El Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural publicó su estudio n.°27, correspondiente a junio de 2022, donde se realiza un análisis de coyuntura sobre los impactos de la pandemia por la COVID-19 en la región, especialmente aquellos ligados a la crisis alimentaria.
La investigación expone que el encarecimiento de los alimentos, el creciente costo de los insumos y la incompleta recuperación económica son los principales factores que lamentablemente ensombrecen el panorama de la alimentación en América Latina.
Además, se indica que los niveles de inflación que indiscutiblemente impacta los precios de todos los alimentos en la zona han alcanzado niveles similares a aquellos presentados durante la crisis de 2008 – 2009, por lo que queda en evidencia que las repercusiones de la pandemia en esta área son significativas.
De igual forma, se debe considerar que el precio no aumenta de igual forma en todas las regiones de los respectivos países, por el contrario, en zonas más alejadas a la producción de estos también se debe considerar el factor transporte que termina incidiendo en el precio final del producto debido al aumento de los combustibles.
Asimismo, el costo de otros insumos pertinentes a este trabajo de producción alimentaria como los fertilizantes junto a una recuperación económica incompleta dentro de los Estados Latinoamericanos también han facilitado el alza en los precios.
Finalmente, es necesario tomar en cuenta el conflicto internacional entre Rusia y Ucrania ya que esté también puede traer implicaciones importantes en el futuro. El análisis concluye con la siguiente frase:
“Las crisis alimentarias suelen ser el resultado de una confluencia de múltiples factores. Si bien la pandemia y sus estragos son sin duda uno, el panorama continúa complejizándose y, a medida que aparecen nuevos factores, más nos acercamos a la derrota en la lucha contra el hambre”.
Si desea informarse con más detalle de esta problemática, le invitamos a acceder a la totalidad del texto que se encuentra adjuntado.
El siguiente documento fue elaborado por el Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía de la División de Población de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) para la cuarta reunión de Secretaría Técnica de la Conferencia Regional sobre Población y Desarrollo de América Latina y el Caribe.
En éste, se analiza el impacto que la pandemia por el COVID-19 tuvo en los países de Latinoamérica dado el contexto ya conocido de la región por sus grandes desigualdades, aumentadas por el embate de la guerra entre Rusia y Ucrania. En el documento se plantean recomendaciones para la recuperación de las naciones latinoamericanas, no sólo en el tema de la pandemia sino que en otros temas de interés social.
En Costa Rica, las poblaciones con mayores factores de riesgo se identifican como personas con inseguridad socioeconómica, desempleadas o con trabajo parcial, trabajadoras en el sector servicios, y, de manera significativa, mujeres, según estudio sobre salud mental realizado por las universidades públicas durante la pandemia.
El pasado viernes 17 de junio de 2022 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó el «Informe mundial sobre salud mental: Transformar la salud mental para todos», primer informe sobre salud mental que publica la OMS en 20 años, el cual presenta una visión actual y normalizada de las afectaciones en la salud mental como un fenómeno existente en la vida cotidiana de personas y comunidades, y como uno de los efectos más significativos de la pandemia que, a día de hoy, todavía sigue presente. La salud mental es, como plantea el Dr. Tedros Adhanom Ghebreyesus, Director General de la OMS, “una parte intrínseca de nuestra salud y bienestar individuales y colectivos” (OMS, 2022).
Entre los datos más significativos que publica el informe, se encuentran la prevalencia de sintomatología asociada a depresión y ansiedad en nuestras sociedades y su aumento de aproximadamente un 25% durante la pandemia; así mismo, la prevalencia de distintos trastornos mentales, para un aproximado de una de cada ocho personas del mundo, como, por ejemplo, la esquizofrenia, presente en una de cada 200 personas adultas en el mundo; y la realidad del suicidio como una situación que afecta a personas, familias y comunidades, llegando a representar uno de cada 100 fallecimientos en todo el mundo, situándose como “una de las principales causas de muerte” entre las personas jóvenes.
El informe señala la situación de desatención y falta de financiación y recursos que los servicios de salud mental tienen en todos los países, así como la falta de gobernanza, investigación o recursos, la priorización de la salud física, bajo un enfoque biologicista, y la carencia sistemática de fondos para la salud mental comunitaria, hasta llegar a menos de un 2% del total de presupuestos de atención de la salud dirigidos específicamente para salud mental, y, de este presupuesto, una gran parte destinada a psiquiatría y hospitales psiquiátricos.
Esta situación es uno de los fundamentos que conllevan que las personas no prioricen el cuido de la salud mental, junto con la falta de conocimiento, la estigmatización, la discriminación, la falta de acceso a servicios en el ámbito público o el costo en el ámbito privado.
