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Etiqueta: incertidumbre

Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad

José Rafael Quesada
Costa Rica, octubre 2024

El proverbio chino «Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad» tiene un mensaje super profundo y mejor aún, sigue siendo relevante, sobre todo en esta época de incertidumbre, inestabilidad y pérdida de la esperanza, como los que vivimos en la actualidad. Este proverbio sugiere que, en lugar de lamentarnos por los problemas, las dificultades o concentrarnos en todo lo negativo, es necesario tomar los actos y acciones de pequeño tamaño, pero altamente significantes para generar cambios necesarios en la vida.

Aplicación del proverbio en la época actual:

La inestabilidad actual, ya sea política, económica, social o ambiental, unido a la crisis que he llamado de pérdida del sentido de la vida y el sufrimiento que tiene cada persona en su vida, ha causado que muchas personas pierdan la esperanza, de vivir, de atender o resolver los problemas cotidianos o apoyarse con otras personas en la resolución de los problemas sociales que requieren atención mediata o urgente.

Sin embargo, este proverbio nos invita a enfocarnos en lo que podemos hacer, incluso en momentos de crisis, en lugar de quedarnos en la queja o la frustración.

a. Pequeñas acciones con impacto real y positivo:

Esto sugiere desde el punto de vista del Humanismo Universalista, que cualquier cambio que introduzcamos en nuestra acción diaria en la comunidad que podamos influir es un gesto que, sin duda alguna, cuenta. Este es un tiempo de crisis reales, sea el cambio climático, la grave desigualdad y la violencia que nos destruye con sus crueldades, cada acción individual puede generar impactos que no se detienen en la vida social.

Miles de ejemplos como la participación en iniciativas comunales de apoyo mutuo, producir educación ecológica o ambiental, así como el trabajo voluntario pueden producir cambios positivos de pequeña escala, que además pueden avanzar a mayores transformaciones.

b. No podemos rendirnos ante la desesperanza y el agotamiento cultural:

Esta es una época llena de oscuridad, marcada por conflictos y guerras globales, problemas económicos, con un tejido social en desintegración y una realidad de deterioro mental de las personas, dónde todo parece abrumador. Así que este proverbio nos señala que, aunque todo nos parezca insuperable, siempre podemos plantear cosas para generar luz en nuestro medio inmediato. El tamaño de los problemas puede parecer demasiado para una persona, por lo que lo correcto por hacer es iniciar por lo que está a nuestra mano, esto genera diferencia y renueva la esperanza. Y la esperanza es la clave del cambio cultural.

c. La no violencia activa y el Humanismo son esenciales:

En este contexto de debilitamiento de los movimientos y las organizaciones sociales, tenemos una crisis de valores, por lo que este proverbio tiene sentido sí promovemos la Noviolencia como metodología de acción social. Es casi una Revolución Humanista.

La No Violencia Activa, la creación de nuevos espacios de diálogo y la construcción de soluciones comunitarias son efectos demostración, para «encender una vela» frente a la violencia, la corrupción o la indiferencia política. Estas son formas para no quedarse paralizado ante la inmensidad de los retos y desafíos, es construir formas y dar pasos para salir hacia adelante. Son formas de abrir el futuro para las personas, las comunidades y la Humanidad como un todo.

d. Fomentar la esperanza a través de la solidaridad:

Este sabio proverbio también nos invita a crear Faros de luz compartidos, luz para muchos y muchas. En estos momentos de crisis, el apoyo mutuo y la solidaridad son formas de encender esa vela de esperanza.

Hace unos años en la pandemia de COVID-19 se mostró lo importante que fue la cooperación en el ámbito local y global para superar los difíciles retos colectivos. En estos nuevos tiempos, en este contexto mundial de inestabilidad económica y psicosocial, las acciones de compasión y bondad, así como todas las redes de solidaridad que se generaron serán claves para reconstruir la confianza en el futuro.

e. Promoción y generación de nuevas ideas:

Cuando las sociedades se han quedado quietas, con visiones conservadoras y comenzamos a maldecir el sistema o la situación actual, es más constructivo enfocarse en nuevas soluciones y enfoques innovadores. Todo esto es aplicable en el ámbito personal como el social.

Los avances científicos y sociales, así como el nuevo contexto de tecnología creciente a toda velocidad y que buscan soluciones a tantos problemas y dificultades humanas, que enfatizan hoy en la crisis climática, la profunda crisis de educación y las desigualdades sociales, se convierten en las nuevas velas encendidas por personas, organizaciones sociales y humanistas, que se niegan a aceptar la oscuridad como un resultado consumado.

Hoy más que nunca, el proverbio «Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad» se nos vuelve totalmente relevante. Nos invita a movernos con acciones coherentes en cada medio inmediato en todas partes y esto para no dejarnos vencer por la desesperanza.

f. Replantear la espiritualidad

Esta época de vacíos existenciales, dónde la facilidad del acceso a drogas, alcohol, consumo excesivo y fácil, permite “ocultar, postergar y acallar la demanda espiritual”. El espíritu del ser humano siempre necesitará el acceso a lo Sagrado que existe en cada uno y una de nosotros, reflexionar, actuar y volver a reflexionar, en un espacio que da sentido a la vida de cada persona y agrega pasos en la búsqueda de la felicidad humana. La coherencia personal en sus actos del pensar, sentir y actuar en una misma dirección, se volvió un punto de mirada para cada ser humano en esta difícil época.

g. La ancianidad

Recuperar la experiencia, el cariño y la satisfacción con la vida de los abuelos y abuelas, se vuelve una necesidad de las distintas generaciones que convivimos en este momento histórico y social. Más en esta cultura del descarte y la obsolescencia programada, pareciera que también en actos absurdos de esta cultura degradada se tiende a olvidar y liquidar la vida de quienes pasan de cierta edad “productiva”, que condena a millones a sufrir la experiencia de la desigualdad generacional justo en el momento de posiblemente mayor sensibilidad y conocimiento de la persona en cualquier latitud. Valga el espacio para recuperar y admirar lo mejor del ser humano en cualquier momento de su existencia.

