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Etiqueta: Macv Chávez

¿Pandemia O Genocidio?

(Una Pregunta Para La Ciencia Ficción)

Macv Chávez

¿El virus se coronó como rey o es solo una conspiración para aniquilar a “la inservible” población mundial? Podría ser el inicio de una serie de preguntas que rondan mi cabeza y que todas me podrían conducir a una misma respuesta, debido a que todas tienen su origen gracias a -y en- la miseria del hombre: su propia malformación humana, esa que nos conduce a este momento de la humanidad, como a muchos otros, debido a que, a pesar de ser tiempos de “grandes avances humanos”, todavía seguimos siendo animales domésticos, animales que nos creemos superiores a las demás vida de la naturaleza y a la misma naturaleza, razón por la cual el Covid-19 que, desde un principio me sonó a nombre de laboratorio, tomó posesión de la tierra en el 2020, y todo gracias a una estúpida superioridad que no llega ni a los talones de las razas irracionales, quienes parecen ser más racionales que nosotros.

Durante estos dos meses de confinamiento -aunque para mí es normal estar en casa- he podido ir dando vuelta a una serie de reflexiones a través de diversas conversaciones o lecturas de la realidad, junto a otras meditaciones personales que vengo acarreando desde hace años. Estas reflexiones me llevaron a una incredulidad de la política e institucionalidad que “gobierna el mundo” o nuestras naciones, porque dichas entidades se parecen a los golpes de pecho dominical que vienen cargados de una semana de doble moral, apelando a la caridad disfrazada por la lástima y al aprovechamiento mismo estilo de un sinfín de ONGs que han lucrado con la pobreza de la humanidad, logrando continuar con el reinado de la miseria y los miserables a lo largo de la historia, es decir, de los opresores y oprimidos; motivos por el cual la “Pandemia” solo se ha dedica a aflorar dicha miseria, dando como resultado insultos para los opositores del gobierno que es gobernado por los grupos de poder para aplastar a los que no tienen ni el poder de hacer algo productivo con su vida o existencia, logrando inclinarse ambos bandos extremos: del pobre y rico, bajo o hacia el hambre del dinero, porque lastimosamente hoy la gente está más preocupada por formar una buena mesa financiera antes que su humanidad, al punto de que hay incapacidad para ver que cae en el juego miserable del opresor, dándose de libre e independiente para seguir siendo más de lo mismo, aliviando su pena con “la caridad” y “la lástima” por las personas que viven en la miseria, sin caer en la reflexión de que el problema de la miseria humana radica en que seguimos dejándonos cegar por las falsas ideas del vivir, sin darnos cuenta que estamos demasiado lejos del vivir realmente, porque simplemente estamos entre los sobrevivientes, los que buscan sobrevivir a cualquier costa, y los supervivientes, los que buscan vivir por encima de la gente y gracias a la ceguera de los explotados sobrevivientes.

Recuerdo que en una temporada atrás Frecuencia Latina venía lanzando una campaña de “concientización” para el cuidado del medio ambiente, no sé si otros canales lo hacía, ni tampoco si lo hacían en otros países, pero sería interesante que las personas que lean esto lo manifiesten si sí o si no, porque en dicho spot salía un tipo diciendo que pronto tendríamos que usar mascarillas todo el tiempo si no cuidamos el medio ambiente, spot que lo pasaban casi como disco rayado, hasta que llegó la “Pandemia”, donde lo quitaron y no sé si lo sacaron porque no querían competencia o qué, pero en el fondo dicho spot buscaba incitar a que la gente usara mascarillas sí o sí, más que a cuidar el medio ambiente, tanto que yo pensaba adquirir uno de tanto oídlo, como oía que nos íbamos a morir por Covid-19 si es que nos daba, por más que no se sea vulnerable.

Una temporada, después de dicho spot, el Coronavirus empieza a tomar protagonismo en la ciudad de Wuhan y comienza a acaparar todos los medios de comunicación a nivel mundial, donde poco a poco nos van dando a conocer que el virus mataría al 3% de la población mundial de convertirse en Pandemia, debido a que “China no controlaba el virus”, aunque curiosamente solo se hablaba de los contagiados de Wuhan, como si China solo fuese ese lugar, para luego trasladarse a España e Italia hasta presentar los miles de muertes, logrando asustar a la población mundial a tal punto que el mundo aceptó el confinamiento sin mayor problema, sin pensar en la ineficiencia del gobierno para gobernar y, por ende, para combatir el virus, ignorando la gran problemática socioeconómica que eso traería a los países, y todo gracias al gran pavor que nos introdujeron los medios de comunicación, tanto que en ese momento ya me siento morir por Covid y escribo esto como testamento, sin darnos oportunidad para reflexionar, porque tampoco es algo que se haga constantemente, debido a que solo somos animales domésticos que obedecemos al amo según cómo nos ordene él o los jefes del momento; porque, además, la mayoría de personas se aferran a la vida inútilmente, como si realmente vivieran, como si nunca se fueran a morir, una estupidez que se les debemos a las corrientes de la malformación humana, desde los grandes imperios -que mantenían ignorantes a los súbditos para que no se dieran cuenta de que son los que dan el poder a unos cuantos- hasta la fecha, donde seguimos los mismo patrones, solo que dibujándolos bajo los conceptos de empleador/empleado o gobierno/pueblo, por más que de cualquier forma ambos siguen siendo la cuna del opresor/oprimido, porque todavía seguimos siendo bastantes pobres de ser como para comprender lo que es la dignidad humana o lo digno del ser.

En la siguiente temporada el virus empezó a llegar de un país a otro hasta que finalmente los gobiernos empezaron a tomar el confinamiento como medida para salvar la vida de los más vulnerables, al mismo tiempo que nos metían miedo a todos, so pretexto de que los hospitales reventarían con los pacientes graves y bla, bla, bla, razón por la cual era necesario e indiscutible realizar dicha cuarentena o aislamiento social obligatorio, para que los hospitales y las ciudades no se llenasen de enfermos graves, al mismo tiempo que de muertos.

En el caso de Perú el aislamiento vino de dos en dos, como cervezas en un bar, cosa que “era necesario para salvaguardar la vida de la población, sobre todo de los más vulnerables”, según palabras del floro barato de Salvador Vizcarra. Decisiones que fueron buenas, pero mal gestionadas o accionadas, porque solo un mediocre o ladrón pueden pensar concientizar a un pueblo envuelto en la corrupción y miseria más de 30 años, donde las palabras de los políticos no son más que floro barato para seguir robando, cosa que hemos podido contemplar desde el primer momento, con la serie de inacciones que tuvo el gobierno de turno ante el robo descarado en las compras de mascarillas y otros implementos médicos y sanitarios, mostrando indiferencia a dicho tema a pesar que se empezaba a destapar el escándalo a nivel nacional por dichos robos, logrando afianzar esa indiferencia con la contribución a más corrupción al entregar dinero a las municipalidades para las canastas, sabiendo bien que ya hemos tenido serios problemas de corrupción en todo el país con el caso Odebrecht, el club de la construcción, reconstrucciones de desastres naturales, entre otros, al punto de que habíamos llegado a ocupar el quinto lugar de países más corruptos del mundo en algún diario internacional, siendo famosos por los presidentes “presos por corrupción”, algo que siempre dije que era mero show político, porque hasta ahora siguen chinos de risas, porque les seguimos pagando por ser expresidentes y jodernos el país.

Han pasado más de 60 días y sorprendentemente casi todo lo que he visto han sido medidas buenas mal ejecutadas, tanto que no he dejado de preguntarme: ¿tan imbéciles son esos profesionales que aplican buenas ideas como si fueran personas ignorantes? Al punto de que en mis disparos contra la descarada corrupción del gobierno he dicho que el cabecilla es un ladrón y mentiroso, además de andar rodeados de una sarta de imbéciles que no tienen ni la menor idea de cómo hacer bien las cosas, cosa que me ha ayudado a sacar a la luz el odio de muchísima gente que me ha denunciado, insultado y hasta amenazado solo por quejarme de la estupidez y mediocridad humana que albergan los políticos al tomar medidas tan paupérrimas de acción, como si estuvieran leyendo una manual para principiantes, mientras el mediocre pueblo seguía justificando la estupidez humana bajo frases que ayudan a contemplar mejor su nivel de lucha contra la corrupción, porque piensan matemáticamente, es decir, que corrupción más corrupción es igual a positivo, o sea, a “mediocridad humana”, porque son los mediocres los que terminan robando dinero al pueblo para sentirse poderosos y alcanzar “un nivel de vida digno”, uno que no es más que una ilusión, en autoengaño para no saber bien quién diablos es el ser humano, o qué implicar ser realmente persona, es decir, tener derecho a la vida, la dignidad, libertad, entre otros derechos constitucionales que al mismo tiempo también son universales y que en idea sirven para contribuir al desarrollo de la humanidad y no a su domesticación, como realmente lo sigue haciendo, y todo gracias al auspicio de la mediocridad que nos gobierna, porque humanamente todavía seguimos siendo mediocres, porque estamos muy por debajo de ser personas, es decir, de evolucionar de animal doméstico a persona.

Han pasado más de 60 días y hemos visto cómo cientos o miles de personas han naufragado entre sus lágrimas y la impotencia, como en la indiferencia e hipocresía de millones de seres vivos llamados animales racionales, entre los cuales están los malditos miserables que esperaban la muerte de la masa inservible para lograr sus fines, como los que pudieron estirar la mano para brindar un poco de ayuda por lástima o caridad, para sentirse buenos, para sentir que están haciendo algo bueno, como intentando limpiar su conciencia de la incontemplación de su ser que con su estilo o forma de vida contribuye a que esa miseria siga creciendo día a día, porque ¿cuántos se han puesto a pensar que si la corrupción y miseria existe en el país es porque hemos contribuido directa o indirectamente a ello? ¿Cómo? Fácil y sencillo: sabemos que el Banco para la Corrupción Peruana (BCP) apoya el robo al pueblo desde la política y los beneficios políticos de la corrupción, porque sabemos que la CONFIEP nos quiere explotar hasta que le seamos inservibles; porque sabemos que el Perú es 75%, informal (pequeñas y medianas empresas, como también comerciantes y ambulantes); porque sabemos el sistema de educación es miserable, tan miserable como para juntarse con la USIL a hacer un “aprendo en casa” que enseña que el juane se hace con hoja de plátano y no de bijao, solo por ser verde su envoltura; porque sabemos que el sistema de salud es nauseabundo, incapaz de atender bien en estados normales de vida; porque sabemos que tenemos millones de profesionales mediocres, que solo tienen una carrera para justificar su sueldo; porque sabemos que tenemos un poder judicial que merece ser escrito con minúscula porque es la cuna de la corrupción, motivo por el cual hay todas esas grandes obras de lucha contra la corrupción en el tacho de basura o el olvido; porque sabemos que hay grandes empresas que roban y oprimen al pueblo; pero, sin embargo, seguimos consumiendo la misma mierda como si fuéramos incapaces de darnos cuenta de cuánta basura nos entregan los grupos de poder en colusión con el gobierno, como si fuéramos incapaces de vivir sin ellos, a pesar de tener la noción de que ellos sin nosotros no existen, simplemente porque somos nosotros los que alimentamos su miserable ego o poder, simplemente porque naturalmente tendemos a ayudar al necesitado, razón por la cual existen un sinfín de ONGs como campañas de ayuda al prójimo o necesitado, sin preocuparnos en reformar el sistema en el que vivimos para que no sigamos necesitando dichas actividades de lástima, donde directa o indirectamente contribuimos a la corrupción, del mismo modo que lo hace el taxista o mototaxista cobrando de más una carrera, solo porque no conoces o porque él es vivo, tan igual como lo hace el comerciante acaparando productos para poder venderlos a más precio, comparando el producto al productor y a un precio menor del costo de producción, discriminando al agricultor que en esta pandemia se sacó la M para que no faltaran los productos en la mesa de toda la población, sin importar que su trabajo era uno de los más menospreciados por la cuestión económica, tan igual como lo hace aquel que vive aceptando recibir o pagar coimisiones por negociados personales, empresariales, laborales, permitiendo que las mafias del robo al pueblo (los políticos y trabajadores del estado) sigan robando, entre tantas otras cosas más que nos embriagan con tanta miseria y que han contribuido con la pandemia para el Genocidio deseado por un sinfín de grupos de poder como de mediocres, porque lastimosamente ahora que con los más de 60 días de confinamiento veremos el aumento del hambre y el terror que nos llevará a miles de muertes silenciosas que pasarán por Covid, y estas serán muertes que pudimos evitar de haber usado mejor la razón para aplicar las buenas medidas con bien, no con ases bajo la manga, pero bueno, ahora nos tocará limpiarnos las manos como los buenos Poncios Pilatos que somos, porque seguiremos buscando culpables para lavarnos la manos, no solo para protegernos del Coronavirus, sino también para sentir que somos personas diferentes: “mejores”, cuando no somos más que miserables que se encierran en su burbuja, esa misma que ahora seguro anda pensando -en mayoría, porque aquí no hablo de las excepciones que son muy pocas y que no pueden hacer mucho, porque lastimosamente están aisladas y cansadas de tanta miseria, pensando- que ahora es tiempo de hacer más dinero para guardar pan para mayo, porque hay muchas deudas que pagar, mucha competencia laboral, muchas oportunidades que no podemos dejar pasar, como las redes de mercadeo, esas que son una buena oportunidad para tener dinero fácilmente, sin caer en la cuenta de que es una estafa, porque ahí se vive estafando a los que no podrán negociar de la misma forma que tu bolsillo o labia de doble moral, porque no todos los ilusos que quieren tener dinero pueden juntar a los suficientes ilusos para darles ganancia fácil, con esa facilidad que me recuerda al método de trabajo que usaba nuestro emprendedor Manrique, solo que ahora dicha estafa lo usan con más poesía al momento de la venta, como para hacer volar a la gente por la imaginación de las alucinantes palabras enriquecedoras que nos brindan las campañas de las redes de mercadeo, sin dejar de ser otro sistema más de estafa opresora, esa que tarde o temprano termina mandando a la miseria a algunos para que los bolsillos de los pillos sigan engordando, esos que en algún momento necesitarán limpiar su conciencia con obras de caridad para no aceptar la verdad de su real indiferencia a la dignidad humana, razón por la cual creo que la mejor forma de medir el valor de las cosas es contemplando la realidad de la atención de las necesidades básicas, como alimento, salud, educación, trabajo y seguridad, para poder comprender realmente si es que estamos siendo indiferentes o no con la realidad sociocultural en la que “vivimos” o en la que creemos ser personas y vivir.

