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Etiqueta: estado de bienestar

Educación y otros derechos para Transformar y Liberar

Acumula verdad y sabiduría,
disciplina y entendimiento,
¡y no los cambies por nada!
Proverbios. 23:23 TLA

Las agrupaciones sociales que defienden las pocas instituciones que quedan del Estado de Bienestar en Costa Rica (sindicatos, cooperativas, organizaciones barriales, entre otras), llaman a una movilización el próximo 28 de agosto 2024. La Iglesia Metodista Wesleyana Costarricense IMWC, fiel a su compromiso con la justicia y el bienestar de los pueblos, desea también alzar su voz juntamente con la población costarricense, en este momento en que se vulnerabiliza.

Reconocemos a la luz de los signos de los tiempos, que las actuales políticas neoliberales (cuyos pilares básicos incluyen la privatización de la energía eléctrica, la banca nacionalizada, la educación pública, la seguridad social; la reducción o la supresión de reglamentos específicos gubernamentales que pesan sobre los agentes económicos, incluyendo la eliminación de regulaciones que impidan al sector privado competir con un monopolio público, implementadas por el gobierno de turno, van en detrimento de los sectores más desfavorecidos de la nación costarricense.

Además de la demanda principal de la marcha, como lo es mejorar la calidad de la educación pública en todos sus niveles, así como el respeto constitucional del 8% del PIB para la educación. Se aboga por: la crisis ocasionada por los políticos de turno en los servicios de salud, ejemplificada por las listas de espera; la apertura del modelo eléctrico nacional pretendiendo trasladar el DOCSE (centro neurálgico de la electricidad costarricense) al MINAE bajo la dirección del Ministro directamente (político de turno), a fin sustituir el modelo solidario por un mercado de subastas al “mejor postor”, la venta de activos del Estado como el BCR, el abandono estatal del sector agroalimentario, la crisis de abastecimiento de agua potable, la violencia e inseguridad ciudadana, la crisis ambiental, la corrupción en los sistemas cooperativo de ahorro y préstamo, los recortes a programas sociales esenciales, la reducción de fondos para cultura y juventud, la censura a medios de comunicación y activistas sociales desde casa presidencial, que se refleja en la transgresión a los derechos humanos, sociales y laborales en todo el país, la desigualdad, así como el rechazo a los recortes presupuestarios irresponsables e irracionales.

Toda esta crisis, la crisis educativa y del sistema de bienestar social en Costa Rica, reiteramos, agravan el deterioro de la política social de solidaridad, dirigida a los grupos más vulnerables de nuestra sociedad.

En este sentido, desde la IMWC, impulsamos una educación que eduque críticamente al ser humano y transforme a la sociedad. La pedagogía y la educación del maestro Jesús de Palestina, como lo sugieren las reflexiones del educador brasileño Paulo Freire, contienen esta carga transformadora, cuando señala:

«Suelo decir que, independientemente de la posición cristiana en la que siempre traté de estar, Cristo será para mí, como lo es, un ejemplo de pedagogo… La enseñanza de Cristo no era ni podría ser lo de quien, como muchos de nosotros, juzgándose poseedor de una verdad, buscaba imponerla o simplemente transferirla. (…) Su pedagogía era la del testimonio de una Presencia que contradecía, que denunciaba y anunciaba. (…)”. De ahí la invitación que Cristo nos hizo y porque nos hizo, sigue haciéndonos – el de conocer la verdad de su mensaje en la práctica de sus más mínimos pormenores.

Evidentemente, si hacemos un estudio de Jesús maestro de Palestina, sus actos, acciones, su opción, se evidencia una valoración del ser humano, un rescate de su dignidad, un principio de igualdad y respeto, unos principios de convivencia social, en fin, se plantea elementos educativos, reunidos en un estilo de vida (que es el Evangelio como Buena Noticia), por el camino del bien, garantizando en forma personal y social, la construcción de un tejido social sano, donde reina la concordia, la solidaridad y el amor.

Es obvio, que, en esta propuesta liberadora de Jesús maestro de Palestina, están ausentes las políticas neoliberales, sin embargo, nos enseñó que la vía no es ni la servidumbre, ni el neo-feudalismo, apoyados en un sistema claramente represivo militar e ideológico, ni el irrespeto y explotación del ser humano en toda su diversidad etaria, de género y demás, ni la explotación y eliminación de los otros seres vivos constatados en todo el entorno eco ambiental.

En este sentido, creemos justas las luchas de los pueblos, el manifestarse públicamente en protección de sus derechos fundamentales, y a defender una vida en sociedad al estilo del Jesús educador de Palestina.

Creemos justa y válida la movilización del pueblo costarricense, por lo que lo acompañamos en esta iniciativa buscando rescatar, su más mínima condición humana, expresada en una educación pública digna y sistemas de servicios solidarios mínimos (agua potable, luz eléctrica, vivienda, comunicaciones limpias, salud pública) sin mediación politiquera sino salvaguardados constitucionalmente.

Jesús les dijo a los judíos que habían creído en él:
Si ustedes obedecen mis enseñanzas,
serán verdaderamente mis discípulos;
y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres. 

Juan. 8:31-32 TLA

Chaves al cuadrado

Oscar Madrigal

Óscar Madrigal

Hasta la fecha, la nueva derecha que representa el presidente Chaves, que es principalmente autoritaria y más neoliberalista, no ha logrado una alianza con sectores conservadores como el PLN y la Unidad y de forma más permanente con el partido evangélico y el Liberal de Feinzaig. La política de Chaves ha sido de enfrentamiento con los partidos políticos, lo que de alguna manera ha debilitado sus políticas entreguistas y neoliberales de mayor calado.

La unidad entre esa llamada nueva derecha y los sectores conservadores se ha dado con Trump, Bolsonaro y ahora entre Milei y Macri para solo mencionar algunos ejemplos. Eso no se ha dado claramente en Costa Rica.

Por esta desunión es que Chaves no ha podido implementar y concretar -como hubiera querido- una política económica de extrema derecha conducente a desmantelar totalmente las instituciones estatales.

Hasta ahora la política económica de Chaves se ha limitado a una aplicación ortodoxa de las medidas aprobadas en el gobierno anterior.

Por otra parte, las medidas más neoliberales de Chaves han chocado con la institucionalidad nacional, cuando en su afán autoritario, ha querido saltarse la legalidad; la Contraloría o los Tribunales, centro de su ofuscación y rabia, le han echado abajo, decretos o decisiones contrarias al bloque jurídico y puesto un alto a la arbitrariedad de sus decisiones políticas.

Además, Chaves ha tenido una importante debilidad: la falta de un partido político que acuerpe sus decisiones. Los intentos realizados con Choreco y la “mejicana” terminaron en un total fracaso. Su partido político ha sido y es hasta ahora Pilar Cisneros, quien con su credibilidad le permite mantener cierto cuerpo político o social, aunque insuficiente.

Sin embargo, esta situación está por cambiar.

Los partidos Unidad, Liberal de Feinzaig, los evangélicos de Fabricio y los diputados de Gobierno están a punto lograr un acuerdo para conformar un Directorio Legislativo. El Gobierno de Chaves promueve esta nueva alianza.

