En la COP27, la industria hidroeléctrica vuelve a arremeter contra los ríos y pueblos del mundo

Alberto Gutiérrez Arguedas
Geógrafo, docente e investigador UCR
Coalición Ríos por el Clima/Rivers for Climate Coalition

Entre el 7 y el 16 de noviembre de 2022, en la ciudad egipcia Sharm el-Sheij, se llevó a cabo la 27° Conferencia de las Partes (COP) de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático. Como es costumbre desde hace 27 años, durante este evento se reúnen los principales agentes de la gobernanza ambiental mundial (gobiernos nacionales, organismos internacionales, think tanks, asociaciones de negocios, así como algunas organizaciones de sociedad civil) para discutir y definir políticas supuestamente direccionadas a revertir la crisis climática global.

Es digno de reconocer todos aquellos esfuerzos científicos y políticos que se preocupan por entender y atender la crisis climática, más aún en tiempos donde han proliferado en diversas partes del mundo tendencias políticas abiertamente negacionistas. Sin embargo, la triste realidad es que las COP muy poco han hecho para alcanzar el objetivo que dicen perseguir: se estima que la mitad del total de emisiones históricas globales de gases de efecto invernadero (GEI) se ha lanzado a la atmósfera en los últimos 25 años, es decir, desde que existe este aparato de gobernanza del clima, cuyos resultados podemos calificar como decepcionantes.

Las COP han sido cooptadas por el capitalismo verde, es decir, por un paradigma que busca hacer compatible la cuestión ambiental/climática con el pensamiento desarrollista y economicista de mercado. Dentro de este paradigma, uno de los ejes centrales es el impulso a las energías renovables, erróneamente llamadas energías “limpias”. Se habla de una supuesta “transición energética”, en la cual las renovables sustituirían a los combustibles fósiles (que representan el 80% del consumo energético global), de manera que haya una reducción en la emisión de GEI causantes de perturbaciones climáticas.

Efectivamente, en la última década se ha dado un crecimiento muy significativo de las energías renovables a nivel mundial: hidroeléctrica, eólica, solar, biomasa, entre otras. Lo que no se dice es que este crecimiento de las renovables no ha implicado una sustitución de la energía fósil: en el mismo período se verifica un aumento sistemático en la extracción y consumo de petróleo, así como en la emisión de GEI. La supuesta transición energética a las renovables no ha avanzado en un cambio sustancial del modelo energético ni de los modos de producción y consumo dominantes, y se mantiene prisionera de la ortodoxia del crecimiento económico ilimitado.

Bajo el capitalismo verde, se utilizan supuestas preocupaciones ecológicas como pretexto para abrir nuevos nichos de acumulación de capital, siendo el sector de las energías renovables uno de los más lucrativos. El caso de la hidroelectricidad, principal fuente de energía renovable en el mundo, es particularmente ilustrativo de estas tendencias. Luego de haber recibido numerosas críticas y cuestionamientos por sus graves impactos socioambientales, en la última década se verifica un nuevo boom hidroeléctrico global, esta vez, asociado a la gobernanza del cambio climático y el discurso de las energías “limpias”. Un estudio reciente estima que existen unas 60 mil grandes represas a nivel mundial y más de 3.700 planeadas o en construcción, en un planeta en el cual apenas una tercera parte de los ríos aún fluyen libres sin estas barreras.

En el contexto de la COP27 la industria hidroeléctrica se hace presente, golpeando la mesa y exigiendo a los políticos y otros líderes globales a “desbloquear las barreras para el desarrollo hidroeléctrico ahora”. De acuerdo con un comunicado oficial de la Agencia Internacional de Hidroelectricidad –IHA- publicado en vísperas del evento (https://www.hydropower.org/news/ihas-message-to-leaders-at-cop27), dicha agencia envió una delegación liderada por un miembro de su junta directiva (quien además fue director ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente -PNUMA), a través de la cual buscan impulsar el desarrollo a gran escala de la hidroelectricidad y otras renovables, “necesarios para abordar el cambio climático y la seguridad energética”.