Pero bueno, ese es un asunto para viajes de reflexiones mayores, pero ahora solo quiero centrarme en ¿por qué digo que esta pandemia es un genocidio? Si analizamos del 6 de marzo al 19 vamos a ver que hemos tenido en 13 días 3 fallecidos por Covid-19 con 234 infectados, pero si a esos 234 le hacemos un cálculo de que cada infectado ha contagiado por lo menos unas 10 personas, antes de la cuarentena: del 6 al 15 de marzo, según nos informaban de la capacidad de contagio sin mascarilla, vamos a tener a unos 2340 infectados aproximadamente y con 3 muertos, un 0.13% de letalidad. Diez días después, con aislamiento social obligatorio, tenemos 852 contagiados -según registro del estado- con 29 muertos, es decir, 26 muertos más en 10 días de confinamiento, es decir, 618 más y si lo multiplicamos por 6, tendríamos un resultado de 3708 contagiados con 26 muertos (886 & de más, a comparación de los 13 primeros días de no confinamiento). Y si queremos comparar más allá: vamos a ir del 19 de marzo al 19 de abril, donde tenemos ya 15628 contagiados, dándonos 14776 desde el mes pasado, el que yo multiplicaría por 5, porque honestamente las mascarillas que se usaban en esa temporada eran malísimas, ya que no se tenía consciencia de que dichas mascarillas caseras permitían el pase del virus sin ningún problema, porque solo nos protegen entre el 5% o 10%, exagerando las mejores con un 20%, según pude contemplar en los videos que circulaban probándolos con spray o rociador, es decir, las mascarillas usadas en el primer mes solo servían para engañar a los policías y militares para que no nos jodan por no usarlas, no para no contagiarnos, por ende, teniendo en cuenta que el virus contagia desde que nos llega tenemos tendríamos 11368 contagiados nuevos, desde el 19 del mes pasado, monto proyectado en la realidad de la vida, no en las pruebas que realiza el gobierno, porque esas no llegará jamás a tener idea de la realidad, por ende, solo podemos creer más cercano a la realidad los números de muertos que nos dan: 371 (1279.31 & de más, en comparación con los 13 días de confinamiento). Y es aquí donde aparece el inicio del genocidio y ¿por qué razón? Durante 30 días de confinamiento hemos podido apreciar que los medios de comunicación nos han atormentado con el contagio, con el virus y su letalidad, y con las muertes desmesuradas en otros países, más una serie de tormentos mentales (dinero, comida, familia, injusticias sociales, hambre, éxodo, bono no entregado ni beneficiado, pago de deudas, alquileres, servicios y otros) que han contribuido a una serie de desórdenes alimenticios, fisiológicos, mentales, los que han contribuido sutilmente a que el cuerpo desgaste energía, al mismo tiempo que baja sus defensas, como también lo ha podido hacer en un sinfín de personas el hambre, la desnutrición, aparte del maldito bombardeo de la gente y sus antojos o gustitos alimenticios que no hacían más que contribuir a la humillación del más necesitado, porque lastimosamente con esto de la modernidad hasta el más pobre tiene acceso a las redes sociales, donde busca escapar muchas veces de su triste realidad para dejar de prestar atención a la preocupación y al hambre, para contemplar cómo muchos andaban pensando en el pollito a la brasa y sus tragos, sin siquiera comprender el dolor de la impotencia, del hambre, de la humillación, claro, porque no es culpa de ellos el que esa gente sea pobre, ni que tengan hijos que les arden las tripas, porque claro, no es culpa de ellos el hecho de que llevan más de treinta días sin poder trabajar para sobrevivir como lo hacían antes de la pandemia, porque claro, ellos no son de su familia ni de sus intereses diarios, pero en fin, es gente, masa, personas que deben morir por vivir en la miseria, por ignorantes, mediocres, delincuentes, borrachos, mujeriegos, cojudas que tienen un hijo tras otro, entre tantas otras cosas que las voces humanas disparan a quemarropa, tanto que por momentos comprendía mejor el tema hitleriano del campo de concentración, mientras veía como aumentaba el desprecio a la humanidad a flor de piel, porque la masa pudiente ya no solo se iba contra los extranjeros sino también contra sus propios compatriotas, mientras que los bellos discursos de doble moral religiosa, profesional o emprendedora apoyaban las medidas tomadas por el gobierno sin siquiera reclamar por esa gente que terminaba en la miseria por culpa propia y también por nuestra culpa, porque hemos sido miserables, porque solo nos hemos preocupado por tener un buen sueldo, un buen trabajo, una buena vida, para cumplir con los deberes cívicos y sociales para no sentirnos miserables como esa gente que está dentro del 75% de informalidad y que representa a la pobreza y extrema pobreza, a los delincuentes, choros, asesinos, borrachos, muertos de hambre, entre otros términos que suelen usar los grandes marginadores de la inferioridad de esta gente, gente que en mayoría está cargada de traumas históricos y familiares, y digo históricos porque viven repitiendo patrones de vida de los grupos sociales en los cuales se rodean por naturaleza, porque penosamente es la vida que conocen, esa misma vida que los ha llevado a conocer con mayor profundidad el hambre y la humillación durante esta pandemia, porque muchos de ellos, inocentemente, fueron golpeados por la pobreza y el sobrevivir día a día, sin tener una mano a quien acudir para levantarse, siendo juzgados incluso como la mayoría delincuencial, esos que son tan igual a los marginadores, porque de seguro son los que paran repitiendo incansablemente esa frase popular o religiosa que sirve para someter al hombre a sus ligas de oprimidos, para vestir una camiseta que dice: “de buenas intenciones está libre el infierno”, para aniquilar el buen deseo de cambiar las cosas, para no caer en la resignación de que así es el sistema, qué se puede hacer. Pero, bueno, del 19 de abril al 19 de mayo tenemos 2914 muertos por Covid-19, logrando tener 99483 según Perú en tus manos, siendo 84707 contagiados de más desde el 19 de abril, el cual podríamos multiplicar por 3 para tener 254121 una cifra más cercana a la realidad, eso sin tener en cuenta la gran inacción para las tomas de prueba del gobierno desde el principio, porque en ese caso, pienso que si agregamos a los asintomáticos podríamos multiplicar esta cifra por 5 y tendríamos 423535 infectados, de los que no me preocuparía, porque finalmente tarde o temprano todos nos infectaremos, ya que lo que se quiere evitar son las muertes, muertes que en un mes más de confinamiento improductivo aumentaron en 2514 (628.5 % en comparación a los 33 días de confinamiento), y que de seguro seguirán aumentando, porque a estas alturas tenemos una población bastante debilitada física y espiritual o mentalmente, motivo por el cual esta pandemia se transforma indiscutiblemente en un genocidio, porque las muertes no serían por el Covid-19 sino por la debilidad física y mental que ha sufrido el pueblo en este enfermizo confinamiento, el que no creo que nos haya servido de mucho, simplemente porque no hemos aprendido nada, solo a continuar con la supervivencia y la sobrevivencia, caso contrario, si yo me equivoco, veremos cómo el mundo se vuelve más racional y sensible con la vida que dejará su vida superficial para hacerla más profunda, más humana, luchando por los derechos de todos los hombres, por esa igualdad de vida digna para todos, hasta eliminar la miseria de la pobreza y extrema pobreza, como la de la explotación del hombre por el hombre, cosa que debería suceder si es que la humanidad ha aprendido algo, caso contrario: que se vengan más Coronavirus muchísimo más letales, hechos por el hombre o por la naturaleza, de cualquier nos sirve, porque somos el peor virus que tiene la tierra, mientras no aprendamos a vivir como personas, como seres trascendentales, porque nos seguiremos matando unos a otros y lavándonos las manos como Poncio Pilatos, porque como ya lo dije en un escrito anterior todos tenemos responsabilidad, pero si no lo recuerdan dejo aquí el porcentaje de responsabilidad: gobiernos anteriores (30%), 20% del gobierno actual, 15% de los grupos de poder, 15% del cuarto poder: la prensa, 10% de los directores médicos y colegios profesionales, 5% del pueblo “consciente” y 5% del pueblo irresponsable, porque todos hacemos que esta penosa realidad de la corrupción y deformación del hombre exista, porque esta pandemia no solo terminará cuando se acabe la cuarentena o se baje la curva de contagios y muertes por Covid, sino cuando no se sumen a las muertes por Coronavirus los muertos por hambre, por los delincuentes que aflorarán ante la crisis económica y por suicidio, los que se quitarán la vida por endeudamiento y vida dura que le tocará después de la cuarentena.

Lima, 18 y 21 de mayo de 2020 a las 02:04 y 20:40 horas

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Temporada Viciosa De Monada

Testamentum Ab Eo Tempore

Macv Chávez

Luego de haber estado como disco rayado, preocupado por el hecho de haber tenido que cumplir con mi palabra, repetí dicho acto como un vicio desde aquel incansablemente domingo hasta el día de hoy, sin pensar en ser escritor, porque, como había empezado traduciendo música, tiempo después me cayó a pelo las clases que me daría Charo Pinglo, quien -según me comentaban- eran familia del famoso músico Felipe Pinglo, además de ser una de las guitarristas del corro del grupo parroquial Jumisa, en la iglesia de Santa Ana y San Joaquín en Barrios Altos, donde estuve viviendo una temporada y donde estuve llevando catequesis de primera comunión con quince años, aproximadamente.

Charo había sido mi maestra para aprender a tocar guitarra y era buena maestra, aunque a veces me torturaba los dedos separando el uno del otro en el mango de los trastes, porque decía que así se desprenden los dedos, menos mal que era figurado, porque si no, mejor ni pensarlo. Recuerdo que la primera canción que toqué bien fue “No puedo amarte” del Gasparín peruano, Gian Marco, y luego vino la clásica de clásicas para los aprendices derramababas: “Mi pequeña traviesa”, debido a que las chicas deliraban con esa canción, tanto que solían ser coristas.

Por otro lado, debo confesar que no pasé más allá de entonar algunas canciones más, debido a que siempre me apegué a la realidad de las voces de mi madre y hermanos, quienes decían que cantaba sin ton ni son y que mejor me callara. Y por eso solo me dediqué a hacer bulla con la guitarra, hasta que finalmente descubrí que con ella podía conversar mejor que con mucha gente, razón por la cual en un retiro de jóvenes aspirantes al Seminario Santo Toribio de Mogrovejo, cuando todavía estaba en la escuela, calculo que cursando el quinto año de secundaria, escribí mi primera dizque canción, una que a estas alturas no recuerdo, aunque seguro debe estar por ahí, en alguna de mis agendas, si mal no recuerdo en una agenda de diario que acabo de ver y que habíamos encontrado en una limpieza en la casa de una “tía”, cuando vivía en el centro de Lima, en la quinta la Confianza.

No voy a decir que en ese momento pensaba ser cantante, porque no es cierto, pero sí me gustaba escribir tocando la guitarra, bueno, al menos haciendo bulla, porque esas dos cosas producían en mi ser una sensación de adrenalina que no lo encontré en una relación de pareja, una sensación de levitación, algo así de alucinante para los que quieran fumar un poquito de pajas mentales de niveles literarios, algo que en ese momento indudablemente no comprendía, porque como todo niño explorador simplemente me dedicaba a jugar con la escritura y la guitarra, tan igual como lo hago hasta el día de hoy, simplemente porque si algo me hace sentir bien y es bueno sigo haciéndolo, sigo disfrutando de ello. Y por esa razón, cada vez que una canción toca mi alma, porque logra encantarme, -como la canción que me llevó a comprometerme para escribir esos versos para el Slam (No pensé que era amor de Pedro Suárez Vertiz) y la que me llevó a escribir mis dizque primeros versos (El amor de José Luis Perales), entre tantas otras que- la he escuchado por más de 24 horas sin cansarme ni aburrirme de ella, simplemente porque me llevan a comprender poco a poco y silenciosamente que debía escribir para intentar tocar el alma de las personas. Por ello mis escritos de esa época se graban entre ese amor romántico y sufrido y esa necesidad espiritual de una fe religiosa, debido a que mi vida giraba entre mi familia, la escuela, el grupo parroquial y el círculo vocacional, a raíz de un chantaje de una “tía” para hacer la primera comunión: propina y primera comunión o nada. Decisión que finalmente me llevó a ser monaguillo, para finalmente recibir una invitación para descubrir la vocación sacerdotal, desde un 26 de julio, día de mi cumpleaños, y la invitación vino de parte de uno de los tres diáconos que acompañaron a Mons. Carlos García para la celebración de la Santa Misa, por el día de San Joaquín y Santa Ana, aniversario de la parroquia y día que me pasé acolitando desde las siete de la mañana, si mal no recuerdo, hasta la una, para luego pasarme al comedor de ancianos a atender, porque dicha labor para mí era realmente bella, encantadora, debido a que mi madre desde pequeño siempre nos enseñó a ser serviciales; tanto que ese día llegué a almorzar a casa cerca de las cuatro de la tarde, a tal punto de que la única que me espero para el almuerzo fue mi madre, mientras mi hermano menor y “tíos con mi primo” atendieron su necesidad ante el hambre, porque se cansaron de esperar, tan igual como lo hicieron en la noche, porque volví a salir a las cinco de la tarde hacia la iglesia para seguir acolitando, debido a que me gustaba poder servir, para llegar a mi casa a las diez y tanto, porque después de la misa de las ocho, mi buen amigo Ernesto, que de seguro anda en algún lugar de la otra vida, mirando como ahora escribo su nombre, me invitó a cenar por mi cumpleaños; y como mi madre siempre nos dijo que la comida no se rechaza, terminé llegando tarde otra vez, encontrando a todos con cara de sueños, debido a la hora y a que querían cantarme el cumpleaños feliz, con la deliciosa torta selva negra que en aquel entonces era mi favorita, porque era capaz de comerme una entera sin problemas. Bueno, fue así que me cantaron el cumpleaños feliz plan de diez y media y cómo mi vida empezaba a dar un giro que me ayudaría a comprender más cosas de la realidad del ser humano la pasé muy bien aquel día, sin importarme si había pasado todo un día fuera de casa, pero sin dejar de compartir con mi familia, al menos un rato, logrando romper por primera vez la costumbre de estar con ellos todo el día.