Por lo que se sabe de información pública, la Alianza se fundamenta en acuerdos, dos de los principales son: la venta del Banco de Costa Rica y aprobación de las jornadas 4×3. Es posible que el acuerdo sea más profundo, que incluya otros alcances tales como la aprobación de una agenda legislativa que reduzca y limite los derechos de los trabajadores, las mujeres, cierre instituciones y reduzca más aún el Estado de Bienestar. No lo sabemos aún, pero lo que está sobre la mesa ya es para preocuparse.

Por lo menos tendremos un presidente Chaves acuerpado por 3 partidos, un acuerdo sobre una agenda legislativa más neoliberal que redundará en un fortalecimiento de las políticas autoritarias del presidente. Un Chaves al cuadrado.  ¡Que Dios nos agarre confesados! Lo que viene es peor.

El Derrumbe y el Ocaso del Progresismo

German Masís Morales

Las recientes elecciones a las alcaldías del país dejaron grandes repercusiones sobre el sistema político, con el ascenso y descenso de algunos partidos, pero principalmente por el derrumbe definitivo de las fuerzas progresistas que otrora estuvieron representadas por la socialdemocracia y posteriormente por el Partido Acción Ciudadana y el fortalecimiento de las alternativas más conservadoras y cercanas a la economía de mercado como han sido la Unidad Socialcristiana, los partidos evangélicos y más recientemente los partidos liberales o neoliberales.

Aunque ya ese fenómeno político de deterioro del progresismo se había manifestado en las dos anteriores elecciones presidenciales, en esta oportunidad se consolida y muestra la más cruda evidencia con el descenso del papel de Liberación Nacional en su antigua trinchera las municipalidades y el poder local y la desaparición total del PAC como fuerza política en las diferentes regiones del país.

Pero, ¿por qué debe preocuparnos la desaparición del progresismo, representado por los resabios de la vieja socialdemocracia y por el Partido Acción Ciudadana?

Debe preocupar a los grupos políticos, a la sociedad civil y a la población en edades maduras, porque se ha generado un vacío en el espacio político de las fuerzas y de las políticas económicas y sociales progresistas, que está siendo ocupado por los sectores políticos y económicos más conservadores y porque prácticamente desaparecen las luchas y reivindicaciones por lo que queda del estado de bienestar, de la democracia económica y por la permanencia del Estado de Derecho seriamente amenazado en los últimos años.

Debe preocupar también porque la población en edades jóvenes influenciadas fuertemente por la economía de consumo, el conocimiento técnico y las redes sociales, han perdido y ya no tendrán referentes políticos que defiendan la importancia del Estado, las políticas redistributivas, el desarrollo humano, el medio ambiente y los derechos humanos de las minorías.

Los jóvenes de hoy y de mañana, son fáciles presa de las promesas de cambio sin propuestas coherentes, de los partidos unipersonales y de estructuras ficticias y de un espejismo de que el mercado es el ente que asigna los recursos y genera oportunidades para todos y que por ello debe penetrar todas las actividades de la vida en sociedad.

Los grandes dilemas y controversias del pasado, sobre si más Estado o más mercado, si políticas de liberalización y desregulación o de protección y exoneración, si políticas fiscales progresivas o reformas tributarias parciales, la ampliación o reducción de las políticas sociales y del gasto social, la creación de mayores condiciones a la inversión extranjera o fomentar la pequeña y mediana empresa nacional, quedan ahora, sometidos a las visiones electoralistas y a la dispersión de posiciones en un espectro liberal conservador en el que se incluyen la mayoría de los partidos políticos emergentes.

El ocaso del progresismo del siglo XX y del siglo XXI, es el fracaso de las fuerzas políticas que lo impulsaron, quienes dejan a la deriva las grandes desigualdades, los grandes retos de supervivencia del ser humano y la aspiración de un desarrollo más equitativo y sostenible, frente a un mundo unipolar, dominado por el interés individual y corporativo y por la voracidad del capital.

Foto: UCR.

Encuesta: Chaves arriba, pero con dudas

Manuel Delgado

  El Estudio Nacional de Opinión Pública (ENAOP) de Borge y Asociados de este mes de marzo vuelve a mostrar un gran apoyo al presidente y a su gestión. Sin embargo, creo que el mandatario no debería cantar mucha victoria, porque ese apoyo está inserto en grandes signos de interrogación.

  Creo que los más llamativo es que los entrevistados consideran que en los temas más importantes el gobierno no está cumpliendo. El fracaso gubernamental, en algunos casos, es crítico.

  Para los costarricenses, los temas económicos y sociales, vale decir Desempleo, Situación Económica, Costo de Vida y Pobreza, suman el 48,8% de las opiniones cuando se les pregunta por los problemas principales del país. Cuando se trata de las familias o de sus familias, es decir, cuando se vuelve más íntimo y personal, se elevan al 57,3% de las opiniones.

  Pues bien, en esos tópicos, la mitad de los encuestados considera que la gestión gubernamental es mala (reducir el desempleo, bajar la canasta básica y otras).

  La Seguridad es, individualmente considerada, la preocupación que ocupa el lugar más alto (27,2%) cuando se les pregunta por el país, pero es de solo el 5,6% cuando se trata de la situación de sus familias. Como siempre ha ocurrido, la percepción de inseguridad es mucho más alta que la inseguridad misma y esa percepción es introducida, en gran parte por nuestra mala prensa.

  Y aquí el gobierno vuelve a delinquir: el 49,7% califica de mala su labor en el combate a la delincuencia, mientras que solo un 13,5% cree que ha hecho buena labor en el combate al narcotráfico y el crimen organizado.

  Aun así, la persona del presidente Chaves sigue siendo bien valorada (63% de los encuestados), y el apoyo a su gestión, si bien ha bajado, se sigue manteniendo en un 70%. Curioso, ¿no? Los ticos seguimos creyendo que el gobierno hace mal las cosas, pero le damos una alta valoración.

  El porqué de ese apoyo sigue siendo motivo de dolores de cabeza. No he escuchado la sola explicación convincente. Claro que yo no pretendo tener algo así. Pero voy a dar algunas opiniones.

  Pienso que el triunfo de Chaves y su popularidad nacen del desplome de todos los demás partidos. El elector costarricense ha vivido un trauma inédito. Se le destruyó el PUSC, el gran partido de Calderón Guardia, lo que fue para muchísimos costarricenses un golpe en el alma. Luego vivo el desprestigio, también traumático, del PLN, el partido de don Pepe, y que ya va por tres elecciones perdidas. Las emociones, las esperanzas, los entusiasmos, volvieron a surgir con el PAC, que termina escribiendo una de las páginas más vergonzosas de nuestra historia. Termina no obteniendo ni un 1% de los votos. Y esto fue tremendamente impactante para muchísima gente. Conozco personas que todavía lloran cuando recuerdan eso. Lloran literalmente, con lágrimas de agua y desengaño.

  Entonces los costarricenses, sobre todo los más humildes y olvidados, vuelven los ojos a un tecnócrata desconocido, sin nexos con la política, sin pertenencia a ningún partido, que muestra, además, un lenguaje antisistema. Una cosa muy similar ocurrió en Perú: los peruanos, hastiados de los partidos viejos y nuevos, terminan apoyando a un tecnócrata llamado Fujimori. Los resultados son bien conocidos.