El mundo que tenemos y que podemos tener…

Estamos en un mundo que se enfrenta a posibles colapsos en sus sistemas de vida común, en medio de la grave crisis climática, crisis de violencia y guerra, de tristeza, depresión y locura, debemos encender pequeñas luces, que en conjunto pueden generar un cambio profundo y un salto adelante para la Humanidad.

Nos insta a movernos hacia la acción, sin importar lo pequeña que sea, para hacer frente a la adversidad y no dejarnos vencer por la desesperanza. En un mundo que parece enfrentarse a un colapso de muchos de sus sistemas tradicionales, cada uno de nosotros tiene la capacidad de encender pequeñas luces, que, unidas, pueden generar un cambio profundo.

Este proverbio nos habla de verdades que van más allá de los tiempos de las culturas, nos habla de que podemos entender los conflictos hasta sus últimas raíces y finalmente son llamadas a la acción de todos los seres humanos que buscan crear un mundo más solidario, humano y sobre todo esperanzador. Es un llamado a la creación de luz en medio de la oscuridad más profunda que nos rodea.

Sobre la incertidumbre en tiempos pospandémicos

MBA Lic. Luis Gilberto Martínez Sandoval, UTN.

Autor: MBA Lic. Bach. Luis G Martínez Sandoval,
Académico Universitario Titular Carreras Comercio Exterior,
Administración Aduanera
Sede Central UTN www.utn.ac.cr
Especialista en Relaciones Económicas y Políticas Internacionales,
MBA Administrador de Empresas énfasis Mercados Globales y
Negocios Internacionales.
Ex Funcionario Banco Mundial IFC
 – Ecuador- y, América Latina,
Escritor, Sindicalista,
Defensor de los Derechos Humanos,
Científico Social
luis.martinez.sandoval@gmail.com
Cel: 62 764133

William Barrantes Sáenz

Autor: William Barrantes Sáenz. Economista. MBA Universidad del Estado de Kansas USA. Gerente General y Presidente Ejecutivo del CNP, Director Administrativo del MAG y Gerente del Ministerio de Transformación del Estado. Empresario CEO de la empresa WB y asociados SA. Asesor, consultor y docente. Presidente de la (AZEEPC) Agencia para el desarrollo económico local de la Región Pacifico.

La brújula es un instrumento de orientación que utiliza una aguja imantada para señalar el norte magnético terrestre. Su funcionamiento se base en el magnetismo terrestre, por lo que señala el sur que corresponde con el norte geográfico y es improductivo en las zonas polares norte y sur debido a la convergencia de las líneas de fuerza del campo magnético terrestre. Es una creación de la dinastía Ming en China y de allí se extendió al Medio Oriente a través de la Ruta de Seda y luego a Europa y el mundo.

Una rosa de los vientos es un símbolo en forma de círculo que tiene marcado alrededor los rumbos en que se divide la circunferencia del horizonte, y que serían norte, sur, este y oeste.

En nuestro siglo XXI es el GPS o el Sistema de Posicionamiento Global (Global Positioning System), originalmente Navstar GPS, un sistema que permite a un dispositivo receptor localizar su propia posición sobre la Tierra con una precisión de hasta centímetros (si se utiliza GPS diferencial), aunque lo común son unos pocos metros. El sistema fue desarrollado, instalado y empleado por el Departamento de Defensa de Estados Unidos, y actualmente es propiedad de la Fuerza Espacial de los Estados Unidos. Para determinar su posición, un usuario utiliza cuatro o más satélites y utiliza la trilateración. Es el homólogo del GLONASS ruso y del Galileo europeo.

Vivimos tiempos de incertidumbre y de imposibilidad para predecir dónde estamos y para dónde vamos a pesar de la brújula, la rosa de los vientos y el GPS. Una incertidumbre de falta de certeza. No se puede ni describir ni explicar el estado actual de nuestro planeta, nuestra región y nuestra nación – estado. Y surge la angustia y la tensión. Tenemos información imperfecta y desconocida a pesar de la infoxicación que es ese exceso de información que recibimos a diario desde la llegada y masificación del internet y redes sociales. El riesgo está presente al despertar y cuando estas durmiendo. Nuestra sociedad está frente a un punto de quiebre. Un momento crítico, decisivo.

En la canción Shape Of My Heart de Sting, se habla de las cartas del juego en la incertidumbre frente a la sagrada geometría de la oportunidad que no acierta dado que hay que sumergirse en la Clavícula de Salomón.

Aun usando la probabilidad, la información, la ciencia actuarial la incertidumbre y el riesgo sigue latente en la toma de decisiones como en la cotidianidad. Altamente vaga y ambigua. Surge el criterio debemos conocer los hechos concretos y tangibles. Debemos cuantificar la incertidumbre en medición analítica dicen los especialistas. Dependemos de la precisión y la exactitud. No hay consenso en la interpretación. A veces no se sabe lo que no se sabe. Indeterminación e ignorancia nos han acompañado. Incertidumbre e ignorancia. En el azar de los juegos (lotería) está la incertidumbre. Por ejemplo, la “probabilidad de que tocase el número elegido es de 1 entre 100.000, lo que sería en términos de porcentaje 0,00001%.”.

