Precios del petróleo amenazan ya a centroamericanos

Por Rafael Ángel Ugalde Quirós*

Aunque parezca increíble, cuando el presidente venezolano Hugo Chávez convirtió su país en “la casa del petróleo” no había pandemia de Covid 19, pero divisaba ya que una Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) decorativa agravaría las crisis cíclicas en las naciones pobres.

Veintitrés años atrás nacionalizó la producción de petróleo, procurando el desarrollo y la integración de la región como bloque, tratando de llevar a la realidad el sueño del libertador Simón Bolívar (1783-1830). Él visualizó, sintetizando un vasto pensamiento del prócer, la unidad continental como forma de enfrentar amenazas comunes que vendrían sobre los pueblos, tras liberarse del férreo yugo español.

Sin esta nueva triada de geopolítica, petróleo y desarrollo social de Chávez – fallecido el 5 de marzo de 2013- no existiría hoy el plan Petroamérica, un gigantesco proyecto de Gaseoducto del sur, o de Petrocaribe, ideados como iniciativa de unidad e independencia latinoamericana y caribeña, ausente siempre en la agenda de los reiterados gobiernos de tendencia socialdemócrata y socialcristiana de Acción Democrática y COPEI, respectivamente en la Venezuela pasada.

La crisis cíclica del capitalismo en 2007-2008, y consecuentemente, la elevación de los precios del petróleo por arriba de los $ 100 el barril, hizo estragos en las economías centroamericanas, dependientes casi en su totalidad del “oro negro” y las grandes compañías petroleras. Ellas controlan en la subregión la exploración, el suministro y las rutas del petróleo. Aunque en 2019 y 2020 los derivados del hidrocarburo registraron, en términos generales, una leve disminución de los precios al consumidor, ello no quiere decir que la tendencia se mantendrá una vez levantadas las restricciones por la pandemia de Covid.

El mes de agosto de 2019, por ejemplo, el mundo se mantuvo en vilo por los enfrentamientos entre Estados Unidos y la República Popular China por cuestiones comerciales. El petróleo ese mes aumentó en 2.4 millones barriles después de casi dos meses de pérdidas. Asimismo, las gasolinas aumentaron 4.4 millones de barriles, después de dos semanas de pérdidas, juntamente con los destilados como el diésel, presentaron un aumento de 1.5 millones de barriles. Los cambios en las reservas permitieron que los precios internacionales de los derivados del petróleo mostraran tendencia a la baja. (https://www.centralamericadata.com/es/article/home/Precios_de_combustibles_al_13_de_Agosto_2019). Adicionalmente a lo anterior debe reconocerse que el control del 90% de los pozos petroleros en Siria a vista y paciencia de la ONU y el derecho internacional por parte de Estados Unidos y sus aliados occidentales, hacen exista hasta ahora una especie de “ganancia para todos” en el consumo del hidrocarburo en tiempos de pandemia, evitando se disparen los precios, pues el hidrocarburo sale casi gratis a las compañías.

Una síntesis de los valores registrados para el 13 de agosto 2019 indica los siguientes precios para Centroamérica: galón de gasolina regular: Costa Rica $4,38, Nicaragua $3,78, Honduras $3,53, El Salvador $3,21, Guatemala $3,24 y Panamá, $3,03.

Para mediados de enero de 2020 los países centroamericanos registraron cierto alivio respecto al precio de los combustibles, sin imaginar que en marzo de ese año la pandemia debilitaría sus economías y, si bien es cierto bajo el consumo de petróleo por el virus y los encierros de las gentes, no significa ello que en los próximos meses los precios de los hidrocarburos se mantendrán a la baja. El siguiente recuadro ofrece una síntesis del tema.

Fuente: (https://centralamericadata.com/es/article/home/Centroamrica_Precios_de_combustibles_al_14_de_Enero e 2020)

CENTROAMERICA SIN INMUNIZACIÓN.