  El segundo gran motivo es ideológico: no en todos los casos, pero en muchos el voto se decidió por un mensaje que gran parte de los ticos comparten, el del neoliberalismo, una ideología y un programa político antipopular por sus fines pero popular por las preferencias. Antisistema significó, en nuestro caso concreto, no anticapitalismo, sino anti-capitalismo proteccionista, no anti-empresa-privada, sino anti-estado-de-bienestar. La gente ha sido ganada por un mensaje que habla contra los empleados públicos, contra las desigualdades y privilegios, contra la burocracia, y termina votando por los grandes privilegiados y en contra de sus mismos intereses. Es el triunfo ideológico de la oligarquía, representada por los grandes partidos y apoyada por la gran prensa.

  En esa derrota ideológica nosotros, los que nos llamamos de izquierda, tenemos una gran culpa. Ha sido ni más ni menos nuestra derrota. Primero por nuestra debilidad orgánica, por nuestra manía fatal de ocultar nuestros fines y decir las cosas a medias, pero nuestra división y nuestro menosprecio por la labor teórica, que a veces consiste en renuncia a toda teoría, por nuestra falta de espíritu crítico. La derecha nos ha ganado la batalla en ese campo, el de las ideas.

  Mucho de nuestra derrota proviene de un apoyo acrítico de nuestro estado de bienestar y de derecho. Apoyamos el estado con todo lo bueno, pero también con todo lo malo, y en nuestra lucha por defender a los trabajadores estatales terminamos siendo defensores de la burocracia, de la ineficacia y de los privilegios de las altas esferas, de los sueldos indefendibles y demás. Allí incluyo a las universidades públicas y muchas de sus conductas insostenibles. No quisimos discutirlo a tiempo, y ahora nos cae encima el tsumani neoliberal. La gente está harta, todos estamos hartos, de este estado ineficiente y corrupto. Entonces, en estas circunstancias, quien perdió fue la seguridad social. Fue el PLN y el PUSC los que iniciaron el proceso, pero fue el PAC, un partido falsamente tildado de izquierda y vergonzosamente apoyado por la izquierda, quien nos pone al borde del despeñadero.

  De aquí se desprende una tercera cuestión, y que tiene que ver con el valor de la democracia. Un régimen político que nos aporta hambre, pobreza, corrupción e ineficacia se ve superado por el ideal de la dictadura. Necesitamos un régimen fuerte, dice la gente, un presidente que no le tenga miedo a nada. Igual que con Fujimori, Chaves logra canalizar ese sentimiento y llevarlo a Zapote. Mientras tanto, la izquierda sigue hablando de defender la democracia y en vez de proponerse sustituirla por una democracia nueva, sigue creyendo que el camino es ponerle betún a la bota vieja y rota, en vez de proponerse cambiar de calzado.

  La última cuestión tiene que ver con el machismo. La sociedad costarricense ha avanzado muchísimo en materia de los derechos humanos asociados al papel de la mujer y las opciones sexuales. Estas transformaciones han involucrado a personas de todos los gustos políticos, izquierda de primera, pero también al PAC, ministros y activistas suyos.

  Este cambio tan positivo crea, como es lógico, una reacción, una respuesta del mundo machista y discriminatorio que está herido y en su lecho de muerte. Y los representantes de ese mundo se levantan en respuesta. Curiosamente, pareciera que las acusaciones de este tipo en contra de Chaves que no lo dañaron, sino que lo impulsaron.

  De la mencionada encuesta hay cuatro cosas que me reconfortan. La primera es que las universidades públicas son las instituciones más respetadas, con un 76,0% de apoyo. Me reconforta no solo por la defensa de la institución, sino porque es una derrota de las prédicas de la derecha.

  Una segunda es que los encuestados no muestran un apoyo claro a la ley de empleo público. Los pocos que responde a esta pregunta se reparten casi por mitades entre apoyarla o rechazarla.

  La tercera es que solo una cuarta parte se manifiesta por ilegalizar totalmente el aborto. El resto, tres cuartas partes, lo apoyan con diversos matices.

 La última es que la iglesia católica apenas representa poco más de la mitad de la población (es, por cierto, el porcentaje más alto en Centroamérica). Los míos, los ateos o no feligreses de ningún credo, llegamos ya al 15%. Toda una noticia.

Más sombras que luces para nuestro Estado Social de Derecho

Luis Fernando Astorga Gatjens

Cuando todavía el presidente electo, Rodrigo Chaves Robles no ha revelado los nombres de todas las personas integrantes de su gabinete, queda claro con las ya anunciadas que la orientación neoliberal, es la que marcará el norte del nuevo gobierno.

Los antecedentes de Chaves Robles en el Banco Mundial y, particularmente, por las políticas fijadas a Indonesia desde la oficina que él dirigía, no dejan mucho margen como para pensar que las políticas que impulsará él y su equipo de gobierno, no se saldrán mucho de ese guión. Asimismo su fugaz paso como ministro de Hacienda de la administración saliente también permite pensar que las políticas neoliberales que han erosionado nuestro Estado de Bienestar, seguirán presentes y activas en los próximos cuatro años.

Es como la crónica de una situación tan predecible como anunciada. La deriva neoliberal del gobierno de Carlos Alvarado es fruto del contubernio entre un gobierno que nunca cumplió con lo prometido en la campaña electoral de 2018 y unas fracciones como las del PLN, PUSC y los evangélicos (de Restauración y Nueva República) que le aseguraron una mayoría calificada al saliente gobierno del PAC. Las leyes aprobadas en este cuatrienio han sido como cuchillos afilados que han sido clavados en nuestro Estado Social de Derecho (ESD). Le han provocado múltiples hemorragias y la sangre sigue fluyendo.

Lo que le costó a la sociedad costarricense y al país construir en varios decenios del siglo anterior, inició su declive –con zigzagueos– a partir de la década de los años ochenta, con dos administraciones liberacionistas: La de Luis Alberto Monge y, especialmente, la de Oscar Arias. El neoliberalismo que campeaba por sus respetos en Estados Unidos (Ronald Reagan) e Inglaterra (Margaret Tatcher) en esa época, influyó de manera, cada vez más corrosiva, en las políticas del país desde entonces.

El llamado “Consenso de Washington”, que impuso fórmulas económicas neoliberales que impulsaron varios organismos financieros internacionales en los años ochenta y noventa de la centuria anterior, se convirtió en el catecismo orientador bajo la consigna: ¡Más mercado, menos Estado! De esta manera, empezó una cuenta regresiva para el genuino ESD de Costa Rica, que singularizó nuestro desarrollo relativo y proyectó avances sociales significativos del país, en el contexto latinoamericano e internacional.

La administración que termina el próximo 8 de mayo y «su» fracción ampliamente mayoritaria en el Congreso, aceleraron y profundizaron el daño de nuestro ESD; tal y como lo expresan el incremento de la pobreza, la desigualdad social y la ominosa concentración de la riqueza en cada vez menos manos. La pandemia, que provocó que algunos fenómenos se profundizaron, no es la causa de este significativo deterioro del ESD. Es una situación que, desafortunadamente, nos viene de lejos.

