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Etiqueta: Marco Vinicio Fournier

Las brigadas de choque chavistas

Marco Vinicio Fournier

Marco Vinicio Fournier

En una confusa entrevista en Canal 36 el presidente Chaves sugirió la posibilidad de llamar a sus partidarios a “responder” ante un voto negativo de la Sala Constitucional, por la consulta del Tribunal Supremo de Elecciones sobre el proyecto de la ley Jaguar.

Más allá de las consecuencias jurídicas que podría tener una instigación pública contra el orden constitucional, conviene analizar en detalle los posibles alcances de esta nueva bravuconada de Chaves.

Hasta el momento, el presidente y sus colaboradores han sido incapaces de organizar una sola manifestación de apoyo masiva, a pesar del financiamiento explícito del transporte de posibles participantes. Esta situación no es casualidad. En un análisis de los datos de una encuesta del CIEP casa por casa en 2022, Ciska Raventós y yo encontramos que las dos principales características que diferencian a las personas seguidoras de Chaves es su forma de participación política y su nivel de autoritarismo.

En cuanto a la forma de participación, los datos son claros en mostrar que las personas que votaron ambas veces por Chaves y/o seis meses después calificaron positivamente su gestión, tienen un historial de participación política limitado exclusivamente al proceso electoral y con muy baja disposición hacia otras formas de democracia participativa, mostrando de manera especial un rechazo hacia manifestaciones, protestas y bloqueos.

En lo que respecta al nivel de autoritarismo, es muy importante subrayar que no es un producto de Chaves, sino todo lo contrario: Chaves surge gracias a niveles muy altos ya existentes en el país, desde antes de las últimas elecciones. Pero, además, priva en la mayoría de las personas que apoyan a Chaves un tipo de autoritarismo “a la tica”, en donde niveles altos de dogmatismo y fanatismo, así como rechazo a todo lo diverso y apoyo a medidas de exclusión y discriminación se mezclan con una fuerte adhesión a los procesos electorales. En una ocasión, un político dijo que “en Costa Rica nos aguantaríamos a un dictador, siempre y cuando lo pudiéramos elegir”. La frase es terrible, pero muy realista y resume perfectamente la situación actual de este autoritarismo a la tica. Bajo estas condiciones ideológicas y actitudinales, es muy importante insistir en que no es lo mismo atacar a la Asamblea Legislativa que al Tribunal Supremo de Elecciones, tal y como puede comprobarse en diversas encuestas del CIEP en donde se califica a 17 instituciones y organizaciones importantes del país y en donde el TSE figura siempre como una de las instituciones mejor calificadas.

De modo que, con base en estas dos características, el chavismo no es capaz de organizar una sola manifestación masiva de protesta contra la resolución de la Sala IV y contra la consulta realizada por el TSE, mientras que sí es segura una gran manifestación de apoyo a estas instituciones por parte de las personas que nos oponemos a Chaves y defendemos la institucionalidad, porque los datos son de nuevo muy claros: tenemos una amplia experiencia histórica en organizar grandes movimientos sociales y seguimos teniendo una alta disposición para hacerlo de nuevo.

Pero, esto no quiere decir que no habrá reacción por parte del Chavismo. Todo lo contrario, es seguro que surgirán grupos muy agresivos de una minoría fascista dispuesta a implementar actos de violencia contra las instituciones y contra las personas que las apoyamos. Es esperable que surjan grupos de choque organizados para generar miedo y sumisión y para pretender neutralizar las reacciones de apoyo a la democracia participativa. La historia está llena de ejemplos de este tipo de grupos, de los cuales el más evidente fue el de las camisas pardas nazis, pero recientemente vimos nuevas muestras contra los congresos de los Estados Unidos y de El Salvador y, desgraciadamente, ayer pudimos observar en Nicoya un primer ejemplo de uno de estos grupos de choque atacando físicamente a estudiantes universitarios.

