Retos de las universidades públicas
Alberto Salom Echeverría
Introducción.
Costa Rica cuenta hoy con cinco universidades públicas. Tres de ellas, la Universidad de Costa Rica (UCR), la Universidad Nacional (UNA) y la Universidad Estatal a Distancia (UNED), se conformaron como universidades humanistas, caracterizadas por poseer un currículo heterogéneo, bastante amplio; sin dejar por eso de contar con escuelas tecnológicamente orientadas. Las otras dos instituciones de educación superior son el Instituto Tecnológico de Costa Rica (TEC) y más recientemente la Universidad Técnica Nacional (UTN), ambas poseen una orientación más tecnológica, pero al contrario de las otras tres, también poseen escuelas que imparten conocimientos y saberes en las áreas de las ciencias sociales y las letras.
Hoy, sobre todo desde afuera del ámbito de las universidades, se impulsa una corriente orientada a crear una bifurcación entre el área de las ciencias sociales, las letras y las artes, que la entienden enfrentada al área de disciplinas tecnológicas. En el presente ensayo, busco explorar el origen de esta corriente y su basamento ideológico, a partir del cual se busca descarrilar el actual curso de desarrollo de las instituciones de educación superior, para intentar reorientarlas hacia un ámbito tecnológicamente orientado, acorde con ciertas concepciones del desarrollo que prevalecen en las élites económicas y sociales dominantes de hoy. Estas corrientes no radican exclusivamente en Costa Rica, sino que más bien son oriundas del mundo de los países de capitalismo desarrollado y desde allí, su orientación se exporta al resto del mundo. Aunque no será el único tema que trate, dada la trascendencia que le atribuyo, es un eje de la problemática universitaria de nuestros días.
Algunos de los aportes Fundamentales de las U. Públicas a la sociedad:
Lo que en adelante escribiré no tiene necesariamente un orden de prioridades.
*Las Universidades Públicas (UP) han aportado a la sociedad costarricense una enorme cantidad de profesionales de ambos sexos. Cada quinquenio la población graduada de las UP ha ido en aumento: El último dato del que tuvimos registro es la comparación entre los profesionales graduados en 2017 con respecto a los del 2021. Mientras en el primer caso se reportó una cifra de 16.447 estudiantes, en el 2021 los graduados ya fueron 21.150 jóvenes. Hubo un aumento significativo, a pesar de la pandemia del COVID-19 que azotó al país, el cual fue de un 28.59%. La sociedad debe tomar nota que hay una enorme cantidad de estudiantes que no llegan al nivel de bachillerato, de modo que, si esta situación mejorara, es bien probable que aumente aún más el porcentaje de los estudiantes que ingresan a las universidades públicas y en consecuencia aumentará en proporción el número de las personas que se graduarán como profesionales.
*Veamos algunos datos. El número de los estudiantes que se matricularon en estas instituciones en los críticos años 2019, 2020 y 2021 siempre fue en aumento; en el 2019 se reportó una matrícula de 111. 595 personas; creció en el 2020 a 111.803 jóvenes estudiantes a pesar de la pandemia y luego a 125.141 en el 2021. En los años que transcurrieron entre el 2017 y el 2022, la matrícula aumentó un 15, 73% (Cfr. https://semanariouniversidad.com 20 de julio del 2022.)
*Por otra parte, mientras que en el 2017 se graduaron de las universidades públicas 16.447 estudiantes, cuatro años después ese número creció a 21.150 egresados, lo que representa un aumento del 28.59%.
*Costa Rica muestra cifras muy robustas entre las naciones de América Latina en cuanto al porcentaje de becarios de la educación superior pública. En el 2020, se registró un porcentaje mayor del 50% de beneficiarios de los programas públicos de becas. Fue el país que más brilló entre los latinoamericanos en los programas de ayudas económicas o becas; es decir, sin contar los programas de créditos porque corresponde a una acepción diferente. El porcentaje de estudiantes cubiertos por una beca aumentó entre el 2017 y el 2021 en un 28,72%. En el 2021 la cifra absoluta ascendió a 69.628 estudiantes. Al tomar en cuenta exclusivamente la población rural que asistió a la educación superior se mostró que el 78% de estos estudiantes obtuvo algún tipo de beca, muy por encima del porcentaje de becarios en la zona urbana del país en el mismo año académico. En conexión con el dato anterior, es relevante el hecho de que el 68% de los estudiantes de las instituciones de educación superior públicas, fueron los primeros alumnos de sus respectivas familias que accedieron a un centro de educación superior. He ahí un mérito de la Universidad.
