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Etiqueta: Escuela de Historia

Escuela de Historia UNA rechaza posible recorte al Archivo Nacional

La Escuela de Historia de la Universidad Nacional emitió un pronunciamiento en total desacuerdo contra el posible recorte de presupuesto del Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR).

Para el director de la Escuela de Historia, Dr. Rafael Ángel Ledezma Díaz, este recorte podría afectar el funcionamiento ordinario del Archivo Nacional, además de que es de suma importancia que el ANCR siempre cuente con los recursos financieros necesarios para custodiar y conservar ese patrimonio cultural de la Nación.

A continuación, lo expresado en el acuerdo UNA-SCU-ACUE-146-2023.

La Escuela de Historia de la Universidad Nacional manifiesta un rotundo rechazo al posible recorte de presupuesto que podría afectar el funcionamiento ordinario del Archivo Nacional de Costa Rica (ANCR), institución desconcentrada del Ministerio de Cultura y Juventud que fue fundada el 23 de julio de 1881. El ANCR comprende el Archivo Histórico, el Archivo Notarial, el Archivo Intermedio y la Biblioteca Especializada en Archivística y Ciencias Afines.

Según la Ley del Sistema Nacional de Archivos, dicha institución resguarda la documentación histórica con valor científico-cultural de diferentes instituciones públicas. Entiéndase por valor científico-cultural aquellos documentos que forman parte del patrimonio científico cultural del país.

Por este motivo, es de suma importancia que el ANCR siempre cuente con los recursos financieros necesarios para custodiar y conservar ese patrimonio cultural de la Nación, el cual, a su vez, es necesario para la investigación histórica y, por ende, para el estudio riguroso y crítico del pasado y del presente.

El comunicado del acuerdo está firmado por el doctor Rafael Ángel Ledezma Díaz, director de la Escuela de Historia.

Oficina de Comunicación
Universidad Nacional, Costa Rica

 

Imagen: https://mcj.go.cr/

Recordando a Mario Oliva Medina (1956-2021)

Gerardo Morales García, historiador y escritor costarricense.

En la madrugada del 1 de mayo, Habib Succar me hizo llegar un mensaje de los que uno no quiere que le lleguen nunca. Me informaba de la muerte de Mario Oliva Medina, ocurrida a las diez y resto de la noche, del 30 de abril. Intenté desde ese momento comunicarme con Marta, su esposa o con Marito su hijo y fue, por razones obvias, imposible. No me he repuesto todavía de esa muerte tan cercana, del amigo y del compañero.

Con Mario Oliva no hablaba, curiosamente, desde hacía tiempo, a pesar de que siempre mantuvimos una profunda relación de amigos, casi de hermanos en algunos momentos. Caigo ahora en la cuenta de que tal vez, en mi caso, no acepté que Mario estuviera enfermo y nunca lo vi como tal. En realidad, quería recordarlo siempre como el Mario Oliva que conocí en 1976, justo cuando llegó al país y nos vinculamos desde entonces con muchas actividades de estudio y de promoción cultural, vínculo que se mantendría activo hasta poco antes de su muerte.

Los recuerdos de mi amistad con Mario Oliva se superponen, se entrelazan con otras muchas personas que durante varios años caminamos por los pasillos de la Universidad Nacional y en particular por los pasillos normalistas de la Escuela de Historia. Éramos un grupo grande y bullicioso de estudiantes y estudiosos que se juntaron en una especie de comunidad intelectual, donde cada uno aprendía de los otros.

En ese entonces queríamos revolucionar todo, tomar el cielo por asalto como se dice en estos casos, y para eso participábamos en la vida política universitaria y en particular en la vida de la Escuela.

Nos definíamos como estudiantes de izquierda, o progresistas y nuestros maestros eran los autores radicales de libros de historia que nos llegaban en inglés o traducidos al español, de la talla de Eric Hobsbawm, E.P.Thompson, Georges Rudé, Christopher Hill, Maurice Dobb, Joseph Fontana, Raphael Samuel y muchos más.

Estos libros circulaban entre nosotros y eran discutidos con los profesores, en las aulas, que se constituían a veces en asambleas de historia popular y en las sodas de la Universidad.

En esa Escuela de Historia, de finales de la década de los setenta y de la década de los ochenta fue donde se formó Mario Oliva y la que hizo posible que Mario fuera lo que fue, uno de los más importantes historiadores e investigadores de los movimientos sociales, de los campos intelectuales y culturales, no solo en términos nacionales sino latinoamericanos.