Teníamos la leve esperanza de que el presidente electo, a partir de los aprendizajes del mismo Banco Mundial y el FMI sobre los desastres sociales y económicos generados por las políticas neoliberales que han impulsado en diversos países en las últimas décadas, en un afán rectificador, fijara un rumbo distinto a sus políticas acorde a la grave situación social que enfrentan las mayorías del país. Pero no. Todo hace prever que mantendrá el rumbo trazado por el gobierno anterior.

Los nombres ya adelantados del nuevo gabinete tienen una marca política e ideológica que no vaticina un cambio de rumbo nacional. Quien ha sido anunciada como Ministra de la Presidencia, Natalia Díaz, libertaria de origen y tránsfuga de varios partidos, en la campaña anterior hizo todo lo posible por mostrar su credo neoliberal. Ella será el enlace con una Asamblea Legislativa, ampliamente dominada por fracciones y diputados sin vocación progresista. Es muy posible que ella se entienda muy bien con muchas y muchos de los diputados; incluyendo –desde luego– al que podría convertirse en el presidente del Parlamento este 1º de mayo, Rodrigo Arias Sánchez.

Es predecible que el arismo tendrá un peso muy significativo en la Asamblea Legislativa, tanto por el carácter mayoritario que tiene la fracción del PLN como por el liderazgo que podría protagonizar Arias Sánchez. Esta no es una buena noticia para los sectores populares y mayoritarios del país que aspiran y esperan políticas realmente inclusivas, que empiecen a revitalizar el Estado de Bienestar. Ya son muchos años llevando palo como para seguir recibiendo golpes desesperanzadores.

Aún queda un breve espacio para la esperanza, sea que venga con los nombramientos pendientes en ministerios y otras instituciones como por las políticas que habrá de anunciar Chaves Robles y, algo más importante aún, por las que empezará a aplicar a partir del 8 de mayo próximo. Empero –en mi caso—no me hago muchas ilusiones.

Mi esperanza cierta ha estado y estará siempre centrada, en el espíritu de lucha de nuestro pueblo, en su vocación progresista y democrática. Vaticino –sin ser necesariamente pitoniso– que la lucha social, en las calles y otros escenarios, estará muy presente en los próximos meses y años, en caso que este nuevo gobierno persista en destruir lo que queda del ESD y no se enrumbe a mejorar las esperanzas y las condiciones de vida de las mayorías excluidas y cada vez más empobrecidas. Porque, al fin y al cabo: No hay mal que dure tantos años, ni cuerpo social que lo resista.

(24 de abril, 2022)

Patria mía, ¿adónde vas?

Manuel Delgado

1.-

Los resultados electorales de este domingo muestran la profunda crisis política por la que atraviesa el país. En esta elección hemos cosechado el mayor porcentaje de abstencionismo de la historia reciente. En ese resultado influyó, indudablemente, la epidemia de la Covid y sus secuelas. Pero ese no fue el factor principal. El abstencionismo es el rechazo a la oferta electoral. Demuestra que nuestro pueblo no fue convencido por ninguno de los partidos y candidatos.

Esos partidos y esos candidatos, a su vez, son rechazados por muchos motivos, entre los que destacan la corrupción y la ineficiencia de los últimos gobiernos. Pero sobre todo, son repudiados por la política económica aplicada por ellos y apoyada por sus diputados, y que ha llevado hambre, desocupación, sobreexplotación y desesperanza a los hogares. Es, en resumen, un rechazo a la política neoliberal. Esta ha estado conformada por una estrategia de congelamiento de salarios del sector público y una reducción constante de los salarios del sector público; por una reducción de los derechos laborales a largo plazo, desmejorando la cesantía y las condiciones de las jubilaciones; por una persecución a las organizaciones sociales y la criminalización de la protesta social; el aumento sistemático de los impuestos a los bienes y servicios que consumen los sectores populares; a una práctica de reducción en empeoramiento de los servicios públicos; a la práctica de la represión en las huelgas, manifestaciones, luchas de los indígenas y, en general, a toda manifestación de descontento. Y, además, mucha corrupción.

2.-

La principal muestra del rechazo ha sido la vapuleada obtenida por el partido de gobierno, aun cuando este partido pretendió levantar un programa de corte asistencialista, igual al que siempre en teoría ha defendido.

El Partido Acción Ciudadana no solo no elige ningún diputado, cosa que no había ocurrido nunca con el partido de gobierno, sino que recibe una cantidad marginal de votos: apenas el 0,66%. Es muy posible que como resultado de estas elecciones, desaparezca como fuerza activa.

El PAC es, por su extracción social, un partido de la “clase media” (la denominación no me gusta mucho), lo cual incluye a sectores de servidores universitarios, profesionales, empleados públicos, educadores, estudiantes, artistas y otros. Empujado por la oligarquía, en sus dos administraciones, pero sobre todo en la última, este partido se ha dedicado a perseguir y estrujar a esos sectores. Le impuso un plan fiscal que elevó sustancialmente sus impuestos, les redujo la pensión amparados en la consigna de la derecha de acabar con las “pensiones de lujo”, alargó las edades de pensión y les bajó sus montos, rebajó sus prestaciones de retiro, les aplicó impuestos a la transacción de sus inmuebles, les quitó potestades y derechos a sus organizaciones sindicales, redujo las condiciones de trabajo de las universidades. Pero además, los sometió a una constante campaña de persecución y desprestigio, dirigida en especial contra los empleados públicos. Con estos dos gobiernos, los sectores medios han vivido acosados y atemorizados. Todo esto ha estado acompañado de una política de congelamiento de salarios y la amenaza del descenso de los sueldos de los servidores públicos, especialmente a través de la llamada ley de empleo público. Es lógico pensar, entonces, que estos sectores le hayan vuelto la espalda en estas elecciones.

3.-

Otra muestra contundente del rechazo popular al neoliberalismo lo muestran los resultados obtenidos por las agrupaciones abiertamente liberales. Los partidos Libertario, Unión Liberal y Unidos Podemos obtienen el 1,2% de los votos emitidos (el 0,65% del padrón). Por su parte, el Liberal Progresista de Eliécer Feinzaig solo obtiene el 12,3% de los votos válidos (el 6,3% del padrón).

En su conjunto, ellos cosechan el 13,5% de los votos, muy por debajo de lo obtenido por el Partido Libertario en el 2010 (20,9%) y apenas similares a los del 2014. En relación con el número de votantes inscritos, es decir, el padrón electoral, la diferencia es más clara: esta vez esos cuatro partidos obtuvieron el apoyo del 6,9% de los costarricenses, en contraste con los porcentajes reunidos por el Libertario, que fueron del 11,9% del 2010 o el 11,3% del 2014.

4.-

Similar derrota han obtenido los dos partido fundamentalistas religiosos, que en la mayoría de las ocasiones han acuerpado los proyectos neoliberales del gobierno. Restauración Nacional solo ha cosechado el 0,55% de los votos. Mientras tanto, el partido Nueva República de Fabricio Alvarado ha obtenido el 14,8%, muy por debajo del 24,9% obtenido en primera ronda de la elección del 2018.

La desaparición de esos partidos como fuerza determinante es un hecho muy positivo para la lucha popular y para la democracia costarricense. Llama, sí, la atención de que este último partido siga siendo una fuerte alternativa para los sectores más pobres de la población y que haya obtenido altas votaciones en los litorales, es especial en Limón y Puntarenas. Ese apoyo se explica por el rezago social de esas provincias, por el abandono a que han sido sometidas por todos los gobiernos, y por el debilitamiento de los partidos de los trabajadores y señala una gran tarea y una gran responsabilidad para las organizaciones populares.

