SE VENDE

Oscar Madrigal

Tan preocupados como el señor Presidente de la República, don Rodrigo Chaves, un grupo de ciudadanos, aunque pequeño, viene promoviendo la idea desde hace pocos días, de vender el Teatro Nacional para amortizar parte de la deuda pública del Gobierno e incluso aumentar los ingresos fiscales un poco más allá de la venta. Según sus cálculos preliminares, esa venta puede producir entre un 2 y un 3% del PIB lo cual haría que la deuda con relación al PIB llegaría en el 2030 a un 55%.

Las consideraciones que expresa dicho grupo se resumen en que el Teatro Nacional no genera ningún beneficio concreto a las grandes mayorías populares, a los grupos más pobres, ya que el Teatro pasa mucho tiempo cerrado y las entradas a sus funciones no están al alcance de la mayoría de la sociedad que está apenas subsistiendo con un 12% de inflación. En esta tesitura -sostienen- solo produce gastos que perfectamente se pueden ahorrar.

La idea sería promover la venta entre inversores extranjeros porque es difícil que alguno nacional quiera participar en el negocio. El Teatro Nacional posee grandes potencialidades que pueden promoverse, tales como las siguientes que se resumen: la luneta puede transformarse en un casino al estilo Casino Royale con máquinas de monedas de última generación, juegos de póker, 21 y apuestas sobre lo más diverso del mundo, tal como cuántos años va a reinar Carlos III o cómo terminará el Clásico. El escenario debe mantenerse para las presentaciones de grupos como los del Mouline Rouge y otros y hasta la presentación en vivo de los Tigres del Norte. Los palcos pueden convertirse en bares de muy diversos ambientes y la gradería en lugar de actividades más íntimas. Se trata, en fin, de generar un negocio lejos del subdesarrollo como el Hotel El Rey, sino una empresa a nivel de Mónaco o Montecarlo.

Además, agregan, con los impuestos que genere la empresa se podrán construir o al menos arreglar carreteras y caminos, construir escuelas y hospitales. El negocio es un ganar-ganar porque también promovería una sana competencia.

El procedimiento de venta es fácil de diseñar porque se puede utilizar el mismo de la venta del Banco de Costa Rica. Primero se convierte el Teatro Nacional en una sociedad anónima, Teatro Nacional S.A., cuya asamblea de socios es el Gabinete. Eso sí, en aras de la trasparencia, deberá contratarse una empresa que haga el avalúo de activos y pasivos para saber cuánto exactamente vale el Teatro y luego -viene lo bueno- la subasta: ¡quién da más! En definitiva, el Presidente y los Ministros escogerán al comprador, pero lo bueno -otra vez-  es que por lo que se ha visto por la televisión, los ministros son mansos, indignos y sumisos, incapaces de contradecir al Presidente, por lo que será don Rodrigo el que escoja. Esto es importante y ayuda mucho porque no habrá grandes debates, ni discusiones y menos discrepancias que enredan las cosas y las atrasan. Así rápidamente se podrá empezar a abonar la fatídica deuda.

¿No les parece genial la idea?

¿Alguien, por favor, podría trasmitírsela a don Rodrigo, el Presidente de la República no el de la Asamblea?

Nota: se escribe este resumen a petición de parte.