Una reciente protesta de conductores y amas de casas en la capital costarricense por los altos precios de los combustibles ofreció, desde ya, el panorama que se avecina en la subregión, una vez superadas las restricciones de la Covid 19.En este país centroamericano de poco más de 51 mil kilómetros cuadrados y 5 millones de habitantes, dependiente en gran medida de las importaciones de los derivados del petróleo (tiene una refinería que no refina, aduciendo los actuales tecnócratas que es más barato importar derivados ya procesados), cada vez que los combustibles elevan su precio por cambios en el mercado internacional, inflación o demanda interna etc., el impacto en el consumo, la agricultura, la industria, el comercio, los servicios etc, no se hace esperar. Precisamente el enfado causado por una sustancial alza en precios de todos los combustibles por parte de la Refinadora Costarricense de Petróleo (RECOPE) hizo que los “ticos” olvidaran la pandemia y se adueñaran de las calles.

Ya entre enero y marzo 2021 los precios de los combustibles en Guatemala aumentaron en más de 20%, reconociendo las autoridades locales que este comportamiento continuará durante los siguientes meses. Alberto Pimentel, ministro guatemalteco de Energía y Minas, según expresó al diario digital Prensalibre.com, «… se podría ver incremento todavía unas semanas más y se espera que haya estabilidad de precios en mayo, ya que disminuye el consumo por fin del invierno en otras partes del mundo, sin embargo, también se está a la expectativa de las decisiones de la OPEP respecto a la producción, entre otros». (Jueves 18 de marzo 2021). Consultar: https://www.centralamericadata.com/es/article/home/Combustibles_mercado_y_pronsticos).

Así, unos países centroamericanos más que otros, ya sufrieron elevaciones de precios de los combustibles, pues quiérase o no, el istmo forma parte de esa realidad en que el petróleo y sus suministros siguen siendo por excelencia el energético imprescindible en el mundo desde hace un siglo. Y lo seguirá siendo por muchas décadas más.

Dada la constante migración entre naciones del istmo, con exactitud no se conoce el número de habitantes, superando conservadoramente su población los 50 millones de personas. En contraste, se contabiliza en la región 50 % de la población en situación de pobreza, porcentaje que supera largamente el promedio de 33 % de América Latina y el Caribe; en tanto la FAO estima que 14,2 % de la población centroamericana sufre desnutrición, casi 6 millones de personas. Un porcentaje que supera en 6 puntos el promedio de habitantes con hambre de América Latina y el Caribe, que se sitúa en 9% (Fuente: http://www.fao.org/americas/noticias/ver/es/c/229460/#:~:text=En%20Centroam%C3%A9rica%20el%2050%20%25%20de,Am%C3%A9rica%20Latina%20y%20el%20Caribe).

Un ejemplo de la dependencia subregional del petróleo lo reflejó el año 2016, cuando las importaciones de hidrocarburos de los países del Sistema de Integración Centroamericana (SICA), integrado el 13 de diciembre de 1991 (sin incluir a Belice), totalizaron 194,9 millones de barriles (Mbl), de los que 169,4 Mbl (87,3%) correspondieron a derivados del petróleo, 13,1 Mbl (6,7%) a petróleo crudo y 11,7 Mbl3 (6,0%) a gas natural. La factura de estas importaciones ascendió a 9,4 miles de millones de dólares, cifra que representó el 9,6% del valor de las exportaciones de bienes y servicios de la región. Más de la mitad (59,3%) de los hidrocarburos provinieron de puertos ubicados en los Estados Unidos. Los ocho Estados miembros del SICA, contando a República Dominicana, tienen una superficie territorial de 569.000 km2 y una población que supera los 57 millones de habitantes. Existen marcadas diferencias en la escala de mercados de hidrocarburos de los países, lo que a su vez está relacionado con el nivel y características de las economías y la población. El consumo promedio per cápita anual (barriles equivalentes de petróleo —bep— por habitante y año) de la región en 2016 fue de 3,0 (Fuente: Centroamérica y República Dominicana. (estadísticas: https://www.cepal.org/sites/default/files/publication/files/42711/S1800208_es.pdf).

Puede apreciarse que la producción de petróleo en Centroamérica es insignificante para satisfacer la demanda interna.