El póker sucede la incertidumbre e ignorancia. La mano ganadora se lleva el pozo…El pronóstico del tiempo es incertidumbre. Un terremoto es incertidumbre. Amanecer vivo mañana es incertidumbre. Hay incertidumbre en la medición. Tener el poder hoy pero no mañana es incertidumbre. La economía está llena de incertidumbre en la tasa de interés, el tipo de cambio, la inflación, los precios del petróleo, los mercados bursátiles, el empleo, la pobreza, la tasa básica pasiva…

Frente a la incertidumbre está como un espejo de dos caras: la certeza y la opinión. La certeza es hechos que no tienen dudas razonables. Son verdaderos y válidos. Se fundamenta en la evidencia objetiva. Cuanta más certeza obtenga menos ignorancia estará presente. Sin embargo, la duda está presente aun en la certeza y la evidencia. La opinión es de cristal frente a la certeza. Dada que la opinión no tiene evidencia objetiva. Es una simple opinión que supuestamente es válida si la afirma un especialista en un área del saber.

«No quiero creer. Quiero saber» (C. Sagan) nos motiva a usar mente científica. “No creas nada, reflexiona todo, analiza los datos, y obtén conclusiones basadas en hechos empíricos.” O como bien lo expresa, Mario Bunge: «El mundo (…) contemporáneo se funda sobre los resultados de la ciencia: el dato reemplaza al mito, la teoría a la fantasía, la predicción a la profecía» pero… la incertidumbre sigue presente.

En el ámbito político, saber qué nos motiva para elegir y llegar a conclusiones basadas en hechos que nos conduzcan al bienestar de grandes mayorías en las próximas elecciones generales en Costa Rica se debe tener algún nivel de acierto, pero priva la incertidumbre y prevale la creencia… la incertidumbre sigue presente.

Requerimos un GPS Mental 5.0 para encontrarnos ante tanta desorientación para ir por el camino adecuado. Un GPS Mental 5.0 que nos conecte mente-cerebro para construir un nuevo mapa mental para enfrentar los tiempos de incertidumbre para superar el miedo, consolidar la resistencia y liderar la revolución social, el cambio y enfrentar los riesgos en una sociedad líquida guiada por la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios que ha debilitado los vínculos humanos… y que nos hace releer a medianoche el poema de Jorge Debravo:

Vengo a buscarte, hermano, porque traigo el poema
que es traer el mundo a las espaldas.
Soy como un perro que ruge a solas, ladra
a las fieras del odio y de la angustia,
echa a rodar la vida en mitad de la noche.

Traigo sueños, tristezas, alegrías, mansedumbres,
democracias quebradas como cántaros, religiones
mohosas hasta el alma,
rebeliones en germen echando lenguas de humo,
árboles que no tienen
suficientes resinas amorosas.

Estamos sin amor, hermano mío,
y esto es como estar ciegos en mitad de la tierra.

SUBJETIVIDAD “LOCK DOWN”

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Como si ya estos tiempos posmodernos no fueran complejos y comprometieran las estructuras de las relaciones sociales y supusieran un desafío importante para la persona, su identidad, su estabilidad emocional y sus capacidades colectivas, la pandemia y lo que supuso terminó por hacer más complejos los escenarios para todos, para todas.

Los supuestos de convivencia, construcción de conjunto, capacidades para contender los riesgos y las amenazas dieron paso a la incertidumbre, el temor, el “reseteo” de las formas existentes para comportarnos de forma razonable, equilibrada, buscando el bien común.

Ciertamente muchas cosas llegaron para quedarse en estos dos años de pausa civilizatoria.

Entre ellas la posibilidad de mirar con ojos distintos a la ciencia y sus aportes, el uso de las nuevas formas comunicativas (lo virtual, lo remoto, lo asincrónico), el acercamiento de muchos públicos y audiencias a nuevas formas de conocimiento, estéticas, arte, expresividad.

Pero también llegó para permanecer de forma prolongada, la interrupción del proyecto colectivo, las rutas para fortalecer de nueva cuenta la capacidad de habla y la escucha asertiva. Pareciera que a esta hora, la humanidad toda debiera aprender a caminar de nuevo, como acto reflejo ante lo que recién inicia, pero particularmente, frente a la subjetividad clausurada y confinada que se ha instalado a toda marcha.

A la generación joven de los años ochenta se le denominó “la generación perdida” por los déficits en materia educativa. Pero el rezago que se advierte en todos los órdenes de la vida social como producto del apagón societario de los últimos dos años es inminente, si no se activan desde ya las estrategias para reescribirnos como seres humanos.

Por ello es importante reponer de nuevo la vida pública, el espacio público habermassiano, el detalle de compartir, como conversaba con mi querido profesor, compañero de trabajo y con quien he compartido caminar por la región que somos, Abelardo Morales Gamboa o impulsar procesos de “acupuntura social” como bien se lo he escuchado mencionar varias veces al artista plástico y Decano del Centro de Investigación, Docencia y Extensión Artística (CIDEA) de la Universidad Nacional, en Costa Rica.

Ambas propuestas son claras. Para abrir esa subjetividad clausurada, es urgente reinventarnos.

HURGANDO NUEVOS MODOS DE “ENCENDERNOS”

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

La posible vuelta a la vida “normal” cada vez va tomando forma, en medio de otros contextos planetarios complejos que ponen de nuevo la incertidumbre como centro y paradigma.