Uno de esos diáconos, con quien no traté más que un saludo se convertiría en uno de mis grandes y mejores amigos, uno con el que puedo conversar temas personales a pesar de que hace mucho vengo dándome de agnóstico o ateo de las religiones, una pendejada que me inventé para no andar dando explicaciones de que creo en Dios, como ser superior, pero no en las iglesias o religiones, debido a que me recuerdan a los partidos políticos o equipos de fútbol, aunque no por eso niego las bondades que tienen, como tampoco justifico sus pendejadas, pero eso son temas para después; porque por ahora basta decir que estos 3 diáconos cumplieron una misión en mi vida, por así decirlo, porque uno es de invitación y formación, otro solo de preparación, porque a estos dos solo les interesaba un objetivo, mientras que al último, quien llegó a ser mi amigo y hermano, siempre le ha importado la persona como tal, algo que valoro mucho, incluso hasta tenerlo como uno de los personajes que me ayudó a comprender que si vamos a conocer a una persona es mejor saberla, antes que conocerla, porque el saber implica acción, interrelación real, en cambio el conocerla solo implica noción de lo que parece ser.

Entonces, los días escolares pasaban entre la bulla musical, la transcripción de canciones, la parroquia, el comedor de ancianos, el círculo vocacional y la familia, entre una que otras mudanzas, debido a que los bolsillos nos pedían cambios, tan igual como iba cambiando mi idea de estudiar derecho por ingresar al seminario para seguir discerniendo la posibilidad de saber si tenía o no vocación, algo que fui descubriendo en el tiempo, logrando saber que no, porque apenas salí del colegio ingresé al seminario y duré un año. No puedo negar que la experiencia del seminario fue muy bonita, una de las mejores vidas, siempre he dicho, pero que finalmente no era la vida que siempre perseguía, y parte de ello se lo debo a los formadores que me ayudaron a verlo mejor, sobre todo a un buen amigo, de quien solo sé por medio de mi amigo y hermano sacerdote, quien siempre termina haciéndome saber que todavía está vivo Efrén, el buen amigo que finalmente me hizo comprender algo cuando me dijo la razón del por qué se iba del seminario.

“Yo puedo quedarme aquí, mostrar que tengo vocación y hacer bien las cosas. Traer muchas vocaciones, porque sé que soy bueno en eso, pero sé también que tarde o temprano voy a terminar enamorándome y formando una familia y me iré con la primera mujer que me enamore o tiente en la parroquia y eso sería hacer perder la fe a la gente más de las que pueda acercar quedándome. Entonces, por eso prefiero irme, porque sé que tengo vocación para una familia”, me manifestaba con toda la cordura del mundo, tanto que me dejó pensando hasta decirme que debía esperar la respuesta que había solicitado el primer día que volví al seminario luego de las vacaciones de medio año. “Fiat Voluntas Tua, Non Mea. (Hágase tu voluntad y no la mía)”, recuerdo que dije cuando quise hacer mis maletas para irme a casa, debido a que sentía que ese no era mi lugar. Me sentía ausente frente al santísimo y no porque no lo respetara ni nada, sino porque simplemente sentía que no era lo mío. Logrando comunicárselo a mi formador y director espiritual -obligatorio-, porque luego de eso me busqué un director espiritual personal, aunque eso estaba prohibido por ser del primer año, pero igual me valían madre las prohibiciones sin sentido, porque yo era libre de elegir a quien quisiera para abrir mi ser, así que elegí al Padre Joaquín por su calidad humana, y escribo Padre con mayúscula porque realmente fue un gran y admirable sacerdote, a tal punto que logramos desarrollar una gran amistad viéndonos por varios años, hasta que se volvió a su tierra natal, razón por la cual llegué a admirarlo muchísimo por quién era como persona, pues tenía una calidad humana indiscutible, era un hombre que me enseñó a que el bueno corazón y la pureza del alma no se debe perder jamás, pase lo que pase, golpee lo que golpee la vida, algo que venía a afianzar la formación que había recibido de mi madre y también mi padre, quienes a pesar de sus limitaciones humanas siempre nos enseñaron a ser personas y no animales salvajes, para saber tolerar a los demás por más que no estemos de acuerdo con ellos y sus acciones, sin dejarnos dañar por nadie.

Finalmente la respuesta del seminario llegó por parte del rector, luego de seis meses de espera y de haber andado una corta temporada en cuidados médicos, porque un par de meses después de las vacaciones, a las cinco de la mañana, un dolor en el pecho me despertó llorando, logrando notarse por primera vez una vena en el lado izquierdo de mi pecho, algo que definitivamente me asustó en cuanto lo vi, porque era raro, más raro porque era consciente desde los diez años sufría del corazón, una cosa de cuidado -según el médico-, pero que con el paso de los años empecé a mandar al carajo, luego de que mi buen “abuelo” de cariño y espiritual, Don Manuel Moreno, me curara del principio de epilepsia que me habían detectado un tiempo después del corazón y la hernia umbilical, enfermedades que fueron detectadas al mismo tiempo, enfermedades que venían como las siete plagas de mi apocalipsis con tan solo diez años, algo que me volvía en la cancha de futbol durante el curso de educación física como un Andy de los Súper Campeones, motivo principal por el cual el rector me dijo que no tenía vocación, algo que en ese momento me disgustó bastante, porque pude notar que su razón principal para decirme que no tenía vocación era mi enfermedad, debido a que por ello causé un gran problema en el seminario: la prohibición de las salidas de a uno a cualquier gestión que se tenga que hacer fuera del seminario, debido a la llamada de atención que Juan Luis Cardenal Cipriani realizó al rector por mandarme solo al hospital, solo porque me encontré con él -mismo Chavo: “sin querer queriendo”- en un pasillo del hospital de policías, donde me pude hacer ver gracias a la generosidad del Padre Joaquín y del doctor Ricardo Paredes, quien era muy amigo del Padre.

Recuerdo que aquel día había asistido a hacer unos análisis para ver cómo iba mi corazón, debido al problema del sobresalto de mi vena, algo que les había preocupado a los médicos al verlo, decían que era una cosa rara, razón por la cual me mandaron a hacer una serie de análisis, siendo la prueba de fuerza la última instancia, por eso, en ese momento, yo estaba esperando en una silla que se encontraba en el encuentro de los tres pasillos del ala derecha de esa zona del Hospital de Policía en el que me encontraba, mientras el médico se encontraba en el pasillo derecho, en su consultorio y con un grupo de médicos, celebrando el día del médico interno o algo parecido, mientras que en el lado izquierdo empezaba a sonar un golpe de zapatos que venía acompañado de una voz que me hacía decir: “no jodas”, las mismas palabras que usaba en mis pensamientos cada vez que veía al Cardenal en la capilla de la Catedral de Lima, en el seminario o en algún evento religioso, porque después de que un compañero de seminario me lo presentó en el patio de Los Naranjos, un domingo después de misa, no dejó de saludarme cada vez que me veía, llegando al punto de estar en círculo con algunas autoridades del seminario y otros chicos de mi año, saludando a todos hasta llegar a mi persona y preguntarme cómo estoy e irse sin seguir saludando a los otros, dejando en el aire a algunos compañeros, algo que había inspirado al director espiritual obligatorio la frase que me hizo mandarle a la mierda, un tiempo después de ese encuentro con el Cardenal en el hospital, del que quise escapar tapándome con el libro Rosarium Virginis Mariae que había llevado para leer mientras me hacía las pruebas y esperaba los resultados, cosa que no sirvió de nada, porque a pesar de que tenía la cara tapada oí como lo pasos se detenían frente a mí mientras mis oídos recibían un “Hola” que me condujo a saludar: “ah, señor Cardenal”, con cierta ganas de decirle “no joda”, y no porque me tratara o cayera mal, sino porque sabía bien que no iba a terminar en nada bueno ese saludo, y así fue. Me preguntó qué estaba haciendo ahí, le dije lo que sucedía y se asustó cuando le mencioné que me iban a hacer una prueba de fuerza. Me pidió hablar con el doctor. Le dije dónde estaba, pidiéndome que lo condujera ahí. Tocó la puerta y la abrió de inmediato preguntando por el doctor. Casi todos dijeron a coro “Señor Cardenal”, mientras que el doctor descendía avergonzado de la mesa de su consultorio, donde estaba sentado mientras brindaban con su gaseosa. El doctor salió, el Cardenal le dijo lo que yo le había dicho y el doctor le confirmó que era así, pero el Cardenal le prohibió que me lo hicieran la prueba por mi edad, salvo que fuera realmente necesario. El doctor le dijo que eso lo estaba evaluando el médico especialista y que cuando trajeran los resultados de los otros análisis me confirmarían si me iban a hacer el análisis o no. Entonces el Cardenal le dijo que estaba bien y que me tuviera cuidado, mientras que a mí me dijo que le diga al rector de su parte que si me tenían que hacer la prueba de fuerzo tenía que mandarme con alguien más, es más, que para cualquier cosa tendría que mandarme con alguien, dejándole en claro al doctor que si estaba solo no me podían hacer la prueba de fuerzo, algo que le dio cierto miedo o nervio al doctor, a tal punto que apenas el Cardenal se retiró me hizo saber de qué me podía ir y que cualquier cosa me iban a hacer saber con el Padre Joaquín para que le avisara al rector, cosa que fue así, porque el Padre Joaquín le dio los resultados al rector, quien recién me los hizo saber fin de año, el día que me invitó a irme a casa.

Al volver al seminario tuve que cumplir la orden, fui donde el rector, le toqué la puerta y no necesité decir más que “el Cardenal me dijo” para que el rector dije: “sí, ya me llamó”; y fue así como aquel suceso causó un gran revuelo en el seminario porque, para buena suerte mía, aquellos días estábamos en retiro de silencio por tres días, donde nos daban diversas charlas, meditaciones y oraciones, logrando sacar el tema uno de los formadores en plena charla, diciendo que “gracias a que el Cardenal había encontrado a uno de sus hijitos en el hospital, a partir de esa fecha nadie sale solo ni siquiera a comprar”, algo que hizo que algunos voltearan la mirada hacía mí, porque para mala suerte el único que iba al médico por esos días era yo, debido a que me ausentaba en algunos desayunos y almuerzos, logrando recibir la mejor atención de las señoras de la cocina, al punto de que un día el rector les pescó de cómo me engreían con la comida, incluyendo a la jefa de la cocina, con quienes soltaron unas carcajadas porque se suponía que yo andaba enfermo y debía comer dieta, dieta que era un buen banquete, porque aparte de servirme muy bien me trataban como en casa, con mucho amor, con bastante cariño, como para que la comida sea más deliciosa, porque el mayor secreto de un buen plato de comida es el amor, algo que había aprendido a valorar gracias a las señoras de la cocina, quienes hacían maravillas para darnos de comer delicias divinas, a tal punto que un día sirvieron un plato que parecía vómito y nadie quería comerlo al principio por su apariencia, pero apenas lo iban probando querían más.

