Cahuita no se divide: se defiende unido
Por Bernardo Archer Moore
Mensaje para toda la comunidad de Cahuita.
La carrera por el protagonismo siempre es de corto plazo:
Mucho ruido hoy, grandes consecuencias mañana.
Sobre la ZMT, el PRC y la Declaratoria Tribal de Cahuita, mi posición es pública desde hace más de 13 años, y todos los actores del tema la conocen.
Y lo repito: Ya ganamos la parte legal.
La Sentencia 25-029985 de la Sala IV ordenó a la Municipalidad de Talamanca realizar la Consulta Previa del PRC al Pueblo Tribal de Cahuita en 3 meses.
Ahora el reto no es discutir…
Es cumplir.
Y eso le toca a:
- La Municipalidad
- El Foro Tribal Afrocostarricense
- La ADIC
- Y especialmente a nosotros como comunidad.
No repitamos la tragedia de Buenos Aires, Puntarenas.
En Buenos Aires, un cantón indígena, el divisionismo étnico se prestó para desvirtuar el derecho de consulta indígena, dejando como benefactor al Estado que hizo lo que le vino en gana, y a los indígenas con un saldo de:
- dos muertos
- decenas de heridos
- manipulación política
- comunidades enfrentadas
Todo comenzó igual que aquí:
Reuniones excluyentes, “sólo para ciertas etnias” (Bribri o Cabécar) y cada uno por separado “para mantener la pureza étnica”, usando así la identidad como arma.
Ese camino siempre termina mal.
El racismo disfrazado de “orgullo étnico” sigue siendo racismo.
Lo que pasó en Cahuita —negar entrada a vecinos por color de piel o por su ascendencia—
No es orgullo tribal.
No es cultura.
No es protección.
Es racismo, y Cahuita nunca ha sido un pueblo racista.
Aquí hemos convivido por generaciones:
Afrodescendientes, chinos, judíos, árabes, indígenas, mestizos y quienes llegaron con respeto y se integraron con amor.
Esa mezcla es nuestra verdadera fuerza.
La declaratoria tribal no es licencia para excluir:
La Declaratoria Tribal se creó para defender derechos, no para atacar a los vecinos.
Para consultar al Estado, no para pelear entre nosotros.
Para proteger la identidad afrodescendiente, no para expulsar a quienes han hecho de Cahuita su hogar durante décadas.
Nuestra guía debe ser esta: No hacerle al prójimo lo que no queremos que nos hagan.
Con esa simple verdad,
Cahuita seguirá avanzando unido, fuerte y digno.
No dejemos que el fanatismo nos robe lo que tanto nos ha costado ganar.
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