Nuestro mundial

Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)

Imagen tomada de Semanario Universidad “Barrios cobran protagonismo en calendario de Colección” 18 de febrero de 2020.

Jimmy era talabartero y ahora pienso que vivió en nuestro barrio, el histórico Pirro que anuncia el ingreso a la ciudad de Heredia, porque cerca quedaba una famosa fábrica de preparación de cuero que aún subsiste, a pesar del paso del tiempo, ahora combinada con nuevas actividades como un pequeño café y una venta de productos asociados.

Jimmy era un porteño enorme, mulato cuya figura contrastaba con su pequeña casa que olía a insumos para reparar zapatos, clavos, cuero puro. Su casa era una de las de madera, también históricas, que se “repiten” de dos en dos (diría Humberto Vargas en una de sus canciones) en ese mítico barrio Pirro, nombrado así por surgir a la vera del Río que cruza debajo de sus viviendas.

Recordé al talabartero en estos días de fútbol global. Lo recordé como artesano y obrero en su oficio, como tantos otros que históricamente han sostenido la actividad a pesar de la globalización, los emporios económicos y la producción en masa de los productos de cuero como zapatos, carteras y bolsos.

Lo recordé porque está asociado a mi memoria como aquel que nos llevó a nuestro primer mundial. Porque si, Jimmy también era entrenador de fútbol y nos juntó a una generación de chavalos en un equipo de ensueño (lo digo con toda la humildad del caso) que entrenábamos entre polvo y charrales ahí, donde ahora lucen imponentes las instalaciones de una institución universitaria privada.

No retengo nuestro estilo de juego (que por entonces debió ser la máxima de “todos para adelante”) ni cuántos partidos jugamos. Pero lo que si atesoro es que Jimmy solicitara a sus jugadores camisetas blancas porque él se encargaría de “lo demás”.

Y lo demás fueron los números de cuero que cuidadosamente cortó y cosió en el dorso. Eran números rojos enormes, como enorme nuestra devoción por el fútbol que seguimos amando.

Ya mi barrio se ha trasformado en un corredor de ingreso sin mucha posibilidad para la permanencia y el encuentro como los de aquellos años. Atrás quedaron los días interminables de exploración y juego, pero sigue intacto aquel momento en que el mundial, el verdadero, empezó en nuestros corazones.

Que la exploración y el juego nos sigan sorprendiendo.