No está demás en decir que aquello que conocíamos como “normal” formaba parte de una realidad compleja, organizada a imagen y semejanza de un sistema social y económico donde prevalecía y prevalece la competencia, el individualismo, el éxito de quienes poseen vía la acumulación y el extractivismo a todo nivel.

En medio de estas lógicas perversas de concebir la vida y organizar el mundo cotidiano, el sujeto ha quedado anclado a nuevas demandas de “estar”, en las que la exigencia por el rendimiento se ha trasladado de la dimensión económica a los mecanismos subjetivos de funcionamiento. Una suerte de nueva era en el campo emocional llegada con la pandemia, coloca el acento en la persona, a la que se le solicita casi con devoción de mercado, que debe transigir con lo que le asusta y le incomoda para construir casi que en el acto una sensación de bienestar solo comparada con la que dan las compras de pasillo en cualquier tienda de conveniencias.

Se olvidan estos enfoques que para construir nuevas experiencias emocionales se debe pensar en una colectividad que trascienda esa necesidad individualizante que coloca la noción de bienestar, sentirse bien, en un no lugar, como si se tratara de un activo a tranzar en cualquier bolsa de valores.

Hay otras posibilidades de reactivación que trascienden los números. No negamos que sean importantes los números, pero se debe equilibrar las estrategias colectivas para que todos seamos integrados.

En una conversación sostenida recientemente con la psicóloga costarricense Ana León, de la Escuela de Psicología de la Universidad Nacional, repasábamos el concepto de “respiraderos”, esas posibilidades de creación de espacios colectivos para conectar nuestras emociones en un plano amplio y solidario.

Es algo así a lo que Oliva López Sánchez llama discutir los paradigmas “psi” y hegemónicos del bienestar, basados en la premisa de que la salud mental y emocional solo tiene relación con mecanismos fisiológicos y neurológicos, sin considerar otras variables donde lo biológico no sea sobredimensionado.

En su trabajo reciente, publicado en CLACSO y que invito a consultar (“Bienestar emocional: La simplificación de la vida afectiva en el paradigma hegemónico de la salud mental en tiempos pandémicos”, en Políticas, afectos e identidades en América Latina, 2022) sugiere “pulverizar” ese enfoque dominante que coloca la obligatoriedad de sentirse bien como un bien transable por las personas en el “mercado afectivo”. A la letra señala:

La tiranía de la actitud positiva y el optimismo cruel se superpone a las miradas reflexivas que puedan dar lugar a la interpretación del sufrimiento emocional como una muestra de solidaridad y sensibilidad y no solo como una cuestión patológica que habría que erradicar. Las explicaciones simplistas y taxativas que organizan el cuidado de la salud mental tienen que ser interpeladas. La solución a los problemas derivados no radica exclusivamente en el aumento del presupuesto y la promoción de la salud mental y emocional como un atributo de las personas que tienen que reforzarse. Se requieren trabajos genealógicos para destramar las concepciones actuales en cuanto a la vida mental y emocional y, a partir de ahí, construir estrategias comunitarias de atención desde perspectivas relacionales” (López, 2022:287).

Me quedo con esa idea de las estrategias comunitarias y relacionales, ambas acosadas por el impacto de un discurso hegemónico economicista que le ha hecho demasiado daño a la capacidad de mirarnos y sentirnos parte de un nosotros horizontal.

Me apego a la idea que el afecto es un bien público, colectivo y que debemos buscar su reactivación, su luz, como formas posibles y nuevas de encendernos.

Desesperanza en las elecciones por la carencia de una visión sistémica

Miguel Sobrado

Entramos en la recta final de la primera ronda electoral en un clima de incertidumbre y desesperanza, especialmente dentro del destacamento de jóvenes que engrosa el 45% de indecisos. Una parte de ellos siente que el futuro depende de ellos, pero no encuentran en los candidatos y planteamientos, alternativas que hablen de cambio creíbles.

Los esfuerzos realizados por el proyecto “voto inteligente” del Proyecto Estado de la Nación, para incorporar criterios comparativos de los programas de los candidatos que orienten la toma de decisiones, si bien ha contribuido a estimular el pensamiento y ha obligado a los políticos a entrar al redil de las metas de desarrollo, ha carecido, por una parte, de tiempo para ser asimilado y por otra de un enfoque orientado crear esperanzas con la ruptura de los círculos viciosos que mantienen y reproducen nuestro sistema político.

Viendo el video de la joven Paula Monge Espinoza que tiene 64000 seguidores en la Redes Sociales y que logró 700000 vistas en solo dos días, en un país pequeño como el nuestro se puede apreciar: por una parte la asimilación y uso de la información el informe del Estado de la Nación y por otra, la versatilidad y capacidad de comunicación de esta joven de apenas 22 años.

No obstante estos encomiables logros alcanzados en tan poco tiempo por el Estado de la Nación, hace falta ir más allá de la congruencia de los programas con las metas del desarrollo. Tampoco contraste desarrollado por Paula entre lo que los políticos dicen con lo que han hecho cuando han estado en el poder. Se requiere de una visión que explique porque la corrupción se reproducirá mientras no se modifique sustancialmente el sistema. Modificación que no se puede hacer con la receta maximalista de “de una vez por todas”, pero si de manera progresiva rompiendo progresivamente círculos viciosos y demostrando que otra forma de gestión es posible. Demostrar en la práctica no solo abre caminos de esperanza, sino que permite a los dirigentes acumular prestigio y autoridad para lograr los cambios. (En la región Bukele llegó a la presidencia de El Salvador en 2019 después de ser un alcalde muy exitoso tanto el municipio de Nuevo Cuscatlán 2012 como de San Salvador 2015).