País

Petróleo – producción (barriles/día)

Año

Trinidad y Tobago

63,000

2020

Cuba

50,000

2020

Guatemala

9,600

2020

Belice

2,000

2020

Barbados

1,000

2020

Fuente: https://www.indexmundi.com/map/?v=88&r=ca&l=es.

Los esquemas de cooperación concebidos dentro de la Alternativa Bolivariana (ALBA) y Petrocaribe evidencian que objetivamente hay alternativas viables para que Centroamérica revierta las viejas relaciones de comercio del petróleo y de dependencia, en términos generales, de Estados Unidos, sino además que pueda contar con opciones reales para bajar los impactos de las alzas del hidrocarburo en sus economías post pandemia. Esta epidemia dejó ver que la subregión está a la intemperie en materia de planificación energética en el mediano plazo. La carencia de infraestructuras adecuadas como refinerías, vías férreas y tecnología petrolera aumenta la dependencia totalmente de Estados Unidos, a pesar de que el mundo unipolar pasó a dormir los sueños de los justos con el surgimiento de grandes economías emergentes como China, la Federación rusa, India, entre otras. Esta realidad insoslayable hizo que algunos gobiernos de la subregión, con las previsiones o el permiso del caso, tímidamente plantearan en los últimos años planes energéticos a largo plazo. Frente a una inminente reactivación económica en la zona después de la Covid 19, con el consecuente disparo del consumo de petróleo, es posible haya un impacto negativo sobre la empobrecida población que al calor del Covid 19 sufrió reducciones salariales, despidos, disminución de jornadas de trabajo, entre otras, en la mayoría de las naciones.

Así, los esfuerzos por cambiar la matriz energética no van orientados a constituirse en lo que son y tienen todo el derecho del mundo: en la Organización de Naciones Centroamericanas y el Caribe Consumidoras de Petróleo, ni a aprovechar las oportunidades que ofrece un continente con las mayores reservas del “oro negro”, sino que incluyen ahorro y uso “eficiente” de energía, construcción de centrales hidroeléctricas casi en todos los países del istmo, la contratación y construcción de plantas de generación de energía eléctrica con base en el carbón, en Guatemala y Honduras; a partir de la crisis de 2009, la obligatoriedad del uso de biocombustibles, con mezclas de 7% en Costa Rica y los programas de ahorro de combustibles, mediante la prohibición de circulación al día de cierto número de vehículos, como existe en Costa Rica, carriles reversibles y las primeras fases del metro de superficie en Guatemala.

(https://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/25972/LCmexL908_es.pdf?sequence=1&isAllowed=y).

Como es público y notorio la República Bolivariana de Venezuela tiene reservas arriba de los 338 mil millones de barriles de crudo, aunque el Departamento de Energía de Estados Unidos afirma que estas reservas superan los 550 mil millones de barriles. Por menos reservas otras naciones como Libia, Irak o Siria son envidiadas y pagan un alto precio. ( https://www.indexmundi.com/map/?v=97&l=es).

Si bien es cierto la “libianización” de Venezuela – partición de los países en zonas petroleras, tras desembarco rápido de tropas- no se ha realizado en esa nación por su potencial defensivo encontrado en los modernos aviones Sujói0 Su 30 y el sistema defensivo antimisiles S400 , que hace inimpugnable y carísima una invasión relámpago; la retención empero de al menos $30 mil millones a Caracas y los daños violentos provocados a la economía y a instalaciones energéticas, menoscaba sin duda alguna el potencial de desarrollo socio económico que “la casa del petróleo” significa para todo Centroamérica y el Caribe.

Bien decía el experto en energía y administración, Miguel Jaimes, en el marco del XI diplomado Internacional en Geopolítica del petróleo, este hidrocarburo no solo trajo a la humanidad guerras para apoderarse de él, sino que nos dotó también como civilización de comodidades y ciencia para que nos encontremos unos y otros y hagamos de nuestras diferencias un nuevo continente de paz, dialogo y progreso.

 

Imagen de portada ilustrativa.

*Periodista, abogado y notario por la UCR.