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Etiqueta: migrantes

Cuando la crisis maquilla un proceso estructural

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Esta vez la reunión no fue en el propio Tapón del Darién. La parafernalia diplomática sucedió más bien en zona de frontera entre Costa Rica Y Panamá, justificada por la apertura de un centro aduanero y migratorio que respondiera a las necesidades fronterizas de ambos países.

Los presidentes de Costa Rica y Panamá inauguraron en una reciente reunión celebrada del lado costarricense, un Centro de Control Integrado de Migrantes, para la atención de los flujos en tránsito que aumentaron dramáticamente en 2023.

En lo que llevamos de 2024 cerca de 70.000 personas han cruzado la zona fronteriza entre Panamá y Colombia, constituyendo desde ya una expresión de un fenómeno sin vías de solucionarse.

Se estima que el paso por Costa Rica tenderá a duplicar las cifras alcanzadas el año anterior, en el que cerca de 450.000 personas cruzaron la frontera con Panamá, provenientes de ese otro paso peligroso.

Volviendo a la reunión presidencial para aperturar el centro mencionado, llamada la atención la continuación de un perfil afincado en los esquemas de seguridad (control y administración migratoria) como medida paliatoria. De nuevo el enfoque de los derechos humanos pareciera haber desaparecido.

Mientras se sigan maquillando bajo la “contención de la crisis”, las verdaderas causas estructurales que motivan la migración y el funcionamiento de industrias migratorias cuyas ganancias a costas de la corporalidad de las personas no haya sido realmente atendido, este tipo de respuestas estatales solamente aumentarán el drama y el riego para cientos de personas que se movilizan a nivel internacional, buscando mejores oportunidades para sus vidas.

Nosotros el pueblo

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Enfundados con banderas republicanas del candidato Donald Trump y bajo el lema “Recuperemos nuestra frontera”, un grupo de personas autodenominadas “El ejército de Dios” llegó en los últimos días a las inmediaciones de Río Bravo, fronterizo entre México y Estados Unidos, uno de los principales puntos de ingreso de personas migrantes provenientes de Centro y Sur América.

Autoconvovados bajo la idea de servir de muro de contención humana al ingreso de cientos de personas a su país (EEUU), llegaron a la zona fronteriza en caravanas identificadas con consignas religiosas, en defensa de la vida, las armas, el país y en contra de lo que consideran la amenaza migrante.

Dueños de un enfoque restrictivo, buscan posicionar desde ya las ideas antiinmigrantes impulsadas por Donald Trump de cara a las elecciones nacionales de noviembre próximo. Con este enfoque, se identifica una inmensa mayoría de votantes, a los cuales las ideas populistas de la amenaza migrante les han calado profundamente.

“El ejército de Dios”, como se hacen llamar, está listo para actuar de oficio “cazando” migrantes en la frontera y defender así su territorio de “gente mala”, concepto que han logrado socializar de forma amplia.

Se llaman así mismos “Nosotros el pueblo”, frase con que inicia la Constitución de Estados Unidos. Uno se pregunta entonces cual idea de pueblo es la que subyace tras estos esquemas excluyentes y discriminatorios.

Arrogarse el derecho de decidir quién entra a un país bajo conceptos racializados, habla de cuán distintantes estamos de construir sociedades inclusivas y solidarias. No quisiera pertenecer a ningún “nosotros” ni ningún pueblo con estas ideas despectivas.

Hay otras formas de construirnos como experiencia colectiva. Seamos ese otro pueblo incluyente y amplio. Seamos nosotros ese otro pueblo levantado desde la inclusión y la convivencia.

UCR: La organización como clave para el desarrollo de la población transfronteriza

Trabajo con mujeres en la comunidad de San José de Upala forma parte de las actividades del proyecto. Foto cortesía del proyecto: ED-3441.

En el Día Internacional del Migrante

Costa Rica es un país nutrido por múltiples poblaciones migrantes, desde tiempos antiguos hasta la actualidad.

De acuerdo con el Censo Nacional de Población y Vivienda de 2011, realizado por el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), la población extranjera residente en Costa Rica es el 10% de la población del país (385,899 personas). El 74.6% proviene de Nicaragua (287,766 personas), seguido por Colombia (4.3%), Estados Unidos de América (4.1%), Panamá (2.9%), El Salvador (2.4%), y la República Bolivariana de Venezuela (1%).

