El triunfo del Frente Amplio uruguayo: lección para América Latina
Francisco Esquivel V.
Economista
El Frente Amplio uruguayo (FA-UY) logró una importante victoria electoral, recobrando el poder luego de haberlo perdido durante un período gubernamental. De esta manera, Uruguay será gobernado por el Frente durante 20 años de los 25 del período 2005 – 2030. En los primeros tres gobiernos se aplicó una política económica y social que generó crecimiento con beneficio para la población, con más intensidad en los dos primeros períodos. Esto rompió el dominio de los dos partidos tradicionales que habían gobernado durante el siglo XX: el Partido Blanco y el Partido Colorado. Fue una demostración de que en América Latina puede ejecutarse una política pública de crecimiento, combinando la expansión exportadora con el estímulo al mercado interno. También se demostró que el crecimiento del mercado interno sólo es posible mediante una clara política distributiva en favor de los sectores más rezagados.
En 2019 el FA-UY perdió la elección presidencial ante el Partido Blanco, debido a un desgaste de la gestión gubernamental que mostró un “distanciamiento respecto a la gente” y una pérdida de contacto con el sector empresarial. El Frente revisó lo sucedido y en 2024 ha regresado con la suficiente fuerza para ganar la elección con claridad (un poco menos de 100.000 votos de diferencia) y plantearse la recuperación de los mejores momentos de los primeros 15 años al frente del gobierno. El presidente del FA-UY, Fernando Pereira, define este resultado como el producto de un trabajo puerta a puerta que duró tres años: el resultado de “chancletear” todo el país (www.youtube.com/watch?v=6hUovOa_2lc).
Varios analistas han definido al FA-UY como un partido raro. Es diferente a los otros frentes amplios que operan en América Latina. En realidad, es una coalición de diferentes tendencias que tienen en común la búsqueda del crecimiento combinado con el bienestar de la gente, en un marco de respeto profundo a la democracia uruguaya y a sus rivales políticos. Social demócratas, demócratas cristianos, socialistas, ex tupamaros, ambientalistas y tendencias similares se unen en el FA-UY desde hace 50 años. Todos se definen de izquierda, basados en los principios particulares de cada uno. En este contexto, el concepto de “izquierda” significa solidaridad con los que menos tienen, defensa de los mecanismos estatales que propician la redistribución del ingreso, defensa de la democracia, rechazo al totalitarismo. Así, todas las tendencias citadas se preguntaron: ¿estamos de acuerdo con estos principios? Si. Entonces, actuemos juntos para mejorar al Uruguay. No nos peleemos por tonteras, impulsemos un programa de cambio compartido. Hay un programa básico compartido; pero, cuando hay diferencias de criterio sobre puntos fuera de ese programa, se respeta la opinión de cada uno y su libertad para actuar de acuerdo a sus creencias. Como resultado de esta visión el FA-UY es el partido más grande de Uruguay. En el siguiente enlace se encontrará el programa 2025 – 2030: www.frenteamplio.uy/prioridades-para-gobernar-uruguay-2/
El logro económico
Los dos primeros gobiernos del FA-UY generaron los mejores logros económicos, como se observa en el gráfico 1. En el período 2005 – 2009 gobernó Tabaré Vázquez y en el período 2010 – 2014 José “Pepe” Mujica fue el presidente. La economía creció por encima del 5% anual, combinando la expansión exportadora con el impulso del mercado interno. La capacidad exportadora mejoró notablemente, con lo que las exportaciones por habitante aumentaron un 73%. Influyó un ambiente internacional favorable con precios al alza de los productos de exportación. Pero, el solo hecho del entorno internacional favorable no es suficiente para explicar este tipo de expansión. Se necesitan políticas de promoción de la exportación. Un ejemplo de esto fue la atracción de la inversión extranjera que pasó de US$1.400 millones en el período 2000 – 2004 a US$12.400 millones en el período 2010 – 2014. Además, el crecimiento exportador se vinculó con el mercado interno a través de una política de salarios crecientes y un incremento del gasto social estatal. De esta manera, el consumo de las familias por habitante aumentó un 76% de 2004 a 2014. Esta década demostró que el progresismo puede manejar la economía latinoamericana con eficiencia propiciando la expansión empresarial y el bienestar de la población. El conductor de la política económica de este período fue el economista social demócrata Danilo Astori, destacado catedrático de la Universidad de la República. Astori fue Decano de la Facultad de Ciencias Económicas de esa Universidad, la principal del país.