5.-

Los resultados de los partidos Liberación Nacional, Unidad Socialcristiana y Progreso Social Democrático son también muestra del deterioro del discurso y la práctica neoliberales.

Tanto Liberación Nacional y como la Unidad Socialcristiana (que incluso formaron parte del gobierno) han acuerpado ese programa antipopular del que hablamos, pero sus acciones no las han podido sostener ante la opinión pública a la hora de pedir el voto porque saben que ese programa es de rechazo popular.

Por el contrario, sabían que debían de cambiar el discurso y recurrieron a la vieja triquiñuela de ofrecer el oro y el moro: casas y becas, ayuda asistencial y empleos, todo en el intento de cazar incautos.

Curiosamente la Unidad Socialcristiana no logra convertir ese apoyo parlamentario en votos para su candidata presidencial, que cae al cuarto lugar de las preferencias electorales, con un 12,3% del padrón, muy por debajo del 15,9% cosechado hace cuatro años. Aunque el padrón, como es lógico, ha crecido, el número absoluto de votos recibidos por el PUSC se redujo en 118.625 votos, es decir, costarricenses concretos que decidieron darle su apoyo a otra candidatura.

Una cosa similar es el caso del PLN. Este partido obtiene la mayoría relativa con un 27,2% de los votos, un aumento en relación con las dos elecciones anteriores (nos referimos a los votos en primera ronda), pero su apoyo representa un sector más pequeño de la población. Apenas un 14% de las personas inscritas le dio su voto.

Los dos brazos del bipartidismo, juntos, apenas reúnen en 40% de los votos emitidos y el 20% de los inscritos en el padrón electoral.

6.-

Contrario a todos los pronósticos, Rodrigo Chaves se medirá con el PLN en la segunda vuelta. Esta enigmática figura ha tenido un paso rapidísimo por nuestro país y nuestra política. Proveniente del Banco Mundial en el que laboró largos años, ha mantenido un discurso comedido en lo económico. Aunque es de presumir que profese las mismas ideas que impulsó desde su posición de funcionario de ese organismo financiero internacional, ha tenido el cuidado de distanciarse de un liberalismo expreso, muy posiblemente solo de palabra. Al revés, se presenta como un impulsor del cambio, como una alternativa novedosa, que no se compromete con ninguna de las políticas del gobierno aunque formó parte de él por un breve plazo.

Chaves es otra muestra del rechazo que siente la población por la política y los políticos tradicionales. En cierta medida, los votantes lo han apoyado como muestra de protesta frente a una política tradicional corrupta e ineficiente. Su imagen de un tecnócrata sin compromisos con la política, aunque también sin compromisos con un programa clase, atrae a muchos sectores

Hay que llamar al pueblo a no dejarse engañar por esos nuevos espejismos. Tanto él, nuevo en nuestra política, como Figueres, viejo dirigente, serán en última instancia instrumentos de la misma política: esa que impulsa el FMI, brazo gemelo del Banco Mundial, y que tiene como norte acabar con nuestro maltrecho estado de bienestar y terminar de liberalizar nuestra economía.

7.-

Con especial cuidado debemos hablar del Frente Amplio. Este partido ha obtenido una nutrida cantidad de votos: 158.991 personas han votado por él, lo que corresponde a un 8,9% de los votos válidos emitidos. Supera así el amargo bache de la elección pasada cuando solo acumuló el 0.78%, pero queda muy lejos del 17,25% obtenido en las elecciones de 2014.

Después de 2014 y durante las dos administraciones consecutivas, el Frente Amplio se mantuvo como aliado y a veces defensor expreso del partido de gobierno y de sus dos presidentes. Esa política colaboracionista lo llevó incluso, como se sabe, a convertirse en parte del gabinete de Carlos Alvarado. Ese apoyo abierto o soterrado fue muy negativo para el movimiento popular y para el electorado costarricense, pues ayudó a consolidar el apoyo de amplios sectores progresistas al gobierno y fortaleció la imagen de “izquierdista” con el que muchos sectores, incluso desde la derecha, pretendieron clasificar al PAC y su gobierno. Esa colaboración le pasó una alta factura al Frente Amplio, que, sobre todo en la elección del 2018, apechugó con buena parte del desprestigio del PAC, lo que lo llevó a obtener una votación de pesadilla.

El buen resultado de este 2022 se debe a dos factores: primero, que logró atraer a una porción importante de los seguidores del Partido Acción Ciudadana, especialmente el sector más de izquierda de este partido, los cuales, hastiados del giro a la derecha del gobierno, pretenden encontrar en el Frente Amplio el tipo de agrupación política que ellos ayudaron a forjar a comienzos del siglo, aquel joven partido que era percibido como de centro-izquierda, inspirado en las luchas populares, en especial la lucha contra el TLC, desligado de los partidos del bloque oligárquico, alzado en la consigna de defender y ampliar el estado de bienestar y el sistema de seguridad social y que decía luchar contra la corrupción y por la protección de los trabajadores asalariados y los pequeños y medianos empresarios.

Todas ellas son consignas que se amoldan como anillo al dedo al discurso actual del Frente Amplio. Pareciera que el Frente Amplio ha logrado la meta que se proponía: colocarse en el sitio que dejó libre el PAC. De hecho, su líder, presionado por la prensa, se definió a sí mismo como político “de centro”. Un exceso, me parece, para un partido que a lo sumo llega a “centro-izquierda”.

“Panta rei”, decían los griegos: “Todo discurre, todo se mueve”. Y el Frente Amplio no es la excepción. Para crecer hasta convertirse en opción de poder, este partido debe moverse, y tiene dos y solo dos cauces posibles. O vuelve los ojos a la calle y al movimiento popular y se pone al frente de su lucha contra la arremetida neoliberal, es decir, o asume un papel de izquierda, o se posiciona ahora sí en el centro, haciendo nuevas concesiones a los de arriba. Yo espero que discurra por el primero, aunque temo que él más bien va a optar por el segundo.

8.-

Y a nosotros, ¿qué nos queda? Una segunda vuelta entre un malo y otro no peor, sino igual. Porque lo peor es votar por el “menos malo”, lo peor es que uno de los dos logre posicionarse en el imaginario del electorado como “el progre” o “el agente del cambio”. Ya Figueres anda buscando lo primero, el apoyo del electorado progresista, para obligarnos a repetir la pesadilla de hace cuatro años, la pesadilla de votar por una de las dos cabezas de la hidra, decisión que nos trajo tan malos resultados.

Desigualdad social y pobreza en Costa Rica: Las cosas están mal pero se pueden poner peor

Luis Fernando Astorga Gatjens

Varios indicadores económicos y sociales nos están diciendo fuerte (o quizás gritando) que las cosas en Costa Rica, están mal pero pueden ponerse peores de cara al futuro, para amplios sectores de la población nacional. Cada vez con más frecuencia emergen números rojos en distintos indicadores económicos y sociales.

En el siglo anterior, el país asumió un liderazgo en el contexto latinoamericano y caribeño como resultado del impulso y desarrollo de un Estado de Bienestar, que aunque la redistribución de la riqueza no era la óptima, si permitió avances en materia de salud, educación, empleo, seguridad social, acceso a agua potable, electricidad y telefonía, entre otros rubros.