En el cantón de Upala, en la frontera norte de Costa Rica con Nicaragua, se ha configurado una población transfronteriza que se caracteriza por tener nexos culturales, sociales y económicos en territorios entre ambas naciones. Además, es uno de los 10 cantones con los índices de desarrollo humano más bajos del país, padece de muy poca presencia estatal y alta exclusión social, desregulación migratoria e informalidad. Es por eso que la Universidad de Costa Rica (UCR) desarrolla el proyecto de acción social ED-3441 «Fortalecimiento de espacios para la promoción, defensa y exigibilidad de derechos en Upala», con el objetivo de fortalecer procesos organizativos y construir ciudadanías sólidas. Así lo describe Eugenia Boza, coordinadora del proyecto.

El empoderamiento de los derechos es fundamental en la transformación social de las comunidades. Foto cortesía del proyecto: ED-3441

En otras palabras, el proyecto brinda herramientas para que las comunidades y organizaciones trabajen en identificar y satisfacer sus necesidades, desarrollar habilidades de organización e incidir en las instituciones para demandar atención estatal en las áreas que les competen, agregó Boza.

Desde el año 2019, las acciones del proyecto se han concentrado en el distrito de San José de Upala, especialmente en las comunidades de Los Ledezma, Valle Bonito y Pueblo Nuevo, donde se trabaja con los líderes y lideresas de grupos organizados, personas involucradas en procesos de trabajo con niños, niñas y jóvenes locales, así como mujeres promotoras contra la violencia. Aborda la capacitación y el acompañamiento en procesos organizativos en comunidades, promoción de derechos y el desarrollo de habilidades blandas, como comunicación asertiva, trabajo en equipo y resolución de conflictos, fundamentales para el fortalecimiento de la cohesión comunitaria.

Iniciativas Comunitarias

En la comunidad de San José de Upala, se han desarrollado procesos concretos como la fundación de una asociación de desarrollo local para, posteriormente, establecer una feria de agricultores en las áreas comunes para el intercambio de productos.

Estudiantes durante la preparación del espacio para realizar una dinámica de visualización. Foto cortesía del proyecto: ED-3441

Boza destaca cómo en Valle Bonito asesoraron en la conformación de una Asociación de Desarrollo y cómo sortearon un inconveniente legal ya que dependían administrativamente de la asociación de Cuatro Bocas. «El fin no es solo estabilizar legalmente las organizaciones sino tener elementos, herramientas y habilidades para reconocer sus necesidades, priorizar aquello que les toca atender; determinar qué le toca a las instituciones del estado y cómo se puede atender esa situación para que justamente este proceso de promoción, defensa y exigibilidad de derechos no sea realizado por la Universidad de Costa Rica, sino como universidad brindar herramientas para que sea la gente la que lo haga», concluyó Boza.

Por su parte, Inés Estrella Wilson de nacionalidad nicaragüense, dirigente comunal de Valle Bonito de San José de Upala, asegura que el proyecto en el que ha participado durante cinco años, le ha brindado una serie de herramientas tanto personales, como la comunicación asertiva y gestión emocional; como colectivas, como liderazgo, empoderamiento de los derechos, elaboración de documentos, trámites y roles para cada persona dentro de una organización.

Las mujeres son una de las poblaciones en las que el proyecto se enfoca para contribuir con el mejoramiento social de las comunidades. Foto cortesía del proyecto: ED-3441

Alianzas

Además se trabaja en conjunto con otros proyectos de la UCR como por ejemplo el TC-607 Comer Orgánico  en el que el estudiante de Derecho Tomas Pereira fue vital para gestionar el recurso de amparo que solicitó la reparación de la Escuela de Los Ledezma y el TC-666 Dialogando el presente: recuperando la memoria histórica de las organizaciones políticas subalternas  cuyos estudiantes apoyan en las actividades para niños y niñas.

Fuera de la Universidad se han realizado acciones con organizaciones como Senderos, y la Red de Mujeres contra la Violencia, que está integrada por mujeres que se capacitan en el centro de Upala y se forman como voceras contra la violencia y posteriormente van a las localidades a desarrollar nuevas actividades.

Actividades artísticas con niños y niñas de la comunidad. Foto cortesía del proyecto: ED-3441

Para Boza el papel esencial del proyecto es ser un puente entre las comunidades y las instituciones, asegurando la presencia y participación de aquellas entidades que deben tener una presencia activa en Upala.
En ese sentido, Wilson destaca el factor movilizador que trajeron los conocimientos y nexos compartidos en el proyecto: “El proyecto ha logrado transformar mi comunidad porque somos más unidos, participamos más en el empoderamiento de las mujeres, en visualizar una nueva comunidad en la valoración de nuestras costumbres y raíces” concluyó.

