German Masís
Ha ocurrido el hecho deportivo, han caído los mitos, se ha quebrado la hietatura, se han alineado los astros o simplemente se han dado las circunstancias, Cartaginés es campeón de futbol por 4ta. ocasión en su historia, después de 81 años y poco más de seis meses de no lograrlo, pero este acontecimiento, no tiene únicamente explicaciones futbolísticas, también tiene explicaciones sociales y culturales, como un hecho histórico y un fenómeno social que trasciende el deporte.
Algunos comentaristas y periodistas deportivos ligados a los medios de comunicación han analizado en las últimas horas los factores que pudieron estar presentes en el triunfo del Club Sport Cartaginés y en la obtención del 4to campeonato desde su fundación en el año 1906.
Sin embargo, mencionar que la conformación de un cuerpo técnico fuerte y la participación de una defensa y un portero sólidos, de jugadores de experiencia y liderazgo, de delanteros rápidos y acuciosos, pueden haber facilitado los resultados obtenidos en las dos series contra la Liga Deportiva Alajuelense y podrían ser los factores que expliquen el logro del título, pero son insuficientes para explicar este acontecimiento futbolístico, ya que posee connotaciones históricas y sociales que es necesario esclarecer.
En primer lugar es un acontecimiento histórico, que marca un hito en la historia del equipo cartaginés, como un hecho relevante que quedará en la memoria histórica, supone un punto de inflexión, pues es un quiebre y un giro importante en la historia de la institución y convierte a los diversos actores que intervinieron y a los lugares en que se realizó, en sujetos históricos, que propiciaron y serán testigos de excepción de la gesta histórica.
En segundo lugar, la consecución del campeonato por parte del CS Cartaginés, es un fenómeno social (y probablemente sociológico), ya que involucra a una organización social y se efectúa en un entorno social, la provincia de Cartago y en circunstancias muy particulares que pudieron haber favorecido el éxito alcanzado.
Pese a los mitos y leyendas existentes sobre la no obtención del título en ocasiones anteriores (la celebración en la Basílica en 1941 y los caballos que ingresaron a ella), en realidad no haberlo logrado en momentos como la época del Ballet Azul, la posibilidad en 1973, la pérdida de las finales de 1987, 1996 y el 2013 y hasta el descenso a segunda división, se debe única y exclusivamente a circunstancias deportivas desfavorables internas y externas, regulares e irregulares (incluyendo los fallos arbitrales) que no lo hicieron posible.
Los mitos y prejuicios que se generaron en la misma provincia y fuera de ella, sobre una supuesta maldición y sobre el carácter perdedor del equipo, lo que generó con el tiempo fue una cierta mentalidad colectiva con tintes negativos, que en algún momento pudo haber afectado las decisiones de los dirigentes y el potencial del grupo de futbol (técnico y jugadores) , pero que de ninguna manera determinó que el equipo nunca volvería a ser campeón y que si se dieran las circunstancias propicias podría volver a lograrlo.
En esa mentalidad colectiva y en ese ambiente negativo que ha rodeado al Club durante varias décadas, ha sido notable el papel de los medios de comunicación en su papel de reiterar y generar noticia a partir de los fracasos futbolísticos, de algunos dirigentes nacionales de otros equipos que han aprovechado para desprestigiar al CSC y llevar agua a sus molinos y también de los dirigentes locales, que no supieron manejar la institución, impulsar una mentalidad ganadora y no generaron las condiciones adecuadas para el éxito deportivo.
No obstante, es bueno señalar que los mitos y leyendas, los prejuicios y los fracasos deportivos del pasado, no generaron únicamente una mentalidad colectiva con rasgos negativos, también generó una mentalidad positiva, que se expresa en una afición con una de las mayores identidades con su equipo y su provincia, dirigentes sanos dispuestos a aceptar el desafío, además de un sueño colectivo que ha permeado incluso a los aficionados de otros equipos: que Cartago volviera a ser campeón.
De esta manera, lo único que se requería para volver a lograrlo, era que se diera las circunstancias propicias y en este año 2022 se dieron. Unos dirigentes comprometidos con el proyecto de conseguir un nuevo campeonato, dedicados y entregados a esa noble causa. Un cuerpo técnico humilde y trabajador con capacidad de convencimiento a cada uno de los jugadores de que con esfuerzo y sacrificio se pueden lograr las metas, pero también abierto y dispuesto a corregir el rumbo, una mezcla de jugadores de experiencia y juventud que dejaran de lado sus intereses personales y conformaran un grupo cohesionado y fuerte mentalmente.
Junto a lo anterior, una afición fiel y apasionada que nuevamente creyó en el equipo y en sus dirigentes, acompañó y apoyó en todo momento, sabiendo que esta podría ser la ocasión esperada para dar el golpe y cambiar la historia. La afición es la fuerza y el respaldo, del movimiento social que siempre estuvo ahí y que de la manera más impredecible ha crecido entre las nuevas generaciones, evidenciando que se puede creer en los sueños y que se puede cambiar la realidad teniendo los actores y las circunstancias correctas.
No puede pasar desapercibido, el valor de la organización y la administración actual del club, en manos de Leonardo Vargas y su hijo, quienes han estado al frente de la toma de decisiones y de la gestión operativa de la institución, conduciendo el desarrollo del equipo, con inteligencia, aplomo y buen criterio y que en las series finales estuvieron atentos a todos los detalles de la preparación para los partidos finales, como los fogueos, la alimentación y la concentración del grupo, elementos que fueron decisivos.
Podríamos decir que en esta oportunidad se dieron las circunstancias apropiadas, convergieron una serie de aspectos organizativos, de grupo humano, de mentalidad, de nivel competitivo, de cultura deportiva e incluso ese toque de suerte, que en el pasado posiblemente no se dieron o solo se dieron parcialmente y que ahora tuvieron una expresión integral y consistente.
Debemos agradecer a quienes lo hicieron posible, el reconocimiento a la afición por la celebración apoteósica y ejemplar y la dedicación a quienes tuvimos la fortuna de ser parte de este hecho histórico y también a quienes ya no están, que fueron la inspiración y que hoy banderines azul y blanco en las bóvedas del cementerio los recuerdan por haber sido parte de este sueño.