Urge la reelección consecutiva presidencial y de diputados

Vladimir de la Cruz

Entre las reformas electorales que deben abordarse, discutirse y ojalá llegar a acuerdos políticos, con ánimo de que pudieran aplicarse a las elecciones del 2026, todavía tenemos tiempo para reformas constitucionales de este tipo, están los siguientes temas, la reelección consecutiva del Presidente y la reelección consecutiva de los diputados.

La reelección del Presidente es importante porque da la posibilidad de que con gobiernos de cuatro años se pueda prolongar la gestión a ocho años seguidos, y el Presidente y su equipo de gobierno puedan cumplir más en la visión del proyecto país que quieren impulsar.

Cuatro años no es suficidente para desarrollar una buena obra de gobierno. El Presidente al asumir su cargo, actualmente, el 8 de mayo, se encuentra con una camisa de fuerza, para ese mismo año, con el Presupuesto Nacional de la República, que fue definido y aprobado, en noviembre del año anterior a su elección, por el gobierno saliente. De manera que el Presidente en su primer año tiene la obligación de ejecutar el Presupuesto que le dejaron, con los objetivos, planes y obras a las que está destinado, con muy poco margen de maniobra para cambiar partidas o no cumplir del todo lo que en el Presupuesto se ha definido para gastos.

Aún cuando, desde este gobierno, el actual Presidente pudo gozar de la reforma constitucional que modificó las sesiones parlamentarias para que se iniciara con las sesiones extraordinarias, en las cuales el Presidente tiene la iniciativa de la ley, lo que significa que el Presidente, su Gabinete y su partido pueden impulsar proyectos de ley, por tres meses de sesiones parlamentarias, acordes a lo ofrecido en la campaña electoral y el Programa de Gobierno que también se comprometió en la campaña electoral.

Todos los partidos políticos en el proceso electoral están obligados a presentar ante el Tribunal Supremo de Elecciones un Plan de Gobierno, que del todo no se ejecuta. En parte porque antes del 2022 los partidos políticos y el Presidente se encontraban amarrados al Presupuesto Nacional con el que tenían que operar, lo que en la práctica postergaba cualquier iniciativa que se quisiera impulsar. También porque antes del 2022 las sesiones extraordinarias importantes se ejecutaban de diciembre a abril siguiente, y los meses transcurridos ponían otras agendas y otros temas del inmediato acontecer político, dejando de lado las ofertas de la campaña electoral y cualquier plan de gobierno que se quisiera impulsar. Esta era probablemente una de las causas o razones para rechazar a los partidos políticos, que asumían gobiernos, y estimular el abstencionismo, por el incumplimiento de sus promesas, entre otras razones.

Con el diseño de los cuatro años de gobierno, igualmente cada gobierno, esto vale para todos, en su último año, aprueban en noviembre un nuevo Presupuesto Nacional, efectivo a partir de enero y el gobierno se acaba el 8 de mayo siguiente, con lo cual solo pueden impulsar dos o tres meses de actividades, porque en este caso se mete también la otra campaña electoral que paraliza el país en muchos aspectos desde noviembre hasta febrero, y a veces hasta abril, lo que ya es frecuente por las segundas vueltas electorales, con paralización de las sesiones parlamentarias, por el receso que se aprueba para que los diputados atiendan las elecciones, a sus partidos y las regiones que teóricamente les toca cubrir.

Está claro que la reelección está sujeta al proceso electoral donde los electores pueden aprobar la gestión del mandatario y darle confianza para continuar por otros cuatreo años, o de rechazar su gestión y no votar por la reelección, que en este caso correspondería en la práctica a un referendo revocatorio de su gobierno, impidiendo que continúe por cuatro años más, nombrándose en ese sentido un nuevo gobernante, que repite nuevamente este ciclo.

Darle, entonces, posibilidad al gobernante de continuar con otro gobierno atiende con la necesidad democrática de posibilitar el desarrollo efectivo de políticas publica al menos de mediano plazo, y de lograr con ello mayor gobernabilidad, y posible mayor confianza en el sistema política y en la democracia como sistema de vida.