Antecedentes

  • El proyecto inició en el año 2016 como respuesta a la afectación dejada por el paso del Huracán Otto en la zona norte. 
  • En 2018, el estallido social en Nicaragua aumentó los flujos migratorios, afectando directamente a Upala y ejerciendo presión sobre las condiciones de esa población transfronteriza. 
  • En 2019, el trabajo del proyecto se concentró en 3 comunidades de San José de Upala: Los Ledezma, Valle Bonito y Pueblo Nuevo.
  • La pandemia puso énfasis en el cuidado de los lazos, así como en el monitoreo de necesidades y la activación de medidas para garantizar la seguridad alimentaria.

Protesta por muerte de mujer indígena miskita quien no fue atendida “por no tener papeles”

SURCOS comparte la siguiente convocatoria:

Te invitamos a unirte a la concentración para exigir justicia por la muerte de Carmelita Julio Peachy, mujer indígena miskita que murió porque en el Hospital de Limón Dr. Tony Facio le negaron el acceso a la salud.

Fecha: miércoles 06 de diciembre 2023.

Hora: 02:00PM.

Lugar: Frente a la Asamblea Legislativa de Costa Rica.

A ella se le negó la atención pese a que iba “chineada” y sin poder moverse por sí sola, todo por no tener papeles migratorios ni seguro. ¿Es justo eso?

Demandemos a las autoridades de la DGME ser más beligerantes con la entrega de documentos ID tomando en cuenta todas las necesidades a las cuales se enfrentan la población migrante al no contar con un documento que le permita reintegrarse a la sociedad civil costarricense.

Instemos al Estado de Costa Rica a definir políticas más humanistas con la población migrante.

Brindan acompañamiento productivo a migrantes nicaragüenses

Alrededor de 23 familias migrantes nicaragüenses habitan el asentamiento campesino Las Melinas, ubicado en Upala.

Por: Johnny Núñez Zúñiga
Periodista
Oficina de Comunicación-UNA

Mejorar la condición socioeconómica de familias migrantes nicaragüenses es el propósito del acompañamiento que brinda la Sección Huetar Norte y Caribe, Campus Sarapiquí de la Universidad Nacional (UNA), junto con la fundación Centro de Derechos Sociales del Inmigrante (Cenderos) y la Municipalidad de Upala, en un asentamiento campesino, ubicado en el sector de Las Melinas de Upala Zona Norte de Costa Rica.

Desde hace más de dos años el Campus Sarapiquí realiza una labor de extensión con el apoyo de diferentes escuelas de la UNA, entre ellas, Ciencias Agrarias, brindando asesoría técnica en la implementación de sistemas agro-productivos a 23 familias migrantes nicaragüenses, las cuales perdieron sus tierras y debieron abandonar su patria por ser opositores al régimen de Daniel Ortega.

Francisca Ramírez, responsable nicaragüense del asentamiento, agradeció al país por abrirles las puertas, así como resguardar sus vidas, ya que la mayoría son campesinos desplazados a la fuerza por la crisis política que se vive en Nicaragua. “Al ser familias campesinas decidimos juntarnos y trabajar de forma colectiva labrando los terrenos y criando animales de granja, con lo que aportamos un granito de arena a la economía y fortalecimiento de esta región de Upala”, precisó Ramírez.

Destacó que reciben y le brindan techo y alimentación a todo aquel migrante que huya del régimen, donde algunos deciden quedarse y otros marcharse a otras regiones del país o bien anhelar el sueño de continuar hacia los Estados Unidos. Cabe destacar que el terreno que habitan dichos migrantes es una finca rentada.

Jairo López, migrante nicaragüense que habita en el asentamiento, manifestó que llegó a esta región en marzo de 2019 en busca de ganarse el sustento para sus familias. “Quiero señalar que desde el principio la UNA nos ha motivado a echar para adelante y al ver nuestras carencias nos tendió la mano con programas agroecológicos, así como la debida asesoría técnica en el tema bovino, lo cual nos ayuda a sostener este proyecto agrario”, subrayó López.