Luego, al terminar la charla, mientras íbamos rezando el rosario, algunos se cruzaban conmigo solo para decirme: “así que tú eres el culpable”, “así que tú eres el engreído”, “así que es tu culpa”, “así que tú eres el hijito” y cosas parecidas, debido a que unos contados sabían que yo era el que iba al médico por esos días, porque algunos eran mis compañeros o porque me habían visto en la cocina fuera del horario de la comida, logrando romper su silencio con esas palabras que me hacía tener cierta cólera hacia el Cardenal, porque tampoco era para tanto, pero bueno, eran sus normas y había que acatarlas, aunque no estaba de acuerdo con ello, aunque en sí era lo mejor, por más que no era nada agradable andar recibiendo esos desagradables comentarios que empezaron a llegar desde ese momento, siendo la gota que derramó el vaso el comentario que hizo el director espiritual obligatorio, quien en una tertulia decía que ahí nadie tenía preferencia, “así sea el hijito del Cardenal”, mientras me miraba fijamente al decirlo, algo que me hizo buscarlo en su oficina para decirle que se fuera a la mierda, porque yo no era ningún hijito del Cardenal ni de nadie; y que si me quedaba era para seguir descubriendo si tenía vocación para ser sacerdote o no, porque él sabía muy bien que yo ya me hubiera ido, motivo que me llevó a decirle también que a partir de esa fecha dejaba su dirección espiritual, aunque igual iría a verlo solo para cumplir con las normas del seminario y me fui, no sin antes hacerle recordar que yo me quise ir el primer día que volví de vacaciones y que tanto él como mi formador me habían pedido que recibiera la respuesta del Señor, algo que acepté con gusto y dando lo mejor de mí, pero sin aceptar cosas que no son, porque no en vano muchas personas estaban rezando por mí, incluso ayudándome como las monjitas de la cuadra quince de la avenida Brasil, como mi prima hermana, Ofelia, con su esposo, Jaime, a quienes no dejo de admirar, porque mi prima con su gran bondad humana me hizo ver que uno debe sentir gozo al dar lo mejor de uno cada vez que se puede; mientras que su esposo es admirable porque se hizo un hombre de bien solito, a pesar de las grandes dificultades que le tocó vivir, siendo una de las personas que me inspiró a que uno puede lograr cosas en la vida sin ser corrupto ni ladrón ni mentiroso, y que uno mismo puede autoformarse con grandes y extraordinarias aspiraciones en una sociedad tan podrida por la corrupción. Y esa fueron las razones por las cuales cuando llegó la respuesta del recto me sentí un tanto aliviado, pero también un tanto molesto, porque sabía que dicha decisión no solo era solo porque no tenía vocación, sino también motivado por la cuestión de mi salud, cosa que con el tiempo logré comprender que definitivamente era lo mejor, porque finalmente hubiera terminado saliendo casi como Efrén, solo que no porque quisiera casarme con una, sino porque no era mi vocación, debido a que comprendí que las mujeres son lo más cerca que uno puede estar de Dios, por eso pienso que debemos admirarlas y venerarlas más y más, pero sobre todo cuando vemos que son mujeres madres, algo que no es fácil de lograr en estos tiempos, donde las mujeres son mamá, por el título que obtienen al tener un hijo, casi como los padres que engendran.

Lima, 03 de mayo de 2020 a las 02:01 horas

 

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Un fin de semana de disco rayado

Testamentum Ab Eo Tempore

Macv Chávez

Al día siguiente, después del concierto, desperté como siempre, como todo buen fin de semana, entre ocho y nueve de la mañana y de lo más normal, según yo al abrir los ojos. Pero, apenas se me fue el efecto sonámbulo del despertar recordé esas voces chillonas que me hacían recordar que el romanticismo era una cojudez y que debía mantener mi idea de casarme a los cuarenta como mínimo, si es que finalmente me animo a hacerlo con una persona realmente extraordinaria, con la finalidad de evitar todas esas babosas manifestaciones del amor corriente, esas que la gente solía reflejarlo perfectamente a diario, debido a que crecían como uno, influenciados por las torpes ideas sacadas de las películas sanvalentinescas y las telelloronas mexicanas, debido a que, cuando uno crecía en un hogar de bolsillos pobres, lo único que se ve es televisión nacional, algo que va de mal en peor: atrofiando la mente de los niños y jóvenes, dice mi madre al ver las estupideces modernas que dan mucho que hablar. Pero, felizmente ella siempre nos hizo ricos con su amor, motivo por el cual creo que, a pesar de que me ponía a ver novelas con ella -como lo suelo hacer hasta ahora-, pude trascender como persona, hasta lograr cuestionarme algunas cosas de la propia existencia como también de la sociedad en la que me he rodeado todos estos años.

“En qué me he metido” -eran las palabras que penetraban mi pensamiento aquel sábado, desde que desperté hasta que me dormí, incluso hasta que me levanté el domingo, como un disco rayado, debido a que me había comprometido en llevar 20 versos para el Slam del salón; encima tenían que ser románticos, porque esa cojudez le gustaba a la mayoría de las chicas y, por ende, como las chicas eran mayoría, debían ir dichos versos. Era una tarea bastante dura, lo más duro fue pensar y pensar cómo carajos iba a escribir todas esas barbaridades humanas que se les ocurre a los chiflados del corazón, tanto que estuve a punto de tirar la toalla el domingo antes del mediodía, sin importarme si iba a faltar a mi palabra, aunque en sí era algo que tampoco me podía permitir, debido a que mi madre desde siempre nos había enseñado a no comprometernos a nada que no pudiéramos cumplir, motivo por el cual, aunque muchas veces no quería hacer algunas cosas por diversas circunstancias de desánimo, lo terminaba haciendo, claro, siempre y cuando no perjudicase a nadie ni a mi ética o moral, porque esa era otra de las grandes enseñanzas de mi madre: “nunca hay que hacer daño a nadie”. Y así, por obra y gracia divina o de la sabiduría musical diaria mi madre decide poner Radio La Inolvidable, justo antes del almuerzo, mientras terminaba de cocinar, porque estaba cansada de la música de uno de mis hermanos.

“El amor es una gota de agua en un cristal”, sonaba en la radio a los segundos que mi madre había cambiado de emisora. Fue ahí cuando empezó el plagio que me llevó a estar aquí, sentado y escribiendo mis memorias como dizque escritor en modo “intento de pensador”, debido a que ese ejercicio de plagio se convirtió en una dizque adicción, aunque al principio no sabía que dicho acto me convertiría en un plagiador, porque simplemente yo lo veía como traducir la expresión de otros a mi propio lenguaje, algo que empecé aquel día desde las 12:30, aproximadamente, hasta las seis de la tarde, frenando solo a la hora de la comida, algo que para mí duró la velocidad de la luz, porque no recuerdo comer, pero sé que sí comí, porque mi madre siempre, hasta el día de hoy nos dice: “en comer está la vida”, y por esa razón esa fue mi principal preocupación de toda esta cuarentena, más cuando oía esos discursos trillados de político choro, dispuesto a aprovechar la oportunidad para mostrar su deshumanización disfrazada de salvador, por las que me llevé unos cuántos insultos, odios, como también amenazas y dizque amistades terminadas; pero en fin, es parte de disparar a quemarropa las cosas y verdades que la gente no quiere ver, porque está acostumbrado a un positivismo de autoayuda, ese mismo que en este preciso instante podría decir que lo que yo hice al principio fue crear y no plagiar, cosa que jamás negaré, porque en sí fue un plagio, por más que haya cambiado sus palabras por mis palabras, definitivamente es un plagio.

De ese modo el día lunes pude cumplir mi palabra, logrando llevar 26 versos. 6 más para que no me jodan, decía, porque sabía bien que las mujeres eran un poquito especiales. Además, no puedo negar que siempre me ha gustado presumir mi dizque inteligencia, no en mala onda, sino en plan “no me jodan ni me agarren de cojudo”, puesto que algunas o algunos suelen abusar de las personas cuando son buena gente. Algo que las chicas tomaron con su sonrisa contenta y sorprendidas, porque habían pensado que no iba a ser capaz de hacerlos. Pero, finalmente cumplí y no solo eso, porque el día lunes al volver a casa continué traduciendo las canciones cada vez que oía una en la radio o en mis pensamientos. Una tarea que empecé a realizarlo desde aquel día hasta el final de mi tiempo, bueno, eso espero, porque si no puedo morir mientras escribo tendré la peor de las malas suerte. Pero al menos no dejaré de escribir, aunque sea solo para mí, tan igual como lo hacía al principio, porque cada que tenía la oportunidad de traducir alguna canción lo hacía, cogía cualquier cuaderno o papel y me ponía a escribir en forma de dizque poemas, hasta terminar la idea para finalmente dejarlo por ahí, por aquí y por allá, algo que a mi madre siempre le irritaba, porque soy un tanto desordenado en ese aspecto, por más que con el tiempo he aprendido a tener un cierto orden, todavía reniega con mis desórdenes que no toca, porque sabe que me enfado si termina botando o moviendo algo por error, ya que cuando los necesito no los encuentro, porque ella sabe bien que en mi desorden tengo mi propio orden, y por eso por más que no deja de renegar ni de amenazarme con que va quemar todos mis escritos por desordenado, sigue respetando mi desorden, aunque a ella le gusta tener su casa en orden.

Finalmente las chicas hicieron para el salón el famosísimo Slam, poniendo “mis versos” en los encabezados de algunas páginas, antes de cada pregunta, esas mismas que fueron llenadas por más de la mitad con esa transparencia que solo la inocencia ilusa de mi época podía permitir a las mujeres a ser lo más sinceras o ilusas posibles, claro, nunca dejaron de faltar sus pillinas, de las que ya sabíamos todo su kilometraje, los mismos que solían tener algunos varones que se creían los galanes de cine de barrio, cosa que nos causaba gracias a mí y a Danny, porque la mayoría era bastante inocente para pensar que el chismógrafo del salón iba a quedar en la persona que era dueño de él, una cosa bastante ilusa, porque era evidente que cualquier ser humano que tenía en sus manos el cuaderno podía enterarse de sus confesiones, confesiones que iban desde las causas de solidaridad con Mafalda, porque no le gustaba la sopa, hasta las eróticas que consistían en confesar el nombre del desvirgador, “el macho alfa”, según la costumbre estúpida de la época, ese que en su mayoría era el pirañita de moda, el futuro aspirante de Piedras Gordas o Castro Castro, porque lastimosamente en un colegio nacional la realidad era bastante delincuencial, al punto de que para ese año algunos de mis compañeros ya eran tirapiedras y chaveteros, algo que algunas veces me causaba terror, algo que me hacía pensar en volver a mi pueblo natal, donde todavía los chibolos eran medio cojudos, aunque en sí eran cojudos que se creían pendejos, algo que todavía era sobre llevable, porque en mayoría en mi salón anterior, en mi tierra natal, todos eran casi de mi edad, en cambio en este, muchos creo que ya tenían DNI o estaban próximos a él, porque sí había una gran diferencia de edad, de unos tres a más años, y aquel entonces el DNI era solo azul, para mayores de edad, cosa que me hizo recordar a mis últimos años de primaria, donde el más chibolo de mi salón tenía 15 años, claro, el más chibolo fuera de mí, porque yo tenía 10 y 11, algo que en sí no me chocó mucho, debido a que desde muy pequeño siempre he estado acostumbrado a estar en las reuniones o conversaciones de los adultos, sobre todo en las reuniones o fiestas familiares, simplemente porque era bastante curioso del saber, y siempre quería saber más, cosa que sabía bien que en los viejos lo iba a encontrar, algo que les llevó a mis amigos de la tercera edad a decirle mi madre algunas veces: “ese muchacho es malcriado, debes enseñarle que en conversaciones de adultos no se meten los mocosos” y cosas por el estilo que a estas alturas no recuerdo, porque en sí nunca les hice caso, a pesar de que mi madre era la que sufría algunas cuantas llamadas de atención de parte de los terceros que no sabían perder ante un mocoso preguntón.

Cuando llegó el Slam a las manos de Danny, dicho cuaderno comenzó a llenar su reloj de arena, porque lastimosamente las preguntas se prestaban para el buen uso del sarcasmo, como también de la pendejada, pero desde un punto de vista irónico, porque a Danny y a mí nos gustaba el humor racista, perdón, negro, motivo por el cual acordamos que íbamos a poner nuestras respuestas monses, porque en más de una éramos unos hijos de papi y mami aún, porque todavía estamos en el pañal de la inexperiencia, razón por la cual nuestras respuestas eran las más inocentes del salón, y en otros numerales, que podía estar arriba o abajo, según la elección de cada personaje, el real y falso, colocábamos las respuestas dispuestas a arruinar la sinceridad de los demás, porque en sí habíamos considerado que el Slam era un arma de doble filo muy peligroso, razón por la cual decidimos poner en una respuesta: “¿Qué te crees? ¿Hijo o hija de Magaly?”, haciendo alusión al Urraco, que era el nombre que Magaly Medina le había dado a las personas que le proporcionaba chismes para su programa de prostitución, perdón, televisión.

Hoy puedo decir que de ese tipo de respuestas estuvo lleno el Slam, gracias a dos personajes que habían nacido aquel día, recuerdo que uno era un actor porno y el otro un sex symbol, el papichulo del salón, algo que nos causaba gracia a los dos, porque mirábamos y oíamos a nuestras compañeras babear por el segundo personaje, como si fuera la máxima aspiración de su vida, al punto de que, si nos hubieran pedido exponer sobre la estupidez humana en ese momento, las hubiéramos usado de ejemplo, porque lastimosamente éramos muy amante de la flagelación, al punto de que si Cristo vivía en aquel tiempo nosotros hubiéramos sido sus flageladores, pero felizmente Cristo no era tan cojudo como para morir en nuestra época, razón por la cual ahí solo flagelamos a la mayoría de las mujeres de mi salón, porque también existían mujeres locas, pero respetables, admirables.

Recuerdo que, con nuestros personajes, en las cosas que supuestamente nos gustaban, pusimos poses sexuales en vez de música, leer u otras cosas, cosas que en realidad nos gustaban, hasta el punto de que fuimos tan pendejos que las chicas intentaron borrar nuestras respuestas originales y ficticias, porque nos habían vetado en el Slam por nuestra gracias, pero cuando finalmente lograron borrar todas nuestras preguntas se dieron cuenta que hubiera sido mejor dejarlo así, pues el Slam se echó a perder, ya que habíamos respondido en cuatro flancos. Esa era la operación: “jodamos esto”, cosa que lo logramos, porque cada 25% de hoja había un borrón, algo que les llevó a tirar a la basura el Slam para finalmente hacerse otro, donde evidentemente nosotros no éramos invitados de honor ni de nada, porque simplemente nos querían matar las chicas, a quienes agradezco infinitamente por ser tan cojudas, perdón, románticas, porque gracias a esa acción de “a ver hazlo tú”, que empezó en una y terminó en coro llegué a escribir y no con la intención de ser escritor, sino de dar aquellas palabras a la gente que lo necesitan, porque cuando ellas empezaron a leer los 26 versos que les había dado empezaron a decir “ay, qué bonito”, casi mismo dibujo animado que me encantaba ver, porque irónicamente cantaba: “Qué bonito, qué bonito, qué bonito mi -cualquier cosa que quería decir-“.