*De acuerdo con información del Consejo Nacional de Rectores, en el año 2021 del total de estudiantes matriculados en las universidades públicas, 94.443 estaban registrados en la GAM, y 47.125 en sedes regionales. Debe tenerse presente que del total de estudiantes que asisten a un centro ubicado en una zona urbana, hay un porcentaje importante que provienen de las zonas rurales lejanas o de las semirrurales, por la sencilla razón de que, la mayoría de las carreras o programas de estudio únicamente se ofrecen en las sedes de la GAM. También ocurre que, a partir de determinado nivel de educación, los estudiantes de zonas rurales deben migrar a las sedes de la GAM, para darle continuidad a su programa de estudios. Es relevante no obstante que, en el 2022 se puso en evidencia que más del 82% de los estudiantes de primer ingreso provenían de colegios públicos. Esto quiere decir que se ha ido avanzando significativamente en el proceso de democratización del acceso de las personas estudiantes de origen más humilde a las universidades estatales. Datos del 2022, mostraron un aumento relevante en el acceso a las universidades de jóvenes provenientes de hogares más pobres.
*Esa misma confiable fuente del CONARE revela que la cantidad de diplomas otorgados por las universidades estatales ha venido incrementándose de manera significativa. El total de diplomas dados por estas instituciones en el 2014 fue de 14.990, frente a 21.303 en el año académico 2021. Un total de 13.834 de esos diplomas se concedieron en la GAM, frente a 7.456 que se otorgaron fuera de la GAM. (Cfr. División de Planificación Interuniversitaria. CONARE)
*La oferta académica ha crecido y se ha diversificado mucho. La oferta de carreras según datos del 2022 por las UP fue de 742 carreras. En las regiones periféricas se ofrecieron 137 carreras, lo que representa un aumento importante respecto de los años anteriores, aunque persiste todavía un rezago con respecto a las carreras impartidas en las sedes de la GAM, lo que constituye un gran desafío. Además, con frecuencia se desconoce que las universidades públicas realizan más de 2.200 proyectos de investigación (I + D. Investigación y Desarrollo) que inciden en una mejora de la calidad de vida de la población costarricense. Por añadidura, estas instituciones llevan a cabo más de 1250 proyectos de extensión y acción social, que tienen gran impacto en las comunidades donde se ejecutan; para ello se invirtió aproximadamente la suma de 23.000 millones de colones anuales.
¿Quiénes adversan a las universidades públicas?
Las universidades públicas en Costa Rica continúan siendo las instituciones públicas con más prestigio entre la población costarricense, a pesar de una obstinada campaña en contra de ellas por parte de enemigos ideológicos de ellas de viejo y nuevo cuño.
Los principales adversarios de las universidades públicas son ideólogos de un capitalismo voraz que considera que el rubro que debe presupuestar el Estado costarricense en su sostenimiento es exageradamente alto y caro. El capitalismo voraz (también calificado de “salvaje” por el papa Juan Pablo segundo), requiere imperiosamente de las políticas de desregulación de la economía, a fin de aumentar la tasa de ganancia en sus negocios. Esto significa empequeñecer el estado sin importar si hay duplicidades o no entre las instituciones, y obviando qué es lo que instituciones como las universidades públicas le aportan a la sociedad costarricense. La tesis de adelgazar el estado sin una evaluación exhaustiva previa del valor de las instituciones solamente abona el terreno para afectar la calidad de vida de la población más vulnerable en Costa Rica. No soy un defensor ad-perpetuam de cualquier institución pública, aunque sea ineficiente, ni creo que las universidades carezcan de errores. Los tienen y quienes las apoyamos debemos ser exigentes frente a los yerros en que ellas incurren. Pero otra cosa, es la creencia, meramente ideológica de quienes quieren desmantelar las universidades públicas, sin poner el menor empeño en conocer primero sus aportes invaluables a la sociedad.
Entre las personas que abogan por limitar las universidades públicas a un minimum minimorum, destacan también algunos (por fortuna no todos), empresarios de universidades privadas, que incluso, algunos de ellos, hasta tienen la desfachatez de pretender que del presupuesto público destinado a la educación superior, un rubro debería costear los negocios privados en educación superior. Por fortuna, en Costa Rica hay empresarios de la educación, cuya inversión en el negocio no se destina únicamente a obtener la más alta rentabilidad, sino que han apostado también a la calidad, como lo demuestra el reciente ranking realizado por la empresa británica “Quacquarelli Symonds (QS)”, con respecto a la Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (ULACIT), la que destaca entre las instituciones privadas de Educación Superior. En ese mismo Ranking aparecen la Universidad de Costa Rica, La Universidad Nacional y el Instituto Tecnológico, posicionadas, en ese orden, como las tres mejores universidades centroamericanas. No soy conformista, la calificación dada demuestra, que falta mucho por mejorar aún. Pero, es un orgullo para la sociedad costarricense, que las tres universidades con los mejores “rankings” sean esas tres instituciones públicas. Sin embargo, hay una orientación en la anterior administración y especialmente en la actual a reducir significativamente el presupuesto de las instituciones públicas de educación superior, afectando inclusive rubros tan sensibles como el presupuesto destinado a becas.