UNA en el territorio

Sonia Montero, académica del Campus Sarapiquí de la UNA, acotó que a estas familias se les apoya con asesoría técnica de la Escuela de Ciencias Agrarias y de la Finca Experimental Santa Lucía en el manejo del bovino, donde ya cuentan con 100 cabezas de ganado, una granja de gallinas ponedoras y varios cerdos. “Los apoyamos con la vacunación a los animales, control del alimento, poner aretes a las vacas, elaboración de silos. Además del cultivo de árboles frutales y la producción de queso, leche y natilla”, puntualizó Montero.

Martín Parada, vicerrector de Extensión de la UNA, indicó que la alianza estratégica con la fundación Cenderos y Universidad Nacional con el proyecto de modelos de desarrollo territorial, vinculados y articulados con el Campus Sarapiquí de la UNA, garantiza que los productos del asentamiento se comercialicen en la feria del agricultor de los viernes y sábados en Upala, lo cual, en conjunto con el respaldo de la alcaldesa de dicho cantón, ha permitido que estas familias cuenten con ingresos sostenibles de autosuficiencia.

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

La emigración es parte de la Nación cubana

Mag. José A. Amesty Rivera

“(…) a la Comunidad hay que respetarla.
La Comunidad existe.
La Comunidad es una fuerza.
y a la Comunidad se le toma en cuenta”.

Fidel Castro Ruz.

Durante los días 18 y 19 de noviembre de este año 2023, se celebrará en la Habana, Cuba, el IV Encuentro La Nación y la Emigracion. Esta jornada de la conferencia estaba prevista para realizarse en 2020, pero debió posponerse debido a la compleja situación sanitaria creada en el mundo a raíz de la pandemia de COVID-19. Los Encuentros anteriores se han realizado en 1994, 1995 y 2004.

Aunque antes de estas fechas, hay por parte de Fidel Castro Ruz, organizaciones y movimientos, acciones y encuentros, para abordar la temática.

Este IV Encuentro es una expresión del carácter irrefutable de continuar profundizando las relaciones con sus nacionales cubanos/as en el exterior.

En este sentido, creemos y vemos el apoyo desinteresado y permanente de los cubanos/as residentes en el exterior, quienes en los momentos más críticos enviaron y siguen enviando a su Patria, insumos de todo tipo, sorteando los innumerables obstáculos que representa la política de bloqueo. Siendo este apoyo, un proceso continuo e inquebrantable de acercamiento entre Cuba y la comunidad cubana en el exterior.

Porque como ya lo dijera el comandante en Jefe de la Revolución cubana, Fidel Castro: a la Comunidad hay que respetarla. La Comunidad existe. La Comunidad es una fuerza y a la Comunidad se le toma en cuenta. Porque hoy, como lo fue en el pasado, continúa siendo relevante la participación de todos los cubanos/as para preservar la Patria de aquellos/as que pretenden negarle su derecho a existir como Nación soberana.

En definitiva, sin importar donde se encuentren, y que también dificulta los vínculos entre las familias, continuará el acercamiento natural e inevitable de Cuba con sus nacionales en el exterior, por voluntad de nuestro pueblo, en ejercicio de su libre determinación.

El desarrollo de las relaciones de los nacionales cubanos/as con los residentes en el exterior, estimulan una mayor participación de estos en los procesos de desarrollo cultural y socio-económico que tienen lugar en el país. Por esto es que este Encuentro seguirá siendo un espacio propicio para debatir y trabajar juntos por la independencia, la justicia social plena y el bienestar de la Patria cubana.

Es significativo como Cuba luego de 60 años de bloqueo, desee propiciar estas iniciativas de Encuentros con sus migrantes. Desde nuestra posición desde afuera, es loable esta perspectiva, ya que muestra por donde debe ir una Revolución Socialista.

Antes de considerar otros aspectos de la emigración cubana, deseamos dejar explícitos algunos elementos importantes, algunos de discusión amplia y otros reiterativos en el mismo debate, en este problema migratorio.

  1. Cuba es un país viable, a pesar del bloqueo, es un país que ha tenido éxitos en sectores como la educación, la salud, el deporte, en el campo de las investigaciones y en las transformaciones sociales.
  2. En Cuba no existe crisis social, ni política. Es un país en transformación y ha tenido la valentía de no frenar este proceso a pesar de la situación económica. Ninguna de las medidas que ha llegado a implementar es producto de la improvisación.
  3. En medio de todo este proceso, hay un espacio importante y activo de presencia de la emigración cubana.
  4. Se han producido avances sustanciales en la política migratoria del país hacia los cubanos/as emigrados y aquellos/as que deciden residir temporalmente en el exterior.
  5. En este sentido, el IV Evento, es un espacio para celebrar lo que une a los cubanos, de adentro y de fuera, reconocer los logros alcanzados a favor de la normalización de esas relaciones y el estrechamiento de los vínculos con la emigración. Así como, resaltar el compromiso de los cubanos/as y sus aportes a la Patria cubana desde posiciones de respeto y hermandad.

