Manuel Hernández
En materia de autonomía municipal, el Proyecto de Ley Marco de Empleo Público significa viajar en el túnel del tiempo, devolviéndonos más de 70 años atrás, a los lejanos debates de la Asamblea Constituyente, de 1949, en el siglo pasado.
¿Quién lo hubiera creído, a estas alturas de la modernidad del Siglo XXI?
En uno de los debates encendidos de la Constituyente, un diputado afirmó:
“Se debe desligar a las municipalidades-como cuerpos elegidos por el pueblo- de las influencias del Poder Ejecutivo.”
Otro diputado constituyente enfatizó:
“Si se desea realmente otorgar a las municipalidades plena autonomía, deben desligarse del Poder Ejecutivo.”
El mal llamado proyecto de empleo público, por contrario, aspira que el Poder Ejecutivo dirija y controle el régimen autonómico municipal, implicando un retroceso antidemocrático y una deplorable afrenta contra la Constitución Política.
El proyecto derrumba la Constitución, porque las municipales van a ser simples despachos administrativos de la autocrática MIDEPLAN o la DGSC.
Esto tiene muy graves repercusiones políticas contra la autonomía de los gobiernos locales.
Menos democracia territorial y más concentración de poder en manos del Gobierno.
¡Un Leviatán inconstitucional!
Se deben estar revolcando en sus tumbas los constituyentes socialdemócratas que defendieron la autonomía municipal, maldiciendo a sus detractores del PLN.