Salud mental en Costa Rica
En Costa Rica, las universidades públicas (UNA, UCR, UNED) nos unimos durante la pandemia con las instituciones públicas de salud (Ministerio de Salud y Caja Costarricense de Seguro Social) para generar información y evidencia sobre el impacto que la emergencia sanitaria ha tenido en la población de Costa Rica. Los datos encontrados se alinean con los presentados en el informe, mostrando el aumento durante la pandemia en sintomatología asociada a depresión grave y ansiedad generalizada, estrés o burnout (este último, principalmente en población trabajadora). Las poblaciones con mayores factores de riesgo se identifican como personas con inseguridad socioeconómica, desempleadas o con trabajo parcial, trabajadoras en el sector servicios, y, de manera significativa, mujeres.
El informe mundial falla en profundizar en los antecedentes relacionados con la situación de salud mental, mencionando solo de pasada la desigualdad social y económica, situada al mismo nivel y no como causa también de otros factores indicados como conflictos armados, violencia, o el desplazamiento y las migraciones vinculadas con estos conflictos y por la emergencia climática. Los datos de Costa Rica ponen en el centro de la discusión también la necesidad de priorizar la defensa de los derechos humanos, y atender la desigualdad socioeconómica y su impacto en el bienestar de su población.
Recomendaciones para atender la situación
La OMS señala como recomendaciones para la mejora en la atención de la salud mental la revisión y actualización de leyes, planes y políticas, la alineación con los objetivos de desarrollo sostenible, el aumento de la inversión, la coordinación y articulación efectiva entre actores institucionales y sociales, el fortalecimiento de la investigación y el acceso a información, la acción de base comunitaria, el refuerzo de las capacidades y el conocimiento del personal de salud pública, la promoción de la inclusión social de personas con trastornos mentales y el acceso a servicios bajo un enfoque de derechos humanos y biopsicosocial basado en la evidencia.
Desde el Ministerio de Salud, la Mesa Técnica Operativa de Salud Mental y Apoyo Psicosocial, instancia que ha atendido esta temática de forma integrada y articulada con instituciones y organizaciones durante la pandemia, se presentó el pasado mes de marzo una propuesta para orientar la Recuperación Psicosocial de personas, comunidades y organizaciones durante el fin y posterior al fin de la emergencia sanitaria, señalando alguno de estos aspectos, e incluyendo la atención a la recuperación socioeconómica de la población.
La atención de la salud mental es un compromiso que debemos asumir todas las personas. El cuidado propio y el cuidado colectivo, con apoyo en las estrategias, iniciativas y acciones que instituciones públicas del país, organizaciones comunitarias y otras proponen, precisa ser una prioridad para todas y todos. Porque el bienestar y la dignidad de las personas no se negocia, y no podemos dejar a nadie atrás.
Después de 200 años de independencia y más de setenta de vida democrática ininterrumpida, Costa Rica ofrecía un retrato de estabilidad política, instituciones públicas medianamente aceptables y logros en el plano de la salud, la educación y la protección medio ambiental. Ya no es el caso.
Gerardo Castillo
La línea ascendente alcanzó a llegar hasta los años 1980, cuando el desgaste del Estado benefactor y la introducción, por fuerza externa o sumisión, del ideario neoliberal puso de moda las políticas económicas que colocan al libre mercado y la iniciativa privada por encima del bienestar general.
Para ello, se orquestó toda una campaña mediática muy cargada contra los partidos políticos, tildándolos en forma general como corruptos, y se satanizó a los sindicatos y sus dirigentes.
El Estado fue vapuleado como ineficiente ante la sociedad civil, se criticaron los altos salarios, la abultada planilla y la duplicidad de instituciones y; por otro lado, se intensificaron los negocios entre el sector privado y el público.
La influencia del primero fue mayor y esto permeó más la corrupción, principalmente en mandos medios. Todo esto devino en una Costa Rica diferente.
La pandemia como espejo
El panorama estadístico actual refleja una situación preocupante; por un lado, la pandemia sacó a la superficie lo que venía mal y agudizó los problemas: la creciente pobreza, las altas tasas de desempleo (13,6 por ciento) y; por el otro, la concentración de riqueza en pequeñas élites de industriales y banqueros.
Los impactos son visibles, principalmente a nivel interno. Las comunidades de las zonas fronterizas y los puertos concentran no solo situaciones de riesgo, sino que agregan un crecimiento de la delincuencia, el narcotráfico y una putrefacción que alcanza a los gobiernos locales.
Los dos años de pandemia fueron más que suficientes para constatar que la seguridad social resistió, que el personal de salud no es tan vago como la prensa pintaba y que la coexistencia entre grupos sociales (ricos, pobres, medios y excluidos) por más que la han ido diluyendo, sigue siendo una necesidad intrínseca del ser humano.
¿“Quo vadis” Costa Rica?
Las últimas elecciones no solo dejaron un presidente infrecuente sino una serie de enseñanzas para los estudiosos de las conductas políticas modernas.
