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Etiqueta: costumbres

Pueblo Ngäbe de Comte Burica hablará con instituciones de salud y agroecología

Feria indígena mostrará costumbres, tradiciones, gastronomía, artesanías, vestidos tradicionales, danzas y producción agrícola de la cultura indígena Ngäbe

Este próximo 25 y 26 de noviembre en la comunidad de Niviribotdä (Las Vegas río la Vaca, Laurel, Corredores) se realiza el primer conversatorio que contará con presentaciones culturales y feria agrícola y artesanías Ngäbes.

En este evento están siendo invitados personas representantes de instituciones públicas, universidades, organizaciones ambientalistas entre otros.

Las personas participantes podrán adquirir artesanías, productos agrícolas, comidas tradicionales y conocer y disfrutar el baile Jegui. La feria también tendrá espacio para nuevas iniciativas económicas ofreciendo la oportunidad de exponer, vender o promocionar sus productos.

La agenda comienza el viernes 25 de septiembre con el recibimiento de participantes y por la noche intercambios de saberes y bebida de cacao. Mientras que el día sábado 26 por la mañana, habrá una visita guiada a la finca modelo proyecto Agro-Ecoturistico Finca Kare, y a partir de las diez de la mañana dará inicio el conversatorio donde abordaremos la importancia de cultivar, producir bajo sistemas agroecológicos y reafirmar la acción solidaria como una estrategia de trabajo conjunto en el desarrollo de proyectos productivos.

La actividad es organizada por Sistema Agro-ecoturismo Finca Kare, apoyada por la Asociación Niviribotdä –las Vegas y la Asociación de Desarrollo Integral de Comte Burica y patrocinada por la organización Pro Regenwald. Colabora también el proyecto ED-3526 “Geografía y Diálogo de Saberes» Escuela de Geografía y Programa Kioscos Socio ambientales UCR.

Las actividades se desarrollarán en la plaza y Salón comunal de Niviribotdä o Las Vegas río la Vaca, Laurel, Corredores, Puntarenas.

La finca Kare es un proyecto que busca fomentar la agricultura ecológica, la cultura Ngäbe, la interculturalidad, acción social y turismo. Esto mediante la diversificación de cultivos de plantas frutales, medicinales y hortalizas, con el fin de establecer un modelo de autosuficiencia y sustento familiar. Junto a esta diversificación, está el proyecto de agro-ecoturismo para fomentar la agricultura orgánica, rescatar las costumbres y tradiciones de la cultura indígena Ngäbe, estimular el intercambio y potenciar productos de la comunidad Ngäbe en mercados justos y solidarios.

En el Sur del país, entre los cantones de Corredores y Golfito que colindan con la frontera panameña, se encuentra el territorio indígena Ngäbe – Bugle de Conte Burica con una extensión de 11.910 hectáreas y una población de 1144 habitantes autoidentificados como indígenas Ngäbe. No obstante, existe una migración histórica transfronteriza, que conecta este territorio dentro de Costa Rica, con el resto de los territorios Ngäbe en Panamá, que abarcan las regiones de Chiriquí, Veraguas, y Bocas del Toro, incluyendo las zonas montañosas.

Los indígenas Ngäbe lucharon por la cedulación en los noventa y por un proyecto de Ley de Autonomía de los Pueblos Indígenas, por demarcación y establecimiento de los territorios. Actualmente luchan por la conservación de su territorio y su cultura. Recientemente las comunidades Ngäbe de Sixaola de Talamanca están dando una importante lucha por los derechos de las personas Indígenas transfronterizas para obtener la nacionalidad costarricense, logrando aprobar una ley y ahora luchando por un reglamento y su implementación efectiva.

El 26 de marzo pasado el Proyecto “Geografía y Diálogo de Saberes” de la Escuela de Geografía y el Programa Kioscos Socio Ambientales UCR, en conjunto con el Centro Nacional Especializado en Agricultura Orgánica (CNEAO) del INA, estuvieron presente en la feria para documentar y colaborar en la promoción de este importante espacio. Puede ver un video de la feria de ese pasado marzo en:

Para más información y visitar la Finca Kare, se puede contactar por medio del teléfono 62536955 a Marcos Jiménez Montezuma, vía correo electrónico a nivingabe@gmail.com