Los cambios sistémicos implican un cambio de visión, que no siempre es fácil de asimilar y choca con los intereses de las redes de poder, pero que una vez demostrada su eficacia en la práctica, cambia total o parcialmente los enfoques prevalecientes.

Prisma Latinoamérica ha iniciado la producción de una serie de videos que inducen a una visión nueva que considera los problemas del sistema sobre viejos problemas que descargan todo en el cambio de personas corruptas por inmaculadas.

Uno de los ejemplos que PRISMA ha introducido contribuir a la educación sistémica en nuestro país es El Hospital sin Paredes. Experiencia que evidencia como cuando dejamos de ver solo la enfermedad como el problema sobre el cual debe actuar la medicina y la ubicamos dentro del contexto de la salud y el bienestar, la perspectiva cambia radicalmente. Ya no se trata de solo de la curación, sino de la prevención lo cual implica conocer el medio físico, económico y político en que se incuba y se difunde la enfermedad. Ahí descubrimos que el profesional médico, que sabe curar tiene limitaciones serias si actúa solo, para prevenir más allá de las vacunas. Aquí es donde vista la salud como bienestar, es vital la incorporación del sistema institucional y sobre todo de las comunidades organizadas que son las que pueden y deben actuar en las soluciones, tanto directamente como presionando a los poderes locales y las instituciones en la búsqueda y aplicación de soluciones.

Por ejemplo el Hospital sin Paredes en los años 70s logró traerse abajo las tasas de mortalidad materno infantil, entre otros, con la introducción de sistemas de agua potable y la instalación masiva de letrinas en las comunidades. Se estimuló el mejoramiento y construcción de caminos para facilitar la salida de los productos agropecuarios y la organización cooperativa para la comercialización.

Esto y muchísimo más fue posible hacerlo gracias a una simbiosis entre el equipo médico y l6l comunidades organizadas que obtuvieron, por sus logros varios premios de la Organización Mundial de la Salud, incidieron en las políticas de salud mundiales en Alma Ata 1978 y transformaron la ley costarricense, dando origen a un sistema institucional desconcentrado conocido como los Ebais. Sistema que si bien no tiene todas las ventajas del Hospital sin Paredes, cambió radicalmente el enfoque de la salud en nuestro país. Este tipo de realizaciones son las que abren senderos, reorientan la visión y transforman la desesperanza en búsqueda y acción creativas.

Continuar por este camino, con más ejemplos que se dan en la página de Prisma: www.prismalat.com cuando el clima de desesperanza contribuye a abrir las entendederas es un camino al que todos, desde diversas posiciones y ángulos podemos contribuir.

Día Mundial del Futuro

Dr. Juan Carlos Mora Montero
Académico
Escuela de Planificación y Promoción Social-EPPS-UNA

Este 1 de marzo del 2021 celebraremos a nivel global el día del futuro. Ante tan extraordinario evento, la Escuela de Planificación y Promoción Social de la Universidad Nacional (EPPS-UNA), se une y destaca la importancia de recordar que el futuro representan el espacio donde se concretarán las decisiones que se tomen en el presente.

El día mundial del futuro se ha venido celebrando de manera ininterrumpida desde hace siete años y es convocado por los principales tanques de pensamiento y organizaciones futuristas del planeta.

El motivo de celebración para este 2021, girará en torno al “derecho al futuro”; es decir el derecho que tiene cada persona, organización, empresa, familia a construir su propio futuro y trabajar día a día para alcanzarlo. Uno de los temas que se tratará en los diferentes foros que estarán llevando a cabo de manera simultánea alrededor del mundo será ¿cómo combatir el miedo al futuro?

Sin excepción, los distintos tanques de pensamiento y organizaciones futuristas han coincidido en que en la actualidad existe un temor generalizado a pensar el futuro; y se han generado más bien reacciones de “bloqueo” hacia el porvenir, cayendo en un “presentismo” desmedido y un cortoplacismo que se ha constituido en una amenaza significativa para la esperanza de que vienen tiempos mejores.

La EPPS-UNA desea resaltar en este contexto de alta incertidumbre que vivimos, que la planificación, y en especial la función prospectiva que hace parte consustancial de ella, nos ofrece la oportunidad de darnos método y técnicas para reducir la incertidumbre sobre el futuro y poder tomar las decisiones que nos permitan construirlo como lo deseamos y no sufrirlo como espectadores pasivos.

Los padres de la prospectiva francesa le llamaron a la prospectiva la “ciencia de la esperanza”; y Michel Godet en específico nos recordó que esta disciplina es la que nos permite iluminar el presente con la luz del futuro.

Bienvenido el futuro y hagamos valer nuestro derecho a poder imaginar y construir un futuro mejor para las actuales y futuras generaciones y que nadie lo haga por nosotros.

Imagen: conmasfuturo.com

En momentos de crisis global urge un diálogo inclusivo

En estos momentos de crisis global sanitaria urge un diálogo inclusivo para construir las respuestas en colaboración con la Administración Pública

Carlos Hernández Porras*

La primera preocupación de las organizaciones sociales a las que representamos está siendo atender de la mejor manera posible a las personas que más lo necesitan. Encontramos en ellas ejemplos de responsabilidad y solidaridad, pero también mucha incertidumbre, necesidad y urgencia de respuestas de las autoridades. Nos preocupa el presente y el futuro, y es por ello por lo que instamos a la Administración Pública a lo siguiente:

  • Emplazamos a que se reconozca nuestra existencia y a que se incluya en el dialogo a otras representaciones. Hemos recibido documentos acabados de parte de las autoridades e instituciones, pero no como producto del consenso con nuestras representaciones.
  • Redes de la Economía Social Solidaria llama a la democratización de ese diálogo con base en los valores mismos de la Economía Social Solidaria como es la inclusión social.
  • El propósito debe ser encontrar las mejores soluciones tanto para las situaciones concretas de emergencia, como para las consecuencias sociales y económicas que vendrán y que generan una enorme preocupación e incertidumbre añadida.