El Partido Progreso Social Demócrata (PPSD) es una etiqueta como muchas otras que se presentaron en el mercado electoral. Un partido improvisado, sin ideología clara ni dirigentes conocidos.
Esta constatación no solo desenmascara la cultura política tica sino que estimula la revisión crítica de los partidos y políticos tradicionales y los no tradicionales (religiosos y personalizados), que han brillado por su indisciplina, volatilidad, irresponsabilidad, personalismo, incompetencia y oportunismo.
Los candidatos fueron muchos y en gran parte carentes de interés por mostrar una identidad partidaria.
Esto suscita desconfianza y en sus discursos resultaba todo un acertijo descifrar las corrientes ideológicas que pregonan. ¿Es una visión de derecha, de izquierda, socialdemócrata, social-cristiana o liberal?
En los comicios recientes quedó evidente el desprestigio que vive la política nacional.
Se alcanzó el más alto nivel de abstencionismo (40 por ciento) pero, aun así, el vencedor pudo con menos de un 30 por ciento convencer al electorado con promesas de un cambio, sin evidencias de cómo lograrlo, ni con qué equipo va a llevarlo a cabo.
El PPSD operó como una franquicia utilizada por un outsider de la política que regresó al país después de más de veinte años de ejercer como funcionario internacional en el Banco Mundial.
Fue nombrado ministro de Hacienda sin mayor investigación de su prontuario, duró corto tiempo, pero suficiente para ser encandilado por las cámaras.
Soberbia
En la realidad cotidiana no existía el PPSD, más allá del registro electoral. Fue encabezado por un desconocido sin experiencia política electoral que exhibió soberbia al diagnosticar los males del país (empleo, costo de vida, pensiones de lujo y corrupción) −que están sobrediagnosticados− y que prometió resolverlos en forma inmediata, frontal o por la vía que sea necesaria.
Males muy conocidos, propios de un país desigual, controlado por élites empresariales que, en alianza con la dirigencia de los partidos tradicionales y la prensa comercial, han venido concentrando y ensanchando la distancia entre la Costa Rica pobre y la Costa Rica de los ricos. ¿Y… la clase media?
El estado social de derecho ha sido debilitado y la clase media, cada vez más estrujada, entró a engrosar el grupo de los indignados y desclasados.
Resultó fácil al candidato del PPSD, supuestamente libre de pecado, adversar a otro candidato que cargaba con el desgaste de una anterior administración y estigmatizado, con razón o sin ella, como corrupto.
No de “los mismos”
La victoria fue clara y demostró, entre otras cosas, que fueron las provincias más pobres y de menor desarrollo (pobreza, desempleo, salubridad, escolaridad, inseguridad, etc.) las que inclinaron su voto a favor del debutante.
La inteligencia, las universidades, periodistas, escritores y grupos de mujeres de reconocida imagen internacional abogaron por el candidato conocido, pero no logró cambiar un pronóstico que ya había sido anunciado: la gente menos favorecida y resentida quería cambio y un presidente que no fuera de “los mismos”.
Lo sorprendente de lo acontecido no fue la lógica manifestación de los antisistema, sino más bien que la izquierda y los sindicatos no fueran quienes lideraran la inconformidad social.
Sí lo logró un candidato de derecha, cuyos discursos dejan muchas dudas respeto a la inclinación populista y al deterioro que pueda sufrir la institucionalidad democrática del país.
Como las lluvias de mayo
Y como elemento más perturbador se han ventilado serias dudas acerca del origen y transparencias de los fondos utilizados en el financiamiento de campaña del PPSD.
En definitiva, el mando político de CR a partir del 8 de mayo es un tiro al aire, tanto por la reducida representación del Ejecutivo en la Asamblea Legislativa como porque llega un gobierno con gabinete de desconocidos, sin experiencia política, improvisados y con contradicciones que ya saltan a la opinión pública como las torrenciales lluvias en mayo.
Con más dudas que esperanzas
Una de las críticas ácidas en la campaña electoral fue que ni el partido ni el candidato contaban con un equipo profesional calificado, con experiencia en administración en el manejo del Estado.
A ello el candidato ganador respondía en los debates que los partidos que tenían los mejores equipos eran los mismos que presentaban como figuras a los responsables del descalabro.
Por eso, él asumiría el compromiso de llevar profesionales jóvenes y sin amiguismo de ningún tipo.
Los jerarcas serían escogidos por agencias especializadas en selección de personal, tal y como acostumbra hacerlo la empresa privada.
De nuevo el mensaje endulzó el ingenuo anhelo de cambio sin considerar que las ideas, igual que los propósitos, solo logran demostración en los hechos y que estos, para cumplirse, exigen competencia, capacidad y una mínima cohesión en principios y un modelo de país, condiciones básicas que no pueden inventarse de un día para otro.