El FA-UY impulsó el crecimiento entendiendo que es el resultado de la combinación de la exportación con el mercado interno. No le tuvieron miedo a la globalización, pero la asumieron con políticas claras. No le tuvieron miedo a la inversión extranjera, por el contrario, la propiciaron. No le tuvieron miedo a la concesión de obra pública, ni a las alianzas público – privadas. Entendieron que se trata de impulsar una fórmula apropiada: el progreso empresarial y el bienestar de la población deben ir de la mano, con políticas claras de desarrollo del mercado externo y del mercado interno, con políticas contundentes de redistribución como se verá más adelante.
Gráfico 1
Datos económicos
El tercer período, 2015 – 2019, liderado de nuevo por Tabaré Vázquez, reveló un desgaste de la gestión del FA-UY. Los resultados macroeconómicos se debilitaron como lo muestra el gráfico 1. El proceso exportador continuó, pero con menos intensidad. Esto afectó la dinámica inversora lo que se tradujo en una salida de inversión extranjera. El consumo de las familias también mejoró, pero de manera lenta. Tales factores se combinaron para que la economía creciera un pobre 0,70% anual. El Partido Blanco aprovechó este mal desempeño económico para ganar la elección de 2019. Sin embargo, el resultado del período 2019 – 2023 no fue bueno, creciendo la economía un limitado 0,85% anual. Influyó en esto la pandemia de 2020 – 2021. Pero, el rebote natural, post pandemia, no tuvo la intensidad adecuada. La exportación se recuperó lentamente y se observó cierta recuperación de la inversión extranjera, pero insuficiente. No hubo políticas de distribución favorables a los sectores más rezagados, por lo que el consumo de las familias mejoró limitadamente, así como el mercado interno no fue un factor de crecimiento. Esto facilitó que el chancleteo, citado por Fernando Pereira, rindiera resultados positivos en la reciente elección presidencial generando el cuarto gobierno del FA-UY.
El logro social
El éxito de la política económica de los gobiernos del Frente está relacionado con la política distributiva favorable a los sectores más rezagados. El gráfico 2 presenta un pequeño grupo de indicadores que revelan la orientación de esa acción distributiva.
Gráfico 2
Datos sociales
El ingreso promedio de la población trabajadora aumentó un 60% de 2005 a 2017. El crecimiento económico y esta política distributiva bajaron la pobreza sustancialmente del 20% de la población al 4%. Asociado a lo anterior, la distribución del ingreso mejoró sustancialmente haciendo que el índice de Gini bajó de 0,47 a 0,39, en los primeros años del proceso. Este índice fluctúa entre 0 y 1. Conforme se acerque a 0 la distribución mejora, lo que sucedió en el período mencionado.
Es claro que las políticas distributivas se deterioraron al final del tercer gobierno del FA-UY, revelando el desgaste de la gestión del partido. Sin embargo, es importante observar que el Partido Nacional, en el período 2020 – 2023 no logró revertir esta situación. En parte afectó la pandemia. Pero, una vez superado este problema, no existió voluntad para aplicar una política distributiva consistente, por lo que el ingreso de las personas no superó el nivel dejado por el segundo gobierno de Vázquez. Asociado a esto observamos que la pobreza aumentó levemente y la distribución del ingreso también se deterioró.
La lección para América Latina
La experiencia del FA-UY revela que el progresismo puede manejar con éxito cualquier economía latinoamericana. Es falso que el neoliberalismo sea la opción que tiene la fórmula del éxito. Por el contrario, cada vez queda más claro que la extrema derecha neoliberal lleva al fracaso a nuestros países. El caso más claro es la experiencia argentina con Javier Milei, que está destruyendo la producción, aumentando el desempleo y la pobreza y perpetuando la desigualdad. Con las políticas alternativas del progresismo se puede alcanzar buen desempeño macroeconómico y mejoras sustanciales en el plano social. Pero se requiere de un enfoque unitario de todas las fuerzas que quieran el cambio progresista. Este cambio no será propiedad de un solo grupo, aislado del resto de las fuerzas progresistas. Hay muchas fuerzas que comparten esa visión progresista, entendida como la vocación por el crecimiento con beneficio para la población, en un marco de democracia plena. Los social demócratas, los demócratas cristianos, los socialistas, y demás fuerzas similares, persiguen objetivos comunes de bienestar humano. La unión de esas fuerzas conduce al éxito.
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