Cuando la crisis maquilla un proceso estructural

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Esta vez la reunión no fue en el propio Tapón del Darién. La parafernalia diplomática sucedió más bien en zona de frontera entre Costa Rica Y Panamá, justificada por la apertura de un centro aduanero y migratorio que respondiera a las necesidades fronterizas de ambos países.

Los presidentes de Costa Rica y Panamá inauguraron en una reciente reunión celebrada del lado costarricense, un Centro de Control Integrado de Migrantes, para la atención de los flujos en tránsito que aumentaron dramáticamente en 2023.

En lo que llevamos de 2024 cerca de 70.000 personas han cruzado la zona fronteriza entre Panamá y Colombia, constituyendo desde ya una expresión de un fenómeno sin vías de solucionarse.

Se estima que el paso por Costa Rica tenderá a duplicar las cifras alcanzadas el año anterior, en el que cerca de 450.000 personas cruzaron la frontera con Panamá, provenientes de ese otro paso peligroso.

Volviendo a la reunión presidencial para aperturar el centro mencionado, llamada la atención la continuación de un perfil afincado en los esquemas de seguridad (control y administración migratoria) como medida paliatoria. De nuevo el enfoque de los derechos humanos pareciera haber desaparecido.

Mientras se sigan maquillando bajo la “contención de la crisis”, las verdaderas causas estructurales que motivan la migración y el funcionamiento de industrias migratorias cuyas ganancias a costas de la corporalidad de las personas no haya sido realmente atendido, este tipo de respuestas estatales solamente aumentarán el drama y el riego para cientos de personas que se movilizan a nivel internacional, buscando mejores oportunidades para sus vidas.