Ahora, lo que, si es cierto y en otro orden de ideas, es que «la estrategia histórica de la Revolución cubana ha sido, desde antes del triunfo, ganarse a los adversarios. No despreciar moralmente al enemigo, ni juzgarlo cobarde. Así que “muchos soldados de Batista son hoy militantes de nuestro Partido”, “trabajadores de vanguardia, trabajadores distinguidos”. La Revolución consiste en un proceso de transformación de los seres humanos, a partir de sus virtudes y capacidades morales, desde las cuales “puede transformarse en un revolucionario”, así lo enfatiza el sociólogo y politólogo Rafael Hernández, en su artículo: Nación y Emigración: Las orillas del diálogo.

A su vez, Hernández, muestra una especie de avances y logros, así como elementos que unen a los nacionales y los emigrados, por ejemplo, él dice: «Cuando enseño historia de la Revolución, el problema a resolver no son los “libros prohibidos” de autores emigrados; digamos, Jorge Domínguez, Emilio Cueto, Uva de Aragón, Carmelo Mesa-Lago, Ada Ferrer, Alejandro de la Fuente, Jorge Duany, Lisandro Pérez, Guillermo Grenier, Alan West-Duran, Iraida López, Ruth Behar, Miren Uriarte, Alejandro Portes, Roberto González Echeverría, para mencionar solo a algunos vivos, entre muchos. A pesar de que la mayoría no comparte la ideología del socialismo cubano, son conocidos, citados, comentados, usados en clases, y casi todos publicados aquí» en Cuba.

También señala que, hay «Nuevas regulaciones que flexibilizan la renovación del pasaporte, cambios aduanales para facilitar envíos e importaciones de medicinas y alimentos, encuentros de algunos empresarios con autoridades en la isla, y muy especialmente, conversaciones a nivel del presidente y empresarios emigrados acerca del (llevado y traído) espacio real para invertir en Cuba. El insólito evento, en Miami, con participación de numerosos empresarios privados de aquí y otros de allá es el último hecho notorio», entre muchos otros avances.

Para finalmente, Hernández, rematar con esperanza: «La reconciliación entre las familias, y el acuerdo de nuestros desacuerdos, así como los diálogos en los campos de la cultura, la academia, la ciencia, la fe, encierran lecciones que deberíamos compartir, para no tropezar de nuevo con las mismas piedras».

Por otro lado, el mismo autor en su artículo: Cuba: Los números de la migración, indica: «Según fuentes oficiales de EEUU, en el Año Fiscal 2022 (octubre 2021-julio de 2022) han entrado 177.800 cubanos a EEUU; solo en julio, 20.000. Como se sabe, por el Mariel se fueron 125.000 personas en poco más de 5 meses. Grosso modo, 25.000 al mes (aunque la mayoría se concentró en los primeros dos meses). Si en los 10 meses transcurridos del año fiscal 2022, se hubieran ido al ritmo del Mariel, habrían entrado ya en EEUU 250.000 cubanos».

A su vez, «entre agosto de 2017 y agosto de 2022 deberían haber salido de Cuba y entrado de manera documentada y ordenada, sin correr ningún riesgo ni gastarse una fortuna, 100.000 cubanos (si no se hubiera interrumpido unilateralmente la aplicación del acuerdo migratorio existente desde hace 27 años)».

Y Hernández, hace una consideración muy importante: «Los que salen ahora, no. Es decir, no están en una situación de exilio, ni de emigración sin retorno, sino de entra-y-sale. Aunque no volvieran, no se han ido para siempre», comparado con la emigración del Mariel en 1980.

En esta temática tan importante, deseamos reseñar finalmente, lo que informa el investigador Jesús Arboleya, en su artículo, Cuba: economía y emigración, al plantear y darnos otra perspectiva.