Habría mucho que decir y recordar de la Escuela donde se formó Mario Oliva y de la riqueza cultural de una Escuela y de una Universidad que apostaron como nunca antes al compromiso social y a su necesidad histórica.

Los profesores, los debates, las dinámicas internas, la vida social de la Escuela, los recorridos nocturnos por los bares cercanos de la ciudad de Heredia, donde se continuaban las discusiones iniciadas en las aulas hasta altas horas de la madrugada, en la Choza de Alfredo, y en otros sitios bastante conocidos de la época, todo eso fue parte de un tipo de formación que hoy en día no pareciera existir ya.

En estos recorridos andaba siempre Mario Oliva, generando polémica y afianzando amistades.

Los profesores de la Escuela de Historia, jóvenes algunos y menos jóvenes otros, motivaron siempre el debate, el encuentro, cada uno a su manera.

Campos temáticos como la historia agraria, la historia demográfica, la historia social, la historia de los movimientos sociales, presentes en la Escuela, generaban un ambiente de un aprendizaje extraordinario que todos aprovechamos de la mejor manera.

Profesores como Lowell Gudmundson, José Antonio Fernández, Carlos Araya Pochet, Héctor Pérez Brignoli, Franco Fernández, Carlos Luis Fallas; o Gerardo Mora, de una generación más joven, Gertrud Peters, Mayra Cartín, Edwin Salas, y nuestro querido Rodrigo Quesada, quien llegaría por entonces de Inglaterra con un montón de nuevas ideas y planteamientos, agitaban las mentes de los estudiantes de Historia y de Estudios Sociales que querían ser discípulos aventajados.

Entre estos estudiantes de la Escuela, aparte de Mario Oliva, estaba Carlos Naranjo, Mayela Solano, Jorge Arturo Montoya, Guido Sibaja, Ernesto Feoli, Maroto, quien escribe y otros, quienes, en algún momento y bajo la orientación de Mario Oliva, tuvieron el atrevimiento de fundar una revista con el nombre de Angela Baroni, en recuerdo de las mujeres anarquistas. El anarquismo, otro componente del humus fértil de una Escuela de Historia por entonces muy viva, de la cual no se ha escrito todavía su historia y su aporte a la historiografía costarricense.

Traigo esto al presente y en memoria de Mario Oliva, porque es parte de la historia de una Escuela de Historia que formó a muchos en nuevos campos de las Ciencias Sociales y en particular a nuestro recordado Mario Oliva Medina.

Ya a finales de los ochenta Mario Oliva tenía claramente definido su propio programa de investigación que se consolidaría en los años siguientes con una bibliografía activa de muchos títulos y de campos de interés amplios y fundamentales: la historia de los artesanos y obreros, el aporte de los intelectuales a la vida política y cultural del país, la presencia de José Martí en nuestra cultura, el papel de Joaquín García Monge y el Repertorio Americano, la Guerra Civil española, las ideas antiimperialistas y otros de no menor importancia.

Mario Oliva fue siempre el amigo solidario. Fue un hombre bueno en el mejor sentido de las palabras. El poder burocrático le fue muy circunstancial. Tenía claro que el era un latinoamericanista, un ciudadano de la Patria Grande. Y que su deber era enriquecer la historiografía social y cultural latinoamericana. Para eso trabajó, abriendo campos nuevos que muchos otros historiadores jóvenes retomaron y ampliaron.

Me gusta la idea de que sus cenizas, llevadas por las corrientes del Pacífico, toquen las costas de muchos países con los que se identificó y visitó. Desde México hasta su Chile natal, y en particular su Puerto Montt.

La presencia de Mario Oliva Medina seguirá viva, muy presente, en la historiografía latinoamericana y en el recuerdo de muchos de nosotros, sus amigos y hermanos. Eso al final es lo más importante.

A 72 años del Crimen del Codo del Diablo

Por Alex García Cruz

Este 19 de diciembre fue una fecha que el pueblo costarricense debe colocar en su memoria colectiva y mantenerla siempre presente, el 19 de diciembre es un día de conmemoración, un día para rendir homenaje a 6 héroes de los trabajadores costarricenses que fueron asesinados el 19 de diciembre de 1948 en el Codo del Diablo, en los márgenes del río reventazón en la zona de Turrialba, 8 meses después de haber finalizado la guerra y a 7 meses de haber tomado el control político la Junta de Gobierno presidida por Jose Figueres Ferrer y a tan sólo 18 días del acto público que anunciaba la abolición del ejército en Costa Ria.

