La profecía que se cumple a sí misma

Álvaro Vega Sánchez

Álvaro Vega Sánchez, sociólogo

Para ejemplificar la profecía que se cumple a sí misma, Robert Merton apeló al ejemplo de la falsa noticia que se difundió de la quiebra de un banco y, efectivamente, sus clientes, inducidos por el miedo a perder su dinero, lo quebraron al retirar sus ahorros. Retomaba el teorema de Thomas que dice: “cuando una situación se define como real, es real en sus consecuencias”. De esta manera, al definirse hoy que la Caja del Seguro Social está en quiebra, aunque sea mentira, bajo ciertas circunstancias, diría Merton, puede llegar a convertirse en verdad. Precisamente, esas condiciones se están dando desde el momento en que el Estado se ha venido resistiendo a saldar la deuda billonaria con la Caja y el ejecutivo dispara un discurso incendiario contra esta institución.

El discurso populista hoy, en el país más desigual y violento de los países miembros de la OCDE, anuncia quiebras y desplomes de la institucionalidad social con la clara intención de que se cumplan sus profecías y quiebre la Caja Costarricense del Seguro Social, las universidades públicas, el Instituto Costarricense de Electricidad, entre otras, y así como en cascada se derrumbe el Estado Social.

 El estado tiene que rendirse de rodillas ante el mercado, la única institución sacrosanta que puede salvar a Costa Rica. Traslademos las funciones públicas a instituciones privadas y florecerá la Costa Rica del Siglo XXI pujante, moderna y productiva. Este es el contenido del discurso político-religioso de la nueva derecha neoliberal que se viste de pueblo, habla en lenguaje pachuco y asume porte del “Estado soy yo”.

Este tipo de profecías son parte de la ideología del miedo, que tan buenos dividendos le ha deparado a una clase política cuyo norte ha sido destruir los logros alcanzados por la clase trabajadora en sus luchas sociales históricas, que desembocaron en la gran reforma de los años 1940 por el derecho al trabajo digno, la salud y la seguridad social.

Efectivamente, el arma del miedo se ha mostrado muy eficaz para minar las bases mismas del Estado Social de Derecho, cerrarle las puertas al diálogo ciudadano y conducir al país hacia una profundización de la polarización y el conflicto social. Más allá de la violencia criminal y delincuencial en alzada, se ha venido abonando el terreno para propiciar los antagonismos entre los diversos actores sociales y políticos. La convivencia democrática está siendo socavada por parte de un liderazgo político que ha perdido la mesura y la sabiduría para conjuntar a la ciudadanía, precisamente, cuando se agudizan los problemas de mayor calado, como los son la pobreza, la desigualdad y la inseguridad.

Si los problemas han alcanzado niveles críticos y desmesurados, más allá de este tipo de profecías populistas que solo distraen y postergan la búsqueda de verdaderas soluciones a esos álgidos problemas, deberíamos abocarnos a conjuntar a todos los sectores sociales, empresariales y políticos para crear una plataforma ciudadana que impulse acciones y medidas urgentes para sacar a flote la barca de la patria.