Así no presidente Chaves

Alberto Salom Echeverría

La juventud ya no pide. Exige que se le reconozca el derecho a exteriorizar ese pensamiento propio en los cuerpos universitarios por medio de sus representantes. Está cansada de soportar a los tiranos. Si ha sido capaz de realizar una revolución en las conciencias, no puede desconocérsele la capacidad de intervenir en el gobierno de su propia casa.

Manifiesto liminar, 21 de junio de 1918.

En los anales de la historia reciente de las universidades costarricenses, desde la fundación de la Universidad de Costa Rica, que abrió sus puertas oficialmente el 7 de marzo de 1941, son una minoría los mandatarios que se han dirigido a los estudiantes universitarios y a las máximas autoridades con la chabacanería, la altanería, la prepotencia y el autoritarismo con que lo viene haciendo el actual presidente de la República, Rodrigo Chaves.

En el año de 1970, en el mes de abril, todavía bajo la presidencia de José Joaquín Trejos, se reprimió a los estudiantes universitarios que se manifestaron contra el contrato de ALCOA; además, muchos fueron encarcelados. Más recientemente, en la presidencia de Miguel Ángel Rodríguez, se intentó acallar la protesta estudiantil contra el llamado “Combo del ICE”.

En otra ocasión, el presidente José Figueres, en su último mandato, se había propasado, es cierto, propinándole una cachetada al estudiante Pablo Azofeifa, hijo del poeta y erudito don Isaac Felipe Azofeifa, considerando que el joven estudiante le había faltado el respeto. El presidente Figueres inmediatamente, convocó a don Isaac Felipe a casa presidencial, por quien sentía estima personal, a modo de disculpa. A mi modo de ver le faltó disculparse con el estudiante abofeteado.

En ninguna ocasión, en la que representantes de los poderes públicos han atropellado la dignidad del movimiento estudiantil, su derecho a expresarse, la majestad de las instituciones públicas de educación superior, o la autonomía universitaria y su integridad democrática, han concluido bien. ALCOA terminó siendo un fraude, puesto que la “Aluminium Company of America”, abjuró del contrato que había sido aprobado en la Asamblea Legislativa y se marchó del país con más pena que gloria. El proyecto de ley número 13.873 denominado “Combo del ICE”, debió ser retirado por el poder ejecutivo de la corriente legislativa, y en su lugar tuvo a bien abrir un espacio de interlocución entre los sectores populares y el movimiento de los estudiantes con la clase gobernante. El proyecto de ley que procuraba la apertura del ICE de par en par, favorecido por las corrientes neoliberales, fue detenido “in situ”.

Don Pepe, con la cachetada al estudiante, propició más bien el afianzamiento de la independencia del movimiento estudiantil y de la institucionalidad universitaria, así como el derecho a dialogar con los representantes de los poderes públicos, tal como lo manda la Constitución desde 1949.

Ahora, el presidente Chaves pretende desoír la historia. Con más sorna que prudencia, con más prepotencia y autoritarismo que amor al diálogo, con más altanería que humildad, pretende reeditar un camino que muy pocos gobernantes han osado recorrer y a los que recurrentemente la historia, tanto nuestra historia nacional como la latinoamericana y sus hechos, les han dicho que “Así no es…”, ni por la forma, ni por el fondo. Quien ha osado seguir ese camino invariablemente ha errado. “Así no presidente Chaves”.

En lo concerniente a la historia latinoamericana, ella también ha sido conteste y auspiciosa en ejemplos que no han hecho sino afianzar, si bien con dolores de parto el progreso humano. El más representativo de estos ejemplos es de seguro, el que se produjo en Córdoba, Argentina, entre los meses de marzo y octubre de 1918, más precisamente en la simbólica fecha del 15 de junio de 1918: me refiero claro está al “Manifiesto liminar de Córdoba”, de la Federación Universitaria de Córdoba, que fuera redactado por el inextinguible estudiante de derecho, Deodoro Roca, también conocido más recientemente como ”El revolucionario del otro Cordobazo”; ya que el “primer Cordobazo” fue la insurrección popular obrera, ocurrida también en Córdoba, Argentina entre el 29 y 30 de mayo de 1969, contra la dictadura de Onganía, por haber impuesto un congelamiento de salarios.

Roca redactó indisolublemente el “Manifiesto Liminar” sellando el destino de la universidad latinoamericana con el de los trabajadores del campo y la ciudad, los sempiternos postergados de todos los gobiernos conservadores y de derechas; la argamasa precisamente de ambas columnas vertebrales, la de los obreros y campesinos de una parte y la del movimiento estudiantil por la otra, nos la dio el dirigente estudiantil en la siguiente frase que hemos entresacado de entre todas las maravillas escritas por Roca: “Volvemos hacia la contemplación de la propia tierra, y hacia la de nuestros hermanos: ‘adentrarnos’ en nosotros mismos y encontrar los hilos que nos atan a nuestro universo en las fuerzas que nos circundan y que nos llevan a amar a nuestro hermano, a labrar nuestro campo, a cuidar nuestro huerto, a dar de nosotros todo lo que los demás piden…” (Cfr. Roca D, “La Nueva Generación Americana” -Discurso pronunciado en la clausura del primer Congreso de la FUA en Córdoba, el 31 de julio de 1918-, en “El Drama Social de la Universidad”.pag.25).

Hombres y mujeres latinoamericanos de la estirpe de Deodoro Roca, sentaron las bases de la reforma universitaria, que aún se encuentran vigentes. Todos principios imprescriptibles. Estas fueron: la autonomía universitaria; el cogobierno entre estudiantes y profesores, por medio del que se le otorgó para siempre en el gobierno de la universidad pública latinoamericana, un porcentaje significativo de poder en la toma de las decisiones a la representación estudiantil; la extensión universitaria; la periodicidad de las cátedras y los concursos de oposición. En pocas palabras se trató de luchar por una mejor educación para todos. Este fue un movimiento nacido justamente contra las prácticas autoritarias y dogmáticas, tanto por parte de quienes dirigían las universidades, como frente a la intromisión de la política dentro de las instituciones de educación superior.

Por todo lo expresado, cuando un presidente como Rodrigo Chaves, se lanza una y otra vez, obcecadamente contra las autoridades de las cinco universidades públicas, y en pos de vilipendiar a los dirigentes estudiantiles con irrepetibles e insensatas palabras, no hace más que hundirse en el fangal de todo lo mediocre y atrasado que hayan tenido las élites gobernantes costarricenses y latinoamericanas. Chaves es incapaz de darse cuenta de que ahí tiene todo el terreno para dialogar, y encontrar respuestas ante las diferencias de criterio, en lugar de anquilosarse en su propio desatino. Pero, el mandatario se muestra indolente para reconocer a su real y auténtico interlocutor, a través del cual se puede inducir una reforma verdaderamente democrática, precisamente con los sujetos de las universidades públicas. En su lugar, deplorando a los estudiantes de estos centros de enseñanza prefiere allanar el camino a la contrarreforma cultural y educativa que solamente dará pábulo, alimento, a las élites privatizadoras y autoritarias. Más fácil, pensará con mediocridad chaves, es gobernar sin movimiento estudiantil en los centros públicos de educación superior y sin autoridades críticas y pensantes. “Así no presidente Chaves”. Allá usted con su destino, si continúa jugando a perder.

 

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