24 de abril Día Mundial contra la Meningitis
Meningitis Bacteriana en Niños: Una Guía General
Dra. María Luisa Ávila Agüero
Pediatra Infectóloga
Ex Ministra Salud
Académica Correspondiente
La meningitis bacteriana, es una inflamación severa (purulenta:pus) de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, representa una emergencia pediátrica y debe ser detectada tempranamente para reducir el riesgo de complicaciones, secuelas y muerte. Es provocada por diferentes bacterias que acceden al sistema nervioso central, por lo general a través del torrente sanguíneo. En orden de frecuencia estas bacterias son Streptococcus pneumoniae, Neisseria meningitides y Haemophilus influenzae tipo b, esto no significa que otras bacterias no puedan ocasionar meningitis, pero son menos frecuentes. Al igual que en el recién nacido que las causan varían y son considerados un grupo altamente vulnerable para las infecciones graves en general. Aquí nos referiremos a la meningitis bacteriana del lactante y niño mayor, y no al recién nacido.
Los síntomas en niños pueden variar, pero con frecuencia incluyen fiebre alta, irritabilidad, dolor de cabeza, rigidez en el cuello, sensibilidad a la luz y, en ocasiones, erupciones (brote) en la piel. En niños más pequeños que aún tiene abiertas las fontanelas (mollera), la anterior se puede abombar y este es también un signo de alerta. La rapidez en reconocer estos indicios y en buscar atención médica puede marcar la diferencia en el pronóstico de la enfermedad, el diagnóstico temprano (menos de 72 horas) es vital para el pronóstico de la infección. Se recomienda no automedicar al menor y menos darle antibióticos sin prescripción médica, y si lo atiende un médico lo más aconsejable es que, si el cuadro febril no tiene una causa bien identificada, no recete antibióticos intramusculares que pueden confundir el cuadro clínico y proceder con un control en las siguientes horas (12-24).
Es, por ello, primordial que los padres y cuidadores estén al tanto de los síntomas y actúen con celeridad, todo niño con fiebre, vómitos y dolor de cabeza requiere una evaluación médica urgente.
Es fundamental para los padres y cuidadores tener presentes las llamadas “banderas rojas” que pueden alertar sobre la posibilidad de que el niño o la niña estén desarrollando una meningitis bacteriana, estas incluyen:
- Fiebre alta repentina y persistente.
- Rigidez en el cuello, especialmente al intentar tocar el mentón en el pecho.
- Dolor de cabeza intenso.
- Irritabilidad extrema y letargo.
- Convulsiones.
- Erupción cutánea, que puede no desaparecer al presionarla
- Vómitos persistentes.
La atención temprana no solo mejora el pronóstico, sino que también puede reducir el riesgo de complicaciones a largo plazo, las cuales pueden incluir problemas auditivos (sordera), discapacidades, crisis convulsivas, retardo mental. Por desgracia la muerte puede presentarse si el diagnóstico o el tratamiento se atrasan.
Gracias a los avances médicos, existen vacunas que protegen contra los tipos más comunes de bacterias que causan la enfermedad. Son un pilar fundamental en la prevención y deben ser consideradas dentro del calendario de vacunación infantil. En Costa Rica en el calendario nacional se aplican dos vacunas que protegen contra la meningitis bacteriana, y son 1. Contra la bacteria llamada Haemophilus influenzae tipo b, que se aplica a partir de los 2 meses, seguida de otra dosis a los 4 y 6 meses (esto se conoce como esquema primario), luego se aplica un refuerzo a los 16 meses de edad. Esta vacuna viene combinada con otras que protegen, en una misma inyección, contra el tétanos, la tosferina, la hepatitis B y la difteria. 2. Vacuna contra Streptococcus pneumoniae esta se aplica a los 2, 4, 6 meses y se refuerza a los 15 meses. Gracias a estas dos vacunas, con buenas coberturas mayores al 90% se logra el control no solo de la meningitis, sino de otras infecciones que varían en severidad causadas por estas dos bacterias, como la neumonía, la osteomielitis (infección del hueso), la artritis (infección de las articulaciones), sinusitis, otitis (infección del oído) e infecciones de piel y tejidos blandos.
Hay vacunas contra la Neisseria meningitides, pero solo está disponible a nivel privado, para ello es recomendable que lo discuta con su pediatra para analizar la conveniencia de su aplicación. Esta es una causa rara, pero ocasionalmente puede producir un cuadro clínico serio y devastador.
El diagnóstico de la meningitis bacteriana se establece con la sospecha clínica luego de una buena historia clínica y examen físico y se corrobora con un examen llamado punción lumbar, donde por medio de una aguja se extrae una muestra del líquido cefalorraquídeo que es el que baña nuestro cerebro y médula espinal, por medio de este examen podemos establecer si estamos ante la presencia de una meningitis bacteriana y saber que bacteria la produce, además una vez identificada la bacteria podemos saber si el antibiótico que estamos usando ataca a la bacteria y ésta no es resistente al mismo. El procedimiento se hace con el niño sedado, para evitarle dolor o mayores molestias y por lo general no se asocia con eventos adversos.
El antibiótico se inicia inmediatamente después de realizar la punción lumbar, es aplicado por la vena por un periodo de 7-10 días. Raramente es necesario repetir la punción lumbar, pero en ocasiones si no hay buena respuesta al antibiótico o la bacteria no es de las que con frecuencia causan meningitis bacteriana es necesario hacerla.
Recuerden que la vacunación juega un papel fundamental en la prevención de la meningitis bacteriana en niños. El pronóstico de la meningitis bacteriana en niños depende en gran medida de la rapidez con la que se diagnostica y trata la enfermedad. En general, con un tratamiento oportuno, la mayoría de los niños se recuperan por completo sin secuelas a largo plazo. Sin embargo, en casos graves, especialmente si hay retraso en el diagnóstico, la enfermedad puede ser potencialmente mortal o dejar secuelas permanentes.
Reconocer las “banderas rojas”, buscar atención inmediata, fomentar la vacunación apropiada y seguir las pautas médicas son medidas clave para prevenir y manejar esta enfermedad de manera efectiva y proteger la salud de los niños.
Si desea más información puede consultar en primer lugar con su médico de confianza y en segundo lugar con información compartida por entes de salud facultados para ello, como lo son:
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