La victoria no requirió presentar ningún equipo. Al formarse el gabinete afloraron las primeras contradicciones: “que el país está económicamente quebrado, dijo una diputada, y por otro desmintió el ministro aclarando que no…eso no puede afirmase de esa forma…”
Gerentes
Apenas se publicaron nombres de ministros aparecieron las observaciones: una ministra de Trabajo de conocida trayectoria antisindical, acompañada de un viejo funcionario de dudosa reputación; un ministro de Hacienda que en la administración pasada se descubrió que había incumplido al fisco; una ministra de Agricultura no solo atada a las cámaras empresariales sino enredada en casos de infracciones laborales.
El propio ministro del Medio Ambiente declaró que los grupos ambientalistas van contra la empresa privada y el presidente expresó no estar a favor del Acuerdo de Escazú.
¿Cuál va a ser la imagen de Costa Rica a partir de ahora en los foros internacionales que luchan por la defensa del planeta? Es predecible en un corto plazo que la incomunicación del “equipo” conduzca a rápidas deserciones y a una centralización presidencialista.
Hay indicios para pensar que, lejos de un presidente de la república, tendremos un gerente con un maletín de ocurrencias que presagia conflictos, no solo con los otros poderes sino desde diferentes frentes sociales.
Por Memo Acuña (Sociólogo y escritor costarricense)
Todos hemos tenido nuestros propios fines de mundo. Porque se nos van seres queridos, seres de luz que se convierten en algo fijo en el firmamento que a veces puede ser una estrella o un pensamiento. También porque lo conocido se nos vuelve incertidumbre, porque en un segundo nos cambia la vida para siempre.
Al contrario de la interpretación que las escrituras bíblicas nos proponen acerca de un momento al que todos acudiremos al juicio final en medio de una debacle colectiva, que por cierto ya la hemos empezado a vivir como especie desde hace tiempo, el fin del mundo supone para cada uno y cada una un cambio en el estado de cosas tal y como la conocíamos: un apocalipsis para cada cual.
Ahora mismo, mientras escribo estas reflexiones, un contingente humano, uno más de tantos que han caminado los últimos años las anchas carreteras regionales, ha salido del sur de México con la esperanza de cruzar todo su territorio, llegar a frontera con Estados Unidos e intentar pasarla. Para todos ellos, para todas ellas, el fin del mundo es hoy, es ahora, mientras caminan, mientras intentan construir una nueva vida.
Narrar lo que nos ha ocurrido como civilización, pero ante todo como personas, durante la pandemia es un acto político y sanador. Es político porque revela la construcción de una estrategia, de un proceso de negociación con el entorno, de las formas mediante las cuales establecimos jerarquías, prioridades y las fuimos ejecutando con el día a día. Y es sanador porque nos permite decir aquello que nos produjo miedo e incertidumbre, nos paralizó, nos inmovilizó o nos provocó las más diversas reacciones.
Decir la pandemia es buscar con las palabras precisas su significado y hacerlo visible.
Eso fue justamente lo que la escritora y periodista guatemalteca Vania Vargas hizo con su libro «El cuaderno del fin del Mundo» publicado en su país por Editorial Celsius 232, del proyecto cultural Ocote. A simple vista el libro asemeja justamente un cuadernillo, una especie de libreta que la autora tomó un buen día en medio de los primeros momentos de pandemia, para empezar a detallar de forma precisa el paso del tiempo, un tiempo sanitario y urgente, la diferencia entre el día y la noche, la oscuridad y la luz, la transformación de su propio cuerpo a medida que el cuerpo social iba también siendo modificado por los efectos devastadores del virus en un país cuyo sentido de orfandad institucional provoca enojo, sí, pero sobre todo tristeza. Y la tristeza hay que transmutarla en poesía.
Coincidí con Vania el primer fin de semana de junio en la Feria Internacional del Libro de Xela (FIL XELA) en Guatemala, evento que, a pesar de los pesares, a pesar de un estado omiso en materia cultural y literaria, ha resistido el paso del tiempo ya en cinco ediciones, pandemia incluida. Fui invitado a presentar una publicación sobre la Centroamérica que me he permitido conocer y esa otra Centroamérica histórica. Allí fui a dar con mis huesos, como diría Víctor Manuel en una canción de camino, ya conocida.
Vania fue la persona dedicada de la feria y en la actividad homenaje realizada para brindarle el reconocimiento, compartió una hermosa reflexión sobre su propio acto de moverse como fuero interno, como ritual al que todos, todas alguna vez hemos acudido, acudimos, acudiremos. Decía Vania:
“En una región en donde la única manera de sobrevivir parece ser marcharse, yo reconozco que la mía ha sido una errancia privilegiada. Soy de los que decidieron irse de su ciudad natal, porque sentían que estaban destinados a hacerlo, sentían que estaban obligados a hacerlo o querían hacerlo profundamente, por la curiosidad innata de averiguar si la vida que imaginaban estaba detrás de las montañas que abrazan al pueblo, esas, tan verdes, que inevitablemente se transforman en la distancia, y dejan de ser verdes, para convertirse en el azul de todo lo que fluye, aunque no se muevan. Yo también quería ser parte de ese milagro.
