Desperdicio imperdonable de agua

Freddy Pacheco León

Agua potable para unas 140.000 personas, está cayendo mientras usted lee está breve nota, por la «catarata» del balneario de Ojo de Agua. Valioso líquido que luego corre por las piscinas recreativas, antes de pasar a la laguna artificial y a una quebrada sin nombre, para terminar en el muy contaminado río Virilla. Así sucede, pese a que es innegable que constituye un gran desperdicio del valioso líquido, en momentos en que decenas de miles de niños, adultos y ancianos, padecen por escasez de agua en poblaciones vecinas del valle central.

Así como en tiempos de don León Cortés y don Ricardo Jiménez, ambos con muy clara visión de sus responsabilidades gubernamentales, ordenaron la construcción de un extraordinario acueducto de más de 90 km de longitud, que conduciría 360.000 litros por hora hasta Puntarenas (desde donde después se construyera el balneario), creemos que así también se deberá hacer lo posible porque no se desperdicien completamente, los MÁS DE UN MILLÓN de litros, que por hora se están botando sin aprovechamiento alguno, y caprichosamente, al río Virilla.

Ante lo que consideramos una barbaridad, esperamos que se ejecute un proyecto que, mediante un adecuado diseño, detenga el derroche de esa riqueza natural que se nos está yendo entre los dedos. Proyecto que, obviamente, permitiría garantizar el aporte necesario del agua a las piscinas y la laguna artificial del balneario, para su permanencia. Con un racional sistema de recirculación y desinfección del agua de las piscinas, como se hace en las piscinas recreativas y de competencia del mundo, esa millonaria cantidad de litros de agua potable dejaría de desaprovecharse, para, en su lugar, hacer un uso racional de ella, dirigiendo un porcentaje determinado para satisfacción de los habitantes que realmente la necesitan con urgencia y que ven cómo se pierde en el balneario.

Y es que, amigos, con un racional manejo, tal agua, perteneciente a todos los costarricenses, no solo serviría para hacer cumplir el precepto que nos dice que «el acceso al agua en calidad y cantidad adecuadas es un DERECHO HUMANO», sino que tanto las piscinas como la laguna seguirían cumpliendo sus funciones recreativas.

No sobra decir, que tiene el AyA los profesionales y técnicos capacitados para garantizar que racionalmente, pueda compartirse el agua que brota del acuífero Barva en ese particular lugar, entre la población que realmente la necesita, y el balneario.

Pues bien, así como hace 90 años los costarricenses valoraron y agradecieron el gran esfuerzo que nuestras autoridades gubernamentales hicieron por satisfacer las necesidades de agua en la vertiente del Pacífico, así esperamos que la lógica y la razón se impongan por sobre esa extraña, pero equivocada idea, de que la riqueza acuífera del país pertenece a unos cuantos pobladores cercanos a sus fuentes, y no a todos los costarricenses, como bien demanial que es.

En fin, puestos en una balanza la urgencia de agua en tantos cantones de Heredia, Alajuela y San José, frente al mantenimiento del desperdicio que hoy más bien debería de avergonzarnos, como «personas inteligentes», es fácil vislumbrar hacia a dónde se inclinaría el fiel de la balanza.