Datos

  1. Desde el triunfo de la Revolución, uno de los objetivos de la política norteamericana fue drenar a Cuba de la fuerza de trabajo calificada que requería el buen funcionamiento de la economía. Decenas de miles de profesionales y técnicos emigraron, en buena medida, alentados por las ventajas excepcionales que les ofrecía esta política, lo que obligó a un esfuerzo educacional monumental para suplirlos.
  2. Eliminar el embargo representaría alrededor de mil millones de dólares al año para la economía del sur de la Florida, junto con 40 mil nuevos empleos.
  3. Por otro lado, es innegable que los emigrados contribuyen de diversas maneras a la economía cubana y pudieran hacerlo mucho más si se crean las condiciones adecuadas para ello.

Contribuciones:

  1. En primer lugar, como ocurre en muchos países emisores de migrantes, lo hacen mediante las remesas. La mayoría de los estimados coinciden en que Cuba recibe unos 3 000 millones de dólares anuales por este concepto, el 68 por ciento procedente de EEUU. Aunque el cálculo de las remesas y su impacto real en la economía siempre es engañoso por la forma en que circula este dinero, no caben dudas de que constituye un ingreso importante de capital fresco, una parte del cual va destinado a la inversión en los negocios privados que se desarrollan en el país.
  2. A las remesas en efectivo, habría que agregar las que llegan al país en calidad de envíos de mercancías, calculado en otros tres mil millones de dólares anuales, los cuales también sirven en ocasiones para el desarrollo de negocios particulares.
  3. Otro aporte relevante de los emigrados a la economía cubana es el que se realiza por medio del turismo y las visitas familiares. Según datos del gobierno cubano, en lo que abarca el último quinquenio, más de un millón de emigrados han realizado 4,6 millones de visitas al país.
  4. El aporte de los emigrados también se concreta muchas veces en el pago de las comunicaciones de personas residentes en Cuba y en el financiamiento de sus visitas al exterior, que en el último quinquenio superó los cuatro millones de viajes, a pesar de que EEUU prácticamente redujo a cero esta posibilidad desde 2017, con la excusa de los cuestionados ataques sónicos a sus funcionarios.
  5. Es cierto que las remesas, los viajes y otras formas de contacto de los emigrados con Cuba no pueden ser entendidos como una muestra fehaciente de apoyo al gobierno cubano, pero sí reflejan necesidades e intereses cuya solución pasa por una mejor convivencia entre los dos países. En esto radica el punto de demarcación de las posiciones respecto a Cuba, en el seno de la emigración cubana.

Finalmente, deseamos recalcar el arrojo, la valentía de Cuba, al discutir y debatir este tema, que les atañe tanto, así como ver a las/os migrantes no como enemigos/as, sino como parte de su Nación, sujetos de tomar en cuenta.

El espejo empañado

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Durante algunos segundos su mano luce extendida hacia el público. El silencio es profundo, tal vez ocasionado por esas interrogaciones que cada uno, cada una nos hacemos sobre nuestras interacciones con los otros, las otras: ¿cuándo he emitido un comentario racista? ¿me he reído de un chiste que denigra al extranjero? ¿me he burlado por su acento, su forma de vestir, sus costumbres?

Es una escena culmen. Durante minutos, María ha interpelado a las caras de los que la ven, pidiendo perdón por su pobreza, por la comida originaria, por la cultura letrada y adelantada de Rubén Dario o por la voz disidente, fuerte y clara de Gioconda Belli. Ha pedido perdón por ser mujer, por las mujeres de su linaje, por su hija ahogada intentando cruzar el Río San Juan, por venir a este país cada vez que siente hambre.

Luego de esa interpelación, extiende la mano, en un acto de fe (y amor) con ese otro al que ha reflejado duramente en su xenofobia, su racismo, su clasismo. En su lugar, una jauría de perros rabiosos se le lanza hasta dejarla inhabilitada. Su error: ser migrante y desafiar la hegemonía cultural vallecentralina.

Si. Son los discursos de odio, los chistes, la burla, los intentos de agresión proferidos a una temerosa comunidad nicaragüense atrincherada una mañana de agosto de 2018 en su emblemático parque de La Merced. ¿He dicho alguna vez las dos palabras mágicas con las que un núcleo duro de costarricenses-promedio acostumbra a llamar a los vecinos del norte?

Entonces la reflexión, entonces el silencio. Porque a lo mejor si lo he dicho alguna vez. Y me recrimino en silencio. ¿Usted no?

Durante casi un cuarto de siglo el independiente grupo Teatro La Polea se ha encargado de colocar un espejo grande en el centro del cuarto del ego vallecentralino, blanco, xenofóbico de ese costarricense promedio. Lo hizo primero de la mano, el cuerpo y la voz del recordado actor César Meléndez.

