Brigada de Atención Psicosocial de UCR atiende víctimas de desastres naturales en todo el país

Luego de cualquier evento natural de carácter destructivo, el dolor que embarga a las víctimas por el fallecimiento de amigos, personas de la comunidad, o la pérdida de hogares y otros bienes de familiares, requiere de ayuda capacitada para hacer más llevadero el sufrimiento. Esa es una de las misiones de la Brigada de Atención Psicosocial de la Universidad de Costa Rica (UCR), la única en su tipo en el país, que desde 1983 apoya a las personas afectadas por una catástrofe.

Brigada de Atencion Psicosocial de UCR

Los brigadistas continúan proporcionando su servicio incluso años después del desastre, como ocurrió con los vecinos de Nicoya y Sámara, tras el terremoto ocurrido en setiembre de 2012. Foto: Laura Rodríguez /ODI.

Según relató la M.Sc. Lorena Sáenz, coordinadora de la brigada, antes de que esta iniciativa naciera, la atención que el país brindaba en casos de desastres se centraba, básicamente, en cuidados físicos, provisión de alimentos y hospedaje en albergues. Al inicio de la brigada, el enfoque del servicio era únicamente psicológico, pero después este evolucionó a psicosocial, el cual es transversal e interdisciplinario, pues involucra profesionales provenientes de las escuelas de Geología, Geografía, Medicina, Enfermería y Salud Pública, además de Psicología, así como de la Red Sismológica Nacional.

El cambio también abarcó al paradigma, que pasó de la atención de emergencias a la gestión de riesgo. Este último tiene un carácter más preventivo y permite anticipar las necesidades de las víctimas en caso de una pérdida de cualquier tipo.

La primera clave para la brigada es la capacitación. Sus equipos forman a los Comités Municipales de Emergencias y al menos a un funcionario por unidad académica, así como a una gran cantidad de estudiantes que se incorporan a través del Trabajo Comunal Universitario. Todas estas asesorías se basan en el Manual de Atención Psicosocial. Vale destacar que todos los requerimientos de los 25 brigadistas que se desplazan en caso de emergencias son también aportados por la universidad: colchonetas, camisetas, gorras, botas y cualquier otro material de trabajo.

«No basta ser profesional. Hay que estar capacitado y entrenado para saber qué procesos psicosociales se generan ante una situación de emergencias y cómo atenderlos. El personal debe saber trabajar en jornadas larguísimas, con mucho estrés, críticas, acompañando a las personas ante situaciones como duelo o trauma», explicó la M.Sc. Sáenz.

Trabajo en el campo

Tres son las características básicas que la atención que brinda la brigada debe tener en caso de una emergencia: rápida, oportuna y en el sitio de los acontecimientos.

Cuando una emergencia se presenta, la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) convoca a la brigada, de manera coordinada con el Comité Asesor Técnico Psicosocial de la UCR. El Comité de Organización de Emergencias, adscrito a la CNE, y la Escuela Centroamericana de Geología se comunican con el Comité Asesor Técnico de la UCR y explica las proporciones del desastre.

Al llegar al sitio de los hechos, los brigadistas coordinan con el Comité Municipal de Emergencias y con otros equipos como bomberos y Cruz Roja, para escuchar las necesidades y elaboran un plan de trabajo.

«Cuando hablamos con las víctimas, si hay familiares desaparecidos, les explicamos el proceso de esa búsqueda, les ayudamos a afrontar el momento. Si hay fallecidos, los acompañamos a la morgue, les decimos el estado en el que se encuentran sus familiares o amigos, el proceso para la identificación y les ayudamos con la organización de honras fúnebres comunitarias», detalló la M.Sc. Sáenz.

Según la coordinadora, cuando se pierde un ser querido o un bien material que ha costado mucho esfuerzo, el papel del brigadista es escuchar. Luego, se reflejan los sentimientos y se refuerza su capacidad de salir adelante, como lo ha hecho la víctima en otras ocasiones en la vida, con el fin de que reelabore lo sucedido.

La Brigada de Atención Psicosocial también se ofrece como recolectora de alimentos y ropa para llevar a quienes sufrieron el desastre, así como financiamiento para cubrir sus necesidades básicas.

Al terminar la jornada, los brigadistas hacen una pequeña reunión para atender a las personas que ayudaron en la emergencia, pues ellos también resultan afectados por lo ocurrido. Incluso, los mismos voluntarios de la UCR hacen un descargo de lo que vivieron para no desarrollar estrés post trauma.

Una vez que pasa la emergencia, la brigada continúa ayudando a las víctimas por el tiempo que sea necesario. En casos como el terremoto de Cinchona, este equipo siguió colaborando con las comunidades durante dos años. De hecho, todavía se encuentran trabajando con quienes sufrieron los embates del terremoto de Nicoya, ocurrido en 2012.

Los servicios de la Brigada de Atención Psicosocial de la UCR incluso han trascendido las fronteras. Ellos estuvieron presentes en desastres como el huracán Mitch en 1998 o el terremoto de El Salvador en 2014.

 

Información originada desde la Rectoría, UCR.

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