En las condiciones actuales de violencia que vive el país, es realmente temerario el llamado del presidente y, desde ya, lo responsabilizo de las consecuencias nefastas que pudiera tener su iniciativa.

Precisamente por lo anterior, es muy importante comprender que no podemos intimidarnos ante esos grupos de choque, hacerlo es entregar las bases de nuestra democracia. Es fundamental que nos manifestemos y seamos muy activos y directos en la defensa de la institucionalidad; pero, al mismo tiempo, debemos estar muy bien organizados para evitar las provocaciones que de seguro se presentarán cuando marchemos por las calles del país y para evidenciar y neutralizar los intentos de infiltración. Nuestro movimiento debe ser absolutamente pacífico, pero siempre bajo el ejemplo del querido Gandhi: con entereza, convicción y perseverancia.

Don Máximo Cisneros y la democracia

Marco Vinicio Fournier

Marco Vinicio Fournier

Mi padre viajó a la frontera entre Ecuador y Perú para recibir a don Máximo Cisneros y a uno de sus hijos que venían huyendo de una verdadera dictadura militar en su país. Sin lugar a duda, porque así siempre lo expresó, don Máximo escogió a Costa Rica por su reconocimiento a la tradición democrática y pacífica de nuestro país, que no era para nada una tiranía perfecta como ahora insiste Chaves.

Don Máximo vivió en mi casa alrededor de dos meses mientras lograba reubicarse. Todos nosotros los recibimos con mucho cariño y con mucha solidaridad por la situación de persecución política por la que estaba pasando. Al cabo de ese tiempo, la gran mayoría de los miembros de la familia Cisneros, incluida Pilar, se trasladaron también a Costa Rica y se instalaron en una casa en Lourdes.

El día de hoy, estoy seguro de que tanto mi padre como don Máximo deben estarse revolcando en su tumba al ver a Pilar arrastrar nuestra democracia por el fango, cuestionando todas las instancias de separación de poderes y de control político, desmantelando toda la institucionalidad y dando, tanto ella como Chaves, el peor ejemplo posible contra el diálogo democrático y la cultura de paz.

Las razones que obligaron a su familia a huir de su patria son hoy las mismas que pretenden imponernos con bravuconadas y autoritarismos. Pero, se equivoca Pilar y se equivoca Chaves, la tradición democrática y pacífica sigue totalmente viva en muchas personas de este país y estaremos siempre en pie de lucha activa para defenderla.

Hoy debemos ser más prudentes que nunca

Marco Vinicio Fournier

Tal y como lo habíamos anunciado, los niveles de violencia tienden a aumentar conforme disminuye el apoyo al presidente, ya que la población sufre una decepción más y una evidencia más del poco compromiso de la clase política con las miserias de la mayoría de la población.

Definitivamente la mayoría de los homicidios están asociados al crecimiento del narcotráfico. Pero también existe un problema creciente de violencia cultural que genera manifestaciones más allá del crimen organizado. Piénsese, por ejemplo, en los suicidios y en las muertes en accidentes de tránsito, que juntos superan la tasa de homicidios. O en los hechos de violencia en centros educativos que también la superan con creces como tasa poblacional.

Por otra parte, recuérdese que la relación entre la tasa de homicidios y el coeficiente Gini es de 0,70.

Entonces, es innegable que urgen mejores estrategias de seguridad; pero, por encima de esto, urge un mejoramiento de la calidad de vida de la mayoría de la población y mejores estrategias de socialización para una cultura de paz y convivencia. Cuando un pueblo se empobrece y pierde respeto al ordenamiento jurídico, necesariamente se hará más violento, pero también se sentirá más atraído hacia el crimen, incluyendo el narcotráfico.

Por eso, es un absoluto sinsentido el quitarle recursos a la educación para reforzar la seguridad. Pero también resulta irracional el generar más violencia con la excusa de controlarla.

