráteme” los candidatos deberían señalar que serán los mandatarios de los mandantes, de los votantes, del pueblo. “Hágame su Primer Mandatario”, para obedecerle como pueblo, debería ser la consigna y no la de “Contráteme”.

Con estas ideas y opiniones, por ahora, así le estoy llevando el pulso y viendo el proceso electoral. Espero que se aclare en los siguientes días de mejor manera.

¿REALMENTE ELEGIMOS?

José Manuel Arroyo Gutiérrez

         En medio del ruido, la niebla y la incertidumbre electorales, cabe preguntarse dónde estamos, qué pocas cosas podemos reconocer, hacia dónde vamos como nación supuestamente democrática.

         La oferta partidaria es ampliamente conservadora, cuando no abiertamente neoliberal.  Hay un vacío en el centro-izquierda que nadie parece interesado en llenar. La socialdemocracia es un ideal muerto y enterrado. La izquierda no termina de salir de la Guerra Fría, ni de reconocer los radicales cambios que en este sector están ocurriendo en América Latina.

         Existe un ruido ensordecedor emitido por la mayoría, también ultraconservadora,  de los medios de comunicación y una importante legión de resentidos que han convencido a una buena parte del electorado de que vivimos en el peor de los mundos posibles; que el gobierno en ejercicio lo ha hecho todo mal y que es prácticamente una dictadura. Se da por un hecho consumado que habrá un cambio, sin que sepamos con exactitud si eso es cierto, o en qué dirección se dará. No hay ningún reconocimiento, ni en el manejo de la pandemia, (aunque los datos comparativos arrojan logros más que buenos); ni en la construcción de obra pública sin precedentes, (y que se ha tratado de descalificar por los actos de corrupción ajenos al núcleo central del gobierno,  y a pesar de haber sido debidamente detectados, denunciados y puestos ante estrados judiciales);  tampoco hay reconocimiento a los  avances y logros en materia ambiental o de derechos de minorías; y en general, aunque la haya, tampoco se está dispuesto a aceptar que ha habido una relativa estabilidad macroeconómica o que se empiezan a dar indicios de reactivación de la economía.

         A estas alturas hay un importante sector que está considerando volver al pasado.  Se están tragando el cuento de que la experiencia, el mayor tiempo controlando el gobierno y la existencia de cuadros preparados, son méritos suficientes para olvidar décadas de irresponsabilidad en la gestión, clientelismo politiquero y abierta corrupción.   La cuestión no es si se tiene mayor experiencia, la cuestión es preguntarse qué se hizo en el pasado con esa experiencia,  para qué sirvió o, mejor dicho, a quién sirvió. Si las proyecciones de las últimas encuestas resultan ciertas, pues que venga el Pisuicas y elija, porque lo que es este ciudadano no se va a prestar a una burla más. Sea que ganen los blanqui-verdes o los roji-azules, Costa Rica vivirá los últimos estertores del 48 en un cuatrienio que se nos volverá trágicamente agónico. Una larga agonía que este pueblo no se merece. Entre el PLN y el PUSC no hay diferencias ideológicas, sólo grupúsculos y personajillos disputándose figurar y tener poder para servir a las mismas élites económicas. Pero en lo esencial, no sé qué nos espera cuando lleguen estos nuevamente al poder, después de una sequía de 16 años en el PUSC y de 8 años en el PLN, sequía sin negocios a la vista, sin puestos que repartir, sin presupuestos que festinar, sin clientela que alimentar.

         En el espectro de las nuevas derechas, el problema no es que Feinzaig coma chiquitos, es que no le importe si hay chiquitos que no coman. En el caso de Rodrigo Chaves, el problema no es que haya pensiones de lujo, que parece ser el único tema que le queda, sino que está descalificado por acoso y por una pensión en dólares respecto de la que no sabemos monto, años y porcentajes cotizados y origen de los recursos de Naciones Unidas con los que se le paga. El problema de Rolando Araya no es que nos haya mandado a tomar cloro para salvarnos de la pandemia, es que sigue creyendo en el modelo de los hidrocarburos y de la extracción salvaje como alternativa al desarrollo. El problema de Fabricio, en fin, no es que confunda política con religión y Constitución con Biblia, sino que en buena medida suma las debilidades de todos los anteriores.