La participación de la IHA -en conjunto con la Organización de Hidrógeno Verde, el Consejo Mundial de Energía Eólica y el Consejo Mundial de Energía Solar- buscó ejercer presión para acelerar la planificación y las aprobaciones para el despliegue masivo de infraestructuras para energías renovables. Asimismo, proponen el lanzamiento de la Alianza Global de Energía Renovable, una articulación de actores político-empresariales de las diferentes ramas de este sector que “apoyará conjuntamente los esfuerzos para abordar el cambio climático con una voz más fuerte y alineada”. También abogan por mecanismos financieros que incentiven este tipo de proyectos. Según el comunicado, además de la COP27, dichas propuestas serán presentadas durante la Asamblea General de la ONU, en setiembre 2023.

El discurso de las energías “limpias” emanado desde el capitalismo verde no se preocupa por establecer límites o regulaciones a los insostenibles patrones de extracción y consumo energético actuales. En vez de ello, insiste en la necesidad de aumentar exponencialmente la capacidad para explotar energías renovables: según IHA es necesario duplicar la capacidad hidroeléctrica global para 2050 en aras de alcanzar los objetivos del Acuerdo de París. Reclama la industria hidroeléctrica: “esto no se puede lograr mientras los proyectos tardan más de 5 años solo para ser aprobados”, presionando para que haya menores controles y mecanismos de fiscalización para este tipo de proyectos.

Mucha agua ya ha corrido por las turbinas hidroeléctricas en el mundo. Ampliamente conocidos y estudiados son los graves impactos socioambientales provocados por las represas: millones de personas desplazadas de manera forzosa, alteraciones irreversibles en los ciclos hidrológicos, pérdida de biodiversidad e, inclusive, emisiones masivas de GEI producto de la inundación de amplias extensiones de tierra y bosques. Por estas razones, desde hace varias décadas se ha conformado un vigoroso movimiento mundial contra represas, con participación de comunidades afectadas, organizaciones ecologistas y de derechos humanos, sector académico, entre otros. A la lista de impactos debemos sumar la persecución y asesinato de cientos de activistas en defensa de los ríos alrededor del mundo, en su mayoría impunes.

Desde la Coalición Ríos por el Clima/Rivers for Climate Coalition se hace un llamado a que los acuerdos climáticos globales dejen de apoyar a las represas. En el contexto de la COP27, ello se traduce en tres reivindicaciones concretas: (1) que se excluya las represas hidroeléctricas de los esquemas de compensación de carbono (artículo 6 del Acuerdo de París), (2) que se exija que los países tomen en cuenta las emisiones de GEI de las represas y embalses al calcular las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional (NDC) establecidas en dicho acuerdo, y (3) que se excluya de las NDC todas las represas hidroeléctricas que violenten la Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (https://actionnetwork.org/petitions/undam-the-united-nations-2).

Las represas han privatizado y acaparado las aguas de los ríos en pocas manos, en perjuicio de los pueblos del mundo que históricamente han convivido y han hecho uso de los ríos como bienes comunes. Contrario a las exigencias de la industria hidroeléctrica global, desde la ciudadanía crítica y activa clamamos por la protección de los ríos que aún fluyen libres sin estas barreras y –por qué no- por restaurar aquellos que han sido represados.

*Nota: Los datos citados en este artículo fueron extraídos de las siguientes fuentes:

-BP (2019). BP Statistical Review of World Energy. 2019, 68th edition. Londres: BP. 

-Grill, G., Lehner, B., Thieme, M. et al. (2019). Mapping the world´s free-flowing rivers. Nature, 569, 215-221.

-Hickel, J. y Kallis, G. (2019). Is Green Growth Possible? New Political Economy. DOI: 10.1080/13563467.2019.1598964.

-Saxe-Fernández, J. (2019). Capitalismo histórico y contemporáneo (1750-presente): formación social vinculada al colapso climático antropogénico en curso. En: Saxe-Fernández (Coord.). Sociología política del colapso climático antropogénico. Ciudad de México: UNAM, pp. 39-85.