Por José Luis Callaci
En todo este tiempo en que se desarrolla la intervención militar especial y limitada de Rusia en Ucrania, se acrecientan las molestias y hasta los enojos entre las personas que se esmeran en sentirse bien informadas debido a la persistente desinformación sobre lo que sucede.
Las burdas falsedades y las vergonzosas censuras a medios que no se subordinan a los poderes que provocaron ese conflicto ofenden para muchos la inteligencia.
Pero aun así logran confundir a incautos y a los que han olvidado para qué sirve el propio raciocinio o el uso de la lógica y el sentido común para sacar conclusiones con cabeza propia y acercarse más a la verdad. Para ilustrar tal afirmación valga señalar que lo que difunden los medios hegemónicos sobre este nuevo y grave enfrentamiento armado despierta serios temores debido a los riesgos a que este se extienda a algo de mayores proporciones, ya que sus principales y verdaderos protagonistas son Rusia y esa Alianza Militar conocida como la OTAN que, violentando todos los acuerdos de no extender sus dominios, viene rodeando con bases militares y armas ofensivas las fronteras del gigante euro asiático.
Se vulnera con ello la seguridad de un Estado que, al igual que a cualquier otro, le asiste el derecho de protegerla y hacerla respetar.
La causa de este conflicto armado se originó en Ucrania a partir del Golpe de Estado del 2014, alentado desde el exterior por los más enconados enemigos de Rusia. Ahí comenzó la guerra y no con la llamada operación militar especial y limitada de Rusia, como se empeñan en hacer creer los que, sin sonrojos, insisten en mostrar historias de ficción a sabiendas de que hay gente propensa a creerlas o siguen siendo víctimas de la inducida patología social conocida como ruso fobia. La que se vende y aún se compra en las películas de Hollywood de héroes y villanos. Las de “siempre malos” y las de “siempre buenos”.
Han sido ocho largos años de ingentes esfuerzos en procurar, mediante el diálogo y las negociaciones, llegar a acuerdos duraderos que evitaran la escalada del conflicto. Sin embargo estos intentos resultaron infructuosos debido a claras interferencias por parte de una de las partes que, desde los inicios, tenía una agenda diferente confesada de manera abierta ante los medios por algunos de sus principales protagonistas.
A ese Golpe de Estado le siguieron los ataques sistemáticos indiscriminados y genocidas contra la población ruso parlante costando con ello la vida de decenas de miles de civiles en una población de más de siete millones, que ha habitado desde siempre una porción importante del actual territorio de Ucrania.
El tiempo dilucidará si esta tragedia que enfrenta a dos pueblos hermanos ha sido otro intento deliberado de vencer la resistencia de Rusia a ser debilitada, para que no tenga otra opción que aceptar sometimientos en un mundo unipolar de predominante signo anglosajón.
Lo que hasta ahora queda claro es que esa persistente intención de generar conflictos y guerras fratricidas en todo el mundo para justificar intervenciones y asegurar la existencia de ese mundo “unipolar”, y de paso saquear riquezas, nunca les funcionará con Rusia.
Sin entrar en otras consideraciones sobre esta guerra, que no es otra en esencia que la de los Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, utilizando como mampara a Ucrania, es bueno y hasta Imprescindible conocerla completa y no solo una parte de ella. Al igual que si se tratara de una obra literaria, una teatral o hasta una película. Siempre que se quiera, claro está, acercarse más a la verdad y no caer en apresurados y lapidarios juicios basados en realidades imaginadas o inventadas, o hasta en simples chismorreos.
Las reiteradas advertencias no sólo de la parte rusa sino de connotadas figuras políticas de occidente, como las del propio ex Secretario de Estado Henry Kissinger, no fueron escuchadas y se cruzó esa advertida línea roja en claro acto de provocación a Rusia.
Esta guerra no fue Rusia quien la inició sino quienes intentan impedir la creación de un mundo multipolar en donde las relaciones entre Estados y Naciones se construyan en acuerdos de conveniencia y convivencia, sin imposiciones de ninguna de las partes.
Lo que sube, baja y lo que baja, vuelve a subir y las verdades a veces se demoran, pero cuando afloran, suelen ser demoledoras.
Todo fue provocado y ya no se puede ocultar o negar quiénes son los verdaderos responsables.