Lo que estoy planteando, al menos para la discusión, lo hago pensando en que debe realizarse esta reforma electoral a partir de ahora mismo, dándole oportunidad al mismo Rodrigo Chaves Robles de que pueda lanzar su reelección inmediata. Por impulsar esta idea habrá quienes pensarán que he cambiado mi manera de apreciar y valorar al actual Gobierno. Nada más alejado de la realidad. Mis escritos y mis intervenciones orales, en distintos medios, me colocan hasta ahora como un opositor duro contra el actual mandatario, su gobierno, su gestión.

Si el Presidente Rodrigo Chaves está impulsando un partido político, un partido uber, más que un partido taxi, porque es un partido llamado por él y quienes le apoyan, para participar en las elecciones municipales próximas y nacionales del 2026, es porque obviamente tiene interés de continuar en la política y de volver a gobernar. El Presidente intentó organizar su propio partido. No ha podido inscribirlo, por lo que anda al asalto de lo que pueda agarrar o encontrar de los partidos pequeños existentes.

Rodrigo Chaves con la legislación actual tiene que esperar prácticamente ocho años para volverse a lanzar de candidato. ¿Qué sentido tiene que un Presidente tenga que esperar ocho años para poder volverse a lanzar de candidato, si cree que él es bueno para el puesto, y de llegar a ejercer nuevamente la Presidencia por cuatro años? Ninguno en la práctica, más allá de haber probado las mieles del poder y de seguir queriendo lamerlas, porque como dice el refrán español, a quien anda con miel, miel se le pega. Pero sí tendría sentido que quiera continuar su obra de gobierno, para darle cuerpo, forma y tal vez contenido, con cierta trascendencia de acuerdo a su perspectiva.

Entendámoslo también con la práctica de los partidos como Liberación Nacional, la Unidad Social Cristiana y Acción Ciudadana que se reeligieron en el gobierno, cambiando al presidente. Menciono los presidentes de estos partidos que se reelegieron en gobiernos: José Figueres y Daniel Oduber, Luis Alberto Monge y Oscar Arias, Miguel Angel Rodríguez y Abel Pacheco, Oscar Arias y Laura Chinchilla, Luis Guillermo Solís y Carlos Alvarado. Los Presidentes que siguieron a su antecesor no continuaron, aún siendo del mismo partido, las políticas de los gobiernos que les precedieron. Cada gobernante, con su nuevo equipo de gobierno, sus ministros, trataron de desarrollar una obra presidencial propia, dejar su propio sello, sin destacar ni continuar con la obra de gobierno que les dejaron aun cuando eran copartidarios. De hecho, todos son gobiernos diferentes, en algunos de estos casos controvertidos entre ellos mismos como fueron Luis Alberto Monge y Oscar Arias, Miguel Angel Rodríguez y Abel Pacheco, Oscar Arias y Laura Chinchilla, donde los segundos se enfrentaron a los primeros y fuertemente.

Insisto. A la democracia política actual del país le conviene la reelección presidencial inmediata por un período. La elección que le toque enfrentar esta situación se convierte en un referéndum revocatorio del mandatario. A la vez, la vida política se agitaría más en torno a la lucha presidencial, se recuperarían escenarios políticos de discusión, de análisis, de reflexión que se han dejado de hacer. Los partidos políticos tendrían que convertirse más en vehículos de discusión, de reflexión sobre los problemas nacionales. Estarían obligados a seleccionar mejor sus candidatos a todos los puestos de elección popular desde la Presidencia de la República hasta los síndicos distritales. El Presidente que aspirara a reelegirse tiene que integrar gabinetes sólidos, de gente preparada. Tendría que preocuparse en serio porque en sus gobiernos no se realicen actos de corrupción en la Administración Pública.

