ÁMBAR – Cine costarricense

Adriano Corrales Arias*

Desde su primer largometraje, Caribe, he seguido con mucho interés el trabajo cinematográfico de Esteban Ramírez. Es, sin duda, el cineasta más prolífico riguroso y reconocido en la historia reciente de nuestro cine. Como director, lleva siete películas y dos cortos; I Mae, que se encuentra en YouTube, sigue vigente ante un público que suele solicitar que lo conviertan en serie. En fin, es un realizador que goza de mucha estima entre sus colegas, la crítica y el público, ya que cuenta con tres éxitos de taquilla nacional: además de Caribe, Gestación y Presos. Por cierto, la tercera es la primera producción latinoamericana que logra ser exhibida por Netflix.

Con Ámbar, coproducción argentino/costarricense, Ramírez ingresa en el cine policiaco con un guion suyo y de Agustina Liendo apoyados por el consultante Matías Bertilotti: una muchacha es atropellada por un conductor que se da a la fuga, Ámbar es su nombre, parece huir de algo o de alguien y es hija de un detective privado, Helmut (Freddy Víquez), con quien trabaja Raquel (Paula Sartor). Lo que sigue es la investigación del acontecimiento con mínimas sorpresas. El filme, una suerte de híbrido entre policial y melodrama, no logra adentrarse en el conflicto ni en sus personajes, sobre todo en el de Helmut, que es el más interesante dentro de la trama.

El guion, técnicamente correcto, es, sin embargo, endeble pues se queda en la superficie temática sin aumentar la tensión dramática, lo que genera personajes débiles, como el de Junior, que se quedan en la maqueta o el arquetipo. Quizás las actuaciones, en general, no estén al nivel de la complejidad psicológica esperada. En mi caso, pensé que el suceso automovilístico nos llevaría a un acontecimiento más denso, digno de un buen drama policíaco o detectivesco. Pero me quedé esperándolo. Se deriva a un tema secundario que le resta protagonismo al central: el homosexualismo, elemento de cine políticamente correcto, pero que luce impostado con un final melodramático y soso.

Reitero, la película es digna, técnicamente hablando, en un contexto nacional de escasos recursos y baja producción: buena fotografía y dirección de cámaras; sonido y banda sonora aceptables, aunque la segunda a veces está subrayada; actuaciones solventes, pero no todas a la altura de los personajes y del conflicto. No obstante, como ya lo he dicho, adolece de profundidad psicológica y dramática al quedarse en la superficie de un acontecimiento que, bien hilvanado, pudo conducir a otro más acuciante y actual, aprovechando la cantidad de sucesos delictivos en una realidad en crisis con una criminalidad en ascenso como la nuestra. Es una pena.

Si el cine, de alguna manera, es la gran pantalla donde puede y debe mirarse la sociedad con sus conflictos, problemáticas, deseos y temores, nuestra producción nacional debería investigar y bucear más en la actual coyuntura signada por la contrarreforma neoliberal que pretende desmantelar el Estado Social de Derecho. He allí una cantera inagotable de temas y de dramas, sobre todo para el género policíaco.

 

*Escritor.

Imagen : deleFOCO