Producto del esfuerzo mancomunado de Rafael Ángel Calderón Guardia, Manuel Mora Valverde y Monseñor Víctor Manuel Sanabria, se establecieron las bases de un Estado Social de Derecho (ESD), que José Figueres Ferrer en vez de hacerlo retroceder como líder triunfador de la guerra civil del 48, lo profundizó en algunos aspectos. Con zigzagueos, subidas y bajadas, ese ESD avanzó, pese a la férrea oposición de sectores oligárquicos.

Así las cosas cuando ese ESD llegó a su apogeo, entre los años ochenta y noventa del siglo XX, se pensaba con algún optimismo que el país iba a seguir avanzando y que los índices de pobreza y desigualdad social iban a mejorar progresivamente. Pero no. El impulso de ese Estado de Bienestar emergió como una respuesta al avance del socialismo que cuestionaba las bases del capitalismo y en Costa Rica, adquirió características destacadas, que proyectaron a un país con cierto grado de desarrollo que lo posicionó como una nación de ingreso medio.

Se cumplía en parte la idea de Don Pepe (y su apuesta socialdemócrata) de avanzar hacia un país de «clases medias». Ese país se ha venido desvaneciendo, en forma dolorosamente sostenida. Hoy se ha transformado en el país controlado por una plutocracia de avaricia ilimitada, grandes mayorías que se debaten entre una creciente pobreza y miseria, y unas capas medias cada vez más reducidas y en proceso acelerado de pauperización y, por tanto, de extinción.

Esa época, que tiene como punto destacado de quiebre la década de los años ochenta del siglo pasado, hoy se ha vuelto cada vez más lejana por el sostenido avance de la polarización económica y social, en la que cada vez hay menos que concentran mucho y muchos con cada vez más poco.

Hoy, esas cifras en rojo se manifiestan en áreas como las siguientes:

  • Costa Rica se sitúa como octavo en el triste «ranking» de desigualdad social en el mundo.
  • El país es el más desigual de los miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
  • Las finanzas de la CCSS están en crisis creciente como lo demostró la comisión legislativa que investigó sus finanzas mientras los partidos que han gobernado al país en las últimas tres décadas (PLN, PUSC y PAC) y otros aliados en el Parlamento, recetan acetaminofén y curitas cuando lo urge es una cirugía mayor, un tratamiento de choque. De esta manera, se pone a la salud pública en perspectivas sombrías.
  • El desempleo alcanza alrededor del 17 % mientras la llamada «informalidad» rompe records.
  • Los productores agrícolas, pecuarios y pesqueros, desde hace tiempo, superviven en situaciones precarias sin el apoyo significativo del Estado.
  • La brecha digital se ha mostrado en todo su esplendor cuando el país más necesitaba una conectividad digital cada vez más democrática, que alcanzara toda la geografía nacional.
  • La educación –que venía mal antes de la pandemia– entró en una zona de desastre que marca un enorme retroceso para el país en este campo.

Estos números en rojo no son generados por la coyuntura marcada por la pandemia. La pandemia es un factor multi agravante de problemas que vienen de atrás. Empero algunos la han colocado como pretexto de sus grandes fallas y vacíos. La crisis multidimensional obedece a problemas estructurales del sistema neo-liberal que le cayó como matapalo al árbol del Estado Social de Derecho, que el país hizo crecer entre los años cuarenta y ochenta del siglo anterior. Y ese árbol que era mediano hoy es poco más que un bonsai.

El desastre social que ya padece el país si no se adoptan soluciones y correcciones, tan dramáticas como impostergables, será peor en los años venideros. En este contexto, lo más preocupante es que este tema que debería definir la campaña electoral del 2022, no es el importante para la gran mayoría de los partidos que forman parte de la cargada oferta electoral.

El hecho de que este tema que no sea prioridad en la agenda electoral del presente para la mayoría de los partidos, obedece –a mi modo de ver– a tres causas asociadas:

(1) Los orienta la doctrina neo-liberal, que convirtieron en su creo aunque pregonen otra cosa,

(2) Han gobernado al país desde Zapote en los últimos lustros y forman parte del desastre social; no de las soluciones inclusivas y solidarias, y

(3) Desde la Asamblea Legislativa, a partir de omisiones y acciones, han empujado al país a esta situación de grave crisis multidimensional.

O para decirlo más resumidamente: Son partidos y líderes que son parte del gravísimo problema económico y social que enfrenta el país; no de la solución que debe emerger con genuino patriotismo, cuando entramos en una emergencia marcada por el desastre de pronóstico reservado.

(21 de octubre, 2021)

Privatización de electricidad y Estado Social de Derecho

Luis Fernando Astorga Gatjens

Han pasado 135 años. Eran las seis y cuarto del 9 de agosto de 1884, cuando muchos habitantes de San José y de poblados aledaños, se concentraron en algunas calles de la metrópoli costarricense, para ser testigos de un acontecimiento histórico: La inauguración del alumbrado público.

La luz llegó e iluminó a algunas calzadas para regocijo de quienes presenciaron el acontecimiento y, en general, para los habitantes del país. Y por supuesto, se trató de un acontecimiento histórico ya que San José fue la tercera ciudad del planeta en contar con ese primigenio servicio, codeándose con Nueva York y París, y convirtiéndose en la primera ciudad latinoamericana en contar con ese tipo de alumbrado.

Pero las cosas no se quedaron ahí: Unas décadas después, el país siguió marcando la historia al crear en 1941 la Compañía Nacional de Fuerza y Luz (CNFL) y ocho años después, con la nacionalización del servicio de electricidad y, luego, con la fundación del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) mediante la Ley N° 449. En el artículo uno de la ley de creación del ICE se indica que “la responsabilidad fundamental del Instituto, ante los costarricenses será encauzar el aprovechamiento de la energía hidroeléctrica con el fin de fortalecer la economía nacional y promover el mayor bienestar del pueblo de Costa Rica.”

Esta impronta progresista, que buscó que el país contara con energía eléctrica propia para impulsar el desarrollo económico y social, se enmarcó dentro del vigoroso impulso de un Estado Social de Derecho (ESD), que tuvo en la década de los cuarenta del siglo pasado, un periodo estelar.

Desde su fundación, hemos sido testigos de que el ICE, ha buscado avanzar en un derrotero de matriz diversa y sostenible que tiene como fuentes de la producción de energía eléctrica, la hídrica, la geotérmica, la eólica, la solar y la biomásica, a la par de una parte pequeña de generación térmica. Se trata de una matriz muy exitosa que ha permitido una cobertura eléctrica de 99,4% de los hogares costarricenses. Es, asimismo, un modelo único en el mundo; el cual en los último años, ha tenido un significativo reconocimiento internacional.

Sin embargo, lo que ha sido exitoso para Costa Rica y la mayoría de sus habitantes, ha sido visto con mucha avaricia e incomodidad por quienes en el país y fuera de él, ven a los servicios prestado por el Estado como un obstáculo y desafío para sus intereses privados y sus negocios.