Las universidades tienen también, hay que decirlo, enemigos internos. Hay personas, que las sangran desde adentro, como cuando se realiza un trabajo mediocre, o se pretenden beneficios sin tener en cuenta para ello, en cuánto se restringe el presupuesto de inversión en investigación, becas o extensión. Las instituciones públicas deben mantenerse atentas a una ecuación que mantenga el presupuesto de inversión más o menos alrededor de un 20% del presupuesto total. Esto es lo que, expertos en el ámbito de la educación superior en América Latina calculan que permite mantener universidades de calidad, que puedan invertir en becas, investigación y desarrollo, y extensión o acción social, para que alimenten la docencia de calidad y viceversa. Es decir, es menester mantener un círculo virtuoso en la academia, entre docencia, investigación y extensión; y al mismo tiempo, la universidad debe seguir cumpliendo con su misión social, becando a la población estudiantil vulnerable, para que pueda obtener estudios superiores de calidad y también estrechando el vínculo con la sociedad nacional en todos los campos, al favorecer principalmente la relación con las comunidades más deprimidas, que requieren por tanto más apoyo.
¿En qué deben mejorar las universidades?
La ruta de las universidades no es tarea fácil, cada día es un requisito mejorar en todo sentido. Se impone la excelencia académica. La complejidad del mundo de hoy es enorme. El futuro se ha tornado cada vez más impredecible y retador. Es paradójico que en la época en que más avance científico tecnológico se ha producido, el mundo se nos ha tornado más incomprensible. Ello es así precisamente porque el avance científico tecnológico nos permite saber y conocer más, pero al mismo tiempo el campo del conocimiento se hace más vasto. Por lo tanto, estancarse es morir, no es una opción. Me referiré solamente a algunos de los retos principales.
Una de las tareas prioritarias es la renovación constante de la oferta curricular. Hay que adecuar el contenido de las carreras a las nuevas necesidades que impone el desarrollo. Esto implica un doble desafío e igualmente paradojal que el anterior: por un lado, las universidades, es cierto, deben aportar profesionales de calidad a las empresas, pero, por otra parte, son las instituciones que más capacidad crítica poseen para plantear los derroteros de un desarrollo sostenible y sustentable con la Naturaleza y con la vida de todas las especies vivientes y sus hábitats. Esto exige mantener una capacidad crítica, para señalar las principales carlancas u obstáculos que impiden que la sociedad obtenga un verdadero desarrollo. Un buen ejemplo de esta tarea lo tenemos en los informes anuales del “Estado de la Nación”, que produce la universidad pública. De modo que, la universidad al tiempo que aporta profesionales al mercado laboral, dotados de capacidad técnica y científica, pero inextricablemente acompañada de una visión humanista sólida, es capaz de criticar aquellas tendencias y orientaciones de las políticas públicas, que nos conducen por rutas equivocadas.
Una visión como la señalada, obliga a la institucionalidad educativa, a sus dirigentes académicos, a los estudiantes y a todos los que en ella laboran, a salvaguardar celosamente la autonomía, a orientar los pasos de las universidades en un sentido comprensivo, capaz de asumir los retos que nos impone el desarrollo de la ciencia y la tecnología; pero, dentro de una visión humanista en la que se preserven y profundicen los valores de la solidaridad social, del compromiso universitario con los sectores más necesitados de la sociedad, con la búsqueda incesante de la verdad. Implica no dejarse avasallar por las imposiciones que puedan provenir de la política y los políticos de turno.