Lima, 18 de abril de 2020 a las 00:45 horas

 

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12 Años y Día 21 de Aquel Mes

Testamentum Ab Eo Tempore

Macv Chávez

Los recuerdos de aquel día suelen ser un tanto más borroso, desde la primera vez que me puse a pensar en ello, debido a que cuando sucedió no me había puesto a contemplarlo como tal, hasta que un día una persona cercana a mí me preguntó: “¿Cómo así empezaste a escribir?” Y, evidentemente, por la confianza que le tenía, más la decisión de hablar con honestidad, empecé a hacer memoria, logrando llegar al punto de inicio, un concierto en el estadio nacional por el día internacional del Sida, en aquel año, algo que años más tarde tuve que buscar en internet para confirmar que mis recuerdos no eran una ilusión, aunque, a veces todavía dudo que sea un enredo de muchas experiencias vividas.

No recuerdo cómo fue en sí, no sé si nos hicieron ir en la mañana o si fue apenas ingresamos a la escuela: al medio día, más o menos. Lo cierto es que habían delegado a los salones de tercero a quinto de secundaria para que fueran al Estadio Nacional a disfrutar del Día Internacional del Sida, porque se presentarían muchos músicos peruanos y extranjeros que darían un concierto para dicha celebración, buscando concientizar a los jóvenes en el uso del condón y la importancia de la lucha por la no discriminación a las personas con Sida, debido a que por aquellos días la noticia del Sida era como hoy lo es el Covid-19, pan caliente de la prensa sensacionalista.

Un bus nos recogió de la escuela y “todos los que queríamos un punto de más” fuimos, bueno, no solo los que queríamos un punto de más, sino también todos aquellos que celebraban no tener clases, por lo tanto, creo que fuimos más del 80% de mi salón, algo que favorecía a todos, porque ya no íbamos a tener clases aquel día, encima dos puntos más a favor, y todo gracias a la bondad del día.

Recuerdo que aquella vez yo tenían unos cuántos meses de recién llegado, era un alumno nuevo, y por lo tanto, en aquel momento, solo conocía de vista a la mayoría de mi salón, logrando hablarme en amistad solo con tres personas, cosa que siempre me ha pasado, finalmente solo suelo tener tres amigos en cada grupo de amigos que he conocido. El primero de ellos fue Luis Alberto, recuerdo que fue él quien me dio la acogida en el salón, siempre fue bastante amable conmigo -y con todos-, porque apenas me vio me invitó a sentirme uno más del salón. Además, durante todos los años que me quedaron de escuela continuó siendo mi vecino, yo vivía cerca a la escuela, lo máximo que me fui a vivir fueron tres cuadras de distancia, mientras que él todavía vive al frente. El segundo fue Carlos, quien también vivía un poco cerca a la casa o a casas de casas de donde vivía, bueno a la mitad de ellas durante mi época escolar, que se reducen a dos años, porque me he mudado muchas veces de un lugar a otro por las cuestiones económicas de mamá. El tercero fue Danny, quien si mal no recuerdo no fue ese día al concierto porque su religión le prohibía, debido a que en su religión que hoy ocupa la mayoría en el congreso decían que era música del diablo. Aunque ahora que hago memoria de sus gustos él sí gustaba de la buena música, siempre decía eso, sobre todo cuando la mayoría de mi salón solía poner su música de cerros, diría mi buen amigo, quien lo más probable -si no fue- es que haya sido porque aborrecía a la mayoría de mi salón, ya que algunos les parecían un tanto cojudos. En fin, lo cierto es que estos tres personajes fueron y son mis amigos hasta el día de hoy, a pesar que muchas veces no nos hemos visto, aunque al último que vi fue a Luis Alberto, con quien me tomé los últimos tragos antes del encarcelamiento nacional en el cumpleaños de su ahijada, donde todavía no tenía ni idea de lo que pasaba a nivel mundial, porque simplemente no miraba las noticias, esas que hoy puedo contemplar que nos trauman hasta realmente debilitarnos la vida, porque son tan paupérrimos de honestidad que decir la verdad o contradecir una “verdad” política es ser miembro de algún partido político que ha deplorado al país, porque no se apoya para nada al presidente que no deja de cometer horrores que nos llevarán a la muerte indudable y discriminadamente, mientras él se lava las manos como Poncio Pilato.

En fin, como iba diciendo, estos tres ya eran mis amigos para aquel entonces, tanto que -si mal no recuerdo- con Danny ya compartíamos carpeta, debido a que éramos -un tanto- uno de los más chancones del salón, aunque en sí lo era Danny, porque sí era un chancón, se esforzaba mucho, estudiaba realmente, al punto de que si yo he aprobado literatura ha sido por él, porque en sí él era él quien se devoraba los libros que nos mandaban a leer para hacer un resumen de lo que habíamos entendido de la obra, debido a que por aquel entonces todavía no había desarrollo ni siquiera un poquito de gusto por la lectura, algo que hasta el día de hoy me cuesta mucho, porque no suelo leer mientras pienso y pienso buscando razones para comprender mejor al mundo, motivo por el cual leo muy poco, tanto que no sé si llamarla una malformación o una buena formación de mi madre, porque ella siempre nos invitó a tener conciencia, por eso sus grandes consejos siempre fueron: “El que quiere se malogra y el que no, no”. “La comida no se mezquina ni se desprecia a nadie”, entre tantos otros que he podido recopilar en algunos de mis escritos, porque simplemente mi madre es la mejor maestra de humanidad que he tenido, porque a pesar de sus defectos como persona supo darme la mejor lección de vida: “hay que ser mejor que otros, por más que los otros te lastimen o hagan daño, uno siempre debe dar lo mejor de uno”, aunque evidentemente yo no lo he aprendido en ese sentido mártir que muchos lo pueden tomar, porque sí suelo ser muy tajante con la gente que está lista para cumplir las órdenes de Hitler, razón por la cual mi madre me suele decir que soy un tanto insensible, tanto que a veces parezco Hitler, pero no es porque sea un genocida, sino porque en sí si veo que la persona no merecen la pena, por diversas razones que iré desglosando en el camino, y digo que es mejor decir adiós, muchas veces haciéndoles decir a ellos ese adiós, pero siempre deseándole el bien, hasta que finalmente su rastro desaparece del todo, simplemente porque a veces por querer hacer un bien seguimos contribuyendo a que la persona siga haciéndose mal, algo que no deberíamos apoyar, y por lo tanto, es mejor alejarnos que ser cómplices de sus desgracias, porque una persona que no quiere ser ayudada ni aunque le caigan todas las bendiciones del mundo dejará de ver plagas en su vida, sencillamente porque anda encerrada en un círculo vicioso del que no es capaz de salir nunca, simplemente porque ya se ha acostumbrado a vivir así, por lo tanto, todo apoyo que se realice es inútil, porque simplemente es una contribución para que siga haciendo más de lo mismo, y por eso lo mejor es irse. Y por eso agradezco enormemente que Danny nunca se fuera en ese momento, porque a pesar de que sabía que debía leer, él siempre, siempre me prestó su cuaderno para revisar su resumen de la obra, aunque a veces ni siquiera le pedía, simplemente lo revisaba y hacía mi resumen de su resumen, logrando de ese modo aprobar el trabajo con una nota mayor a la de él, algo que le hacía renegar solo un momento, felizmente, porque en el siguiente trabajo pasaba lo mismo, él leía y yo leía su resumen, como de “Tus Zonas Erróneas”, “Juventud En Éxtasis”, entre otros que no recuerdo, pero creo que él celebró con gran alegría cuando una vez nos mandaron a hacer un trabajo de resumen sobre el libro “El Poema Del Mío Cid” en diferentes grupos, cosa que me llevó a tener que leer el libro para hacer el resumen, tanto que -si mal no recuerdo- el resumen de aquel trabajo terminó siendo de 171 o 71 páginas, no recuerdo bien, pero era una cosa abismal, porque me había gustado el libro y como creo que ya había empezado a desarrollar el gusto por la escritura, recuerdo que plasmé todo lo que recordaba del libro con algunas cosas que quizás me invitaba por ahí, pero en sí gran parte del libro era copia fiel, para que quede bonito y la profesora se entere de que había leído completito, y ese fue el único libro que me leí en los once años de estudios básicos y todo gracias a que Danny no estuvo en mi grupo y mi grupo eran más vagos que yo para leer. Pero igual siempre vivo muy, pero muy extremadamente agradecido con Danny por los resúmenes, caso contrario creo que hubiera tenido unas notas peores de las que ya tenía por ser vago para los estudios, tan vago que él siempre terminaba prestándome sus cuadernos -en los tres últimos años- para ponerme al día una semana antes de fin de año escolar, debido a que nunca estaba al día, algo que le inspiraba a mi madre a decir: “para eso vas al colegio, para que te estés prestando cuaderno para ponerte al día”, y eso que a la escuela faltaba raras y por raras excepciones.

Entonces, como iba diciendo, yo me encontraba con estos tres mosqueteros, porque a veces me sentía así con ellos, ya que eran mis tres amigos, aunque Danny era como un amigo aislado, en su mundo, sus pensamientos y experiencias, que a veces solía compartir conmigo, porque podíamos tener buenas conversaciones y no pendejadas como con la mayoría, y por eso siempre él fue bastante protocolar con el resto, y por ello lo veían como un alumno aislado, por más que sabía sobrellevar las cosas a buen puerto. Entonces, como iba diciendo aquel día estaba con los tres mosqueteros escuchando el concierto, mientras que un grupo de chicas de mi salón andaban chillando como gallinero alborotado, aunque en un principio nadie las prestaba atención, porque algunos disfrutaban de la música y otros como Danny, Carlos, Luis y yo conversábamos o mirábamos alrededor, aunque de seguro más hablaba con Danny, si es que fue, si no con los otros de rato en rato, mientras seguía callado escuchando la música, hasta que de un momento a otro, terminó el concierto de no sé quién diablos y empezó habladuría de no sé quién, creo que de La Chola Chabuca, porque su voz aún resuena en mi mente cuando pienso en aquel día, que empezaba a hablar de la importancia de la lucha contra el Sida, de no menospreciar a las personas que lo tuviera, entre otras cosas que suelen decir en dichos eventos, cosa que en sí me importaba un carajo, por más que oía algunas partes muy atento, para poder justificar mis dos puntos más, y lo hacía tan atento como de un momento a otro me encontraba oyendo las notas de una canción que apenas empezó a sonar pude reconocer, porque era una de mis canciones favoritas, de las que oía interminablemente, porque la repetía y repetía, una y otra vez sin casarme, mientras que el gallinero empezaba a gritar con más escándalo que la escena anterior, logrando quitarme el disfrute de los tímpanos, acto que me llevó a mirarlas y ver que una de ellas estaba con un librito en la mano, algo que me pareció un divino milagro del concierto, mientras las otras iban diciendo “hay que lindo” o cosas parecidas, esas que las mujeres suelen decir cuando ven porno para sus oídos, perdón, romance para sus oídos, porque de inmediato pregunté “¿qué carajos andan haciendo?”, porque el ruido que hacían era insoportable. “Eligiendo versos para el Slam”, contestaron a coro. Slam era un cuaderno muy famoso por aquellas épocas, donde la persona que lo hacía ponía una serie de preguntas personales, desde las más inocentes hasta las más candentes, razón por la cual -con el paso de los años- lo había bautizado como el chismógrafo de la época, porque si querías saber de alguien ahí podías encontrar datos muy interesantes, sin necesidad de recurrir a los ampayes de Magaly Medina, porque la mayoría solía contestar con la verdad que tenía. Y con este dato puedo dar fe de que Danny sí fue al concierto, porque fue con él con quien terminé poniendo el toque de sabor al Slam, algo que ya contaré más adelante.

Entonces, yo les dije “no jodan”, que no hicieran bulla y que deberían usar sus neuronas para que ellas mismas hicieran los versos, con la finalidad de que no hicieran bulla. Ellas manifestaron que era difícil, como si fueran a hablar de la teoría de la relatividad, mientras que una de ellas me retó a que yo hiciera uno en ese momento por hablador, porque lo decía tan fácil de hacer que entonces debía ser capaz de hacerlo, debido a que les había dicho que debían usar sus neuronas. Y no recuerdo que estupidez les dije, pero era con respecto a los ojos, y ellas terminaron contestando con un “Ay, qué bonito”, cosa que me llevó a decirles: “Ya ven. Usen sus neuronas y no me jodan”. “Pues hazlos tú”, me dijo una de ellas, volviéndome a retar, solo que con ganas de pegarme. Lo más seguro que sí me pegaba si le decía que no, porque si mal no recuerdo esa chica era un hígado con patas, una chica de temer, porque ahí mismo era capaz de pegarme. “¿Cuántos necesitan?”, pregunté con firme decisión de aceptar el reto y también con autoridad, porque si no el hígado con patas podría asesinarme. “20”, dijo una de ellas, como buscando no darle pies al hígado para saltar a pegarme. Y así acepté hacerlo, pero solo con una única condición: que desde ese momento se callaran para dejarme escuchar el concierto en paz, porque caso contrario iba a terminar tirándolas a la cancha si me hacían bullar, mientras que se quedaban sin sus 20 versos para el día lunes.