La [in]cultura de ir a Disney y ver películas en TV

Mario Solera

El candidato presidencial del partido Progreso Social Democrático, señor Rodrigo Chaves, dijo que “el sector cultura en Costa Rica ha estado abandonado por muchos años”. Esto es cierto, seguidamente menciona “[…] el presupuesto del Ministerio de Cultura se lo comen todas esas organizaciones, la Junta de Administración del Melico Salazar, la Junta de Administración del Teatro Nacional, la junta de administración del museo tal. Pura burocracia […]”. Por otra parte, la señora Pilar Cisneros, candidata a la Vicepresidencia y diputada electa por el mismo partido, ante los problemas fiscales a causa de la pandemia de Covid-19, dijo hace dos años en entrevista a Multimedios canal 8, “[que el país] puede vivir uno o dos años sin cultura”. “Sí, cultura se va a quedar… pero, como dijo don Pepe Figueres “para qué tractores sin violines” y lo comprendo perfectamente, pero vea don Douglas, si usted está hasta aquí (señala su cuello) con su familia, no se va Disney y si no puede ir al cine pues vea las películas que le ofrece la televisión abierta…”

¿Qué entenderán por cultura estas dos personalidades de la política costarricense?

Cultura es una palabra con presencia usual en los medios de difusión y en instituciones de enseñanza general básica o superior. Es de uso común en las personas, como hablar de comida, del clima, de la calidad de vida, etc. Es una palabra que, para las masas, al parecer define algo intangible, o un grupo, generalmente extraño al nuestro, o un pueblo o sociedad distinta a la nuestra. Definir cultura es problemático.

La Antropología vio nacer el término. Para Grimson, la “Cultura” nació con el propósito de oponerse a la “Alta Cultura” y el racismo imperante al buscar diferencias entre distintos grupos humanos con los que se encontró Europa. La primera definición de cultura se opuso a la idea de existencia de personas “cultas” y personas “incultas”. Por ejemplo, en la Europa del siglo XVIII, así como también en la Costa Rica de finales del siglo XIX y prácticamente hasta el presente, se concibe una persona “culta” en tanto sea estudiada y sensible a las artes, la ópera o el teatro, y dueño de ciertas costumbres de etiqueta y vestimenta que lo identifica también como persona perteneciente a grupos pudientes.

Tylor, ante lo expuesto, en 1871 asocia el concepto de cultura a todo aquel conocimiento, tradición, costumbre y hábito inherente a la persona dentro de una sociedad. Dice Tylor: “La cultura… en su sentido etnográfico, es ese todo complejo que comprende conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres y cualesquiera otras capacidades y hábitos adquiridos por el hombre en tanto que miembro de la sociedad.”

Definiciones más cercanas a nuestra época proponen la cultura como “sistemas simbólicos compartidos que son acumulativas creaciones de la mente.”, según dice el reconocido antropólogo, filósofo y etnólogo francés, Claude Lévi-Strauss; o según el lingüista y antropólogo estadounidense, Roger Keesing “las culturas son sistemas que sirven para relacionar a las comunidades humanas con sus entornos ecológicos”.

De esta manera, y de acuerdo con lo dicho por Cisneros, ¿podríamos vivir dos años sin relacionarnos con nuestros entornos ecológicos?, ¿podríamos por dos años dejar de crear sistemas simbólicos acumulativos?, ¿podríamos dejar de tener conocimientos, creencias, arte, moral, derecho, costumbres o cualquiera otra capacidad o hábito adquirido en nuestra sociedad, por dos años? A todas luces, el término cultura, en cualquiera de sus definiciones citadas y otras existentes, es mucho más que ir a Disney o mucho más que ver películas.

Por otra parte, el Ministerio de Cultura y Juventud, junto con sus direcciones e instituciones adscritas, en Costa Rica, es el ente rector oficial de una pequeña parte, denominada “arte”, de esto que hemos tratado de definir como “cultura”; y dado el histórico presupuesto exiguo que tiene, menos del 1% del presupuesto nacional, muchas de sus actividades se deben realizar ad honorem.

Soy músico, profesor pensionado de la Universidad de Costa Rica. Fui funcionario del Ministerio de Cultura y Juventud, así como también miembro, ad honorem, del jurado de Premios Nacionales y del jurado de las Becas Taller otorgadas por este órgano oficial. Conozco muy bien el funcionamiento de este ministerio y sus enormes limitaciones presupuestarias. Por otra parte, he ejercido mi profesión de músico intérprete, tanto en el Valle Central como en las regiones periféricas, y conozco muy bien las necesidades y penurias del mundo artístico.

Ante lo expuesto, me rehúso a pensar que el señor Rodrigo Chaves, con su docta formación económica, reduzca los problemas operativos del Ministerio de Cultura y Juventud, a la burocracia y al supuesto consumo presupuestario de las juntas administrativas. Por otra parte, me rehúso a creer que la señora Pilar Chaves, con docta formación en comunicación, conciba cultura como ir a Disney o ver películas.