Entonces, el “allá” que imaginábamos, de este lado, se convirtió, del otro lado, en un nuevo punto de partida que ve de vuelta hacia otro “allá” que ciertos días añoramos. “Allá”: cuatro letras, un palíndromo imperfecto que en su camino de vuelta nos dejará con la sensación de una significativa ausencia.
Ir y venir se convirtió en el péndulo de nuestro tiempo, en el movimiento que le bombea sangre a la vida. Una especie de parpadeo entre dos realidades que nos conforman y nos transforman, nos marcan y nos desdibujan. Somos de aquí, pero no pertenecemos. No somos de allá, nos define el camino, el tránsito, el recorrido, el siempre volver sobre los lugares abandonados.
Así, entre el llamado, la necesidad y la vocación de marcharse se van acumulando los años. Uno se va, pero nunca se va del todo. Uno vuelve, pero nunca vuelve del todo”.
Y entonces presentó su libro en el que con maestría periodística pero sobre todo literaria, nos compartió un hermoso registro en primera persona o en la persona de todos, sobre ese tiempo-no tiempo que nos tocó vivir como especie humana. Su poema II, que forma parte de un cuerpo de 35 textos en prosa, retrata quizá con total conciencia del momento, lo que sentimos y como se nos inscribió en el cuerpo:
II
El despertador sigue sonando a la misma hora, cinco días a la semana y yo le obedezco. Arreglo mi cama, me meto a bañar y empiezo la rutina del encierro. La costumbre es la ilusión de la que se sostiene la nueva normalidad para no terminar de desmoronarse. EL fantasma de la realidad conocida avanza despacio, sobre el caos, viendo hacia atrás. Porque, hacia adelante, su miopía choca contra la bruma.
Resulta evidente que a cada quién le sucede el momento último, de la forma que lo conciba. Reconstruirnos así es un acto de resistencia. Solo desearía que, al decir de Joaquín Sabina y que alguna vez la querida Chavela Vargas rasgara con su voz, ese momento fuera importante, esclarecedor, sanador, tanto, que nos tomara bailando desde adentro para afuera.
Fotos archivo personal. Feria Internacional del Libro en Xela, Guatemala. 4 de junio
El Equipo Asesor Ambiental en línea con el Programa Galardón Ambiental y el trabajo en conjunto con la Escuela de Estudios Generales de la SIA, más el apoyo de la Comisión de Gestión Ambiental de la SIUA en el marco del Programa Bandera Azul les invita a participar del Webinar “Pandemia, ecofascismos y capitaloceno: ¿Es la humanidad el verdadero virus?”,el próximo jueves 2 de junio de 2022 a las 5:00 pm. Se contará con la participación de los expositores:
Emanuel Campos Madrigal: Licenciado en Filosofía por la Universidad Nacional de Costa Rica. Académico de la UCR Occidente y SIUA.
Sebastián Miranda Brenes: Máster en Gestión Ambiental y Desarrollo Sostenible por la Universidad La Salle Costa Rica. Docente del INA y de la UCR del Caribe.
Por Memo Acuña ( sociólogo y escritor costarricense)
Quizás por lo intenso del periodo contingente que nos ha tocado vivir, el tiempo ha sido un proceso tan relativo que nos ha hecho inscribir duraciones largas y cortas allí donde los hechos han sido iguales para todos.
Desde el punto de vista del trabajo con la memoria, los acontecimientos que marcan cambios o recuerdos colectivos de alguna manera complejos, son representados por fechas, o como bien dice la investigadora argentina especialista en estos temas, Elizabeth Jelin, fechas infelices.
Recordar por ejemplo, para el caso costarricense, la fecha del 6 de marzo de 2020, como el día que las autoridades nacionales anunciaron la aparición del primer caso positivo con COVID-19, una turista estadounidense llegada al país a inicios de mes y que fuera aislada junto con su pareja en un hotel de San José.
Ya pocos recordamos este evento, tal vez porque significa la apertura de un periodo de la historia global, pero también subjetiva, marcada por la incertidumbre, el riesgo y el miedo real a una amenaza a la vida misma.
Luego vinieron las formas de cuidado, la palabra protocolo que se hizo tan cotidiana (formas de toser, de estornudar, de saludarse). Más adelante las mascarillas y posteriormente las vacunas como remedio paliativo para detener los contagios.
Se hizo necesario cambiar los patrones de comportamiento individual, modificar los rituales de afecto e intercambio físico de las personas, aspectos que indudablemente quedarán para siempre transformados.