         Por lo pronto, los mecanismos más sucios están entrando en juego. Encuestadoras de poca credibilidad determinan que ciertos medios de comunicación influyentes den visibilidad o no  a ciertos partidos o candidatos; a su vez, este pretexto espurio determina que  los banqueros decidan dar financiamiento o no a determinada propuesta política y que, al fin de cuentas, tengamos que escoger entre quienes ellos deciden.

         Lastimosamente no es sólo cuestión de manipulación mediática o asfixia financiera lo que nos tiene donde estamos. Es cierto que las formas de manipulación son múltiples y también sutiles, pero la tragedia consiste, una vez más, en ver a tanta gente de los sectores populares, los más pobres y vulnerables, desfilar a votar masivamente por los partidos que representan los intereses de los sectores económica y socialmente más poderosos. Como bien se explica desde la sociología contemporánea, no es que estos ciudadanos sean poco inteligentes y se dejen manipular. El problema es mucho más complejo. En una cultura donde predomina el mandato consumista (quien no consume, no existe),  y se promueve el predominio de la apariencia sobre la esencia; el tener sobre el ser. Nadie quiere ser identificado como marginal o desposeído ni pertenecer al partido de los desposeídos; la clase media aspira a consumir como lo hace la clase alta y estira el cuello mientras los de más arriba les serruchan el piso; todos queremos vernos y que nos vean como exitosos y enriquecidos; así, la clase alta sabe que cuenta con amplio abanico que estará a su servicio en la Asamblea Legislativa, en el Poder Ejecutivo y cuidado si no también, en el Poder Judicial.

Se aclaran la aguas electorales, pero los remolinos siguen

Vladimir de la Cruz

Se van aclarando en la superficie las aguas electorales, pero las corrientes de agua siguen agitadas y con remolinos.

A nivel de las candidaturas presidenciales ya se van precisando quienes encabezarán las papeletas de los partidos, en la mayoría de los casos, solo la candidatura presidencial sin sus vicepresidencias, y en bastantes casos la candidatura presidencial se anuncia con la doble candidatura, en tanto el candidato presidencial también va de candidato a primer lugar por una provincia, la que el propio candidato y su partido considera la más importante, o la que tiene mayor posibilidad de elegir al menos un diputado.

En cuanto a las candidaturas a diputados se están definiendo los primeros puestos, los que encabezan las listas, en algunos casos diciendo también quienes acompañan en los segundos y hasta terceros puestos a diputados, especialmente en la provincia de San José, a la que parece se le da la mayor importancia en los partidos políticos.

Todos los primeros puestos son importantes y con mayor posibilidad de ser electos. De allí la importancia de los diputados que encabecen. De ellos, del conocimiento que se tiene de ellos, posibilita el arrastre de votos y el arrastre de las otras candidaturas detrás de ellos. Cuando los segundos y terceros lugares son destacadas figuras ello suma como grandes motores en esa posibilidad de elección.

Sin embargo, la figura que más arrastra votos, que más hala votos, es la figura presidencial. En un país de campañas presidencialistas que descansan, principalmente en campo publicitario, en la figura del candidato presidencial, es esta figura y su propaganda, y campaña publicitaria, la que hala votos hacia el candidato, el partido y hacia sus candidatos a diputados. Por ello no es casual las dobles candidaturas de los candidatos presidenciales, porque con la bulla que se hace hacia la candidatura presidencial, y el espacio que se les reconoce en medios, les da alguna ventaja hacia la candidatura diputadil.

Los partidos políticos casi no hacen campaña para sus diputados. Esta descansa casi solo en el esfuerzo de cada candidato y sus posibilidades financieras, porque el peso de los gastos se va hacia la candidatura presidencial. Las vallas publicitarias de candidatos presidenciales son nacionales, en todo el país se ponen y se anuncian. Las vallas de candidatos a diputados son locales, regionales, enfatizando en la fuerza que tengan en sus respectivas comunidades provinciales. Pocas veces se hacen estas vallas en conjunto con el candidato presidencial respectivo. Lo hace así el candidato interesado en salir electo y en aprovechar la simpatía local que pueda tener el candidato presidencial de su partido.

A nivel de medios de comunicación, de radio, prensa y televisión, tradicionales principalmente, les dan su atención a los candidatos presidenciales principalmente. A los candidatos a diputados lo que se ha venido acostumbrando es hacer una o dos actividades con los candidatos a los primeros lugares por provincia. Los medios digitales son parecidos en su escogencia, pero ligeramente más abiertos a considerar a todos los candidatos.

