Datos del Observatorio de Turismo, Migraciones y Desarrollo Sostenible de la Región Chorotega de la Universidad Nacional (OBTUR-UNA), revelaron que de 2020 a 2023, las propiedades en la zona costera de Guanacaste subieron hasta un 400% de precio con respecto a la inflación inmobiliaria y, por ende, al desarrollo inmobiliario del país, en cuanto a residencias de alto valor adquisitivo.
Esteban Barboza Núñez, coordinador del (OBTUR-UNA), explicó que esto obedece al fenómeno provocado por la pandemia entre 2021 y 2022, donde cientos de personas huyeron de las conglomeraciones hacia zonas alejadas menos pobladas, generando la movilización de grandes cantidades de capital mobiliario internacional hacia diferentes lugares del mundo con ciertas condiciones, entre ellos la zona costera de Guanacaste. Agregó que además, de 2017 a 2019, ya se notaba el incremento en la construcción de estos tipos de inmuebles, que en 2020 desaceleró; pero dos años después repuntó en casi el doble el registro en metros cuadrados para construir.
Según estadísticas del Colegio Federado de Ingenieros y Arquitectos (CFIA), se pasó de construir, en proyectos habitacionales, 456.000 m2, en 2019, a 866.000, en 2022. Esto significa un aumento de casi el doble en solo tres años; mientras que el sector comercial en Guanacaste pasó de construir 131.000 m2, en 2019, a 209.000, en 2022, lo que representa un aumento menos dramático, pero muy significativo. Se consideraron estos dos sectores porque son los más relacionados con el turismo y las segundas residencias, principalmente en zonas costeras, donde se dieron los mayores registros.
Incremento abismal
El investigador explicó que en los cantones de Santa Cruz, Nicoya, Liberia y Carrillo es donde se concentran la mayor cantidad de proyectos de construcción habitacionales y comerciales en la provincia. En 2022, en estos cantones se construyó el 89% de los metros cuadrados registrados en proyectos habitacionales de todo Guanacaste. Además, los distritos costeros de Nosara (131.000 m 2 ), Tamarindo (128.000 m2), sardinal (117.000 m2 ), Cabo Velas (98.000m 2), sámara (28.000 m 2 ), y Nacascolo (24.000 m2 ), más el distrito central de Liberia (83.000 m2 ), concentran la mayor parte de los proyectos, para un total de 609.000 m2, lo que significa que en estos seis distritos se concentra el 70% de los metros cuadrados registrados en 2022 en proyectos habitacionales de Guanacaste.
El coordinador de OBTUR sostiene que estos números representan un dato significativo en el ámbito nacional, pues en 2022 solamente San José registró una mayor cantidad de metros cuadrados en proyectos habitacionales y comerciales que Guanacaste. Destacó que según indagaciones recientes, a julio de 2023, de todos los metros cuadrados tramitados para construir desarrollos inmobiliarios en el país, un 25% se concentran en Guanacaste, lo que podría representar entre 900.000 m2 a 1.000.000 m2 solo en esta provincia y en la franja costera mencionada. “Por ejemplo, el cantón de Santa Cruz tiene un mayor desarrollo inmobiliario que todos los cantones sin costa juntos (Tilarán, Nandayure y Hojancha). No hay ninguna otra región del país que supera a Guanacaste con estas cifras”, precisó Barboza.
Desposesión de las comunidades
Para Barboza todo este incremento exorbitante de metros cuadrados en zonas costeras de Guanacaste trae consigo señales de alerta, como desembocar en una inflación inmobiliaria; es decir, que si una propiedad hace cuatro años valía $100.000, en la actualidad ronda los $400.000 o $500.000. No obstante, su mayor preocupación son los habitantes nativos de esas regiones; recientemente se demostró que el alquiler de un aposento de 15 m 2 a 20 m2 , en Nosara, ronda los $700 o $800 mensuales, mientras que alquiler de una casa de interés social en esa misma localidad alcanza los $1.500, por lo que no quedan opciones para los pobladores de la zona, lo cual activa un proceso de desposesión.
Subrayó que todos esos procesos, donde se concentran desarrollos inmobiliarios lujosos, tienden a desplazar a las personas que no pueden optar ni costear ese tipo de viviendas. “Otro punto que demanda atención es el despilfarro del recurso hídrico por parte de los desarrolladores, pues resulta común, en las propiedades onerosas, la construcción de una o dos piscinas, canchas de golf, varios jardines y hasta duchas en cada dormitorio, cuando es sabido por todos el problema de la escasez del agua en la primera mitad del año en todo Guanacaste”, señaló Barboza.
Un tercer riesgo que advierte el investigador es el auge del capital especulativo transnacional, que se refleja sobre todo cuando una corporación hotelera internacional construye un hotel de cinco estrellas, un consorcio levanta un condominio de lujo o aquella pareja de jubilados extranjeros que deciden instalarse en las montañas de la península de Nicoya.
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