Con César hace muchos años tuve la oportunidad de coincidir en un foro organizado por la Escuela de Estudios Generales de la Universidad de Costa Rica, luego de una de sus presentaciones. Allí con toda su carga emotiva y sensible a cuestas, nos contaría de la enorme cantidad de cartas y documentos que la comunidad nicaragüense le había hecho llegar entonces contándole sus peripecias y lo experimentado en un país moralmente igualitario, pero socialmente esquizoide y grosero con ciertos extranjeros. No con todos. Con algunos: los pobres y de piel oscura. Nos contaría los cientos de historias que había escuchado en comunidades donde se le acercaban de forma silenciosa personas migrantes para darle las gracias. Y darle su vida para que la contara en el escenario. Cientos. Miles.

Acompañando a César en sus presentaciones por casi 15 años, se desplazaba detrás de escena la figura de una mujer investida en un traje de trabajo para tramoya.

Era Cristina Bruno. O, mejor dicho: María. María Espinoza.

Luego de la trascendencia de su compañero de vida a otros planos, Cristina asumió para si el viaje que él había iniciado al finalizar la tormentosa década de los años noventa para la comunidad migrante nicaragüense en Costa Rica. Retrabajó el texto y le incorporó una mirada interseccional: mujer, pobre, trabajadora, migrante, madre, hija.

Entre ambos se han encargado de darle brillo a ese espejo que han colocado en el centro del cuarto del ego blanco, vallecentralino y clasista que era la Costa Rica de entonces y la de ahora. Ese ego que hizo que un conpiscuo demógrafo de este país me dijera luego de haber visto la obra interpretada por César: “es para la gradería de sol”. Desde entonces supe a quien no quería parecerme en mi vida académica, pero sobre todo personal.

La tarde del 2 de noviembre en una función organizada por el Proyecto Representaciones sociales, migración nicaragüense, discursos y prácticas de igualdad en Costa Rica, del Instituto de Estudios de la Mujer (IEM) de la Universidad Nacional, Cristina, María, volvieron a poner el espejo de cara al público. Lo que vimos ese día a juzgar por el silencio profundo, era una imagen empañada de lo que seguimos siendo como colectivo. De allí la pertinencia de que esta pieza teatral y de incidencia social se sostenga por otros 25 años, dada la sociedad tan violenta y discriminatoria en la que nos hemos convertido. Hace unas cuantas columnas recordábamos los incidentes en los estadios del país. Los ejemplos cotidianos sobran.

Es verdad que la razón solidaria existe. Que no son todos ni todas los que forman ese ejército enardecido de perros xenofóbicos. Debemos rescatar su ADN y amplificar sus acciones de acompañamiento, entonces. Quedarnos con su trabajo y objetivos. Su esencia y humanidad.

Mientras eso sucede, agradezcamos la independencia de pensamiento, palabra, obra y puesta en escena del Teatro La Polea, en un país cuyas políticas culturales naufragan desde hace bastante tiempo.

Acerquémonos a ese espejo empañado. Limpiemos su humedad. Tal vez en el fondo de la imagen, haya una actitud digna de rescatar para seguir construyéndonos en una mejor sociedad.

La integración suspendida

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Intercambiaba con mi buen amigo hondureño, el escritor Fabricio Estrada, sobre las irracionalidades de las élites de nuestros países. En un sin sentido palaciego, casi que, de apostilla, las diplomacias migratorias de Costa Rica y Honduras decidieron poner obstáculos a la movilidad entre ambos países.

En una medida desesperada para, supuestamente detener la escalada de violencia en Costa Rica atribuida en forma mayoritaria al funcionamiento de grupos criminales organizados, el gobierno costarricense adujo que buena parte de estos grupos contaban con ciudadanos hondureños en sus filas y por tal razón había que limitar su entrada.

Bajo esa premisa, y argumentando razones de seguridad nacional, impuso restricciones y condiciones para el ingreso y permanencia de personas provenientes de aquel país. Entre las solicitudes, se encuentran la visa consular y aportar un comprobante de medios económicos, que garanticen la subsistencia en el país.

En correspondencia recíproca, el gobierno hondureño también prefijó varios criterios que deberán cumplir los costarricenses para entrar en aquel país. Entre estos una certificación médica y una constancia de Interpol.