El sector cultura, en nuestro país y para la oficialidad, se reduce exclusivamente a las manifestaciones artísticas, las cuales erróneamente, se han visto como accesorias, salvo a comiensos del siglo XX cuando, en la construcción de la nación, los del grupo denominado el “Olimpo”, vieron a las artes y especialmente a la música europea, como una necesidad para educar y presentar a Costa Rica ante el coro de naciones, en tanto república culta y desprovista de bárbaros, entiéndase pueblos originarios o personas “incultas”. En efecto, tiene razón el señor Chaves, este sector ha estado abandonado por muchos años. Esto es grave.

Sin embargo, es más grave aun, el que una diputada electa y un candidato presidencial, a dos décadas de haber iniciado el siglo XXI, mantengan un concepto arcaico y europeizante, es decir, propio de la colonialidad, tratando de demostrar mediante el reductio ad absurdum, que cultura es el Ministerio de Cultura o ir a Disney. Si por la víspera se saca el día, dejaremos de hacer cultura, es decir, dejaremos de tener conocimiento, arte, creencias, derecho, ética, costumbres, hábitos, etc., por cuatro años, en caso de ganar las elecciones este grupo político. Tiene entonces la palabra el partido Progreso Social Democrático, claro, después de estudiar al menos, un poco de antropología.

El juego de los diablitos

Una fiesta que rescata la identidad del pueblo Boruca

El juego de los diablitos
El juego de los diablitos se celebra cada año, entre el 31 y el 2 de enero, en la comunidad de Boruca (foto: Denis Castro Incera).

Tatiana Carmona Rizo

Periodista oficina de Divulgación e Información UCR

Denis Castro Incera

 

Al ritmo mágico del caracol, y entre coloridas máscaras, comidas a base de maíz y danzas; el pueblo indígena Boruca celebra cada fin de año, el juego de los diablitos, una tradición que rememora la lucha que este pueblo emprendió en contra de los españoles, durante la época colonial.

Cuentan las narraciones que a la llegada de los españoles, los indígenas los enfrentaron en defensa de sus territorios y posesiones, y combatieron enérgicamente contra ellos, vestidos con hojas de plátano y máscaras.

Este fue el origen del Juego de los Diablitos, que realiza desde el 31 de diciembre al 2 de enero, en la comunidad Boruca, ubicada en Buenos Aires de Puntarenas.

Haga click en el siguiente enlace para ver el video:

https://www.youtube.com/watch?v=vNkp-j1eU3Q

 

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El juego de los Diablitos inicia el 31 de diciembre, cuando el Diablo Mayor, Diablos acompañantes, Diablitos, Arreadores y los miembros de la Comisión del festejo suben al cerro sagrado antes de la medianoche para realizar la Nacencia (foto: Denis Castro Incera).

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A la mañana siguiente el Diablo Mayor suena el caracol para reunir a los diablos y empezar el enfrentamiento con el toro, animal que representa al invasor español (foto Denis Castro Incera).

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Durante los tres días de la festividad, el Diablo Mayor junto con los Diablitos acompañantes, Arreadores y Carniceros realizan recorridos por toda la comunidad (foto Denis Castro Incera).

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Los Diablitos: este es el grupo más numeroso de participantes del juego y representan a los valientes guerreros Bruncas. Cada diablito tiene una o dos máscaras que los identifican (Denis Castro Incera).

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Algunos de los pobladores encarnan la figura del toro. Generalmente son doce toreros, son fuertes debido a que la estructura del toro ya armada puede pesar unos 70 kilos (foto: Denis Castro Incera).

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Durante el juego el toro arremete contra los diablitos ya que estos lo provocan continuamente (foto: Denis Castro Incera).

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En el juego también participan los arreadores, estos personajes son fundamentales para el buen desarrollo del juego, ya son los encargados de mantener el orden (foto: Denis Castro Incera).

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Las máscaras resguardan la identidad del indígena, protege su rostro del invasor, le confiere furia y un aspecto sobrenatural (foto: Denis Castro Incera).

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El Juego de los Diablitos es una manifestación cultural que evoca en el observador el espíritu indomable del indígena frente al invasor que desea dominar y exterminar su cultura (foto: Denis Castro Incera).

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El último día del juego, a media tarde se da la Tumbazón, acto en el que el toro mata a todos los diablitos y huye hasta las montañas (foto: Denis Castro Incera).

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Luego de la tumbazón, el Diablo Mayor suena su cambute y resucita a todos los diablitos, estos con la ayuda del perro persiguen al toro y lo capturan (foto: Denis Castro Incera).

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El juego finaliza con una fogata, en la cual, se sacrifica al toro, es un momento de gran emotividad, se realiza una danza del fuego, los diablitos y la comunidad festejan en medio de gritos, brincos y cantos (foto: Denis Castro Incera).

 

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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