Existe toda una corriente de pensamiento, que se plantea la educación del futuro, centrada en lo que llaman asignaturas o carreras STEM (significa en español ciencias, tecnología, Ingeniería y matemáticas). Otra corriente agrega una A después de la E, para que el acrónimo por sus siglas en inglés se lea STEAM (traducido al español quiere decir: ciencias, tecnología, ingeniería, artes y matemáticas). La diferencia entre ambas es pedagógica. El último acrónimo, emergido en los Estados Unidos aporta supuestamente, una metodología que requiere mayor intensidad de trabajo en el aula por parte del alumnado. Sin embargo, en lo medular son corrientes compatibles entre sí en cuanto a las carreras que buscan promover. Una propuesta plantea que los beneficios de la educación STEAM son: “Adquirir y aunar conocimientos de ciencia y tecnología. Aprender con recursos digitales y mediante el uso de las TIC, básicos para las profesiones del futuro. Desarrollar el sentido crítico de los alumnos, que los ayudará a resolver cualquier situación o problemática.” (Cfr. https://www.classlife.education. 9 de noviembre, 2021). En otro sitio de la web, se permiten hasta recomendar las carreras del futuro, con más empleo y mejores sueldos, y señalan las siguientes: Ingeniería ambiental, Desarrollo de software, Ciberseguridad, Ingeniería Robótica, Marketing digital, Ingeniería genética, salud mental, recursos humanos. En otro sitio, se permiten preguntarse con alevosa intención, ¿qué carreras no tienen futuro? Y responden: Abogacía, contaduría, Ingeniería en estudios del petróleo, aviación, Policía, Bibliotecología, Ejecutivo bancario, y -no podía faltar- Artista. (Cfr. https://experienciajoven.com. 17 de agosto del 2020). Hay un largo etcétera induciendo mediante las preguntas a los estudiantes a ver el futuro con una mentalidad predominantemente mercantilista. No resisto la tentación de presentarles una última, entre las muchas absurdas preguntas que aparecen en diferentes sitios de la web. ¿Cuáles son las carreras del futuro en Costa Rica? El subtítulo en negrita dice: “Carreras mejor pagadas en Costa Rica en 2022”. Aquí, ofrezco la respuesta: Ingeniería de software. -Y agregan- sueldo nacional promedio: desde 1.660.000 colones al mes (aproximadamente, -escriben- 2.688,33 euros), según Glassdoor, Bioinformática y biotecnología, Analítica de datos, Animación digital, Ingeniería en computación. Por supuesto en una parte señalan sin sonrojarse siquiera: “…es que la era tecnológica ha catapultado todas las profesiones relacionadas con la tecnología…” ¡No me diga!!! (Cfr. https://ejemplos-curriculum.com. 2022).
No puede ser más evidente la intencionalidad de producir una polarización entre las llamadas “ciencias tecnológicas y científicas” versus las conocidas como “ciencias sociales, letras y artes”. Estas segundas son completamente menospreciadas, esencialmente porque carecen o carecerán muy pronto, de cabida en el mercado. Y aunque una corriente estadounidense, ha pretendido remediar este asunto, incrustando en el medio el acrónimo STEAM, en la práctica, salvo en la parte metodológica referida a la forma de trabajar en el aula, las ciencias sociales, las letras e inclusive las artes continúan, dentro de esta tesitura viéndose postergadas y menospreciadas. La verdadera razón es ideológica claro está; se busca desacreditar y en lo posible hacer desaparecer todo aquel poderoso conocimiento, que más ha aportado una visión crítica frente al “capitalismo salvaje”, al calentamiento global, del cual es su principal promotor. Además, la ciencia social, la filosofía, la literatura, las artes han dotado a cientos de miles de profesionales (si no millones), de una cosmovisión humanista del mundo, antagónica del “globalismo” puramente mercantil y depredador. Este mundo globalizado prevalece la lucha del ser humano contra sí mismo, buscando abrirse paso en la sociedad contra todo y contra todos, siempre que individualmente adquiera él o ella, una forma “segura” de ganarse la vida acomodándose en la cúspide de la pirámide.
Las instituciones públicas de educación superior no pueden dejarse tentar por esta visión mercantilista de la educación que, esencialmente proviene de una esfera externa a ellas. Aunque, ya algunos profesionales han caído en estas garras, viéndose seducidos por el pragmatismo de carreras más cortas, sin tener que demorarse en lo que quieren ver como una ciencia “insustancial”, “inexacta” y hasta “superflua”. La ciencia y la tecnología no pueden verse como antagónicas del humanismo. ¿Carreras de ciencia y tecnología? Sí claro, pero siempre que estén insertas en un contexto humanista. Para concluir, traigo a colación una frase proverbial. El premio nobel de física, por la teoría “electrodébil”, Sheldon Glashow, dijo algo que por venir de una persona como él no tiene parangón: “Un científico sin cultura humanista hará mala ciencia.” (https://la vanguardia.com. 20.06.2017). Alberto Salom Echeverría/ albertolsalom@gmail.com
Alberto Salom Echeverría, educación superior pública, TEC, UCR, UNA, UNED, universidades públicas