Reiteramos nuestra voluntad de cooperación, poniéndonos a disposición para todo aquello en lo que consideren las instituciones que podemos ser de utilidad en este momento crítico para toda la población, y especialmente para la población más vulnerable.

Por lo que llamamos a actuar con sensatez, responsabilidad y voluntad de diálogo inclusivo de parte de las autoridades del sector. Esto debe ser de manera inmediata pues la gravedad de esta crisis representa un alto costo social. Este clamor no es único de nuestro país, sino que en otras latitudes se hace igual reclamo, para ello puede verse este enlace.

El confinamiento, si bien evita la propagación del Covid-19, peligrosamente complica la frágil y delicada situación económica de las organizaciones de la economía solidaria, de las micro y pequeñas empresas. Urge encontrar solución armónica entre ambos propósitos: evitar el contagio y no dejar morir la economía social solidaria.

*COKOMAL S.C / Comisión Dinamizadora – Red Economía Social Solidaria /RedESS
Tel. 8950-9945 Facebook
cokomal.org/

Enfrentar el impacto

Por:
Dr. Jorge Loaiza Cárdenas-
Msc Efraín Cavallini Acuña-
Académicos
Escuela de Planificación y Promoción Social
EPPS-UNA

Imagen: Rodrigo Valverde Naranjo

Como lo planteara E. Morín en la última página de su libro: La Vía para el futuro de la humanidad: “Quizás encuentren, en alguna parte de las ruinas de una biblioteca, este mensaje que les devuelva la esperanza y el coraje”; queremos compartir con ustedes unas palabras de esperanza y decisión, que nos permita enfrentar estos momentos de desesperanza e incertidumbre, al que hemos sido llevados ante la emergencia nacional que enfrenta el país a causa de la pandemia provocada por la enfermedad coronavirus COVID-19 en Costa Rica.

Hoy más que nunca estamos en crisis, no solo provocada por la pandemia del COVID 19, sino por las crisis de un modelo de desarrollo que nos ha llevado a un subdesarrollo intelectual, psíquico, tecnológico y moral.

Intelectual, porque la formación disciplinar que recibimos los occidentales, al enseñarnos a disociar todo, nos ha hecho perder la capacidad de relacionar las cosas y, por lo tanto, de pensar los problemas fundamentales y globales y abordarlos desde la complejidad en que están insertos, es decir vincular lo global con lo local y lo general con lo particular.

Psíquico, porque estamos dominados por una lógica puramente económica, que no ve más perspectiva política que el crecimiento y el desarrollo, y estamos abocados a considerarlo todo en términos cuantitativos y materiales.

Tecnológico, porque no debemos considerar a las tecnologías, como la herramienta que nos resuelve todos los problemas de la comunicación humana. Las tecnologías de la información y comunicación pueden hacernos bien o mal. No todas las tecnologías y cualquier uso que hagamos de ellas es lo más apropiado. No todas nos harán bien. Al contrario, utilizadas inapropiadamente pueden provocarnos torceduras, golpes en nuestra vida diaria, y pueden, sencillamente, embrutecernos. Pero aprovechadas de manera inteligente serán saludables y nos permitirán avanzar sanamente. Se debe elegir con lupa el menú tecnológico, conectarlo a nuestras necesidades reales y proyectos de mejora de la condición social. Es un imperativo utilizar la tecnología con sabiduría e inteligencia. Con ellas tenemos que hacer esfuerzos para tratar de recuperar el contacto humano, y, por consiguiente, la solidaridad. Como ciudadanía tenemos que apropiarnos de las tecnologías de la comunicación e información y reconocer su valor antes de que ellas desbocadas profieran el bazucazo a la humanidad y sigan colonizando nuestra mente y nuestra sociabilidad. Evitemos caer en la red de sus intereses comerciales y/o políticos. Recordemos, como se ha dicho en varios foros, que no está hecha la persona para la tecnología. Sino la tecnología para el ser humano.

Moral, porque el egocentrismo domina sobre la solidaridad. Además, la hiperespecialidad, el hiperindividualismo y la falta de solidaridad desemboca en el malestar, incluso en el seno del confort material. Como mal social, la corrupción es capaz de permear por completo un sistema político, afectándolo desde la cúpula hasta las actividades más cotidianas de la convivencia social sin importar las circunstancias en que nos encontremos. La permanencia de la corrupción en la política permite y atrae a personas impropias e inadecuadas para ejercer cargos públicos y desmotiva y repele a personas honestas que tienen una legítima vocación de servicio público. Los economistas, los sociólogos y los políticos tienen que tener cuidado con pronósticos imprudentes. En el desarrollo de esta crisis del COVID 19, se han visto algunos políticos que vacilan en asentar su estrategia en el principio de que el esfuerzo del Estado debe orientarse a salvar la vida de todos sus ciudadanos, que son los sectores sociales los que deben tener prioridad frente al cálculo utilitarista y mercantilista de las consecuencias económicas, que puede tener esa estrategia que beneficien a ciertos sectores privilegiados a contrapelo de la clase trabajadora y de quienes no gozan de garantías para acceder a una vida justa. La inseguridad no sólo se refiere a la lucha contra la pandemia, también a las consecuencias económicas y sociales que son impredecibles. Por ello, como sociedad, debemos incidir para lograr liderazgos políticos honestos para las siguientes décadas, que cultiven y promuevan la verdadera democracia y no contaminarla.