Las empresas encuestadoras igualmente destacan lo que consideran son los principales candidatos, como partidos y como personas, y por considerar partidos que están en la Asamblea Legislativa y los que no, para sus análisis y consultas. Al resto de los partidos y candidatos los colocan en la casilla de “otros candidatos” u “otros partidos”, con lo que ayudan y fortalecen su invisibilización.

Desde el punto de vista público, todas las instituciones públicas, están obligadas a considerar y tomar en cuenta a todos los candidatos presidenciales, y sus partidos, sin discriminación alguna, para cualquier encuentro, debate, foro o mesas redondas. Tienen a discreción la escogencia de candidatos y el número de ellos para cada encuentro. Esto a veces provoca la protesta de los candidatos menos conocidos, de partidos nuevos, o de baja escala en las encuestas, que desearían enfrentarse a los candidatos “más” sonados, que se consideran “más” importantes o “principales”. Democráticamente a veces se estila “rifar” la colocación en las rondas de discusión, de la misma manera como se rifa el lugar de cada partido en las papeletas de candidatos presidenciales y de diputados.

Desde el punto de vista de los intereses privados no se obliga a que tomen en cuenta a todos los candidatos de igual manera. Los que organicen actos con candidatos presidenciales, y de diputados, a nivel de organizaciones o entidades privadas pueden escoger a los candidatos y partidos que ellos consideren para oírlos e invitarlos. No tienen obligación con todos los partidos ni con sus candidatos. Ya sucedió con la UCCAEP cuando en su primer encuentro escogieron a José María Figueres, Lineth Saborío, Rolando Araya, Fabricio Alvarado y al candidato del PAC, que correspondía a Welmer Ramos, que tonta o estúpidamente no se presentó, perdiendo “su” oportunidad. Tal vez lo vuelvan a tomar en cuenta, pero lo pueden cambiar. En política no hay espacios vacíos. De inmediato el periódico La Nación hizo una revista con cuatro candidatos. Así, estos grupos empresariales van escogiendo sus principales candidatos, y con ello, dándoles más presencia, relevancia y selección ante los electores y ciudadanos. Pero, también, estos grupos empresariales “anuncian” de esa manera a quienes “apostar”, a quienes favorecer con “financiamiento” privado a las campañas, orientando a los electores a quien “deben privilegiar” con sus votos, considerándolos estas empresas como los “posibles mejores” para el Gobierno.

Lo que viene es la escogencia de varios pelotones de candidatos, de donde los van a ir zarandeando, de manera que entre noviembre y diciembre se harán dos o tres categorías de “delanteros” de este proceso electoral, para llegar a mediados de diciembre, cuando se dé la tregua política de navidad haya unos seis candidatos “elegidos”, que en la primera quincena de enero se reduzca a unos cuatro, con los que se apostará finalmente.

El alto número de candidatos presidenciales en la práctica también obliga a considerar a quienes subjetivamente se estime son los principales, lo que es siempre muy subjetivo, dado el resultado de las últimas dos campañas electorales cuando quienes se hicieron con la Presidencia, estaban a cuatro semanas del voto en plano inferior a los que encabezaban las encuestas en esos momentos. En esta campaña electoral esto va a ser más difícil de valorar y evaluar por el alto número de candidatos. Y, hasta complejo va a ser la determinación del voto en el momento de realizarlo, cuando el ciudadano se encuentre con una papeleta con 18, 20, 22 o 26 casillas electorales. La de la presidencia al menos tiene la foto del candidato, pero si eliminan esa foto, como se rumora que se valora hacer, va a ser peor para los ciudadanos la escogencia, porque tendrían que votar solo por una casilla que lleva el nombre del partido político y su bandera…y la mayoría de las banderas son muy parecidas en el uso de sus colores. La papeleta de diputados desde hace ya varias campañas electorales vienen sin la lista de diputados. Allí se vota solo por la bandera del partido.

En esta próxima campaña habrá en posibilidad para todas las provincias un total de 54 partidos políticos con candidatos a diputados. Algunas provincias tendrán más partidos que otras. Al menos hay que pensar que los 22 posibles partidos en inscribirse para la Presidencia tendrán igualmente sus candidatos a diputados en cada provincia, de manera que el mínimo de partidos en cada provincia será el número de partidos a nivel nacional, más los partidos propios de los partidos provinciales que proponen sus propios candidatos, sin tener candidatos presidenciales.