A estos grupos, representantes del gran capital transnacional o de aquí, les ha incomodado el ICE y por eso, desde siempre, han buscado desprestigiarlo de mil maneras, para apoderarse de la producción eléctrica y convertirla en otro de sus rentables negocios. Así las cosas, en el año 1990 la Asamblea Legislativa aprobó la Ley 7200 mediante la cual se autoriza la generación eléctrica autónoma o paralela. Este va a constituirse en el primer ñangazo al pastel de la venta de electricidad, por parte del sector privado.

Estos avariciosos grupos privados –fuertemente ligados a las cúpulas políticas que han controlado al Estado costarricense–, han impulsado leyes como éstas (la 7200) en su sueño de privatizar el campo de la producción y venta de la electricidad. Lo han logrado hasta el presente, en forma limitada, gracias a la lucha y la resistencia social pero nunca han cejado en sus afanes privatizadores.

El “combo” del ICE, impulsado por el Gobierno de Miguel Ángel Rodríguez, formó parte del plan privatizador, pero fue derrotado por un pueblo con ADN progresista, en las calles y otros escenarios de la lucha social y política, en el año 2000. No obstante la derrota infligida, esos grupos plutocráticos han seguido sus antidemocráticos empeños y a través de diputados de distintos períodos legislativos, han buscado ampliar su dominio privado en la electricidad, al mismo tiempo reducir el tamaño y alcance del ICE.

En el presente, con un gobierno de corte neoliberal como el de Carlos Alvarado y una Asamblea Legislativa con muchos diputados y diputadas, que convirtieron esa doctrina en catecismo, el esfuerzo privatizador da un gran salto a través del impulso de una reforma a la citada Ley 7200, en su artículo 3, que aparece en el expediente legislativo N° 22.601.

Esta mala iniciativa forma parte del proyecto neoliberal de destruir lo que queda, en instituciones y servicios públicos que emergieron con el desarrollo del Estado de Bienestar, que el pueblo y algunos líderes impulsaron desde la década de los cuarenta del siglo anterior y que los agoreros con su consigna: “Más mercado y menos Estado”, quieren borrar de la faz de la sociedad costarricense.

Forman parte sustancial de ese genuino Estado Social de Derecho, la salud pública universal prestada a través de la Caja, la educación pública impulsora de movilidad social, algunos avances en materia laboral, los planes de vivienda, algunos programas de seguridad social que han beneficiado a grupos sociales específicos (entre otros), así como los servicios de electricidad que ofrece el ICE, a partir de principios de solidaridad y subsidiariedad.

Se trata de derechos sociales y económicos que están presentes en la Constitución Política, y en normas nacionales e internacionales (tratados de derechos humanos ratificados por el país), que hoy, con esta voraz arremetida, la administración Alvarado Quesada y algunos diputados, pretenden socavar. Desde la década de los ochenta del siglo anterior, el Estado Social de Derecho ha venido siendo atacado en distintos flancos, con el fin de beneficiar a grupos económicos poderosos del país y a transnacionales, a quienes no les importa en absoluto el bienestar del pueblo sino sus negocios y las ganancias que puedan obtener a partir de ellos.

Este gobierno y muchos de los diputados que apoyan estas nefastas propuestas, no se han percatado de lo que ha venido sucediendo con el neoliberalismo en América Latina, que al fracasar –estrepitosamente– como doctrina económica y social, está retrocediendo paso a paso en distintos países de la región.

Un ejemplo concreto del fracaso de la propuesta de reformas energéticas fracasadas, que se han dado a la luz de esta doctrina, destructora de la justicia social, se ha dado en México. En el Gobierno anterior, presidido por Enrique Peña Nieto fue aprobada una reforma completamente entreguista para el sector privado (mexicano y transnacional), que alcanzó una votación mayoritaria, con sobornos a legisladores de la empresa brasileña Odebrecht. El entreguismo y la corrupción le ganó, en esa ocasión, la partida a la soberanía energética de la nación azteca.

Sin embargo, esta negativa reforma centrada en un recurso fundamental para su propio desarrollo económico y social, como es la electricidad, el actual gobierno que preside, Andrés Manuel López Obrador la ha empezado a desmontar con el amplio apoyo del pueblo mexicano que lo que vio con la citada reforma, es corrupción transnacional y en algunos miembros de sus élites, y, por supuesto, aumento del costo de la electricidad.

Ya algunos de los impulsores de esta reforma energética que jamás traería beneficios para las mayorías de Costa Rica, se amparan en que siendo ahora miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), tal es camino que debemos seguir como país. Falso, completamente falso. México que es un connotado miembro de OCDE está siguiendo el camino contrario, marcado por la dignidad y la independencia.

De la misma manera, que al pueblo costarricense le costó mucho construir su Estado Social de Derecho también le costó avanzar en su proceso de soberanía energética; entendiendo a ésta como la capacidad que tiene un país de gestionar la producción de la energía que consume.

En este presente pandémico, ambos procesos –arraigados en las mejores tradiciones progresistas del pueblo costarricense–, están seriamente amenazados. La responsabilidad histórica de quienes queremos a este hermoso país nos dicta que debemos luchar por frenar la arremetida.

Cuando rindamos cuentas a nuestros hijos y a nuestros nietos, y a las futuras generaciones, debemos decir que, en el Bicentenario de la Patria, hicimos lo que nos correspondía y no permitimos que el país se vendiera al mejor postor, para el beneficio exclusivo de unos pocos mercaderes que debemos echar del templo de la inclusión y la justicia social.

Juan Domingo Perón: defensor de las causas justas y de Argentina

Gabe Abrahams

Juan Domingo Perón (1895-1974) fue un militar y político argentino que fundó el peronismo o justicialismo y consiguió hasta en tres ocasiones ser presidente de la República Argentina (1946, 1951, 1973). En todos los casos, alcanzó la presidencia mediante elecciones democráticas.

Siendo un joven oficial del ejército argentino, Perón ocupó diversos destinos dentro del país. En esas fechas, escribió varios trabajos como Higiene militar (1924), Moral militar (1925), Campaña del Alto Perú (1925), El frente oriental en la guerra mundial de 1914. Estudios estratégicos (1928), entre otros.

En 1930, Perón ya formaba parte del Estado Mayor del ejército argentino y era profesor de historia militar en la Escuela Superior de Guerra.

En 1936, con el grado de Mayor del Ejército, fue nombrado agregado militar de la embajada argentina en la República de Chile, cargo al que pocos meses después se sumó el cargo de agregado aeronáutico.

En 1939, Perón se marchó a Europa en una misión del ejército argentino, residiendo en Italia y recorriendo Francia, Alemania, España, Yugoslavia, Albania y la Unión Soviética. Esos viajes fueron claves en la maduración de su pensamiento.

El 4 de junio de 1943, se produjo un Golpe de Estado en Argentina que derrocó al gobierno del presidente conservador Ramón Antonio Castillo, vinculado al nazi-fascismo durante la Segunda Guerra Mundial. En ese mismo año, Perón inició su carrera política como secretario del Departamento Nacional del Trabajo dentro del nuevo gobierno argentino. Desde ese cargo, desarrolló un programa social que atraería a sus filas a una parte de los trabajadores argentinos. La vertiginosa actividad del Departamento Nacional del Trabajo de Perón también ocasionó el creciente apoyo a su gestión por parte de dirigentes sindicales pertenecientes a las principales ramas de la izquierda (socialismo, comunismo, etc.).

