Un himno sacó lo peor de los odios de algunos costarricenses

Carlos José Cabezas Mora (*)

Carlos Cabezas

Carlos José Cabezas Mora.

La educación debe ser inclusiva por lo que es necesaria una cultura musical que incorpore el conocimiento de los himnos nacionales de todos los países especialmente los que comparte nuestra independencia centroamericana.

La directriz de un director regional de incluir luego de cantar el himno nacional de nuestro país el de la República de Nicaragua, ha despertado niveles de odio que van desde la amenaza de muerte a funcionarios, como acusaciones de “socialistas” a las autoridades gubernamentales, así como algo similar a vender patrias y traidores a la soberanía nacional.

Quienes hemos luchado por mantener la soberanía nacional frente a los intereses extranjeros de las corporaciones y sus socios nacionales, no nos queda más que enfurecernos de la doble moral de los “patriotas callejeros”, esos que ni se saben bien los himnos, que apoyan a UBER, que votaron por Si al TLC, que solo se indignan un rato ante los escándalos de corrupción de los gobiernos de turno pero no hacen nada por cambiar esa realidad, patrioteros que recupera un nacionalismo en la fantasía de que somos los más blancos –sinónimo de españoles- como si eso fuera digno de orgullo.

Nuestras anteriores generaciones cantaban en escuelas y colegios muchos de los himnos patrios nacionales y extranjeros, porque quizás comprendían que los pueblos somos hermanos, desde el sindicalismo clasista consideramos hermanos con los mismos derechos y deberes a quienes por razones económicas, políticas, religiosas, orientación sexual escogieron este pedacito de tierra en medio de dos mares.

El papel de reconocer a Costa Rica como un país pluricultural y multiétnico es en primer lugar del Ministerio de Educación, pero hay que lograr que la totalidad de la población interiorice esos hermosos conceptos, dejando radicalmente las posiciones de odio por aquellos que no nacieron aquí, posición ridícula cuando nuestra herencia es una mezcla de muchísimas nacionales y grupos sociales.

El odio injustificado a lo nicaragüense se le agrega el tema del Gobierno de ese país, como si los migrantes tuvieran alguna extraña mezcla molecular con su gobierno, un pueblo es un pueblo diferente de su gobierno, eso es claro para nosotros que tenemos una larga cultura democrática.

Incluso en nuestra historia patria, desde la redacción de la constitución hasta la música típica hay claros ejemplos de nuestra mezcla cultural entre ambos países, sin olvidar a que otras nacionalidades comienzan a enriquecer lo que somos, contribuyendo a desarrollar nuestro país.

 

(*)Secretario General, Central General de Trabajadores.

 

Imagen con fines ilustrativos tomada de www.elcomercio.com

Enviado a SURCOS Digital por el autor.

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