Solo durante esta semana, he leído dos artículos que insisten en que Costa Rica no puede enfrentar al narcotráfico porque no tiene ejército y se compara a nuestro país con México y Colombia, como si esos países hubiesen logrado algún tipo de avance en el control de la violencia asociada al narcotráfico a través de la acción de sus ejércitos. Ni qué decir de los Estados Unidos, con el ejército más poderoso del mundo y con el mayor consumo de drogas por parte de su población.

Del mismo modo, en uno de los artículos que circularon esta semana se menciona también que nuestros parques nacionales son un obstáculo para la lucha contra el narcotráfico, mientras se promueve un nuevo megaproyecto turístico frente al Parque Nacional Santa Rosa.

Dentro de esta misma línea, la ANEP apoyó públicamente el abuso policial de hace dos semanas, en donde fueron brutalmente agredidas muchas personas frente a la Asamblea Legislativa, incluyendo profesores y estudiantes universitarios, una diputada, periodistas y varias activistas feministas. Según la ANEP, la censurable actuación de la policía se basaba, precisamente, en la necesidad de combatir el consumo de marihuana, aunque no se hubiese encontrado esta droga en ninguna de las personas detenidas y aunque el motivo de la manifestación fuera el rechazo a la violencia policial.

Ante la ola creciente de violencia, es entendible que surjan con mucha fuerza sentimientos asociados al miedo, al tiempo que también se genere mucho enojo ante la incapacidad del gobierno para enfrentar el problema.

Sin embargo, debemos ser muy prudentes al escoger las estrategias a seguir o a apoyar. El miedo puede llevarnos a aceptar políticas que a la postre generan más violencia, como el apoyo a un ejército o a la brutalidad policial. Del mismo modo, el enojo puede llevarnos a aprobar medidas autoritarias y agresivas, como las que sistemáticamente ha favorecido el gobierno actual, o a permitir en nosotros mismos actitudes y conductas violentas hacia nuestros familiares o vecinos o hacia sectores de población más vulnerables.

Pero tampoco es solución la paralización, la sumisión o la resignación. Debemos insistir en que la mejor estrategia para combatir la ola de violencia es el mejoramiento de la calidad de vida de la mayoría de la población y el apoyo a los esfuerzos para una educación integral, de calidad y de amplia cobertura. Pero ese mejoramiento no vendrá jamás como iniciativa del gobierno, por lo que la mejor solución pasa por el trabajo organizado y activo de la población exigiendo y promoviendo estrategias de enfrentamiento de la violencia a través de la promoción de una cultura de paz y respeto y exigiendo mejores políticas de redistribución de la riqueza y mejores estrategias de prevención y combate a la corrupción y a la violencia en todas sus manifestaciones. El miedo y el enojo deben canalizarse hacia la participación política activa y propositiva y dirigida al beneficio de la gran mayoría de la población, con énfasis en los sectores más vulnerables.

 

 

 

El autoritarismo en Costa Rica

[…] Si el miedo y la destrucción son las principales fuerzas emocionales del fascismo, eros pertenece principalmente a la democracia. (Adorno et al., 2019, p.1228)

Marco Vinicio Fournier
Ponencia presentada en el Congreso Regional de Psicología, 2023

SURCOS publica la ponencia íntegra compartida con nuestro medio por el autor. El aporte del analista es clave en el periodo que vive Costa Rica.

El documento contiene los siguientes capítulos:

I. La personalidad autoritaria

II. Un presidente claramente autoritario

III. Costa Rica es una democracia en problemas

IV. Una nación que se orienta hacia una personalidad autoritaria

V. Un enojo que se generaliza y se politiza

VI. ¿Qué características tienen las personas autoritarias en Costa Rica?

VII. Conclusiones

VIII. Referencias

Descargue el documento aquí, y si le es posible compártalo.

La violencia en Costa Rica

Con el agravamiento paulatino de las olas de violencia en el país, el investigador Marco Vinicio Fournier propone un artículo que analiza el origen emocional, coyuntural e interinstitucional sobre el cual la violencia se hace presente en la sociedad costarricense.