La crisis de la humanidad son crisis interdependientes, interrelacionadas, tenemos crisis en la salud, cognitiva, de pensamiento, política, económica, social, ambiental, cultural, ética; tenemos una crisis en la relación fundamental entre el individuo y la sociedad, el individuo y la familia, el individuo y él mismo; es decir, estamos abocados al abismo.

Sufrimos un malestar interior que parasita nuestro bienestar exterior. Aquellos que gozan de un aumento de su nivel de vida, ven reducida la calidad de la misma. Pero este es un malestar difuso, que se vive de maneras distintas; por ejemplo, el malestar que afronta la juventud, la desintegración de la familia, el significado de la vejez para la sociedad mundial actual ante la pandemia del COVID 19, entre muchos otros.

Pero toda crisis comporta riesgos y oportunidades; sin embargo, esta crisis humana que hoy enfrentamos con la pandemia del COVID 19 es solo una de ellas; que nos ha llevado a evidenciar los riesgos, pero nos obliga, a buscar las oportunidades de cómo superarlas.  La oportunidad es ver la crisis como una vía hacia un cambio, Así surge la gran capacidad creadora del ser humano que permita regenerar nuestra vida, la vida de nuestras culturas, del legado del pensamiento y conocimiento al cual hoy en pleno siglo XXI hemos logrado alcanzar; este será nuestro máximo instrumental de lucha que nos permitirá definir la ruta que nos llevará hacia ese gran cambio. Como dice Morin “cambiar de vía”.

Pero cambiar de vía no significa frenar el desarrollo científico-técnico-económico, por el contrario, significa repensar y hacer un alto y un acto de contrición, para valorar lo bueno y malo que tenemos en nuestras vidas, de tal forma, que abramos una pluralidad de caminos, reformadores a nuestra vida. Serán muchos los caminos, pero como dice Machado “. el camino se hace al andar”.

El cálculo monetario no puede evaluar el bienestar y el malestar. La tristeza, el abandono y la soledad buscan consuelo en la compra y el consumo. La lógica del cálculo, de la máquina determinista, del rendimiento y de la productividad se extiende por toda la sociedad y se apoderó de todos nosotros. Por esto, necesitamos una reforma de vida, que pueda reducir el poder del dinero y del afán de lucro y de todos aquellos que siempre nos presentan las mismas recetas economicistas.

Necesitamos de una política de solidaridad real no de una de anonimato de solidaridad del estado de bienestar, es decir pasar de promulgar la solidaridad a liberar la fuerza de las buenas voluntades y favorecer las acciones solidarias, por ejemplo, impulsar la economía solidaria en donde se fortalezca el cooperativismo y las asociaciones sin afán de lucro que presten servicios de proximidad, o en el campo educativo, en donde profesores y docentes ofrezcan espacios de formación y acompañamiento técnico y profesional a aquellos que más lo necesiten; o en el campo de la seguridad ciudadana, en donde las comunidades se organicen para controlar la delincuencia y el robo.

Necesitamos un reencuentro con el trabajo en el que se dignifique el aporte de todo ser humano; volverle a cada ser su capacidad de crear, de innovar, de producir de sentirse útil en la vida, produciendo para sí mismo, para otro o para un mercado. Hoy más que nunca hemos aprendido que la salud y la alimentación son las principales fuentes de vida que todo ser humano necesita de manera indispensable, es nuestra responsabilidad velar porque nuestro país siga conservando y consolidando el sistema de salud que poseemos, pero en cuestiones alimentarias debemos reconocer el abandono y desconocimiento al que hemos llevado a nuestro sistema agroalimentario nacional, haber pasado de un sistema autosuficiente que garantizaba su seguridad alimentaria, de tan solo hace 30 años, con un liderazgo y reconocimiento a nivel ciudadano de nuestros agricultores, a un nivel de dependencia absoluta por lo que consumimos a nivel básico y sobre todo por el desconocimiento e invisibilización del pequeño y mediano agricultor de nuestro país, a punto de desaparecerlo. Es innegable e indispensable reactivar el sistema agropecuario de nuestro país, tarea que solo grupos multidisciplinarios y en dialogo abierto y permanente podrán buscar la forma de lograrlo.

Esta reforma de vida necesita de una reforma del pensamiento, que nos muestre la importancia de los prejuicios y los paradigmas que inconscientemente dirigen nuestras formas de conocimiento y comportamiento y nos hacen incapaces de comprender que los demás obedecen a otros preconceptos y otros paradigmas.

Tres pilares fundamentales para cimentar una sociedad próspera, solidaria, cohesionada, un Estado fuerte, representativo y garante de los intereses de los diversos sectores y que convoque a una ciudadanía participativa y proactiva, son la Ética Pública, la idoneidad- y la probidad, estas cualidades garantizan, a su vez la transparencia, la rendición de cuentas y son el filtro para detener los abusos del poder, la corrupción y el favorecimiento económico de una minoría. De manera tal, que se pueda cumplir con los requisitos de una democracia representativa y de una economía solidaria, eficiente y distributiva de la riqueza social. El modelo de desarrollo del Estado costarricense, desde la Segunda República, es una fuente para repensar el Estado y el rumbo de la Costa Rica, de los próximos 30 años.

Necesitamos afrontar la relación con los demás a través de la comprensión del prójimo, la humanización de las emociones y el respeto democrático.