A todas luces se trata de un momento histórico que, como hemos dicho ya en varias reflexiones, ha producido tensiones a las subjetividades que han debido restituirse con nuevas herramientas. Esto no ha sido gratuito y le ha cobrado factura a su salud y su calidad de vida.
Una de las formas de reparación se encuentra justamente en reconocer los hitos que el tiempo ha marcado en este periodo. Se trata de apalabrar las fechas significativas para cada quién: las de las pérdidas, las de los anuncios de un resultado de prueba positivo, las de la conclusión de un periodo de cuarentena.
Todas estas fechas hacen parte de la memoria individual pero que luego construirá sin lugar a dudas la memoria colectiva formada de recuerdos sobre este tránsito complejo, indeterminado, todavía en transcurso.
Le invito a apalabrar su tiempo. El mío en esta coyuntura empezó el domingo 15 de marzo de 2020 al regreso de un viaje por Centroamérica vía terrestre. Ese día por la noche las fronteras regionales fueron clausuradas como medida para controlar la propagación del virus que ya a esas alturas era inevitable. Luego otras fechas con pérdidas familiares que hay que decir y nombrar para repararlas.
Heidy Murillo Calvo, regidora del Frente Amplio, cantón de Barva
El 29 de mayo se conmemora el Día Nacional de la Persona con Discapacidad, de acuerdo con lo que establece la Ley Nº 8671 de 16 de octubre de 2008. Se trata de una fecha propicia para la reflexión y el análisis acerca de la situación de este sector poblacional y del grado de cumplimiento de las normas –nacionales e internacionales—vigentes en Costa Rica en materia de derechos humanos, particularmente en los campos de la inclusión social y la accesibilidad general.
En arreglo a los importantes datos generados por la Encuesta Nacional sobre Discapacidad (ENADIS 2018), desarrollada por el INEC y el CONAPDIS, en el país la población adulta con discapacidad abarca el 18,2 % de la población total. Es decir, la nada despreciable suma de alrededor de 900 mil personas. Valga decir que, con el envejecimiento de la población y otros factores, es muy probable que este porcentaje mantenga una perspectiva de crecimiento de cara al futuro.
Ahora bien, la pregunta a formular es: ¿Cuál es la situación real y concreta de este numeroso grupo de habitantes de Costa Rica? Según los datos de esa encuesta (previa a la pandemia de la Covid-19), la situación no era buena en acceso a la salud, a la educación, al empleo y a las actividades recreativas. Siempre las personas con discapacidad aparecen escalones más bajo con respecto a la población general. Es muy probable que esta situación haya empeorado como consecuencia de la pandemia.
A partir de lo que expresan diversos informes, la población con discapacidad se encuentra entre las más excluidas socialmente y es severamente afectada por condiciones de pobreza; atrapada en un círculo vicioso en el cual la discapacidad genera pobreza y la pobreza produce discapacidad.
Es importante destacar que el país ha avanzado en la adopción de distintas normativas jurídicas que reconocen los derechos de las personas con discapacidad; entre las que se destacan la Ley Nº 7600 (promulgada precisamente el 29 de mayo de 1996) y la Ley Nº 8661, mediante la cual, en 2008, se ratificó la Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad. Sin embargo, al valorar la situación del sector es inevitable concluir que hay un enorme desfase entre lo que dicen éstas y otras normas, y su aplicación efectiva.
Algo que he podido observar es que cuando se habla de Estado y las normas que deben cumplirse en materia de derechos humanos, se piensa más en las instituciones públicas del ámbito nacional y menos en las obligaciones que se deben implementar desde los gobiernos locales.
Por supuesto que es muy importante lo que hagan o dejen de hacer los poderes centrales de la República cuando se trata de derechos de las personas con discapacidad. Sin embargo, quizás todavía son más decisivas, las políticas y acciones que las municipalidades realicen en favor de la accesibilidad e inclusión social de este sector, especialmente, de las personas con discapacidad más pobres.
Tomando en cuenta que las personas tenemos nuestros domicilios en los cantones, en sus comunidades y entonces, si desde el gobierno local se emprenden acciones que mejoren la accesibilidad del cantón, tanto en aspectos sociales (apoyo en educación inclusiva, empleo, salud, recreación, deporte) como en accesibilidad física, informativa y comunicacional, las personas con discapacidad podrán progresar más y tener con ello, mejores condiciones de vida.
En los últimos años el Código Municipal ha sufrido diferentes reformas y en su gran mayoría apuntan en la dirección correcta. Algunas de ellas están dirigidas en fortalecer la Comisión Municipal de Accesibilidad y Discapacidad (COMAD), estando la conformación de dicha comisión permanente establecida y regulada en los artículos 13, inciso h) y 49 de la citada normativa.