Los dirigentes comunistas fueron detenidos en sus casas en Limón, sin que mediara ningún cargo en su contra, excepto el ser todos miembros del Partido Comunista, el Partido Vanguardia Popular, una vez detenidos llegó la orden de trasladarlos a la capital, salieron de la cárcel esposados y en esa condición fueron subidos al vagón del tren con destino a San José.

Esta masacre, no fue el resultado de la irracionalidad o el abuso de un grupo indisciplinado de soldados del bando victorioso, el crimen, fue un crimen selectivo, fue un Crimen de Estado, planeado por altos dirigentes del grupo ganador con el fin de aterrorizar a los militantes y dirigentes comunistas del Partido Vanguardia Popular.

El crimen fue tan salvaje y la trama tan burda, que incluso varios miembros del grupo ganador reclamaron justicia y castigo contra los asesinos y la Junta de Gobierno se vio obligada a dejar que el poder judicial realizara un juicio, juicio que a su vez se convirtió en una de las farsas judiciales más vergonzosas de nuestra historia, pues aunque se conocieron los nombres de los sicarios y se dictó condena, ninguno fue a la cárcel, con ayuda del gobierno salieron del país, del asesino intelectual se conoció su nombre, aunque nunca se hizo público, se dice que ocupó altos puestos en el servicio exterior en la junta de gobierno y en luego repitió el cargo en varios gobiernos liberacionistas.

Este Crimen de Estado, no debe ser olvidado por el pueblo costarricenses. Toda persona con sensibilidad social, toda persona respetuosa de los valores de justicia, toda aquella persona interesada en la verdad histórica, toda aquella persona con interés en lograr una sociedad más justa e igualitaria, debe honrar a los mártires del Codo del Diablo e informarse sobre éste vergonzoso hecho de nuestra historia reciente. Debemos hacerlo del conocimiento de la juventud que hoy es víctima de un modelo educativo que no les enseña a conocer el pasado, debemos desarrollar lo que José Merino llamo la “estrategia de la memoria” como parte de la forma de lucha contra las políticas neoliberales que día a día nos van acorralando y quitando derechos que son producto de la lucha del pueblo, de la lucha que dieron los mártires del Codo del Diablo.

Gracias al trabajo de investigación y producción cinematográfica de los jóvenes, Antonio y Ernesto Jara Vargas, las nuevas generaciones hijas de la post guerra podemos conocer detalles del crimen en el documental El Codo del Diablo, que debe ser visto por todos los costarricenses: https://www.centrodecine.go.cr/producciones/codo-diablo

Hace pocos años la rectoría de la UCR publicó un excelente documental sobre los antecedentes, la confrontación y las consecuencias de la guerra de 1948, el director y realizador de ésta importante obra es el cineasta Andres Heindenreich, es un documental muy ilustrativo que también debe ser visto por todos los costarricenses.

También gracias a un importante grupo de jóvenes historiadores de la Escuela de Historia de la Universidad de Costa Rica, tenemos la oportunidad de leer varias importantes investigaciones que han publicado sobre los hechos ocultos durante décadas relacionados al conflicto armado de 1948.

https://webtv.fcs.ucr.ac.cr/watch/246/

 

Imagen: De izquierda a derecha, Lucio lbarra, Octavio Sáenz, Federico Picado, Narciso Sotomayor, Tobías Vaglio, y Carlos Aguilar.

Entregados Premios Fernando Soto Harrison 2014

Galardones se otorgaron a tesis con impacto social

Caterina Elizondo Lucci,

Periodista de Rectoría

Entregados Premios Fernando Soto Harrison 2014
Los ganadores del Premio: Víctor Vargas, Natalia Campos y Cinthya Picado, compartieron con Federico Soto Harrison, hermano de don Fernando, y una de sus sobrinas (Foto Laura Rodríguez).

El estudio de la administración atunera del país con miras a proponer una mejor gestión de este recurso marino; el análisis de la responsabilidad civil por riesgo de desarrollo, y las recomendaciones para mejorar la gestión de los centros de cuido infantil, fueron las investigaciones ganadoras del Premio Fernando Soto Harrison 2014, por su excelencia e impacto social.

