Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
En medio del Parque de la Paz, ubicado al sur de la ciudad capital costarricense, se erige un homenaje dedicado a la cultura del diálogo y la no violencia como hito fundacional en esta sociedad.
Expuesto al paso del tiempo, el deterioro y la vandalización, se han ido carcomiendo las piezas originales, algunas incrustaciones de armas de gran tamaño ubicadas en la base misma de la obra.
Creada por Mario Parra en el año 2002, la escultura representa una alegoría sobre la lucha incansable acerca del desarme y el estímulo a un diálogo horizontal como premisa de construcción societal. Se llama la destrucción de las armas.
Así como la obra se ha deteriorado visiblemente, la pérfida paulatina de referentes de vínculos y tejido social se han hecho cada vez más evidentes en la sociedad costarricense.
Al escribir estas reflexiones ha sido dado a conocer un video de bajo presupuesto en apariencia producido por un grupo organizado, haciendo referencia a sus rivales y cuyos miembros muestran armas de grueso calibre en una simbólica del poder, una estética del miedo que no admite dudas.
Todo esto sucede en medio de la configuración de una geografía de la violencia que ya no conoce diferencias territoriales, económicas y culturales pues se ha adueñado de prácticamente todos los rincones del país.
Como resultado, el 2023 se perfila como uno de los años más violentos que la historia contemporánea recuerde, con una proyección de cerca de 900 asesinatos al final del mismo.
El artista plástico Juan Carlos Chavarría ha desarrollado por casi 15 años una acción performativa consistente en convertir armas con las que se han cometido actos delictivos, en obras de arte con color y un mensaje cargado de esperanza.
Esta sociedad requiere de más Juan Carlos que se propongan transmutar la violencia en propuestas que la resignifiquen en un necesario nuevo pacto social para entendernos. Destruir para siempre el dolor y darle un nuevo sentido. Adoquinar y restaurar esos monumentos a La Paz que todos llevamos dentro.