José Luis Callaci
Los extremos a lo que está llegando parte de la oposición en Argentina al colocar bolsas mortuorias frente a la Casa Presidencial con nombres de autoridades de Gobierno y personalidades constituye una muestra más de la pésima interpretación de lo que es la práctica democrática.
Es un grave error tomar ese lamentable hecho como un simple, aunque indignante acto de “libre expresión” y no una clara incitación al odio y la violencia. Algo no solo censurado sino sujeto a acciones punitivas en las democracias más desarrolladas del mundo.
Vivir en democracia implica derechos y deberes dentro de una estricta observancia de las reglas de convivencia pacífica y civilizada que le son propias y la caracteriza. Reglas que se inscriben en disposiciones y normas nacionales e internacionales de las cuales el país es signatario.
Tolerar estas ignominiosas conductas es sumamente reprochable, al menos en una democracia.
¿Cuánto tiempo más hará falta para que se entienda que la democracia no es solo ir a escoger a los gobernantes cada cierto tiempo sino mucho más, mucho más que eso?
Es algo que se vive y practica en cada momento, día a día. ¿Se tendrá claro que ese Nunca Más significa no solo el repetirlo todo el tiempo sino impedir, con todo lo que la democracia proporciona, la incubación de un nuevo “huevo de la serpiente”? … Tan bien descrita en una de las obras cinematográficas del famoso director sueco Ingmar Bergman.