Finalmente ellas cumplieron con su palabra y yo pude disfrutar del pequeño concierto que dio Pedro Suárez Vertiz y otros músicos, logrando volver a casa todos juntos, aunque algunos queríamos quedarnos, pero los profesores no nos permitieron, porque nos trajeron en un bus y debían dejarnos en la escuela también. Los que se pusieron contentos con el retorno fue porque la música que presentaron ahí no era de su agrado, debido a que sus gustos musicales eran de barrio, música para el populacho, como la chicha, cumbia y esas vainas que la gente gusta para ponerse a chupar como si se fueran a morir de amor, y digo esto debido a que cuando oía a esos cantantes -sobre todo a los exponentes de la chicha- sentía que el cantante cantaba borracho, era como escuchar a los borrachitos del barrio que pasaban cantando sin que uno les entienda bien, y para canción de borrachos me quedo con los Boletos o la de Pedro Navaja, en la parte del borracho, razón por la cual no me gustaba para nada la música que oía la mayoría de mi salón, y así también no me gustaba para nada el compromiso en el que me había metido solo por querer escuchar una canción. Recuerdo que aquel día era viernes y el lunes debía presentar los 20 versos de amor para el famoso Slam, y yo de versos no tenía ni la menor idea, más allá de que un verso era algo bonito que se decía con el corazón, un concepto romántico que no estaba en mi diccionario, a pesar de que siempre fui un tanto enamoradizo, por así decirlo, motivo por el cual me metía en más de un amor “platónico”, idealizado, como buen iluso que era, tan iluso que me había comprometido en hacer versos de amor cuando eso para mí era un “ag”, algo que me causaba cierta repulsión, porque en sí el romanticismo me parecía baboso, estúpido, absurdo, debido a que nos vendían una imagen babosa del hombre enamorado, uno que solía hacer cada estupidez para que lo acepten y por tanto era incapaz de contemplar la belleza del amor y el romance en sí mismo, motivo por el cual le agarré cierta repulsión al amor sanvalentinesco, ese que me había cegado los ojos en ese momento para envolverme en un “y ahora qué hago” que me preocupaba por demás, porque no tenía ni la menor idea de cómo escribir los 20 versos, pero tenía que cumplir mi palabra, esa palabra que hoy me deja ver que en ese momento yo “no pensé que era amor y lo dejaba correr, [porque] iba atando mis manos, [mientras] me alejó del ayer y el mar que antes miraba estando solo, hoy vale nada sin ti”, simplemente porque me enamoré de escribir indudablemente y heme aquí, confesando todo lo que hice y pensé al escribir.

 

Lima, 15 de abril de 2020 a las 22:54 horas

 

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Testamentum Ab Eo Tempore

Introducción Al Testamentum Ab Eo Tempore

Desde hace algún tiempo vengo pensando que -según cómo pasan los días- mi muerte es inminente, será porque quizás me hago viejo o porque tal vez ya lo sea o simplemente porque la realidad así lo amerita. No lo sé. Pero, luego de sufrir una profunda depresión social y de ver caer mis ganas de percibir una sociedad más digna, una sociedad que vive desde la conciencia o razón humana, puedo decir que ahora solo quiero vivir mi vida lo más conscientemente posible, para ver si logro mi existencia como persona y ya no solo como animal doméstico o racional. Por esa razón, considero de vital importancia no caer en la supervivencia con la finalidad de escaparme del sobrevivir diario que es la vida sistemática en el que nos encontramos inmersos queramos o no, y donde yo he tratado de vivir con lo necesario e indispensable para evitar caer en la domesticación, con la firme intención de no ser parte de los actos que marcan la miseria humana, actos como la mentira, corrupción, engaño, violación, entre tantas cosas más que atentan contra la libertad y la dignidad de la persona.

Quizás por eso siento que finalmente he vivido tanto como para perder las esperanzas en la humanidad, simplemente porque está podrida, y por eso “apesta”, tal cual me lo decía un niño de aproximadamente diez años, entre el año pasado o el anterior, cuando conversaba con él en algún colegio del país, y que hoy viene a mi cabeza con su voz que me hace ver cuan miserable es la gente al ver la vida con un lente de caballo en plena carrera del sobrevivir, esa carrera que hemos iniciado este año con el Covid-19: el virus que ha sacado a flote que nosotros somo la peor pandemia que ha podido experimentar la vida a lo largo de la historia de la tierra, porque todas las demás vidas son armoniosas, están en equilibrio con la naturaleza, mientras que nosotros no somos nada más que los indudables destructores de la naturaleza y, por ende, los innegables autodestructores de la humanidad, es decir, somos enemigos y también nuestros propios enemigos.

Comprendo profundamente lo necesario de una cosa para evitar otras, pero no comprendo ni comprenderé jamás cómo el hombre puede llamarse persona y ser tan miserable: “pensar en sí mismo”, si eso podríamos llamar en sí mismo, porque dicho acto es solo un acto de pensar en la sobrevivencia de su cuerpo, no en sí mismo, porque, aunque indudablemente cada ser humano es un ser individual, único e irrepetible, también es innegable que -como diría Miguel de Unamuno- “no hay nada más universal que lo individual”, porque todos somos de todos, debido a que -como decía Aristóteles- “el hombre [(varón y mujer)] es un ser social por natural”, porque viene del varón y la mujer, razón por la cual pensar en sí mismo es pensar en la humanidad, en todos por igual, sin importar raza, color, estatus social, ni nada parecido. Por ende, casi todo lo que puedo contemplar en este tiempo de coronavirus me es mera hipocresía humana, algo que se da en una mayoría que conduce al mundo a la desgracia de la humanidad, algo que me hace celebrar, porque es la tierra la que se purifica de tanta inmundicia, porque es el hombre tan miserable que pasado el tiempo de crisis volverá a su tan miserable vida moderna sin lograr comprender que por nuestra incapacidad de comprendernos como seres humanos hemos sido solo un giro vicioso en la historia, porque siempre hemos girado en un círculo vicioso, uno donde los reyes y emperadores del supervivir siguen sometiendo al pueblo que sobrevive, con la finalidad de vivir del sudor de los pobres hombros que cargan su cruz a cuesta, sin siquiera tener conciencia de que se hacen mártires de la historia y de la vida, simplemente porque todavía existe muchísima gente incapacitada para comprender lo que significa tener dignidad, debido a que muchas de esos seres humanos que superviven y sobreviven están incapacitados para ver la realidad, porque todavía duermen el sueño profundo de los animales domésticos, donde la realidad no existe porque no se la contempla ni se hace nada como sociedad para cambiarla, y cuando digo sociedad me refiero a todos, no a uno solo, por esa razón vuelvo a dar la razón a Unamuno que decía que de nada sirve que todos los hombre maten a un solo hombre, por más que ese solo hombre valga más que toda la humanidad junta, salvo que todos se sacrifiquen a sí mismos.

Definitivamente hoy puedo decir que no hay peor muerte que la incapacidad de pensar razonando, porque al pensar sin razonar se puede comprender a los animales irracionales, porque dicho acto representa a la proyección de imágenes de hechos vividos o sufridos, es decir, por mera reacción, cosa que no es más que una simple utilización de la información adquirida, sin llegar a comprender nada, debido a que se va en piloto automático, porque pensar razonando implica constante análisis, contemplación, observación, resolución y comprensión de la realidad y de las cosas en sí mismas, por tal razón, no solo lo aceptamos las cosas porque sí, sino porque es así o al menos creemos que es así según lo que vemos en el sí mismo de las cosas, y del mismo modo las despreciamos o evitamos por lo que son en sí. Por ende, pensar razonando nos permite embellecer el alma y perseguir el bien común por encima del bien individual, por lo tanto, eres incapaz de aprovecharte de nadie ni de ninguna situación, como lo puede hacer cualquier humano el día de hoy, porque hay que tener la mentalidad de miserable para pensar en el bolsillo en tiempos donde el hombre debe mostrar ese amor propio en sí mismo como en el otro, porque es tiempo donde todos son iguales ante la vida y la muerte, por más que el hambre y la capacidad adquisitiva nos quiere decir -a gritos- lo contrario.

Aunque debo confesar que esta realidad de la gente que piensa sin razonar, como los animales domésticos que son, no es aplicable para todos, solo para la mayoría, esa mayoría que no solo está compuesta por los que son de bajo nivel económico o educativo, sino también por aquellos que logran pasar esa valla que los mantenía en los pies de la gente que lucha por sobrevivir y para alcanzar un estado “digno”, con el sueño anhelado de pertenecer a la clase altamente opresora, esa que en su mayoría suele oprimir a los del medio para finalmente aplastar a los que se encuentran en los pies, logrando una estabilidad histórica de opresores y oprimidos a lo largo y ancho de la historia, donde la gente ha usado de consuelo el “amor” y la “caridad”, hasta incluso a la “humildad” para consolarse tonta y absurdamente, para sentirse “buenos” y no tan miserables, logrando maquillar la supervivencia y la sobrevivencia con el aroma de la mediocridad, esa que nos ciega y deshumaniza, al punto de que nos cegamos ante la realidad para solo ver nuestro propio beneficio; por eso cuando hablamos o vemos con caridad a otros lo que hacemos es jactarnos de nuestros logros, esos logros que si profundizamos en su ser están ligados a ciertas circunstancias favorables a la sobrevivencia, porque están envueltas con un brillo de doble moral, esa acción que no es otra cosa que más de lo mismo, porque el mundo todavía sigue siendo mediocre, simplemente porque el hombre no ha aprendido a vivir como persona, con esa conciencia que te da libertad de ser y hacer sin transgredir la libertad de los demás.

Por eso, antes de empezar con estas reflexiones que intento plasmar en estas memorias tengo la obligación de confesar que el desánimo que me produce la estupidez humana es extremadamente grande, porque vivimos en tiempos de vacíos existenciales y de gente tan pobre de ser, tan pobre que es incapaz de estar consigo mismo, necesitando siempre de los otros para sentirse bien consigo y por eso contemplamos que son incapaces de razonar a pesar de que los medios de comunicación bombardean que no deben salir de sus casas, porque si alguien está contagiado con su solo estornudo o un disparo de saliva puede contagiar a varios a su alrededor, logrando de este modo gritar a viva voz un patriotismo político tan arraigado en la realidad nacional que no se puede desprender ni con espátula, esa que ya no solo pertenece a la gente que sale de sus casas por orejona sino también a los políticos, empresarios y medios de comunicación que son incapaces de pensar en la realidad sociocultural del país para buscar las mejores acciones para combatir la pandemia, es decir, para no solo combatir al Covid-19, sino también al hambre, la ignorancia y mediocridad que nos golpearán con todas sus fuerzas para brindarnos más muertes de las que se podrían tener con buenas estrategias y acciones humanas. Y por eso digo que ese patriotismo no es otra cosa que hipocresía pura, mediocridad en su más profunda expresión, esa misma que en mayoría es formada por los mismos medios de comunicación que celebran semejante estupidez humana porque se les llenan los bolsillos. Y esto me produce una profunda depresión sociocultural, porque con esa gente la humanidad jamás podrá vivir dignamente, porque siempre seguirá girando en el mismo círculo vicioso que hemos girado a lo largo y ancho de la historia, ese tiempo que se resume en opresor y oprimido, solo que con distintos matices y bajo determinadas circunstancias que no son esclavizantes como el ayer, sino como el hoy, porque el fondo es el mismo de siempre: todavía somos sociedades de supervivencia y sobrevivencia.

Por ello, por si la vida se me va entre estas letras que serán el desangre de mi alma, quiero dejar en claro que todos los derechos de autor dejo a cargo de mi hermano menor, Edú, debido a que confío en el honor que contemplo en él, porque es responsable y honrado honorable, además de que es a quien más admiro de todos mis hermanos, y en caso faltara él, tendría que sucederle a mi hermano Karl, seguido de David y finalmente de César, pero siempre uno de ellos con mi madre, Teresa, sin dejar de ayudar a mi padre, Agustín, si es que lo necesitara, y en caso no estuviera mi madre, entre mis tres hermanos, para que así puedan repartirlo entre todos mis sobrinos todo lo que mis escritos puedan generarles positivamente, porque son ellos mis beneficiarios finales, debido a que fueron la razón por la que yo he ido abordando diversos temas desde un punto de vista más humano, simplemente para que pudieran mejorar sus vidas como personas, es decir, para que sean mejores que uno y mejor que sus padres y familia, porque nosotros ya hemos heredado una formación humana bastante paupérrima; y no porque nuestros padres no tuvieran lo suyo como seres humanos, sino porque nuestra sociedad tenía ciertas deficiencias humanas con respecto a la libertad y dignidad humana, cosa que a ellos les ha tocado vivir cargado de la moda de la estupidez humana a flote, algo que me lleva a pensar que las próximas generaciones podrían heredar una extremada pobreza del ser, porque dicha pauperrimidad podría llevarnos a la absoluta deshumanización del hombre, donde el ser humano terminará siendo completamente una máquina o herramienta de trabajo, un ser indolente, algo que hemos ido aprendiendo a ser en los últimos tiempos, porque simplemente nos han deshumanizado con tanta desigualdad social, debido a que nos han vendido que tener más es alcanzar la dignidad, al punto de que el hombre se ha vuelto incapaz de estar con nada más que consigo mismo, porque eso es para ellos la pobreza absoluta, cosa que me lleva a pensar en mi hermano; Alexander, quien se vino sin nada y se fue sin nada, salvo que solo con su ser, ese ser que me inspira a escribir mis memorias buscando dar a conocer mi búsqueda trascendental como persona, no como escritor ni pensador, ni nada parecido, solo como persona, solo que desde lo que más amo hacer y ser: escribir.