La relación entre seguridad y movilidad humana explica una tensión a escala global no resuelta aún, desde que se instaló como premisa de gestión migratoria luego de setiembre 11 de 2001 y se intensificó en la época de la pandemia.

En la región resulta recurrente la aplicación de ese esquema, que a todas luces suspende la premisa de la integración regional y la supedita a los entuertos y reacciones temperamentales de los actores y sectores que toman decisiones a los más altos niveles.

Al tiempo que esta reacción visceral ocurre y varias formas de movilidad quedan supeditadas entre ambos países, el corredor del tránsito para las migraciones venezolanas sigue produciéndose en Costa Rica, aún con sospechas de muchas acciones irregulares en el ámbito gubernamental que deberán ser aclaradas en el corto plazo.

La época de los chivos expiatorios está lejos de desaparecer. Hoy son los hondureños. Ayer los nicaragüenses, hace un siglo los armenios y gitanos. Convendría entonces repensar las categorías con las que nos imaginamos en el concierto global de los derechos humanos. Tenemos mucho que aprender todavía, como enunciar las causas estructurales del fenómeno de la violencia e identificar a sus reales actores causantes responsables, por ejemplo.

Imagen ilustrativa.

TOSHKUA

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

En lengua Pesh, hablada por las comunidades indígenas de Honduras, el sentido de esta palabra es devastador y absoluto para una región cuyas rupturas a todo nivel son continuas.

Significa “desaparecer” y en la realidad centroamericana actual adquiere una connotación aún más pertinente. Con ese nombre, ese significado, el Director Ludovik Bonleux realizó un documental de 80 minutos (2022) en el que cruza dos historias: la búsqueda incesante de Marco Antonio, el hijo de Doña Mary. Ella es una de las madres de la Caravana de familiares de migrantes centroamericanos desparecidos, que con más de 15 años de accionar, buscan a sus hijos e hijas en su tránsito por México, un territorio que al decir de Oscar Martínez, lo caminan y resisten los “migrantes que no importan” y el viaje de Francisco hacia el centro de la Mosquitia hondureña, motivado por la ida de sus hijos hacia Estados Unidos y también por la amenaza del extractivismo neoliberal que ha dispuesto arrasarlo todo, desde los lugares naturales sagrados para las comunidades originarias, hasta los cuerpos de los desahuciados.

En un momento del documental se observa una de las madres sostener un cartel con la pregunta ¿ Dónde están?. Las cifras no valen de mucho si de lo que hablamos es de personas con historias truncadas, biografías que un día desaparecieron sin dejar rastro y fueron disueltas (literalmente) por el poder de los Estados involucrados y la acción de actores de la industria migratoria, que ven en sus cuerpos una forma de obtener ganancias, como el narcotráfico y la venta de armas.

Algunas estimaciones, creo bastante conservadoras, hablan de 7.000 personas migrantes centroamericanas desparecidas al año. El número es conservador porque en la clandestinidad de las estrategias de movilidad, son mucho más las personas que salen un día sí y otro también a buscar “la vida en otra parte” como ha dicho con tino el filósofo costarricense Alexander Jiménez.

Al mismo tiempo que son escritas estas notas, se conoce del lucrativo negocio que significa para grupos criminales, el cruce irregular por fronteras al norte de la región, que producen ganancias de más 12.000 millones de dólares al año.

Quien no paga, no existe.

Quien no paga, desaparece.

Fuimos invitados a un Foro sobre este documental, organizado en el marco del Festival de Cine Colombia Migrante, desarrollado en San José, Costa Rica, en los primeros días de octubre. Su objetivo principal es visibilizar, difundir, apoyar y construir un espacio de memoria desde producciones cinematográficas y audiovisuales, que narran la complejidad de los fenómenos de la migración de las y los colombianos(as) al interior de su territorio y al exterior.

En la actividad y a la pregunta sobre la gestión gubernamental de los recientes procesos migratorios experimentados por Costa Rica, mi respuesta fue poco alentadora. No sólo los enfoques prevalecientes siguen abordando el tema desde la seguridad y la criminalización, sino que también las actitudes de quiénes toman decisiones al más alto nivel, están llenas de prejuicios y percepciones discriminatorias.

Convendría tratar de incidir en esos niveles de toma de decisiones, para buscar su mejor comprensión sobre el tema y el cambio en el paradigma de la gestión migratoria, hacia un definitivo reconocimiento de los derechos humanos de personas en contextos de movilidad.