La COMAD es una comisión que debe velar, vigilar, promover y proponer -entre otras cosas- la política municipal de accesibilidad; que en los presupuestos municipales se incluyan metas y contenido presupuestario para el cumplimiento de la Ley Nº 7600: que se incluya el eje de accesibilidad en la liquidación y en los informes periódicos a la Contraloría General de la República; que se incluya en el sistema de control interno y valoración de riesgo el cumplimiento de las responsabilidades que la citada ley le asigna a las municipalidades; que se formulen diagnósticos de accesibilidad sobre las necesidades de las personas con discapacidad del cantón y que toda decisión sea consultada a las organizaciones de las personas con discapacidad, para que mejoren sus condiciones de vida.
En función de tal propósito, los concejos municipales están facultados para nombrar a las personas miembros de la COMAD que funcionará al amparo del Código Municipal y del reglamento que deberá dictarle el órgano colegiado, ante el cual la comisión deberá rendir cuentas; además de asegurar las condiciones para su mejor y más eficaz y eficiente funcionamiento para promover un desarrollo local participativo e inclusivo, que contemple la diversidad de las necesidades e intereses de la población. Así que su conformación constituye una decisión política relevante.
Por todo lo anterior, es necesario reconocer la importancia para las personas con discapacidad que los cantones, sean inclusivos y accesibles, en todos los aspectos de la vida. A partir de la idea de que el país es el marco general, pero el encuadre cotidiano es el cantón, sus distritos y sus comunidades. Así que si bien es importante que el Estado –central– desarrolle políticas públicas inclusivas que favorezcan a las personas con discapacidad, es crucial lo que haga cada municipalidad.
Igualmente, es necesario que las municipalidades conozcan la situación de los habitantes con discapacidad, empezando por su número. También es importante que conozcan a las organizaciones y personas con discapacidad activas en la lucha por sus derechos, radicadas en el cantón. Asimismo, es de valor que estas organizaciones de la sociedad civil cuenten con un dominio solvente acerca de la normativa que rige a las municipalidades en derechos de las personas con discapacidad así como otras normas propias del ámbito municipal.
Por último, es imprescindible que las municipalidades elaboren políticas públicas en materia de discapacidad, incluyendo en forma clara, los derechos humanos de las personas con este tipo de condición y que fortalezcan a las COMAD para que éstas lideren su ejecución. Ese sería el mejor homenaje a las personas con discapacidad, en su día.
Son los más grandes empresarios y sector financiero que, mediante la corrupción, carcome las entrañas de nuestra Patria, saquea y vacía las arcas del Estado, que privatiza empresas y servicios públicos indispensables para la clase trabajadora y nuestro pueblo, los más pobres, los más necesitados.
El entrelazamiento de los efectos sociales de la pandemia y la agudización de las contradicciones del capitalismo ha generado ya, en este momento, una crisis económica profunda y aguda. Crece la desocupación, aumenta la pobreza, quiebran las pequeñas y medianas empresas y se crean las posibilidades de una enorme concentración del gran capital.
En las crisis los más fuertes se enriquecen a costa de la quiebra de los más débiles.
Cientos y puede ser que hasta miles de medianas y pequeñas empresas tengan que terminar sus actividades. Las actividades de las pequeñas y medianas empresas que cierren serán absorbidas, al final de cuentas, por grandes capitalistas.
El brutal congelamiento de salarios, que además van perdiendo capacidad de compra, empobrece a miles o millones de familias costarricenses mientras unos pocos se enriquecen obscenamente.
URGE la unidad popular, por encima de diferencias.
URGE la construcción de una Agenda de lucha unitaria, patriótica y antiimperialista.
URGE la unión de las organizaciones sindicales y sociales, superando diferencias personales o gremiales.
URGE enfrentar, organizadamente, a una mafia que destruye a Costa Rica desde las entrañas del poder político.
Un aumento en el consumo de productos, junto con una producción que no termina de despegar y los altos precios del petróleo, son tres de los factores que han elevado la inflación este año más allá de lo previsto. (Imagen con fines ilustrativos). Foto: Karla Richmond, UCR.
El IICE-UCR ve un panorama inflacionario complicado para los próximos meses
Las esperanzas de detener el fenómeno se cifran en el incremento en la oferta de productos y de la Tasa de Política Monetaria, así como en un eventual descenso en el valor del crudo.
Esto es una buena noticia para la reactivación económica nacional, pero tiene su efecto negativo: es la principal razón que impulsa a los precios de los bienes y servicios a crecer, o lo que es igual, hace elevarse la inflación, misma que durante los años de la pandemia ha tenido un incremento sumamente bajo.
El aumento en el consumo no es proporcional a la producción, es decir, hay mucha más demanda que oferta y eso dispara los precios. Además, viene acompañado de otros dos factores de coyuntura que potencian la inflación: con el incremento mundial del consumo de bienes y servicios, también se comenzó a elevar el precio del petróleo. Esto, junto con el conflicto ruso – ucraniano, subió su costo al máximo histórico en el país, que el pasado 18 de mayo llegó a ₡958 en el caso de la gasolina súper.