Recientemente, entre la noche del viernes 13 de abril y el sábado 14 de abril hubo una cantidad de 9 asesinatos en menos de 12 horas en diferentes zonas del país, esta cifra alarmó a los ciudadanos. Aunque la cultura violenta sea un patrón mostrado en indicadores de los últimos años.

Por lo que Fournier comparte en once apartados un análisis de datos y su evolución en los últimos años. 

Entre los primeros apartados se hace mención de elementos psicológicos como el enojo y la frustración, siendo  una respuesta hacia los factores externos, específicamente a las normas de convivencia y dando paso a lo que el autor cita como anomia que corresponde a una situación en la cual se deslegitima valores de integración y regulación entre los individuos teniendo en consecuencia olas de violencia, debilitando así, las formas de autoridad institucional y proponiendo lo que popularmente se le conoce como “ la ley del más fuerte”.

Tales manifestaciones se convierten en agresiones de tipo proactiva (conductas intencionales) o reactiva (respuesta a un estímulo). Ejemplificados en homicidios dolosos, delitos contra la propiedad, suicidio, violencia doméstica y contra la mujer, accidentes de tránsito y otro tipo de emergencias violentas.

Asimismo, es conveniente contemplar los efectos de la pandemia que aún persisten en la sociedad costarricense como lo son el empobrecimiento en la calidad de vida; el afrontar una nueva crisis financiera son procesos socio-económicos que debilitan al sistema político, lo que provoca una reacción negativa en la convivencia pacífica. Evidencia de ello es que desde el Coeficiente Gini (mide el grado de inequidad): “Si se calcula la relación de este coeficiente con la tasa de homicidios en Costa Rica de 2000 a 2022, se obtiene una correlación de Pearson de 0,71, valor particularmente alto que indica conforme aumenta el grado de desigualdad, proporcionalmente tenderá a aumentar la cantidad de homicidios en el país” (p. 12)

En la arena política se proyecta la necesidad de un actor político autoritario sobre la cual se encuentra una sumisión hacia las decisiones que este actor ponga en práctica teniendo un efecto de satisfacción y seguridad de la autoridad, las actitudes agresivas se redirigen hacia grupos de minorías en la sociedad, esto es una de las condiciones sobre el facismo, estudiado por el Theodor Adorno (1959). Se puede decir entonces, que en situaciones de alta tensión se evoca a una figura que aparente seguridad, aunque esto sea irrespeto en el diálogo, o la negociación. La figura presidencial “refuerza permanentemente estilos de comportamiento violentos, minando las normas y valores propios de una coexistencia pacífica, al tiempo que continúa con el proceso de debilitamiento del Estado […]”(Estado de la Nación, 2021, citado por Fournier, p.16).

Entre las conclusiones de Fournier, atribuye a diferentes elementos emocionales como el enojo, resentimiento y ansiedad la razón de una respuesta que reproduce patrones violentos prolongados en un contexto post-pandémico que intensificó las fracturas sociales, económicas y culturales. Estos motivos se agravan cada vez más en los procesos de elección, ya que ocurre una reiteración de interés desde los candidatos presidenciales por la búsqueda de soluciones a las cuestiones que aquejan a la colectividad social, pero que en los resultados reales no se manifiesta un cambio verdadero, trayendo así a la visión pública un carácter autoritario, individualista o hacia la paralización como alternativas a las oleadas de violencia.

Finalmente, Fournier apunta a lo siguiente: “La única forma de enfrentar el problema es llegar a su raíz, es decir, reducir drásticamente la violencia estructural mediante un cambio sustancial en el modelo actual de desarrollo y de distribución de la riqueza y en el sistema educativo público, cambios que deberán surgir desde las mismas bases de la población, por lo que es urgente un diálogo nacional amplio y participativo que analice a profundidad todos estos aspectos y proponga estrategias de enfrentamiento integrales e inclusivas.” (p. 18)