Soy partidario de que se discuta una reforma electoral que dé la posibilidad de la reelección presidencial a partir del 2026. Lo digo también porque habrá quienes le tengan miedo por la continuidad de sus políticas neoliberales, desestructuradoras del Estado de Derecho y del Estado Social de Derecho que hemos logrado. El solo plantearlo obliga a redoblar las luchas políticas, jurídicas y sociales para que eso no ocurra.

Sé que el Presidente ha explorado esta posibilidad. Me parece que no se ha hecho aconsejar adecuadamente en esa dirección. Ahí tiene a la fracción legislativa de Pilar Cisneros para que impulse un proyecto de ley en esa dirección. Obviamente, tiene que ser muy bien manejado para buscar los aliados suficientes y los votos necesarios para que pueda aprobarse. Además, están los recursos publicitarios públicos de la gran discusión que tiene que generarse desde los medios de comunicación, las organizaciones políticas, sociales, empresariales, institucionales, universitarias, sindicales, cooperativistas solidaristas, entre muchas, sin prejuicios ante esta iniciativa.

En el siglo XIX la reelección continua de Jefes de Estado y de Presidentes se permitía. Por citar algunos, Juan Mora Fernández, desde 1824 hasta 1833, Juan Rafael Mora Porras, desde 1949 hasta 1959, Rafael Iglesia Castro, desde 1894 hasta 1902.

En concreto no le tengo miedo a la posible reelección del Presidente Chaves Robles. ¿Y, usted, querido lector?

Si no se pudiera aprobar la reelección presidencial continua, por un plazo igual de gobierno, por cuatro años, soy partidario también de que se debe hacer una reforma electoral, para ampliar el plazo de gobierno a seis años, con una consulta pública de revocatoria de mandato, a solicitud de firmas, a la mitad del período. En este caso se aprobaría un gobierno de una sola vez de seis años para un gobernante.

Incluso para ser consecuente con lo que he planteado, que se prolongue al actual gobierno en dos años más, como se hizo con los gobiernos municipales cuando se modificó el sistema electoral de las municipalidades a la mitad de gobierno, para empezar a regular sus elecciones de cuatro años a mitad de los gobiernos de cuatro años, como tenemos la elección de las municipalidades a partir de octubre a febrero próximos.

En esta perspectiva tampoco le tengo miedo a la posible ampliación de gobierno del Presidente Chaves Robles. ¿Y, usted, querido lector?

En cuanto a la elección consecutiva de los diputados creo que debe aprobarse. Se trata de desarrollar la carrera parlamentaria, el oficio de parlamentario, de diputado. Antes de 1948 existía la reelección continua de diputados. Rafael Angel Calderón Guardia fue electo diputado en 1934 y se mantuvo electo hasta 1940 cuando asumió la Presidencia de la República. Manuel Mora Valverde fue electo de manera continua desde 1934 hasta 1948.

¿Por qué hay que estar cambiando diputados cada 4 años? Esto lo que ha provocado es una piñata de curules, y una llegada a la Asamblea Legislativa de personajes que no tienen ninguna distinción ni trascendencia parlamentaria. Hemos provocado del Congreso en mucho una congregación de personas mal preparadas para ese cargo de diputado, hasta de analfabetas parlamentarios, de gente sin interés de hacer carrera parlamentaria y de especializarse en asuntos legislativos. Es suficiente decir que cada año se integran y desintegran las comisiones parlamentarias y la rotación que se produce provoca el desconocimiento de los proyectos de ley que están en trámites en esas comisiones legislativas, que se han convertido en pasarelas curriculares legislativas.

La experiencia internacional de todo el continente americano, y de toda Europa, es la reelección continua de Presidentes, de Jefes de Gobiernos y de Primeros Ministros, donde correspondan, así como de los parlamentarios o de los diputados, en cada país y en sus organismos regionales internacionales.

Hagamos algo por mejorar la gobernabilidad, la gobernanza, la democracia y la institucionalidad política costarricense. Otro camino podría ser una Asamblea Nacional Constituyente. De esto escribiré después.

 

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