Los escenarios político-ideológicos están divididos. Los liberales van con varios partidos, los conservadores igual, los pentecostales al menos van con dos partidos, los socialcristianos y los socialdemócratas y los que podrían considerarse progresistas igualmente divididos. Sus propios candidatos se dividen incluso en una misma provincia, debilitando así sus propios votos para ser electos, en la presidencia o en las diputaciones.

Por ahora las aguas mansas parecen predominar en el nivel presidencial, excepto para Rodolfo Piza, que le ha salido un obstáculo en su doble candidatura. Lo que no entienden en ese partido es que Rodolfo Piza es la figura más importante, en la doble candidatura, hasta para jalar al segundo lugar o tercer lugar que le sigan. Sin Rodolfo Piza ese partido político es nada.

En el nivel provincial, de candidatos es donde se revuelven las aguas, donde están los remolinos y corrientes peligrosas.

Para Rodrigo Chaves también se la han puesto empinada con las denuncias que le agitan de lo sucedido en otras remotidades, pero que no le afecta la decisión de sus candidaturas a diputados. Ya le sucedió cuando se le separaron dos pequeñas fuerzas políticas que se le retiraron en las últimas tres semanas con motivo de la escogencia de sus diputados. Con los escándalos que le han hecho le hubiera convenido tener más grupos políticos a su alrededor.

El vínculo que le hicieron a Mario Redondo con la cochinilla afectó la alianza y casi coalición que se logra con Eli Feinzaig, y cada uno va por su lado a nivel presidencial.

El candidato del Movimiento Libertario Valenciano Kramer se retiró por razones personales, después de hacer una gran inversión publicitaria, que ya no tiene ese partido. Este retiro fue un remolino que parece se tragó a ese partido.

En Liberación Nacional la lucha está en las candidaturas a diputados. La posible escogencia de Rodrigo Arias Sánchez, para encabezar la provincia de San José, de ser cierta, es una gran jugada que fortalece la idea, la imagen de una unidad interna de los sectores políticos más fuertes de ese partido, el figuerismo, el arismo y del alvarismo-desantismo que estaría dando un gran nivel de maduración política. Liberación Nacional por lo menos puede jugar en su escogencia a diputados que ha elegido en promedio 18 diputados en las últimas elecciones, y eso da posibilidad para que se elijan al menos dos o tres por provincia en promedio. Aun así, el retiro público de algunos activistas de Liberación Nacional lo que evidencia es el aislamiento de que han sido objeto de sus posibles aspiraciones a diputados, que es como la miel a los osos, y sin miel no hay ni palo, ni panal ni osos…

No es igual para la Unidad Social Cristiana que los diputados de las últimas dos campañas fueron electos por la candidatura de Rodolfo Piza, quien salvó ese partido en esos momentos electorales.

El Partido Integración Nacional no tiene un candidato poderoso y atrayente como Juan Diego Castro, aunque presente algunas figuras candidatas a diputados con cierto reconocimiento público y de la calle.

El Partido de Fabricio Alvarado marcó la cancha cuando anunció su plana completa de diputados, todos ellos profesionales y algunos de gran prestigio. Esto ha obligado a que los candidatos que se han venido anunciando, por los diversos partidos, sean profesionales o tengan algún título académico.

La lucha se hace más intensa cuando son las asambleas provinciales las que deciden las candidaturas y no la asamblea nacional de los partidos. Excepto en el Partido Acción Ciudadana donde el candidato presidencial tiene posibilidad de escoger siete candidatos a diputados, pero sus corrientes, en su laguna, chocan en la consideración de valorar a quienes apoyaron a Carolina Hidalgo en la Convención, que pareciera la tienen marginada y lejos de la toma de decisiones y posibilidades de nombramientos de sus seguidores para la campaña electoral.

Los diques en los partidos políticos están a punto de asegurar su papel o de romperse un poco más. En los primeros días de octubre tendrán que estar prácticamente asegurados todas las paredes en los edificios electorales. Los diques políticos tienen que detener las diferentes corrientes de aguas en los partidos.

Los partidos políticos que estén empeñados en ganar las elecciones tienen que hacer una gran campaña llamando a votar por su candidato y por sus diputados a la vez. El candidato que llegue a ganar necesita músculo político parlamentario.

La gran cantidad de partidos políticos participando puede perjudicar en este sentido, atomizando más la Asamblea Legislativa, y el país necesita más que antes, mucha capacidad política para tomar grandes decisiones y realizar importantes acuerdos políticos y parlamentarios para los próximos años.