Lima, 20 de marzo de 2020 a las 21:36 horas

 

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Ensayo sobre la Humanidad Observable: la seguridad como sistema de libertad o manipulación

Macv Chávez

 

¿Qué es la seguridad? Habría que consultar al diccionario para saber si es que realmente la vida es segura, porque de por sí la vida es insegura, está llena de sin fines de inseguridades, pues no sabemos qué es lo que nos va a pasar en ella, el futuro es un relativo acontecimiento que no podemos predecir, la muerte es la más grande inseguridad de toda persona, la muerte es el peligro más grave que corremos todos los días los seres vivos, y la muerte es algo que no se puede evitar ni controlar, es inevitable y, por tanto, es insegura, pues no tiene fecha ni momento exacto, simplemente llega; por tanto, el hombre por naturaleza vive una vida insegura contra la muerte inevitable.

Pero si la muerte es inevitable y por ello vivimos en constante inseguridad y sin saber qué vendrá mañana en la vida. Entonces, si la vida es una constante inseguridad ante la muerte ¿para qué pedir seguridad al estado si el mayor peligro es inevitable?

Las leyes humanas, mediante los acuerdos internacionales que han llegado a comprender el por qué nos llamamos seres humanos, han elaborado los derechos humanos, estos derechos humanos son la muestra de la dignidad humana que todos tenemos como persona, es decir, que tenemos ciertos derechos y deberes a respetar, por tanto, nadie puede atentar contra otra persona, porque al hacerlo estamos atentando contra nosotros mismos debido a que todos contamos con la misma naturaleza y dignidad humana.

El hombre necesita de la seguridad personal para poder desempeñarse como la persona que es en una determinada sociedad, en sus círculos familiares, sociales, laborales, intelectuales. Y esta seguridad personal la va adquiriendo conforme sienta la libertad de poder desarrollarse como persona y con libertad en los diversos campos del desarrollo personal: la familia, los amigos, los estudios, el trabajo y la sociedad en general. La adquisición de una adecuada personalidad permite al hombre reconocer los peligros a los que se puede exponer en cada campo y, por tanto, le incentiva a andar siempre precavido ante las posibles situaciones de peligro que pueda encontrar en el día a día de la vida; pero existen peligros que van más allá de las situación de inseguridad de las cosas, de la falta de conocimiento; existen peligros que son producidos por terceras personas, por el mal actuar de terceras personas, aquel peligro que pone en riesgo la vida y los logros personales, y es en estos peligros donde entra la delincuencia, la corrupción, la muerte a manos de terceras personas y donde el estado como protector y fiscalizador de las normas de convivencia para el bienestar social debe velar con bien, es decir, es aquí donde se encuentra la seguridad ciudadana.

Si nos paseamos por la historia podemos ver que la inseguridad ciudadana siempre ha existido y para salvaguardarla se han creado más de una institución para los diversos peligros ciudadanos que podríamos afrentar como nación o ciudadanía. Y de todas estas instituciones que existieron, en la actualidad, en la mayoría de los países, existen la policía, la fuerza aérea, la marina de guerra y el ejército, instituciones creadas para la defensa de la seguridad nacional según su campo de desempeño. La policía es la encargada de salvaguardar la ciudad de los ataques o atentados internos, la fuerza aérea de los cielos, la marina de guerra de los acuáticos y el ejército de los terrestres, con la diferencia que estos tres últimos solo es en caso de peligros externos o en caso de los internos pero a nivel terrorismo o guerras civiles y no delincuenciales, con excepción de los casos de estados de emergencia.

En la actualidad no nos encontramos en tiempo de guerras ni externas ni civiles ni terroristas, a pesar que aún existen pequeños retoños del terrorismo, por tanto, la fuerza aérea, la marina de guerra y el ejército andan prácticamente engordando en la tranquilidad de la paz, produciendo esta inmovilidad fuertes gastos al gobierno por la conservación de dichas instituciones, actualmente improductivas. Mientras que en la policía se llega al auge del descontrol de las calles, a la corrupción de la institución, a la putrefacción social, tan llena de inseguridad por parte de los que tienen la obligación de velar por la seguridad ciudadana como también por parte del ciudadano desadaptado, renegado, resentido social. Pero este auge de la corrupción institucional como ciudadana tiene un fuerte aliado, un gran impulsor o promotor del aumento delincuencial en las calles, y este no es nada más y nada menos que el poder judicial, pues, el sistema judicial está contaminado, es inseguro, es corrupto, es sucio, y por tanto, en vez de contribuir a sanciones ejemplares para la reforma del delincuente contribuye a que el delincuente sienta que tiene impunidad como los políticos, se sienten de igual a igual, en una hermandad que confirma la realidad de nuestra miseria de gobierno; pero, el poder judicial y la policía no son los únicos aliados de esta ola de inseguridad que en la actualidad afrontamos, también contamos con el propio sistema penitenciario que en vez de ser un lugar de reforma se ha convertido en el centro de operaciones de las más grandes mafias del país, son cárceles doradas, porque a los reyes de la delincuencia les permiten seguir operando desde dentro, dirigiendo sus organizaciones delincuenciales; y esto sucede a vista y paciencia de las autoridades, las cuales cada cierto tiempo realizan las famosas redadas, las requisas y no sé qué otras cosas más que los medios de comunicación nos informan, y nos informan no con la finalidad de darnos a conocer la verdad de las cosas sino para que sintamos el peligro en el cual estamos inmersos y que, por tanto, el gobierno debe ser el gran salvador, es el encargado de que este problema se solucione; pero luego aparece el gobierno y nos dice que no hay presupuesto, que este problema no se puede solucionar de la noche a la mañana porque requiere mucha inversión, aparte de identificar a los culpables para luego sancionarlos, y lo hace dizque retirándolos de la institución y, sin embargo, en la mayoría de veces sucede que sólo los cambian de puesto.

Entonces, viendo esta realidad social de la seguridad ciudadana la pregunta que debemos hacernos es ¿cómo es que se podría asegurar el buen desempeño de la seguridad social para evitar que la delincuencia esté en su auge? Una de las cosas que a mí se me ocurre es optimizando la productividad de las entidades del estado como la fuerza aérea, marina de guerra y el ejército, mandándolos a cuidar presos en los campos agrícolas, ya que a los presos se les debe dar también cierta productividad social, porque además de resultarnos perjudicial para la sociedad terminan siendo una carga económica improductiva, porque las cárceles requieren de presupuestos, como la alimentación, seguridad, entre otros. Por otro lado, si tenemos la improductividad de estas entidades del estado que también requieren de presupuesto, el cual se gasta sin siquiera darle un buen uso, ¿qué tanto podemos desarrollarnos como un sociedad segura y estable?

Pienso que de enviar a los presos a trabajar en la agricultura y la fuerza aérea, marina de guerra y el ejército los cuidan, puesto que existen grandes mafiosos desde delincuentes hasta narcotraficantes, podría decir que se podrían producir guerras o combates para su liberación, y por tanto, es demasiado peligroso para realizar esta implementación; pero de por sí todo trato con grandes delincuentes es peligroso, así como de peligroso es el gobierno con tanta corrupción en las diversas instituciones que preside, por tal razón, no podemos limitarnos por el miedo al fracaso, pues se fracasa más cuando se queda con los brazos cruzados y, además, todo gran cambio tiene sus grandes dificultades antes de ser un éxito, puesto que la vida no es un sueño ni un acto mágico.

Otra de las cuestiones que quizás podría ser un fastidio para su implementación es el simple hecho de la existencia del personal corrupto dentro de estas instituciones que estarán al cuidado de estos delincuentes, los que pasarían a ser productores de alimentos para la población. Razón por la cual, es indispensable que el cuidado de los presos sea como si fueran tiempos de guerra, con todas las herramientas indispensables, para estar preparados para posibles fugaz como posibles guerras por su liberación.

Otro problema que atravesaría la implementación de esto es la apelación al respeto de los derechos humanos de los presos, porque para algunos podría resultar como un medio de explotación y, por tanto, un atentado a su libertad. Pero, aquí habría que recordar que estas personas no tienen libertad porque ellos mismos lo han perdido al atentar contra la libertad de otras personas; y que, por contrario, ellos ahora están siendo productivos para la sociedad, están sosteniéndose a sí mismos con el fruto de su propio trabajo, y por ende, podrían aprender que el trabajo dignifica a la persona y, por tanto, aprenderían el valor del trabajo, lo que cuesta adquirir las cosas de forma legal, según como corresponde a cada persona que han atentado. Este podría ser un mejor medio de reforma, más que el tenerlos encerrados improductivamente con los talleres que sólo realizan unos cuántos. Además, que al cometer estos delitos aquellas personas deben cumplir una responsabilidad social, puesto que han causado daño al estado al dañar a una persona o varios ciudadanos, según corresponda, en cualquier caso siempre atentarán contra la nación, y por ende, deben pagar el daño causado a la nación y ¿qué mejor que siendo útiles y productivos?

Por último, considero que si se quiere reformar a una persona no se necesita encerrarlos en una cárcel y dejarlo ahí para que se pudra, eso no suele funcionar en la mayoría de las personas, por contrario, terminan siendo más resentidos sociales y tienen mucho tiempo libre para seguir pensando en sus fechorías y la forma de mejorar su sistema delincuencial. Creo que si se quiere reformar a una persona se debe enseñarle el valor de las cosas no solo de palabras sino con obras, por ello, considero que el trabajo de agricultor para los presos podría resultar beneficioso para la sociedad como para el condenado.

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Ensayo sobre la Humanidad Observable: la salud como vocación de servicio o fuente de riqueza

Macv Chávez

 

Recuerdo que cuando era niño me decían en el colegio que una de las profesiones de servicio era la medicina; con el tiempo fui creciendo con ese concepto, aprendiendo que el servicio es brindarse a otros con lo que sabemos hacer para el beneficio espiritual de uno en la atención corporal y espiritual del otro.

Creía ciegamente que la medicina era así, por tanto, empecé a desarrollar una gran admiración por la medicina en general, casi una veneración por su capacidad de salvación, por más que hasta el día de hoy muchos términos llego a entender como entiendo el griego, o sea, nada…

En la actualidad, desde hace ya algún tiempo, en este tiempo moderno, se viene desarrollando una práctica médica contraria al principio de la medicina –el servicio al enfermo en pro de la vida-, a esa vocación de servicio, aun a costa de que hoy en día se han fundado nuevas ciencias para poder comprender mejor el funcionamiento del ser humano con la finalidad de poder curar sus heridas o carencias.

Esta vocación de servicio ya no es más de servicio sino de servirse del paciente que ya no es una persona sino un cliente, a pesar de los cambios modernos gracias a la bioética, razón por la cual la salud pública es despreciable, deplorable, irrazonable; pues no está enfocada al paciente como persona sino al paciente como cliente, como un medio de enriquecimiento, y esto lo podemos comprobar en cómo se encuentra el estado en salud pública, cuál es la atención por parte de las entidades del estado y cuál es la atención de las privadas, algo que lleva a preguntarme: ¿Qué tanto beneficio me puede dar un paciente como cliente y también como persona? Esta será una respuesta que me responderé al final.

Uno de los principales motores de esta tendencia médica es el propio estado, con sus políticas de poca inversión económica, con su viacrucis burrocrático, con su cuasiconvenio estratégico con las morgues para que el paciente sea atendido antes ahí que en los centros de salud pública, con todas esas prácticas deficientes demuestra su incapacidad. Pero ¿por qué razón sucede que el sistema está así? Simplemente porque tenemos una gran deficiencia en la razón sobre el compromiso con la propia humanidad y sobre todo con la representación social que realizan las autoridades del gobierno.

Yo, considero que uno de los principales problemas del mal estado en el que se encuentra la seguridad social o salud pública es la pésima administración de los recursos. Según las autoridades encargadas de la administración de la salud pública dicen que los recursos son insuficientes, que son muy pocos y, por ende, no se puede brindar un servicio de calidad. Algo que desde el análisis externo del sistema en sí, me lleva a pensar que esto es una falacia al 80%, ya que ellos sí cuentan con cierta derivación de recursos económicos para esos fines, recursos que la administración no sabe optimizar debido a que en las instituciones del estado no se administra con eficiencia y eficacia sino que es como la casa de la caridad, de oportunidades de trabajo, es decir, se crean puestos de trabajos innecesarios, llevando así a la burrocracia del servicio de atención al cliente, es decir, que el cliente tiene que pasar por una serie de instancias antes de ser atendido por el médico, no existe una línea de atención directa entre médico y paciente como suele existir en las instituciones de salud privada.

Esta creación de puestos de trabajos innecesarios hace que exista un menor reconocimiento salarial, poca motivación para los médicos modernos, para que mejoren sus servicio de atención, razón por la cual los médicos modernos –no en absoluto pero sí en mayoría- se han convertido en simples máquinas de atención al paciente, cumpliendo la función de atender a la “enfermedad” del paciente desde aquel conocimiento adquirido en la universidad según los síntomas que el paciente les manifiesta más los “resultados” de los “análisis” que realiza el laboratorio; realizando así una atención médica a los pacientes como masa y no como personas únicas e irrepetibles, por tanto, no se hace una historia del paciente, más allá del historial médico, el médico no llega a conocer al paciente en sí, sino a una masa que debe atender según las indicaciones médicas aprendidas como disco rayado.