Todos debemos buscar aquello que es importante y necesario para nosotros, todos debemos encontrar el camino de nuestra regeneración, una vuelta a las fuentes generadoras-creadoras.

Trabajemos para diagnosticar y transformar, trabajemos para relacionar y unir. Las reformas son solidarias; no son solo institucionales, económicas, políticas o sociales, son también mentales, y requieren una aptitud para concebir y abarcar los problemas globales y fundamentales, una aptitud que, a su vez, precisa de una reforma de la mente y la forma de pensar nuestras vidas. Pero la reforma de la mente depende de la reforma educativa y de la reforma del pensamiento, ambas son complementarias e indispensables.

En materia educativa es momento para reorientar el modelo, hacerlo más inclusivo, más participativo, las TICS nos han ofrecido herramientas tecnológicas que van a revolucionar la enseñanza y el aprendizaje, y es precisamente donde la juventud nos ha dado una clase de destreza y habilidad para acoplarse a estas nuevas herramientas, el reto es porqué no incluirlos en el diseño de las nuevas formas de implementar el proceso de enseñanza aprendizaje valiéndonos de las TICS.

Ante esta época de crisis provocada por la pandemia del COVID 19 es momento para replantearnos, hacer un alto en nuestras vidas, valorar lo que tenemos, mirarnos como humanos, preguntarnos qué queremos de nuestras vidas, en qué estamos dispuestos a cambiar, y lo más importante creo yo, que puedo hacer por el prójimo, sobre todo aquel que ha perdido las esperanzas de vivir la vida con dignidad humana, aquel necesitado de espiritualidad, de oportunidad, de valoración por lo que es, y no por lo que tiene o puede producir,  aquel que anda en la calle sin norte, aquella que enfrenta sobrevivir con una familia sin  oportunidades de trabajo o empleo, pero no solamente él o aquella que parece estar alejada de mí, muchas veces, ella o él están muy cerca o son parte de mi núcleo familiar.

Insto a que olvidemos nuestro ego disciplinar que no nos deja ver la realidad compleja que afrontamos, debemos pasar de las recetas que todo lo solucionan desde una disciplina; receta, donde mi disciplina es la más favorecida, y los o las otras, son las que deben implementar las sabias soluciones propuestas; debemos buscar el encuentro con el otro, a reconocernos en el otro u otra, a dialogar, a buscar puntos de convergencia que nos permita avanzar en la convivencia fundamentada en el amor por nuestro semejante, porque solo de esta manera podremos avanzar en una sana convivencia en donde lo que planifiquemos sea producto del aporte de cada uno de nosotros.

Finalmente, consideramos que el gobierno y quienes lo presiden realizan las acciones y medidas que humanitariamente, con meditación o alevosía, consideran más oportunas, más que criticar dichas propuestas, debemos realizar aportes o propuestas que mejoren dichas acciones, hay que pasar de la reacción a la acción propositiva. Ya no basta con denunciar, ahora es preciso enunciar, no es suficiente reconocer la crisis, la urgencia, también hay que saber por dónde empezar, el reto es ahora o nunca.

Aún tenemos tiempo para reconstruir y fortalecer aquellas prácticas ciudadanas, que soportan la institucionalidad y la praxis democrática, y que se fundamentan en la moral y la ética pública.

¿Se pueden prevenir los escenarios pandémicos?

María José Carpio Ulloa, geógrafa, escritora y activista feminista

A la especie humana nos corresponde vivir (porque a veces dudo que convivamos) con otros seres vivientes dentro de una misma superficie espacial y temporal. Sobre ese escenario se da un infinito número de interrelaciones las cuales están conectadas y permiten el funcionamiento “natural” del mundo que conocemos. Un mundo, que está en constante cambio y evolución, es dinámico, no existe un comportamiento lineal; un mundo que no es parte de un guion de teatro. Es decir, nos desarrollamos en un marco de incertidumbre, una novela con escenas históricas de la cual no conocemos el desenlace.

Todo sistema de relaciones, está sujeto al equilibrio y al desequilibrio, ese es el orden natural. En ese sentido sería muy peligroso afirmar que se puedan prevenir estos escenarios pandémicos, puesto que debemos recordar que los virus son una amplia familia, donde variedad de animales se convierten en portadores, dándoles la capacidad de trasmitirle el virus a personas. Hoy a nuestra generación le convoca el COVID 19, una pandemia la cual nos hace vivir en un escenario de incertidumbre económica, social, político, salubre, emocional entre otros. Hoy, la espacie humana es la gran vulnerable, una vulnerabilidad que es diversa recordándonos que somos; “humanos, demasiado humanos”.

Lo que creo, es que podemos pensar en medidas que se puedan tomar desde la base local, comunal y hasta la institucionalidad de los estados, es decir medidas a nivel multiescalar para “mitigar los efectos” y tratar de reducir las vulnerabilidades.  Se debe enfocar la mirada en atenuar los efectos de posibles pandemias y para ello, todas y todos debemos ser partícipes. Hay que borrar de nuestras mentes, que en ese juego solo participan algunas o algunos privilegiados que toman decisiones, al contrario, en el sistema de la vida, para poder mitigar los efectos, todas las personas debemos estar preparadas. Sin duda, la discusión se da para mucho más, hoy yo dejo estás palabras aquí, con la esperanza de que cuando volvamos a las calles el “chip” de agentes trasformadores en el mundo de la Gestión del Riesgo nos quede en la sangre, sabiendo que es en la colectividad como salimos adelante, conocemos y nos apropiamos de los diversos espacios.