De ahí que llenar el tanque de combustible del transporte público, vehículos de empresas y carros particulares salga más caro que nunca. Por supuesto que estos gastos no se quedan ahí: repercuten en el precio de los alimentos que consumimos y servicios que requerimos.
Al no ser un país productor de petróleo, Costa Rica debe importar esta materia prima… y ¿qué necesita para comprarla? Correcto, dólares, lo que eleva aún más su valor. Y ante la devaluación también histórica de la moneda local (este viernes llegó a cotizarse en 677,39 colones, el pico máximo), se deben pagar más colones por cada barril que ingresa al territorio nacional. Lo mismo ocurre con cualquier bien que importemos: es necesario usar más monedas nacionales para adquirir eso que tanto necesitamos o queremos.
Y tampoco se puede olvidar el encarecimiento mundial del transporte de mercancía en los barcos (la crisis de contenedores aún no acaba y se prevé que sus efectos lleguen hasta el próximo año) y los aviones, porque todo se mueve con combustibles. Esto termina de encarecer los productos importados y su precio lo terminan pagando quienes los consumen.
Inflación en cifras
Los números evidencian la gravedad del asunto. Según el informe del Índice de Precios al Consumidor (IPC) de Abril 2022, del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC), la inflación llega ya al 3,98 % en su versión acumulada de lo que va del año (hasta abril). Para evidenciar la gravedad de esta cifra, ya se superó la inflación acumulada del año pasado, que fue del 3,30 %. También dejó atrás la meta del BCCR para este 2022, que era de ± 1 punto porcentual con respecto a una estimación del 3 %.
Pero además, si se toma en cuenta la inflación interanual (mayo 2021 – abril 2022) esta alcanza ya el 7,15 % y es la más alta reportada desde junio de 2009. De hecho, solo en el mes pasado, este índice alcanzó el 1,58 %, el mayor en los abriles de los últimos cuatro años. También en abril, el 66 % de los productos aumentó de precio, el 24 % disminuyó y un 10 % no tuvo variación.
Y por supuesto, los productos que más se encarecieron el mes pasado ya fueron mencionados: la gasolina, el diésel, el gas licuado, los boletos aéreos, el aceite y el transporte en taxi. El factor común: los combustibles.
El Banco Central de Costa Rica (BCCR) tomó hace dos meses la decisión de aumentar la Tasa de Política Monetaria (TPM) al 2,50 % anual. Esta tasa es la que cobra el BCCR a la banca comercial sobre el préstamo de sus recursos. La estrategia es la siguiente: al subir la TPM, esa alza también es trasladada por los banco a sus clientes, lo cual reduce la inversión y el consumo, y por lo tanto, también baja la inflación. No obstante, esta decisión también afectaría el crecimiento de la producción de las empresas, debido a que la población tendría menos dinero para gastar y esto desincentiva la colocación de productos en el mercado.
Sin embargo, Robalino se mostró confiado en que estas políticas surtirán algún efecto para detener el encarecimiento de los productos. El experto recordó además que la inflación es un fenómeno sumamente regresivo, es decir, que el aumento aplica igual para hogares con altos y bajos recursos, con la diferencia de que estos últimos tienen menos capacidad económica para cubrir esas alzas. Es por eso que su freno se vuelve urgente cuando crece a niveles muy altos.
Entretanto, el director del IICE desaconseja una fuerte intervención del BCCR en el tipo de cambio, por más que siga aumentando de forma pausada e impulse la inflación. Él recordó que la función de esta entidad debe ser evitar que existan movimientos bruscos en el valor del dólar con respecto al colón, para no enviar mensajes de inestabilidad cambiaria al mercado.
Consultado sobre la posibilidad de subsidiar productos de la canasta básica que son requeridos por las personas con menor poder adquisitivo, Robalino señaló que esta tampoco es una buena idea, pues lo que más impulsa a la inflación en este momento es un aumento en la demanda junto con una producción que no crece al mismo ritmo.
De hecho, el economista señaló que una medida de este tipo puede “perderse de camino”, ya que eventualmente beneficiaría a las empresas productoras, sin que se traduzca en una reducción en el precio al consumidor.
En resumen, el director del IICE se mostró esperanzado en que los precios se estabilicen, una vez que la producción en el país retome su fuerza y aumente la oferta, así como la cantidad de productos de importación. Además, un eventual fin de la guerra ruso – ucraniana reduciría y estabilizaría el precio del crudo en el mercado, lo cual también ayudaría mucho a cortar este ciclo inflacionario.
Pablo Mora Vargas Periodista, Oficina de Divulgación e Información, UCR