Este año, tres trabajos finales de graduación fueron acreedores de este importante reconocimiento, que además se acompaña de un aporte económico de $1 000 a cada uno. Los estudiantes Víctor Manuel Vargas Salas, de la Escuela de Historia; Cinthya Picado Madrigal y Natalia Umaña Bonilla, de la Escuela de Administración Pública, y Natalia Campos Berrocal, de la Facultad de Derecho, fueron los autores de estas tesis.

“Con sus investigaciones, ustedes están poniendo en alto el nombre de nuestra Alma Máter y, además, cumpliendo con los valores que la universidad espera ver en sus estudiantes. Son valores que el ilustre Fernando Soto Harrison defendió en su vida”, indicó el Dr. Henning Jensen, rector de la Universidad de Costa Rica (UCR).

Este premio se otorga en memoria de uno de los más distinguidos ciudadanos de la Costa Rica del siglo XX, el político, abogado y diplomático nacional Fernando Soto Harrison. Al momento de su deceso, en el año 2006, Soto Harrison legó un fondo a favor de la UCR para recompensar los mejores trabajos de graduación realizados durante el año en el Área de Ciencias Sociales, hasta el 2036, con $3 000 anuales.

El galardón que lleva su nombre, se creó precisamente para estimular la emulación de los principios y las iniciativas de esa vida ejemplar, en las áreas de práctica e interés académico fundamental de este intelectual: ciencias sociales, ciencias económicas y derecho. La comisión evaluadora de este año, integrada por el Dr. Alfredo Chirino Sánchez, decano de la Facultad de Derecho; el Dr. Manuel Martínez Herrera, decano de la Facultad de Ciencias Sociales, y Dr. Leonardo Castellón Rodríguez, director de la Escuela de Administración Pública, en representación, del M.Sc. Carlos Palma Rodríguez, decano de Ciencias Económicas, decidió dividir el premio para galardonar una tesis en cada una de esas áreas.

Atún depreciado

La investigación del estudiante Víctor Manuel Vargas, Administración atunera industrial en Costa Rica por parte del INCOPESCA (1994-2005), hizo un recuento histórico de la evolución de la regulación atunera del país y de la gestión del Instituto Costarricense de Pesca y Acuicultura (INCOPESCA).

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Los estudiantes también guardaron un recuerdo junto al M.Sc. Carlos Palma, al Dr. Manuel Martínez, al Dr. Henning Jensen y al Dr. Alfredo Chirino. (Foto Laura Rodríguez).

“Por muchos años Costa Rica regaló su atún. Mi investigación resalta la lentitud de los cambios jurídicos en el mercado del atún, y la dificultad administrativa de articular las 25 instituciones con las que tiene que trabajar el INCOPESCA para regular la pesca y venta del atún”, indicó Vargas.

Redes de cuido funcionales

En la tesis Desarrollo de capacidad institucional en los centros de cuido municipales de la Red Nacional de Cuido y Desarrollo Infantil, análisis de los casos del Centro de Cuido de la Municipalidad de Cartago y la Municipalidad de Belén, las estudiantes Cinthya Picado y Natalia Umaña investigaron las capacidades institucionales a nivel político, organizacional y administrativo en estos centros, para establecer los criterios que favorecen su establecimiento y los déficit asociados que puedan ser mejorados.

“Recomendamos ejercer mayor control desde los carteles de contratación administrativa, y revisar la ley que respalda el funcionamiento de la Red Nacional de Centros de Cuido, pues hay vacíos importantes en cuanto a la administración central y los procesos a seguir para elaborar estas estructuras”, expresó Picado, quien agregó que algunos de los hallazgos fueron problemas presupuestarios y falta de profesionalización de sus funcionarios que permitiera atender la cantidad de niños meta.

Defensa del productor

Por otra parte, la estudiante Natalia Campos Berrocal en su Análisis de la responsabilidad civil por riesgo de desarrollo a la luz de nuestro Código Civil y de la Ley de Promoción de la Competencia y Defensa Efectiva del Consumidor sentó las bases para iniciar la investigación en este campo, al no existir en el país bibliografía que abarque el tema de la responsabilidad por riesgos en el derecho privado.

“Esta tesis estudió los riesgos de desarrollo como una posible eximente de la responsabilidad civil para el productor que puso en circulación un producto que presenta defectos pero que, al momento de esta puesta en circulación, la ciencia y de la técnica no permitían conocer este defecto”, explicó Campos.

 

Información tomada de: http://www.ucr.ac.cr/

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