Por eso, pienso yo, la realidad de la salud pública se ha convertido en un sistema de manipulación de la población, como un medio de ejercer el poder sobre los representados, una manera de someter al pueblo a la desesperación, a mantenerlos entretenidos en los problemas de la supervivencia personal o familiar para que no vean las carencias, los aprovechamientos, los abusos, los derechos sociales que son burlados o violentados por los gobernantes que se aprovechan del poder para enriquecerse de una forma tan descarada, tan improductiva, tan falsa y tan corrupta, hasta el punto de que la salud se ha convertido en uno de los negocios más rentables de la historia, dejando de ser un derecho para convirtiéndose en uno de los terrores más grandes de la canasta familiar del ser humano.

Pero ¿por qué digo que la salud pública pasó de ser un derecho a un terror de la canasta familiar? El derecho es aquel beneficio que tiene el ser humano por el hecho de ser persona, algo que se ha estipulado en la aceptación de las necesidades básicas que tiene el hombre para que pueda vivir dignamente como persona y no como un animal de supervivencia. Entonces, al existir deficiencia y burrocracia en la atención de la salud pública se pierde ese derecho y se crea la gran necesidad de la atención privada para poder conservar la salud según como requiera la enfermedad; pero ¿qué pasa si tu capacidad adquisitiva no es la suficiente como para recibir la atención privada para tu salud? Simplemente el ser humano pasa a sufrir las humillaciones de la salud pública, rebajando su dignidad a la supervivencia animal del sistema de salud pública, donde deja de ser una persona y se convierte en simplemente un paciente y nada más, una herramienta para la sustentación del sueldo de los médicos y trabajadores, en una materia de trabajo médico, en un útil producto médico para la sustentación de los ingresos económicos a la institución.

Entonces, ahora podríamos responder la diferencia del beneficio que te da el paciente-cliente y el paciente-persona. En el caso primero, el cliente-paciente te suele brindar el beneficio económico y también de ego, en lo económico no cabe duda de lo que se gana ni de cómo se gana; pero ¿cómo es que se logra lo segundo? El ego u orgullo o vanaglorización sucede debido al ejercimiento del poder y la veneración a uno mismo que tiene el médico ante sus pacientes, produciendo en él un sentido de superioridad humana y muchas veces un ego hasta el punto de sentirse dios –y vuelvo a decir que esto no es en todos sino en mayoría-. En cambio, cuando el paciente llega a ser para el médico una persona no recibe esta vanaglorización ni soberbia médica sino por contrario recibe la paz de la responsabilidad social de sí consigo mismo mediante sus semejantes al poner al servicio de las personas su conocimiento y sabiduría médica, para cuidar y conservar la vida de aquellas personas que son el reflejo de sí mismo solo por el hecho de ser personas, personas que cuentan con la misma dignidad humana que el médico y cualquier otro ser humano.

Entonces, en la realidad podemos observar y ver que la realidad de la seguridad social o salud pública es decadente, deficiente, razón por la cual existe una gran carencia en la atención gratuita de la salud; por tanto, ¿cómo es que podríamos optimizar el sistema de salud en el país? En primer lugar considero importante una restructuración del sistema de atención, es decir, hacer más eficiente y eficaz, más directa la atención al paciente, es decir quitar los medios burrocráticos para la obtención de una cita, ya que un paciente acude al médico –en su mayoría- cuando siente alguna molestia física o psicológica –aunque a esto último van muy poco, porque la mayoría de personas piensa que esas asistencias sólo es para los enfermos mentales, algo que es normal dentro de tanta ignorancia y mediocridad sobre la función del tratamiento médico de los diversos problemas que aborda cada rama de la medicina. Después, otra de las cosas que se podría hacer es el tema de investigación científica, impulsar a las distintas instituciones públicas y privadas como también a las universidades al desarrollo de nuevos medicamentos en beneficio de la población y no de los laboratorios, ya que en la actualidad y desde hace algún tiempo, desde que la medicina dejó de ser una vocación de servicio, la medicina es una de las grandes empresas de gran poder para el sometimiento de la humanidad. Y en tercer lugar, crear un impuesto para las instituciones privadas de la salud a favor de la salud pública para mejorar el servicio o contar con su colaboración para la mejor atención de los pacientes en beneficio del derecho constitucional y universal de la salud.

 

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Ensayo sobre la Humanidad Observable: la alimentación y su desinterés laboral

Macv Chávez

 

Después del don de la vida el ser humano necesita alimentarse para poder continuar con su desarrollo natural; por ello, en el conjunto de prioridades humanas para el desarrollo personal, se encuentra como prioridad la alimentación.

En los últimos tiempos, con la tendencia de modernidad que el ser humano y el sistema de gobierno ha adoptado, se puede observar que la agricultura ha ido perdiendo su valor, los jóvenes del campo ya no aspiran a seguir el ejemplo de sus padres por ese amor a la tierra, por ese cariño de tener la dedicación profesional de labrar la tierra para que puedan llegar los alimentos a otros hogares y así poder preservar la existencia humana, a través de la satisfacción de esta necesidad primaria y de forma tan natural y no científica.

De este modo es que pienso que con el tiempo, los jóvenes o próximas generaciones han perdido este amor por la tierra; y no porque sus padres no fueran grandes ejemplos de lo que es ser un agricultor sino porque el sistema financiero para un agricultor no es satisfactorio, es decir, no sabe valorar la importancia del trabajo agrícola para la existencia humana.

Esta falta de valorización del trabajo del agricultor ha conllevado a que con el pasar del tiempo y la modernidad el hombre vaya viendo nuevos campos de desarrollo, donde pueda ganar más dinero y ocupando menos tiempo que en la agricultura, sin siquiera caer en la cuenta que este abandono del trabajo agrícola ha conllevado a que las empresas dedicadas a ella empiecen a producir productos transgénicos o –para términos más sencillos- de laboratorios, algo que tarde o temprano termina atentando contra nuestra salud por aquellas composiciones químicas que alteran la naturaleza de los productos y por ende la biología del hombre.

Creo que no necesito una explicación científica de lo que implica comer un producto adulterado o alterado por el laboratorio, ya que su efecto es similar a la que producen los minerales cuando son extraídos de su habitad natural, es decir, simplemente es contaminante de por sí, con la única diferencia que los alimentos transgénicos se consumen, ingresan al interior del hombre como alimento para la subsistencia de su cuerpo y los minerales solo a través de un acto de vida, la respiración y su contacto directo con ellos en bruto.

Quien ha tenido la suficiente capacidad como para detener los procesos de su vida cotidiana para empezar a trascender del dejarse llevar, animal, al análisis o la observación de la vida a través de la contemplación de los sucesos por medio de la razón, humana, es capaz de darse cuenta aquella diferencia abismal que existe en la producción de los alimentos naturales y transgénicos, uno tienen un tiempo determinado de producción natural, porque su desarrollo depende de ciertos climas y ambientes, y el otro constante o continua, porque su producción se puede dar en cualquier momento del año o por todo el año sin interrupciones, gracias a que las alteraciones de laboratorio que sufren los productos para adecuarse a ambientes o climas que naturalmente no contribuyen para su desarrollo.

Para comprobar la diferencia entre un producto natural y un transgénico o de laboratorio, yo aconsejaría que busquen la forma de visitar a algún amigo, conocido o granjero y puedan probar un huevo de gallina y luego otro huevo del mercado, freírlo o cocinarlo y contemplar la diferencia de la textura y consistencia de uno y otro, para poder darse cuenta de la diferencia alimentaria que existen entre uno y otro. Aunque, si bien es cierto que con esta contemplación no podrían comprobar científicamente la deficiencia alimentaria del transgénico ni la consistencia alimentaria del natural, creo que el conocer la naturaleza de las cosas ayuda a saber distinguir entre lo bueno y lo malo, por no decir, entre lo excelente y lo pésimo, entre lo que es en sí y lo que aparenta ser sin ser en sí mismo.

Por otro lado, me preocupa mucho la política de gobierno actual, aunque ni es tan actual, porque es un problema que se viene dando a lo largo de la historia, pues, el hombre con el pasar del tiempo ha ido restando a la importancia del cultivo de los alimentos debido a que las ambiciones sociales se han visto envuelto de los lujos de la modernidad, de las piedras preciosas, de los títulos, de las casas y cosas de última tendencia, minimizando cada vez más el valor de la alimentación, a tal punto que hemos llegado a la actualidad al boom de la comida chatarra y a la del juguete o bien llamada gourmet, y nos han infectado con tanta publicidad sobre cientos de miles de enfermedades que produce el comer, tanto que hemos cambiado nuestro sistema alimentario de tal forma que la hemos adecuado a los tiempos modernos de alimentación, al punto que cada día mueren cientos de personas infectadas de alguna enfermedad que se deriva de la mala alimentación actual.

Si bien es cierto que la duración de la vida suele ser muy relativa y por tanto no podemos saber cuándo se puede morir una persona, también es cierto que en la actualidad las personas mueren más jóvenes que en la antigüedad. Muchos dicen que el ciclo de vida en la actualidad se ha acortado debido a los cambios climáticos y demás cuestiones que hemos logrado alterar los hombres en la naturaleza gracias a nuestro afán de endiosamiento; pero esta no es la verdad en sí sobre el acorte de la vida en los seres humanos. Yo me atrevería a decir que la vida del ser humano se ha acortado gracias a la forma de alimentación que tenemos en la actualidad, porque nuestra comida hoy en día suele tener como uno de sus ingredientes de producción la alteración genética de laboratorio o de algún producto químico para su preservación, y todo esto es gracias a que se necesita cierto número de producción para poder abastecer los diferentes mercados para que el pueblo pueda alimentarse, y como la agricultura cada vez ha ido teniendo menos feligreses, ha sido necesitado la ayuda de algún instrumento de producción en masa “rentable” para abastecer el mercado. Pero esta producción “rentable” para abastecer el mercado no es lo que necesitamos en sí, porque la alimentación cumple un papel importante en el desarrollo de las defensas genéticas que hacen frente a las enfermedades que pueda desarrollar el organismo desde lo psicológico hasta lo biológico; y si no le damos o alteramos el alimento necesario al cuerpo, no le estamos permitiendo obtener el desarrollo de sus defensas para un buen funcionamiento orgánico o biológico; llevándole así a la vulneración ante el desarrollo de ciertas enfermedades antiguas como modernas, biológicas como químicas, razón por la cual el ciclo de vida de una persona se ve alterada con el pasar del tiempo; afectando no solo a la persona en sí sino también a su generación venidera porque su producción genética se alterará y reproducirá en otra vida con ciertas características obtenidas en este ahora, donde es que consume productos naturales alterados científicamente.

Una de las soluciones modernas ante la problemática de la mala alimentación no es la preocupación de la producción de alimento saludable sino, por contrario, de promover el aumento de los salarios para que las personas puedan tener más para la atención de sus necesidades primarias, pero esta promoción del aumento de los salarios es un bello acto de magia, porque produce cierta ilusión en las personas, una ilusión que se ve atentada, golpeada, saboteada, cuando en la realidad los precios de los productos sufre un aumento, a veces similar al de los sueldos y otras por encima de ellos, al punto que el poder adquisitivo actual es solo una mera ilusión, ya que se adquiere menos cosas que antes por los mismos ingresos, solo que maquillados con algunos números más.

Yo no sé cómo pensarán los economistas ni cómo lo verán los políticos, pero la cuestión alimentaria no es un problema de monedas, es un problema de producción, de valoración; por ende, el problema de la capacidad adquisitiva no se soluciona con un aumento de salario sino con la estabilidad de los productos y con el aumento de la capacidad adquisitiva, es decir, lo que se gana debe permitirnos adquirir lo necesario para vivir dignamente, y en esta vida digna intervienen la adquisición de productos de calidad, la calidad no es la manzana roja y brillante que te venden en los supermercados y a las cuales el gusano no es capaz de invadir mientras no ha llegado a su estado de descomposición… sino aquel producto que tiene corto tiempo de duración pero que no alterará la composición orgánica del ser sino que, por contrario, lo alimentará con los nutrientes necesarios para obtener las defensas y energías para el buen funcionamiento del cuerpo y de la mente.

En resumen, una de las obligaciones de una buena política de gobierno, pensado en las personas, debe velar por la salud de su pueblo, esta salud debe ser atendida desde la alimentación hasta la seguridad social, caso contrario, estamos simplemente maquillando las necesidades del ser humano con los vacíos modernos que no son más que engaños, falsedades que no hacen otra cosa más que poner en riesgo la salud del ser humano, su supervivencia y su desarrollo saludable, razón por la cual el ciclo de vida se va alterando cada vez más y más, disminuyendo así la proyección de vida a lo largo del tiempo, creando así la proliferación de las enfermedades modernas y mortales. Razón por la cual es muy importante que se revalore la importancia de la producción de alimentos saludables y, por ende, se valore la agricultura como una de las más grandes e importantes actividades humanas.

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«PARIDO: Mi Primer Hijo No Engendrado”

Parido-Mi primer hijo no engendrado

«PARIDO: Mi Primer Hijo No Engendrado» es el primer poemario de la autoría de Macv Chávez, el cual describe de la siguiente manera: “es mi primer poemario, el que comparto con vuestros ojos con la finalidad de robar sonrisas con cada uno de los poemas, que espero se identifiquen con el lector y que van desde el amor a la vida y también a uno mismo, hasta a la sociedad y a ese alguien especial, ocupando el amor tú y yo, varios poemas desde las alegrías hasta las tristezas… porque la vida está llena de ellas, ¡sólo hay que saber vivirla!”

 

Para acceder al poemario ingrese en el siguiente enlace:

http://m.casadellibro.com/ebook-parido-mi-primer-hijo-no-engendrado-ebook/9786120018491/2505833

 

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