Perón incorporó a la acción de su Departamento, entre otros, a los sindicalistas y socialistas José Domenech (ferroviarios), David Diskin (empleados de comercio), Alcides Montiel (cerveceros) y Lucio Bonilla (textil); a los sindicalistas y comunistas René Stordeur (gráficos), Aurelio Hernández (sanidad) y Ángel Perelman (metalúrgicos); y a sindicalistas revolucionarios como Luis Gay (telefónicos).

En 1945, la política argentina se radicalizó, existiendo un enfrentamiento entre el peronismo y el antiperonismo. Es decir, entre los partidarios de Perón, principalmente de clase obrera, y sus detractores, mayoritariamente los poseedores de la riqueza y el capital.

Juan Domingo Perón ganó las elecciones presidenciales argentinas de 1946, apoyado por su esposa María Eva Duarte, más conocida como Eva Perón. Desde esa fecha, Perón desarrolló un extenso Estado de Bienestar, centrándose en la creación del Ministerio de Trabajo y Previsión Social, en la nacionalización de los sectores básicos de la economía, en la redistribución de la riqueza a favor de los desfavorecidos, en el reconocimiento de los derechos de las mujeres y en una política exterior de alianzas sudamericanas.

Perón volvió a ganar las elecciones en 1951 liderando el Partido Peronista e inició un nuevo mandato, pero acabó siendo derribado por el Golpe de Estado militar del 16 de septiembre de 1955. El Golpe de Estado fue el ataque final y violento contra Perón por parte del antiperonismo que había tomado forma en 1945.

Perón se marchó al exilio y vivió durante casi dos décadas en Paraguay, Panamá, Santo Domingo y España. En ese exilio, no perdió su afán por la política, sino que intentó perfeccionar el socialismo patriótico que había fundado en Argentina y que ya era mundialmente conocido como peronismo. Hay escritos e incluso intervenciones suyas de esos años hablando del socialismo y del peronismo que demuestran su constante esfuerzo intelectual en esa dirección.

Juan Domingo Perón regresó a la República Argentina en 1973, cuando alcanzó la presidencia con el 62 por ciento de los votos. En su nueva aventura política, fue apoyado por su nueva esposa, María Estela Martínez, conocida como Isabel Perón o Isabelita.

Durante su gobierno, Perón propició la instauración de un pacto social entre las organizaciones de trabajadores, los empresarios y el Estado y concretó el ingreso del país en la Organización de Países no Alineados. Mantuvo una cierta fidelidad a su pensamiento original, tal y como él lo había concebido en los años cuarenta y desarrollado desde que fue nombrado en 1943 secretario del Departamento Nacional del Trabajo del gobierno argentino.

Juan Domingo Perón murió el 1 de julio de 1974. Tras su fallecimiento, fue suplido en el cargo de presidente de la República Argentina por su esposa Isabel Perón. El mandato de Isabelita terminó con el Golpe de Estado militar del 24 de marzo 1976, una especie de segunda parte del Golpe que envío al exilio a Perón en 1955.

Aún con la muerte de Perón y el final violento de su mandato, el peronismo o justicialismo sobrevivió a la posterior dictadura militar argentina (1976-1983) y regresó con la democracia. En las últimas décadas, no pocos presidentes y cargos políticos de la República Argentina han salido de sus filas, a la vez que estas siguen activas con un extraordinario vigor y confianza en el pensamiento de Juan Domingo Perón, convirtiendo al peronismo en un fenómeno político único en el mundo.

Dos datos dejan poco margen para la duda sobre esta última afirmación. En el año 2020, el Partido Justicialista (peronismo) era el partido argentino con una mayor cantidad de afiliados, contando con una cifra de 3.314.970. Hoy, el actual presidente de la República Argentina es Alberto Fernández, peronista convencido y presidente del Partido Justicialista.

Algo sobre las próximas elecciones

Óscar Madrigal

En estos días conversaba o simplemente “peloteaba” con algunos amigos sobre las próximas elecciones. Reúno de manera esquemática mis opiniones:

1-. A Figueres con los votos obtenidos en la convención del PLN no le alcanza para ganar en primer vuelta. El resultado que obtuvo fue inferior al de Álvarez Desanti hace cuatro años y con ello no logró llegar ni siquiera a segunda ronda. La salida de Rolando Araya debilita aún más su candidatura.

La gente visible que rodea a Figueres, o son los mismos de siempre que no están en capacidad de producir ningún cambio, o igual o peores de neoliberales que el actual equipo económico gubernamental.

2-. La derecha ortodoxa o más ultra se muestra muy fragmentada por intereses personales y usufructo del erario público. Están Linet, Piza, Chávez, Eli, movimiento libertario, el grupo de Natalia Díaz y algunos más. A menos que una fuerza externa los obligue a unirse irán sin fuerza determinante a las elecciones.

3-. Los neopentecostales se encuentran divididos lo que los irá a neutralizar. Si bien Avendaño y su grupo manejarán la deuda política, Fabricio cuenta con el apoyo del poder mediático y financiero de las iglesias internacionales que son muy poderosas. La división les restará toda posibilidad.

4-. La influencia del PAC dependerá de quién sea el candidato o candidata. Si es la preferida del presidente Alvarado, Carolina Hidalgo, se hundirá; si eligen a Welmer podrían tratar de recomponerse con algún sector del llamado progresismo. Sin embargo, el desgaste del PAC por un gobierno entregado al PUSC y PNL, por su traición a los sectores sociales y los escándalos de corrupción, lo ponen en una situación electoral con poco futuro.

5-. Las fuerzas sociales populares deben llenar el vacío que quedará en el centro izquierda del espectro político electoral. La disputa principal será por llenar ese hueco.

José María Villalta es el candidato mejor posicionado en las encuestas que representa la alternativa popular. Villalta es como candidato mucho más que el Frente Amplio y así debería ser; tal vez una de sus debilidades sea el partido, pero su candidatura debería trascenderlo. Para ello debe lanzar casi que de inmediato su candidatura y presentarla junto a muchas otras fuerzas y movimientos populares.

La izquierda debe entender que para estas elecciones sus intereses se unen en la candidatura presidencial del candidato que esté mejor posicionado electoralmente y que, además, reúna condiciones de honestidad, valentía y compromiso y cambio verdadero. La unidad de la izquierda no se limita a ella; eso sería miope políticamente. La unidad de la izquierda tiene sentido si aglutina a su alrededor a las fuerzas populares de amplios sectores que deseen una transformación del injusto sistema tributario y defensa del Estado de Bienestar, en primer lugar, a los trabajadores y trabajadoras y pequeños y medianos productores del campo y la ciudad.

Hasta el momento quien puede reunir esas condiciones y características es el diputado Villalta. Su candidatura debería ser la del pueblo contra los grandes poderes económicos, financieros y mediáticos del país.

6-. Todo parece indicar que habrá segunda vuelta para elegir el presidente. En estas circunstancias los candidatos que pasen a una segunda ronda podrían hacerlo obteniendo alrededor de un 20% de los votos. Con un gran trabajo, inteligente y tesonero, la candidatura del polo popular podría colarse a la segunda vuelta y disputar por primera vez la presidencia de la república.

Las condiciones pueden estar dadas.