José Luis Pacheco Murillo
El 10 de diciembre se celebra el Día de los Derechos Humanos, coincidiendo con el aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que se aprobó en 1948. Dos años después, 1950 la Asamblea General proclamó el 10 de diciembre como el Día de los Derechos Humanos.
Los derechos humanos, son derechos inalienables y que pertenecen a todos los seres humanos, sin importar su raza, sexo, nacionalidad, lengua, religión, origen étnico o cualquier otra condición.
Actualmente existe una lista de derechos humanos creada por la Organización de las Naciones Unidas, donde se defiende el derecho a la vida, la libertad, a la educación, al trabajo y muchos otros más, que deben ser respetados sin que exista discriminación alguna.
Sin embargo, pese a los rimbombantes titulares sobre derechos humanos, la realidad es que se ha tergiversado y manipulado mucho esa terminología e incluso se ha aprovechado la misma para atacar personas y países.
Se creó una organización denominada Observatorio sobre derechos humanos, con sede en Estados Unidos y oficinas en distintos países y esa organización dice quien sí y quien no cumple con los derechos humanos, bajo criterios, en muchos casos subjetivos, parcializados y sesgados.
Además en nombre de los derechos humanos se cometen muchas injusticias y se coartan libertades, incluso han llegado a impedir la correcta formación y disciplina hasta en los mismos hogares.
Esta bien que se promuevan derechos humanos, pero no está bien que con ellos se manipulen y se afecten las pretensiones de orden y disciplina en un país, en un lugar o en una familia.
Las buenas intenciones con las que se crearon han dado paso a la manipulación y a la politización de los derechos humanos y para unas cosas si son buenos pero para las mismas en otros países no lo son y ahí es donde saltan las acusaciones, los desprestigios y las pretensiones de sancionar a personas y países incumpliendo en ocasiones esos mismos derechos, como por ejemplo el de la libertad y autodeterminación de los pueblos.
Bienvenidos los derechos humanos para bien de todos, sin manipulaciones y politización y bienvenida la aplicación correcta de los mismos y para quienes lo merecen, pues quien ha violentado un derecho humano no merece que se le aplique en su favor el derecho humano y eso sucede en muchos casos y muchas organizaciones defienden a quienes no han sido consecuentes con el cumplimiento de los derechos humanos.
Dios quiera que entendamos que cualquier derecho, incluido el derecho humano, no es ni irrestricto ni ilimitado, pues como bien dijo Jean Paul Sartre: “mi derecho termina donde comienza el de los demás”.